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Escopeteros y arcabuceros en la batalla de Pavía [1525]

Et si poi dir sia sta rotto et preso per schiopetieri et archibusieri, con astuzie spagnole.
Marino Sanuto, primeros de marzo de 1525

Quelli Suizzeri intrepidi sempre contra i cannoni, ora in questa pugna sieno da scoppietti, et da archibugi fuggiti cosi vilmente [...]
Matteo Giberto Datario al nuncio en Inglaterra. 1 de marzo de 1525



La batalla de Pavía tuvo una trascendencia político-militar considerable en el escenario europeo: la noticia del apresamiento del rey Francisco I y de buena parte de la nobleza de Francia corrió a la posta por toda Europa y las armas españolas ganaron fama eterna.

He resumido los acontecimientos, desde el fallido asedio de Marsella hasta la presa del rey Francisco en la entrada correspondiente. Aquí me ocuparé por extenso de la materia que da título a esta entrada, si bien, repetiré algunos datos mencionados anteriormente.



Precedentes

Bicoca [1522]


La batalla de Bicoca [27 de abril de 1522]  no tuvo demasiado eco entre los coetáneos [la "scaramuza di 27 dil passato"] siendo de mayor trascendencia la renuncia de una parte de los suizos a seguir combatiendo para el rey de Francia [marchando a su tierra] y el amotinamiento del resto "non voleano combater sino non havesseno el dinaro".

Tras la muerte de 2 o 3 mil de sus compañeros [alguna fuente indica "150 suizeri" y "200 altri fanti"] junto con parte de los 500/600 "schiopetieri" de la coronelía veneciana del "capo di fantarie" Babon di Naldo que tomaron la vanguardia aquel día precediendo al primer escuadrón suizo, los suizos supervivientes no parecían muy dispuestos a seguir arriesgando sus vidas en primera línea sin que les pagasen, o al menos, les dieran pan que comer.

Quizás porque se asumió que el foso tras el que escuadronaban los imperiales fue el principal impedimento al avance de los piqueros suizos y los escopeteros venecianos, no parece que se extrajera - por parte de franceses y suizos - ninguna lección de la batalla.  A pesar de haber probado la prolijidad de la escopetería española, los suizos continuaron confiando en sus picas, y los franceses, en su gendarmería.


Sesia [1524]


En la batalla de Sesia [29 o 30 de abril de 1524, según la fuente] o "Retraite de Biagrassa" [retirada de Biagrasso] hombres de armas franceses y unos 2 mil suizos se vieron atrapados en el cruce del río Siesa huyendo de Novara, perseguidos por 150 [o 300] caballos ligeros italianos de Juan de Medicis y "200 schiopetieri spagnoli" [algunos escopeteros españoles] que les daban acoso prosiguiendo el éxito de una encamisada al alba dirigida por el marqués de Pescara con "tres mil españoles escogidos" ejecutada en un campamento próximo.

El hecho es que murieran en el ataque principal en el campamento o en la huida desde Novara atrapados entre sus perseguidores y el río, buena parte de los muertos franceses [al menos, los muertos con nombre] lo fueron bien por bala de escopeta o bien de arcabuz, como el famoso "capitano Baiardo", el cual "mori passato da uno archibugio", según queda declarado en una carta del 12 de mayo de ese año compilada en el tomo I de la "Lettere di principe".

Y aquí conviene detenerse un momento, pues se distinguen heridas provocadas por una escopeta o un arcabuz.

De una carta de Lope de Soria á Carlos V, fechada en Génova 4 de mayo de 1524, vemos lo que sigue:
Se adelantó el marqués de Pescara con obra de 500 escopeteros y algunos caballos ligeros, y comenzaron descaramucear: é ya habían dejado dos piezas de artillería los enemigos; y visto que era gente tan poca los que los seguían volvieron una banda de suizos y alguna gente darmas en que venia el Almirallo y Bayart; de los cuales el Almirallo fué herido de una escopeta en el brazo y Bayart de un arcabuzo en los pechos y cayó luego del caballo, y estando arrimado á un árbol envió su trompeta al marqués de Pescara que se rendia á él, y siendo traido al marqués murió luego.

Según una obra publicada en 1527 [cuando más próxima sea la fuente a la fecha de los hechos, parece razonable otorgarle más confianza] los españoles les seguían de jornada en jornada, escaramuzando, hasta que hallándose en un camino:

force hacquebutiers et hacquebouziers, qui portent pierres aussi grosses que une hacquebute à croc, dont ilz tirèrent plusieurs coups, et de l'ung fut frappé le gentil seigneur de Vendenesse, dont il mourut quelque temps après, qui fut ung gros dommage pour la France.
La très joyeuse, plaisante et récréative histoire du gentil seigneur de Bayart

Fuera un hacquebutier o un hacquebouzier, escopetero o arcabucero, el que matara al señor de Vendenesse con gran daño para Francia, le quede claro al lector que tenemos dos armas de fuego portátiles de distinto calibre.

Los arcabuces [hacquebutes] que llevaban los arcabuceros [hacquebutiers] españoles, eran, según Bayart piezas gruesas, de un calibre equivalente a los arcabuces de horquilla, pues necesitaban un "croc", una horquilla, para poder dispararse.

En el detalla de la lámina de la cabalgata del Emperador Carlos V en su entrada en Bolonia - impresa en 1530 - se puede ver, entre los infantes españoles, a dos arcabuceros que llevan sendas horquillas para sustentar sus arcabuces. 


En 1524, pues, no era un arma desconocida, pero los arcabuces se habían venido usando más en el asedio y defensa de plazas que en el campo - así, en l'Adexe [Adigio] se almacenaban 500 "archibusi" ya en 1514 que se pretendían usar "per andar a la volta di Verona" - aunque evidentemente, en esos años se produciría una experimentación y una más que probable adecuación del arma, de manera que seguramente estos arcabuces para ser usados por infantes serían más ligeros que los arcabuces "de gancho" [arcabuz "a muro" o "de posta"] de los cuales se hace inventario en las plazas fuertes como piezas menores de artillería.


Asedio y socorro de Pavía [octubre 1524 - febrero 1525]


Durante las operaciones de asedio francés y socorro imperial, son numerosos los testimonios contemporáneos de hombres de armas de diversas naciones [franceses, italianos, españoles, borgoñones] del uso de escopetas y arcabuces:

El rey de Francia, ordenaba el 6 de octubre de 1524 al mariscal de Montmorency que enviara caballería ligera junto con "hacquebutiers" en persecución de las tropas imperiales que se retiraban de Marsella, dado que los gendarmes no podrían seguirlos por los caminos de montaña.

Charles de Lannoy, virrey de Nápoles, borgoñón, nos habla de los "haggebutiers" presos en Sant Angelo, y como "Jennyn" de Medici, el famoso caudillo florentino de las bandas negras que a mediados de año luchaba junto a los imperiales pero ahora lo hacía por Francia,  recibió un tiro de "hackbut".

En su correspondencia, el virrey Lannoy habla también de como los "collubreniers" imperiales hostigaban a los franceses dándoles continuas alarmas en su campo. Se holgaba Lannoy de que los "culveriniers" españoles conocían bien su trabajo y lo ejecutaban con ardor, infligiendo muchas bajas a los franceses arrinconados entre Pavía y el campo imperial: "noz colleuvriniers spagnols sunt de si bon roulloir".

Durante uno de los fallidos asaltos a Pavía, el capitán Marco Antonio da Cussano fue herido en un brazo "da uno schioppo" o "ferito di schopio", según quien lo escribiera. De la herida recibida también en un brazo por el mariscal La Palice se dudaba si se había producido "con uno schiopo, overo de uno arcobuso".

El pavés Mateo Beccaria escribía en diciembre como ningún enemigo osaba entrar en su ciudad, hallándose los muros bien fortificados y defendidos por soldados armados "cum schioppi et archibusi". A finales de diciembre, los sitiadores echan gabiones bajo los muros de Pavía, y se les da un "testone" al día a cada escopetero que quiera estar en dichos gabiones para tirar a los de Pavía.

A finales de enero, cuando los españoles atacan Sant Angelo en su camino al socorro de Pavía, se relata como "una parte e l'altra si tirorno de li archibusi et schioppi", y cuando los defensores se retiran en la roca de la villa, se escribe que "quelli dil castello si tiravano schiopetate et archibusate con quelli di fora". Porque efectivamente, el sr.Pirro Gonzaga disponía de 400 "fanti fra archibuxeri et schiopetieri" para la defensa de la plaza.

A primeros de febrero, una banda de caballos ligeros a servicio del rey fueron muertos "da schiopeti et archibusi".

Cuando el rey de Francia, harto de las bajas provocadas entre los suyos por la armas de fuego portátiles ordena que no se acometan más escaramuzas, lo hace persuadido "dalla infinita de schioppi" con que los defensores custodian la plaza.

El 17 de febrero, el conde d'Egmont "reçut un coup de coulevrine au visage" según carta enviada a la gobernador de los Países Bajos.

Del extracto de ejemplos anteriores de testigos presenciales - todos son testimonios de correspondencia cuasi inmediata, en ningún caso de crónicas que pudieron ser escritas con posterioridad -  extraemos varias conclusiones claras:

1) Primera y no por ello, menos evidente, había dos armas portátiles diferentes, la escopeta y el arcabuz, y asimismo, había dos soldados que usaban dichas armas, escopeteros y arcabuceros.

2) El arcabuz había dejado de ser un arma portátil destinada al asedio y defensa de plazas fuertes para convertirse en un arma para el uso en campo, en escaramuzas o - como veremos - batallas.

3) Se distinguía - o se intentaba distinguir - entre heridas producidas por una de las dos armas, lo cual sugiere que existía una diferencia de calibre [1] - y de potencia del arma - que pudiera provocar esa diversidad de heridas.

Batalla - no usa el autor el término escuadrón; los italianos en estos años 1520 usaban normalmente el de battaglione - con orden de picas y escopeteros intercalados, ordenados para caminar [arriba] y formada la batalla o escuadrón [abajo]. En el texto se puede leer; y si los del avang[uardi]a fuesen con arcabuzes cada uno con diez o quinze perdigones Estos tales arcabuzes deuen ser tamaños q un onbre los pued tirar y los perdigones seran de plomo pequeñitos. Cabe tener en cuenta, que los primeros arcabuceros debían usar horquilla, como sucedió con los mosquetes, si bien se aligeraron prontamente. Manuscrito 8555 de la BNE, titulado anacrónicamente al carecer de título Tratado de táctica y ordenanzas militares, sacado del libro De re militari, de Flavio Vegecio Renato. Se puede estimar que es de la década de 1520. 




La batalla de Pavía

El 24 de febrero de 1525, día de San Matías, cumpleaños del emperador Carlos Quinto, se libró la batalla de Pavía para levantar el asedio que el rey de Francia mantenía a la ciudad del ducado de Milán defendida bajo el liderazgo de Antonio de Leyva o Leiva.

Anexo a la ciudad, encontramos el Parco, una zona de jardines amurallados donde los nobles podían organizar una caza preparada, y donde en esos momentos se alojaba la mayor parte del campo francés. El bando imperial decide realizar un golpe de mano, y para ello se prepara una encamisada. Las blancas camisas se colocan sobre la ropa y las armas [armadura] para realizar una acción nocturna, de manera que los atacantes en la oscuridad se reconocen por esta prenda.
Lansquenetes del bando imperial e infantes españoles e italianos derrocan [a mano] el muro del parque para poder acceder a él la madrugada del 24.

Y ya tenemos el escenario para el combate.



Tropas francesas [o a sueldo del rey de Francia] / Caballería e infantería.


Por parte francesa, la gendarmería francesa [caballería "pesada" u hombres de armas] con grandes y veloces caballos que llevaban a los caballeros que usaban la lanza en ristre como arma para el choque, hachas o martillos de armas para la melee y la espada como opción secundaria para la melee o para luchar desmontados como último recurso.En esta época aún sería posible encontrar monturas con bardas [láminas de hierro que protegían el caballo] [2].


En Francia se había potenciando la caballería hasta su máximo esplendor [se consideraba que no tenía rival, y quizás tan sólo las bandes d'ordonnance de los Países Bajos le podían hacer sombra] pero sin embargo se había descuidado la infantería, recurriéndose normalmente a mercenarios suizos y alemanes.

Que fueran suizos y alemanes tenía su importancia, pues cada nación tenía su propia tradición militar. Así, los "pueblos tudescos" confiaban en esta época en el cuadro de picas, y amén de picas y alabardas, recurrían al uso de armas de fuego como arma secundaria, y minoritaria.

En febrero de 1522 se indicaba:
lanzinech alozorno tutti a Gorlago [...] El numero di dite gente sono da 5 en 6000 [...] solum 200 schiopetieri et il resto portano tutti piche et alabarde senza alcuna armadura incosso.

O sea, que de unos cinco mil lansquenetes, encontraríamos que la mayoría serían piqueros y alabarderos sin armadura acompañados de 200 escopeteros. Cuadro suficiente para oponerse a la caballería, o para luchar en igualdad de condiciones con otro cuadro de piqueros.

En el caso de la batalla de Pavía, Oznaya testimonia que el escuadrón de lansquenetes de las bandas negras que servían al rey de Francia tenía 4000 coseletes y 200 escopeteros.

Por el contrario, italianos y españoles habían inclinado sus afectos a las armas de fuego, y así podían verse reunidos cuadros de intantes italianos o españoles con 2000 o más escopeteros.

la qual vanguarda e guidata del Vicere et marchese di Pescara [...] con 500 archibusieri, schiopetaria un mondo, homini d'arme 600 o vero 700, totte la fantaria spagnola, la piu bella che si possa vedere, et altre sorti di fanti
8 de abril de 1524.

Aún así, los autores reconocían - o acabaron reconociendo - que fuera bella la infantería española, y utilísimo el disponer de un mundo de escopetería, era la combinación de ambas armas, pica y arma de fuego - como así iba a ser para los 150 años próximos - lo que otorgaba la ventaja, no pudiendo obviarse la magnífica piquería alemana, cuyos hombres, más altos que los del sur, usaban asimismo, picas más largas que las de los latinos, imprescindible para dar refugio frente a una carga de caballería.

Lucha entre soldados alemanes imperiales [derecha] contra soldados del rey de Francia [izquierda] en cuadro sobre la batalla de Pavía pintado hacia 1530, de la colección de Enrique VIII de Inglaterra. Se puede ver a los soldados con alabarda, montantes, espadas, puñales y arcabuces. No sólo con pica cerraba el infante cuando los cuadros estaban chocando uno contra otro. 


Lansquenetes había en ambos bandos: por parte del rey de Francia aquellos llamados de las bandas negras, y por parte del César, los del famoso von Frundsberg[e].

Suizos, en este momento, sólo a sueldo del rey de Francia.



Tropas imperiales. Infantería española

[Véase la tabla en el apéndice inserto al final del artículo]

De una relación de la infantería española en Italia en diciembre de 1525, tenemos que había 36 compañías con 7503 infantes en sus filas. De estos, 1090 tenían plaza de arcabucero, y 1515 de escopetero, resultando que las bocas de fuego suponían cerca de un 35% de las plazas de soldado, y que de estas, el 42% eran de arcabucería. El resto tendrían plaza de piqueros, sirviendo como coseletes o como picas secas, junto con algún alabardero y seguramente, más de un rodelero.

La compañía de arcabuceros de Quesada tenía un 83% de hombres armados con armas de fuego, y fue a la que Pescara encargó respaldar a la caballería imperial a cargo del virrey Lannoy cuando ésta fue al encuentro de la gendarmeria real francesa.

Compárense estas cifras con las ofrecidas para alemanes... Ciertamente, los testigos italianos podían afirmar que la "schiopetaria" de la vanguardia imperial era "un mondo".

El sueldo es una forma de valorar el trabajo que lleva a cabo el soldado: el infante percibía tres escudos al mes, el arcabucero sumaba a ese estipendio una ventaja de un escudo y tercio, y al escopetero se le otorgaba una ventaja de tres reales [lo cual no llegaba a un tercio de escudo].

Vemos pues, que se valoraba más el trabajo llevado a cabo por el arcabucero, y algo menos, por el escopetero.



Infantería española versus caballería francesa


Cuando la caballería imperial choca contra la caballería francesa, la compañía de arcabuceros de Quesada acude a socorrerla. Es en medio de la refriega cuando los arcabuceros y escopeteros se dedican a disparar sobre los gendarmes franceses, identificados con sus cruces y bandas blancas, así como por carecer de la camisa blanca impuesta para todas las tropas imperiales aquel día por Pescara, al tratarse la operación que derivó en batalla, en principio, de una encamisada nocturna.

No podemos inferir por tanto, que la arcabucería española derrotó por sí sola a la caballería francesa, pues como decimos, ésta se hallaba ocupada luchando con la caballería imperial, pero sin duda la intervención de la arcabucería fue definitiva para derrotar a la gendarmería, superior, sin lugar a dudas, en calidad y número a la imperial, compuesta por hombres de armas españoles, italianos y borgoñones [3].


Hombre de armas francés cayendo bajo el fuego
de arcabuceros imperiales.
Detalle del tapiz nº3 de la serie de Van Orley
De la Historia del marqués de Pescara de Pablo Jovio, extraigo un pasaje de la traducción hecha por Pedro Vallés:
de los apercebidos españoles, y derramados en torno era tirada a todas partes con golpes mortales una infinidad de pelotas de plomo, las quales no salian ya de escopetas, como poco antes se usaba, sino de piezas mas gruesas, que llaman arcabuzes: pasaban de una banda a otra, no solamente los hombres de armas, mas aun muchas veces dos soldados y dos cauallos juntos,

Ya hemos explicado como amén de los arcabuces, aún se usaban escopetas en esta época [en una proporción de 3:2 para el total de la infantería española] como podemos ver en el desglose de la compañía de arcabuceros de Quesada: 163 infantes, de los cuales, 63 escopeteros y 72 arcabuceros, pero en todo caso, la cita de Jovio es muy clarificadora respecto a la diferencia: de calibre y de potencia, pues las piezas eran más gruesas y "pasaban de una banda a otra" a hombres de armas.

Respecto a la potencia, es indudable que muchos hombres y caballos [4] cayeron atravesados por pelotas de plomo. A algunos les pasó la bala la coraza, y otros, sin embargo, se salvaron, como el rey de Francia que había "recebido algunos arcabuzazos en la coraça doblada, pero sostuvolos tan fuertemente [que] fue tenido por milagro".  El peto, sin duda, y el espaldar de la coraza del rey sería doblado: esto es, con dos piezas superpuestas, la doblada, especial, para resistir la potencia de las lanzadas, y en este caso, para salvar a la persona de Francisco de los disparos recibidos [5]. Impactos en zonas menos protegidas como muslos o brazos  [6] podían causar importantes heridas - como la recibida en un muslo por el señor de Lescun, de la cual murió en 9 días - y dejar, desde luego, inhabilitado al herido para el combate.


Arcabuceros imperiales dispara sobre la caballería francesa, con el marqués del Vasto o del Guasto - con su nombre sobre la cabeza - armado con una alabarda codirigiéndolos. Tapiz nº3 [forma parte de un conjunto con el número 2] de Van Orley sobre la batalla de Pavía. Ver detalle de la parte izquierda en la imagen anterior.

Francisco 1º atropellando a infantes suizos durante la batalla de Marignan [1515] retratado por Noël Bellemare hacia 1529-1530. No hubo en Pavía ocasión por parte de la gendarmería francesa de arrollar a la infantería española.










Infantería española versus infantería al servicio del rey de Francia

Los infantes españoles, caminan en escuadrón junto con los dos escuadrones de lansquenetes imperiales para afrontar el escuadrón de lansquenetes de las bandas negras [7] - traidores a su señor el Emperador - el cual tiene en vanguardia 4000 coseletes escogidos y 200 escopeteros que "no traían puntería".

Los escopeteros alemanes que según el relato de Cereceda "no traían puntería", y que según Oznaya "ponen fuego atada la mecha a un palillo" quedan ejemplificados en este detalle de la "Batella de Alesia" de Melchor Feselen [1533]: el arcabucero de gris dispara llevando la mecha sobre un "palillo" y aplicándola directamente sobre el fogón. Estas escopetas, todavía en uso en el primer tercio del XVI, carecían de llave, y por lo tanto, no podían ser disparadas llevándose la coz [hoy diríamos culata] del arcabuz al hombro y pulsando el gatillo o disparador. Estas escopetas tampoco tenían mira alguna dispuesta sobre el cañón, evidentemente. En la imagen se ven otros arcabuceros que sin "palillo", y con llava, sin embargo también tiran sin puntería.



Más claro aún resulta Juan de Oznaya;

Ya los arcabuceros que delante estaban se habían apercebido de encender cada uno tres ó cuatro cabos de mecha, y en las bocas cuatro ó cinco pelotas , por cargar mas presto. Pues hincadas las rodillas, y las mechas en las llaves de los arcabuces, y viéndolos levantar, se adelantaron hasta diez pasos sus escopeteros y arcabuceros, y disparan juntos hacia nosotros; pero como aun no eramos levantados, y ellos no tiran á puntería, sino con la una mano tienen la escopeta, y con la otra ponen fuego atada la mecha á un palillo, no mataron ni aun hirieron á ninguno; y en tirando volvieron á meterse en su escuadrón para tornar á cargar"


600 arcabuceros españoles destacados responden la primera ruciada de los escopeteros alemanes, y en "medio cuarto de hora" no se veía coselete en pie, pues todos habían caído, siendo el caso que "tal coselete se halló con cinco arcabuzazos en el peto, y otros con cuatro y otros con tres y con dos". Hubo arcabuceros que tiraron 8 y 10 tiros, y los que menos más de seis.


Lansquenetes ilustrados por Erhard Schoen. Entre los piqueros que caminan tras los alabarderos, podemos encontrar dos coseletes en los extremos de la fila bien pertrechados con sus armas defensivas.

Los arcabuces se recalentaban con los repetidos disparos, hasta quedar en muchas ocasiones inservibles [la carga de pólvora se podía prender accidentalmente con el calor, y el plomo se podía derretir dentro del cañón] y tal le sucedió al capitán Quesada que "con el gran escuecimiento que tenía su arcabuz" hubo de tomar "un ginotón o vero lanzón" para continuar combatiendo.

La potencia de fuego española, que va a ser clave en esta batalla y en el predominio de las armas españolas en los campos de Europa en el siglo XVI, queda constatada en estos pocos minutos. El escuadrón de las bandas negras ha quedado desecho.


Arcabucero español retratado en el cartón número 8  [titulado "Batalla en los pozos de Túnez"] de la serie de la Conquista de Túnez [1535]. Los cartones ejecutados por Jan Cornelisz Vermeyn, sirvieron de modelo para las manufacturas de tapices de Willem Pannemaker, obra que se ejecutó entre 1546 y 1554. No obstante, el mérito básico de la obra es de Vermeyen [o Vermey], que acudió a la empresa por encargo del Emperador a modo de corresponsal gráfico y ejecutó los patrones que sirvieron de modelo a los artesanos tapiceros.


No en vano escribió el 25 de febrero el virrey de Nápoles Charles de Lannoy a la gobernadora de los Países Bajos, Margarita de Austria, atribuyendo el haber ganado la batalla principalmente a los 2pietons" [infantes] españoles:
La batalle ette bien dispute de quote et d'autres et ont nos Gendarmes et Pietons fort bien fet leur devoir, et principalment les Espagnoz qui ont ette cause de la vitoire.

No cabe duda del papel jugado por la infantería española en esta batalla, y en especial, de los infantes armados de escopeta y arcabuz.

Respecto a la superior cantidad y calidad de las armas empleadas por la infantería española no cabe duda. Antaño mantuve algunas dudas respecto a las diferencias entre escopeta y arcabuz, ahora no me queda duda de que la diferencia estaba en el calibre [y potencia] del arma, y que escopetas y arcabuces podían ser de metal [latón] o de hierro, y disponer de llave o serpentina, o, más rudimentarias, carecer de mecanismo de ignición incorporado al arma, y precisar por tanto el infante de un rudimentario método para aplicar la mecha al fogón del arma, como hemos visto en el detalle del cuadro de Feselen.


Detalle del tapiz nº3 de la serie de la batalla de Pavía. Podemos ver en primer plano dos arcabuceros. El de la izquierda sostiene su arma con cañón de metal [latón, aleación de bronce] y el de la diestra con cañón de hierro. Se puede apreciar claramente en el caso de la izquierda como el cañón estaba compuesto de diferentes tramos - no se labraba a partir de una sola pieza. La llave que lleva la mecha a la cazoleta del arma es muy elemental, y su muelle, externo.




Notas


[1] Respecto a las diferencias de calibre, un testimonio, algo posterior, referido al ejército turco:
vide uno squadron' di 12 mile schiopetieri che sono li ianizari, quali haveano schioppi longi et di butada de ballote de archibusi, 
Exposition [...] da lo exercito dil Signor turco, realizada por el capitán Ringon al duque de Urbino, Agosto de 1532

Estos jenízaros escopeteros usaban "escopetas largas" que disparaban "bala de arcabuz".

Curiosamente, se seguirá usando la voz escopeta en lengua española para referirse a las armas de fuego usadas por turcos y berberiscos, cuando para las armas de europeos se usará únicamente la voz arcabuz a partir de la década de 1540.


[2] Por ejemplo, en 1543, se intenta imponer [quizá debería decir restablecer] en los Países Bajos el uso de bardas por parte de las bandes d'ordonnance, con resistencia por parte de los soldados, reclamando carretas para su transporte, pues una cosa era cargar el caballo el día de la batalla, y otra que el animal fuera todo el año caminando con tal peso, para lo cual se necesitaba un transporte, bien carros, bien "chevaux de corvée" [literalmente, "caballos de fatiga"].

El triunfo de Maximiliano [h.1515]


[3] De la caballería borgoñona, procedente de los Países Bajos, se indicó por diversos testimonios que eran "homeni de arme 160 armati a la borgognona" o bien "130 cavalli armadi in bianco a la borgognona". Otro testigo indica que por Crema habían pasado 120 hombres de armas y 200 "cavalli de borgognoni, tra li quali ne erano 120 ben armati". En una carta del obispo de Pola - bien documentada, incluida en el volumen 2 de las "Lettere di Principi" se habla de los "cavalli ligieri Borgognoni".
Parece que estos hombres de armas "a la borgoñona", no eran una imponente banda d'ordonnance de los Países Bajos, y habría diversas calidades en el equipamiento de los soldados, algunos serían hombres de armas y otros caballos ligeros, como las tropas comandadas por Etienne de Grospin.


[4] Hay varios casos de caballeros - como el propio rey - que derribada su montura quedaron atrapados bajo la misma. Derribada la montura, poco podían hacer, como el señor de la Palice, que intenta retirarse, pero "los años y el peso de las armas" facilitan al capitán Gastaldo que lo atrape y rinda, aunque un Basurto vizcaíno lo mata de un arcabuzazo a bocajarro contra la coraza.
Los caballeros disponían de monturas de refresco, pero a este reemplazo se acudía tras haber hecho una o dos cargas a lo sumo y, naturalmente, sobre el caballo aún vivo; los escuderos aguardaban a sus señores con sus segundos caballos. Desmontados, los hombres de armas fueron presa fácil para las ágiles escuadras de infantes, que lograron ese día gozar del "más precioso despojo y más nobles prisioneros".


[5] El marqués de Pescara fue herido de un arcabuzazo "por medio de los pechos que, pasándole el coselete y los vestidos, llegaba á la carne; y como la pelota estaba caliente hacíale pensar que entraba por el pecho en el cuerpo; y esto le traia algo fatigado".
La bala había roto el peto del coselete, pero parece que la protección frenó el disparo, pues no atravesó el pecho del marqués, según se refiere del proceso de retirada de la misma: "un gentil hombre suyo llamado Antonio de Vega, le quita presto los correónes del coselete, y metiendo la mano al pecho, halló la pelota junto á la carne hecha una tortilla; y pidiendo albricias al marqués, se la mostró".

Tal y como indicaba el De Re Militaris:
caso que los arneses sean en demasía débiles para resistir al artillería o las arcabuzos, no obstante esto ellos defienden la persona de los golpes de las picas, de halabardas, de espada, de saetas, de piedras, de las ballestas y de los arcos, y de toda otra ofensa que puede proceder de la mano de los enemigos, y algunas veces un arcavuz estara tan mal cargado o escalentado, o bien podra tirar de tan lejos que el arnes por poco bueno que sea salvara la vida del hombre.


[6] Como recogen las memorias de Florange: "Et fut blessez mons' d'Espoy, tant aulx cuysses que aulx bras, de cincque coup de hacquebutte".


[7] Las Bandas Negras se formaron durante las guerras de Frisia [o guerras de Gueldres] de principios de siglo. Charles d'Egmont, entonces duque de Gueldres, incapaz de entretener las tropas extranjeras, las licencia, y las Bandas Negras, que habían sido levadas por Jorge, duque de Sajonia, inician su camino como unidad con nombre y dirección propia, sirviendo a diversos señores - como a Luis XII en su conflicto con los suizos en 1515 por el dominio de Milán - o dedicándose, en épocas de problemas económicos al pillaje en los Países Bajos y zonas fronterizas con Alemania.
En 1517, diversos estados afectados organizarán un fuerte ejército para acabar con la ola de saqueos y las Bandas Negras quedarán prácticamente desechas.

En 1515, se aguardaba en Italia esta "famossissima banda tuta vestita de negro et drapi, et arme et le piche" y se esperaba fuera "belissima veder".

El uso del distintivo negro por parte de tropas "autonómas", que no tenían, o no reconocían vinculación de vasallaje con ningún príncipe o estado, no es un caso aislado: las mismas tropas de Juan de Medici eran conocidas igualmente como Bandas Negras, y considerados peores que turcos, por su comportamiento.


Apéndice

Compañías de infantería española en Italia a diciembre de 1525.






Soldados de infantería española en 1535

Jornada de Túnez (1535)

El pintor flamenco Jan Cornelisz Vermeyen acompañó al Emperador en su expedición, con el encargo de tomar testimonio visual de lo acontecido. De la jornada de Túnez se realizaron 12 cartones y 12 tapices entre 1548 y 1554 en los talleres de Pannemaker. Quedan 10 cartones en Viena - 1º y 9º desaparecidos - y 10 tapices en Madrid - 8º y 11º desaparecidos - pero se conservan las 12 imágenes, pues las cuatro piezas desaparecidas no son coincidentes.

Tienen el valor de la obra realizada in situ, aunque la hermana del monarca y gobernadora de los Países Bajos, María de Austria, la hiciera modificar, por el exceso de escenas violentas que aparecían en primera instancia.

Los dibujos se terminaron de hacer en 1549, y ahí comenzó el trabajo de los talleres de tapices.

Cartón  nº8. Batalla de los pozos de Túnez




Este es sin duda el que aporta más información sobre los soldados de infantería. Adjunto el texto que describe la obra:


La vanguardia, como describe el texto precedente, la llevan soldados viejos españoles, y soldados italianos.



Vemos como los piqueros son picas secas; a lo sumo llevan celada y gorguera, pero en ningún caso se defienden el cuerpo con coselete. Quizá - muy probablemente - lleven bajo la ropa una camisa de malla con mangas de antebrazo, manga corta, que diríamos hoy.

Los soldados llevan calzas y jubones - muchos de ellos del estilo denominado "acuchillado"; cubren sus cabezas con bonetes, birretes y sombreros, con o sin plumas, o bien la protegen con una celada [1].

Se puede apreciar el sencillo mecanismo de estos arcabuces, con los muelles y resortes visibles; al fin y al cabo, están representando una escena de 1535, aunque se pintara a mediados de siglo.

Las espadas largas de dos filos, hoja triangular, se llevan a la moda de España, con la vaina baja.

El infante caído en primer término, porta una pequeña rodela - no más de dos palmos de diámetro en su brazo derecho. Sabemos por un relato de la entrada del emperador en Messina, que entre los soldados había rodeleros y ballesteros:

et io vidi d’archibuseri quasi cinque milia, e tra picche, balestre, spade, e rotelle un simil numero tal che i spagnoli, soldati che all’hora, in Messina si trouarono in numero, di, mille amirati si della quantità del numero come dell’ordine

Soldados alemanes. Carton nº4. 
En las ilustraciones aparecen representados soldados alemanes, todavía en esta época lansquenetes claramente reconocibles por sus ropajes, así como sus espadas katzbalger: cortas, rectas, con su característica guarnición en forma de S u 8, llevadas al cinto casi horizontalmente.

Una relación [2] nos da idea de las naciones que participaron en la empresa:
y muy presto echaron de un golpe en tierra doce ó trece mil infantes, así españoles como tudescos y italianos, porque destas tres naciones constaba nuestro ejército : eran siete mill y seiscientos alemanes, eran cuatro mill españoles viejos que vinieron de Italia y nueve mill que vinieron de España [3], y de cuatro á cinco mill italianos. 

Veamos a estos alemanes, por comparar una y otra moda militar. En primer lugar, vemos que las tres banderas de alemanes son enviadas por el Emperador para reforzar los españoles nuevos que estaban bajo la orden del marqués del Vasto, o del Gasto:





Tanto los bonetes, como las calzas, como las camisas, son considerablemente diferentes: ropa holgada para los germanos, y ajustada para los hispanos. Podemos ver alguna gorguera de maya y celada, y sobre el jubón del soldado de vanguardia, la cruz roja que le identifica como leal súbdito - o al menos, leal servidor - del emperador y la casa de Austria.

Yo diría que el arcabucero arrodillado en primer término, con ropa amarilla y birrete beige, es uno de los españoles nuevos a los que las tres banderas de alemanes acuden a reforzar.

Notas
1. La celada de los dos arcabuceros situados tras el caballo, es del tipo representada en el Inventario Iluminado o Relación de Valladolid de 1548:



Curiosamente, en los Países Bajos en esta época, se denominaba ese casco como "sallade" o "salade de pieton": celada de infante.

2. Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España. Volumen 1

3. Gonzalo de Illescas dice que fueron ocho mil los infantes juntados en Barcelona para la expedición.

Bibliografía y recursos
"Pinturas tejidas" la guerra como arte y el arte de la guerra en torno a la Empresa de Túnez. Juan Luis González García
http://press.khm.at/pr/khm/kaiser-karl-v-erobert-tunis/

Soldados españoles en 1529-1530

La cabalgata del Emperador Carlos V en su entrada en Bolonia

El 28 de julio de 1529, se embarcaba Carlos en Barcelona para acudir a coronarse - con la corona de hierro de los reyes longobardos, y la de oro, propia de los césares - en Italia. Le acompañaban 8.270 soldados de infantería en 22 compañías, entre los cuales encontramos como tiradores los especialistas escopeteros y arcabucero, como la compañía de Diego de Andrade, de la que sabemos que tenía 279 hombres, de los cuales, 81 eran arcabuceros y 27 escopeteros.

La entrada solemne en Bolonia realizada el 5 de noviembre, fue objeto de numerosos relatos de testimonios presenciales, y al menos, de una serie de grabados, que aún no tan elaborados como los que se hicieron para la cabalgata posterior a la coronación, aportan, en sus dos hojas finales, información gráfica sobre los soldados españoles del César.

El texto que encabeza el folio 29 de la obra - el 31, siguiente ilustrado y último, carece de epígrafe - reza así:

Nel ultimo sono venuti, 6, bandiere di 
spagnoli li quali sono venuti co la ce- 
sarea maestà p mare li qualli vien sti- 
madi apresso 3000 , et veneno in or- 
denanza a 5 a 5 ,a chavalo et a pede. Et 
questo se fa notto a tutte le natione 
Stampata in venetia a di p.º luio 1530. 

En el último vienen 6 banderas [compañías] de
españoles, los cuales han venido con la 
cesárea majestad por mar, los cuales son 
estimados en unos 3000, y vienen
en orden de 5 en 5, a caballo y a pie.
Y esto "se hizo notar" a todas las naciones.
Estampada en Venecia a primero de julio

Se asume como correcto el año de impresión de 1530.

Testimonios presenciales
Los relatos que nos han llegado - dada la importancia del evento - son muchos y variados, coincidentes o contradictorios, pero todos interesantes. Extracto un par de ellos.

La retroguardia di gente spagnuola era composta della compagnia di Don Pietro de Bovadilla di millecinquecento archibugieri ; di altrettanti quella di Don Giovanni, e di Don Pietro de Mendozza , armati di picche.

Por Quatrefages sabemos que en Barcelona se embarcó la compañía de don Pedro de Bobadilla, de 480 soldados, y la de don Pedro de Mendoza, de 294. Capitanes don Juanes había dos, de Luna y de Mendoza, y cualquiera de ellos podría ser el que entró. Evidentemente, no todos los soldados de una compañía eran de un arma, pero a la hora de marchar, se distribuían por armas - y naciones - y no por compañías: arcabuceros con arcabuceros, y piqueros con piqueros, aunque fueran de tres o seis compañías diferentes.

Ultimamente la fantaria spagnola venuta di Spagna con Sua Maestà; havendone lasciata una parte fori di la cita, rimase la più bruta, che invero é tuta poco bella. 

Para el testimonio precedente, aún habiendo dejado fuera de la ciudad acampada la infantería "piu bruta", las tropas españolas eran "poco bellas". Para el que sigue, por el contrario:

a la flne sei bandiere de spagnoli a cinquecento per bandiera,bella gente certo

fantaria detroguardia spagnola, archibusieri numero 400, bandiere 6, piche numero 900 

Otra relación de la entrada del Emperador en Bolonia indica que los soldados españoles eran 900 arcabuceros y 900 piqueros. Esta es una de las más detalladas, y parece razonable tomar la cifra como correcta.

Las estampas

En la primera [f.29] podemos ver a tres oficiales, seguidos de dos tambores, que conducen un grupo de arcabuceros, cerrados - en esta primera estampa, pues la segunda es continuación de ella - por dos tambores y uno o dos pífanos.

Los capitanes cubren sus cabezas con bonetes emplumados, se arman con coseletes con enormes gorgueras y portan jinetas en las manos. Las espadas - las de todos los soldados - se llevan a la moda de España: hoja larga y triangular, empuñadura en cruz y algo caídas, muy diferentes de las espadas de los lansquenetes alemanes, cortas, rectas, guardamanos en S, y llevadas casi horizontales.


En la segunda [f31] podemos ver un medio tambor y tres banderas - lo que sugiere que quizá falte una estampa intermedia entre ambas - y otro grupo de arcabuceros. Los abanderados portan coseletes; como los de sus capitanes, con imponentes gorgueras; dos con los cascos empenachados.



Arcabuceros y ¿escopeteros?

Los arcabuces - según identificación realizada por d.Michael Trömmer - son de estilo Nuremberg. La mayoría llevarían una sencilla llave, aunque en la segunda estampa - tercer arcabucero por la izquierda - podemos ver un arma sin llave; esta sería disparada con la ayuda de un hierro candente, o una mecha prendida sujeta a un aplicador [1] .

El cañón en el tramo próximo a la boca se acampanaría hasta tener un grueso notablemente superior al resto su parte final [2]. Podemos ver en la caja de los arcabuces las baquetas, y en su coz - lo que hoy denominamos culata, término entonces reservado para la pieza metálica que cerraba el cañón a terraja [a rosca], así como el espacio del cañón donde se recogía la pólvora - podemos ver unas cajetillas - muy apreciables en la segunda estampa - donde se guardaban utensilios de limpieza, así como tacos para el disparo.

En cada una de las dos estampas a los que nos referimos se pueden apreciar dos soldados con sendas horquillas de apoyo. En esta época, los arcabuces no eran los pesados hermanos mayores de 1560, los mosquetes, y se asume que normalmente serían usados sin horquilla, pero quizá habría alguna pieza mayor o se habría convenido que con una horquilla se facilitaba la precisión en el tiro, pero existían arcabuces de brazos, de muro y de horquilla, como recoge Vannoccio Biringucci en sus Diece libri della pirotechnia de 1550.

Los soldados portan casco [celada] con una gran visera [sobrevista, sobrevesta o sobrevisera] y un guardanuca [3]  y cuanto menos, una gorguera, como armas defensivas. Puede que bajo la ropa llevaran una malla, pues fue normal su uso - incluso entre arcabuceros - hasta mediados de siglo.

De los escopeteros no podemos aportar nada: quizá estén aquí retratados - se aprecia alguna pieza más ligera que otras - quizá el escopetero sea el soldado con el arma que carece de llave para el disparo...





Notas
1. Como se ve en la imagen que sigue, el arcabucero vestido de azul celeste aplicando la mecha sobre el fogón de su arcabuz. De una relación de la batalla de Pavía [1525], se recoge el testimonio del modo de disparar el ejército enemigo: y ellos no tiran á puntería, sino con la una mano tienen la escopeta, y con la otra ponen fuego atada la mecha á un palillo.



2. El acampanamiento de los cañones de arcabuz aquí representados quizá resulte excesivo, a particular interpretación del artista, pero podemos ver por ejemplo en la colección de Michael Trömmer dos piezas que dan idea de su forma real: una toscano-emilia, datada hacia 1525, y otra pieza de Nuremberg, datada en 1539. Veánse con atención los despieces de las armas.

3. Celadas como la que aparece en la Relación de Valladolid de 1558 - Inventario iluminado, de la armería personal de Carlos V - aunque esta pieza tiene orejeras u orejetas, y la guardanuca parece ser de la misma plancha lisa que el casco, y no de launas o laonas sobrepuestas. Se puede ver los remaches de sobrevista y orejera:



Apéndice

Capitanes que acompañaban al Emperador desde Barcelona

Diego de Andrade con 279 soldados
Juan de Figueroa, 426
Jorge Sánchez de Sahajosa, 472
Comendador Ronquillo, 258
Hernando de Llanos, 294
Pedro de Mendoza, 251
Juan de Mondragón, 170
Diego de Cangas, 263
Francisco Pachecho, 455
Francisco Sarmiento, 291
Rodrigo Maldonado, 251
Sebastián de Medina, 322
Gómez Manuel, 311
Don Felipe Manrique, 407
Francisco de Ávila, 436
Alonso Gayoso, 403
Diego Baca, 500
Juan de Mercado, 500
Don Juan de Luna, 498
Don Pedro de Bobadilla, 480
Don Juan de Mendoza, 501
Don Diego de Mendoza, 502

Total: 8270 hombres en 22 banderas, a 376 hombres por compañía

Fuente, Quatrefages, 1996. p.303 y 304

Según Alberto Scotto, escribiendo el 26 de setpiembre de 1529 desde Brescia, hanno meschiato molti capi de spagnoli vecchi in queste 
fantarie nove, perchè crede non siano più pratichi, o sea, dieron capitanes viejos a los bisoños. 



Bibliografía

Doble coronación de Carlos V en Bolonia, 22-24/II/1530, Vicente de Cadenas y Vicent. 1985

La revolución militar moderna. El crisol español. René Quatrefages, 1996


Enlaces externos

Investigaciones realizadas por el experto y coleccionista bávaro Michael Trömmer, que publica regularmente en  http://www.vikingsword.com/ 

El manejo del arcabuz

El arcabuz de mecha era un arma de mecanismo sencillo, y precisamente por su sencillez, el soldado que la manejaba, debía llevar a término una larga serie de acciones para poder cargar y disparar su arma, complicándose tales movimientos por la presencia permanente de una cuerda - o mecha - con sus dos cabos encendidos, que accidentalmente, podía prender la pólvora que manejaba el soldado, causándole la muerte.

y Lázaro de Solís, cabo de escuadra de D. Sancho, natural de Jaén, resistió á los enemigos junto al puente orilla del arroyo , con tanto ánimo , que á no volársele la pólvora de los frascos , causa de abrasarse todo, les diera mucho en que entender

Detallaremos la serie de movimientos necesaria, para un arcabuz de mecha con cubrecazoleta [c.1540-c.1670]

CARGA

1. Cebar la cazoleta con el polvorín.



2. Cerrar la cubrecazoleta

3. Soplar sobre el conjunto - cerrada la cubrecazoleta - para eliminar los restos de pólvora que hayan caído fuera de la cazoleta, en soslayo de una ignición fortuita.


4. Llenar el arcabuz con la carga principal de pólvora. Bien usando los frascos - o doce apóstoles con la carga dosificada - llevando la boca del frasco a la boca del arcabuz y volcando todo su contenido, o bien usando el frasco principal, y echando a ojo una carga de pólvora, regulando su volcado con un pulsador que liberaba la apertura del frasco.

5. Introducir la bala por la boca del arcabuz

6. Sacar la baqueta del fuste, acortarla y llevarla a la boca del arcabuz.


7. Llevar la baqueta por el ánima del cañón hasta tocar la bala, y golpear dos veces sobre esta para prensar la pólvora.

8. Sacar la baqueta e introducirla de nuevo en el fuste.

COLOCACIÓN DE LA MECHA
9. Colocar la mecha en el serpentín, tomando la medida del trozo que se ha de engarzar, de manera que el cabo encendido caiga justamente sobre el polvorín.


10. Avivar el cabo encendido de la cuerda para que haga buen efecto, soplando sobre él.

DISPARO
11. Llevarse el arcabuz al hombro y apuntar.

12. Liberar la cazoleta de su tapa.

13. Pulsar el disparador.

14. Soplar la cazoleta para eliminar los restos de pólvora quemada y posibles rescoldos, quedando el arma preparada para reiniciar el proceso.



Waldhausen - que como tantos otros copiara los manuales ilustrados de De Gheyn - describía 42 movimientos - obviando por cierto, como el original, ¡la introducción de la bala!. Puede que algunos de ellos fueran rebundantes, pero aún así, el manejo del arma requería una serie de movimientos precisos, una metodología que debía adquirirse con la experiencia, y una práctica que de no haber sido alcanzada, podía llevar al soldado a incurrir en descuidos que en pleno combate podrían resultar mortales, máxime cuando se ha indicado que se manejaban cargas de pólvora al tiempo que con una mano se sustentaba una mecha con dos cabos encendidos:



Si alguien se le antoja que 42 son demasiados movimientos, en las Ordenanzas Militares de 1728 - cuando la llave de mecha llevaba décadas desterrada y el manejo del arma, por tanto, era más sencillo - se describe una serie de 27 movimientos - sin contar con el uso de la bayoneta - algunos de ellos a ejecutar en dos y tres tiempos, para el buen manejo de fusiles con llave de chispa y munición de cartucho [pólvora y bala envueltas en papel, dando lugar por tanto, a una sola carga].

El arcabucero de los tercios: el gallardo soldado


El arcabucero fue durante la mayor parte de la existencia de los Tercios la principal pieza ofensiva del sistema táctico. Ya fuera en batalla, en las mangas del escuadrón o en sus guarniciones, o en una manga volante separados del escuadrón escaramuzando, en los asedios y en las encamisadas, era el soldado gallardo por excelencia: aquel que por su ligereza y capacidad de ofender a distancia, podía acudir a todas las facciones.

La génesis del arcabucero

En la década de 1520, el escopetero de la infantería de ordenanza de los reyes católicos deja paso al soldado arcabucero, conviviendo conjuntamente durante algunos años ambas tipologías de soldados.

En la batalla de Pavía, si no nació el arcabucero español, al menos sí ganó fama y merecido nombre:
era esta batalla la mas peligrosa, y mortal de todas, y muy contraria a los caballos franceses, porque de los apercebidos españoles, y derramados en torno era tirada a todas partes con golpes mortales una infinidad de pelotas de plomo, las quales no salian ya de escopetas, como poco antes se usaba, sino de piezas mas gruesas, que llaman arcabuzes: pasaban de una banda a otra, no solamente los hombres de armas, mas aun muchas veces dos soldados y dos cauallos juntos, tanto que la campaña cubierta de un miserable estrago de nobles caualleros y de cauallos franceses, que morían en un mismo tiempo 
Historia del marqués de Pescara, de Pablo Jovio, traducida por Pedro Vallés.

En 1525, en el mes de diciembre se hacía una muestra de las tropas españolas en Italia, que habían jugado un papel fundamental durante la batalla de Pavía para derrotar a las tropas francesas.

De esta muestra resultaba que de los 7503 infantes que había repartidos en 36 compañías, 2605 eran ya bocas de fuego [34,7%] siendo tan sólo 1090 de ellos arcabuceros, frente a 1515 escopeteros.


Compañías de arcabuceros

En la Ordenanza de Génova de 1536, que algunos estudiosos señalan como la que da a luz al sistema de los Tercios, se señala que algunas compañías de infantería habían de ser íntegramente de arcabuceros, habitualmente, dos de las doce compañías, que en teoría, formarían un tercio.  Esta norma se mantiene - cuanto menos sobre el papel - hasta la promulgada en el reinado de su bisnieto Felipe IV, en 1632, que impone un mismo pie para todas las compañías.


Su papel en combate

El arcabucero fue durante el siglo XVI, la principal baza ofensiva con que contaba la infantería española, y el mosquetero - aparecido en la década de 1560 - aunque fue naturalmente ganando importancia dado su potencial de fuego, no le dejó apartado de la historia, sino que - cuanto menos en el papel - convivió con él hasta prácticamente la extinción del sistema con las reformas de 1704.

El arcabucero aunaba en su ser movilidad y potencial ofensivo. En el campo de batalla debía siempre contar con el resguardo del cuadro de piqueros, pero cuando se ofrecían acciones más dinámicas - encamisadas y golpes de mano, ya fuera en asaltos a plazas fuertes o salidas - podía prescindir de las picas, y jugar su papel, con tan sólo su arcabuz y su espada.

Cuando en 1542 Fernando I de Austria envió su ejército a recuperar Buda y Pest, ciudades en el reino de Hungría a orillas del Danubio en manos de los turcos, doce banderas de italianos a cargo de Vitelo formaron escuadrón:

con los suyos muy cerrados, y mando a sus arcabuzeros que tirassen hincando la rodilla derecha debaxo de los piqueros. Trauose la batalla con gran ruydo, morian muchos, y los Turcos arremetiendo con obtinada osadia, procurauan romper con vn cuño la ordenança de los nuestros, pero los nuestros se defendian valentissimamente.

Más tarde, acuden a la batalla la caballería húngara y los caballos alemanes del duque Mauricio, tomando a los turcos entre los caballos y los infantes italianos. Estos, rehacen rápidamente su orden, salen los arcabuceros del escuadrón - dónde se hallaban protegidos por el erizo de picas - y forman mangas, mientras que los piqueros avanzan en formación cerrada:

Las compañias de Vitelo no faltando ala occasion arremetieron con sus picas baxas, y los arcabuzeros estendiendofe por ambos lados como dos braços, cerraron con los Turcos y ellos, y las vándas de los Vngaros y los cauallos Alemanes los mataron alli en medio.

Vemos como los arcabuceros se reordenan rápidamente según la ocasión: primeramente, operan a la defensiva, los tiradores a cubierto de los infantes turcos disparando sus arcabuces desde dentro del escuadrón de picas, después, al acudir la caballería en su socorro, se despliegan en dos mangas - el autor dice brazos - para pasar a la ofensiva.

Con el arcabuz se podía ofender a distancia - hasta doscientos pasos - pero a veces se ordenaba disparar a dos picas de distancia, como recoge Luis de Ávila y Zúñiga ordenó el duque de Alba durante la campaña en Alemania de 1546/47:
y habia ordenado que toda nuestra arcabucería estuviese sobre aviso á no disparar hasta que los enemigos estuviesen á dos picas de largo de nuestras trincheas; porque desta manera ningún tiro de nuestros arcabuceros, que eran muchos y muy buenos, se perdería, y si tiraban de lejos, los mas fueran en balde; y así, mandó que las primeras salvas, que suelen ser las mejores, se guardasen para de cerca. 

Lo normal era disparar a unos cincuenta pasos cuando se estaba escaramuzando, aunque se podía comenzar a tirar a trescientos.

Con el arcabuz se mataba a cien pasos, sí, pero era necesario un escuadrón de picas para recoger a los soldados cuando era menester, por eso en la instrucción de 1538 se limitaba el número de arcabuceros que habría en un tercio, porque los soldados parecían preferir sentar plaza de arcabuceros.

La importancia del escuadrón de picas queda reflejado por un episodio sucedido durante la jornada de los Gelves en 1560, en que un grupo de arcabuceros se adelantó luchando contra los moros, y habiendo descargado sus arcabuces al unísono, tuvieron que recogerse en el cuadro de las picas, que igualmente, se avanzó para evitar que sus compañeros en retirada fueran degollados por los moros:

Viendo los enemigos tan pocos, y que de mal pláticos habían disparado los arcabuces todos juntos, dieron sobre ellos y hiciéronlos tornar con más priesa de la que habían traído. Fueron causa éstos, con su mal orden, que los dos Capitanes que hasta allí se habían mantenido bien, desamparasen los puestos y se retirasen, y hirieron en el alcance á Gregorio Ruiz de una lanzada, de que murió dende á pocos días. Perdióse gente en esta retirada, y perdiéranse todos si el escuadrón no marchara á socorrerlos.
Las retiradas vergonzosas que hicieron este día los arcabuceros italianos y los nuestros, fueron por ir más adelante de lo que debían, sin llevar picas que los amparasen.


Preferencia por el arcabuz, desdén por la pica

Una faceta a destacar de los Tercios era la temprana preponderancia del arma de fuego sobre el arma de asta: así, el arcabuz era el arma por antonomasia y la pica quedaba relegada a un segundo plano, mientras que en otras naciones [alemanes y suizos] parecía estar más equilibrado.

En teoría, un tercio contaba con 10 compañías de piqueros y 2 de arcabuceros [para el periodo 1560-1632]

Descontada la primera plana [11 miembros] las compañías de piqueros tendrían 159 piqueros, las dos terceras partes [Parker comenta que la mitad de los piqueros serían coseletes y el resto picas secas] y el denominado "tercio de arcabuceros", o sea, que la tercera parte de la compañía de piqueros serían arcabuceros.

Las compañías de arcabuceros estarían formadas, en teoría, por 214 arcabuceros, más 25 coseletes alabarderos, aunque algún autor recomendaba que estos coseletes portaran una media pica.

A partir de 1567, en todas las compañías se incluirían 15 mosqueteros, pues fue la fecha oficial de adopción en campo [por lo menos en Europa] de este arma.

Si contamos el Tercio teórico a partir de 1567, el resultado sería el que sigue, detrayendo los mosqueteros de los piqueros:
1443 piqueros [coseletes y picas secas o sencillas]
1194 arcabuceros
180 mosqueteros
50 coseletes alabarderos

En esto vemos un cierto equilibrio que tiende a que la mitad, más o menos, de los efectivos manejen armas de fuego, y el resto sean piqueros.

Y sin embargo, ya sabemos que el teórico rara vez se cumplía en esta milicia, y que eran habituales los Tercios con más de 12 compañías, y con menos de tres mil hombres.

Francisco de Valdés indica en un ejemplo de 1568/1569, que en Flandes, los Tercios de Nápoles [con 600 picas], Lombardía [320 piqueros] y Sicilia [280] no sumaban más de 1200 picas, eso para un total de unos 7000 hombres, más o menos. Con lo que la proporción no llega ni con mucho a la mitad teórica anunciada.

El propio duque de Alba denunciaba en 1567, durante los preparativos de la marcha de los Tercios desde Italia a Flandes, la falta de piqueros que había en los Tercios:
"suplico á V. M. que en las primeras naos que partan de Vizcaya para Flandes, mande V. M. cuatro mil picas porque va esta infantería con tan pocas y tanta arcabucería , que por cierto tengo que no podríamos hacer escuadrón, y no he osado forzallos á que las tomen acá porque no se me huyan mas de los que lo han hecho , que es tan gran número á lo que los maestros de campo me dicen , que estoy espantado".

Efectivamente, las picas eran muy necesarias para formar escuadrón, siendo la amenaza de la caballería el factor determinante para la mayor o menor importancia del escuadrón de las picas, pero fuera como fuese, era este arma y soldado una pieza fundamental del esquema.

Antonio de Leyva asesoraba al Emperador en la campaña que iba a emprender en 1532 contra los turcos. Decía que hiciera arcabuceros a todos los españoles que había en Italia - marcharon 6500 - y que asimismo levantara ocho o diez mil arcabuceros italianos. El resto, serían picas alemanas, con una quinta parte de arcabuceros. Afirmaba que los alemanes sostendrían el peso de la batalla y que los arcabuceros eran muy necesarios para apoyar la caballería imperial frente a la ágil caballería turca, y que eran muy convenientes para la defensa y toma de plazas fuertes, para el día de la batalla, para escaramuzas y para escoltas. Concluía que la arcabucería alemana valía poco, ni se podía confiar en ella, lo mismo que de las picas italianas y españolas, "porque en la verdad, para alemanes es la pica y para español e italiano el arcabuz". [Nota 2]

Cuando se creó el segundo Tercio de Lombardía en 1538, producto de la reforma de otros tres Tercios que en estas provincias estaban, el Tercio que contaba con dos mil hombres en 8 compañías, sólo tendría una compañía de arcabuceros, y el resto, serían banderas de piqueros. Lo que indicaba el Marqués del Vasto en su instrucción, en referencia al tema que comentamos, era que no hubiera en las compañías de piqueros más de la tercia parte de arcabuceros, y que con estos, y la compañía de arcabuceros de don Ramón de Cardona [que él calcula sumarían un total de seiscientos] serían suficientes, y que el resto de arcabuceros existentes debían ser "reformados" tomando estos las picas, y que en caso de no querer los soldados cambiar de oficio, fuesen despedidos. Aunque luego - parece que consciente de que tal medida no se haría efectiva - indicaba que "no fuese pagado aunque sirva con arcabuz [...] y la ventaja no se dé no pague de otra manera".

Y continuaba:
"ítem, que en cada una de las siete compañías de piqueros podrá haber hasta el número de sesenta y cinco soldados con coseletes, y en la del Maese de campo, ciento; y en la del dicho don Ramón, doce coseletes".

Este número de coseletes representaría la tercera parte del total de soldados, y más o menos la mitad de los piqueros.

Parece pues que había mucha reticencia a tomar la pica por parte de la soldadesca española. Por un lado, el piquero seco era el soldado peor pagado, percibiendo únicamente el salario mínimo de 3 ducados. Por otra, el coselete estaba equiparado en sueldo al arcabucero [ambos percibían 1 ducado de ventaja por su especialidad].

Sin embargo, aunque el motivo económico aparece reflejado como causa subyacente de la elección del soldado por servir con una u otra arma, a igual sueldo, era claro que el ir armado, el portar un coselete completo de unos 20 kilógramos de peso, haría a muchos preferir el arcabuz, máxime cuando a la incomodidad de la armadura, se unía la del propio arma, que con una longitud de unos 5.40 metros [26 palmos] no era un elemento fácil de transportar.
El propio Francisco de Valdés hablaba de coseletes que quedaban asfixiados por el esfuerzo de la carrera bajo el peso de las armas, y que el sargento mayor - responsable de las marchas - debía vigilar que el ritmo fuera apropiado, con los descansos para refrescarse adecuados, sobretodo en base al "sobreesfuerzo" que realizaba este soldado en relación a sus compañeros.

El mismo marqués del Vasto indicaba en 1538 respecto al armarse los oficiales: "mando, ansí por dar enxemplo á los soldados, como por otros buenos respetos, de aquí adelante, todos los dichos capitanes y sus alféreces vayan á las guardias y a las muestras con sus coseletes y armas, y el que no fuere desta manera, no sea pagado". Parece que los propios oficiales eran remisos a ir con tal carga.

No obstante esto, lo cierto es que la pica parecía gozar de enorme prestigio, y que de hecho, el privilegio de estar en las primeras hileras del escuadrón, se reservaba - amén de a oficiales en activo, reformados y notables - a aquellos soldados mejor armados, o sea, mejor equipados.

En 1546 reunió el Emperador 43.000 infantes, de los cuales 19.000 eran arcabuceros, un 44%. El ejército tenía 9.000 infantes españoles, 7.000 de ellos, arcabuceros, un 77%. [1]

Giambattista Castaldo, maestro de campo general imperial en 1546, escribió un memorial en que recomendaba como había de formarse el ejército. En las 40 banderas de alemanes altos que debían reclutarse - 12000 soldados a 300 por compañía - debía haber 25 arcabuceros por bandera, lo que no llega ni a un 10%. Por contra, debían traerse 12000 infantes italianos y 8000 españoles, y la mayoría, recomendaba, debían ser arcabuceros y además, los arcabuces habían de ser "de la nueva munición".

Durante esa campaña, con tanta arcabucería como había, se tuvo que dar orden puntual de que 30 arcabuceros de cada compañía de infantería española dejasen sus arcabuces y se proveyesen de picas y coseletes de la munición "para que los esquadrones fuesen mas fuertes". Llevaban al menos catorce carros cargados de picas. Cristóbal Lechuga indica en 1611 que se podían cargar 250 picas por carro.

Vemos pues, que demasiada arcabucería no era siempre la mejor opción, y que las picas eran muy necesarias, pero también que había la opinión de que había especialidades en las diferentes naciones: picas alemanas, y arcabuces españoles e italianos.

En esta escena de El triunfo de Maximiliano - elaborado hacia 1515 - podemos ver, entre otros, un carro tirado por cuatro caballos cargados de picas. Había que llevarlas porque se podían romper, por un lado, y como en el caso indicado de 1546, porque se podían tomar a hombres que tenían oficio de arcabuceros para que hicieran de piqueros si resultaba conveniente. 

En el punto 19 de la "Riformatione et stabilimento della fanteria spagnuola del tercio di Sicilia" de 1571 [3] se establecía
En aquellas compañías que no son todas de arcabuceros, se deja a la voluntad y elección del capitán aquellos soldados que deberán servir con arcabuces y morriones, y cuales de ellos tomarán coseletes, y cuales aún servirán con picas solas, y esos capitanes deberán tener cuidado particular de mudar las armas a los soldados, de manera que aquellos que un año habrán usado la pica, el siguiente usarán el arcabuz, continuando en adiestrarles de modo tal que todos sean capaces de servir con todas las suertes de armas, y procurarán que todos los arcabuces sean de una misma bala.

Lo que prueba la necesidad que se tenía de que la milicia española estuviera compuesta por soldados versátiles.

Avanzando un poco en el tiempo, en la Ordenanza de 1632 se dispuso que la compañía - ya sin especialidad - estuviera formada por 70 coseletes, 90 arcabuceros y 40 mosqueteros. Respecto a los coseletes se lamentaba de "el servir muchos desarmados o con picas cortas y ruines armas ha introducido la pereza y la mala disciplina". Y como remedio, ordenaba que "pues a todos los que sirven con picas en la nación española mando dar ventaja de coseletes, no permitan [los capitanes] que sus soldados se desarmen".

En todo caso, parece determinante el papel de la arcabucería - y mosquetería en su tiempo - para ganar batallas en campo - más en el caso de sitios - y puede que al embarazo del peso de las armas, se uniera el hecho de que la mayoría de batallas parecían ser ganadas a tiro de arcabuz, antes que jugando la pica, y para un soldado el papel activo que otorgaba la movilidad del arcabucero, puede que fuera un factor determinante para decantarse por ese arma, sin desdeñar los anteriormente mencionados. Eso no quiere decir que no tuvieran un papel en la batalla - ni mucho menos - pero seguro habría soldados con preferencia hacia actividades más dinámicas, cuya inclinación podría satisfacerse con el oficio de arcabucero.

Rememorando Nordlingen, si los piqueros del Tercio de Idiáquez no hubieran apartado a picazos a los alemanes en retirada del conde de Salma, la formación hubiera sido rota, y arrollados a continuación por los suecos.

Como cantara Calderón de la Barca:

¡Ay cielos,
que en los alemanes hallan
flaqueza que los retiran
de su puesto, los rechazan,
que vienen desordenados!
Hacia aquella parte cargan
que defiende don Martín,
que, porque no le deshagan
sus escuadrones viendo,
con las picas los aparta,
con las espadas castiga,
con la lengua los infama;

Como quedó escrito: "el escuadrón es el pie firme de esta milicia".


Protecciones del arcabucero

Inicialmente, el arcabucero tenía como armas defensivas un peto de acero y un morrión o capacete. Con el paso del tiempo, primero perdió la protección del torso, para después, ya avanzado el siglo XVII, perder también la protección de la cabeza, proceso que se vivió en otras especialidades tanto en infantería como en caballería, ya que en el balance entre protección [reducida progresivamente por el incremento de la potencia de fuego] y movilidad y economía, acabaron ganando estos dos últimos presupuestos.

El morrión podía pesar de unas 2,5 a unas 3,5 libras [para el concurso ordinario] o hasta 16 e incluso 20 libras si era fuerte [reforzado para trabajos en trinchera sometidos al constante fuego de la plaza defensora].

Los estilos eran italiano [el inmortalizado en muchas películas como usado por los conquistadores españoles: de dos picos y enorme cresta] o el español [con apenas o ninguna cresta, y poca visera] pudiendo llevar carrileras [más comunes en el modelo de tipo italiano] que debían, eso sí, dejar los oídos libres para poder oir las ordenes dadas a viva voz en el “fragor del combate”. El primer estilo era más común para los piqueros, y el segundo para los arcabuceros, pues no debía ser muy alto para luchar en la trinchera, pues dejaba una cresta al descubierto que lo podía poner en el punto de mira, y que no ofrecía protección frente a un disparo.

Como en todo, había categorías, y desde algunos enormemente decorados hasta con filigranas de oro, lo más común es que no tuvieran decoración ni grabados de ningún tipo, aunque han sido precisamente de los tipos más decorados los que han quedado más frecuentemente como testimonios del pasado en museos y colecciones particulares.


Arcabucero españoles en la jornada de Túnez [1535]. Detalle del cartón número 8 "Batalla en los pozos de Túnez". de la serie de Vermeyen. Arcabucero con celada y malla. 

Algunos autores, como Girolamo Garimberto en 1557, escribían contra la protección de malla, pues frente a un tiro de arcabuz que la pasara, la herida era mortal, pues los trozos de malla rota quedaban incrustados en la carne y eran imposibles de extraer. Hay un ejemplo de un noble que llevaba una cadena y unos trozos de la misma se le quedaron incrustados bajo la bala. La malla solo ofrecía protección frente a los golpes de pica y de espada, que no era poco.

En todo caso, vemos que la protección de malla era de uso común:

yvan por la misma orden tres mill y quinientos arcabuzeros muy bien adereçados que todos los mas lleuauan en las cabezas celadas y muchos cotas y gorjales de malla 
Historia de la guerra de Alemania, por Pedro de Salazar, 1548

Un detalle del mismo cartón. Podemos ver el arcabucero de la izquierda con un gorjal de malla, y en la cabeza  llevaría un casquete con alas caídas sobre oreja y nuca, y un ala levantada en la parte frontal


La protección del torso se fue aligerando, y se sustituyó el peto de acero por un coleto de cuero, para con el paso del tiempo, acudir sin más protección a la batalla que la que otorgase el jubón y la camisa.

salió Quesada con su arcabuz en las manos é un cuero de ante, vestido con sus mangas de malla é morrión , é su camisa é vanda colorada
Relación de la batalla de Pavía que escribió Fray Juan de Oznayo

En la lámina del Inventario iluminado, se pueden ver diferentes tipos de mangas de malla. Algunas ofrecen protección hasta las muñecas, otras, por encima del codo. Las más cortas, parece que protegían el hombro y las axilas. En la lámina, la figura A: "unos gocetes grandes con malla dorada por los cantos, que eran del rey de Francia" y tomados en la batalla de Pavía de 1525. La figura B, el Panzerkragen: "un gorzal [gorjal] Tudesco de malla de acero con el borde inferior de malla dorada y unos corchetes de plata para abrocharlo". Evidentemente, las mallas que llevasen los simples arcabuceros no tendrían los bordes dorados ni los corchetes de plata, y con el blanco y negro, además, no apreciamos la diferencia. Las figuras C, D y E: "tres pares de mangas y gocetes de malla, guarnecidos de piel de búfalo, para usar debajo de la armadura". En este caso, se trata de proteger la vida del Emperador, así que llevaría unas mangas de malla bajo la armadura. El simple arcabucero llevaría las mangas de malla con un cuero de ante, como Quesada.   La figura G: "un par de gocetes desguarnecidos" y la F, por curiosidad: "un par de zaragüelles de malla con su bragueta"


Pedro de Salazar nos relata como se formó un escuadrón con toda la infantería española del Emperador en Alemania en 1546. Se hicieron mangas de arcabuceros, y se dio las primeras filas de la formación a los que llevaban cotas y celadas, y el resto, al que presupongo desarmado, fue dispuesto detrás, de la misma manera que en los cuadros de piqueros se daba una orden parecida: los mejor armados, debían situarse en la parte exterior del escuadrón.



Nación de arcabuceros

El valor de los arcabuceros era tal, que el capitán de las compañías de arcabuceros estaba un peldaño por encima de su homólogo de las picas, no ya en la consideración y estima de los compañeros de armas, sino por los propios mandos, que otorgaban el mando de las misiones más complicadas a los capitanes de arcabuceros y a sus compañías.

En la nación española - a diferencia de la alemana - se dio muy pronto una preferencia por el uso del arcabuz, preferencia que hubo de ser moderada y corregida, pues, como apuntaba más arriba, las picas seguían siendo muy necesarias en el campo de batalla.




Se supone que durante la guerra de la liga de Esmalcalda, en 1546, el landgrave recibió del conde Guillermo el siguiente consejo:

guarda vuestra gente de escaramuzas con gente española que son mui diestros y animosos: que  solos tres o quatro mil bombres que tenga bastaria en ocho días a comeros gran parte de vuestra gente: porque los Españoles tienen dos cosas: la una es que juegan el arcabuz de punteria: lo que los Tudescos no hazen: la otra que son muy puestos en el cargar y cargan los arcabuzes mas ayna dos veces que tudesco una: lo otro que son mas ligeros: y a guardaros de escaramuzas y de les tocar arma de noche que no os coma la gente:

Como suele pasar con este tipo de citas que solían insertarse en crónicas, lo más probable es que fuera apócrifa, pero creo que el sentido puede ajustarse a la realidad: los españoles eran más diestros y rápidos, por una parte, por ser soldados viejos, y por otra, por la importancia que el arcabuz tenía en la milicia española, mientras que los alemanes parecían tener mayor inclinación por los grandes cuadros de picas.

Los arcabuceros españoles, en todo caso, tenían muy buena fama, y así el rey Enrique VIII pedía en 1544 al Emperador que le diera mil de ellos, "soldados viezios", para combatir en Escocia "seeing our own folks are of none experience".  Wotton encomiaba al español como "a brave and a superbe soldate"; no en vano, los había conocido personalmente cuando asistió como embajador de Enrique VIII al asedio de Saint Dizier en 1544. Los soldados españoles eran codiciados, pero era cmuy difícil contratarlos como mercenarios, cuando los reyes no tenían intención alguna de desprenderse de ellos. También eran el modelo a seguir en lo que equipamiento se refería.: "for 4,000 harquebusiers with their bandoliers, also 4,000 morrions for them like the Spaniards wear"





Notas

[1] El tercio que vino de Hungría, con Álvaro de Sande como maestre de campo, 2800 hombres, el tercio de Lombardía, a cargo de Arce con 3000, y el tercio de Nápoles a cargo de Alonso
Vivas. Vera y Zúñiga da una cifra total cercana a los 8000 infantes españoles. En el cuerpo principal cito a Pedro de Salazar.

[2] La transcripción del original - transcrito por Leyva Pacheco en su obra "Carlos V y los turcos en 1532" reza así:
los alemanes qiere compañía y la mejor que se le pueda dar son españoles. Y syno ay tantos como es menester, v. m. prevea de arcabuceros italianos que fuera de sus casas y en companja destas dos naciones harían bien el dever suyo, y digo que ami parecer conviene que v. m. prvea de llevar estos españoles que ay están haziendolos hazer todos arcabuceros y ultra desto que con viij ó xU italianos por que esto es lo que á v. m. ha de dar la vida, y crea v. m. que valen mas cinqtaU alemanes y xxU arcabuzeros italianos y españoles que clU alemanes ó de otra nación ql quier que sea: los alemanes sosternan bien el peso de la batalla y çufrirán el trabajo de la batalla; pa la execucion estos arcabuceros son los que lo han de hazer la mayor ventaja que v. m. ha de tener al turco ó mui poca ha de ser esta arcabucería/ ya v. m. sabe que la gente de caballo es mucha y pa ygualar la cavallería de v. m. con la del turco conviene mucho esta arcabuceria con ellos y digo que el arcabuceria conviene pa deffensa de las trras y pa tomallas pa el día de la batalla y pa escaramuca y ya escoltas y otras muchas cosas q en los extos conviene, a sy que suppco á v. m. humyllmente que esta provision se mande hazer, por que espo en Dios que se hallará muy bien dello, no digo que nesto que sean de masiados de lo que pueda v. m. poner en campo, syno enel numero dellos/ po sy han de ser ciento myll alemanes que sean LcccU y xxU arcabuceros; la esperiencia de lo que vale entre alemanes el arcabuceria spanola creo lo sabe v. m./ y por esto no me alargaré enello masde tornar a suppar á v. m. que lo mande proveer; el arcabuceria alemana vale poco, v. m. no cure della nj de pica spanola nj italiana, porque en la vdad pa alemanes es la pica y pa spañol y italiano el arcabuz;

[3] Transcrito en el original italiano como apéndice en las páginas 597 a 604 de La Antemuralla de la Monarquía. Los Tercios españoles en el Reino de Sicilia en el siglo XVI, Carlos Belloso Martín. Aquí lo presento traducido al español.