[que el dicho rey de Tunez] le importa y conviene tener y observar al dicho señor Emperador y a sus dichos succesores por singulares protectores y defensores de su estado
Capitulación entre Carlos V y el Rey de Túnez Muley Alhaçen, 5 de agosto de 1535 [AGS,PTR,Leg11.106,3]
siempre sera mejor la vezindad del rey de Tunez q será vasallo de Su Mad. necessariamente y de los moros que como de ovejas mansas se podrá hauer beneficio de su lana y leche y de quien nunca se podrá temer q no teniendo a los turcos por vezinos
Andrea Doria a Francisco de los Cobos, Mesina 23 de agosto de 1540
[AGS, E,1373, 117]
[Andrea Doria, capitán general de la mar] vino a la costa de África a la Goleta á concertarse con el Rey [de Túnez]. Y viéronse en un jardín de Almazar de hasta mil quinientos vecinos, puesto á la marina en el mismo edificio de Cartago, donde estuvieron cuatro ó cinco horas en que se capituló que Su Majestad hiciese un armada de cinco mil soldados españoles los cuales enviase en socorro del Rey, para cuya ayuda de costa el Rey se obligaba á dar ochenta mil ducados, y en señal de esto prometió de dar por rehenes un hijo suyo con otros hijos de los principales del Reino
Crónica del emperador Carlos V, por Alonso de Santa Cruz, 6ª parte, cap XIV [CroASC]
La armada de Levante en el verano de 1540. Una armada para resistir
miedo me tengo que todo será dar en los broqueles y q el armada del año venidero será como fue la del presente por q faltan los quatro elementos q son dineros y más dineros y tiempo y bastimentos
El proveedor general de las armadas de Levante, Francisco Duarte, a Francisco de Los Cobos, comendador mayor de León, del consejo de Estado, 3 de diciembre de 1539 [AGS, E-1372,152]
[en] la determinacion de los negocios tocantes a la armada [...]
visto y tanteado por Su Magd. haziendo la quenta con su bolsa lo mandó disminuir
Duarte a Los Cobos, 12 de febrero de 1540 [AGS, E497,043]
A pesar de que la idea que tenía el Emperador a finales de 1539 había sido formar una armada muy poderosa para realizar empresa contra el turco en que se hallara su persona, tanto Andrea Doria, capitán general de la mar - empleando a Francisco Duarte [Valenciennes, 25 enero] y a don Luis de Zúñiga como emisarios - como Fernando Gonzaga, virrey de Sicilia, que acudió en persona [Bruselas, 30 enero], dos servidores de la total confianza del monarca [0], le hicieron mudar el parecer en enero de 1540, hallándose Carlos en los Países Bajos para castigar a los causantes de la rebelión de Gante.
Si el Emperador no recordaba el presupuesto de la armada que le habían enviado en octubre de 1539, para armar 35 galeras extraordinarias por seis meses y embarcar a 22.000 infantes, por importe de 854.000 escudos, Duarte y Gonzaga se lo recordaron:
Quanto a la armada su magestad se ha determinado que no se haga y es cierto lo que a su servicio convenia y en solo esto el s.or visorrey ha merescido mucho porque ha estorbado los gastos excesivos que en ella se pudieran hazer y no por eso estaran menos defendidos los rreynos de su magt
Juan Gallego a Francisco de Los Cobos, Terramunda [Roermond], 14 de febrero de 1540 [AGS, 497.18]
Añadiendo otro argumento contrario a la gran armada, los reinos, ciertamente, estaban agotados de las campañas pasadas:
El ayuda q esperavamos haver del señor virrey de Nápoles de bastimentos para esta jornada, sale en vano, porque resolutamente ha dicho al señor principe que no dara ni puede dar la menor cosa del mundo de quantas se le han ordenado por su magd, ni tiene un real para poderlo proveer
El proveedor general de las armadas de Levante, Francisco Duarte, a Francisco de Los Cobos, comendador mayor de León, del consejo de Estado
Génova, 5 de abril de 1540 [AGS, E,1373]
Significativamente, las cantidades prestadas por los banqueros a Carlos V contra el tesoro de Castilla ese año de 1540 sumaron tan solo 366.100 ducados [Carlos V y sus banqueros p.234], mientras en 1539 habían sumado 842.334. El promedio para los años de empresa durante todo su reinado fue de algo más de 1.150.000 [Charles V, impresario of war].
Por comparar, el año de 39 había gastado el Emperador 30.500 ducados a crédito comprando joyas con las que agasajar al rey de Francia para corresponder a regalos que recibió en su corte durante su pasaje por el reino, y asimismo hizo merced al duque de Alba de 12.000 para ayuda a sus gastos.
Los gastos anuales de la casa del Emperador importaban más de 120.000 ducados al año sin contar viajes [AGS,E498.39,42] a los que había que añadir 36.000 para la despensa [AGS-·E-499.44]. Gonzaga percibía 3000 de sueldo, 8000 de ayuda de costa para su persona y otros 2000 para su mujer [AGS,E.498,91].
Todo ese enorme dispendio, a pesar de que al Emperador se le tenía por persona comedida, e incluso algo tacaña, pero lo cierto es que había muchos gastos que satisfacer, como los 15.000 ducados para la librea de los servidores de su casa, por ejemplo.
Además, si bien se habían hecho algunos preparativos en España, sobre todo, en lo que se refiere a bastimentos las dificultades assi de estar el tiempo tan adelante como del mal aparejo y falta de las caravelas y zabras, pan y otras cosas y otros argumentos de peso, convencieron al rey de España de rebajar sus pretensiones y dejar su proyecto de gran armada para otro año, y armar una más modesta de carácter meramente defensivo [AGS, E,497.169].
Los venecianos, que habían sido unos aliados fundamentales en la armada de 1538 [aportando 55 galeras en la batalla de Preveza] estaban, agotados, negociando una tregua con el turco.
No todos los años se podía formar armada para ofensa de sus enemigos pero siempre debían armarse galeras para guarda de sus Reinos.
1540 fue, pues, un año de entreguerras: no se luchó contra el turco - directamente - ni contra Francia, ni contra los príncipes alemanes, ni contra ningún estado italiano, y la rebelión de Gante fue castigada con la sola presencia de Carlos acompañado de 3.190 lansquenetes y cinco compañías de hombres de armas y archeros.
A estos argumentos económicos y logísticos, le sumaron los de la honra: se arriesgaba Carlos a participar en una armada mal pertrechada y acondicionada con pérdida de reputación [AGS, E497,043].
La gran jornada de mar, que había de ser infausta para la corona, habría de esperar hasta 1541.
Había que reposar de vez en cuando.
En febrero de 1540 Carlos V despachaba desde Gante a Fernando Gonzaga y a Francisco Duarte con título de proveedor general de la armada de Levante a Génova, para organizar la armada de ese año junto a Andrea Doria. Siguiendo el parecer del príncipe Doria, no sería una armada gruesa, para salir a enfrentarse al turco coaligados con los venecianos, sino para excusar el daño en los reinos, o sea, para evitar los ataques de corsarios que asolaban las costas del mediterráneo, especialmente Nápoles y Sicilia. para que desde ally se resista lo mas que fuere posible a las fuerças del común enemigo, y se estorue que no passe adelante a hazer dano en estos reynos. Previsión que no se pudo cumplir, pues los turcos acabarían llegando ese año tan a poniente, que saquearían Gibraltar en septiembre [AGS, E, 497-130,132,161]. .
De hecho, no se formó una armada que navegase conjuntamente, sino que cuatro grupos de galeras patrullaron los mares con el cometido de interceptar y apresar el mayor número posible de galeras, galeotas y fustas corsarias.
En marzo de 1540 se comenzaron a aprestar las diversas "escuadras" [1a] de galeras de cada reino o asentista [llamadas galeras de particulares]: las de España [a cargo de don Bernardino de Mendoza, que debían partir en secreto en fin de março o principio de abril a mas tardar] las de Sicilia [a cargo de Berenguer de Requesens] y las de Nápoles [a cargo de García de Toledo, un capitán general de 26 años hijo del virrey], así como las del genovés Andrea Doria y otros capitanes particulares.
De Málaga se debían enviar a Sicilia 1000 barriles de sardina anchovada y 300 de atún en conserva, además de 5000 picas y se proveyeron 60.000 ducados para comprar bastimentos para la armada, fundamentalmente bizcocho, del que se precisaban un total de 14.000 quintales.
En mayo, juntó Andrea Doria diez galeras en Génova. En su su galeón y tres naves, embarcó al tercio de Hungría a cargo de Cristóbal de Morales [Liorna, 15 de mayo] y así, sacando aquellos hombres del Milanesado, se quitó un problema al marqués del Vasto pues no hazen otra cosa en Lombardía sino consumir alojamientos [AGS,E497,43].
Junto a estos, debían embarcarse 1500 infantes italianos a cargo del coronel Agostin Espínola, si bien se le había dado conducta para 2000. Estos soldados, que eran bisoños, serían buenos mezclados los unos con los otros, y además, tenían la ventaja, frente a los infantes españoles, de que si no son menester se pueden despedir y enviarlos a sus casas con facilidad, mientras que a los españoles había que darles navíos para enviarlos despedidos a España [AGS,E497,43].
El veinte de mayo se daban a la mar y hacían viaje hasta Mesina, donde aportaban el 3 de junio.
El 2 de junio, por su parte, había partido Juanetín Doria de Mesina con 22 galeras y la infantería del tercio de Sicilia embarcada en ellas, la vuelta de Cerdeña. Cristofín o Cristofano Doria con 10 galeras recorrió la costa de la Pulla [Puglia] en el reino de Nápoles.
El 23 de junio juntadas las galeras de Andrea Doria con las de Sicilia y Rodas - un total de veinte galeras - partieron haciendo escala en Trapana [Trapani] para aprovisionarse, con rumbo a Túnez, donde el príncipe Doria se había de reunir con el rey de Túnez para acordar la empresa de Susa y Monastir, como queda reflejado por las citas que encabezan el artículo.
Tras haber hecho escala en Tabarca y Bona, y hacer una aguada [tomar agua] regresaron a Sicilia el 22 de julio sin haber hecho ninguna facción considerable. Al mismo tiempo, Juanetín regresó a Sicilia.
Aquí, punto importante, Andrea Doria mandó pagar a toda [1b] la infantería que se había hallado embarcada, y reenvió de nuevo las escuadras. Las galeras, con mucha infantería embarcada, y a falta de naves de transporte, no podían navegar mucho más de un mes sin reabastecerse, cosa que limitaba las empresas de mar.
Aunque los capitanes deseaban andar en tierras del enemigo siendo superiores disponiendo de más de 45 galeras, se desaconsejó la empresa porque podría ser ocasión que el enemigo siendo provocado armase una poderosa armada. Por lo tanto, se recomendaba que cesase el viaje y se goce el reposo quel enemigo ha dexado este año [AGS,E498.66].
Además, aún se tenían esperanzas de concluir un trato con Barbarroja, y no se quería arruinarlo. Por lo tanto, rebajadas las pretensiones, se volvió de nuevo a hacer labores de patrullaje.
Doria repartió de nuevo las escuadras: Juanetín a Poniente con 17 galeras, don García a Levante con otras 17 - en cuyas galeras iba embarcado el tercio de Hungría - y Requesens a la costa de Túnez, con 13 galeras, quedando el príncipe en Mesina con 4 galeras para guarda del reino.
Después de un verano corriendo los mares con suerte dispar, las diversas "escuadras" de galeras se juntaron de nuevo durante el mes de septiembre en Mesina, donde se embarcaron las compañías del tercio de Sicilia, Lombardía, y varias banderas del tercio de Nápoles que don García había traído en sus galeras. La infantería española estaba integrada por un total de veinticinco banderas, procedentes de Nápoles [6 del tercio], Sicilia [las 14] y Lombardía [las 5 del tercio de Hungrìa] a la que se sumó una coronelía italiana.
En Sicilia se aprestaron de nuevo las galeras, cargando bastimentos, pertrechos, artillería de asedio y de campaña - cañones y medios sacres - y municiones necesarios para una fuerza de desembarco.
Mientras, las 14 galeras de España a cargo de Bernardino de Mendoza- que había estado patrullando las costas de Cataluña, Mallorca, Ibiza, tuvo aviso en Denia del saco de Gibraltar. Don Bernardino se lanzó con las 10 galeras que tenía en condiciones para dar caza a las galeras turcas, dándose la batalla el 1 de octubre frente a Alborán, mientras estos se dirigían a saquear Motril desde Vélez de la Gomera, venciéndoles y demostrando a todo el mundo que las galeras de España no comen el pan de balde [AGS, E, 468,90. ArchFron].
Como vemos, este verano estuvo recorriendo el Mediterráneo occidental una armada de patrullaje, de 65 galeras repartidas en escuadras para defensa de los reinos, que no pudo evitar el desembarco de una pequeña armada turca en Gibraltar.
El mar era, sin duda, muy grande.
La armada de Levante en el otoño de 1540. En socorro de Muley Hasan, rey de Túnez
Tras el desastre de Castelnuovo en 1539 con la pérdida del malogrado tercio de Florencia o de Sarmiento, se realizó una campaña en el norte de África en coalición con el rey de Túnez, tributario de Carlos V, que pretendía arrebatar varias plazas de este reino en manos de los turcos, para retornarlas al control de Muley Hassan [o Hacén], y así liberarse de varias bases de corsarios otomanos y berberiscos en el mediterráneo occidental.
No se pretendía tomar ninguna plaza y mantenerla bajo control directo de la corona, pues estas eran difíciles de defender y económicamente muy costosas de fortificar y sostener en el tiempo.
Desde 1535 se había instaurado en Túnez una especie de protectorado, en la que el rey admitía un vasallaje del Emperador y sus sucesores, con el pago anual de 12.000 ducados y la entrega simbólica cada día de Santiago Apóstol de seis caballos y doce halcones entregados al alcaide de la Goleta.
Quitar aquellos 'padrastros' a los turcos y entregarlos a Muley Hacén era quitarse la vecindad de los turcos de la Goleta, base fundamental para la defensa del mediterráneo occidental cristiano.
En septiembre, teniéndose bastante claro el engaño que Barbarroja había realizado en sus negociaciones y avisados por venecianos de que el turco no haría armada, pues se hallaba empeñado en su guerra con el Sophi de Persia, se dio permiso a Andrea Doria y el virrey de Sicilia que ejecutasen la empresa de los lugares q tienen turcos en Afryca [AGS,498.70] pero tanto el príncipe Doria como el virrey Gonzaga ya estaban preparando su armada desde agosto.
Aguardar la ida y venida de correos entre Sicilia y los Países Bajos, las consultas, los largos despachos de los secretarios, etc, suponía perder tres semanas o un mes, y los capitanes de Carlos debían ejercer cierta autonomía para que las cosas salieran adelante.
Aunque septiembre no era un mes propicio para echarse a la mar - lo normal era salir a alta mar desde abril a primeros de septiembre, aprovechando los veranos sin fuertes tormentas ni mala mar - ese año, después de navegar en busca y caza de los corsarios - Juanetín Doria logró capturar en Córcega a Dragut Arraez en la batalla de Girolata - se decidió lanzar una campaña terrestre en la costa oriental de lo que hoy es Túnez.
Además de apoyar a un quejoso rey de Túnez en la conquista de las tierras q tiene ocupadas los turcos [AGS, 498,38] aprovechando que el Turco no había formado armada, se tenía a los soldados - en particular, a los del tercio de Sicilia y al de Hungría, como veremos - ocupados en campaña, bien fuera marítima, bien terrestre, y lejos de las tierras italianas patrimonio de los Habsburgo, no habiendo dinero para pagarles. A estos infantes no se les quería despedir, pues los soldados viejos eran el nervio del ejército y se querían conservar para futuras empresas, siendo los bisoños de ninguna utilidad.
En principio el rey de Túnez aportaría 100.000 ducados para la empresa, según lo capitulado [1c], y si éste no pagaba toda la suma, y no había dinero con que pagarles, los soldados españoles estarían en una tierra extraña en que el motín les sería inútil.
que ha ordenado que la infanteria de los reynos de napoles y sicilia vaya a invernar a Bona para que se de algun descanso a aquellos Reynos
Relación de las cartas de Su Majestad a XVI de septiembre 1540 [AGS, E,498,21]
Según la propuesta del virrey de Sicilia, Ferrante de Gonzaga, a las compañías del tercio de su reino se les dejaría invernar en Berbería con pan, leña y vituallas, pero sin paga [2]. La idea de Carlos V era que invernasen en Bona [Annaba], una plaza norteafricana que se había ganado en 1535 y se estaba a punto de abandonar, y sumaba al tercio de Nápoles la presencia del de Sicilia.
Sin desobedecer pero sin acatar al pie de la letra, sus virreyes y capitanes generales gestionaron el asunto como mejor les pareció: el de Nápoles consideró que era mejor convocar el parlamento para solicitar un servicio del reino con el que pagar la infantería [AGS.498.75].
El virrey de Nápoles había encontrado para aquella primavera otra solución más imaginativa para sus apretadas cuentas, como fue ceder las tropas a Pablo III para que sometiese a los de Perugia, sosteniéndolas Su Santidad a su costa siendo capitaneadas por Pier Luigi Farnese, hijo natural del pontífice, pero la 'guerra de la sal' se había acabado demasiado rápido [2a]:
el señor virrey de Napoles havia ofrecido al Papa los iii U [3000] o iii U D [3500] ynfantes españoles que tenya en Pulla, para hacer la guerra contra la rebelion de Perosa, pagandolos Su Sa[ntida]d conforme a los capitulos y condiciones q sobre ello se han hecho, de que a V Sª se deve enviar copia.
El proveedor general de las armadas, Francisco Duarte, a Francisco de Los Cobos, del consejo de estado
Génova, 29 de abril de 1540 AGS, E,1373
Esta política de dejar a las tropas 'sobrantes' alojadas fuera del territorio patrimonial correspondiente [Lombardía, Sicilia, Nápoles] era la que había motivado, en buena parte, que el tercio de Sarmiento quedase alojado en Castelnuovo el año anterior, en contra del pacto que se había establecido con la señoría de Venecia en el que se capituló que había de quedar dicha plaza bajo la custodia de la república marítima. Si del sacrificio de los de Sarmiento se había extraído alguna lección, desde luego, no era ninguna contraria a esta forma de alojar las tropas fuera de los reinos italianos.
Capitulada con el rey de Túnez una campaña conjunta, en la que los soldados españoles serían la punta de lanza, y la artillería imperial la llave de las fortalezas costeras, se realizó una campaña en que los objetivos de ambos - imperiales y tunecinos - no siempre serían coincidentes.
El rey de Túnez deseaba recuperar todas sus tierras, y Carlos solo querían limpiar la costa de bases turcas.
Además había 4 galeras de la religión de Rodas [los caballeros de la orden de San Juan de Jerusalén, que tenían su sede en Trípoli, aún no eran conocidos por Malta] donde iban embarcados 200 caballeros, deseosos de contribuir a esta jornada contra sus rivales acérrimos en el Mediterráneo, los turcos.
Se necesitaban galeras para el combate, donde se podían embarcar 50 infantes en cada una de ellas, y naves donde iría el resto de la infantería, y en las cuales se transportaría el artillería, municiones, pertrechos y bastimentos necesarios para la empresa. A priori hacían falta tantas naves como compañías de infantería embarcadas, pero en este caso, se excusó embargar tantas naves y se apañaron con 15 galeones:
por q[ue] de invierno por causa de los fríos y aguas q[ue] suele q[ue] suele hazer es menester ponerse todos debaxo de cubierta. Y si fuese más de una compañía irían mal y no se podrían entretener por q[ue] siempre llevan envaraços y ocupación de mujeres y moços q[ue] no se pueden escusar
[AGS, E-468,138. ArchFro]
La armada en conjunto la componían 51 galeras, 15 galeones y más de 30 galeotas, fustas y bergantines y partió el 27 de septiembre de Trápana rumbo a las costas tunecinas.
La infantería de la jornada de Susa y Monastir
La infantería española que se embarcó para la jornada fue - redondeada - la que se detalla aquí:
los iii U [3000] ynfantes del Trº de sicilia qdaron a ynvernar en monestº / los i U D [1500] de napoles los volvimos a sus primeros alojamyºs / los i U [1000] ynfantes del Trº de Ungria los enbiamos aqui con fin q si fuessen menester en piamonte se syrviesse dellos el Sr marqs del gasto y sino q se passasen a españa despedidos
Francisco Duarte a Francisco de los Cobos, Génova, 26 de noviembre de 1540 [AGS, E1373.167]
En enero de 1540 se hacía cuenta que había 9000 infantes españoles en Italia: 3000 en Pulla [tercio de Nápoles], 3500 en Sicilia, 1000 en Lombardía y 1500 en Piamonte [AGS,E497,43].
A grosso modo, se contaba que 4000 de los 6000 infantes [realmente 5.500] fueran arcabuceros segund la deshorden q en esto ay de presente. Quizá, por ello en marzo se habían pedido se trajeran 5000 picas de la proveeduría de las armadas de Málaga, habiendo solo 500 picas de la munición en Sicilia. En un mes de campaña, se esperaba que los arcabuceros disparasen unos 100 tiros cada uno, y se había de embarcar la pólvora de arcabuz, plomo y mecha necesaria para tal efecto [AGS,E-468,135].
Se consideraba que la infantería debía embarcarse enteramente pagada del sueldo, para que no fueran de mala voluntad a jornada en invierno, con bastimento [bizcocho, vino, carne salada, habas, garbanzos, arroz, queso, atún, sardina anchovada, ajos, cebollas, aceite y vinagre] para dos meses, y un mes más de bizcocho embarcado en las naves por si la mala fortuna alargase de más la jornada.
Tercio de Hungría [1000 hombres, 5 compañías]
Maestre de campo y capitán de una de las compañías: Cristóbal de Morales
Capitanes:
- Cristóbal de Morales
- don Beltrán de Godoy
- Martín de Toro y Mercado
- don Juan de Guevara
- don Álvaro de Quesada
Tercio de Sicilia [3000 hombres, 14 compañías]
Maestre de campo y capitán de una de las compañías: Álvaro de Sande
Capitanes:
- Álvaro de Sande
- Luis de Rejón
- Rojas
- Francisco Pérez
- Francisco de Toledo
- Luis Bravo de Lagunas
- Pedro Valenciano
- Bernal Soler
- Diego de Vargas
- Gaspar Muñoz
- Pedro de Gamboa
- Diego García de Paredes
- Álvaro Vivero
- Pedro de Zúñiga [ausente su capitán]
Banderas sueltas del tercio de Nápoles [1500 hombres en 6 banderas a cargo del maestre de campo Cristóbal de Morales]
Antonio de Barrientos [teniente de maestro de campo]
Capitanes: Alonso Vivas, compañía de arcabuceros. Resto no mencionado
Coronelía de Agustín Spinola [Entre 1000 y 1500 infantes]
Agustín Espínola había servido en la jornada de Túnez en 1535, con lo que tenía experiencia en Berbería.
En 1541 repitió leva para la jornada de Argel, habiendo de recibir paga y media la infantería levantada en Génova para la empresa: media paga para llegar al puerto y paga entera para embarcarse [Tempête sur Alger, L'expédition de Charles-Quint en 1541].
En febrero de 1539, platicando Duarte con Gonzaga, razonaban que había de reformarse la infantería, quedando cuatro tercios de los cinco existentes [el de Málaga, cuyo maestre de campo era Juan de Vargas; el de Florencia, cuyo maestre de campo era Francisco de Sarmiento; el de Sicilia, cuyo maestre de campo era Álvaro de Sande; y el de Nápoles, a cargo de Sancho de Alarcón] reformados en dos y el de Lombardía en su territorio.
Sarmiento era el maestre de campo ideal, Vargas lleno de años y muy pesado para el dicho oficio, Sande de poca experiencia en cosas de guerra y Alarcón muy áspero y rígido en el castigar y maltratar a los soldados, además de reunirse en su persona algún entonamiento y presunción, aunque hombre muy suficiente y merecedor de toda honra.
Informe de Francisco Duarte, 8 de febrero de 1539 [AGS, EST,LEG,1372,117]. Duarte refiere el parecer del virrey sobre los maestres de campo. De hecho, lo expresa como "el voto del señor don Fernando en esto (.: dize que Juan de Vargas por ser lleno de años [...]", pero puede que el resuelto proveedor añadiera palabras de su propia cosecha.
El tercio de Málaga integrado en el de Florencia, se consumió en la defensa de Castelnuovo en el verano de 1539, y tan solo quedaron dos tercios de los cuatro a reformar, el de Sande [Sicilia] y el de Alarcón [Nápoles], por lo que no se acometió una reforma más profunda.
La jornada de Monastir
Tras hacer un viaje de tres días hasta la costa berberisca, el 30 de septiembre la armada echa anclas frente a Monesterio [Monastir] lugar de hasta dos mil vecinos, asentado en un llano, cercado de fértiles campos. La infantería desembarca el 5 de octubre, formando en cuatro escuadrones: uno con las banderas del tercio de Sicilia, otro con las del de Nápoles, otro con las del tercio de Hungría, al cual se juntan 200 caballeros hospitalarios, y el último de los mil italianos que en la flota iban.
Mientras, el rey de Túnez partía de la antigua Cartago por tierra el cual traía hasta quince mil hombres de á pie y de á caballo e infinito número de camellos.
Las tropas turcas y moras a cargo de "El Catalí" - renegado nacido Juan de Málaga - salieron de la ciudad a caballo, trabando escaramuza con los cristianos, sin llegar a estorbar el desembarco.
Aquí el capitán Mercado saltó en tierra con sus arcabuceros, y murió á lanzadas, que no esperó que desembarcasen todos, que fué junto á una torre, una milla de Monesterio [3] muriendo acompañado de cuatro o cinco soldados.
Como fuera, El Catalí se retiró a Monastir 'cercada de altos y fuertes muros' . La plaza fue abandonada, por la puerta de atrás, por sus tropas y él mismo durante la noche, acompañado de las mujeres, viejos, muchachos y niños, con todas las posesiones que pudieron, incluyendo esclavos y cautivos cristianos, a la vuelta del Caruan. Cuando los españoles lograron entrar a la plaza al día siguiente, apenas quedaba nadie: solo encontraron gente que no podía andar, algunos viejos que no habían podido huir, los cuales fueron muertos.
Los soldados no obtuvieron ninguna ganancia en el saco, pues solo algunos tomaron algún lino y trigo y aceite, de que había gran copia. Aunque Berbería no era una tierra rica, los infantes siempre iban con la esperanza de tomar ropa, ganado y, sobre todo, cautivos, pero los hombres y mujeres caputurados debían ser jóvenes en edad de trabajar y servir para que tuvieran valor, y no ancianos.
Reunidos en consulta Muley Hassan con Doria y Gonzaga, el rey de Túnez les propuso ir a sitiar Caruan [Cairúan], una ciudad muy grande y muy rica, pero como se hallaba metida dos jornadas en tierra - a 55 kms - y no tenían buen puerto donde dejar la armada, le dieron largas en la asistencia en la empresa.
Los generales italianos, decidieron, por contra, ir a tomar los Alfaques o Esfacos [Sfax] pequeña ciudad que tiene como seyscientas casas pobladas [...] y fuerte por la parte de la mar, por los bajíos grandes del agua que llámanse caños, á causa de los cuales no podían las galeras acostarse á una milla del lugar.
Marchando Doria con parte de las galeras y 3000 hombres, se desembarcó para reconocer la plaza, acompañado del capitán Juan de Guevara del tercio de Hungría, que iba armado con espada y rodela, y por algunos soldados. Saliendo los moros a por ellos, Guevara y los suyos lograron defenderse, repeliendo el ataque.
Doria dio orden, al día siguiente, de desembarcar seis cañones para dar batería a la plaza, lo que provocó que los de la ciudad se ofrecieran a rendirla entregando sesenta mil doblas [o 70.000 ducados, según Santa Cruz; CroALS] como rescate y a todos los cautivos cristianos que tenían en su poder. Recibiendo Doria 8000 doblas junto la libertad de 38 cautivos, el genovés decidió, puesto que sobre el repartir del dinero hubo cierto motín entre la gente, dividirlo entre los hombres poniendo a todos en mucho sosiego. Con ese gesto, Doria repartió una suma nada desdeñable y se ganó a la infantería española.
La plaza de los Alfaques se consignó al rey de Túnez, y en su castillo entraron soldados de dicho rey.
También los Querques o Querquenes [Islas Kerkennah] y la ciudad de África [Mahdia] teniendo noticia de la suerte de las otras plazas se rindieron al rey de Túnez.
Habiendo sido 'pacificadas' aquellas tierras, se ordenó que el tercio de Sicilia se quedase a pasar la hibernada en Monestir.
Dejándoles seis piezas de artillería - seis medios sacres - municiones y bastimentos - entre ellas, unos 2000 quintales de bizcocho - las 14 compañías se quedaron en tierras africanas, partiendo la armada el 30 [o 31] de octubre para que las galeras hibernasen también, pero en puertos seguros de Italia.
El rey de Túnez debía proporcionar pan, carne, aceite y legumbres a la infantería española. Además, Gonzaga se comprometía a enviar 2000 quintales de bizcocho; a dos libras de bizcocho de ración al día, en quintales de 150 libras, peso de Sicilia, esa era ración para tan solo 50 días, apenas los suficiente para llegar a vísperas de Navidad.
El compromiso del virrey con los del tercio de Sicilia fue que el 20 de marzo de 1541 las galeras de Sicilia, junto a las del cargo de Antonio Doria y las de la Religión de Rodas, formasen armada para tomar la Calibia, embarcándose la infantería que quedaba en Monastir en varias naves que acompañasen las galeras.
Habían, pues de pasar, al menos cinco meses en aquella plaza.
Don García de Toledo desembarcó en Nápoles las 6 compañías del tercio del Reino, y al tercio de Hungría lo llevó el mismo Doria a Génova:
dexaron con el Rey de Túnez las catorze banderas del terçio de Siçilia; y las cinco banderas de Ungría embiaron a desenbarcar en Liorna para que de allí se vayan a Lombardía; y al reyno de Nápoles embiaron las que de allí havian venido
Luis Pérez de Vargas a Carlos V, 17 de noviembre, Palermo [transcripción del equipo del profesor Emilio Solà: Archivo de la Frontera]
Las bajas de esta jornada fueron mínimas, unos pocos hombres, entre ellos, el capitán Martín de Toro y Mercado del tercio de Hungría, caballero de Zamora del que se dice había sido paje del emperador [4], pues, como se ha podido ver, las escaramuzas no fueron de importancia, y las plazas se tomaron básicamente con la amenaza de la propia presencia, rendidos los moros y alárabes sin demasiada oposición, quizá ya acostumbrados al cambio de señoríos entre tunecinos, españoles y turcos.
El tercio de Sicilia en la jornada del Caruan
Jinete árabe, o 'alárabe' que dirían los españoles de 1540, montado a la jineta, cesto es, con brida corta y silla de arzones bajos, armado con lanza y adarga. |
Religioso empuñando un estandarte con Cristo crucificado, detalle del tapiz Toma de la plaza de Hulst en 1596. Aunque no todos los soldados fueran piadosos, y no pocos llevasen una vida desordenada, muchos buscaban la confesión y el perdón por sus pecados durante los días previos o la víspera de una batalla cierta, por el temo de morir en pecado mortal. El hecho concreto vivido en esta jornada de que los capitanes y soldados se perdonasen entre sí por peleas del pasado, indica que también querían dejar solventados sus asuntos terrenales enfrentándose a una posible muerte. La misa y el clérigo enarbolando la cruz, sin duda infundiría ánimo en los combatientes, aunque, paradójicamente, combatiesen al lado de infieles, en una guerra que podría resultarles algo ajena. |
Soldados españoles conduciendo ganado tomado en Túnez, 1535. Cartón nº10 de la serie la conquista de túnez, titulado "Saqueo de Túnez". Vermeyen. Museo histórico de arte, Viena. |
Escuadrón de infantería española se defiende de l ataque de la caballería bereber o árabe. Tapiz 4º Ataque a la Goleta. |
Escopeteros a caballo. Tapiz 4ª Ataque a la Goleta. Detalle |
Lecciones de la retirada
Soldados herido transportado en "camilla". Tapiz nº4 de la serie la conquista de Túnez en 1535. Detalle. |
- Primera, que no fueron abandonados por sus camaradas. Un herido de escopeta en las piernas, difícilmente hubiera alcanzado Monastir sin ayuda. No solo llegaron, sino que llegaron antes, quedando el tercio alojado en campaña. Por lo tanto, se puede ver aquí una asistencia sanitaria primaria - aunque el médico hubiera quedado alojado en Monastir - y auxilio, bien por otros soldados, o, lo más probable, por los mozos del tercio.
- Segundo. siendo coseletes los que formaban las últimas hileras del tercio, y teniendo heridas las piernas, y no el torso, es probable que las escopetas, tiradas de lejos, si hubieran impactado en los espaldares, hubieran podido ser frenadas por la plancha de acero, mientras que las piernas, desnudas - protegido el muslo por la parte delantera por el faldar o escarcelas - quedaban desprotegidas frente el impacto de las escopetas.
El tercio de Sicilia invernando en Berbería
El motín de las cinco compañías del tercio de Sicilia en Siracusa
Desacatados y amotinadores. La infantería española del tercio de Hungría
haviendose enviado a dezir al señor marqués del Gasto que si le pareciese ser necesario segund el estado de las cosas tornar a recibir los my U [1000*] infantes españoles del tercio de Ungria, se desembarcarían de las naves en que venyan y se enviaria a Lombardía o a donde ordenase / porq de otra manera no se podia dexar de cumplir lo q su.mat tiene nombrado y enbiarlos a españa / y el dicho marqués ha respondido que asi porq no parezca q se haze innovacion en Italia, como por no tener alojamiento ni dineros con que los pagar ni entretener y temiendo q por falta dello no hagan algun motín, dize q convyene al servicio de smat q no se desembarquen, sino q se despidan y envien a España las naves con la q dicha infanteria llegaron aquí anoche o hoy se ha declarado a los capitanes lo q han de ser dellos y hay aviso q se pongan en orden para partirse / Y porque se les debe mes y medio de sueldo y quando llegen en España seran casi dos meses y por causa desto no haya algun movimiento o deshorden [al príncipe Andre Doria] le ha parecido agora ques bien q de aca lleven los dineros para q se les pueda dar una paga en llegando a España, con la cual se podran yr a sus tierras y hoy ha empeñado parte de su plata para hazer el dinero, y en que hoy e mañana se despacharan las naves de vituallas y se començaran a partir cada una e yran a desembarcar a diferentes lugares, porq la una yra a Ca[rta]jena, la otra a Alicante, y la otra yra a la costa de Cataluña, pudiendose yr, y el resto ira a la ventura
*Independientemente de mi capacidad de transcripción de los signos, eran mil en cinco compañías los infantes venidos de Esclavonia
Francisco Duarte a Francisco de los Cobos, 11 de noviembre de 1540. AGS, E, 1373,171
La infantería de Ungría se partió con quietud a la Especia y allí se les dio la paga y quedaron contentos y hasta CL soldados q quisieron ir a España, los embarcamos en dos naves y les pagamos su sueldo y les proveymos de vituallas y segund el buen tiempo les ha hecho, creo ya deben ser llegados a Ca[rta]jena o mas adelante
Francisco Duarte a Francisco de los Cobos, 28 de diciembre de 1540. AGS, E, 1373,182
Por esta correspondencia del proveedor general de las armadas Francisco Duarte, vemos que la gestión de los soldados no era un asunto baladí, ni fácil de solventar.
Vemos que la voluntad de Carlos V era que se empleasen en la armada; lo cierto es que fueron embarcados en Liorna el 15 de mayo y que participaron en las acciones contra los corsarios, para posteriormente, en septiembre, participar en la jornada de Monestir, y acabar regresando en noviembre a Génova y convertirse de nuevo en un estorbo.
El estorbo no lo quería solucionar el marqués del Gasto, que los había tenido alojados en Lombardía - en el marquesado de Malaspina en la Lunigiana - donde se hallaba el puerto de La Especia [La Spezia] - y se pensaba despedirlos y enviarlos a España, sin tan siquiera desembarcarlos, llevándolos a diferentes puertos - Cartajena, Alicante, Cataluña - para que hallándose por separado, no formasen ningún alboroto.
Lo cierto es, que, al final, todas estas previsiones no se cumplieron, y tan solo 150 soldados fueron enviados a España, pagado su sueldo, el flete de las naves y los bastimentos que conumirían en su transporte.
El tercio de Hungría se iba a ver de nuevo embarcado para Berbería, esta vez, para Argel, y sobreviviría como unidad - según investigación de Juan Luis Sánchez - hasta 1559.
Como vemos, en lo que se refiere a la infantería española, la corona, sus oficiales y ministros casi siempre se hallaban en la misma tesitura:
- se deseaba conservar a los soldados viejos, que eran el nervio del ejército; los nuevos tardaban mucho en ser reclutados y transportados desde España a Italia, y además pasaban cerca de un par de años antes que fueran de la calidad requerida.
- no había dinero para mantener tantas tropas, y los distintos virreyes - Sicilia, Nápoles - y gobernadores - Lombardía - se las veían para poder pagar la infantería ordinaria para defensa de sus estados, como para encima sumarle otros tercios itinerantes que se mantenían por si acaso había que combatir al rey de Francia o a los turcos.
- los soldados viejos, que probablemente eran la mejor infantería de Europa, también eran los más resabiados; a la par que aprendían su oficio, también aprendían a como reclamar su sueldo, mediante alborotos y motines, lo cual añadía un problema más de gestión a los virreyes.
Notas
[0] Andrea Doria, nacido en 1466, hombre fuerte de Génova y capitán general de la mar por Carlos V, era una persona de gran experiencia y autoridad, y su consejo era muy tenido en cuenta. Véase El Protectorado de Carlos V en Génova: la "condotta" de Andrea Doria, de Vicente de Cadenas y Vicent. El tono de sus cartas, también es indicativo de la ascendencia que tenía sobre Carlos.
Ferrante Gonzaga, según apunta Geoffrey Parker en la biografía del emperador, tenía una relación de casi amistad con Carlos, limitada, evidentemente, por las relaciones de vasallaje. Pero el Emperador llegó a permitirse llorar en su presencia.
[1a] Entrecomillo el término, pues para los contemporáneos del XVI, una escuadra era un conjunto de cuatro galeras. Al grupo regional de 10, 12 o 16, simplemente se las llamaba las galeras de España, de Sicilia, de Nápoles, o las de Andrea Doria, o una banda de galeras.[E,1373,10]. Cuando a las galeras se les sumaban otros barcos, para transportar hombres, bastimentos, pertrechos, caballos, etc, se constituía una armada. En principio, Carlos V podía llegar a sostener dos armadas principales: la de Poniente - orientada a la lucha con Francia y base en el Cantábrico, Laredo o La Coruña, constituida por barcos de alto bordo - y la de Levante - orientada la lucha contra el turco, los corsarios y los franceses en el Mediterráneo, constituida por galeras como principal barco de combate.
[1b] Como se verá, no fue exactamente así. Más que probablemente, Cereceda, que no se halló presente, escribió de oídas sobre los sucesos de 1540, recibiendo la noticia del suceso de alguien del tercio de Hungría que acabó en 1541 en Lombardía. Por eso no recogió absolutamente nada de la jornada del Caruan.
Se puede deducir - a falta de documentos que lo corroboren - que el tercio de Hungría fue pagado antes de embarcarse de nuevo, mientras que el de Sicilia, al que en mayo de 1541 se le adeudarían 10 pagas, se embarcó sin reclamarlas. Un momento propicio para reclamar las pagas era el de ser trasladados desde sus alojamientos habituales, bien por tierra, bien por mar, a otro escenario.
Puede que los de Hungría protestasen sobre los adeudos, y por eso se les mandó pagar; quizá por ello Duarte los llamaría amotinadores y desacatados. Duarte tenía bastante experiencia con amotinados, y una concepción no demasiado buena sobre su disciplina.
[1c] Se hicieron varias capitulaciones:
En la de octubre de 1538, el rey se avenía a pagar 60.000 doblas [10.000 en oro y 50.000 en oro y plata] por la toma de cinco plazas: Susa, Monasir, Mahometa, Los Alfaques y La Calibia.
En una nueva capitulación, parece que de 1540, firmada por Francisco de Tovar, alcaide de la Goleta, que el virrey Gonzaga menciona en su instrucción de 18 de noviembre, se acordó:
- que se tomaría La Calibia en la primavera de 1541, plaza que no se había llegado a tomar
- que se tomarían Tajora, Constantina y Los Gelves en agosto de 1541, plazas por las que el rey habría de pagar 60.000 doblas
- que se tomaría el Caruan en septiembre de 1541, por lo que el rey pagaría 60.000 doblas.
Relación de las cien mil doblas que Muley Hacen, Rey de Túnez, debe a S.M [1 de octubre de 1545]. |
[2] Il governo di don Ferrante Gonzaga in Sicilia, p.354
[2a] El Visorrey offrescio la Infanteria Spagnola para favorecer la impressa : y apenas llegada y no servido un tercio de la paga la ha revocado con tanto disfavor que gastara ya doblado en la Impressa
Bruselas, 6 de junio de 1540 [AGS,E498.101]
[3] En la escaramuça de Monesterio murió el capitán Francisco de Mercado, que con algunos soldados se metió con demasiada osadía entre los moros, en desembarcándose, con el qual murieron quatro o cinco dellos; y segund lo que se conosçia del dicho capitán, Su Md. perdió un buen soldado
Francisco Duarte al Comendador Los Cobos, Monesterio de África, 8 de octubre de 1540. Fuente: Archivo de la Frontera.
[4]
Mercado, natural de Zamora, y fué paje del Emperador;
Relación de Millan de Ariego Aragonés que se halló en todo esto. en CoDoIn v.112
Cereceda lo menciona en 1538, cuando se forma el tercio que había de ir a Hungría como Martin Toro Mercado.
De los 419 pajes, 144 escuderos de a pie y 86 mozos de espuelas de las casas de Borgoña y Castilla del emperador, de la reina Juana o de las casas de la emperatriz, príncipe, princesa e infantas que sirvieron durante el reinado de Carlos, que están registrados en la Relación alfabética de los servidores de las casas reales, apéndice al libro La Corte de Carlos V, no aparece ningún Martín de Toro, ni Mercado, aunque sí aparece como servidor de la casa real un Martín de Zamora, portero de cámara entre 1516 y 1532.
Como paje no entraba cualquiera, y los puestos eran copados por hijos de nobles y servidores del rey, como Garcilaso de la Vega, Luis de Requesens, o el hijo de Francisco de los Cobos, tantas veces mencionado en la correspondencia de este artículo.
Quizá fuera paje de algún servidor de la casa real que acompañara a Carlos y le quedó fama de haber sido paje del Emperador, o fuera este portero de cámara y le mudaron el oficio.
La relación de Millán, aunque acaba con la marcha del tercio de Sicilia a la campaña de Gueldres en 1543 - lo de Dura - la podemos fechar con posterioridad a agosto de 1548, por este apunte de Ariego:
D. Alonso Vibas, que murió de maestre de campo en Costancia, de un mosquetazo.
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