Heridas de guerra en el siglo XVI. Las evidencias forenses de la fosa común del asedio de Alkmaar en 1573

 Alckmaer es una villeta pequeña con fosso de agua hondo y muy ancho.

Y aunque al principio de esta guerra era villa abierta, los rebeldes la fortificaron de manera, ayudándose de la disposición del sitio y gran fosso, que la hizieron plaça para poderse defender, en que avía ochocientos soldados, sin los vezinos que tomaron las armas.

Comentarios de lo sucedido en las guerras de los Payses Baxos (1567-1577) por Bernardino de Mendoza [1592]


Tropas españolas al asalto de Alckmaer [Alckmaar]. Hay una gran cantidad de infantes armados con espada y rodela, pero también con picas, y, naturalmente, arcabuces. Por este puente passaron trabajosamente nuestros soldados a la batería, cuya subida era difícil por tenerla los rebeldes reparada de parte de dentro con un terrapleno, casi de altura de una pica, de donde la defendían sin poder venir a las manos con ellos, ayudándose de las cosas que en el otro assalto y soldados que avían tenido en él, con el averse retirado los tercios de San Felipe y Santiago. En esta manera se combatió más  de dos horas, intentando de nuestra parte escalar el terrapleno, que defendieron gallardamente los rebeldes, sin poder entrar en la villa. Que fue ocasión de retirarse nuestra gente, perdiendo más de cuatrocientos soldados entre muertos y heridos


En 2010 unas excavaciones en la ciudad holandesa de Alkmaar dieron con dos fosas comunes que fueron identificadas como enterramientos realizados durante el asedio de la plaza por el ejército de Flandes tenido lugar entre el 21 de agosto y el 8 de octubre de 1573.

Los muertos estaban enterrados dentro del recinto amurallado, siendo allí depositados sin muchas ceremonias, con algo de prisa, pero con respeto, por los defensores de la plaza.

De las dos fosas, una se identificó como de víctimas civiles, contándose en ella mujeres y un niño, en la que se hallarían también hombres que habían participado como defensores.

El estudio no indica la causa de la muerte de estas mujeres y del niño, centrándose en otros individuos con heridas más evidentes, pero apunta que en ambas fosas se encontraron numerosas balas de plomo, no asociadas a cadáveres concretos. 

Las mujeres en esta época participaban en la defensa, sobre todo, acudiendo como gastadores a reparar los muros transportando tierra, pero en el caso de Alckmaar, participaron activamente arrojando piedras y otros objetos contra los asaltantes:

Que fue ocasión que la batalla con que venía el capitán don Manuel Cabeça de Vaca no pudiesse passar al assalto, que defendían los rebeldes no sólo con las armas y mucho brío, pero las mugeres y vezinos del lugar estavan en ellos arrojando piedras, ruedas con puntas de hierro, pez, aceite caliente, plomo derretido y resina, jugando de ordinario su arcabuzería en descubierto sobre nuestros soldados

Comentarios de lo sucedido en las guerras de los Payses Baxos (1567-1577) por Bernardino de Mendoza [1592]


Detalle de los dos asaltos simultáneos que se hicieron contra la plaza, por las brechas abiertas por las dos baterías. [Beleg van Alkmaar, 1573, anonymous, 1573, Rijksmuseum]. Uno de los asaltos lo acometieron tropas de los tercios viejos, y el otro, fue realizado por los llamados tercios de San Felipe y Santiago, que habían llegado nuevamente desde Italia. 


La otra fosa, la "fosa militar" estaba integrada por una mayoría de hombres jóvenes, algunos con experiencia militar.


¿Pero cómo se puede deducir la experiencia militar de un cadáver?


Buena parte de los restos óseos presentaban evidencias de traumas sufridos ante mortem, y estas heridas habían sido producidas por objetos contundentes o afilados; o sea, habían sido heridos por armas años, o, cuanto menos, meses antes de 1573 y habían curado sus heridas para acabar siendo muertos en el asedio.

Antes de morir, el 16.7% de los soldados de la "fosa militar" habían sufrido roturas de costillas, lo que evidenciaba una dura vida militar.

Uno de los heridos, había recibido un golpe contundente en la cabeza, quizá con un martillo de guerra, o incluso un alabardazo parado a duras penas por un morrión chafado. 

Otro herido, presentaba un brazo que había sido astillado por una bala disparada por arma de fuego, y aunque se había recuperado, los huesos presentaban bastante deformación.

Otro de los muertos, un hombre de entre 25 y 35 años - el dueño de la calavera de la fotografía adjunta - presentaba una herida en el cráneo – flecha roja – provocada por un objeto cortante, lo más probable, una espada que había hecho saltar una lasca de hueso de su cocorota. 

Dicha herida había sanado en vida. El soldado había sobrevivido para otra batalla. La última.

La segunda herida, la que le causó la muerte – flecha blanca - que le había quitado parte de la tapa de los sesos, había sido provocada por el disparo de un arma de fuego que le metió una bala de unos 31 gramos por el hueso frontal, rompiendo el parietal derecho, pero quedando alojada dentro del cráneo, por lo que pudo ser claramente asociada a su muerte, a diferencia de otras balas de plomo que se hallaron en las dos fosas.


El soldado, de entre 25 y 35 años de edad, presentaba dos heridas. Una - flecha roja - sanada en vida, provocada por el corte de una espada. La otra, provocada por una bala de arcabuz de 31 gramos que le provocó una herida de entrada por el hueso frontal de unos 17x24 mm, y una salida por el parietal de 23 x 25mm. Fotografía [Laboratory for Human Osteoarchaeology, Leiden University]



Teniendo en cuenta que el arcabuz español de una onza castellana de pelota tiraba una bala de plomo de 28,75 gramos, es probable que un arcabuz fabricado en Guipuzcoa acabase con la vida del soldado holandés que defendía Alkmaar en 1573.


Infantería española preparada para reforzar el asalto a la plaza. Se pueden ver los sargentos con sus alabardas, los alféreces, o quizá abanderados, portando las banderas de la compañía, un tambor, numerosos arcabuceros, dos infantes armados con rodelas, y al fondo, un cuadro de picas. Exceptuando el tambor, todos llevan armaduras de cabeza, morriones.


Otro cráneo tenia alojada una pequeña bala de apenas 12,6 gramos, no llegando a 1/2 onza castellana, lo que convertía al arma que lo disparó en un arcabuz pequeño, incluso una escopeta o carabina de caballería de algo más de tres ochavas [3/8] de onza.


A partir de pruebas balísticas y forenses con reproducciones sintéticas de cráneos y masas encefálicas de gelatina forense, se calculó que las balas llegaron a impactar contra los dos cráneos a una velocidad inferior a unos 110m/s y, dada la deformación de las balas, se concluyó que el plomo usado debió ser de una dureza inferior al actual. 

Asimismo, no se pudo descartar que los muertos llevasen protección en la cabeza – protección que no les salvó la vida – dadas las heridas observadas, con poca fracturación en la herida de entrada y gran tamaño y regularidad en las de salida, así como la gran deformación sufrida por las balas encontradas, que mostraban grandes labios.


Bala de arcabuz de 31 gramos [1 onza castellana = 28.75gr] recogida del cráneo del soldado hallado en la fosa de Alkmaar. Dicha pelota, presenta un gran labio fruto de una deformación importante que podría corresponder a haber pasado una plancha metálica, aunque el estudio no ha podido ser determinante. Fotografía [Laboratory for Human Osteoarchaeology, Leiden University]

Cabe tener en cuenta que un proyectil lanzado a 60m/s es suficiente para fracturar un cráneo [1] pero las heridas, como asevera el estudio, lo más probable es que se produjeran a esa velocidad de 110m/s.


La mayoría de los soldados fueran arcabuceros, coseletes o picas secas llevaban protegida la cabeza con morriones, aunque solía haber una parte que no llevaba armadura alguna. 

Por otra parte, las tropas de milicias, o ciudadanos que acudían a la defensa, es menos probable que portasen alguna armadura de cabeza. 


Estos arcabuceros de la milicia de Amberes retratados por Abraham Bruyn en 1580, decidieron proteger sus cascos con galanos sombreros. 


Estos arcabuceros de milicias, por contra, aparecen casi todos con morriones a la moda española. Milicias de los gremios de Amberes y Bruselas realizan salvas disparando al canal. Antoni Van Leest [1578] Rijksmuseum. 

De haber estado los defensores sin los típicos morriones estimo - dada la velocidad de 110 m/s deducida en el estudio - que las balas habrían sido disparadas a unos 230 metros de distancia [2], pero habiendo tenido las cabezas protegidas por armaduras, los tiradores deberían haber estado a menos de 30 metros, produciendo entonces el impacto a esa distancia la energía necesaria para atravesar una plancha de acero de 3mm [3] situación que se daría en alguno de los asaltos, donde los defensores holandeses se encontrarían a los españoles de frente, como queda recogido por Bernardino de Mendoza:

Y muchos soldados de los nuestros, por no estar la batería para poder subir, los rebeldes los arcabuzeavan al hallarse amontonados al pie de ella y sobre el puente, sin serles possible venir a las picas.

Comentarios...

Asalto de Alkmaar en 1573 por las tropas españolas de don Fadrique de Toledo.

De los cuatro muertos con heridas de bala en la cabeza – dos casos más además de los ya descritos – tenemos dos con penetración por parietal [derecho e izquierdo] uno por frontal, y otro por occipital, indicando claramente que se hallaban en distintas posiciones respecto al tirador, lo cual indica que no fueron en ningún caso ejecutados, y que no necesariamente les estaban haciendo frente.


En conclusión:

1) Los soldados podían recibir heridas contundentes importantes, incluso ser golpeados con fuerza en la cabeza, o sufrir heridas con armas de fuego, y aún así, sobrevivir, y proseguir con su vida militar, para acabar muertos en otra jornada. Estas heridas evidenciarían dos cosas: una, que muchos hombres no se replanteaban mudar oficio a pesar de haberse hallado a dos dedos de la muerte, y la otra, que a pesar de que la asistencia sanitaria de la época dejaba mucho que desear, quizá porque el cuerpo humano es bastante resistente, o quizá porque había mucha gente en el oficio de las armas, había bastante gente que se reponía de heridas importantes.


2) Las heridas producidas por armas de fuego van a ser, porcentualmente, las más importantes en esta época, sobre todo en la defensa y asedio de plazas fuertes, donde los asaltos eran lances escasos, y donde la artillería, en general, centraba sus disparos en abrir brecha en las murallas, por lo que las armas de fuego manuales, como arcabuces y mosquetes, van a jugar un papel fundamental, y van a ser las causantes de una mayoría de bajas.


3) La protección de una armadura, que, en principio, era bastante buena contra armas blancas, podía servir para proteger frente a disparos de armas de fuego realizados a más de 100 metros, pero a corta distancia, una plancha de acero de 2-3 mm podía ser fácilmente perforada por un arcabuz de calibre medio. Aún así, lanzarse al asalto a pecho descubierto era algo muy arriesgado, pues había que recorrer la distancia entre el propio campo y las murallas bajo fuego enemigo, y además, enfrentarse al lanzamiento de piedras y el uso de armas blancas en caso de llegarse al cuerpo a cuerpo al coronar, o traspasar las murallas.


4) Las mujeres también podían participar en la defensa de las plazas fuertes y morir como combatientes, o, al menos, como gastadoras, y no solo ser objetos pasivos en la guerra, como prueban esa mujer y esa joven que fueron halladas en una fosa junto a otros siete cadáveres. Aunque quizá no sea conveniente hacer una estadística con números pequeños, las mujeres representaban el 22% de los muertos allí hallados.



Véase también:

La efectividad de las armas de fuego portátiles y la protección de las armaduras frente a pistolas, arcabuces y mosquetes en el siglo XVI

Heridas de guerra en el siglo XVI. Combates por mar y tierra de los tercios españoles.


Bibliografía: 

  • The Alkmaar mass graves: A multidisciplinary approach to war victims and gunshot trauma, por Rachel Schats, Lisette M. Kootker, Rob Hermsen, Gareth R. Davies, Menno L. P. Hoogland. editado en The Routledge Handbook of the Bioarchaeology of Human Conflict [2014]
  • Comentarios de lo sucedido en las guerras de los Payses Baxos (1567-1577) por Bernardino de Mendoza [1592]


Fotografías:

Laboratory for Human Osteoarchaeology, Leiden University.

 

Mi agradecimiento a Lisette M. Kootker por haberme proporcionado una copia de dicho estudio, que aquí he querido divulgar sucintamente para el gran público de lengua española.


Notas:

[1] "Con proyectiles o esquirlas que se desplazan a baja velocidad (por debajo de 60 m por segundo) y que alcanzan a penetrar la piel, el impacto sobre el cráneo es suficiente para fracturarlo, sea con o sin desplazamiento de esquirlas óseas".

LUQUE SUAREZ, JORGE ENRIQUE. HERIDAS PENETRANTES POR ARMAS DE FUEGO EN EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL: SEGUNDA PARTE: FISIOPATOLOGÍA DE LAS LESIONES, CASOS CLÍNICOS Y MANEJO. rev.fac.med [online]. 2007, vol.15, n.2 [cited 2022-10-18], pp.306-312. Available from: <http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-52562007000200020&lng=en&nrm=iso>. ISSN 0121-5256.


[2] Estimación realizada a partir de datos recogidos en http://ejercitodeflandes.blogspot.com/2021/12/la-efectividad-de-las-armas-de-fuego.html



[3] Idem



2 comentarios :

Anónimo dijo...

Excelente trabajo de investigación

Anónimo dijo...

Un blog estupendo !! Me gustaría algún estudio sobre la esgrima de cuchillo de la época