La ventana del Landgrave. Proceso, tormento y ajusticiamiento del soldado Juan de Padilla en 1552. Ejemplo de justicia militar del XVI

El duque [de Alba] partidos ellos [Mauricio de Sajonia y marqués de Brandemburgo] hizo meter en una camara [de la posada del duque] a Landgrave y encomendo su guarda a don Juan de Guevara capitan del tercio de Lombardia con todos los soldados de su bandera. El landgrave se allo tan turbado, triste y lleno de congoxa que en toda la noche tuvo rreposo ni sosiego ni hazia sino como frenetico y furioso levantarse de la cama, andar de una parte a otra y de rrato en rrato acudir a las ventanas con fin segun creyan de ver si podia por ellas descolgarse

Hechos del 19 de junio de 1547 narrados por Bernabé del Busto, capellán y cronista de su majestad



"Die Spanichsen Kriegs Leyt". Soldados españoles en 1547. Códice de trajes. Biblioteca Nacional de España. Arcabucero y coselete, como los 137 soldados que formaban la compañía a cargo de Antón de Esquivel en 1551-1552


La guerra de la liga de Esmalcalda [1546-1547] tuvo como resultado, entre otras consecuencias, la prisión del landgrave de Hesse, Felipe I el Magnánimo, uno de los príncipes protestantes que había encabezado los ejércitos de la liga. Siendo su custodia asunto de estado de primer orden, se trasladó al prisionero a los Países Bajos, primero a Audenarde, y después a Malinas, a medio camino entre Amberes y Bruselas, ciudad que en el plano militar se distinguía por ser sede del más importante arsenal, además de ser sede de la principal fundición de artillería del país.

La custodia del landgrave quedó en 1547 en manos de una compañía de infantería española que había participado en la guerra, a cargo del capitán Juan de Guevara, que le trasladó de Alemania a los Países Bajos. La misma pasó luego a Sancho de Mardones, y por último, desde octubre de 1551, quedó a cargo de Antón de Esquivel:

Esta en Malinas preso Philippo Lanrfgraue de Heffen , que le truxeron alli dela villa y fuerça de Aldenarda, que es vna delas veynte y quatro Castellanías y Iurisdiciones, que ay en Flandes Germanica , donde le auia tenido en guarda don Juan de Gueuara, y le tuuo en Malinas , y despues dé Sancho de Mardones quales sacó de alli la Imperial Magestad para Maestres de Campo,y le tiene agora Antón de Esquiuel, que es de los principales Caualleros de la Ciudad de Siuilla, con ciento y treynta y siete soldados Españoles Cosseletes y Arcabuzeros.

El Felicissimo viaje del Muy Alto y Muy Poderoso Principe Don Phelippe ... Joan Cristòfor Calvet d'Estrella [1552]


En dicha compañía del capitán Guevara había en 1547 un soldado llamado Padilla, caballero e hidalgo, que hizo una copia manuscrita del  Comentario de la Guerra de Alemania hecha por Carlos V, máximo emperador romano, rey de España, en el año de 1546 y 1547 de Luis de Ávila y Zúñiga, bien por encargo, como escribano, o más probablemente, para congraciarse con el cortesano

En 1552, un soldado Padilla, del cual no se dice fuera hidalgo o caballero, fue ajusticiado por sus compañeros, pasado por las picas por traidor a su rey.

Veamos su historia


Se puede leer "este libro es del señor padilla soldado de la compañía del señor don Juan de Guevara". Y debajo del abecedario: "cauallero padilla hidalgo". El libro en cuestión es una copia del Comentario de la Guerra de Alemania hecha por Carlos V, máximo emperador romano, rey de España, en el año de 1546 y 1547 escrita por Luis de Ávila y Zúñiga. Teniendo en cuenta que fue la compañía de Juan de Guevara la que custodió al Landgrave de Alemania a los Países Bajos, parece probable que fuera el mismo Padilla que fue ajusticiado. Aunque Padilla tampoco es un apellido infrecuente, desde luego no es García. En todo caso, había muchos casos de parientes que servían en una misma compañía. Por lo tanto, no es seguro que fuera el mismo que hizo una copia manuscrita de la obra de Luis de Ávila y Zúñiga, obra que se llevó a la imprenta por primera vez en Venecia en 1548. Cuando encontré el manuscrito en el catálogo en línea de la Biblioteca Nacional de Francia me surgieron varias preguntas. Tras cotejarlo con el 'original' publicado, me asaltó la duda de porque alguien copiaría un libro a mano. Deduje luego que quizá era copia del manuscrito que se había de dar a la imprenta tiempo después, pues los escritores se hacían copias a mano, entregando algunas para la revisión por colegas o patrocinadores, y otras para los impresores, guardando el original. Paulo Jovio, el célebre historiador italiano, enviaba copias manuscritas de sus obras a sus protagonistas: por ejemplo, al propio Emperador, el cual le encargó a Luis de Ávila que le enmendase la parte referida a la campaña de Túnez, para mayor gloria de Carlos. 


Estar a cargo de un prisionero de la categoría de Felipe de Hesse suponía servir a Su Majestad en negocio de gran importancia. Tanto era así que Guevara en 1548, y Mardones, en 1551, habían sido nombrados maestres de campo tras su servicio guardando al landgrave, recompensa que aguardaba también Esquivel, y esperanza de la que hacía befa el prisionero; "por una manera de scarnio dize a los soldados que ya soy maestre de campo".

Fuese por la esperanza de promoción, o por vocación de servicio, Esquivel guardaba con celo al Landgrave, teniéndolo siempre en su cámara, con una sola ventana que daba a la calle, que se abría a las diez de la mañana y se cerraba a las cuatro de la tarde.

Disponía la habitación donde estaba encerrado el Landgrave de otra ventana, por la cual Esquivel podía vigilar a Felipe sin que este lo percibiera. Tenía además el príncipe protestante "dos centinelas tan pegados que no tiene lugar de resollar sin que todo lo vean y entienda".

Esta dura vigilancia de Esquivel, "trayéndolo más estrecho que los otros capitanes", provenía, amén del celo del sevillano, de un suceso tenido lugar en diciembre de 1550. Esto fue, un complot para la fuga del Landgrave en que hubo implicados decenas de personas, pues el Landgrave era prisionero, sí, pero siendo príncipe del Imperio, había vivido su prisión rodeado de sirvientes que permitían al Landgrave comunicarse con el exterior. El Landgrave, además, había dispuesto de dinero "para comer o dar limosna o otras cosas que compraba" y con aquel dinero, andaba "sobornando todos los más de los soldados, metiéndoles dineros en las manos". Esquivel acabó o creyó acabar con aquella práctica, pues aunque se permitió a Felipe mantener cierto caudal, "en su misma cámara y en una arca", el capitán español tenía la llave "para que no pueda sacar un real sin mi licençia".

Pero no era la prisión del Landgrave tan estrecha como Esquivel pudiera preciarse en su correspondencia. Felipe seguía haciéndose visitar por diversas gentes, entre ellas, un sastre que con la excusa de hacerle ropa nueva, introdujo 3000 florines en su cámara y además enviaba cartas suyas. El sastre fue descubierto, pero cabe creer que Felipe dispuso de otras cantidades, por lo que se verá.


Felipe de Hesse, llamado el magnánimo, en un retrato anónimo del XVI. En el momento de los hechos que aquí se relatan contaba con 47 años, siendo 4 años más joven que su némesis, el emperador Carlos 

El 25 de enero de 1552 Esquivel informaba de como había tenido aviso de que un soldado español de calzas rojas había hablado con un zapatero de Amberes para enviar una carta a la tierra del Landgrave. Este zapatero le puso en contacto con un correo, el cual recibió un florín por el porte de la misiva. Sospechando el zapatero y el correo de la historia del soldado español, que aseguraba venir de Londres donde había recibido la carta de un artillero que había servido a Felipe, acudieron al margrave de la ciudad para informarle del suceso, entregándole la carta. La carta, una vez abierta, se comprobó que no era de ningún artillero alemán exiliado en Inglaterra, sino del propio Felipe de Hesse dirigida a su hijo.

El zapatero dio las señas del soldado, y, aunque esto no fue suficiente para identificarlo, sospechando Esquivel de uno de los centinelas, el soldado Juan de Padilla, lo hizo prender, llevándolo a su cámara, donde el zapatero, vestido "con una ropa de noche y un sombrero, cubierta la cara con un tafetán" para no ser reconocido, identificó al soldado como el de las calzas rojas que le había contactado días atrás.

Metido en prisión el traidor, Esquivel le hizo dar tormento. 

Aquí nos detenemos un momento. 

Aunque la decisión de someterlo a tormento parece proceder del propio capitán, éste declaró haberlo hecho por consejo de "dos consilleres y un letrado" por los cuales se hizo asesorar por "no fiarme de mi parecer por no ser letrado" y con presencia de dos burgomaestres de la villa de Malinas. O sea, que aún perteneciendo el soldado al estamento militar, el capitán Esquivel prefirió que las autoridades civiles interviniesen, quizá porque el caso era de extrema importancia y prefería tener testigos versados en leyes en caso de que se complicara el asunto.

El caso es que "tras averle dado rezio tormento", el pobre Padilla confesó que el Landgrave le había ofrecido la suma 200 o 300 escudos para irse a España y para que enviase la carta.

Posteriormente, al ser interrogado por el capitán en presencia de su alférez y un soldado de la compañía, Felipe reconoció haberle dado a Padilla 30 florines de 23 placas cada uno.

Teniendo en cuenta que un escudo equivalía a 36 placas, y que el sueldo de un arcabucero o de un coselete de infantería española era de 4 escudos, Padilla vendió su servicio al Landgrave por poco más de 19 escudos, o sea, el sueldo de cinco meses.

Esquivel, "castigó" al Landgrave cerrando la ventana de su cámara por todo el día, y poniéndole un mozo gallego que, lejos de querer agradar al noble protestante y congraciarse con él, le decía en español y con cierta insolencia: "áblame claro, si queréis que os entienda"

Escribiendo Esquivel a Nicolás Perrenot de Granvela, monseñor de Arras, el principal ministro de Carlos V en los Países Bajos, le indicó, el 31 de enero:

"Hanse corrido tanto los soldados que me ruegan que les de el que tengo preso para pasarle por las picas".

Tratándose de un asunto de cabal importancia, Granvela lo consultó, como no podía ser de otra manera, con la gobernadora de los Países Bajos, María de Hungría, y con el hermano de ésta, el propio Emperador.

Éste, desde Innsbruck, el 7 de febrero de 1551 respondió sobre ello en lengua francesa:

habiendo dicho soldado confesado el caso [...] habiendo los otros soldados de la dicha guarda pedido al dicho capitán les sea entregado para castigarlo y hacerlo pasar por las picas, lo cual, el dicho capitán no ha querido acordar sin previamente advertir y entender mi voluntad. Y habiendo considerado el hecho, yo encuentro bien, que el dicho castigo se haga de esa suerte. Entonces, se podrá ordenar al dicho capitán de entregar aquel delincuente en manos de los dichos soldados para hacerlo pasar por las picas con orden expresa que se haga en la calle donde se aloja el dicho Landgrave, y que se le abra la ventana de su cámara, permitiéndole ver el espectáculo, si verlo quiere.

Aunque la carta parece que fue redactada por el secretario Eraso, o uno de sus escribanos francófonos, es difícil albergar dudas de que el Emperador, que tenía una notoria animosidad hacia Felipe, fue quien incluyó la clausula de la ventana.

Esquivel aprovechó el proceso para lucirse acudiendo a la corte en Bruselas, e informar personalmente a la Reina María y pedir que el caso fuera visto por el Consejo Real, pero el presidente del mismo le respondió "que estas heran cosas de soldados que yo [Esquivel] las devía de entender". 

O sea, que las más altas autoridades civiles no quisieron inmiscuirse en un caso de jurisdicción militar, aunque la reina seguía el caso personalmente, como no podía ser de otra manera.

Así que Esquivel, habiendo recibido órdenes de la reina, del Emperador por vía del secretario Eraso y del secretario de la Torre, y por el propio presidente del Consejo que días atrás se había querido exonerar y, punto importante "en conformidad y voluntad de todos los desta compañía" sobre el modo en que se había de ejecutar al soldado, esto es: "pasarle por las picas", procedió a cumplir la sentencia ese mismo febrero, apenas nueve días después que el Emperador diera su visto bueno sobre la ejecución, y apostillase la propuesta de los soldados. Los cuales plazos demuestran que el caso tuvo notoria importancia, pues los correos se despacharon con suma presteza [de Bruselas a Innsbruck hay cerca de 800 kms]. 

El día 20, desde Malinas, Esquivel escribió:

Martes a 16 deste por la mañana se le notificó la sentencia, y a las dos del día lo truxo mi sargento con 20 arcabuzeros y pífano y atambores a la misma calle delante de las ventanas de Langrave, las quales se abrieron para hazer que viese lo que pasaba, y allí lo pasaron por las picas los soldados, y con tanto impito que no pudiera reçevir muerte más presta; púsose luego en una horca junto al mismo lugar que murió a donde lo podía muy bien ber Langrave pero no hazía sino llorar diziendo que no le pesara tanto si le viniera nueva que uno de sus hijos sigundo hera muerto. Allí estuvo ahorcado hasta la noche que lo llevaron a enterrar. La sentencia y relación della envio a Heraso para que lo sepa Su Mgd.

Antón de Esquivel a Granvela, Malinas, 20 de febrero de 1552. Extracto del relato de los hechos. 

Vemos que al soldado Juan de Padilla, después de ser ajusticiado severa y rápidamente por sus compañeros armados de picas, se le manda ahorcar, para escarnio, pues la horca era una pena infamante, reservada a los más bajos criminales. Así pues, a la muerte, hasta cierto punto honrosa, del ser pasado por las picas, le sumamos la infamia de la horca, para deshonrar al traidor que ha servido a un enemigo del señor natural. 

Cinco meses más tarde de la ejecución, y habiendo huido. o retirado, el Emperador de Innsbruck acosado por las tropas lideradas por Mauricio de Sajonia, Carlos se avino, para congraciarse con los protestantes, a satisfacer una de sus principales demandas: liberar a Felipe de Hesse

Antón de Esquivel, que había prometido a Felipe "dalle de puñaladas y hechalle por la ventana abajo" en caso de que vinieran a sacarlo por la fuerza, tuvo que, a regañadientes, plegarse a la autoridad real el 3 de septiembre de 1552, recordando al final de su servicio como carcelero del eminente preso que sus predecesores en el puesto habían "salido de aquí como maestres de campo", pues, como sucedía en la época, reclamar recompensas por los servicios prestados era lo normal y esperable de los buenos y leales servidores. Los que deservían a su señor, no podían esperar otra cosa que la horca y la infamia, salvo si, como en el caso del Landgrave, tenían a media Alemania a su favor. 



NOTAS

Sobre el 19 de junio de 1547, una versión resumida, con una ligera diferencia:

A eso de las 4, S. M. en su solio Imperial, acompañado de muchos Príncipes y Señores, el Landgrave, arrodillado, manos juntas y la cabeza en tierra, por su Canciller se puso en manos de S. M. y a su voluntad. El Consejero Seldt respondió que, en consideración a las súplicas de los Electores, le indultaba de la pena de muerte y de la prisión perpetua, conforme a los artículos del tratado. Hecho esto, el Landgrave fue entregado al Duque de Alba, el cual le llevó al Castillo de Halle, le dió de comer, como también a los Príncipes electores, y después fue puesto en una Cámara bajo la guardia de D. Juan de Guevara y dos banderas de Españoles.

Estancias y viajes del Emperador Carlos V



FUENTES:

Carlos V, Una nueva vida del emperador. Geoffrey Parker

El secuestro que ordenó Carlos V: Introducción, documentos inéditos y notas. Júlia Benavent BenaventM. José Bertomeu Masiá

Cartas de Antón de Esquivel al Cardenal Granvela, Biblioteca Nacional de España MSS/20210/57/1-13

Correspondenz des Kaisers Karl V: aus dem königlichen Archiv und der Bibliothèque de Bourgogne zu Brüssel mitgetheilt, Band 3

Bibliothèque nationale de France. Département des manuscrits. Espagnol 188

El Felicissimo viaje del Muy Alto y Muy Poderoso Principe Don Phelippe ... Joan Cristòfor Calvet d'Estrella [1552]

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