Coselete [media armadura]

El coselete era el arma defensiva del soldado al que daba nombre, el cual iba armado con pica.

El coselete podía ser liso [blanco [1] o negro] o grabado [adornado] hasta producirse algunos de enorme calidad, con filigranas doradas, pero como escribiera Tirso de Molina:
El que sin dicha se emplea,
ni el coselete grabado,
ni el puesto más retirado,
ni la militar trinchea
darán defensa segura,
si una bala se abalanza que a
todas partes alcanza.

Asalto nocturno de Ardrés. Detalle. 
En el caso del hierro sin tratamiento, era necesario bruñirlo [pulirlo] para evitar la aparición del óxido.

Y siendo embarcados los maestros de campo, capitanes, cavalleros, gentiles hombres y infantería española y cavalleros de la Religión, y armados de sus coseletes dorados, blancos, laboreados y gravados, y sus picas altas en las manos y sus arcabuzes cargados, tocando las tronpetas de las galeras y atanbores de todos los tercios començaron a navegar y dar la buelta para África
Historia de la guerra y presa de Africa, por Pedro de Salazar. 1552

La estética era importante - aunque interpreto que no fundamental - hasta el punto que un teórico del arte de escuadronar, se ocupaba dando un ejemplo de cálculo para formar un escuadrón cuadro de gente, ofreciendo todas sus caras unas hileras de coseletes grabados - disponiendo de número suficiente de ellos - quedando los coseletes blancos para las posiciones interiores, y ofreciendo al enemigo la "mejor cara":





Composición


El coselete completo [o cumplido] estaba compuesto de las siguientes piezas:

Morrión o capacete [protección de la cabeza]
Peto [protección del torso]
Espaldar [protección de la espalda]
Gola o gorguera [protección de la parte baja del cuello, adonde no arribaba el peto]
Guardabrazo [u "hombrera", pieza que protegía el hombro, parte del pectoral y homóplato y parte del brazo - pero sin llegar al antebrazo]
Brazal o brazalete [protección del brazo y antebrazo; incluía un codal para articular las dos partes largas de que se componía]
Escarcelas o faldar [piezas en forma de lamas sujetas por una correa pendientes del peto, para protección de la zona comprendida entre la cintura y el muslo]
Manopla o guantelete [protección de las manos; no he visto ninguna representación donde apareciera un soldado con esta pieza]

Coselete con todas las piezas cumplidas, según
grabado realizado en Colonia el año de 1577.



Evolución: pérdida de piezas

Las piezas que se fueron perdiendo, según entendieron eran las partes del cuerpo merecían menos protección, fueron las siguientes: manoplas, brazales y guardabrazos


Para posteriormente perder la gorguera y las escarcelas, quedando reducido a una composición sencilla de peto, espaldar y morrión, que sería el equipamiento más habitual de un coselete para la primera mitad del XVII.

En 1699, Sebastián Fernández de Medrano escribía lo que sigue:
"[...] el casco, o morrión no lo podra sufrir ahora un hombre en la cabeza, ni menos el peto o el espaldar, y no obstante se armaron todos así por lo pasado [...]"
Efectivamente, eran tiempos pasados.

Las armas defensivas dejaron de llevarse, hasta el punto de desaparecer para la infantería con el declinar del siglo XVII, que tuvo también consigo la desaparición del soldado que la portaba, pues los ejércitos del nuevo siglo entrante desterraron la pica de sus arsenales.



Protección y peso

A medida que la potencia de las armas de fuego aumentaba, la protección ofrecida por las láminas de acero de que se componían las armaduras, descendía, pero frente a armas blancas - como la pica - la protección de un sencillo peto era suficiente para rechazar la afilada moharra.

Frente a armas de fuego potentes como el mosquete - la pistola no entra en esta categoría - la protección que ofrecían las armaduras no era demasiada, dependiendo, claro está, de la distancia a la cual se disparase. No obstante esto, se hicieron armaduras "a prueba" [generalmente sólo el peto y el morrión o celada]. Estos "petos fuertes" podían ser a prueba de arcabuz o de mosquete, y se suministraban por parte de los armeros con la "prueba", la señal del impacto de una bala disparada contra el peto, la cual lo había abollado, pero no traspasado.

Estas armas fuertes, pesaban tanto que dificultaban los movimientos, y generalmente, se reservaban para las observaciones que los ingenieros y otros jefes militares debían realizar durante las obras de asedio a una plaza, operación que les imponía aproximarse a las murallas defendidas por mosqueteros, con potentes mosquetes de posta y naranjeros. Un coselete "a prueba" de mosquete conservado en la Real Armería, tenía un peso de 69 libras [31kgs], sin contar con un morrión de 20 libras de peso [9.2kgs]. Con este equipamiento, difícilmente podría alguien moverse sin quedar rendido, y mucho menos verse ejecutando movimientos ágiles.


Asalto nocturno de Ardrés - detalle escena central. Podemos ver el coselete grabado y dorado del oficial, y otro más modesto de un coselete [piquero armado con coselete] que le sigue. Tienes todas las piezas cumplidas, menos las escarcelas o faldar.

La protección "a prueba" en todo caso, era válida frente a balas labradas íntegramente en plomo. En los "Dialogos militares: de la formacion, è informacion de personas, instrumentos, y cosas necessarias para el buen vso de la guerra", de Diego García de Palacio, se ofrece el truco para romper esta protección: labrar la bala con un dado de acero como núcleo, que se metía en el molde antes de verter el plomo, aunque el plomo quedara aplastado contra la plancha de acero del peto, el dado conseguía penetrarlo.

Lo normal, no obstante, es que los coseletes ofrecieran una buena protección frente a armas blancas, y una moderada protección frente a armas de fuego. Para profundizar en este tema, es recomendable leer lo aportado sobre la efectividad de las armas de fuego portátiles y la protección de las armaduras frente a pistolas, arcabuces y mosquetes en el siglo XVI.


El peso de un morrión o capacete normal, era de entre dos libras y media y tres libras y media [1-1,5 kgs]. Un peto - la parte principal - pesaba entre 6 y 9 libras [3-4 kgs], habiendo "plumas" de hasta 3,5 libras [1.5kgs] y petos fuertes de 20 o más. En teoría, el espaldar era más ligero, siendo más delgado que la parte frontal.
El peso conjunto de un coselete cumplido [completo, con todas las piezas indicadas arriba] era de en torno unas 35-40 libras [16-18 kgs] con las múltiples variaciones que podrían existir, respecto a las distintas piezas que lo conformaban.

Hay que tener en cuenta, que una armadura completa, de los pies a la cabeza, no pesaba más allá de 40 kgs, aunque hubo algunas de mucho más [conjuntos de 100 libras y más]. 16 kgs puede parecer poco o mucho peso, pero el coselete [el soldado] no sólo llevaba este elemento defensivo: cuanto menos había de acarrerar espada, daga y pica, y en ocasiones llevarse la propia comida y otros pertrechos.
Así no era infrecuente que en diversas relaciones se recogiera como algunos de ellos "caían muertos ahogados", sobretodo tras ejecutar grandes marchas, como la que se hizo en Malta [1565] en persecución de los turcos que huyeron a espaldas vueltas.



Coste

En este particular, no he realizado demasiadas indagaciones, pero en una relación de la Gran Armada, se indicaba un coste medio de 100 reales por unidad [dos terceras partes blancos, y una tercera grabados].
Este equipamiento, como el resto que le era entregado al soldado, era descontado de su sueldo, o "entregado a cuenta".
Un coselete recibía una paga de 3 escudos, más una ventaja de 1 escudo.
Teniendo en cuenta que un escudo valía 10 reales, para pagar su armadura, el coselete debía dedicar dos meses y medio de sueldo completos.

En 1543-1544 se descontaba "solo" 4 escudos por la entrega de un coselete de munición labrado en Brescia. 



Moda

El coselete tenía también su moda nacional, siguiendo un patrón que aunaba estilo con practicidad, así, los alemanes se armaban en la primera mitad del XVI con coseletes 'góticos', que ofrecían superficies planas donde era, según los autores de la época, difícil de afirmar la pica, y por tanto, era más probable que el bote de la pica fuera desviado y el arma no llegara a herir al que la portase.

Coselete español a mediados del XVI. Códice de traje de 1547. Biblioteca Nacional de España


Coseletes alemanes de mediados del XVI. Códice de traje de 1547. Biblioteca Nacional de España


Aún así, queda testimonio de que los soldados viejos españoles preferían coseletes italianos [de Brescia] y denostaban los alemanes, como declara Francisco Duarte, en carta de julio de 1544:

En lo que toca a los cosoletes y murriones de la munición de V.Mt, digo q yo había hordenado, q se trayesen con diligencia a Sant Michel, y q de allí me trayesen luego a este exer[ci]to CC cosoletes, y CCC morriones pa[ra] repartir, entre todas las compañías de Infanteria española, de los dos tercios q aca estan / por q ay en ellas muchos buenos soldados viejos y hombres muy honrados, y conoscidos q estan desarmados / por q no han havido Armas, ni donde podellas hazer, ni comprar a su proposito / y uno destos Soldados viejos antes se yrá desarmado a una bateria o a una batalla, q no con armas de las q en esta tierra se pueden haver de talles cortos a la tudesca.
El virrey hazia quenta, e yo por su mandado tengo asi hecho el rrepartimiento / que de los D cosoletes y IU morriones q tenemos, se dexen los trezientos cosoletes y setecientos morriones, para repartir entre las vanderas de Infant[eri]a española, q trahe Vasco de Acuña / porq se sabe que trahen pocas armas, com prosupuesto e determinacion q quando vengan los otros quinientos cosoletes e mill morriones que se havrian ya de haver enviado desde Bresa, se les daran a los dichos españoles nuevos, otros treszientos cosolettes y seiscientos o setecientos morriones y de esta manera los unos y los otros quedaran armados honestamente, y assí le paresce al dicho Virrey, q se debe proveer esto / si V.Mt no fuere servido de otra cosa

Carta de Francisco Duarte, comisario general del ejército imperial en Francia, a Carlos V,
data en Ligni, a 24 de julio de 1544 [AGS, E, 500, 156.2]


Notas

[1] Por blanco se entiende el color natural del metal; la denominación empleada en la época era esa.

Armas enastadas

Amén de la pica, que tratamos por su importancia en otro lugar, en los tercios se empleban varias armas de asta, todas más cortas que la pica, y que tenían en muchos casos antes un carácter de insignia o emblema del oficial, que de arma ofensiva de uso habitual.

Varios soldados asisten tras un parapeto a la salida de la guarnición alemana de Amberes, en 2 de agosto de 1577. De los cuatro soldados con armas de asta, vemos de izquierda a derecha a un soldado con una alabarda, uno con una partesana con alas reducidas, el tercero con una jineta, y el cuarto con una partesana de alas en forma de media luna.


Alabarda

Por su importancia, en primer lugar tendríamos este arma, que amén de ser la insignia del sargento, era el arma empleada por los alabarderos. Se trataba de un arma que tenía un asta de unos dos metros, cuya moharra tenía forma de hacha [hoja ancha en la parte frontal y hoja aguda en la posterior] con una punta metálica saliente en el eje del asta:




Partesana

La partesana era un arma similar a la alabarda, pero cuya moharra tenía las dos hojas laterales, o alas, simétricas, generalmente en forma de media luna. Las alas podían ser cortas o largas, y lo mismo el hierro. 



La pieza central es una alabarda

Era un arma de munición, como se puede ver en este apunte sobre la Gran Armada de 1588:
Asimismo se llevan de respeto 7.000 arcabuces, 1.000 mosquetes, 10.000 picas, 1.000 partesanas y alabardas, 6.000 medias picas, y para caso de saltar en tierra las herramientas de azadas, azadones, picos, palas, espuertas y mochilas necesarias para setecientos gastadores , haciendo cuenta que para cada uno de ellos se llevan tres piezas de cada género. 
Lisboa, 9 de Mayo de 1588.




En algún lugar he visto indicado que se trataba de la insignia del cabo de escuadra, mas en el periodo que nos ocupa, no he visto relación alguna que así lo indique.

Se podía asociar este arma a la rodela, y combatir armado de rodela y partesana, habiendo partesanas ligeras - para arrojar - y partesanas pesadas, para combatir con ella a mano, si bien esto era algo no demasiado habitual. 




Corcesca

La corcesca era un arma que tenía una hoja muy similar a la partesana, solo que las alas de la misma eran más agudas y prolongadas - normalmente - en el sentido de la hoja principal a manera de tridente. No fue un arma de munición.



Martín de Eguiluz, en su Discurso, milicia y regla militar de 1595, da su opinión personal respecto a la corcesca, la cual considera un arma mejor para pelear que el ginetón o la alabarda, y recomienda que el sargento la porte en lugar de esta última:

"Las armas que un Sargento debe servir [son un morrión galante, un coleto de ante y unas mangas de malla] y un ginetón, o corcesca algo grande de hierro, que es mejor que alabarda [...] así para pelear [...] como para rondar, y para traerla de ordinario, que es más ágil y fuerte el asta [...] y más larga que la del albarda, que la tiene débil, por causa que es dulce la madera para poderla guarnecer de terciopelo [...] que se rompe fácilmente [...] porque si el asta fuese de leño fuerte, no habría quien pudiera sustentar el peso de la alabarda, ni se podría guarnecer de brocas, pues el hierro no es más de belvedere [que] no sirve sino de vista. Yo me he hallado mejor con la corcesca, que con el albarda en cinco años que ejercité todas dos armas".

Las alabardas con hierro de belvedere de finales del XVI, eran muy diferentes de las magníficas y pesadas alabardas de principios de siglo que usaban alemanes y suizos; por eso quizá la comparación sea sesgada, pues compara un arma muy adornada y no un arma de munición.

Soldado armado con corcesca. Giorgio Vasari, "Batalla de Barbagianni, cerca de Pisa". 



Jineta

La jineta era la insignia del capitán, la cual era llevada por el paje de jineta. Era un arma de asta cuya moharra tenía una punta en forma de gota u hoja de laurel, aunque los diseños variaban.






Hierro de jineta grabada y dorada, con borlas en el asta. Arma de un maestre de campo. Tapiz "Asalto del campo de Hulst" detalle.



Venablo

Los abanderados o los alféreces podían usar venablos, llevando en la otra mano la bandera, si bien eran unas armas más propias de la caballería, estando pensadas más para lanzar a modo de dardo, que para ser usadas como arma de mano.

Lámina 52 del Inventario iluminado. El arma marcada con una B, que tiene una cruceta o hierro de tope bajo el hierro en forma de laurel, es un venablo, según dicho inventario. A la izquierda tendríamos una alabarda, y a la derecha una jineta. Son armas pertenecientes al emperador Carlos, por lo tanto, en su mayoría de la primera mitad del siglo XVI. 





Espontón

El espontón era un arma similar a la jineta. Su hoja principal era en forma de lágrima como en esta, pero o bien su filo no era de línea continuo, o en la base - antes de la fijación al asta - tenía un añadido, una "papada" circular.
Jinetas y espontones podían contar con una cruceta, que hacía las funciones de tope, de manera que si se ofendía con el arma, no penetrase tanto en el cuerpo que costase recuperarla. Esta función de tope en las partesanas y corcescas ya la cumplían las aletas.



Chuzo

El chuzo por definición es un arma de asta con una moharra de líneas sencillas, sin salientes ni aderezos. La moharra del chuzo podría ser la de una pica, pero el asta era "corta" como el resto de enastadas aquí nombradas.

A diferencia de la pica, cuya sección era variable - más gruesa por donde se aferraba y más fina en los extremos - el asta del chuzo era constante. Era un arma muy común en las embarcaciones, naos y galeras, pero también podía hallarse siendo usadas por soldados de infantería.

[...] y que traen mosquetes para los soldados y gente de la mar, y medios mosquetes, y que algunos traen sobrados y traén picas y chuzos y de las picas largas tendra cada nauio diez ò doze, y que trae toda esa armada de soldados y marineros setecientas y veinte almas.
[1615] Relación sobre una armada corsaria holandesa del maestre de campo don Diego Florez de León




El chuzo, como la media pica, no era un arma óptima para luchar en escuadrón contra picas enteras:

Si se escaramuça es unfructuoso el chuço, y le esfuerça en tal ocasion al Capitan de alcabuzeros dexallos, y abançarse con la mosqueteria para hacer la defensa y carga menos rigurosa; y si anduviere tan trauado el rencuentro, que los chuços puedan ser de algun seruicio, con facilidad se sacaran dos hileras de picas del esquadron opuesto, y es evidente que al chuço no le quedara resistencia contra la pica.
Si cargan la retaguardia por los propios fundamentos, no son de prouecho; si se defiende una cabeza de trincheras, o asalta otro puesto, la experiencia siempre enseña ser el chuço corta defensa, y ofensa contra la pica.
[1632] Preceptos militares, orden y formación de escuadrones, Miguel Pérez de Egea



Y aún tras esta advertencia, en las compañías de arcabuceros encontrábamos soldados sirviendo con chuzos:

la Infantería Española, conserva toda vía alguna arcabuzeria, con algunos chuzos, con que sirven sus Compañias en las vanguardias.
[1644] Arte militar deducida de sus principios fundamentales, Carlos Bonieres, baron de Auchy



Media pica

Mientras que su hermana mayor medía entre 25 y 27 palmos de vara castellana [5.20-5.60 metros] la pequeña tenía unos 12 palmos de longitud [unos 2,40 metros]. Las moharras anteriores podrían corresponderse también a este arma. Era un arma de munición habitual sobre todo en galeras y navíos, pero también se usaba en tierra, como vemos

Y diciendo esto, [Barlota, coronel de Walones] saltó con media pica él y cosa de cien soldados principales y Capitanes que le siguieron, y con un ánimo invencible cerraron con el escuadrón y desordenaron la primera hilera, peleando pica a pica
Asedio de Hulst por el Archiduque Alberto en 1596.

Podemos ver estos hierros de picas - que serían iguales a los de las medias picas y similares a los de los chuzos - en este detalle de una lámina del Zeugbuch de Maximiliano I, de 1502, en la que se puede ver un taller dónde se fabrican picas.


Aquí, el coronel valón, lideró el ataque armado con una media pica, enfrentándose a soldados armados con picas, que tenían ventaja sobre él. Lelio Brancaccio recomendaba - en 1610, aunque hay edición impresa en Barcelona en 1639 - que no se usaran en día de batalla, estando en escuadrón, por motivos similares a los expuestos por Pérez de Egea respecto al chuzo.


Vemos por una provisión de material para San Agustín en la Florida [1703], que los hierros de chuzos y picas eran equivalentes:
dada orden el Presidente de la Casa de la Contratación , de que buscase en Cádiz II Pieças de Hierro, de 12, y 18 Libras de Bala, con Palanquetas, y Atacadores, Saca-trapos, Cucharas ó Planchas de Cobre, ó el Metal, para hacerlas en la Florida, 100 Mosquetes , 100 Arcabuces , y 100 Escopetas , para las ocasiones , que se ofreciesen de Noche, ó Marchas largas, 50 Caravinas , 400 Hierros de Chuços ó Picas , 100 Quintales de Pólvora delgada




Armas de guardias. Cuchilla o archa

Guardia de archeros de los Archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia, a su llegada a Bruselas en 1599 [grabado de 1602]. 


Las cuchillas eran un arma típica de las guardias de la casa de Borgoña. Las podemos ver en tiempos de Carlos V, en su entrada a Bolonia para la coronación imperial [1530] y seguirán en boga por los reinados de sus descendientes, siendo conocidos los guardias- ya en tiempos de Felipe III - como guardias de la cuchilla. 

Estas guardias de soldados flamencos, derivaban de guardias montadas a caballo armadas con arcos, y llamados archeros, pero con el tiempo, fueron guardias a pie y las armas que llevaban tomaron el nombre de su antigua profesión, pasando a denominarse archas las cuchillas que llevaban. 

Los guardas usaban estas cuchillas para guardar la persona cuya guardia se le había encomendado, siendo útiles para apartar multitudes de curiosos. 

Ambos nombres son totalmente correctos, pero para 1530, un español no hubiera sabido que era una archa. 

Guardias armados con cuchillas. Nótese el de la derecha, en cuya cuchilla se puede ver la divisa de Carlos V: las dos columnas de Hércules bajo la corona. La gran cabalgata del Papa Clemente VII y el Emperador Carlos V en Bolonia [grabados de 1532]. En general, las armas enastadas de principios del XVI eran más pesadas y robustas que las de fin de siglo.




Ronca o guja

Sobre las armas offensivas de los Ingleses hauemos aqua platicado y escriuo al duque n[uest]ro capitan general que deue procurar con el capitan general del serenissimo Rey de Inglaterra my fijo que todos los Ingleses que trahen alabardas y bujas tomen picas y que los archeros queden con sus arcos que el capitan aleman que trahe podra enseñar y fazer diestros a los que tomaren las picas y espero en n[uest]ro señor que ordenado desta manera el exercito de los Ingleses junto con el n[uest]ro seran inuencibles
Carta del rey Fernando al coronel Cristóbal de Villalba, Burgos, 23 de junio de 1512. [LUQUE,C.159,D.70]



Abatimento de roncha, Opera Nova de Achille Marozzo Bolognese [1550]
 

La guja o ronca era un arma parecida a la cuchilla, solo que tenía un perfil metálico sobresaliente en la parte roma de la moharra, que daba lugar a poder trabar el arma del adversario. 

No era un arma desconocida por los españoles - véase la carta de 1512 - pero no parece que fuera muy usada.




Variedad de diseños de moharras o hierros

Combate con 'lanzas no muy largas las puntas herradas' entre dos hombres de armas a pie. Freydal Des Kaisers Maximilian I. Turniere und Mummereien


una noche los Españoles, Tudescos, y algunos Italianos secretamente salieron de Cremona a. viij . de Setiembre, y entrando en las dichas trincheas , que guardaban el Capitán Carpelon de Perosa, el Capitán lulio Brumat de Bressa , y el Capitán Moro con mucha gente, los mataron a todos con montantes, halabardas , y con algunas lanças no muy largas las puntas herradas: y con esto algunos que se libraron se volvieron a la ciudad. 
De ahí adelante el  Duque de Vrbino hizo que cada noche quinze hombres armados de armas de todas pieças con hachas en las manos anduviesen a tal guardia 
Libro de las cosas que sucedieron en Italia después de la muerte del Marqués de Pescara


Efectivamente, cualquier arma con un asta y un hierro en la punta, podía ser clasificada de muy diversas formas. Para uno sería un chuzo, para otro una media pica, para otro un lanza no muy larga con la punta herrada. 

La clasificación, pues, en algunos casos, era abierta. Evidentemente, nadie confundía una alabarda con una partesana, o una jineta con una corcesca, pero luego había mixtas.

A partir de unas formas básicas, se generaban multitud de diseños distintos, no sólo por las filigranas y grabados que tuviera la hoja, sino en sus formas. En el caso de corcescas y partesanas, por un lado, y jinetas y espontones, por otro, es difícil llegar a realizar con precisión tal distinción, y así, en catálogos de reales armerías que he consultado, aparecen clasificadas armas, que a priori, y con la descripción genérica, se podrían ubicar en la categoría no ya de sus hermanas, sino en las de sus primas hermanas.





Por el siguiente pasaje tomado de "Los comentarios reales de los incas", de Garcilaso de la Vega, parece que ciertos diseños - como el de la hoja en Flor de Lis - no tenían demasiada utilidad, más allá de impedir que la punta penetrara demasiado en la carne, o enganchar y desestabilizar al contrario, como narra el inca Garcilaso:

Oyendo el arma, metió las Horas en el seno y con su espada ceñida y una pica que acertó a hallar a mano, salió a la plaza y el primero con quien topó fué Diego de Centeno, y sin saber quién era, le dió un picazo y le atravezó la mano izquierda, y el segundo golpe le tiró a los muslos y le hirió en el muslo izquierdo, y no se le pasó, porque el hierro de la pica era un hierro antiguo de los que llamaban de orejas, que demás de la punta con que hería tenía a los lados dos vueltas a semejanza de la pintura que llaman Flor de Lis. y por tener aquellos cornezuelos a los lados no pasó el hierro el muslo: pero al tirar, que Pedro Maldonado hizo de la pica para dar otro golpe, asieron los cornezuelos de la cuchillada de las calzas que eran de terciopelo y dió con Diego Centeno en tierra. 


NOTA SOBRE LAS IMÁGENES: El común de armas de munición - esto es, de uso universal - carecería de tantos grabados y florituras como las ilustradas en las distintas partes del tema.

Tambor [Atambor]

El tambor o atambor [más común la segunda forma en los relatos contemporáneos] de la compañía, tenía como función principal tocar las cajas, medio principal para transmitir órdenes durante la batalla, así como para los distintos movimientos que una unidad debía hacer: reunirse, iniciar la marcha, deshacer la formación para descansar, etc... Amén de esta función, el tambor generalmente se encargaba de realizar comunicados, ya fuera a las propias tropas [publicar bandos, u órdenes dadas por la plana mayor] o al enemigo:
el Maese de campo manda un atambor de los franceses que en la villa estaban, que se rindiesen. García Cereceda, "Tratado de las Campañas y otros acontecimientos..."

Tambor español. Detalle del tapiz nº4 de la serie de Jan Cornelisz Vermeyen sobre la conquista de Túnez, 1535. Patrimonio Nacional

 
Amén de los toques de órdenes [a la orden, recoger, caminar - más o menos rápido según el son-dar arma, batería, llamar, responder, adelantar, volver las caras, parar, calar las picas...] el toque del tambor tenía su sentido anímico, y así se tocaban a la entrada y salida de las plazas, sones con carácter lúdico.

en esta orden comenzó el ejército de caminar, y al subir de una ladera de un valle tocaron las trompetas [1] y atambores, que hace mucho al caso para animar la gente; Guerra de Tremecén

Los tambores durante la marcha debían repartirse proporcionalmente a lo largo de la columna, para transmitir las órdenes. En el escuadrón, durante la batalla, se colocaban en las hileras centrales, junto a las banderas y los pífanos.

Cuando una plaza era rendida por pactos, entre las condiciones para la salida de la guarnición se indicaba si salieran tocando las cajas o no, imponiéndose la segunda, evidentemente, la más restrictiva, para que se denotara que los soldados de la villa rendida salían claramente derrotados. Cuando moría alguien notable, o se sufría una derrota importante, para denotar el bajo estado de ánimo, se destemplaban las cajas, o sea, se destensaba la piel cuya vibración sobre el armazón producía el sonido, para producir un sonido flojo o pobre.
y el Conde [de Alcaudete] mandó juntar á su enterramiento [de su sobrino] á todos los Capitanes con sus banderas, las cuales iban casi tendidas por el suelo, y los atambores todos destemplados, los cuales hacían un sonido muy doloroso; y bien era razón, porque él lo merescia y murió en tal demanda
El Tambor Mayor del Tercio era el encargado de mandar tocar la orden que correspondiera al resto de ellos, así como darles instrucción. El tambor debía conocer los sones de los tambores de otras naciones, para así identificar la acción que se produciría a continuación de la orden transmitida.

En teoría, la caja de los tambores de nación española se pintaba con alguna franja roja, color divisa de la casa de Borgoña, igual que los soldados llevaban plumas, bandas, fajas o cruces rojas cosidas en sus prendas para distinguir al príncipe al cual servían.

El tambor tenía un sueldo de tres escudos de soldada, y otros tres escudos de ventaja por "conocer su oficio".


Ceremoniales

En los funerales de oficiales y soldados particulares, parece que se acompañaba al difunto a la tumba tocando tambores y pífano:
Cuando falleció el capitán don Alonso de Carvajal - del tercio de Vasco de Acuña - el 24 de julio de 1544 por las heridas recibidas durante el asalto a Saint Dizier, su cuerpo fue llevado a la tumba escoltado por una compañía de infantería española - asumo que la suya propia - precedido por dos tambores y un pífano que tocaban una melodía llamada "La derrota de Marignan" [2]. Es curioso, pues la batalla de Marignan fue una célebre victoria de las tropas francesas sobre la infantería suiza, y a priori, el tema poco o nada tiene que ver con la historia militar española, por lo menos, de modo directo, pero cabe suponer que sería una tonada popular en la época. 



Mensajero

Comos los trompetas en la caballería, a los tambores se les encargaban 'embajadas' para llevar peticiones formales al enemigo, pues podían acercarse al campo dándose a conocer con sus sones.

un atambor del Landgraf  iba al campo del Emperador a pedir se diesen unos prisioneros por otros, y como era costumbre que el trompeta o Atambor había de ir tocando para ser conocido por mensajero para que no recibiese daño, y como el Atambor caminaba sin tocar, el Duque de Alba le dixo donde vas. 
El Atambor dijo: señor al campo del Emperador con un mensaje. 
Pues porque no vas tocando, dixo el Duque
Señor, dijo el Atambor, porque aquí está cerca el campo de Langraf y no pensé topar gente
El Duque dijo: pues tu no vas tocando a alguna bellaquería debes de ir. ¡Ahorquen este bellaco!
Y como le tomaron algunos mozos para ahorcarle, los caballeros le suplicaron le perdonase, y así le perdonó.
Historia y primera parte de la Guerra que don Carlos V...  movio contra los Principes y Ciudades rebeldes del Reyno de Alemania. 
[1548] Pedro de Salazar


NOTAS

 [1]: Las trompetas eran el equivalente de los tambores en la caballería

[2] Secretaria de Guerra, Mar y Tierra, legajo 28, editado por Gustav Bergenroth en Calendar of letters, despatches, and state papers relating to the negotiations between England and Spain preserved in the archives at Simancas and elsewhere, volumen 7. p.270

Primera plana. Oficiales de las compañías de los tercios de infantería española

La compañía de un tercio contaba en teoría con once oficiales: tres oficiales mayores que tenían mando [capitán, alférez y sargento] y ocho oficiales menores que se encargaban de tareas específicas. 


Infantería española preparada para reforzar el asalto a la plaza de Alkmaar en 1573. Se puede ver al capitán al frente, dando instrucciones a los sargentos que llevan sus alabardas, los alféreces, o quizá abanderados, portando las banderas de la compañía, un tambor, numerosos arcabuceros, dos infantes armados con rodelas, y al fondo, un cuadro de picas. Exceptuando el tambor, y un soldado armado con rodela y arma de asta al final del escuadrón, todos llevan armaduras de cabeza, morriones.


Oficiales Mayores de la compañía

Todos los oficiales mayores tenían mando.



El capitán era el encargado en primera instancia de reclutar la compañía en España. Recibía una patente del rey que le otorgaba el título de capitán, y una conducta, documento por el cual podía realizar la leva. 

Era quién mandaba la compañía y escogía a los oficiales de la misma, si bien, con el tiempo, se van a imponer requisitos a los oficiales menores que nombraba, para evitar fraudes - compras de oficios - o nepotismo - elección de parientes sin méritos de guerra.

Durante casi todo el siglo XVI, el capitán más antiguo era quién, en ausencia del maestre de campo, gobernaba el tercio. A finales del XVI, van a ser los sargentos mayores - que eran, a su vez, habitualmente capitanes, aunque sin compañías - quiénes gobiernen el tercio en ausencia de los maestres de campo.

La insignia del capitán era la jineta. Cuando un capitán recibía la compañía, se decía que había recibido la jineta.




El alférez era el encargado de portar y guardar la bandera de la compañía, que era el emblema que encarnaba la persona del rey y el honor de la compañía.

Su principal cometido era éste, pero podía gobernar la compañía en ausencia del capitán, y, habitualmente, eran alféreces quiénes acababan recibiendo patentes de capitán, si bien podían llegar al ascenso desde otros oficios, como ayudantes de sargento mayor, por ejemplo. 

La mayoría de alféreces, en batalla o en asaltos, preferían dejar su bandera a cargo del abanderado o sotálferez, luchando con picas - en caso de servir en compañías de picas - o con arcabuz - en caso de servir en compañías de arcabuceros.



El sargento era el encargado de organizar la compañía, adiestrar a los hombres y procurar que sirvieran adecuadamente. Además, era el encargado - coordinado por el sargento mayor - de escuadronar a los soldados, disponiendo a los hombres en las hileras del escuadrón.

A nivel táctico, su papel era muy importante, pues mientras los capitanes y alféreces pasaban a combatir en las primeras hileras del escuadrón, el sargento mantenía la disciplina de los hombres que formaban los escuadrones.



Oficiales Menores de la compañía 

Los oficiales menores no tenían mando sobre el resto de soldados.

Decíamos que los puestos eran estos en teoría, porque a veces no se cubría la totalidad de ellos: no era infrecuente que quedasen por cubrir los puestos de capellán, o incluso de barbero, y que las plazas de pajes de jineta [el paje del capitán] y abanderado se cubriesen con criados de capitán y alférez respectivamente, mientras que el sueldo de esos oficios lo gozaban los amos.


1 Furriel  

El furriel se encargaba de aposentar a los hombres y de temas logísticos durante las marchas de las compañías.


1 Barbero 

El barbero tenía como cometido la higiene capilar, y contribuía a la salud de la tropa como un auxiliar de enfermería, aplicando primeros auxilios.



El capellán se ocupaba de la salud espiritual de los soldados. Durante la mayor parte del siglo XVI, la mayoría de compañías carecían de capellán, y había unos pocos por tercio. 


1 Abanderado o Sotalférez 

El abanderado era un oficial menor que tenía asignada la tarea de portar la bandera en las ocasiones en que el alférez combatía, o durante las marchas - pero no en las entradas y salidas a las villas, durante las cuales, era el mismo alférez quien portaba la bandera.

En muchas ocasiones, el alférez ponía uno de sus criados a ejercer este oficio, con menoscabo 


1 Paje de Jineta

El paje de jineta, muchas veces también paje de rodela, era el encargado de portar la jineta - arma de asta corta - que era la insignia del capitán, siguiéndole y marcándole, denotando que se trataba de un oficial. 


Además, podía portar una rodela, que servía para proteger al capitán. El capitán la podía tomar para combatir, o el paje debía cubrir al capitán, por ejemplo, cuando éste reconocía las defensas de una plaza enemiga.

Al lado de estos personajes - el archiduque Alberto, el maestre de campo Luis de Velasco, y un capitán o quizá un entretenido - un jovencísimo paje de rodela y jineta. El capitán Alonso de Contreras con catorce años de edad, el año de 1597 narraba: "Llegué á Palermo y luego me recibió por paje de rodela el capitán Felipe de Menargas, catalán; servíle con voluntad, y él me quería bien". 
 Asalto y toma del campo atrincherado de Hulst, detalle.  




En cada compañía había dos tambores o "atambores". Con su instrumento, transmitían las órdenes de los oficiales a las tropas. Eran imprescindibles en el fragor de la batalla, cuando las órdenes necesitaban elevarse sobre el ruido circundante.

Además, también podían tocar tonadas festivas o solemnes, por ejemplo, en ocasión de funerales.


1 Pífano

El pífano o pífaro se encargaba de tocar su instrumento, un instrumento de viento similar a la flauta que se tocaba atravesado. 

Su única misión era de tipo anímico: acompañar a los tambores tocando tonadas que animasen o acompañasen la marcha de las tropas.



En este acto solemne, a la par que festivo, la entrada del Cardenal Infante en Gante en 1635., podemos ver un tambor y un pífano tocando al paso del nuevo gobernador de los Países Bajos. El tambor debía tocar su instrumento también para transmitir órdenes a los soldados. El pífano solo acompañaba festivamente las tonadas del tambor durante las marchas u otras ocasiones, como la aquí representada. 





Alabarda / Alabardero


El invento de la alabarda se atribuye a los suizos, que desarrollaron el arma hacia 1460, y la usaron junto a las picas. Se trataba de un arma de asta con una longitud de entre dos y dos metros y medio, que, evidentemente, requería el uso de las dos manos y que permitía descargar golpes a modo de hacha, penetrar con su punta o un uso mixto.


Alabarderos españoles durante la conquista de Orán [1509] pintura de Juan de Borgoña [1514]. Estos alabarderos aparecen en el fresco de la capilla mozárabe de Toledo precediendo al cardenal Cisneros que desciende de su barca. Podemos entender que se trata de la guardia del cardenal, aunque en la imagen principal - la de la toma de la ciudad - aparecen algunos alabarderos entre las tropas de infantería, compuestas mayoritariamente por escopeteros, piqueros, rodeleros, ballesteros y al menos, un empavesado.

El manejo de la alabarda. Su papel en el escuadrón.

Según Diego de Salazar - Tratado De Re Militari hecho a manera de diálogo [1536] - el alabarda tenía el hasta de "tres codos en luengo" y el "hierro como un hacha".

El alabarda tenía su espacio en el escuadrón, a la hora de llegar a jugar las picas - a trabar la lucha - las primeras hileras de cada formación enfrentada:

porque las picas son buenas contra los cauallos,y quando vienen contra infantes, son vtiles,contra las que ellos traen antes que la batalla se apriete: porque despues que las batallas se juntan,fon vtiles, y los suizos por huyr este inconueniente, ponen de tras de cada tres hileras de picas vna de alabardas:lo qual hazen por dar espacio a las picas, y efte no es tal remedio que bafte

Alabarderos alemanes de El Triunfo de Maximiliano [1512]

En el compendio De Re Militari, don Diego Gracián traduce del francés "Disciplina militar y instrucción de los hechos y cosas de guerra de Langeay" obra que coincide en el anterior razonamiento expuesto por Salazar ampliándolo.

porque ya se sabe que las picas no siruen de nada quando las ordenes están apretadas y juntas, porque entonces los soldados están los vnos sóbrelos otros.Por lo qual si los piqueros no tiene otra cofa que las picas y el espada , ellos quedan desnudos, que es la causa porque yo les doy la rodela para cubrirse dé los golpes,y para combatir en todo lugar por apretado quesea,, y allende desto los halabarderos están aqui que pueden mucho mejor combatir en vna priefla con fus Halabardas que no harían los piqueros con fus picas.

Luego reconviene a aquellas naciones que portan alabardas ligeras, ya que siendo un arma pensada más para descargar golpes [a modo de hacha] que para herir como lanza - si bien provista de una punta con que penetrar si fuera el caso - la ligereza de la moharra va en menoscabo de dar un contundente y certero alabardazo sobre el enemigo:
las alabardas son muy buenas con tal que ellas sean fuertes, y que corten bien, y no ligeras como son la que los italianos traen [...] las quales siendo mas rezias y mas azeradas que no son, serviran contra hombres desnudos, mas contra los armados sirven muy poco


En la parte central del grabado se puede apreciar como tras el piquero que atraviesa al enemigo que cae delante de su bandera, hay un alabardero preparándose para descargar el golpe.

Indicaba "Langeay" que los pesados golpes de las alabardas se descargarían contra aquellos fuertemente armados [defensivamente] mientras que los rodeleros se ocuparían del resto de infantes.

Vemos que el marqués de Pescara, durante la batalla del Sessia [finales de abril de 1524], armado solo con una cota de malla, resistió el golpe descargado contra él por un suizo, que "alzando la alabarda contra la cabeza casi mato al Pescara , que valerosamente combatía , pero la cota de que usaba en las escaramuzas para armarse solamente la garganta y las espaldas, sin la cual jamas dormía , fácilmente sostuvo un golpe de tanta furia en los hombros". Así pues, con armas defensivas - aunque fuera una cota - parece que podía llegar a resistirse un golpe de alabarda.


Su uso en los Tercios en la segunda mitad del XVI.

Amén de la consabida terna del arcabuz, mosquete y pica [en sus modalidades de coselete y pica seca; con y sin armadura] desaparecidos los rodeleros o escudados [que luchaban con espada de una mano y escudo o rodela en la otra] todavía pervivían los soldados equipados con alabarda a finales del siglo XVI.

Martín de Eguiluz, en su "Discurso y regla militar" de 1592 escribió:
El Capitán [...] de arcabuceros, debe tener en su compañía, por lo menos, 25 coseletes, con sus alabardas, porque se formen 5 hileras de a 5 coseletes cada una, para la compañía y adorno de la bandera. Estos coseletes, sirven con alabardas, por ser arma pequeña, y ligera, porque si así no fuese, no podrían sufrir el trabajo del caminar, con la arcabucería, que es excesivo,

Y es que un coselete, era un soldado que de ordinario, jugaba la pica con armadura de tres cuartos, de ahí la recomendación del uso de la alabarda, en contra de la pica de 27 palmos, que le hubiera restado movilidad en unidades tan necesitadas de libertad y ligereza de movimientos como eran las compañías de arcabuceros.
En todo caso, si se cumpliera esta norma [¿se cumplió alguna vez algún principio teórico en esta milicia?] contando las dos compañías de arcabuceros por Tercio, y los 8 alabarderos de la guardia del maestre de campo, tendríamos 58 alabarderos sobre un total de 3.000 hombres, lo cual es poco significativo.

Refiere Eguiluz como los coseletes han de caminar con su alabarda durante la marcha de sus compañías:
los alabarderos de las compañías de arcabuceros, las han de llevar en los hombros derechos siempre, que se enredarían de otra manera; y en estas, aquella gala de llevarlas tan atravesadas, no es buena, mejor que lleven el cuento de ella, sobre la rodilla derecha, firme.

Pero el propio Eguiluz hace más adelante una nueva referencia sobre los coseletes alabarderos de la compañía de arcabuceros:
y sus coseletes han de servir en escuadrón con picas, que se las hará dar el Sargento Mayor.

Si acababan en el escuadrón como un piquero más, ¿tenía relevancia la alabarda como arma de combate, no ya a un papel limitado a las guardias [1] insignia del sargento o para el "adorno"?
Relevancia puede que no, pero por debajo de la espada - que todos los soldados llevaban y cuyo empleo se reducía a los lances del cuerpo a cuerpo o a la tarea de degollar a los vencidos en huida - era un arma que pervivió por tiempo.

En una batalla de 1582, Alonso Vázquez refiere:
[Francisco Verdugo] fué al escuadrón de la infantería y sacó algunas hileras de alabardas, picas y espadones o montantes,

O sea, que no solo había alabardas, sino también los medievales montantes, o espadas que se manejaban a dos manos, y que teóricamente, habían sido desterradas a principios del XVI.

El propio Alonso Vázquez, refiriendo a como en 1584 ayudó a a acabar con la vida de un capitán de los rebeldes, siendo soldado en la compañía de Sancho de Leiva:
un soldado de la compañía de D. Sancho Martínez de Leiva, natural de Ocaña, que se llamaba Alonso Vázquez , que le dio un alabardazo en los pechos, y el sargento Juan de Ayerbe, que lo era de la de Diego Rodriguez de Olivares, y natural de Zaragoza, le asegundó con otro en la cabeza que lo derribó del caballo, y entre los dos le acabaron de matar.

Y ese mismo año, un asalto a un fuerte pica y alabarda en mano cerraron con la rebelde hasta hacerla entrar por fuerza en uno de sus fuertes; y no contentándose con esto, ayudándose unos de otros con las picas y alabardas , lo asaltaron y entraron dentro y degollaron más de cien rebeldes que habia.

Y en 1588, otro soldado que derriba de un alabardazo a un capitán de los rebeldes:
Julián Martinez , soldado de la compañía de españoles del capitán Diego de la Peñuela, hallándose cerca del, le dio un alabardazo con tan buen pulso que lo derribó del caballo y lo prendió

Otro ejemplo distinto, por no cansar a Alonso Vázquez, en este caso, del año 1572, sobre la composición de una pequeña fuerza de socorro para Sancho Dávila, que participó en el ataque a los que tenían sitiada Middelbourg:
410 arcabuceros, 50 mosqueteros, 50 piqueros, 30 alabarderos españoles y 200 valones.

Otro ejemplo, mucho más viejo, de la batalla de Pavía [1525]
llevaron consigo setecientos españoles, la mayor parte arcabuceros y alabarderos

Cuanto más atrás se va en el tiempo, más ejemplos de hombres armados con alabarda encontramos, y viceversa, pero mientras las armas de fuego no llegaron a una cadencia de tiro tal que hicieron de los ataques a pecho descubierto un acto más que arriesgado [2] el arma de asta corta [alabarda o partesana] mantuvo a su favor su fácil manejo en situaciones dinámicas en formaciones abiertas, más apropiada la pica en tácticas más estáticas y cerradas como la formación en escuadrón [sin embargo, no fueron pocos los asaltos por batería pica en mano: recordemos el sitio de Maastricht] aunque la longitud de esta última, la misma que le restaba la rápidez de movimientos, otorgaba la ventaja de poder ofender a mayor distancia.

En los "Dialogos militares: de la formacion, è informacion de personas, instrumentos, y cosas necessarias para el buen vso de la guerra", de Diego García de Palacio, impreso en 1583 se da el ejemplo de un escuadrón con "banderas perdidas" señaladas con una B, banderas que no se sitúan en el centro del cuadro, y varios órdenes de alabardas, señalados con una X, entre las hileras de picas señaladas con una O.
El autor considera la alabarda un arma mucho mejor para resistir al enemigo una vez las órdenes o hileras de picas han sido desbaratadas, cuando el enemigo ha penetrado el escuadrón y viene ofendiendo con espadas y otras armas. Efectivamente, la alabarda es un arma mucho más manejable.
En este ejemplo de escuadrón con "banderas perdidas" tendríamos tres hileras de alabardas: una central, y las otras dos ocupando la novena posición - respecto a la vanguardia y la retaguardia - y un grupo de alabarderos [40 alabarderos por bandera repartidos en 8 hileras] defendiendo las banderas. En total tenemos 153 alabarderos para un escuadrón de 825 hombres.


Aunque la tercera referencia cogida de Eguiluz, procede de un manual, vemos en ella - cambiar alabarda por pica cuando conviene - cierta elasticidad: adecuarse a las circunstancias, y disponer de soldados que puedan servir con diferentes armas según las ocasiones luchando en ellas de la manera más apropiada para el momento.

Todo esto referido al combate en tierra, que en el mar, podemos encontrar el armamento extra que llevaban las Armadas de la Empresa de Inglaterra [1588] para equipar a los marineros:
también llevan, fuera de ir armada toda la infantería, para la gente del mar y para lo que se ofreciere, 7.000 arcabuces con todos sus aderezos, 1.000 mosquetes, 10.000 picas, 10.000 partesanas y alabardas y 6.000 medias picas, allende de lo que los navios llevan de ordinario;

Vemos que las armas de asta en este caso, son antes cortas [alabardas, partesanas y medias picas] que largas [picas], pero si había de combatirse a bordo del navío, es lógico que un arma más manejable que la pica.
En todo caso, bien pudiera ser que estas 10.000 picas se cargaran a bordo no para luchar en el mar, sino para emplear a los marineros una vez se hubiera desembarcado en Inglaterra como fuerza de infantería, sino de vanguardia, si de reserva o como guardia de la Armada amarrada en puerto: "para lo que se ofreciere".

Insignia del sargento

La alabarda era también la insignia del sargento, pero amén de identificarle, era un arma ofensiva tremenda. Recuperemos un pasaje de la vida del capitán Domingo de Toral y Valdés [Nueva BAE, tomo II, 1903] donde un sargento pelea con su alabarda:

adelantóse de los enemigos otro sargento; salióle á recibir Miguel Olles, y peleando con el alabarda le mató; acudió su Capitán á vengarle; salióle á recibir otra vez Miguel Olles, y calando la pica le tiró un picazo que con la alabarda desvió y ganándole la entrada le dio otro alabardazo con que le mató; tomóle la pica con el alabarda del Sargento que había muerto y retiróla hacia las trincheras y volvióle á salir al encuentro otro soldado holandés de alta disposición, que también venia á buscarle; chocó con él y también le hiríó muy mal de otro alabardazo; en esto le dieron un mosquetazo en un brazo, que fue fuerza el haberse de retirar; después le cortaron el brazo por junto al hombro; en premio desta hazaña le hicieron Alférez y le dieron cuatro escudos de ventaja sobre cualquier sueldo;


Movimientos de la alabarda

De un libro de esgrima alemán de 1467, aporto unas imágenes seleccionadas para que se pueda apreciar los diferentes movimientos que con este arma se ejercitaba el soldado:

La alabarda se podía usar a modo de hacha. En este caso, el poder del golpe es enorme, la penetración - en caso de llevar armas defensivas el contrario - menor que en modo de pico o de lanza.

La alabarda se podía usar a modo de lanza, pero en este caso, la fuerza se realiza a base de brazo, no se aprovecha la masa de la moharra de la alabarda, como en el caso del golpe dado por la parte ancha - a modo de hacha, como en la ilustración anterior - o del golpe dado por la parte estrecha de la moharra - a modo de pico, como en la ilustración siguiente.

La alabarda se podía usar a modo de pico, Se aprovecha la masa de la moharra para dotar de mayor energía al golpe, y se aprovecha lo aguzado de ese extremo para obtener mayor capacidad de penetración, algo muy deseado en el caso de que el oponente portara armas defensivas. 

La alabarda también se podía usar a modo de gancho, para desestabilizar al contrario, como es el caso de estos dos combatientes a pie, pero también para descabalgar al caballero de su montura. 
La ronca
Como curiosidad, otra arma de golpe y corte que se usó en la época [más propia del siglo XV] fue la ronca.

luego tras ellos venía la gente de guarda de á pie, con sus alabardas é rroncas y otras maneras diversas de armas,

Memorial de la vida de fra Francisco Jiménez de Cisneros [h.1526]

La ronca se puede ver representada en algunos grabados y obras pictóricas, como por ejemplo la imagen de la izquierda, de la Opera nova de Achille Marozzo de larte de larmi, aquí en una edición de 1550.



Notas


[1]Cuantías de guardias de ciertos cargos del ejército de Portugal [1580]
Capitán General: 50 alabarderos
Maestre de Campo General: 16 alabarderos
Preboste General: 10 alabarderos [aunque en este caso, antes que guardias, tenían un papel activo como policía militar]
Veedor General: 6 alabarderos

[2] No hay que olvidar los combates a bayoneta del XVIII y primeros del XIX, pero mientras se empleaba la bayoneta llegado el cuerpo a cuerpo, no se usaban los fusiles como arma de fuego, por lo que ambos contendientes estaban en igualdad de condiciones. Amén de que aquí me refiero a su uso en formaciones informales.