Retrato de Giovanni Battista de Castaldo por Tiziano |
Este proyecto de ejército es anterior a su nombramiento como maestre de campo general ese año de 1546. El mismo Castaldo, seguramente por modestia, cortesía, o cálculo, recomendaba a Pirro Colonna para ejercer dicho cargo. Tal vez hubiera sido imprudente proponerse a sí mismo, o simplemente estaba procurando aconsejar bien al monarca que tanto le había favorecido. En todo caso, Castaldo fue nombrado maestre de campo general, jefe de toda la infantería, quedando bajo el mando directo del duque de Alba, capitán general de todo el ejército. El recomendado Pirro Colonna sirvió junto a ambos en el consejo de guerra, formado mayoritariamente por italianos, sin otro cargo que el de consejero.
Aunque el documento no es muy extenso - apenas ocho páginas - se ocupa, sin pormenorizar, naturalmente - de todos los asuntos que incumben a la organización de una jornada de tal envergadura como la que se preparaba: infantería, caballería, armamentos, artillería, municiones, pertrechos, personal no militar, jefes, consejeros y hasta espías, todo es previsto por Castaldo, discípulo del marqués de Pescara que se destacará durante la guerra, entre otras cosas, por su buen hacer a la hora de alojar al ejército, si no se tiene en cuenta el alojamiento improvisado del campo imperial frente a Ingolstadt a finales de agosto de 1546.
Como se verá, Castaldo sabía bien de lo que hablaba y podía incluso nombrar a los capitanes por su nombre.
He procurado contrastar lo que se previó, con lo que realmente se llevó a cabo, y aunque las fuentes sobre esta empresa abundan, no siempre he podido hacerlo. Además, he añadido comentarios y explicaciones que pueden ayudar a entender como se formaba un ejército a mediados del siglo XVI, aunque solo Carlos V podía reunir un ejército así. El del rey de Francia podría equiparársele en envergadura, pero la composición sería algo distinta.
Vayamos pues al texto de Castaldo:
Habiendo pedido el emperador don Carlos parecer a Juan Batista Gastaldo de la cantidad y calidad del exercito con que debía de emprender la jornada de Alemania, le dio la relación siguiente:
Infantería alemana alta
Primeramente deberia V. Mgd. de procurar haber y elegir 4 coroneles Alemanes altos, personas peritas en el exerciçio militar y confidentes, e que especialmente no tuviesen ninguna sospecha de la secta luterana; y que estos levantasen 40 banderas Alemanas, en que hayan 12 mil infantes, repartiendolos en capitanes que tengan las mismas cualidades. y yo soy de opinion que serian muy de proposito para coroneles Alexandro Madrucho, Giorge de Reiespurge [George Stadler von Regensburg], Conorado Hest y Sigismondo Landenberge, aquel que sirvió en la jornada de Francia, ordenándoles que procuren levantar gente buena y bien armada. y no querría que en estos hubiese mucha arcabuçeria, bastan 25 por compañia u menos 12000
Estos alemanes altos eran de la Alemania superior, lo que hoy diríamos Alemania a secas, incluyendo Austria, para distinguirlos de los alemanes bajos, de tierras del Rin y flamencos.
A cada coronel se le entregó 2650 "raynes" [Nota 1a] para hacer la leva, seguramente para pagar el Aufgeld, un dinero que se entregaba a los soldados para costear el desplazamiento desde donde se incorporaban a las compañías hasta donde se les tomaba la muestra.
Respecto a los coroneles alemanes, el primer mencionado es Aliprando [Hadubrand] Madruzzo, hermano del príncipe obispo de Trento, que murió el 17 de febrero de 1547 en Ulma, sucediéndole en el cargo su hermano Nicolo.
En su regimiento, de 12 banderas, había un par de capitanes tridentinos y servía también Enrique, barón de Waldburg, hermano del cardenal de Augusta. Vemos aquí un vínculo claro entre curia y milicia, que se confirmará a lo largo del texto.
Este Madruzzo tenía a su cargo los 2000 alemanes de la guardia del Emperador durante su estancia en Ratisbona antes de declararse públicamente los preparativos de guerra el 12-13 de junio de 1546. [1b]
Otro de los coroneles recomendados por Castaldo era Sigismund Landenberg, el cual quedó como capitán en un regimiento cuyo titular era Juan Jacobo de Medici, marqués de Marignano, y al mismo tiempo, era lugarteniente de Madruzzo. Para aclarar esta duplicidad de cargos, tenemos la relación de Ávila y Zúñiga:
su majestad habia enviado sus coroneles para levantar la infantería alemana , los cuales eran Aliprando Madrucho, hermano del cardenal de Trento, y Jorge de Renspurg, soldado viejo y que en muchas guerras habia servido á su majestad; y á Xamburg también se dio otra coronelía, y al marqués de Mariñano, el cual era juntamente general de la artillería. Cada uno destos cuatro coroneles habia de levantar cuatro mil alemanes. Estas cuatro coronelías alemanas se hicieron, según costumbre, dos regimientos: el uno se llamaba de Madrucho , en el cual entraba la coronelía del marqués de Mariñano; y el otro se llamaba de Jorge de Renspurg, en el cual entraba la de Xamburg. Después desto se repartieron entre estos dos regimientos igualmente otras diez banderas que su majestad mandó hacer al bastardo de Baviera y á otros capitanes; de manera que vinieron á ser cincuenta banderas de tudescos, veinte y cinco en cada regimiento.
Medici, además, era capitán de la artillería. Era un hombre que había nacido sin estado y gracias al oficio de las armas se había hecho marqués, con unas rentas de 12000 escudos. De él se decía que amén de ser muy avaro, se había enriquecido robando en el cargo.
Tenemos pues dos coroneles - Madruzzo y Medici - que eran italianos, aunque en el caso del tridentino, se trataba de un italo-alemán, pues este obispado del Tirol era de cultura mixta. Medici era italiano, pero no fue una excepción de extranjeros gobernando a tudescos: Claudio Manrique de Lara, caballero que servía a Fernando I, recibió comisión a primeros de julio de marchar a Schwaz en el Tirol a levantar, si fuera necesario, a 4000 alemanes para defender Innsbruck y Hall frente a la entrada de las tropas de Augsburgo a cargo de Sebastian Schertlin. Manrique conocía la lengua alemana y tenía práctica en el trato con los de aquella nación.
Conrado Hest, mencionado por Castaldo como posible coronel desaparece de la lista de elegidos por Carlos para levantar una coronelía.
Tenemos pues dos coroneles - Madruzzo y Medici - que eran italianos, aunque en el caso del tridentino, se trataba de un italo-alemán, pues este obispado del Tirol era de cultura mixta. Medici era italiano, pero no fue una excepción de extranjeros gobernando a tudescos: Claudio Manrique de Lara, caballero que servía a Fernando I, recibió comisión a primeros de julio de marchar a Schwaz en el Tirol a levantar, si fuera necesario, a 4000 alemanes para defender Innsbruck y Hall frente a la entrada de las tropas de Augsburgo a cargo de Sebastian Schertlin. Manrique conocía la lengua alemana y tenía práctica en el trato con los de aquella nación.
Conrado Hest, mencionado por Castaldo como posible coronel desaparece de la lista de elegidos por Carlos para levantar una coronelía.
George Stadler von Regensburg [Reiespurge o Renspurg] levantó su coronelía. Ávila y Zúñiga dice que la hizo "cerca de las tierras de Ulma", siendo Ulm una de las ciudades libres que más se implicó en la liga de Esmalcalda reclutando tropas para combatir al Emperador.
Después tenemos a Bernard von Schawenburg [Bernhard von Schaumburg] y George, bastardo de Baviera - duque de Munich o Bastard von Baiern - coroneles que Gastaldo no había propuesto, pero que formaron parte del ejército con sus respectivas coronelías. Schaumburg levantó su coronelía en la Selva Negra, y teniendo Riedlingen como plaza de muestras, tuvo problemas para juntarse con el campo imperial en Ratisbona:
Las nuevas que tenía de gente eran de Xamburg tenía hecha su coronelía a la Montaña-Negra, que los alemanes llaman Xuarezbalt, que con grandísima dificultad podía pasar, porque el camino era por tierras de Ulma, poderosísima ciudad y enemiga, y por Vitemberg el más poderoso príncipe de la Liga, y que por esto les convenía hacer un rodeo muy grande, viniendo cerca de Constancia, por el lago della, y después por Tirol, camino menos peligroso que este otro, pero muy más largo.
Las nuevas que tenía de gente eran de Xamburg tenía hecha su coronelía a la Montaña-Negra, que los alemanes llaman Xuarezbalt, que con grandísima dificultad podía pasar, porque el camino era por tierras de Ulma, poderosísima ciudad y enemiga, y por Vitemberg el más poderoso príncipe de la Liga, y que por esto les convenía hacer un rodeo muy grande, viniendo cerca de Constancia, por el lago della, y después por Tirol, camino menos peligroso que este otro, pero muy más largo.
Finalmente, hubo 50 banderas de alemanes altos en las que había 19000 infantes y no 12000 en 40 compañias como recomendó Castaldo. Con total seguridad, estos 19000 alemanes no eran 19000 soldados efectivos, sino 19000 pagas, pues siempre se pagaban más plazas muertas a los coroneles alemanes que soldados servían en sus regimientos.
Badoero - embajador veneciano ante el Emperador hasta 1557 - habla que lo habitual eran compañías de 500 pagas con 350 soldados de servicio. El propio embajador dice que una coronelía alemana era más cara que dos tercios españoles.
De los piqueros alemanes decía Badoero en 1557 que eran magníficos a la hora de escuadronar; de los arcabuceros, que fallaban cuatro de cada cinco disparos. Las tres cuartas partes de la compañía eran coseletes con morriones, y muchos llevaban mangas de malla y guantes de hierro, aunque en la lámina ninguno se enguanta las manos. El peto, de tipo gótico, anguloso, impedía que se afirmase la pica en él, y era corto, de manera que, si se caía la pica, podían agacharse a recogerla con facilidad, y no se embarazaban los movimientos durante la marcha. Las escarcelas - la parte de la armadura que pende del peto - llegaban hasta cubrir las rodillas. Estos soldados de la imagen llevaban morriones con visera, siendo la visera abatible. A diferencia de los italianos y españoles, que necesitaban un muchacho para armarse, o se ayudaban entre compañeros, y eran más lentos para prepararse para el combate, los alemanes se armaban solos, y en la tarea eran rápidos, porque - entre otros motivos - las mangas de malla venían unidas a la gorguera. Imagen: Códice de trajes, 1547. Para las mangas de malla, ver Protecciones del arcabucero en El arcabucero, el gallardo soldado. De los arcabuceros, decía el veneciano que llevaban gorgueras de malla para defenderse de los golpes de pica y espada y un morrión con orejeras, aunque el de la imagen parece que no lleva ningún protección, si acaso podemos aventurar que llevase una cervillera bajo el gorro. |
Grabado de Erhard Schoen. 1535. Decía Badoero que los coseletes llevaban dos suertes de morriones: uno con visera, que les protegía los ojos en los asaltos, y otro que apenas se le veían los ojos, la nariz y la boca. El coselete de la derecha de la segunda hilera - la última figura de la marcha - tiene la cara totalmente cubierta, mientras que el de la izquierda lleva una protección que le protege parcialmente. La espada que llevaban era corta y sin punta, y también llevaban un puñal. Dice Badoero - en 1557 - que algunos llevaban un "piccolo archibusetto" siendo ésta un arma usada por la caballería. Nótese que en la imagen la mayoría de piqueros aquí dibujados no va armado: no porta armas defensivas, si bien podían llevar camisas de malla bajo su ropa. |
En esta época, el pie de un regimiento alemán solía contar con 50-60 arcabuceros, 30 alabarderos, y el resto, piqueros. Esta dotación de arcabucería de 25 por compañía que proponía Castaldo, siendo las compañías de 400 hombres, sería tan escasa, que no solo no se podrían formar mangas de arcabuceros ni guarniciones del escuadrón, es que apenas se podrían intercalar algunos tiradores entre los piqueros de la primera hilera. No parece que esta recomendación se siguiera.
Lo más probable es que los coroneles aportaran sus regimientos al ejército como los solían organizar. Durante la campaña, por ejemplo, en el campo frente a Ingolstadt, a finales de agosto de 1546, sabemos que los alemanes formaron su manga de arcabucería, pero que el duque de Alba ordenó a Álvaro de Sande que la mejorase con 300 arcabuceros españoles. Así pues, los alemanes tenían arcabucería suficiente para hacer una manga, pero, como era habitual, necesitaban refuerzos a la hora de mantener el fuego.
Castaldo apunta en su consejo que los coroneles especialmente no tuviesen ninguna sospecha de la secta luterana. Los soldados, por contra, parece que eran muchos - sino la mayoría - luteranos. Veamos un par de ejemplos de esta desviación religiosa:
El 13 de agosto, estando el campo imperial en Landshut, ciudad del duque de Baviera, un prior de la orden de los dominicos acudió a recibir las tropas italianas del duque Octavio. El predicador fue injuriado por la mayor parte de los alemanes de S.M, amenazándole y advirtiéndole que regresara a su monasterio, y que no saliera de él mientras estuviera allí el ejército, acusándole que por culpa de su orden había movido el Emperador la guerra en Alemania. Y es que Pedro de Soto, fraile dominico, era confesor de S.M y uno de los principales defensores de la solución armada frente a los protestantes. El caso es que un "hombre de bien" alemán les interpeló en defensa del prior y los soldados le respondieron que ellos seguían al César como capitán de guerra, pero que en cosas de fe, solo reconocían a Cristo como su juez.
Otro caso, militarmente comprometido: las tropas alemanas de Aliprando Madruzzo tenían la misión de custodiar Ratisbona. Aunque esta era una ciudad franca, se tomaron las llaves de todas las puertas de manos del burgomaestre y los diputados y la plaza quedó en manos imperiales. Por la noche, los lansquenetes de Madruzzo guardaban las puertas, junto con los 4 o 5 guardias ordinarios de la ciudad que no habían sido retirado de sus puestos. Una noche de finales de junio, a las tres de la noche, un capitán rondaba la plaza sin luz - lámpara o farol - alguna, cuando escuchó ruidos junto a una de las portezuelas de las murallas. Al aproximarse, entendió que los soldados que allí había estaban tratando de descerrajar la puerta. Echando mano a la espada y al grito de "traición" les acometió, acudiendo los hombres del cuerpo de guardia armados y con lumbres. Había unos diez o doce hombres intentando descerrajar la portezuela y estos se defendieron, siendo apresados tres de ellos. Se les había capturado con ganzúas y cerraduras; pretendían cambiar la cerradura de la puerta y, al parecer, dejar paso a gente del Landgrave que vendrían a quemar la pólvora y clavar los cañones, aunque ellos se excusaron diciendo que solo pretendían poder usar la puerta a su gusto. Fueron hallados culpables y mandados decapitar. A partir de entonces, se ordenó que varios capitanes con sus soldados hicieran rondas por toda la plaza con hachas encendidas, y que cada hora se mudasen las guardias de las puertas, cuando lo ordinario era mudarlas por cuartos [1c].
Los dos episodios prueban que ciertamente había muchos luteranos sirviendo como soldados al Emperador, lo cual tendría su peso en que Carlos V les demostrarse escasa confianza durante la contienda.
Aunque pueda entenderse el conflicto como una guerra de religión, el bando imperial cuidó mucho la publicidad en ese sentido. Así, monseñor de Arras, dio orden a los capitanes de que hablasen siempre que hacían guerra a rebeldes, y no a luteranos. El Emperador tenía aliados que protestaban la nueva religión, como el marqués de Brandemburgo, y había tenido a su servicio célebres capitanes reformados, como George Frundsberg, cuyos soldados dejaron huella durante el saco de Roma, veinte años antes.
Castaldo apunta en su consejo que los coroneles especialmente no tuviesen ninguna sospecha de la secta luterana. Los soldados, por contra, parece que eran muchos - sino la mayoría - luteranos. Veamos un par de ejemplos de esta desviación religiosa:
El 13 de agosto, estando el campo imperial en Landshut, ciudad del duque de Baviera, un prior de la orden de los dominicos acudió a recibir las tropas italianas del duque Octavio. El predicador fue injuriado por la mayor parte de los alemanes de S.M, amenazándole y advirtiéndole que regresara a su monasterio, y que no saliera de él mientras estuviera allí el ejército, acusándole que por culpa de su orden había movido el Emperador la guerra en Alemania. Y es que Pedro de Soto, fraile dominico, era confesor de S.M y uno de los principales defensores de la solución armada frente a los protestantes. El caso es que un "hombre de bien" alemán les interpeló en defensa del prior y los soldados le respondieron que ellos seguían al César como capitán de guerra, pero que en cosas de fe, solo reconocían a Cristo como su juez.
Otro caso, militarmente comprometido: las tropas alemanas de Aliprando Madruzzo tenían la misión de custodiar Ratisbona. Aunque esta era una ciudad franca, se tomaron las llaves de todas las puertas de manos del burgomaestre y los diputados y la plaza quedó en manos imperiales. Por la noche, los lansquenetes de Madruzzo guardaban las puertas, junto con los 4 o 5 guardias ordinarios de la ciudad que no habían sido retirado de sus puestos. Una noche de finales de junio, a las tres de la noche, un capitán rondaba la plaza sin luz - lámpara o farol - alguna, cuando escuchó ruidos junto a una de las portezuelas de las murallas. Al aproximarse, entendió que los soldados que allí había estaban tratando de descerrajar la puerta. Echando mano a la espada y al grito de "traición" les acometió, acudiendo los hombres del cuerpo de guardia armados y con lumbres. Había unos diez o doce hombres intentando descerrajar la portezuela y estos se defendieron, siendo apresados tres de ellos. Se les había capturado con ganzúas y cerraduras; pretendían cambiar la cerradura de la puerta y, al parecer, dejar paso a gente del Landgrave que vendrían a quemar la pólvora y clavar los cañones, aunque ellos se excusaron diciendo que solo pretendían poder usar la puerta a su gusto. Fueron hallados culpables y mandados decapitar. A partir de entonces, se ordenó que varios capitanes con sus soldados hicieran rondas por toda la plaza con hachas encendidas, y que cada hora se mudasen las guardias de las puertas, cuando lo ordinario era mudarlas por cuartos [1c].
Los dos episodios prueban que ciertamente había muchos luteranos sirviendo como soldados al Emperador, lo cual tendría su peso en que Carlos V les demostrarse escasa confianza durante la contienda.
Aunque pueda entenderse el conflicto como una guerra de religión, el bando imperial cuidó mucho la publicidad en ese sentido. Así, monseñor de Arras, dio orden a los capitanes de que hablasen siempre que hacían guerra a rebeldes, y no a luteranos. El Emperador tenía aliados que protestaban la nueva religión, como el marqués de Brandemburgo, y había tenido a su servicio célebres capitanes reformados, como George Frundsberg, cuyos soldados dejaron huella durante el saco de Roma, veinte años antes.
Coroneles alemanes entretenidos
Aquí está el conde Federico Fustenbergue y otros coroneles; pero no echaría mano por ahora dellos, dándoles esperanza que habían de levantar adelante más gente, y entreteniéndolos con buenos salarios para confirmación de esta intención.
En este punto, Castaldo propone hacer lo que era una práctica habitual: tener unos oficiales "entretenidos", esto es, que recibían un entretenimiento o salario, no por ejercer su cargo al frente de tropas, sino por estar disponibles para cuando se les requiriera.
Infantería de alemanes bajos. Flandes
Demás de esto debe V. Mgd. mandar al conde de Bura, que de los estados de Flandes y sus comarcas levanten otros 8000 Alemanes, haciéndole a él general de ellos, y que los reparta en dos coroneles de cada diez banderas, encargándoles que las reparta en capitanes confidentes soldados y que sean expertos. y hará mucho al caso que esto se cometa a él por la opinión y seguito que en aquellos estados tiene, lo cual hará mucha consecuencia para sacar gente buena 8000
Códice de trajes. 1547. Piquero de los Países Bajos con mangas de malla. |
Maximilian de Egmont, conde de Buren o Bueren, se encargó de traer caballería e infanteria de los estados bajos, los cuales aportaron 9000 infantes en 24 banderas en lugar de las 20 solicitadas, "gente muy belicosa y verdaderos soldados, enemigos naturales de estos tudescos de la alta Alemania".
Entre ellos había unos 3000 arcabuceros. Salazar dice que todos fueron reclutados en el ducado de Gueldres.
Propagar rumor de que las levas de alemanes altos van a ser mayores de las que en realidad se prevé hacer
Al otro conde escribiría, porque publicase por todos aquellos estados y diese fama que V. Mgd. ha de levantar mucho más número de gente, y aún sería de parecer que desde luego V. Mgd. nombrase allí coroneles y los sustentase en esta opinión, tuviese pláticas y gastase dineros en mantener allí gente de Alemania la alta, todos los hombres que tienen autoridad para levantar gente, dándoles a entender que se ha de servir de ellos, aunque cueste dinero, porque esto puede ser de mucha importancia para entretenerlos a su devoción y poderse servir de ellos en cualquier ocasión. y también para apartarlos de la devoción del enemigo.
En este punto, vemos que Castaldo retoma el asunto de tener coroneles entretenidos - en este caso, nuevos coroneles - y el veterano capitán lo aconseja por dos motivos: el primero, para tener fama de que su ejército ha de ser mayor, esto generaría dudas al enemigo, cuya coalición podría debilitarse; el segundo, que los enemigos no pudiesen reclutar a estos coroneles para su bando.
Publicar la empresa que había de realizarse, dando fama a la misma, era lo que se evitó hasta el último momento, 12-13 de junio, cuando los coroneles alemanes que estaban en la corte imperial de Regensburg [Ratisbona] partieron para ir a levantar sus coronelías.
El hecho es que los coroneles alemanes eran, más que simples mercenarios, empresarios de guerra, y había competición por contratarlos, no solo entre el Emperador y los coaligados de la liga de Esmalcalda, también por príncipes alemanes que mantenían pugnas entre sí, o monarcas como los reyes de Inglaterra o de Francia. La corona francesa era muy espléndida a la hora de otorgar pensiones a coroneles con capacidad de levar tropas, de manera que se ganaba su fidelidad y sustraía a sus rivales Habsburgo esta fuerza de trabajo.
Federico Badoero calculaba en 1557 que se podían levantar en Alemania 200.000 infantes. Para respaldar esta opinión ponía por ejemplo que en el tiempo de la guerra contra los protestantes - la que aquí tratamos - había habido 150.000 lansquenetes y que en 1543 había habido en armas 130.000 soldados alemanes: 16.000 por Fernando I en Hungría contra el turco, el elector de Brandenburgo tenía a su servicio 40.000, el landgrave de Hesse y el elector de Sajonia en su pugna contra el duque de Brunswick 20.000, la reina María de Hungría - gobernadora de los Países Bajos - contra el duque de Cleves, 12.000, el duque de Cleves contra el Imperio 15.000, el conde Lodron en la defensa de Perpiñán contra el rey de Francia, 5.000, el rey de Francia en el asedio de Perpiñán 15.000 y el marqués del Vasto en Italia, 8.000. Y no contó los que el Emperador tenía cuando marchó contra el duque de Cleves ni los que el duque de Brunswick debió reclutar para defenderse.
Las cifras que maneja Badoero son algo altas - Lodron acudió a defender Perpiñan con 4.000 soldados a lo sumo - pero no distan mucho de la realidad: el caso es que había soldados alemanes por doquier y sirviendo a cualquiera que les pagara. Por eso convenía no solo reclutar, sino estorbar la recluta al enemigo.
Tercios de infantería española
Procure V. Mgd. juntar de las guarniciones viejas y de las reliquias de las jornadas pasadas hasta 8000 infantes Españoles con los maestres de campo que ahora le sirven. y si se llegare a este número, serán uno de los principales nervios del exercito, aunque los presidios de Ytalia queden desguarnecidos 8000
La relación que sigue la publiqué a modo de apéndice en el artículo sobre la Batalla de Mühlberg, pero por venir a propósito, la reproduzco aquí, convenientemente revisada:
Sargento mayor: Rascón
Tropas de infantería española, Nuremberg a 21 de septiembre de 1546:
Tercio de Hungría a cargo de Álvaro de Sande, 2270 infantes
Maestre de campo y capitán de una compañía: Álvaro de Sande
Capitanes:
don Alfonso de Porto Carrero
don Guillermo de Rocafull - don Guillén de Rocafulla, Rocca Ful caballero valenciano
Diego García de Sande
García de Sarmiento
Alfonso de Navarrete
don Felipe de Viemont/Viamonte
Antonio Moreno
don Francisco de Ávila - don Francés de Álava
Villandrade - Villandrando
Juan de Solís [herido en un muslo de un arcabuzazo frente a Ingolstadt]
Antonio de Figueroa
Tercio de Lombardía a cargo de Diego de Arce, 3290 infantes
Maestre de campo y capitán de una compañía: Diego de Arce
Capitanes:
Conde de Novelara
don Alfonso Osorio
Beltrán de Godoy
Antonio Esquivel
Juan Navarro
don Mendo de Benavides
don Juan/Joan de Guevara
don Fernando/Hernando de Acuña
Luis Quijada, capitán de arcabuceros
Cristóbal Quevedo / Quebedo
Tercio de Nápoles, a cargo de Alonso Vivas, 3260
Maestre de campo y capitán de una compañía: Alonso Vivas
su alférez, Nofre de Rocafull [o Rocafulla], muerto durante la campaña, era un caballero valenciano. Su sargento Almeric.
Capitanes:
don Fernando de Toledo
Luis Vélez
Gaspar de Madrones
Diego o Jaime Puzol
García Valcazar
Martín de Toro
Antonio de Barrientos [o Varientos], capitán de arcabuceros
Diego Vélez de Mendoza
don Juan de Urrias [puede que Urrea]
Gonzalo de Ulloa
Luis de Varientos [o Barrientos].
Cuatro compañías de infantería que vinieron de Flandes con el conde de Buren en las que había 700 hombres, conducidas por Puente Hurtado de Mendoza, gentilhombre de la casa de la reina María de Hungría, gobernadora de los estados bajos.
De estas cuatro compañías se tomó muestra el 15 de julio de 1546 en Kraainem, según investigación en archivo realizada por el profesor Raymond Fagel. Había 756 soldados, de los que 75 no eran españoles y un total de 646 aptos para el combate. Poco después de llegar al campo imperial el 15 de septiembre junto con las tropas flamencas y la caballería al cargo del conde de Buren, se juntaron al Tercio de Hungría por mandato del duque de Alba, si bien la muestra de 21 de septiembre, estas cuatro compañías aparecen en relación aparte.
Amén de estas tropas, sirvieron en la jornada muchos caballeros y capitanes que pidieron licencia para acudir a ella, como don Francisco de Tovar, capitán en La Goleta, y los capitanes de Alessandria, Rodrigo Dávalos y Gonzalo Rodrigo de Salamanca.
Tovar, por ejemplo, se hacía acompañar de 4 gentileshombres que vinieron con él de la Goleta, y es de suponer que otros capitanes y caballeros acudieran con sus criados y deudos a combatir sin sueldo, aunque probablemente, con algún entretenimiento.
Vemos que de las reliquias de guerras pasadas, acudieron los fogueados tercios de Hungría y Lombardía y el "ocioso" tercio de Nápoles, que era de guarniciones viejas, como recomendaba el capitán, acudieron un total de 8820 hombres - aunque en otra parte se indica 8769 - amén de los 700 que vinieron de Flandes, los cuales, en conjunto, como preveía Castaldo, fueron uno de los prinzipales nervios del exercito.
Del tercio de Nápoles, Bernabé de Busto no dice que fueran bisoños, pero como habían "estado de guarnicion en el rreyno ociosos y quedos, avialos algo amolentado el vicio de la tierra, y no estaban para sufrir tanto trabajo". A pesar de no ser soldados que venían de guerra viva, como los del tercio de Hungría, "en lo que les pusieron siempre hicieron bien". Estos soldados eran, según Ávila y Zúñiga "soldados viejos muy buenos" y "todos estos tres tercios eran la flor de soldados viejos españoles", por mucho que Busto dijera que venían "amollentados" - ablandados - por haber estado ociosos.
Castaldo usa el concepto de guarniciones viejas. Ahondemos sobre el tema:
Los soldados de guarniciones viejas, aunque no hubieran estado en la guerra, al menos sabrían usar el armamento, hacer guardias, caminar en formación, escuadronar - aunque tan solo fuera en la plaza de armas del presidio - conocerían las órdenes dadas por sus oficiales y tocadas por los tambores, y los conocerían a ellos en persona, así como a sus compañeros de armas, cosa fundamental para la cohesión y buen trabajo de la compañía y tercio.
En los veranos de 1543 y 1544 se habían enviado dos tercios de bisoños a Flandes a cargo de Pedro de Guzmán, caballero de Sevilla, y Vasco de Acuña, veterano de Italia - que ya era capitán en 1517. Los soldados de Guzmán - nombrado maestre de campo el 1 de mayo de 1543 - 2652 hombres que se hazian en Castilla, se embarcaron en Santander, y tras su desembarco en Sluys - La Esclusa, se les proveyó de coseletes y arcabuces del arsenal de Malinas. Parece que fueron integrados en los tercios de Luis Pérez de Vargas - que invernó en Cambrai - y de Álvaro de Sande, que ocupó Luxemburgo, 4000 veteranos que les ayudarían a conocer el oficio. Los soldados de Acuña - 3400 hombres - llegaron justo para participar en el asedio de Saint Dizier en el verano de 1544. Habían sido levantados en el reino de Toledo, Mancha de Aragón y marquesado de Villena, y aunque los capitanes fueran "escogidos y de experiencia" y Acuña tuviera "tan buenas cualidades" y fuera "plático en las cosas desas partes" no dejaban de ser soldados bisoños a los que se les metía en guerra viva y cuya única experiencia como formación era caminar hasta el puerto. Así, Navagero dijo de ellos que eran "tristissima e male ordinata gente". En este periodo, menos de 4000 veteranos de las guerras de Italia - los tercios de Luis Pérez de Vargas y Álvaro de Sande - tuvieron que luchar junto a 6000 españoles - los tercios de Guzmán y Acuña - que jamás habían participado en ninguna acción antes de su desembarco en los Países Bajos.
Mocenigo, escribiendo tras la guerra de Esmalcalda, decía que los infantes venidos de España eran gente brutísima e ignorante de la ordenanza, pero que con las jornadas se iban haciendo buenos soldados.
Lo ideal, antes que traer bisoños a un escenario de guerra activa, era traer soldados que hubieran estado en guarnición durante un par de años, al menos. Ese fue el sistema que se prefirió para alimentar el ejército de Flandes durante la guerra de los ochenta años: llevar hombres que hubieran estado en los presidios de Italia - Nápoles, Sicilia y Lombardía - a la guerra viva en los Países Bajos y sustituirlos en tierras italianas por nuevos reclutas de España [2a] que se iniciarían en el oficio en un ámbito más propicio para el ensayo y error.
El duque de Alba, muchos años después de esta jornada, siendo capitán general en Flandes, diría que los soldados bisoños no eran de provecho si no están alojados uno y dos años.
En Italia siempre había de haber guarnición española por la amenaza francesa, y era allí donde se formaban los soldados de los tercios:
no por esto se podrá excusar de tener siempre alguna gente española en Italia, y conforme al tiempo, y como viéredes los andamientos de franceses y otros que os podrán ser contrarios, porque será el verdadero freno para impedir innovamiento de guerra
Instrucciones de Carlos V al príncipe Felipe. Augusta a 18 de enero de 1548
Según Alvise Mocenigo - embajador veneciano junto a la persona del Emperador en 1546 y 1547 - los españoles que vio en Alemania "eran todos soldados veteranos, parte habían estado mucho tiempo en Hungría, parte en Italia [...] bellísima gente, siempre bien dispuesta y apta para cuando era necesario, en cada facción".
Infantería italiana. Infantería de Su Santidad
También es necesario, que V. Mgd. mande levantar a sueldo 12000 infantes Ytalianos, la mejor gente y capitanes que en Italia hubiere, donde podrá ahora V. Mgd. escoger como quisiere, si como dicen los levanta y socorre Su Sand, a V. Mgd. con este número, tanto mejor como se haga diligencia que no sean todos vasallos de la yglesia, sino que se repartan en las provincias de Ytalia y vengan debajo de conduta de buenos capitanes. y mi parecer es que cuando Su Sand, ofrezca estos 12000 Ytalianos. debe mandar levantar más número por su quota, para que de los unos y de los otros se puedan escoger para esta jornada los dichos 12000 infantes.. 12000
El Papa Pablo III se comprometió a enviar los 12.000, pero envió finalmente 60 banderas de infantería a cargo del duque de Parma Octavio Farnese en las que había 11000 soldados, entre ellos, los coroneles Alexandro Vitelli, Sforza Pallavicino y Julio Orsini. Otras fuentes indican 58 banderas y 11.400 soldados. La recluta se hizo en Roma, Parma, Plasencia, Bolonia y tierras de la Romaña, mozos de entre 24 y 35 años.
Castaldo recomendaba que no fueran todos vasallos de la Iglesia, sin duda porque prefería que, en caso de disputa o incluso de defección por parte del Papa, pudiera atraer a algunos de los soldados a su partido. Las confederaciones no eran el sistema más idóneo para afrontar una guerra, pues cada parte tenía sus intereses particulares: religiosos y políticos los del Pontíficie, ideológicos y dinásticos los del Emperador, y estos intereses no siempre iban a ser coincidentes.
Esta infantería italiana padeció mucho, y no pasaron dos meses desde su llegada en que comenzaron a huirse, después de pasar enfermedades y hambre, vendiendo las armas y la ropa para comprar víveres, tanto por su carestía como por la poca paga recibida, debido a los robos de gentileshombres y coroneles corruptos. Parece que recibían 30 carlines al mes [1 ducado = 10 carlines, por lo tanto, la misma paga que una pica seca española] mientras que gastaban de 14 a 16 marchetti por día solo en vino. Los italianos también tuvieron no pocos problemas con los vivanderos alemanes debido a los robos que protagonizaron durante los primeros contactos, que provocaron que estos últimos recelaran de mantener una transacción con ellos, o que engrosasen los precios desproporcionadamente, como castigo o como recompensa por los males padecidos a sus manos.
En octubre se les tomó muestra, y aunque colaron a 2000 servidores de la caballería ligera como soldados, se demostró no haber más de 9000 hombres de paga y unos 7000 soldados. En enero de 1547, sin haber "pasado ni un garzón" puesto que los capitanes no tenían facilidad para hacer fraudes habiendo partido la infantería española y la caballería ligera de Salmona - de la cual habían tomado los criados para hacerlos pasar por soldados - la infantería italiana quedaba reducida a 4300 hombres. Este resto fue licenciado y no sirvió en la campaña de 1547.
En contraste, los españoles tenían por costumbre juntarse cuatro, seis u ocho en una camarada, de manera que compartían los gastos a la hora de comprar los víveres, y a pesar de las necesidades y la carestía que padecían - como los italianos - jamás se les vio sufrir tanto como a ellos, pues se socorrían unos a otros con esta institución. También, todo hay que decirlo, mis paisanos eran "sutilísimos ladrones" que jamás dejaban de robar y tomar lo que necesitaban de la población civil.
Arcabucería española e italiana
En la infantería Española y Italiana se ha de hacer esfuerzo que el mayor número sea de arcabuceros y que los arcabuçes sean de los de la nueva muniçion, aunque se hagan a costa de V. Mgd.. porque en ello va mucho.
Respecto a la segunda parte del punto - los arcabuces de nueva munición que el Emperador debía proveer a los soldados - no puedo aportar nada aparte del hecho sabido de que las armas entregadas a los soldados se descontaban de su sueldo, "a la primera paga". A veces, el descuento no era a precio de coste, sino con ganancia para el ejército a costa del infante.
Item, cuando fuere menester hacer distribución de picas, lanças, medias lanças, coseletes, para Infanteria, arcabuzes y otras partidas, a algunas compañias, sea de Infanteria,ồ Caualleria, para no perder nada, y guardar el prouecho de Su Mageftad, los conductores por cargo de officiales de la artilleria las darán, tomando recibida por escrito,la cual ha de servir para el Tesorero de guerra,o su official, los cuales habrán de hacer su deber en descontarlas a las personas, o escribanos de compañias, a la primera paga, sino fuere que el Capitan general ordene, que se dilate el descontarlo.
Instrucción general para la ejecución del general de la artillería de los estados de Flandes. Augusta, 5 de abril de 1551
Respecto a que las compañías españoles e italianas estuvieran formadas por el mayor número de arcabuceros, ya comenté en la entrada que se ocupa del arcabucero la preferencia de los españoles por este arma. El caso es que durante la campaña, se tuvo que dar orden puntual de que 30 arcabuceros de cada compañía de infantería española dejasen sus arcabuces y se proveyesen de picas y coseletes de la munición "para que los esquadrones fuesen mas fuertes". El mayordomo de la artillería tenía de respeto 10.540 picas [2b] así que no debió de haber problemas para armar ofensivamente a estos 30 soldados por compañía, unos mil piqueros en 33 banderas, pero no consta que hubiera coseletes de respeto entre los pertrechos a cargo del mayordomo de la artillería.
Lechuga [1611] indica que se podían transportar 250 de estas armas de asta por carro, pesando cada pica menos de cinco libras [2.2 kgs]
Mocenigo, contando las tropas italianas por filas a su llegada a Landshut el 13 de agosto, dice que eran 6000 arcabuceros y 4000 armados con picas, contando en estos últimos los pocos alabarderos que había para guardar las banderas. Había entre ellos muchos gentileshombres y personas que habían sido capitanes en jornadas pasadas, que ahora servían en las compañías como soldados particulares.
Hasta aquí se ocupa Castaldo de la infantería, ahora pasamos a las otras armas del ejército.
Cavalleria.
Caballería de los Países Bajos
Ordenar al conde de Bura que de los estados de Flandes traiga 2000 cavallos, los 1000 de las bandas ordinarias de honbres de armas, que V. Mgd. tiene en aquellos estados, y los otros 1000 cavallos ligeros de aquellos estados y de Borgoña, todos con buenos capitanes 2000.
Maximilien d'Egmont, conde de Buren, trajo 1000 hombres de armas: 250 caballos de su compañía de las bandas de ordenanza, junto con 250 de Lamoral, conde de Egmont, 200 del señor de Brederode, 150 de Jean de Lyere, señor de Berchem, y 150 de Martin Van Rossem, capitán que hacía tres veranos servía al duque de Cleves en la guerra contra el Emperador pero que acudió a rendir pleitesía en septiembre de 1543 al torcérseles el devenir de la lucha.
El conde de Buren también trajo de Flandes 500 caballos ligeros a cargo de Philippe de Montmorency, conde de Hornes, y 1500 caballos más a cargo de otros capitanes. Al final, bajo su cargo había 4300 caballos ligeros y los 1000 hombres de armas de las bandas, lo más granado de la caballería, casi equiparables en calidad - aunque no en cantidad - a la gendarmería francesa.
Caballería alemana
En Alemania la alta se deben levantar otros tres mil cavallos, encomendándolos a las personas sus devotas de V. Mdg., en quien concurran las mismas calidades que se han dicho cuanto a la infanteria de esta naçion ..... 3000.
En Alemania se hizo numerosa caballería. Por ejemplo, el archiduque Maximiliano - sobrino del Emperador - aportó 2000 caballos y Alberto, duque de Brandemburgo otros 2000. En todo caso, ciertas aportaciones no parecen que fueran reclutas, sino tropas de súbditos y aliados.
En esta caballería había lanzas, pero también herreruelos armados con pistoletes.
Hombres de armas del reino de Nápoles
Del reyno de Napoles mande V. Mgd. que vengan 300 honbres de armas escogidos de los que tiene aquel reyno, y estos deben de comenzar a caminar luego, para que vengan despacio y lleguen a tiempo.... 300.
De los hombres de armas sabemos que fueron más de 300 los que vinieron a cargo del príncipe de Salmona, de hecho, unos 630, pero en Ulma las compañías fueron reformadas, quedando en pie la de don Antonio de Toledo, - que fue nombrado capitán del centenar de caballos italianos y españoles que vinieron de Flandes a cargo del conde de Buren - la de Álvaro de Sande - el mismo maestre de campo del tercio de Hungría, que tenía una compañía que gobernaba su teniente, Diego de Carvajal [1d]- y las compañías de don Fernando de Lannoy y el capitán San Martín, reducidas a 80 hombres por estandarte, y las del resto de capitanes italianos a 50 cada una.
El cuerpo, dirigido por Philippe de Lannoy, príncipe de Salmona, capitán de toda la caballería ligera, quedó en un total de 680 hombres de armas, a las que había que sumar dos compañías de 200 arcabuceros a caballo, con los capitanes Bernardo de Aldana y Fernando de Aguilera, tropas que veremos más adelante.
Caballería italiana de Su Santidad
Si el papa da los 800 cavallos que me dicen ha ofrecido: bien; y cuando no, V,Mgd. procure tener licencia suya para levantarlos en las tierras de la yglesia, que yo acordare a V. Mgd, las partes donde se haran bien y que las caveças [que] los pueden guiar, que sean de mucho servicio..... 800
Octavio Farnesio, capitán general de las tropas de la iglesia, vino con 800 hombres de armas en 9 compañías [2 de 50 hombres, y el resto de 100 cada una]. A cargo de esta caballería venía Juan Bautista Savello, lugarteniente de Farnesio.
También tenemos 300 arcabuceros a caballo de Bartholomeo del Monte, y 200 a cargo de Nicolo Secco.
El legado papal para el ejército de S.Sad. era el cardenal Alejandro Farnese; ambos, el prelado y el duque eran nietos de Paulo III.
Caballería italiana florentina
Del duque de Florençia puede V. Mgd. mandar servirse con los 200 cavallos ligeros que se hallaron en la jornada de Françia, y si viene con ellos Ridolpho Ballon [Baglioni], es buen capitan y muy util soldado..... 200.
Rodolfo Baglioni vino con 300 caballos, aunque otras fuentes indican 200 caballos ligeros y 50 arcabuceros a caballo.
Caballería italiana del duque de Plasencia
Acepte V. Mdg. los 100 cavallos que ofrece el duque de Plasençia [Pier Luigi Farnese], y pida le que los encomiende a buen capitan...... 100.
O no los aceptó, o no fueron enviados. Por contra, Francesco de Este, duque de Ferrara, que no es mencionado en la relación de Castaldo, vino de Italia con 200 caballos - 150 lanzas y 50 arcabuceros a caballo - bajo el mando de Alfonso, hermano natural del duque.
Francisco de Este había sido capitán de la caballería ligera imperial en la campaña de 1544 en Francia, y ahora ocupaba un puesto en el consejo de guerra, aunque sin gobierno alguno.
Caballería italiana del Piamonte y Lombardía
De Piamonte y Lonbardia podra V. Mgd. mandar venir con el prencipe de Sulmona 200 cavallos ligeros de los que allá tiene V. Mdg. a sueldo 200.
El príncipe de Salmona, Philippe de Lannoy, hijo de Charles de Lannoy, que había sido virrey de Nápoles - lo vimos en el punto referido a los hombres de armas del Reino - vino de Italia con un cuerpo de 630 caballos.
Aquí me surge la duda: el anónimo cronista que relata la reformación del cuerpo de caballería, habla en todo caso de hombres de armas, mientras que el catalogador Luxemburqués Nicolás Mamerano, habla del conjunto - incluyendo los 400 arcabuceros a caballo de Aldana y Aguilera - como caballería ligera. Seguramente, los caballos de Nápoles venían sin bardar, de ahí que Maneranus los clasificara como "levis equites".
Caballería italiana, a levantar
Mandar que luego se levanten allí otros 200 cavallos, de los cuales querría y es mi parecer que los 100 sean arcabuçeros de a cavallo y los otros 100 lanças. y entiendo que estos los levantara el capitan Poço [Pozzo], que es hombre de seguito y soldado para la comparñia, que V. Mgd. conoce bien........... 200;
Estas 100 lanzas y 100 arcabuceros a caballo del Piamonte y Lombardía que se habían de levantar no los localizo por ningún lado. Ya hemos dicho que el príncipe de Salmona vino de Italia con 730 hombres. Se le habían pedido 300 hombres de armas de Nápoles, 200 caballos ligeros viejos de Lombardía y Piamonte, y estos últimos 200 caballos ligeros, un total de 700.
Caballería húngara y croata
Tendría por cierto y muy conveniente que V. Mdg. mandase levantar 1000 cavallos ligeros Ungaros y Corvatos de vazo [debajo] de la mano de Thomas Eadast, y que entre los capitanes traería a Bartoloso y a Andrea Tornoçio ; y esta cavalleria es de mucho servicio e mucho mas a propósito que otra ninguna para tomar en contienda y inquietar los enemigos, y Alemanes puros recibiran con esto mucha molestia y darán ocasiones para hacerles mucho daño 1000.
Vinieron 1071 caballos húngaros, que fueron de mucho servicio, como atestiguan todas las crónicas sobre esta guerra. Don Luis de Ávila y Zúñiga comentó en sus comentarios que eran de los mejores caballos ligeros del mundo, y así lo mostraron en la guerra de Sajonía en el año de 46, y agora en esta de 47.
Artilleria.
Piezas de artillería necesarias
Diez y seis cañones reforçados 16.
Ocho medios cañones 8.
Cuatro culebrinas largas 4.
Seis sacres 6,
Diez falconetes ligeros 10.
Advierta V. Mgd. que toda esta artilleria sea diestra y para governarse agilmente.
La artillería que reunió el ejército imperial consistió en 10 cañones reforzados, 12 medios cañones, 4 culebrinas, 17 medias culebrinas, 7 sacres, 16 falconetes, y 2 medios falconetes, un total de 68 piezas.
Los cañones reforzados eran más pesados, pero permitían disparar con mayor carga de pólvora, un cuarto más.
El conde de Buren trajo 12 piezas del arsenal de Aquisgrán - medias culebrinas y piezas de campaña - por caminos, y desde Viena se trajeron 20 o 23 piezas gruesas que se embarcaron para recorrer el Danubio hasta Ratisbona, llegando a dicha plaza el 31 de julio. Las barcas que transportaban la artillería, al venir río arriba, eran tiradas por caballos.
Además, el Emperador contaba con 10 piezas que estaban en la plaza de Ratisbona. Aguas arriba de la ciudad se tiraron cadenas en el cauce - práctica habitual para cerrar el paso en ríos y puertos - de manera que el cruce del Danubio quedó controlado por los imperiales.
Después, el 13 de septiembre llegaron otras 12 piezas de campaña a Ingolstadt procedentes también del arsenal de Viena.
Morteretes
Cuarto morteretes para pedreros pueden ser en alguna ocasión de servicio y así debe a mi parecer V. Mgd. mandar que los haya 4.
Parece que no hubo morteretes en campaña
Balas para la artillería
La muniçion para esta artilleria, cuanto más abundante fuere, tendrá V. Mgd. más seguros los efectos que con ella a de hacer. presupuesto que siempre V. Mgd. podrá ir aumentando esta provisión, me parece que para de presente bastará que salga con el train de l'artilleria [tren de artillería] lo siguiente:
Para cada cañon 500 balas 500. [por 16 cañones que contaba Castaldo, serían 8000 balas, aunque vemos que él no hace el cálculo]
Para cada medio otras tantas 500. [por 8 medios cañones, 4000]
Para cada culebrina otro tanto 500. [por 4 culebrinas, 2000]
Para cada media culebrina otro tanto 500. [aquí apreciamos que el capitán ha contado balas de medias culebrinas para el tren de artillería, y sin embargo ninguna pieza de este tipo en la relación general]
Para cada sacre 600 balas 600. [Por seis sacres, 3600 balas]
Para los diez falconetes otro tanto 600. [Por 10 falconetes, 6000 balas]
Para los morteretes bastan 200 200. [por 4 morteretes 800 balas]
Lo que los mayordomos de la artillería - en 1548 eran Juan de Escoriaza y Pedro Pérez de Luzuriaga - del ejército de Su Majestad tuvieron a cargo en las jornadas de Alemania fue:
Unas 400 balas de cañón para cada una de las diez piezas [3993]. Hay que decir que se recuperaron 568 balas disparadas por al enemigo en el campo frente a Ingolstadt - [agosto de 1546]. Las balas solían ser de hierro colado y no sufriendo deformación tras el disparo, se podían recoger y volver a disparar, siempre que el calibre de bala y cañón coincidiera.
Balas de medio cañón, tenían 4243, unas 350 para cada una de las 16 piezas con que servían.
Balas de culebrina 380, ni 100 por cada una de las 4 piezas.
Balas de sacre, 1768, unas 250 por cada una de las 7 piezas.
Balas de medio sacre, 350. Curiosamente, en la relación no aparece ningún medio sacre mencionado. Quizá era una omisión, quizá la pieza con la que contaban había reventado para entonces, pues está claro, aunque el documento no esté fechado, por el comentario que hace de la recuperación de las balas disparadas por el enemigo frente a Ingolstadt, que el inventario es de un tiempo una vez iniciada la campaña.
Bales de falconete, 2350, menos de 250 para cada pieza.
De los medios falconetes, no relaciona ninguna bala. O es una omisión, o se habían consumido todos cuando se hizo la relación.
Comparando lo que estaba a cargo de los mayordomos de la artillería con lo que Castaldo previó, vemos que hay algunas diferencias, pero no es demasiado significativa.
Pólvora para la artillería
Polvora para esta artilleria de la muy buena bastaran de presente cuatro mil quintales 4000.
Un quintal tenía 100 libras. Los cañones y medios cañones se cargaban con un peso de pólvora equivalente a la mitad del peso de la bala, mientras que las culebrinas se cargaban con tres cuartos del peso de la bala. Los calibres eran variables, y por lo tanto es difícil, sino imposible, estimar que cálculo hizo Castaldo para llegar a la cifra de 4000 quintales. Probablemente, se trate de una estimación basada en su experiencia previa, antes que un cálculo proporcional a las balas y piezas que se llevaban, que es lo que haría un artillero. Quizá estaba el cálculo hecho en la relación más detallada que decía debía aportar sobre la artillería, como veremos al final de este apartado.
Lo que sabemos es que los mayordomos de la artillería tenían a cargo 2759 quintales de pólvora, una vez comenzada la campaña, como decíamos.
La pólvora de artillería era de grano más grueso que la del arcabucería, por eso se consigna en partidas diferentes. También se transportaban azufre y salitre para producir pólvora. Faltaba carbón - se recomendaba que fuera de ramas de sauce - como tercer componente, pero deduzco que se podría hallar con más facilidad, y por lo tanto, se podía obviar su transporte.
Se trajo pólvora del arsenal de Viena junto con la artillería, también se cogió pólvora de Ratisbona y sabemos que el 26 de junio vinieron 20 carros cargados con pólvora de Nuremberg.
Pólvora, plomo y cuerda para la arcabucería
Polvera para la arcabuçeria, a de mas de que debe V. Mgd. mandar que se procure que haya mercaderes que la vendan a soldados, debe de ir por lo menos en la muniçion mil y quinientos quintales 1500.
De plomo vayan 800 quintales y mercaderes que lo vendan a los soldados 800.
De mecha 300 quintales es fuerza que vayan en la muniçion, de mas de que es fuerza que haya mercaderes, que también la vendan a los soldados 300.
Este punto es muy aclaratorio. Vemos que, por una parte, se ha de llevar pólvora, plomo y mecha en la munición, y por otro, que ha de haber mercaderes que las vendan a los soldados. Existía, como vemos, un sistema mixto, público-privado, en el aprovisionamiento del ejército, pero en el segundo caso, el trato no se realiza entre el ejército y el proveedor, sino directamente entre el proveedor/mercader y el soldado. La pólvora, el plomo y la mecha suministrada por el ejército, era descontada del sueldo a los arcabuceros; cabe creer que esto fuera un desincentivo, no a la hora de disparar, pero sí, por ejemplo, a la hora de mantener la cuerda encendida - como se debía - en los cuerpos de guardia, o cuando se caminaba en tierra hostil.
Por una instrucción de 1551, vemos que la pólvora se entregaba a los alféreces de cada compañía, que eran los encargados de distribuirla a sus hombres:
Item, la pólvora fina para la Infanteria se diſtribuirá por peso a los Alferezes, y serán los Capitanes obligados à pedir orden al Capitan general, para que el [general] de la artilleria, o su Teniente la manden dar, tomando cartas de pago,de manera que se conozca ser para efecto la que se les diere.
Instrucción general para la ejecución del general de la artillería de los estados de Flandes. Augusta, 5 de abril de 1551
Las cuantías reales en el tren de artillería fueron: 1000 quintales de pólvora de arcabuz, 286 quintales de cuerda y 975 quintales de plomo.
Mosquetes
Debe V. Mgd. mandar que haya en la muniçion por lo menos 400 mosquetes de respeto, y estos querría que se acomodasen sobre ciertos carros, como yo lo advertiré a su tiempo, como lo usan los Ingleses, y no han de tirar menos que tres onças de pelota 400.
Estos mosquetes de respeto - para ser usados cuando conviniera - parecen, por el calibre de tres onzas, piezas para la defensa y asedio de plazas fuertes, o piezas de artillería de campaña y no piezas para ser usadas por infantes. Además tenemos la referencia del montaje en carros "como lo usan los ingleses" y por tanto, para ser disparados desde ellos:
Bernardo de Aldana, escribiendo desde Temesvár a Fernando I - correspondencia editada por Zoltán Korpán - decía: Ansi también les dixe que juntamente fuesen mill cavallos sobre la Tiscia y cien españoles en coches arcabuzeros con dos mosquetes en cada coche.
No hay constancia de que se llevasen mosquetes de respeto, y menos, de que se armasen sobre carros. Por lo que dice Castaldo de "como yo lo advertiré en su tiempo, como lo usan los ingleses", se puede deducir que se trataba de una invención no demasiado conocida que merecía ser explicada.
Castaldo concluye su relación de la artillería que se ha de emplear con la siguiente aclaración:
De los demás pertrechos para el artilleria yo daré muy particular razón a V.Mgd. en memoria aparte.
Y es que el tema era de enorme complejidad y requería tiempo y espacio para detallarlo todo.
La artillería, a nivel logístico, era el arma cuya organización más complejidad implicaba.
Gastadores
No se pueden excusar en est' exercito por lo menos 4000 gastadores, todos con sus instrumentos, y de ellos querría que fuesen los 1000 Ytalianos, porque los de esta tierra no son suficientes para lo de este ministerio, y fuera de esto, como saben donde esconderse, huyen luego del trabajo 4000.
El ejército juntó 2500 gastadores o zapadores, bohemios de nación, organizados en 2 "regimientos", uno con 1500 y otro con 1000 hombres. No eran italianos, pero por lo menos no eran de "esta tierra" alemana, y es de suponer que no sabrían donde esconderse para huir del trabajo.
Castaldo tenía razón en apuntar el conocimiento de la tierra como un factor clave para la deserción. No solo los gastadores, sino el soldado común, servía mejor fuera de sus fronteras: sus compañeros de armas eran su familia y fuera del ejército solo había extraños que no solo no ayudarían a un soldado extranjero a huir, sino que le robarían y hasta le asesinarían a la menor oportunidad.
Cada gastador bohemio ganaba 4 florines al mes, cada grupo de 100 gastadores tenían un cabo o centurión, que ganaba 10. El grupo de 1000 tenía un capitán mayor - se mencionan dos: "Lersqui" y "Ososqui" - que percibía 160 florines mensuales, 100 para su persona, y el resto, para pagar una pequeña primera plana, compuesta por un alférez, dos alabarderos, un tambor, un pífano, un escribano y un barbero.
También había otro Capitán mayor de gastadores con 1500 hombres a cargo, que tenía 262 florines de sueldo, 150 para su persona, y el resto, para pagar un estado compuesto por una mínima guardia de dos alabarderos, un canciller, un alférez, un tambor, un pífano, un preboste, un furriel, seis alguaciles, un cirujano, y un capellán.
Vemos que los gastadores tenían una cierta jerarquía copiada de las compañías y regimientos de infantería.
Marineros
Marineros para encabalgar y desencabalgar el artilleria y las demás cosas del manejo y servicio de ella por lo menos son menester 60 y tenerlos muy bien pagados . . . . . 0060.
Hubo marineros italianos, desconocemos el número, que cobraban seis escudos al mes - el doble que un infante sin las ventajas - y marineros alemanes que cobraban entre 8 y 10 florines al mes.
Los marineros también se ocupaban de montar el puente de barcas, que debía hacerse para cruzar los ríos por donde no hubiera vado ni puente de piedra. Lo veremos más adelante.
Carpinteros
Son menester 40 carpinteros de todas maneras, y que haya en ellos ocho y diez auneros 0040.
Hubo "maestros de hacer cajas" españoles e italianos, con sueldo de diez escudos mensuales. No he descifrado que oficio es el de "aunero", pero, evidentemente, está relacionado con la carpintería.
Hubo también 150 obreros encargados de hacer cestones.
Trabajadores del metal
Herreros y çerrajeros y otros officiales de fragua por lo menos serán menester ocho 0008.
Los herreros italianos ganaban 10 escudos al mes. Los alemanes, 16 florines.
Toneleros
Seran menester seis tonelleros 0006.
El ejército tuvo sus barrileros italianos, con seis escudos de sueldo.
Artilleros
Los artilleros alemanes [y] flamencos son buenos; pero por todo respeto querría que fuesen 40 de ellos Ytalianos y los otros 40 de estas dos naciones, y los Italianos se pidan a los ministros que V. Mgd. tiene en Italia, y que ellos los envíen buenos . 0080.
Los artilleros fueron de tres naciones: españoles - tendremos al veterano artillero y capitán Luis Pizaño, que formará parte del consejo de guerra del Emperador - italianos y alemanes.
Los españoles e italianos ganaban diez escudos al mes y los alemanes se concertaban individualmente, con sueldos que variaban de los 8 a los 20 florines.
El capitán de la artillería, Juan Jacobo de Medici, marqués de Marignan o Melegnano, contaba con dos intérpretes, que - deduzco - amén de ser pláticos en las lenguas que se usaban, debían también serlo en el oficio del que eran traductores. También tenía un intérprete el comisario de los caballos de la artillería, Andreas Dam.
El tema de los idiomas era importante. Así, cuando en consejo de guerra Juan Jacobo de Medici propone enviar a Cesare Maggi, coronel italiano, a advertir al conde de Buren de los peligros del camino hasta Ingolstadt, el Emperador, en primera instancia lo descarta por desconocer la lengua alemana, aunque finalmente es acompañado por unos señores y unos gentileshombres alemanes de la casa del Emperador. Maggi se recortó la barba a la alemana y se vistió con hábito de tudesco, porque alguien vestido a la italiana hubiera llamado la atención mientras recorría los caminos y hubiera sido visto como sospechoso. También hicieron lo propio unos capitanes españoles en otra ocasión.
Ingenieros
No es de menos consideración que todo lo suso dicho, que V. Mgd. procure tener con su exercito ocho inginieros maestros de trincheas y fosos y otros ingenios para ofensa y defensa ; y de esto se habran en Françia u en Ytalia, cueste lo que costare . . 0008.
Hubo solo dos ingenieros, que ganaban 20 escudos al mes. Cabe tener en cuenta que para principios del XVII, los ingenieros no eran señalados - contratados - por el general de la artillería, sino por el del capitán general del ejército, y no tenían sueldo tasado, sino sueldo particular acordado en persona.
Herramientas para la zapa
Instrumentos de çapas [zapas], palas, barriles, palancas, espuertas en los pertrechos de lartilleria se dirá mas por menudo, y el numero se deja a la elección de V. Mgd., prosupuesto que más vale que sobren y que se pierdan que no que falten y dejen de ejecutarse muchos efectos. bien se entiende que todo esto ha de ser además de lo que los gastadores llevaren para tenerlos de respeto y cuando fueren menester para dar los a los soldados, que labren y trabajen con ellos.
La relación de pertrechos que tenía a cargo el mayordomo de la artillería era larguísima: desde 250.000 clavos de herrar hasta 4 estufas, pasando por 140 cajas para balas o 44 ejes para carros.
De lo que comenta Castaldo, quedémonos con un concepto: los gastadores llevaban sus propias herramientas, pero Castaldo contaba con que 1) debían llevarse más por si se perdían, y 2) debían llevarse herramientas de respeto para dárselas a los soldados.
Los soldados, efectivamente, hallarían ocasiones en que deberían hacer oficio de gastador; les gustase o no, podía irles la vida en tener una buena trinchera o parapeto tras el que guarecerse.
Se llevaban 4870 palas, 510 hachas para cortar leña, 2762 picos, 2790 azadas, 5561 zapas y 2668 picones...
También se llevaban 150 guadañas "para cortar yerba" y 700 hoces pequeñas, pues había que salir a forrajear para traer pasto a los caballos, fueran los caballos de la artillería, de la caballería o de caballeros y soldados particulares de la infantería. A los animales, claro, también había que darles cebada.
Barcas y puente
Las barcas y puentes para pasar los ríos y con marineros y personas aparte, que lo sepan manejar, varar, bogar, encadenar y gobernar importa mucho; y cuanto a el numero y calidad se debe gobernar conforme a la provincia donde la guerra ha de ser y los caminos que se hicieren. y de esto debe V. Mgd. desde luego procurar tener mucha noticia para haber la prevención. en aquella misma conformidad el rey de Romanos, hermano de V. Mgd.. tiene hombres para esto muy útiles.
El ejército con que el Emperador hizo la guerra en Alemania contó con 74 barcas para hacer puentes. Según Cristóbal Lechuga [1611] se necesitaban 15 caballos para transportar por tierra cada una de las barcas, que iban sobre ejes de carros, pero también había que llevar cuerdas y tablones, por lo que era normal que ya en 1546 hubiera un comisario "de las puentes y barcas del exercito" con 25 escudos de sueldo al mes.
El comisario de puentes y barcas tenía un intérprete a su cargo, pues no hay que olvidar que los marineros contratados para su montaje eran tanto italianos como alemanes.
Las barcas podían emplearse del modo tradicional: en cada una de ellas cabían entre 30 y 40 infantes, pero las piezas de artillería encabalgadas y los carros necesitaban un puente.
En el cruce del Elba durante la batalla de Muhlberg, aunque parte de las tropas - cuatrocientos caballos que llevaban cuatrocientos arcabuceros a la grupa - vadearon el río, se montó un puente de barcas, aunque en un principio se temió que por ser el río tan ancho, que las barcas que trayamos, aunque no eran muy pocas, no bastauan con gran parte a echarle puente [testimonio de Núñez Alba], con una anchura de entre trescientos [según Bernabé del Busto] y cuatrocientos pasos [según Luis de Ávila y Zúñiga]
Pero el hecho es que cruzando once infantes españoles a nado con las espadas entre los dientes, tomaron las barcas que los enemigos tenían en mitad del río y las sumaron a las del tren de artillería imperial "para abrazar tan grande anchura como la del Albis".
Antes de tomar dichas barcas, no obstante, se pensó en que juntando de cinco en cinco o seys en seys sin ynchense de soldados que en todas cabrían CC, las tirasen los cavallos por el vado con vnas sogas y desta manera en diez o doze barcadas podrían todos pasar en espacio de quatro oras.
Caballos para el tren de artillería, vituallas y pertrechos
Cavallos para el artilleria, muniçiones y bituallas y pertrechos del exercito, conforme a lo que queda dicho, del que V. Mgd. a de juntar, paresçe que seran menester hasta 5500, los quales a de mandar V. Mgd. juntar y que se le levanten en Austria por ser quienes çufren travajo y tienen mayor fuerza, y los hombres de aquella tierra saben, por lo que yo e visto, mejor que otros servir en este menester 5500.
Para llevar la maquinaria bélica, puentes, provisiones y municiones, se proveyeron finalmente 6000 caballos, 1000 de ellos, solo para provisiones. No parece que hubiera caballos austriacos, sino "caballos grandes de Sueuia".
Eran caballos para tirar las piezas de artillería, y por cada caballo se pagaban siete florines al mes. Por cada 8 caballos se contaban dos carreteros y un mozo, cobrando el carretero seis florines y el mozo cinco.
Luego había caballos para tirar de los carros de los pertrechos, y en este caso, se pagaba el conjunto de carretero, carreta y caballos, variando el sueldo del carretero según el número de caballos que tiraban del carro - y por lo tanto, tamaño o peso cargado en la carreta, contándose carros de 2, 3 y 4 caballos.
El comisario general de los caballos, Andreas Dam, tenía un intérprete a su servicio. Este mismo Andreas Dam firmó un contrato con el Emperador por el que proveía 4000 caballos , y es evidente que debió "subcontratar" a los carreteros.
Para tirar de un cañón se necesitaban 21 caballos y 15 animales de tiro eran necesarios para cada medio cañón y cada barca.
Un carro podía cargar 1200 libras [552 kilógramos] con lo que podía transportar 30 balas de cañón [de calibre 40]. Teniendo en cuenta que el ejército de 1546 llevaba 3993 balas de cañón, se necesitaban 133 carros con sus caballos, carreteros y mozos y más de 300 caballos [16 x 21] con sus servidores y mozos para ir tirando de las 16 piezas. Y todo esto sin contar con la pólvora y todos los pertrechos necesarios.
Lechuga propone en su tratado 659 carros para transportar las balas, pólvora, armas de respeto y pertrechos necesarios para un ejército medio.
Vituallas
Quanto a la provision de los mantenimentos para no errar en lo que tanto inporta, es menester saber que tierra es adonde sea de guerrear y que Camino se ha de haçer, porque con esta consideraçion sea çierta la provision. y para todo y quanto soy de parescer que se haga luego cantidad de biscochos, y deberia V. Mgd. mandar llamar a Francesco Duarte, porque yo no se persona que mejor ni
tan brevi como el entienda esto.
En su recomendación para aprovisionarse, Castaldo sólo previó que se hiciera bizcocho [pan dos veces cocido; aunque en Andalucía se hacía bizcocho dejando los panecillos secar al sol] pero recomendaba que se tuviera en cuenta por que caminos habría de marchar el ejército, para vincular el suministro de provisiones a dicho avance. En otras campañas, como la de Francia en 1544, parece que se vivió sobre la tierra, saqueando las ciudades que se tomaban.
Francisco Duarte tuvo cargo de comisario y proveedor, y se enviaron comisarios por tierras del duque de Baviera para proveerse de pan, centeno y trigo con que hacer pan y bizcocho, así como carne salada para que el campo imperial junto a Ratisbona estuviera bien proveído.
El 24 de julio, cuando todavía no había llegado la mayoría de las tropas, ya había carestía de pan en Ratisbona y la plaza - el mercado al que habían acudido los españoles del tercio de Hungría a comprar - quedó vacío. Se dio orden a todos los vivanderos que proveyesen las vituallas necesarias para 25.000 personas más de lo ordinario. El campo imperial era más grande que una ciudad media europea.
El 18 agosto, españoles e italianos se quejaban de la falta de pan y vino; los soldados alemanes, por lo visto, tenían más facilidades a la hora de comprar víveres.
Ya comentamos que los españoles se juntaban en camaradas para comprar que comer, y que los más afectados fueron los soldados italianos, que durante el camino por la vía de Trento veían como el precio de las vituallas se doblaba a las plazas que llegaban.
También había un tercer problema añadido a la falta de pagas y el alto precio de las mercancías: eran las preferencias de los vivanderos para hacer plaza. Así, los vivanderos rara vez hacían mercado en los cuarteles de los italianos, y cuando los italianos acudían a los mercados de los cuarteles de los alemanes para comprar acababan peleando con los lansquenetes.
El duque Octavio Farnese y el coronel Alessandro Vitello pretendieron atajar las deserciones que se produjeron como consecuencia de la carestía de víveres con la horca, pero no parece que se hiciera un esfuerzo en otros aspectos.
Arcabuceros a caballo
Pareceme ya muy necesario y muy a propósito que se procure que [de] la infantería Española de la vieja se escojan hasta 400 arcabuçeros con cavallos, para que cuando sea menester acompañen nuestra cavalleria para reprimir la furia de los pistoletes, con que los enemigos pelean en Alemania. y estos arcabuçeros pelearan a cavallo y a pie, cuando fuere menester, de la manera que en las ocasiones se ordenare para ganar y sustentar un paso ; y puede se les asegurar que siempre que se les mate el cavallo, se le pagara V. Mgd. para los Ytalianos sera buen cavo Nicolo Seco y para los Spañoles el capitan Aldana.
Philippe de Lannoy, príncipe de Salmona, gobernaba toda la caballería que había venido de Italia, así como la compañía de Antonio de Toledo hecha con los soldados españoles e italianos de a caballo que trajo el conde de Bueren de Flandes.
Aparte de las compañías de lanzas - que ya tratamos cuando hablamos de los hombres de armas de Nápoles - tenía Lannoy a su gobierno dos compañías de arcabuceros a caballo, cada compañía de 200 hombres. Una con el capitán Aldana, Bernardo de Aldana - que sabemos, al menos en agosto de 1543, era capitán de arcabuceros a caballo, pues fue preso cerca de Düren en la guerra contra el duque de Cleves - y la otra a cargo de Fernando de Aguilera. Las tropas de Aldana eran españoles del tercio de Nápoles y las de Aguilera del tercio de Milán.
También Nicolao Seco estuvo presente con su compañía de 200 arcabuceros a caballo. Fue apuntado como capitán de 200 arcabuceros a caballo por el propio Emperador; así lo menciona el embajador en Roma, Juan de Vega, cuando habla de los preparativos de las levas de Farnese el 23 de junio.
Los capitanes Aldana, Aguilera y Seco estaban con el Emperador en Ratisbona en junio, y de allí partieron por la posta a hacer sus levas en Italia, lo que viene a confirmar la vieja costumbre: para recibir patente de capitán era mucho mejor residir en la corte [3c].
Aunque estos arcabuceros a caballo eran soldados de caballería nótese lo siguiente: 1) proponía que se escogieran entre los soldados viejos 400 arcabuceros con caballos y 2) afirmaba que estos soldados pelearían tanto a caballo como a pie.
Efectivamente, muchos soldados, aunque fueran infantes, tenían caballos en propiedad, y los usaban para marchar. Sería más cómodo coger arcabuceros experimentados que ya tenían caballos, y sabrían montarlos, que levantar una compañía de arcabuceros a caballo nueva. Por otro lado, vemos que se les anticipaba su doble modalidad de servicio, como soldados de caballería propiamente dichos, y como infantes montados o dragones, que podrían combatir a pie cuando fuera menester. El caballo les otorgaría la movilidad de la que la infantería carecía.
El 22 de agosto, estando el campo imperial en Neustadt y teniendo sospecha de que los confederados podían ir a tomar Ratisbona, Carlos dio orden de que marchasen a defenderla 2000 arcabuceros, 1000 infantes italianos y 1000 españoles, y que marchasen a caballo para llegar antes. Teniendo en cuenta que había unos 10000 italianos - aunque 12000 pagas - y poco más de 8000 españoles, la proporción de caballos entre los infantes parece bastante alta.
Asimismo, Álvaro de Sande mandó montar, en su camino desde Nitra en Moravia, a 95 infantes del tercio de Hungría, y formó con ellos una compañía de caballos ligeros - lanzas - cuyo capitán era él mismo, y que gobernaba su teniente Diego de Carvajal.
Vemos que esta practica de montar infantes y formar compañías de caballería con soldados de a pie propietarios de caballos no era nada extraña. Estos infantes que sirvieron a caballo con lanzas eran coseletes, y deduzco que aunque luchar con lanza a caballo era muy diferente a luchar en escuadrón con pica, al menos tenían cierto manejo de armas de asta y de llevar, sino un arnés, si un coselete cumplido.
También - la relación de Castaldo es muy completa - apunta a que el principal rival a batir de estos arcabuceros a caballo serán los "pistoletes alemanes". El hecho es que la caballería imperial contó también con herreruelos - con los que, derrotado el ejército en Mühlberg, los arcabuceros españoles se van a enfrentar, en una de tantas trifulcas entre naciones dentro de un mismo ejército. Pero Castaldo anticipaba que el fuego - de los pistoletes alemanes - debía combatirse con fuego - de los arcabuceros españoles e italianos.
Del tercio de Nápoles, Bernabé de Busto no dice que fueran bisoños, pero como habían "estado de guarnicion en el rreyno ociosos y quedos, avialos algo amolentado el vicio de la tierra, y no estaban para sufrir tanto trabajo". A pesar de no ser soldados que venían de guerra viva, como los del tercio de Hungría, "en lo que les pusieron siempre hicieron bien". Estos soldados eran, según Ávila y Zúñiga "soldados viejos muy buenos" y "todos estos tres tercios eran la flor de soldados viejos españoles", por mucho que Busto dijera que venían "amollentados" - ablandados - por haber estado ociosos.
Castaldo usa el concepto de guarniciones viejas. Ahondemos sobre el tema:
Los soldados de guarniciones viejas, aunque no hubieran estado en la guerra, al menos sabrían usar el armamento, hacer guardias, caminar en formación, escuadronar - aunque tan solo fuera en la plaza de armas del presidio - conocerían las órdenes dadas por sus oficiales y tocadas por los tambores, y los conocerían a ellos en persona, así como a sus compañeros de armas, cosa fundamental para la cohesión y buen trabajo de la compañía y tercio.
En los veranos de 1543 y 1544 se habían enviado dos tercios de bisoños a Flandes a cargo de Pedro de Guzmán, caballero de Sevilla, y Vasco de Acuña, veterano de Italia - que ya era capitán en 1517. Los soldados de Guzmán - nombrado maestre de campo el 1 de mayo de 1543 - 2652 hombres que se hazian en Castilla, se embarcaron en Santander, y tras su desembarco en Sluys - La Esclusa, se les proveyó de coseletes y arcabuces del arsenal de Malinas. Parece que fueron integrados en los tercios de Luis Pérez de Vargas - que invernó en Cambrai - y de Álvaro de Sande, que ocupó Luxemburgo, 4000 veteranos que les ayudarían a conocer el oficio. Los soldados de Acuña - 3400 hombres - llegaron justo para participar en el asedio de Saint Dizier en el verano de 1544. Habían sido levantados en el reino de Toledo, Mancha de Aragón y marquesado de Villena, y aunque los capitanes fueran "escogidos y de experiencia" y Acuña tuviera "tan buenas cualidades" y fuera "plático en las cosas desas partes" no dejaban de ser soldados bisoños a los que se les metía en guerra viva y cuya única experiencia como formación era caminar hasta el puerto. Así, Navagero dijo de ellos que eran "tristissima e male ordinata gente". En este periodo, menos de 4000 veteranos de las guerras de Italia - los tercios de Luis Pérez de Vargas y Álvaro de Sande - tuvieron que luchar junto a 6000 españoles - los tercios de Guzmán y Acuña - que jamás habían participado en ninguna acción antes de su desembarco en los Países Bajos.
Mocenigo, escribiendo tras la guerra de Esmalcalda, decía que los infantes venidos de España eran gente brutísima e ignorante de la ordenanza, pero que con las jornadas se iban haciendo buenos soldados.
Lo ideal, antes que traer bisoños a un escenario de guerra activa, era traer soldados que hubieran estado en guarnición durante un par de años, al menos. Ese fue el sistema que se prefirió para alimentar el ejército de Flandes durante la guerra de los ochenta años: llevar hombres que hubieran estado en los presidios de Italia - Nápoles, Sicilia y Lombardía - a la guerra viva en los Países Bajos y sustituirlos en tierras italianas por nuevos reclutas de España [2a] que se iniciarían en el oficio en un ámbito más propicio para el ensayo y error.
El duque de Alba, muchos años después de esta jornada, siendo capitán general en Flandes, diría que los soldados bisoños no eran de provecho si no están alojados uno y dos años.
En Italia siempre había de haber guarnición española por la amenaza francesa, y era allí donde se formaban los soldados de los tercios:
no por esto se podrá excusar de tener siempre alguna gente española en Italia, y conforme al tiempo, y como viéredes los andamientos de franceses y otros que os podrán ser contrarios, porque será el verdadero freno para impedir innovamiento de guerra
Instrucciones de Carlos V al príncipe Felipe. Augusta a 18 de enero de 1548
Según Alvise Mocenigo - embajador veneciano junto a la persona del Emperador en 1546 y 1547 - los españoles que vio en Alemania "eran todos soldados veteranos, parte habían estado mucho tiempo en Hungría, parte en Italia [...] bellísima gente, siempre bien dispuesta y apta para cuando era necesario, en cada facción".
Infantería italiana. Infantería de Su Santidad
También es necesario, que V. Mgd. mande levantar a sueldo 12000 infantes Ytalianos, la mejor gente y capitanes que en Italia hubiere, donde podrá ahora V. Mgd. escoger como quisiere, si como dicen los levanta y socorre Su Sand, a V. Mgd. con este número, tanto mejor como se haga diligencia que no sean todos vasallos de la yglesia, sino que se repartan en las provincias de Ytalia y vengan debajo de conduta de buenos capitanes. y mi parecer es que cuando Su Sand, ofrezca estos 12000 Ytalianos. debe mandar levantar más número por su quota, para que de los unos y de los otros se puedan escoger para esta jornada los dichos 12000 infantes.. 12000
El Papa Pablo III se comprometió a enviar los 12.000, pero envió finalmente 60 banderas de infantería a cargo del duque de Parma Octavio Farnese en las que había 11000 soldados, entre ellos, los coroneles Alexandro Vitelli, Sforza Pallavicino y Julio Orsini. Otras fuentes indican 58 banderas y 11.400 soldados. La recluta se hizo en Roma, Parma, Plasencia, Bolonia y tierras de la Romaña, mozos de entre 24 y 35 años.
Castaldo recomendaba que no fueran todos vasallos de la Iglesia, sin duda porque prefería que, en caso de disputa o incluso de defección por parte del Papa, pudiera atraer a algunos de los soldados a su partido. Las confederaciones no eran el sistema más idóneo para afrontar una guerra, pues cada parte tenía sus intereses particulares: religiosos y políticos los del Pontíficie, ideológicos y dinásticos los del Emperador, y estos intereses no siempre iban a ser coincidentes.
Esta infantería italiana padeció mucho, y no pasaron dos meses desde su llegada en que comenzaron a huirse, después de pasar enfermedades y hambre, vendiendo las armas y la ropa para comprar víveres, tanto por su carestía como por la poca paga recibida, debido a los robos de gentileshombres y coroneles corruptos. Parece que recibían 30 carlines al mes [1 ducado = 10 carlines, por lo tanto, la misma paga que una pica seca española] mientras que gastaban de 14 a 16 marchetti por día solo en vino. Los italianos también tuvieron no pocos problemas con los vivanderos alemanes debido a los robos que protagonizaron durante los primeros contactos, que provocaron que estos últimos recelaran de mantener una transacción con ellos, o que engrosasen los precios desproporcionadamente, como castigo o como recompensa por los males padecidos a sus manos.
En octubre se les tomó muestra, y aunque colaron a 2000 servidores de la caballería ligera como soldados, se demostró no haber más de 9000 hombres de paga y unos 7000 soldados. En enero de 1547, sin haber "pasado ni un garzón" puesto que los capitanes no tenían facilidad para hacer fraudes habiendo partido la infantería española y la caballería ligera de Salmona - de la cual habían tomado los criados para hacerlos pasar por soldados - la infantería italiana quedaba reducida a 4300 hombres. Este resto fue licenciado y no sirvió en la campaña de 1547.
En contraste, los españoles tenían por costumbre juntarse cuatro, seis u ocho en una camarada, de manera que compartían los gastos a la hora de comprar los víveres, y a pesar de las necesidades y la carestía que padecían - como los italianos - jamás se les vio sufrir tanto como a ellos, pues se socorrían unos a otros con esta institución. También, todo hay que decirlo, mis paisanos eran "sutilísimos ladrones" que jamás dejaban de robar y tomar lo que necesitaban de la población civil.
Arcabucería española e italiana
En la infantería Española y Italiana se ha de hacer esfuerzo que el mayor número sea de arcabuceros y que los arcabuçes sean de los de la nueva muniçion, aunque se hagan a costa de V. Mgd.. porque en ello va mucho.
Respecto a la segunda parte del punto - los arcabuces de nueva munición que el Emperador debía proveer a los soldados - no puedo aportar nada aparte del hecho sabido de que las armas entregadas a los soldados se descontaban de su sueldo, "a la primera paga". A veces, el descuento no era a precio de coste, sino con ganancia para el ejército a costa del infante.
Item, cuando fuere menester hacer distribución de picas, lanças, medias lanças, coseletes, para Infanteria, arcabuzes y otras partidas, a algunas compañias, sea de Infanteria,ồ Caualleria, para no perder nada, y guardar el prouecho de Su Mageftad, los conductores por cargo de officiales de la artilleria las darán, tomando recibida por escrito,la cual ha de servir para el Tesorero de guerra,o su official, los cuales habrán de hacer su deber en descontarlas a las personas, o escribanos de compañias, a la primera paga, sino fuere que el Capitan general ordene, que se dilate el descontarlo.
Instrucción general para la ejecución del general de la artillería de los estados de Flandes. Augusta, 5 de abril de 1551
Respecto a que las compañías españoles e italianas estuvieran formadas por el mayor número de arcabuceros, ya comenté en la entrada que se ocupa del arcabucero la preferencia de los españoles por este arma. El caso es que durante la campaña, se tuvo que dar orden puntual de que 30 arcabuceros de cada compañía de infantería española dejasen sus arcabuces y se proveyesen de picas y coseletes de la munición "para que los esquadrones fuesen mas fuertes". El mayordomo de la artillería tenía de respeto 10.540 picas [2b] así que no debió de haber problemas para armar ofensivamente a estos 30 soldados por compañía, unos mil piqueros en 33 banderas, pero no consta que hubiera coseletes de respeto entre los pertrechos a cargo del mayordomo de la artillería.
Lechuga [1611] indica que se podían transportar 250 de estas armas de asta por carro, pesando cada pica menos de cinco libras [2.2 kgs]
Mocenigo, contando las tropas italianas por filas a su llegada a Landshut el 13 de agosto, dice que eran 6000 arcabuceros y 4000 armados con picas, contando en estos últimos los pocos alabarderos que había para guardar las banderas. Había entre ellos muchos gentileshombres y personas que habían sido capitanes en jornadas pasadas, que ahora servían en las compañías como soldados particulares.
Hasta aquí se ocupa Castaldo de la infantería, ahora pasamos a las otras armas del ejército.
Cavalleria.
Caballería de los Países Bajos
Ordenar al conde de Bura que de los estados de Flandes traiga 2000 cavallos, los 1000 de las bandas ordinarias de honbres de armas, que V. Mgd. tiene en aquellos estados, y los otros 1000 cavallos ligeros de aquellos estados y de Borgoña, todos con buenos capitanes 2000.
Maximilien d'Egmont, conde de Buren, trajo 1000 hombres de armas: 250 caballos de su compañía de las bandas de ordenanza, junto con 250 de Lamoral, conde de Egmont, 200 del señor de Brederode, 150 de Jean de Lyere, señor de Berchem, y 150 de Martin Van Rossem, capitán que hacía tres veranos servía al duque de Cleves en la guerra contra el Emperador pero que acudió a rendir pleitesía en septiembre de 1543 al torcérseles el devenir de la lucha.
El conde de Buren también trajo de Flandes 500 caballos ligeros a cargo de Philippe de Montmorency, conde de Hornes, y 1500 caballos más a cargo de otros capitanes. Al final, bajo su cargo había 4300 caballos ligeros y los 1000 hombres de armas de las bandas, lo más granado de la caballería, casi equiparables en calidad - aunque no en cantidad - a la gendarmería francesa.
Caballería alemana
En Alemania la alta se deben levantar otros tres mil cavallos, encomendándolos a las personas sus devotas de V. Mdg., en quien concurran las mismas calidades que se han dicho cuanto a la infanteria de esta naçion ..... 3000.
En Alemania se hizo numerosa caballería. Por ejemplo, el archiduque Maximiliano - sobrino del Emperador - aportó 2000 caballos y Alberto, duque de Brandemburgo otros 2000. En todo caso, ciertas aportaciones no parecen que fueran reclutas, sino tropas de súbditos y aliados.
En esta caballería había lanzas, pero también herreruelos armados con pistoletes.
Hombres de armas del reino de Nápoles
Del reyno de Napoles mande V. Mgd. que vengan 300 honbres de armas escogidos de los que tiene aquel reyno, y estos deben de comenzar a caminar luego, para que vengan despacio y lleguen a tiempo.... 300.
De los hombres de armas sabemos que fueron más de 300 los que vinieron a cargo del príncipe de Salmona, de hecho, unos 630, pero en Ulma las compañías fueron reformadas, quedando en pie la de don Antonio de Toledo, - que fue nombrado capitán del centenar de caballos italianos y españoles que vinieron de Flandes a cargo del conde de Buren - la de Álvaro de Sande - el mismo maestre de campo del tercio de Hungría, que tenía una compañía que gobernaba su teniente, Diego de Carvajal [1d]- y las compañías de don Fernando de Lannoy y el capitán San Martín, reducidas a 80 hombres por estandarte, y las del resto de capitanes italianos a 50 cada una.
El cuerpo, dirigido por Philippe de Lannoy, príncipe de Salmona, capitán de toda la caballería ligera, quedó en un total de 680 hombres de armas, a las que había que sumar dos compañías de 200 arcabuceros a caballo, con los capitanes Bernardo de Aldana y Fernando de Aguilera, tropas que veremos más adelante.
Caballería italiana de Su Santidad
Si el papa da los 800 cavallos que me dicen ha ofrecido: bien; y cuando no, V,Mgd. procure tener licencia suya para levantarlos en las tierras de la yglesia, que yo acordare a V. Mgd, las partes donde se haran bien y que las caveças [que] los pueden guiar, que sean de mucho servicio..... 800
Octavio Farnesio, capitán general de las tropas de la iglesia, vino con 800 hombres de armas en 9 compañías [2 de 50 hombres, y el resto de 100 cada una]. A cargo de esta caballería venía Juan Bautista Savello, lugarteniente de Farnesio.
También tenemos 300 arcabuceros a caballo de Bartholomeo del Monte, y 200 a cargo de Nicolo Secco.
El legado papal para el ejército de S.Sad. era el cardenal Alejandro Farnese; ambos, el prelado y el duque eran nietos de Paulo III.
Caballería italiana florentina
Del duque de Florençia puede V. Mgd. mandar servirse con los 200 cavallos ligeros que se hallaron en la jornada de Françia, y si viene con ellos Ridolpho Ballon [Baglioni], es buen capitan y muy util soldado..... 200.
Rodolfo Baglioni vino con 300 caballos, aunque otras fuentes indican 200 caballos ligeros y 50 arcabuceros a caballo.
Caballería italiana del duque de Plasencia
Acepte V. Mdg. los 100 cavallos que ofrece el duque de Plasençia [Pier Luigi Farnese], y pida le que los encomiende a buen capitan...... 100.
O no los aceptó, o no fueron enviados. Por contra, Francesco de Este, duque de Ferrara, que no es mencionado en la relación de Castaldo, vino de Italia con 200 caballos - 150 lanzas y 50 arcabuceros a caballo - bajo el mando de Alfonso, hermano natural del duque.
Francisco de Este había sido capitán de la caballería ligera imperial en la campaña de 1544 en Francia, y ahora ocupaba un puesto en el consejo de guerra, aunque sin gobierno alguno.
Caballería italiana del Piamonte y Lombardía
De Piamonte y Lonbardia podra V. Mgd. mandar venir con el prencipe de Sulmona 200 cavallos ligeros de los que allá tiene V. Mdg. a sueldo 200.
El príncipe de Salmona, Philippe de Lannoy, hijo de Charles de Lannoy, que había sido virrey de Nápoles - lo vimos en el punto referido a los hombres de armas del Reino - vino de Italia con un cuerpo de 630 caballos.
Aquí me surge la duda: el anónimo cronista que relata la reformación del cuerpo de caballería, habla en todo caso de hombres de armas, mientras que el catalogador Luxemburqués Nicolás Mamerano, habla del conjunto - incluyendo los 400 arcabuceros a caballo de Aldana y Aguilera - como caballería ligera. Seguramente, los caballos de Nápoles venían sin bardar, de ahí que Maneranus los clasificara como "levis equites".
Caballería italiana, a levantar
Mandar que luego se levanten allí otros 200 cavallos, de los cuales querría y es mi parecer que los 100 sean arcabuçeros de a cavallo y los otros 100 lanças. y entiendo que estos los levantara el capitan Poço [Pozzo], que es hombre de seguito y soldado para la comparñia, que V. Mgd. conoce bien........... 200;
Estas 100 lanzas y 100 arcabuceros a caballo del Piamonte y Lombardía que se habían de levantar no los localizo por ningún lado. Ya hemos dicho que el príncipe de Salmona vino de Italia con 730 hombres. Se le habían pedido 300 hombres de armas de Nápoles, 200 caballos ligeros viejos de Lombardía y Piamonte, y estos últimos 200 caballos ligeros, un total de 700.
Caballería húngara y croata
Tendría por cierto y muy conveniente que V. Mdg. mandase levantar 1000 cavallos ligeros Ungaros y Corvatos de vazo [debajo] de la mano de Thomas Eadast, y que entre los capitanes traería a Bartoloso y a Andrea Tornoçio ; y esta cavalleria es de mucho servicio e mucho mas a propósito que otra ninguna para tomar en contienda y inquietar los enemigos, y Alemanes puros recibiran con esto mucha molestia y darán ocasiones para hacerles mucho daño 1000.
Caballeros húngaros representados en dos láminas del Códice de trajes de 1547. |
Artilleria.
Piezas de artillería necesarias
Diez y seis cañones reforçados 16.
Ocho medios cañones 8.
Cuatro culebrinas largas 4.
Seis sacres 6,
Diez falconetes ligeros 10.
Advierta V. Mgd. que toda esta artilleria sea diestra y para governarse agilmente.
La artillería que reunió el ejército imperial consistió en 10 cañones reforzados, 12 medios cañones, 4 culebrinas, 17 medias culebrinas, 7 sacres, 16 falconetes, y 2 medios falconetes, un total de 68 piezas.
Sacre de 6 y 1/2 libras y falconete de 3 libras, del Discurso del Artilleria del Invictissimo Emperador Carolo V. |
Características de la artillería 1534 – 1538 | ||||
Pieza | Alcance [en pasos] Punta en blanco |
Bala | Calibre [libras] | Peso de la pieza [libras] |
Cañón serpentino reforzado | 500 – 550 | Hierro | 36 | 6000 – 7400 |
Cañón sencillo | 36 | 5000 | ||
Medio cañón | 600 | 16 | 4600 | |
Medio cañón serpentino | 25 | 4500 – 4700 | ||
Sacre | 450 | 6 | 1800 – 2000 | |
Culebrina | 700 | 16 | 6000 – 8000 | |
Media culebrina | 8 – 9 | 3000 – 4000 | ||
Falconete | 450 | 3 | 1000 – 1200 | |
Medio falconete | Plomo con dado de hierro | |||
Esmeril | ||||
El alcance total sería de unas 10-12 veces el alcance de punta en blanco, según Lechuga [1611] |
El conde de Buren trajo 12 piezas del arsenal de Aquisgrán - medias culebrinas y piezas de campaña - por caminos, y desde Viena se trajeron 20 o 23 piezas gruesas que se embarcaron para recorrer el Danubio hasta Ratisbona, llegando a dicha plaza el 31 de julio. Las barcas que transportaban la artillería, al venir río arriba, eran tiradas por caballos.
Además, el Emperador contaba con 10 piezas que estaban en la plaza de Ratisbona. Aguas arriba de la ciudad se tiraron cadenas en el cauce - práctica habitual para cerrar el paso en ríos y puertos - de manera que el cruce del Danubio quedó controlado por los imperiales.
Después, el 13 de septiembre llegaron otras 12 piezas de campaña a Ingolstadt procedentes también del arsenal de Viena.
Morteretes
Cuarto morteretes para pedreros pueden ser en alguna ocasión de servicio y así debe a mi parecer V. Mgd. mandar que los haya 4.
Parece que no hubo morteretes en campaña
Balas para la artillería
La muniçion para esta artilleria, cuanto más abundante fuere, tendrá V. Mgd. más seguros los efectos que con ella a de hacer. presupuesto que siempre V. Mgd. podrá ir aumentando esta provisión, me parece que para de presente bastará que salga con el train de l'artilleria [tren de artillería] lo siguiente:
Para cada cañon 500 balas 500. [por 16 cañones que contaba Castaldo, serían 8000 balas, aunque vemos que él no hace el cálculo]
Para cada medio otras tantas 500. [por 8 medios cañones, 4000]
Para cada culebrina otro tanto 500. [por 4 culebrinas, 2000]
Para cada media culebrina otro tanto 500. [aquí apreciamos que el capitán ha contado balas de medias culebrinas para el tren de artillería, y sin embargo ninguna pieza de este tipo en la relación general]
Para cada sacre 600 balas 600. [Por seis sacres, 3600 balas]
Para los diez falconetes otro tanto 600. [Por 10 falconetes, 6000 balas]
Para los morteretes bastan 200 200. [por 4 morteretes 800 balas]
Balas para las dos piezas anteriores: sacre de 6 y 1/2 libras y falconete de 3 libras. |
Lo que los mayordomos de la artillería - en 1548 eran Juan de Escoriaza y Pedro Pérez de Luzuriaga - del ejército de Su Majestad tuvieron a cargo en las jornadas de Alemania fue:
Unas 400 balas de cañón para cada una de las diez piezas [3993]. Hay que decir que se recuperaron 568 balas disparadas por al enemigo en el campo frente a Ingolstadt - [agosto de 1546]. Las balas solían ser de hierro colado y no sufriendo deformación tras el disparo, se podían recoger y volver a disparar, siempre que el calibre de bala y cañón coincidiera.
La artillería de campaña no era muy efectiva, y menos, como en este caso, cuando uno estaba atrincherado. Se narra que los protestantes tenían en el campo frente a Ingolstadt 112 piezas de artillería. Hicieron 3800 disparos y solo consiguieron matar entre 350 y 400 personas. De todas maneras, un buen tren de artillería era necesario, no solo para campear, sino sobretodo para asediar plazas fuertes. Grabado de la edición latina del comentario de la guerra de Alemania de Luis de Ávila y Zúñiga Commentariorum de bello Germanico e Carolo V Caesare maximo gesto, libri duo, de 1550 de la Biblioteca Històrica de la Universitat de València. |
Balas de medio cañón, tenían 4243, unas 350 para cada una de las 16 piezas con que servían.
Balas de culebrina 380, ni 100 por cada una de las 4 piezas.
Balas de sacre, 1768, unas 250 por cada una de las 7 piezas.
Balas de medio sacre, 350. Curiosamente, en la relación no aparece ningún medio sacre mencionado. Quizá era una omisión, quizá la pieza con la que contaban había reventado para entonces, pues está claro, aunque el documento no esté fechado, por el comentario que hace de la recuperación de las balas disparadas por el enemigo frente a Ingolstadt, que el inventario es de un tiempo una vez iniciada la campaña.
Bales de falconete, 2350, menos de 250 para cada pieza.
De los medios falconetes, no relaciona ninguna bala. O es una omisión, o se habían consumido todos cuando se hizo la relación.
Comparando lo que estaba a cargo de los mayordomos de la artillería con lo que Castaldo previó, vemos que hay algunas diferencias, pero no es demasiado significativa.
Pólvora para la artillería
Polvora para esta artilleria de la muy buena bastaran de presente cuatro mil quintales 4000.
Un quintal tenía 100 libras. Los cañones y medios cañones se cargaban con un peso de pólvora equivalente a la mitad del peso de la bala, mientras que las culebrinas se cargaban con tres cuartos del peso de la bala. Los calibres eran variables, y por lo tanto es difícil, sino imposible, estimar que cálculo hizo Castaldo para llegar a la cifra de 4000 quintales. Probablemente, se trate de una estimación basada en su experiencia previa, antes que un cálculo proporcional a las balas y piezas que se llevaban, que es lo que haría un artillero. Quizá estaba el cálculo hecho en la relación más detallada que decía debía aportar sobre la artillería, como veremos al final de este apartado.
Lo que sabemos es que los mayordomos de la artillería tenían a cargo 2759 quintales de pólvora, una vez comenzada la campaña, como decíamos.
La pólvora de artillería era de grano más grueso que la del arcabucería, por eso se consigna en partidas diferentes. También se transportaban azufre y salitre para producir pólvora. Faltaba carbón - se recomendaba que fuera de ramas de sauce - como tercer componente, pero deduzco que se podría hallar con más facilidad, y por lo tanto, se podía obviar su transporte.
Se trajo pólvora del arsenal de Viena junto con la artillería, también se cogió pólvora de Ratisbona y sabemos que el 26 de junio vinieron 20 carros cargados con pólvora de Nuremberg.
Pólvora, plomo y cuerda para la arcabucería
Polvera para la arcabuçeria, a de mas de que debe V. Mgd. mandar que se procure que haya mercaderes que la vendan a soldados, debe de ir por lo menos en la muniçion mil y quinientos quintales 1500.
De plomo vayan 800 quintales y mercaderes que lo vendan a los soldados 800.
De mecha 300 quintales es fuerza que vayan en la muniçion, de mas de que es fuerza que haya mercaderes, que también la vendan a los soldados 300.
Este punto es muy aclaratorio. Vemos que, por una parte, se ha de llevar pólvora, plomo y mecha en la munición, y por otro, que ha de haber mercaderes que las vendan a los soldados. Existía, como vemos, un sistema mixto, público-privado, en el aprovisionamiento del ejército, pero en el segundo caso, el trato no se realiza entre el ejército y el proveedor, sino directamente entre el proveedor/mercader y el soldado. La pólvora, el plomo y la mecha suministrada por el ejército, era descontada del sueldo a los arcabuceros; cabe creer que esto fuera un desincentivo, no a la hora de disparar, pero sí, por ejemplo, a la hora de mantener la cuerda encendida - como se debía - en los cuerpos de guardia, o cuando se caminaba en tierra hostil.
Por una instrucción de 1551, vemos que la pólvora se entregaba a los alféreces de cada compañía, que eran los encargados de distribuirla a sus hombres:
Item, la pólvora fina para la Infanteria se diſtribuirá por peso a los Alferezes, y serán los Capitanes obligados à pedir orden al Capitan general, para que el [general] de la artilleria, o su Teniente la manden dar, tomando cartas de pago,de manera que se conozca ser para efecto la que se les diere.
Instrucción general para la ejecución del general de la artillería de los estados de Flandes. Augusta, 5 de abril de 1551
Las cuantías reales en el tren de artillería fueron: 1000 quintales de pólvora de arcabuz, 286 quintales de cuerda y 975 quintales de plomo.
Mosquetes
Debe V. Mgd. mandar que haya en la muniçion por lo menos 400 mosquetes de respeto, y estos querría que se acomodasen sobre ciertos carros, como yo lo advertiré a su tiempo, como lo usan los Ingleses, y no han de tirar menos que tres onças de pelota 400.
Estos mosquetes de respeto - para ser usados cuando conviniera - parecen, por el calibre de tres onzas, piezas para la defensa y asedio de plazas fuertes, o piezas de artillería de campaña y no piezas para ser usadas por infantes. Además tenemos la referencia del montaje en carros "como lo usan los ingleses" y por tanto, para ser disparados desde ellos:
Bernardo de Aldana, escribiendo desde Temesvár a Fernando I - correspondencia editada por Zoltán Korpán - decía: Ansi también les dixe que juntamente fuesen mill cavallos sobre la Tiscia y cien españoles en coches arcabuzeros con dos mosquetes en cada coche.
No hay constancia de que se llevasen mosquetes de respeto, y menos, de que se armasen sobre carros. Por lo que dice Castaldo de "como yo lo advertiré en su tiempo, como lo usan los ingleses", se puede deducir que se trataba de una invención no demasiado conocida que merecía ser explicada.
Castaldo concluye su relación de la artillería que se ha de emplear con la siguiente aclaración:
De los demás pertrechos para el artilleria yo daré muy particular razón a V.Mgd. en memoria aparte.
Y es que el tema era de enorme complejidad y requería tiempo y espacio para detallarlo todo.
Detalle de un tren. El triunfo de Maximiliano, obra de hacia 1512. |
Gastadores
No se pueden excusar en est' exercito por lo menos 4000 gastadores, todos con sus instrumentos, y de ellos querría que fuesen los 1000 Ytalianos, porque los de esta tierra no son suficientes para lo de este ministerio, y fuera de esto, como saben donde esconderse, huyen luego del trabajo 4000.
El ejército juntó 2500 gastadores o zapadores, bohemios de nación, organizados en 2 "regimientos", uno con 1500 y otro con 1000 hombres. No eran italianos, pero por lo menos no eran de "esta tierra" alemana, y es de suponer que no sabrían donde esconderse para huir del trabajo.
Castaldo tenía razón en apuntar el conocimiento de la tierra como un factor clave para la deserción. No solo los gastadores, sino el soldado común, servía mejor fuera de sus fronteras: sus compañeros de armas eran su familia y fuera del ejército solo había extraños que no solo no ayudarían a un soldado extranjero a huir, sino que le robarían y hasta le asesinarían a la menor oportunidad.
Cada gastador bohemio ganaba 4 florines al mes, cada grupo de 100 gastadores tenían un cabo o centurión, que ganaba 10. El grupo de 1000 tenía un capitán mayor - se mencionan dos: "Lersqui" y "Ososqui" - que percibía 160 florines mensuales, 100 para su persona, y el resto, para pagar una pequeña primera plana, compuesta por un alférez, dos alabarderos, un tambor, un pífano, un escribano y un barbero.
También había otro Capitán mayor de gastadores con 1500 hombres a cargo, que tenía 262 florines de sueldo, 150 para su persona, y el resto, para pagar un estado compuesto por una mínima guardia de dos alabarderos, un canciller, un alférez, un tambor, un pífano, un preboste, un furriel, seis alguaciles, un cirujano, y un capellán.
Vemos que los gastadores tenían una cierta jerarquía copiada de las compañías y regimientos de infantería.
Marineros
Marineros para encabalgar y desencabalgar el artilleria y las demás cosas del manejo y servicio de ella por lo menos son menester 60 y tenerlos muy bien pagados . . . . . 0060.
Hubo marineros italianos, desconocemos el número, que cobraban seis escudos al mes - el doble que un infante sin las ventajas - y marineros alemanes que cobraban entre 8 y 10 florines al mes.
Los marineros también se ocupaban de montar el puente de barcas, que debía hacerse para cruzar los ríos por donde no hubiera vado ni puente de piedra. Lo veremos más adelante.
Carpinteros
Son menester 40 carpinteros de todas maneras, y que haya en ellos ocho y diez auneros 0040.
Hubo "maestros de hacer cajas" españoles e italianos, con sueldo de diez escudos mensuales. No he descifrado que oficio es el de "aunero", pero, evidentemente, está relacionado con la carpintería.
Hubo también 150 obreros encargados de hacer cestones.
Trabajadores del metal
Herreros y çerrajeros y otros officiales de fragua por lo menos serán menester ocho 0008.
Los herreros italianos ganaban 10 escudos al mes. Los alemanes, 16 florines.
Toneleros
Seran menester seis tonelleros 0006.
El ejército tuvo sus barrileros italianos, con seis escudos de sueldo.
Artilleros
Los artilleros alemanes [y] flamencos son buenos; pero por todo respeto querría que fuesen 40 de ellos Ytalianos y los otros 40 de estas dos naciones, y los Italianos se pidan a los ministros que V. Mgd. tiene en Italia, y que ellos los envíen buenos . 0080.
Los artilleros fueron de tres naciones: españoles - tendremos al veterano artillero y capitán Luis Pizaño, que formará parte del consejo de guerra del Emperador - italianos y alemanes.
Los españoles e italianos ganaban diez escudos al mes y los alemanes se concertaban individualmente, con sueldos que variaban de los 8 a los 20 florines.
El capitán de la artillería, Juan Jacobo de Medici, marqués de Marignan o Melegnano, contaba con dos intérpretes, que - deduzco - amén de ser pláticos en las lenguas que se usaban, debían también serlo en el oficio del que eran traductores. También tenía un intérprete el comisario de los caballos de la artillería, Andreas Dam.
El tema de los idiomas era importante. Así, cuando en consejo de guerra Juan Jacobo de Medici propone enviar a Cesare Maggi, coronel italiano, a advertir al conde de Buren de los peligros del camino hasta Ingolstadt, el Emperador, en primera instancia lo descarta por desconocer la lengua alemana, aunque finalmente es acompañado por unos señores y unos gentileshombres alemanes de la casa del Emperador. Maggi se recortó la barba a la alemana y se vistió con hábito de tudesco, porque alguien vestido a la italiana hubiera llamado la atención mientras recorría los caminos y hubiera sido visto como sospechoso. También hicieron lo propio unos capitanes españoles en otra ocasión.
Ingenieros
No es de menos consideración que todo lo suso dicho, que V. Mgd. procure tener con su exercito ocho inginieros maestros de trincheas y fosos y otros ingenios para ofensa y defensa ; y de esto se habran en Françia u en Ytalia, cueste lo que costare . . 0008.
Hubo solo dos ingenieros, que ganaban 20 escudos al mes. Cabe tener en cuenta que para principios del XVII, los ingenieros no eran señalados - contratados - por el general de la artillería, sino por el del capitán general del ejército, y no tenían sueldo tasado, sino sueldo particular acordado en persona.
Herramientas para la zapa
Instrumentos de çapas [zapas], palas, barriles, palancas, espuertas en los pertrechos de lartilleria se dirá mas por menudo, y el numero se deja a la elección de V. Mgd., prosupuesto que más vale que sobren y que se pierdan que no que falten y dejen de ejecutarse muchos efectos. bien se entiende que todo esto ha de ser además de lo que los gastadores llevaren para tenerlos de respeto y cuando fueren menester para dar los a los soldados, que labren y trabajen con ellos.
La relación de pertrechos que tenía a cargo el mayordomo de la artillería era larguísima: desde 250.000 clavos de herrar hasta 4 estufas, pasando por 140 cajas para balas o 44 ejes para carros.
De lo que comenta Castaldo, quedémonos con un concepto: los gastadores llevaban sus propias herramientas, pero Castaldo contaba con que 1) debían llevarse más por si se perdían, y 2) debían llevarse herramientas de respeto para dárselas a los soldados.
Los soldados, efectivamente, hallarían ocasiones en que deberían hacer oficio de gastador; les gustase o no, podía irles la vida en tener una buena trinchera o parapeto tras el que guarecerse.
Se llevaban 4870 palas, 510 hachas para cortar leña, 2762 picos, 2790 azadas, 5561 zapas y 2668 picones...
También se llevaban 150 guadañas "para cortar yerba" y 700 hoces pequeñas, pues había que salir a forrajear para traer pasto a los caballos, fueran los caballos de la artillería, de la caballería o de caballeros y soldados particulares de la infantería. A los animales, claro, también había que darles cebada.
Barcas y puente
Las barcas y puentes para pasar los ríos y con marineros y personas aparte, que lo sepan manejar, varar, bogar, encadenar y gobernar importa mucho; y cuanto a el numero y calidad se debe gobernar conforme a la provincia donde la guerra ha de ser y los caminos que se hicieren. y de esto debe V. Mgd. desde luego procurar tener mucha noticia para haber la prevención. en aquella misma conformidad el rey de Romanos, hermano de V. Mgd.. tiene hombres para esto muy útiles.
El ejército con que el Emperador hizo la guerra en Alemania contó con 74 barcas para hacer puentes. Según Cristóbal Lechuga [1611] se necesitaban 15 caballos para transportar por tierra cada una de las barcas, que iban sobre ejes de carros, pero también había que llevar cuerdas y tablones, por lo que era normal que ya en 1546 hubiera un comisario "de las puentes y barcas del exercito" con 25 escudos de sueldo al mes.
El comisario de puentes y barcas tenía un intérprete a su cargo, pues no hay que olvidar que los marineros contratados para su montaje eran tanto italianos como alemanes.
Las barcas podían emplearse del modo tradicional: en cada una de ellas cabían entre 30 y 40 infantes, pero las piezas de artillería encabalgadas y los carros necesitaban un puente.
Puente de barcas. Tratado de la artillería y uso della, por Diego de Ufano [1612] |
Otra opción para vadear un río: cruzar los arcabuceros a grupas de los caballos, como se hizo durante la batalla de Mühlberg. Grabado de Franz Hogenberg. |
Pero el hecho es que cruzando once infantes españoles a nado con las espadas entre los dientes, tomaron las barcas que los enemigos tenían en mitad del río y las sumaron a las del tren de artillería imperial "para abrazar tan grande anchura como la del Albis".
Antes de tomar dichas barcas, no obstante, se pensó en que juntando de cinco en cinco o seys en seys sin ynchense de soldados que en todas cabrían CC, las tirasen los cavallos por el vado con vnas sogas y desta manera en diez o doze barcadas podrían todos pasar en espacio de quatro oras.
Caballos para el tren de artillería, vituallas y pertrechos
Cavallos para el artilleria, muniçiones y bituallas y pertrechos del exercito, conforme a lo que queda dicho, del que V. Mgd. a de juntar, paresçe que seran menester hasta 5500, los quales a de mandar V. Mgd. juntar y que se le levanten en Austria por ser quienes çufren travajo y tienen mayor fuerza, y los hombres de aquella tierra saben, por lo que yo e visto, mejor que otros servir en este menester 5500.
Para llevar la maquinaria bélica, puentes, provisiones y municiones, se proveyeron finalmente 6000 caballos, 1000 de ellos, solo para provisiones. No parece que hubiera caballos austriacos, sino "caballos grandes de Sueuia".
Eran caballos para tirar las piezas de artillería, y por cada caballo se pagaban siete florines al mes. Por cada 8 caballos se contaban dos carreteros y un mozo, cobrando el carretero seis florines y el mozo cinco.
Luego había caballos para tirar de los carros de los pertrechos, y en este caso, se pagaba el conjunto de carretero, carreta y caballos, variando el sueldo del carretero según el número de caballos que tiraban del carro - y por lo tanto, tamaño o peso cargado en la carreta, contándose carros de 2, 3 y 4 caballos.
El comisario general de los caballos, Andreas Dam, tenía un intérprete a su servicio. Este mismo Andreas Dam firmó un contrato con el Emperador por el que proveía 4000 caballos , y es evidente que debió "subcontratar" a los carreteros.
Para tirar de un cañón se necesitaban 21 caballos y 15 animales de tiro eran necesarios para cada medio cañón y cada barca.
Un carro podía cargar 1200 libras [552 kilógramos] con lo que podía transportar 30 balas de cañón [de calibre 40]. Teniendo en cuenta que el ejército de 1546 llevaba 3993 balas de cañón, se necesitaban 133 carros con sus caballos, carreteros y mozos y más de 300 caballos [16 x 21] con sus servidores y mozos para ir tirando de las 16 piezas. Y todo esto sin contar con la pólvora y todos los pertrechos necesarios.
Lechuga propone en su tratado 659 carros para transportar las balas, pólvora, armas de respeto y pertrechos necesarios para un ejército medio.
Vituallas
Quanto a la provision de los mantenimentos para no errar en lo que tanto inporta, es menester saber que tierra es adonde sea de guerrear y que Camino se ha de haçer, porque con esta consideraçion sea çierta la provision. y para todo y quanto soy de parescer que se haga luego cantidad de biscochos, y deberia V. Mgd. mandar llamar a Francesco Duarte, porque yo no se persona que mejor ni
tan brevi como el entienda esto.
En su recomendación para aprovisionarse, Castaldo sólo previó que se hiciera bizcocho [pan dos veces cocido; aunque en Andalucía se hacía bizcocho dejando los panecillos secar al sol] pero recomendaba que se tuviera en cuenta por que caminos habría de marchar el ejército, para vincular el suministro de provisiones a dicho avance. En otras campañas, como la de Francia en 1544, parece que se vivió sobre la tierra, saqueando las ciudades que se tomaban.
Francisco Duarte tuvo cargo de comisario y proveedor, y se enviaron comisarios por tierras del duque de Baviera para proveerse de pan, centeno y trigo con que hacer pan y bizcocho, así como carne salada para que el campo imperial junto a Ratisbona estuviera bien proveído.
El 24 de julio, cuando todavía no había llegado la mayoría de las tropas, ya había carestía de pan en Ratisbona y la plaza - el mercado al que habían acudido los españoles del tercio de Hungría a comprar - quedó vacío. Se dio orden a todos los vivanderos que proveyesen las vituallas necesarias para 25.000 personas más de lo ordinario. El campo imperial era más grande que una ciudad media europea.
El 18 agosto, españoles e italianos se quejaban de la falta de pan y vino; los soldados alemanes, por lo visto, tenían más facilidades a la hora de comprar víveres.
Ya comentamos que los españoles se juntaban en camaradas para comprar que comer, y que los más afectados fueron los soldados italianos, que durante el camino por la vía de Trento veían como el precio de las vituallas se doblaba a las plazas que llegaban.
También había un tercer problema añadido a la falta de pagas y el alto precio de las mercancías: eran las preferencias de los vivanderos para hacer plaza. Así, los vivanderos rara vez hacían mercado en los cuarteles de los italianos, y cuando los italianos acudían a los mercados de los cuarteles de los alemanes para comprar acababan peleando con los lansquenetes.
El duque Octavio Farnese y el coronel Alessandro Vitello pretendieron atajar las deserciones que se produjeron como consecuencia de la carestía de víveres con la horca, pero no parece que se hiciera un esfuerzo en otros aspectos.
Arcabuceros a caballo
Pareceme ya muy necesario y muy a propósito que se procure que [de] la infantería Española de la vieja se escojan hasta 400 arcabuçeros con cavallos, para que cuando sea menester acompañen nuestra cavalleria para reprimir la furia de los pistoletes, con que los enemigos pelean en Alemania. y estos arcabuçeros pelearan a cavallo y a pie, cuando fuere menester, de la manera que en las ocasiones se ordenare para ganar y sustentar un paso ; y puede se les asegurar que siempre que se les mate el cavallo, se le pagara V. Mgd. para los Ytalianos sera buen cavo Nicolo Seco y para los Spañoles el capitan Aldana.
Philippe de Lannoy, príncipe de Salmona, gobernaba toda la caballería que había venido de Italia, así como la compañía de Antonio de Toledo hecha con los soldados españoles e italianos de a caballo que trajo el conde de Bueren de Flandes.
Aparte de las compañías de lanzas - que ya tratamos cuando hablamos de los hombres de armas de Nápoles - tenía Lannoy a su gobierno dos compañías de arcabuceros a caballo, cada compañía de 200 hombres. Una con el capitán Aldana, Bernardo de Aldana - que sabemos, al menos en agosto de 1543, era capitán de arcabuceros a caballo, pues fue preso cerca de Düren en la guerra contra el duque de Cleves - y la otra a cargo de Fernando de Aguilera. Las tropas de Aldana eran españoles del tercio de Nápoles y las de Aguilera del tercio de Milán.
También Nicolao Seco estuvo presente con su compañía de 200 arcabuceros a caballo. Fue apuntado como capitán de 200 arcabuceros a caballo por el propio Emperador; así lo menciona el embajador en Roma, Juan de Vega, cuando habla de los preparativos de las levas de Farnese el 23 de junio.
Los capitanes Aldana, Aguilera y Seco estaban con el Emperador en Ratisbona en junio, y de allí partieron por la posta a hacer sus levas en Italia, lo que viene a confirmar la vieja costumbre: para recibir patente de capitán era mucho mejor residir en la corte [3c].
Aunque estos arcabuceros a caballo eran soldados de caballería nótese lo siguiente: 1) proponía que se escogieran entre los soldados viejos 400 arcabuceros con caballos y 2) afirmaba que estos soldados pelearían tanto a caballo como a pie.
Ejercicios para el arcabucero a caballo. Waldhausen, 1616 |
Efectivamente, muchos soldados, aunque fueran infantes, tenían caballos en propiedad, y los usaban para marchar. Sería más cómodo coger arcabuceros experimentados que ya tenían caballos, y sabrían montarlos, que levantar una compañía de arcabuceros a caballo nueva. Por otro lado, vemos que se les anticipaba su doble modalidad de servicio, como soldados de caballería propiamente dichos, y como infantes montados o dragones, que podrían combatir a pie cuando fuera menester. El caballo les otorgaría la movilidad de la que la infantería carecía.
El 22 de agosto, estando el campo imperial en Neustadt y teniendo sospecha de que los confederados podían ir a tomar Ratisbona, Carlos dio orden de que marchasen a defenderla 2000 arcabuceros, 1000 infantes italianos y 1000 españoles, y que marchasen a caballo para llegar antes. Teniendo en cuenta que había unos 10000 italianos - aunque 12000 pagas - y poco más de 8000 españoles, la proporción de caballos entre los infantes parece bastante alta.
Asimismo, Álvaro de Sande mandó montar, en su camino desde Nitra en Moravia, a 95 infantes del tercio de Hungría, y formó con ellos una compañía de caballos ligeros - lanzas - cuyo capitán era él mismo, y que gobernaba su teniente Diego de Carvajal.
Desde esta ciudad partió para la ciudad de Viena, que estaua de allí diez y ocho leguas: y llegado a ella hizo muestra de la ynfanteria y parecieron en ella dos mil y quinientos ynfantes: y saco dellos cient soldados de coseletes los que le parecio a proposito y mas conuenientes para que fuessen descubriendo, y hizo dellos una compañia de cauallos ligeros y señalose a sí por capitan, y a Don Diego de Carauajal por su teniente
Historia y primera parte de la Guerra que don Carlos V... movio contra los Principes y Ciudades rebeldes del Reyno de Alemania.
Pedro de Salazar [1548]
Vemos que esta practica de montar infantes y formar compañías de caballería con soldados de a pie propietarios de caballos no era nada extraña. Estos infantes que sirvieron a caballo con lanzas eran coseletes, y deduzco que aunque luchar con lanza a caballo era muy diferente a luchar en escuadrón con pica, al menos tenían cierto manejo de armas de asta y de llevar, sino un arnés, si un coselete cumplido.
También - la relación de Castaldo es muy completa - apunta a que el principal rival a batir de estos arcabuceros a caballo serán los "pistoletes alemanes". El hecho es que la caballería imperial contó también con herreruelos - con los que, derrotado el ejército en Mühlberg, los arcabuceros españoles se van a enfrentar, en una de tantas trifulcas entre naciones dentro de un mismo ejército. Pero Castaldo anticipaba que el fuego - de los pistoletes alemanes - debía combatirse con fuego - de los arcabuceros españoles e italianos.
Carros de la infantería alemana alta y baja
Será muy necesario que V. Mgd. mande prevenir a la cavalleria y infanteria Alemana alta y baja que no traigan tantos carros y bagages y otros inpedimientos que suelen, que son la ruina de los exercitos, dándoles desde luego orden que no puedan traer si no tantas carretas por ciento o por tanto número de cavallos, y reduciéndolo a lo menos que se pudiere.
Españoles e italianos estaban acostumbrados a llevar menos impedimenta que sus colegas alemanes y flamencos. Si ya eran bastantes los carros del tren de artillería y los de los vivanderos y mercaderes, también había que sumar los carros de los soldados, con lo que los trenes se alargaban, acampar era más dificultoso y había que forrajear también para estos caballos, así que era normal que se limitase el equipaje de los soldados, tanto de infantería como de caballería.
Castaldo, nada dice de los carros de los caballeros y personas particulares, cuya impedimenta, no cabe duda, era infinitamente mayor que las de los simples soldados. Aunque no lo indique, estos carros no los proveía el ejército.
Sabemos que ese consejo se tradujo en una orden imperial, pues el conde de Buren confesó - en carta al Emperador de 31 de agosto - que no había sido capaz de aplicarla, pues los gendarmes no podían estar sin ellos, y que sin duda, esos carros habían ayudado a atrasar su marcha. Salazar afirma que el pequeño ejército de Buren venía con 1000 carros de munición y bagaje, lo cual puede ser una exageración, si bien en lo demás datos que aporta es bastante certero.
Véase más abajo una relación detallada de la larga marcha de Buren, que recibió el mal nombre de conde de la Burla, remedo de la versión española con que nombraban al conde, de Bura.
Espías
Y sobre todo es muy necessario que V. Mgd. haga muy extraordinaria diligencia para tener buenas espias, con que estar bien advertido de los andamientos del enemigo, porque esto le puede hacer muy fácil la victoria. y seria de parecer que desde luego V. Mgd. pagase un numero de personas que se fuesen a asoldar con el enemigo y que fuesen muchos, y que el uno no supiese del otro, y todos de diferentes calidades, darles buenos gajes y señalarles los tiempos cuando a de venir cada uno en el suyo, y encomendando a cada uno en el negocio que conforme a su talento mejor pueda servir. en el cual serán de muy gran provecho.
Estar informado era imprescindible, así que el disponer de espías que dieran aviso de los movimientos del enemigo, e incluso estuvieran en su campo "asoldados" parecía lógico.
Naturalmente, puesto que los confederados en la liga de Esmalcalda serían en su mayoría alemanes, los espías debían de ser de esa nación. Si realmente dispusieron de dichos espías alemanes, no se entiende, entonces, la acción de ciertos capitanes españoles que en hábito de tudesco se metieron en el campo enemigo para informarse de lo que vieron.
Tal vez el sistema de espionaje no era efectivo, pero, en todo caso, hubiera sido más sensato enviar espías alemanes, o al menos, que hablaran el idioma.
Por lo que explica Alvise Mocenigo, el Emperador estaba muy mal informado de los movimientos del ejército protestante.
Consejeros
Para poner en ejecución estas y otras estratagemas que se ofrecieran a la jornada, no veo personas más acomodadas para servir a V. Mgd. que los cardenales de Agusta y Trento [Otto von Truchbsess y Cristoforo Madruzzo] por la mucha inteligencia y mano que tienen en Alemania, y por la noticia que de todos tienen, y sobre todo por la fidelidad que guardaran a V. Mgd. como por el amor que tienen a V. Mgd., como por lo que están interesados en este empresa. y para emplear los en esto seria muy a propósito que V. Mgd. los trajese consigo en el ejército, honrándolos en todo, como es razón.
Otho Truchsess, barón de Waldburg y cardenal de Augusta, fue comisario de todo el ejército para las provisiones. Además tuvo a cargo 180 hombres de armas bajo el mando de Maximiliano, archiduque de Austria, hijo de Fernando I y sobrino del Emperador.
Cristoforo Madruzzo, el príncipe obispo de Trento, organizó el concilio que tuvo lugar en dicho principado. Su hermano Aliprando [o Alexandro] es uno de los coroneles de alemanes altos mencionado en el primer párrafo.
El principado era una zona donde se hablaba alemán, además de lenguas romances.
Ambos cardenales favorecieron la alianza entre el Imperio y el Papado.
Preparativos para la reunión del ejército imperial
Para juntar, proveer, componer y hacer todo lo suso dicho es menester más tiempo del que parece considerándolo luego. por tanto será necesario que V. Mgd. comience temprano a dar dueño a las cosas con todo el secreto posible y con tal diligencia que no se estudie en otra cosa tanto como en ganar el tiempo.
La resolución de hacer la guerra estaba tomada de hacía largo tiempo. Ya en 1544 - 17 de septiembre - se firmó el tratado de Crepy con Francisco I de Francia, y se asumió entonces que en el ánimo del Emperador al firmar la paz con su rival Valois, estaba acudir a Alemania a castigar a los protestantes.
En mayo de 1545 parecía que, puesto que el turco no atacaba y no habría guerra con Francia, el Emperador se hallaba con ánimo para declararse contra los luteranos, y hacer empresa ofensiva saliendo a campaña.
Se esperaba que la guerra fuera breve y que el Papa asistiera al Emperador con tropas sufragadas por la Iglesia, 12000 infantes y 500 caballos ligeros pagados por cuatro meses.
A finales de julio de ese año ya parecía claro que las dilaciones habían sido de tal envergadura, que levantar un ejército a esas alturas supondría desperdiciar el dinero. En septiembre aún se debatía quien debía encabezar el ejército imperial. El verano, época propicia para lanzar la campaña, se consumió en realizar negociaciones para hacer una capitulación con Su Santidad [3a] y planes que no se ejecutaron.
Aunque se pospuso la campaña hasta 1546, parece claro que ese año de 1545 Carlos quería pasar a combatir contra los coaligados de Esmalcalda.
A la hora de escoger un jefe para el ejército, se pensó en primera instancia en Ferrante Gonzaga, que había sido general en 1543, pero dado que no era estimado ni por alemanes ni por españoles ni tan siquiera por los italianos, se optó por el duque de Alba, que no tenía oposición, y que tenía reputación por haber defendido Perpiñán frente a los franceses en 1542.
Navagero, escribiendo desde Bruselas en septiembre de 1545, aseguraba que el duque debía de ser el llamado para encabezar la empresa de Alemania, porque "el Pontífice, como se sabe, es poco amigo de don Ferrante [Gonzaga], los italianos no lo aman, los españoles por muchas causas se consideran ofendidos por él, y en los alemanes no halla obediencia".
Aún con todo, cuando se inició la campaña el siguiente año, tardaron semanas en reunir a todo el ejército y el Emperador pudo haber sido derrotado fácilmente si los príncipes protestantes - que no tenían que traer tropas de Italia, de Hungría o de los Países Bajos - se hubieran lanzado contra él en los primeros meses de verano, pues todo estaba tan desproveído, que si los enemigos vinieran, ellos acabaran la empresa sin contradicción alguna: este fué el primer yerro que ellos hicieron.
Reunir un ejército de tantas naciones procedentes de territorios tan dispersos era una empresa difícil de poner en práctica, pero había precedentes de campañas anteriores, Carlos tenía a su servicio buenos capitanes - como Castaldo - que sabían como gobernar y organizar un ejército, virreyes, gobernadores y embajadores que proveían lo necesario en sus territorios, comisarios que se ocupaban de cada uno de los detalles - desde las labores de zapa, hasta reunir caballos de transporte - y consejeros de guerra que podían dar el nombre de un alférez para hacerlo capitán, si era necesario.
El 24 de abril de 1546, Carlos V expresaba a su hijo el príncipe Felipe que esperaba tener el ejército reunido a finales de junio - 40.000 infantes más los 12.000 italianos del Papa - pero los tiempos eran lentos y los plazos se dilataban. Aunque dio sus primeras órdenes en la primavera de 1546 para lanzar la campaña, en agosto todavía iban llegando las tropas al campo frente a Ingolstadt. Por eso había recomendado Castaldo que los hombres de armas de Nápoles comenzasen a caminar luego, para que vengan despacio y lleguen a tiempo.
De hecho, las tropas que aportaban los Países Bajos bajo el gobierno del conde de Buren, estaban aún a una legua del campo imperial frente a Ingolstdat la tarde del 15 de septiembre de 1546. En cuanto llegaron, quedó todo el ejército reunido, y pudo ponerse en marcha cruzando el Danubio. Una época, finales de verano, que no era la más propicia para iniciar una campaña, cuando a finales de noviembre, primeros de diciembre, los ejércitos que operaban en la fría Alemania debían pasar a hibernar.
Juntar tropas de caballería e infantería procedentes de Alemania y Austria, Italia y los Países Bajos, zapadores de Bohemia, artillería, tanto del arsenal de Viena, como de Flandes, municiones, pertrechos, barcas, carros y caballos para transportar todo lo necesario y una vez reunido ponerlo todo en marcha era un proceso lento y laborioso, más, cuando se pretendía mantenerlo en secreto hasta última hora - 11 de junio - y cuando implicaba fuerzas, como las del Papa, sobre las que no cabía la imposición, sino la negociación.
Aunque ya en 1545 se hubiera previsto formar un ejército para ir a sofocar los rebeldes alemanes, no fue hasta abril de 1546 cuando se comenzó a dar mandatos firmes para la constitución de un ejército para aquella "santa empresa". Ese mes de abril, Carlos V dejaba los Países Bajos para acudir a la Dieta que se celebraba en Ratisbona [Regensburg], ciudad bávara en la que residió entre el 10 de dicho mes y el martes 3 de agosto, día en que partió al encuentro del enemigo. Durante este tiempo, se mantuvo la apariencia de que nada habían de temer los protestantes, mientras los correos debían llegar a Bruselas, Milán, Nápoles, Roma, Viena, Génova, Alemania y España para poner en marcha toda la maquinaria bélica y económica.
Aquí tenemos una primera fuente de demora. Los correos, aunque existiera un buen sistema de postas, no podían recorrer por tierra más de 160 kms al día. Así, sería imposible hacer el trayecto Ratisbona - Bruselas en menos de 5 jornadas, mientras que el Ratisbona - Génova - Barcelona - Madrid tardaba semanas, entre las postas y el embarque en galera [3b].
Despúes, tenemos que la mayoría de unidades militares, habían de ser levadas para la guerra, pues la mayor parte de un ejército estaba formado por unidades temporales que duraban lo que durase la campaña o la guerra.
Tenemos en 1546 algunas excepciones, unas pocas unidades veteranas en activo: las bandas de ordenanza de los Países Bajos, los hombres de armas del reino de Nápoles, algunas compañías de caballería ligera en Italia, los 2000 lansquenetes a cargo de Aliprando Madruzzo, guardia personal del Emperador, y los tercios españoles, tanto los dos que estaban de guarnición en Italia - tercio de Nápoles y tercio de Lombardía - como el tercio de Álvaro de Sande que se hallaba en "Hungría" contra el turco.
Dentro de las unidades que habían de ser levadas, tendríamos dos tipos: las que eran de nuevo cuño, y las que ya habían servido en otras jornadas. Normalmente, lo mejor era contar con coroneles de infantería - alemanes, flamencos, italianos - que tuvieran sus capitanes a punto para lanzarse a levar tropas en territorios donde ellos mismos habían hecho reclutas en campañas anteriores, y retomar contactos con antiguos compañeros de armas, siendo así posible contar con un grupo de veteranos a los que se sumarían nuevos reclutas. Esto, amén de mejorar la calidad de las compañías y los regimientos, acortaba los periodos de reclutamiento. Las compañías de caballería alemana solían usar un sistema de "cabos de guerra", de manera que cada uno de estos cabos aportaba un cierto número de caballos, entorno a la docena, lo que también facilitaba la recluta.
Las compañías se levantaban en diversos lugares y luego debían acudir a un emplazamiento - normalmente asignado por el contratante, otras veces, acordado entre ambas partes - donde se les tomaba muestra. A partir de este momento, habían entrado en servicio y se consideraba totalmente operativos. De ahí, normalmente, debían aún partir a dónde se formaba el campo del ejército. Todo este proceso, desde que los capitanes tenían orden de levantar las compañías, hasta que se juntaba la coronelía en la plaza de muestras, no podía durar menos de un mes y normalmente se alargaba por espacio de seis o siete semanas.
De las levas de cinco coronelías de alemanes altos que se hicieron para este ejército, sabemos que los capitanes recibieron la orden de salir a reclutar entre el 12 y el 13 de junio y que el duque de Alba partió de Regensburg a tomar la muestra de 8000 alemanes el 20 de julio. Un plazo de cinco semanas para las unidades que más rápido se organizaron.
Aún juntadas las tropas, debían desplazarse hasta el territorio en que debían servir. Los alemanes, aunque estuvieran en el país en que habían de combatir, no estaban tan cerca como pudiera parecer, pues no eran libres de caminar por donde querían, ya que los enemigos les estorbaban los pasos. Schaumburg levantó su coronelía en tierras católicas de la Selva Negra, y según Ávila y Zúñiga, aunque habían venido dando rodeos "no dejaron de pasar muchos pasos peleando con los enemigos, que por todas aquellas partes tenían gente para poderlo hacer".
Además de las hostilidades, podían hallar que príncipes y ciudades neutrales les negaban el paso por su territorio, o les impedían alojarse y avituallarse, tanto por no enemistarse con los coaligados, como simplemente, por excusar los inconvenientes del tránsito de esta soldadesca, siempre con la espada y el puñal al cinto, prestas a alborotarse y causar daños y muertes.
Luego tenemos las tropas que estaban lejos de Alemania. El tercio de Nápoles, por ejemplo, se tuvo que embarcar en dos puertos: 2000 soldados en Barletta y el resto, 1500 [4a] con el maestre de campo Alonso Vivas en "Besta" [Vieste].
El 13 de julio se juntó toda la armada en Vieste - 13 galeras de la guardia "de Nápoles" [4b] y 28 bajeles - y al día siguiente se dieron a la mar, atravesando el Adriático para desembarcar en Trieste, puerto del Imperio [4c].
Por el camino, la armada tuvo que hacer escala en Zara - tierra de venecianos en las costas de Dalmacia - y acabó desembarcando en Fiume, tierra del rey de Romanos, tras trece días de navegación, el 25 de julio, día de Santiago. Aquí el tercio reposó tres días y después caminó a Liubliana [5] y luego a Salzburgo.
El tercio del reino llegó al campo imperial en Ratisbona el 18 de julio, poco después que el de Lombardía.
Ávila y Züñiga resume el trayecto: los de Napoles se habían embarcado en la Pulla, y venian á desembarcar en tierra del rey de romanos, que es junto á la de venecianos, en una villa que se llama Fíume, en la Dalmacia, y de allí, por Carintia y Estiria, habían de venir á Salesburg, y de ahí á Baviera.
Asumiendo que se embarcaron el 14 de julio [4d], y comenzaron a caminar el 29 desde Fiume, hicieron casi 700 kms en menos de tres semanas [6] lo que supone que fuera el tercio español que hizo su trayecto más deprisa.
Para este transporte hubo que reunir las embarcaciones, y amén de juntar las necesarias para realizar los transportes, debían quedar en los distintos territorios algunas naves para guardar los mares frente a las amenazas de piratas berberiscos.
Cada movimiento, fuera de hombres o barcos, había de quedar cubierto, y Andrea Doria - que disponía de 15 galeras, y cinco las había enviado con Requesens - se quejaba el 19 de junio que si se le hubiera avisado antes de ese traslado de 2000 infantes, hubiera tenido preparadas las embarcaciones, pero en aquel momento se hallaban casi todas - las reales y las del marino genovés -repartidas en diversos lugares: en Córcega las 10 galeras de Sicilia a cargo de Berenguer de Requesens para hacer frente a los corsarios, 10 de Antonio Doria y 7 galeras de Nápoles a cargo de García de Toledo en persecución de Dragut Arraez y 12 a cargo de Gianettin Doria haciendo frente a las fustas de los corsarios de Argel.
El traslado del tercio de Lombardía se tuvo que coordinar con la corte española, pues el entonces príncipe Felipe tuvo que hacer levas en España y enviar los bisoños a Italia para sustituir a estas guarniciones viejas en Lombardía y el Piamonte. Para ello, el Emperador había ordenado - en carta de 24 de abril - que le levaran 2000 hombres para ser enviados al Piamonte en las galeras de España comandadas por Bernardino de Mendoza. Además, había que disponer de otras galeras suplementarias, por si la recluta excedía los 2000 hombres. Si estas no pudieran usarse, se emplearían escorchapines.
El 7 de junio informaba el joven gobernador de España que las cinco compañías reclutadas en Aragón y Valencia se embarcarían en Tortosa, y que las dos banderas hechas en Villena y Murcia lo harían en Cartagena , siguiendo las recomendaciones del capitán general de las galeras de España.
También había que proveer las galeras. Se esperaba tener 2000 quintales de bizcocho para el 8 o el 10 de junio, y que las compañías - cuyos capitanes informaban que se hallaban completas - pasasen muestra el 20 o el 25, recibiendo entonces la primera paga, pudiendo embarcarse todos a final de mes. Se reclutaron siete compañías con dos mil bisoños para sustituir a once banderas integradas por más de tres mil veteranos.
Como los sustitutos tardaban en llegar, Gonzaga, gobernador del Milanesado, dio orden que marchasen 7 compañías en primera instancia, mientras las otras 4 compañías del tercio viejo debían esperar para partir hasta que llegasen las nuevas compañías desde España, pues no podían dejar desamparados los presidios "pues sería poner en manifiesto peligro las tierras del Piamonte". Las 5 compañías embarcadas en Tortosa llegaron a cargo de las galeras de Gianettín Doria la noche del 15 de julio, desembarcando en Savona [4e] y las 2 embarcadas en Cartagena con las galeras de Bernardino de Mendoza desembarcaron el domingo 25 de julio [4f].
Las primeras compañías del tercio de Lombardía enviadas estaban ya en Trento el 26, donde se juntaron con las tropas italianas de Octavio Farnesio. Esto último prueba que los retrasos eran acumulativos: si las naves estaban ocupadas persiguiendo corsarios, no podían estar a tiempo para embarcar a los soldados, si los sustitutos de España no llegaban a tiempo, los soldados viejos no podían partir, etc.
El tercio de Nápoles no parece que fuera sustituido por tropas bisoñas de España, sino que quedó reducido a unos pocos efectivos, insuficientes para los retos que a los que habrá que hacer frente, como se verá [4g].
El envío del tercio de Lombardía también estuvo condicionado por los soldados viejos, que se negaban a marchar a Alemania si no se les pagaban los atrasos que se les debían. Los soldados llegaron a amotinarse en Vimercate, y Ferrante Gonzaga, que en junio había comenzado a ejercer sus funciones como gobernador del ducado de Milán en sustitución del fallecido marqués del Vasto, tuvo que empeñar plata y joyas y pedir prestado para pagarles y hacerles marchar, pues algunos estaban tan pobres "que si no les pagaban no tenían con que ir".
Sabemos que Gonzaga escribió a Juan de Vega, embajador en Roma, para que el Papa aportase 30.000 coronas [7] con que pagar dicha infantería, pero estando empeñado el Papa en sus propios gastos para formar su pequeño ejército de apoyo, negó conceder tal suma. También el 6 de junio reclamó don Ferrante al príncipe de Asturias una carta de pago o letra de cambio, informándole de la intención de empeñar sus bienes para poder acometer el pago a los soldados, mientras que no arribara el dinero por letras de cambio enviadas desde Nápoles a Génova por el virrey Pedro de Toledo.
De Nápoles llegó una letra por 69.266 y 2/3 ducados, de los que 30.000 escudos se reservaban para enviar a Carlos V en Ratisbona. Francisco Duarte también pedía 4650 escudos para pagar las compañías de caballos ligeros y Gómez Suárez de Figueroa asentaba otra letra con banqueros genoveses por importe de 100.000 escudos "en oro y no en moneda" cobrando los factores genoveses en España 114.000 ducados.
La guerra no solo suponía un desafío logístico, también era un reto financiero y la corona tendía a abarcar más de lo que podía apretar.
El 12 de julio los infantes viejos del tercio de Lombardía partieron a Alemania por la vía de Trento, pasando por Brescia y embarcándose en Peschiera para atravesar el lago Garda, llegando a unirse al campo imperial, que hacía el camino de Ratisbona a Ingolstadt [8] la mañana del 15 de agosto.
Poco más de un mes para recorrer más de 700 kms que había de Alessandria a Neufahrn donde el campo imperial se alojó aquel día.
De las unidades de infantería no alemanas, la que partió antes y antes arribó fue el tercio de Hungría a cargo de Álvaro de Sande, que saliendo de Nitra [Nitria] en Moravia [Eslovaquia], y publicando que regresaban a Italia, llegó a Viena el 29 de junio. A los soldados del tercio de Sande se les debían seis pagas, y antes de ponerlos en marcha el Emperador envió dinero al maestre de campo para que se les pagasen tres meses e instrucción para que "dixese a la gente de guerra se contentasen con ellas hasta que se les pagasen las otras" y marchase con gran diligencia, pues no tenía en Ratisbona gente de guerra. Los soldados parece que no hicieron presión para cobrar el resto y acudieron disciplinadamente, a un destino más atractivo que Hungría.
El 14 de julio los infantes del tercio habiendo venido por el camino de Passau estaban vecinos a Landshut, donde se alojaron en los arrabales, listos para que el duque de Alba pasara a tomarles muestra [20 de julio] habiendo caminando desde la capital del ducado austriaco unos 400 kms en dos semanas. 300 de ellos habían sido enviados a Kufstein por orden de Fernando I, hermano del Emperador, para custodia de sus hijos pequeños Magdalena, Eleanora, Margarita y Carlos y otros 400 arcabuceros montados a caballo a cargo del capitán Villandrando fueron destinados a Innsbruck.
El 2 de agosto de 1545, a pesar de los problemas que causaban y de la falta de dinero con que pagarles - incluía también a las tropas de Lombardía - el Emperador había escrito al príncipe Felipe que no pensaba arriesgarse a despedirlos, pues después tendría más problemas para levantarlos de nuevo.
Como vemos, muchos eran los condicionantes para movilizar a las tropas, y aún en los traslados de unidades veteranas, a las que podemos suponer prestas para marchar, podían surgir problemas, como el retraso en la llegada de sus sustitutos, los preparativos de una armada de transporte o la satisfacción de pagas debidas a los pobres soldados.
Las tropas italianas a cargo de Octavio Farnesio comenzaron a marchar de Bolonia el 11 de julio, y llegaron a Ratisbona el 10 de agosto, recorriendo casi 700 kms en un mes. Al parecer, parte de los soldados italianos - unos 1000 - abandonaron sus coseletes por el camino, pues las jornadas eran de 30 y 35 millas, y no podían con el peso.
Las tropas procedentes de los Países Bajos, a cargo del conde de Buren, fueron las que más tardaron en llegar: más de tres meses.
La instrucción del Emperador al conde en la que le ordena prepararse para la guerra está fechada en Regensburg / Ratisbona el 9 de junio, y el 26 de junio enviaba Buren a los capitanes a levar las tropas.
Había reunido 24 banderas de infantería y quedaron señaladas Thoren y Elten, en el ducado de Cleves como plazas de muestras para los infantes, muestra que se pasó el 20 de julio, y Roermond [Roremunda] en Limburgo, para reseñar la caballería, previendo seguir el camino a Düren - tomada por los imperiales en 1543.
Las 24 banderas de infantería partieron de Roermond el 25 de julio. En las instrucciones del Emperador se le sugería el camino idóneo para llegar hasta el cruce del Rhin, siempre siguiendo el río sin cruzarlo: Düren - Andernach - Hunsrück - Maguncia - Espira [9] y Buren lo había aceptado por ser seguro. No parece que lo variara a pesar de la noticia de que el landgrave había de cruzar el Mosela para estorbarle el paso.
De Roermond fueron a Düren pasando por Aquisgrán - de donde tomó 12 piezas de artillería y partió el 27 de julio, día de San Pantaleón - para luego ir a Odenhausen/Ochtendung, a tres leguas de Coblenza. Aquí, el 16 de agosto, después de haber caminado 220 kms en tres semanas, el conde se excusó por carta en que solo había hecho dos o tres leguas por día ya que el tiempo había sido lluvioso, el territorio era "montañoso" y se había quedado sin dinero con que pagar las tropas, con lo que no podía tener autoridad sobre ellas, pero que esperaba pasar de ahí en adelante a hacer cuatro o cinco leguas cada jornada. Además de la meteorología contraria y la orografía adversa, los enemigos le ocupaban los pasos: Reiffenberg tenía 14 o 15 banderas de infantería en Castel [Mainz - Kastel] frente a Maguncia, y Buren pensó en cruzar el Rhin más al sur, en Worms o Espira, aunque era en Maguncia donde debía juntarse con la caballería del marqués de Brandemburgo, el duque de Brunswick, y los caballeros del maestre de Prusia.
No todo eran inconvenientes: el obispo-elector de Tréveris le ofreció el uso del puente de Coblenza para cruzar el Rhin, aunque Buren siguió su camino por la rivera izquierda del Rhin.
Como en Maguncia había 16 banderas de infantería y 300 o 400 caballos del enemigo, en Binghen hizo cruzar 10 banderas de infantería para tomar Walluf y asegurarse una cabeza de puente en la orilla derecha, y él prosiguió el camino llegando frente a dicha plaza el 21 de agosto. Menos de una semana para recorrer unos 120 kms.
Mientras, el campo imperial partía de Ratisbona a Ingolstadt, con 20.000 alemanes, 9.000 españoles, 11.000 italianos del Papa, 4.000 hombres de armas y 1.500 caballos ligeros.
Allí, Buren se demoró en cruzar el Rhin tres días, pues la mayor parte de las naves de Maguncia que se usaban para atrevesarlo habían sido hundidas por los protestantes que se retiraron a Frankfurt, donde se juntaron con 14 banderas de infantería y 800 caballos a cargo de Christophe d'Oldenbourg dispuestas a estorbarle el paso del Main. El 25 de agosto culmina el cruce del río, de más de 500 metros de anchura. Los protestantes habían destruido todas las barcazas que se empleaban en el cruce del Rin entre Maguncia y Worms.
De Walluf prosiguió su camino hasta Höchst, donde se demoró por temor de los 10 o 12 mil infantes que había en Frankfort a los cuales envió un mensaje por medio de un trompeta. Mientras, el marqués Alberto y el maestre de Prusia habían cruzado el Rin con su caballería en Maguncia.
El 29 de agosto, el Emperador le felicitaba por el cruce del Rhin, pero le animaba a avanzar con rapidez, pues ya el enemigo estaba vecino a media legua del campo imperial frente a Ingolstadt. El 31 de agosto, caminando sus jornadas hasta la negra noche, llegaba a Kahl am Main. Aquí confesó al Emperador que no había ejecutado la orden de limitar el número de carretas que llevaban los hombres de armas de los Países Bajos, declarando el estorbo que habían supuesto durante la marcha. Los enemigos se quedaron en Frankfort sin animarse a estorbarle el paso.
10 días para hacer 100 kms, el trayecto de Walluf a Khal, con todos los inconvenientes enumerados.
Después, la marcha se aceleró, llegaron a Miltenberg el 3 de septiembre - donde Buren volvió a quejarse del terrno montañoso - después se pasó a Neunkirchen, Tauberbischofsheim, Aub, Fürth, Deining y finalmente, el 15 de septiembre, llegaron a Ingolstadt. 15 días para hacer 350 kms, más de 20 kms por día.
Tardaron un total de siete semanas para recorrer 800 kms.
A Buren se le había encomendado, que amén de conducir la infantería y caballería trajera varias piezas de artillería de Flandes: dos medios cañones, dos culebrinas cortas, dos sacres largos y seis falconetes. Llevar un tren de artillería sin duda ralentizaba las marchas, y no se puede equiparar la marcha de este cuerpo de ejército a la velocidad de la infantería que caminaba sola, como el tercio de Hungría, por ejemplo.
En la campaña de 1543, la artillería imperial [14 piezas gruesas] se llevó por caminos desde Innsbruck hasta Espira, y allí se embarcó en barcazas recorriendo el Rhin, hasta Bonn. Se tardó en desembarcarla cinco días, pero hay que tener en cuenta que en aquella ocasión se navegaba aguas abajo, y que hasta el ducado de Cleves - Julich no había enemigos que pudieran intentar tomarla.
Durante esta campaña de 1546, la artillería procedente del arsenal de Viena se embarcó - junto con las balas, pólvora, carros, ruedas y municiones - en el Danubio y se transportó en barcazas hasta Ratisbona. Este transporte se hizo sin escolta - o con muy poca - y se criticó tal imprudencia, aunque la oportunidad de tomarla o estorbar su paso no fue aprovechada.
Hay que destacar que cuando se tuvo noticia de que Buren había partido de Amberes, ya se tenía en cuenta que su camino no sería rápido, pues debía afirmarse en la frontera de Hesse y Sajonia para divertir la venida del landgrave.
Buren no solo traía hombres, caballos y artillería, también traía letras de cambio de Flandes para sostener el ejército. El conde refiere en sus cartas reiteradas quejas sobre los pasos de montaña, por ejemplo, en la etapa Miltenberg - Neunkirchen, donde los trescientos metros de desnivel pudieron suponer un reto para el tren de artillería, pero parece que su retraso se debió a la suma de una serie de condicionantes que hicieron que su paso fuera más lento de lo deseado.
Título de maestre de campo general
V. Mgd. ha menester desde luego mirar y proveerse de un buen maestro de canpo general, y por lo que yo entiendo y debo al servicio de V. Mgd., ningún sujeto hallo en esta ocasión mas a propósito para que V. Mgd. del cuidado de este cargo, como en el señor Pirro Colona, siendo de autoridad, practica y mucho
ánimo y bien visto de todos.
Ya lo apuntamos en la introducción. Castaldo fue la persona escogida para ejercer el cargo de maestre de campo general, persona que gobernaba la infantería bajo el duque de Alba, capitán general de todo el ejército y, naturalmente, bajo el supremo mando del propio Emperador [10].
Vemos en la recomendación, que el veterano condotiero apunta, entre otras cosas, que el cargo lo ha de tener persona de autoridad, práctica, ánimo y bien visto de todos. A veces se escogían personas por cuestión de título, jóvenes de casa noble en sus veinte años, que por mucho ánimo que tuvieran, no podían tener oficio para gobernar adecuadamente a soldados veteranos.
Reflexión general
La potencia de V. Mgd. es tan grande y los enemigos con quien ha de guerrear tantos que sin parecer se gobernara por cualquiera de estas consideraciones. hiciera otra relación de mucho mayor número de todas las cosas que van en esta, pero porque yo regulo las fuerzas de V. Mgd. más por su ánimo y soldadesca que
por su poder y grandeza, tengo por lo mas seguro fundar el buen suceso de esta jornada en el valor del capitán y calidad de la gente que no en el peso de ella y poder de V. Mgd. y este exercito es gobernable de todas maneras y expedido para todo lo que se puede comprender con la gente que V. Mgd. ha de contratar. y tengo por mas acertado que si la guerra dura, V. Mgd. la vería cebando y alimentando como podrá de Ytalia, España y Flandes, que no que de un golpe se embarace así y a la tierra que pisare, de manera que ella y V. Mgd. no sepan como rodearse ni hallen donde caber. con todo eso lo remito, como es razóon, y me sujeto a mejor parecer y principalmente al de V. Mgd., que por valor y fortuna merece hoy en el mundo el nonbre de V.M. mejor que el que le puso a los emperadores.
Más allá de los elogios que le dedica a su señor, cuestión de protocolo, Castaldo, en un alambicado estilo, apunta a que el ejército no ha de ser demasiado grande, para que "halle donde caber" y que si la guerra prosiguiera, desde Italia, España y los Países Bajos podría seguir aportando hombres y dinero, si el Emperador los necesitase.
Carlos era Emperador del Sacro Imperio Germánico, pero de él solo podía obtener los soldados que pudiera pagar, y los escasos recursos de las tierras patrimoniales de los Habsburgo, además de los de sus aliados católicos. El monarca se sostenía principalmente sobre esos tres territorios que menciona Castaldo: los dos de la herencia española, España e Italia, y la parte de la herencia borgoñona, los Países Bajos.
No he modificado ningún nombre propio, ni ningún nombre de objeto relacionado con el mundo bélico como arcabuçeria, cavallos, cavo, bagages, etc.
Notas
[1a] Los soldados alemanes cobraban en "raynes", como lo llamaban venecianos, llamado "Gulden rhein" o "rhein" a secas, lo que en español se denominaba "florín del Rhin", acuñado por los cuatro electores del Rhin [Maguncia, Tréveris. Colonia y Palatinado.
La pica seca alemana ganaba 4 florines al mes, el arcabucero 5 y el piquero armado con malla y los coseletes percibían entre 6 y 8 florines de sueldo.
[1b] En mayo comenzaba a correr el rumor en Roma de que habría guerra, pues junto a los legados de Octavio Farnesio, encargados de las levas, se había propagado la noticia. Juan de Vega, embajador del Emperador en la ciudad pontificia, negaba los hechos a todo aquel que acudía a preguntarle, pero el 19, personas allegada a Paulo III confirmaban los preparativos.
[1c] Se solían contar las horas, no como hoy, con horas fijas, sino en relación con la salida y puesta del sol, así, las tres de la noche serían, no las 03:00 como hoy, sino tres horas desde la puesta del sol. En estas fechas, entre las 12 y la 1 de hoy día.
Las guardias se dividían en cuartos, así, cada noche, entre la puesta y la salida del sol se hacían cuatro turnos, que serían más largos en invierno y más cortos en verano.
[1d] La compañía de caballos de Álvaro de Sande, gobernada por su teniente Diego de Carvajal la levantó don Álvaro de entre los soldados de infantería de su tercio, 95 infantes que pasaron a ser soldados de caballería ligera.
En el camino desde Nitria a Ratisbona, esta compañía de caballos ligeros sirvió para ir descubriendo el camino a la infantería.
[2a] A primeros de 1547 se planteó exportar el modelo de guarniciones italianas a Alemania, y traer entre 6000 y 8000 soldados españoles de Italia para guardar aquellas provincias. Se tenía como objetivo presidiar Augusta y Ulma para que no volvieran a alzarse en su contra.
Es evidente la confianza de Carlos V en las tropas españolas, pero llegado el año de 1548, trasladó la mayoría de ellas a Italia: he ordenado que la gente española que está acá se pase al Estado de Milán, porque esté allí de respecto, y será a propósito para si algunos quisiesen hacer movimiento, y señaladamente franceses; y siendo allí, se terná siempre en la mano para todo lo que se pudiese ofrecer en Italia, y aun para tener a los dichos franceses, que no muevan algo de nuevo después ni de pronto en otra parte.
Instrucciones de Carlos V al príncipe Felipe. Augusta a 18 de enero de 1548
[2b] Salazar afirma que desde Viena se enviaron 30 piezas de artillería y 22.000 picas en barcas por el Danubio. Mocenigo en su relación indica que el obispo de Passau - que está en la orilla del Danubio - aportó 20.000 picas. Tal vez fueran las mismas.
[3a] La capitulación para la liga onfensiva contra los protestantes hecha entre el Papa y el Emperador, se firmó el 6 de junio en Regensburg, y se ratificó el 26 en Roma.
[3b] Respecto a las distancias recorridas, podemos ver varios ejemplos:
El día 28 de agosto en Ingostadt, se tenía noticia del cruce del Rin por las tropas de Buren el día 26. El conde había escrito su carta el 26 de agosto en su campo cerca de Maguncia. Por lo tanto, el correo hizo más de 330 kms en menos de dos jornadas.
En el cruce de cartas entre Buren y Carlos V, vemos que el 29 de junio el Emperador desde Ratisbona le notificaba la recepción de su carta del 19, en la que Buren le había indicado que había recibido las suyas del 9 y 11. Así, el cruce de correspondencia entre Regesnburg y Deventer - 730 kms - podía alargarse por espacio de dos semanas.
Un caballo pura sangre puede alcanzar velocidades de 65 km/h, durante poco más de un minuto. Un caballo medio podría recorrer 40 km por jornada, yendo al trote, en poco más de tres horas, en terreno llano.
Al paso, 6-7 km/h, puede caminar 9 o 10 horas
Al trote, 12-13 km/h, un caballo puede caminar 2 o 3 horas
A medio galope, 24-25 km/h, puede caminar poco más de hora y media.
Si el jinete podía cambiar de montura cada 20 kms, podría realizar 160 kms e incluso hasta 200 kms por día. Que esto se pudiera hacer atravesando tantas tierras de enemigos, resulta extraordinario.
Se asumía que las distancias recorridas en verano eran un 15-20% mayores que en invierno, debido un poco al estado de los caminos y sobretodo, a las horas de sol disponibles.
Un correo ordinario podía hacer de 10 a 30 leguas por jornada. 1 legua común = 20.000 pies = 5.573 metros. O sea de 55 a 167 kms diarios. Evidentemente, a los portadores de noticias urgentes se les exigía el máximo, pero tampoco dependía de los correos, sino del buen sistema de postas y de la posibilidad de tener caminos libres y seguros para circular por ellos.
Estos correos "a toda diligencia" podían ganar de cuatro a ocho ducados por jornada, lo que no ganaba un arcabucero español en un mes, y se asumía que en tiempos de guerra debía haber en servicio el doble de correos que servían ordinariamente.
[3c] Aguilera fue capitán de la guardia del entonces príncipe Felipe durante su viaje por Europa en 1548-1549.
Vinieron de Alemania, de la gente española que en ella estaba en guarnición para la guarda del Príncipe, dos compañías de cada cien arcabuceros de caballo españoles con sus Capitanes Hernando de Aguilera y Alonso de Vargas, a los cuales todos se dió de vestir de librea.
El Felicissimo viaje del Muy Alto y Muy Poderoso Principe Don Phelippe ... Joan Cristòfor Calvet d'Estrella [1552]
[4a] Tenemos la reseña de 21 de septiembre donde constan 3260 soldados, pero mantenemos esta cifra de dos mil y mil quinientos, porque al menos nos da una idea de la proporción de estos dos embarques.
En la biografía del virrey de Nápoles, Pedro de Toledo, se mencionan como puertos de embarque Barletta y Manfredonia.
[4b] Así las denomina Andrea Doria. Parte serían propiedad del genovés, pues las comandaba Antonio Doria, y parte, de las galeras de Nápoles, de propiedad real.
[4c] En principio iban a desembarcar en Ravenna y de allí, caminando a Bolonia, unirse a la masa del ejército del Papa. Solo el trayecto entre el puerto de Ravenna y la ciudad boloñesa les hubiera tomado cuatro jornadas.
La correspondencia de Gómez Suárez de Figueroa y Andrea Doria de la Negociación de Génova del Consejo de Estado del Archivo General de Simancas de la cual procede parte de esta información está totalmente digitalizada en PARES - 20.958 documentos para el periodo 1494 a 1700 -.
[4d] El 13 se juntó la armada, y se embarcaron al día siguiente, según Salazar, que también da la cifra de 13 jornadas embarcados, con lo que, según su cuenta, hubieran llegado el 26.
Antonio Doria escribió que arribaron a Fiume el 25 tras trece días navegando; es una carta y no una crónica, por lo que hemos de dar por buena esta segunda fecha.
[4e] Desembarcaron 1500 soldados, y a ellos acudió don Gutierre de Cetina con 1500 escudos para darles un socorro mientras caminaban a los presidios. Gianetin, una vez desembarcadas las tropas, marchó con sus galeras a la vuelta de Nápoles y Sicilia, el 19 de julio. También había que patrullar por las costas de Córcega y Cerdeña, así como las islas de España y la costa de Cataluña. No daban abasto.
[4f] De Cartagena venía Bernardino de Mendoza con 15 galeras, con las dos compañías rezagadas que habían hecho el camino desde Málaga. Eran unos 500 hombres. Traía Mendoza 2.100.000 maravedíes [6000 escudos] para las pagas de los dos mil infantes que habían venido de España y la cuenta de las armas y los bastimentos que se les había dado, para descontárselas del sueldo.
Mendoza tuvo que partir de inmediato con sus galeras en persecución de 18 fustas de Dragut.
El hecho de que viniera con 15 galeras para transportar dos compañías, parece relacionado con la gran actividad corsaria de ese año, en la que no sería muy conveniente enviar dos o tres galeras para transportar a los 500 hombres reclutados en Villena y Murcia. Por ejemplo, 580 hombres fueron a Génova desde España en una sola nave, me imagino que una carraca o similar, en 1547.
[4g] Según Carlo d'Amico, la ausencia de esas tropas facilitó la revuelta en el reino contra la imposición de la inquisición en 1547. Véase Charles Quint, Pedro de Tolède et les émeutes napolitaines de 1547
Para sofocar dicha revuelta se enviaron galeras con soldados españoles.
Por carta de Andrea Doria de 25 de junio de 1547, sabemos que, mientras se aguardaba la llegada de tropas desde España, al menos, se previó llevar dos compañías de infantería española mandadas por Gonzaga - una procedente de Siena, y otra de "Montvio" - y una tercera con 200 infantes que tenía Doria embarcados en las galeras.
Parece que la rebelión se sofocó rápidamente, pero, al menos una parte de la infantería reclutada en España - dos mil infantes - se envió a Italia. Así, llegaron a Génova los capitanes Juan de Arze y Carlos de Tapia con 580 españoles en una nave, que sustituyeron a 400 españoles del Piamonte que habían marchado a la guardia de Siena. Dichas compañías fueron reformadas, y los capitanes se marcharon a la corte, pidiendo Figueroa que se les hiciese merced.
Salazar dice que se reclutaron 2000 soldados en el reino de Toledo y Villena, y que se embarcaron en Cartagena para sustituir los tercios de Lombardía y Nápoles. Quizá 1500 hombres del reino de Toledo pasasen realmente a Nápoles directamente sin escala en Génova y que de ellos no quedase constancia en la correspondencia de la embajada imperial en esta ciudad.
[5] Hoy capital de Eslovenia. Los españoles hablaban de esta provincia como Esclavonia.
[6] Se hicieron varios cálculos, así ,se contó que el tercio de Álvaro de Sande tuvo que caminar 180 millas desde Viena a Ratisbona. La milla castellana, equivale a 1852 metros. El trayecto actual entre estas dos ciudades por autovía es de 396.5 kms, o 214 millas. Quizá se tratase de algún tipo de millas italianas, porque era común que los soldados que llevaban allí tiempo estuvieran más familiarizados con unidades de medida locales, que con las que se usaban en España. Estas distancias debían conocerse - o estimarse - por los correos que iban y venían desde la corte imperial, que debían conocer bien las etapas, donde cambiar de caballos y refrescarse.
Del tercio de Nápoles se calculó que si hubiera ido por tierra, hubiera tenido que recorrer 720 millas, pero que por la brevedad que se precisaba, y para que los soldados llegaran descansados y pudieran servir bien al Emperador, se les embarcó. Del reino de Nápoles se pueden tomar varias distancias, si tomamos desde la capital, son 1240,8 kms por autovía, 670 millas castellanas. Aún así, de Fiume a Ratisbona por Liubliana y Salzburgo, camino que tuvieron que andar, hay unos 670 kms.
Gómez Suárez de Figueroa calcuaba en cincuenta leguas la distancia a recorrer por el tercio de Nápoles desde Trieste a Ratisbona.
Del tercio de Lombardía, se calculó que tuvo que recorrer por el camino de Trento 330 millas. De Milán a Ratisbona por Trento hay 680 kms, 367 millas.
Sobre la precisión en el cálculo de distancias, Carlos de Gante, respecto a la marcha del Emperador en la campaña de 1543, calculó que habían recorrido 70 leguas castellanas o 390 kms [1 legua común = 20000 pies = 5572,7 metros] entre Innsbruck y Espira. Introduciendo todas las poblaciones a donde llegaron en cada jornada en Google Maps, resulta un total de 406 kms caminados; el error no es demasiado importante. Gante era secretario, pero sin duda también un hombre curioso que preguntaría a quien entendiera en la materia.
[7] La corona española era de 46 y 1/2 sueldos, y la francesa de 45 sueldos.
Parece, por las cuentas de Juan de Vega, que la corona era equiparable al ducado, pues Vega se refiere indistintamente a dos letras de cambio pagaderas en Trento y Venecia, de 100.000 ducados o coronas cada una.
Con 30000 ducados se podrían pagar tres meses de pagas sencillas [3 ducados] a los 3290 hombres del tercio.
[8] Las jornadas del Emperador, cuyas estancias fueron estudiadas en detalle por Manuel de Foronda y Aguilera, no son equiparables a las del campo imperial, aunque sirven para hacernos una idea de donde se hallaba.
Las estancias de agosto de 1546:
1-2-agosto-en Ratisbona. -Domingo 1 y lunes 2. -Noticioso S. M. de que el Landgrave de Hesse y el Duque Juan estaban en el campo con un gran ejército y muchas ciudades del Imperio, confederadas con ellos, y a pesar de que S. M. no tenía todavía preparado su ejército, decidió salir a campaña y partir.
3-agosto-en Ratisbona y Neufahrn. -Martes. -Enterado S. M. de que el Duque Juan y el Landgrave de Hesse venian sobre Reynsbourg, salió a su encuentro, y, el primer día, pernoctó en Nieufort.
Cuando el campo imperial partió de Ratisbona a Landshut, quedó García de Sarmiento, capitán del tercio de Hungría, con 200 españoles y Aliprando Madruzzo con 4000 alemanes.
4-14-agosto-cercanías de Landshut. -Del miércoles 4 al sábado 14. -S. M. posó en Lansset, ciudad del Duque de Baviera.
14. -Llegó el Duque de Castro con los peones y caballería ligera italianos, y S.M. le dio el Toison para que fue nombrado en el Capitulo de Utrecht.
15-agosto-en Neufahrn. -Domingo. -S. M. vino a pernoctar a Nieufort.
16-agosto-en Schierling. -Lunes. -S. M. en Schiedelinghe.
17-20-agosto-a la vista de Ratisbona. -Del martes 17 al viernes 20. -S. M. a la vista de Reynsbourg.
21-agosto-en Langwaid. -Sábado. -S. M. vino a pernoctar en Langhevuit.
22-agosto-en Abensberg. -Domingo. -S. M. en Abersberg
23-agosto-en Neustadt?-Lunes. -S. M. a la vista de Nieustadt.
24-25-agosto-paso del Danubio y en el campamento. -Martes 24 y miércoles 25.S. M. paso el Dano y permaneció en el campamento.
25. -Llegaron el Cardenal de Farnesio y el Príncipe de Sulmona.
26-31-agosto-a la vista de Ingolstadt. -Del jueves 26 al martes 31. -S. M. cerca de Inghesltadt.
31. -S M. rechazó al Duque Juan de Sajonia y al Landgrave de Hesse, que se acercaron hasta las trincheras del Campo Imperial.
[9] El Emperador había hecho el camino a los Países Bajos en numerosas ocasiones, tanto en tiempo de paz, como conduciendo un ejército.
[10] En 1547, tras la batalla de Mühlberg, se planteó que el propio Emperador sería el capitán general, y que el duque Octavio quedaría a cargo de los italianos, el duque de Alba, de los españoles, y el conde de Fustemberg, de los alemanes. Vemos aquí un cambio de planteamiento, organizando el ejército no por armas, sino por naciones.
Será muy necesario que V. Mgd. mande prevenir a la cavalleria y infanteria Alemana alta y baja que no traigan tantos carros y bagages y otros inpedimientos que suelen, que son la ruina de los exercitos, dándoles desde luego orden que no puedan traer si no tantas carretas por ciento o por tanto número de cavallos, y reduciéndolo a lo menos que se pudiere.
Españoles e italianos estaban acostumbrados a llevar menos impedimenta que sus colegas alemanes y flamencos. Si ya eran bastantes los carros del tren de artillería y los de los vivanderos y mercaderes, también había que sumar los carros de los soldados, con lo que los trenes se alargaban, acampar era más dificultoso y había que forrajear también para estos caballos, así que era normal que se limitase el equipaje de los soldados, tanto de infantería como de caballería.
Castaldo, nada dice de los carros de los caballeros y personas particulares, cuya impedimenta, no cabe duda, era infinitamente mayor que las de los simples soldados. Aunque no lo indique, estos carros no los proveía el ejército.
Sabemos que ese consejo se tradujo en una orden imperial, pues el conde de Buren confesó - en carta al Emperador de 31 de agosto - que no había sido capaz de aplicarla, pues los gendarmes no podían estar sin ellos, y que sin duda, esos carros habían ayudado a atrasar su marcha. Salazar afirma que el pequeño ejército de Buren venía con 1000 carros de munición y bagaje, lo cual puede ser una exageración, si bien en lo demás datos que aporta es bastante certero.
Véase más abajo una relación detallada de la larga marcha de Buren, que recibió el mal nombre de conde de la Burla, remedo de la versión española con que nombraban al conde, de Bura.
Espías
Y sobre todo es muy necessario que V. Mgd. haga muy extraordinaria diligencia para tener buenas espias, con que estar bien advertido de los andamientos del enemigo, porque esto le puede hacer muy fácil la victoria. y seria de parecer que desde luego V. Mgd. pagase un numero de personas que se fuesen a asoldar con el enemigo y que fuesen muchos, y que el uno no supiese del otro, y todos de diferentes calidades, darles buenos gajes y señalarles los tiempos cuando a de venir cada uno en el suyo, y encomendando a cada uno en el negocio que conforme a su talento mejor pueda servir. en el cual serán de muy gran provecho.
Estar informado era imprescindible, así que el disponer de espías que dieran aviso de los movimientos del enemigo, e incluso estuvieran en su campo "asoldados" parecía lógico.
Naturalmente, puesto que los confederados en la liga de Esmalcalda serían en su mayoría alemanes, los espías debían de ser de esa nación. Si realmente dispusieron de dichos espías alemanes, no se entiende, entonces, la acción de ciertos capitanes españoles que en hábito de tudesco se metieron en el campo enemigo para informarse de lo que vieron.
Tal vez el sistema de espionaje no era efectivo, pero, en todo caso, hubiera sido más sensato enviar espías alemanes, o al menos, que hablaran el idioma.
Por lo que explica Alvise Mocenigo, el Emperador estaba muy mal informado de los movimientos del ejército protestante.
Consejeros
Para poner en ejecución estas y otras estratagemas que se ofrecieran a la jornada, no veo personas más acomodadas para servir a V. Mgd. que los cardenales de Agusta y Trento [Otto von Truchbsess y Cristoforo Madruzzo] por la mucha inteligencia y mano que tienen en Alemania, y por la noticia que de todos tienen, y sobre todo por la fidelidad que guardaran a V. Mgd. como por el amor que tienen a V. Mgd., como por lo que están interesados en este empresa. y para emplear los en esto seria muy a propósito que V. Mgd. los trajese consigo en el ejército, honrándolos en todo, como es razón.
Otho Truchsess, barón de Waldburg y cardenal de Augusta, fue comisario de todo el ejército para las provisiones. Además tuvo a cargo 180 hombres de armas bajo el mando de Maximiliano, archiduque de Austria, hijo de Fernando I y sobrino del Emperador.
Cristoforo Madruzzo, el príncipe obispo de Trento, organizó el concilio que tuvo lugar en dicho principado. Su hermano Aliprando [o Alexandro] es uno de los coroneles de alemanes altos mencionado en el primer párrafo.
El principado era una zona donde se hablaba alemán, además de lenguas romances.
Ambos cardenales favorecieron la alianza entre el Imperio y el Papado.
Preparativos para la reunión del ejército imperial
Para juntar, proveer, componer y hacer todo lo suso dicho es menester más tiempo del que parece considerándolo luego. por tanto será necesario que V. Mgd. comience temprano a dar dueño a las cosas con todo el secreto posible y con tal diligencia que no se estudie en otra cosa tanto como en ganar el tiempo.
La resolución de hacer la guerra estaba tomada de hacía largo tiempo. Ya en 1544 - 17 de septiembre - se firmó el tratado de Crepy con Francisco I de Francia, y se asumió entonces que en el ánimo del Emperador al firmar la paz con su rival Valois, estaba acudir a Alemania a castigar a los protestantes.
En mayo de 1545 parecía que, puesto que el turco no atacaba y no habría guerra con Francia, el Emperador se hallaba con ánimo para declararse contra los luteranos, y hacer empresa ofensiva saliendo a campaña.
Se esperaba que la guerra fuera breve y que el Papa asistiera al Emperador con tropas sufragadas por la Iglesia, 12000 infantes y 500 caballos ligeros pagados por cuatro meses.
A finales de julio de ese año ya parecía claro que las dilaciones habían sido de tal envergadura, que levantar un ejército a esas alturas supondría desperdiciar el dinero. En septiembre aún se debatía quien debía encabezar el ejército imperial. El verano, época propicia para lanzar la campaña, se consumió en realizar negociaciones para hacer una capitulación con Su Santidad [3a] y planes que no se ejecutaron.
Aunque se pospuso la campaña hasta 1546, parece claro que ese año de 1545 Carlos quería pasar a combatir contra los coaligados de Esmalcalda.
A la hora de escoger un jefe para el ejército, se pensó en primera instancia en Ferrante Gonzaga, que había sido general en 1543, pero dado que no era estimado ni por alemanes ni por españoles ni tan siquiera por los italianos, se optó por el duque de Alba, que no tenía oposición, y que tenía reputación por haber defendido Perpiñán frente a los franceses en 1542.
Navagero, escribiendo desde Bruselas en septiembre de 1545, aseguraba que el duque debía de ser el llamado para encabezar la empresa de Alemania, porque "el Pontífice, como se sabe, es poco amigo de don Ferrante [Gonzaga], los italianos no lo aman, los españoles por muchas causas se consideran ofendidos por él, y en los alemanes no halla obediencia".
Aún con todo, cuando se inició la campaña el siguiente año, tardaron semanas en reunir a todo el ejército y el Emperador pudo haber sido derrotado fácilmente si los príncipes protestantes - que no tenían que traer tropas de Italia, de Hungría o de los Países Bajos - se hubieran lanzado contra él en los primeros meses de verano, pues todo estaba tan desproveído, que si los enemigos vinieran, ellos acabaran la empresa sin contradicción alguna: este fué el primer yerro que ellos hicieron.
Reunir un ejército de tantas naciones procedentes de territorios tan dispersos era una empresa difícil de poner en práctica, pero había precedentes de campañas anteriores, Carlos tenía a su servicio buenos capitanes - como Castaldo - que sabían como gobernar y organizar un ejército, virreyes, gobernadores y embajadores que proveían lo necesario en sus territorios, comisarios que se ocupaban de cada uno de los detalles - desde las labores de zapa, hasta reunir caballos de transporte - y consejeros de guerra que podían dar el nombre de un alférez para hacerlo capitán, si era necesario.
El 24 de abril de 1546, Carlos V expresaba a su hijo el príncipe Felipe que esperaba tener el ejército reunido a finales de junio - 40.000 infantes más los 12.000 italianos del Papa - pero los tiempos eran lentos y los plazos se dilataban. Aunque dio sus primeras órdenes en la primavera de 1546 para lanzar la campaña, en agosto todavía iban llegando las tropas al campo frente a Ingolstadt. Por eso había recomendado Castaldo que los hombres de armas de Nápoles comenzasen a caminar luego, para que vengan despacio y lleguen a tiempo.
De hecho, las tropas que aportaban los Países Bajos bajo el gobierno del conde de Buren, estaban aún a una legua del campo imperial frente a Ingolstdat la tarde del 15 de septiembre de 1546. En cuanto llegaron, quedó todo el ejército reunido, y pudo ponerse en marcha cruzando el Danubio. Una época, finales de verano, que no era la más propicia para iniciar una campaña, cuando a finales de noviembre, primeros de diciembre, los ejércitos que operaban en la fría Alemania debían pasar a hibernar.
Juntar tropas de caballería e infantería procedentes de Alemania y Austria, Italia y los Países Bajos, zapadores de Bohemia, artillería, tanto del arsenal de Viena, como de Flandes, municiones, pertrechos, barcas, carros y caballos para transportar todo lo necesario y una vez reunido ponerlo todo en marcha era un proceso lento y laborioso, más, cuando se pretendía mantenerlo en secreto hasta última hora - 11 de junio - y cuando implicaba fuerzas, como las del Papa, sobre las que no cabía la imposición, sino la negociación.
Aunque ya en 1545 se hubiera previsto formar un ejército para ir a sofocar los rebeldes alemanes, no fue hasta abril de 1546 cuando se comenzó a dar mandatos firmes para la constitución de un ejército para aquella "santa empresa". Ese mes de abril, Carlos V dejaba los Países Bajos para acudir a la Dieta que se celebraba en Ratisbona [Regensburg], ciudad bávara en la que residió entre el 10 de dicho mes y el martes 3 de agosto, día en que partió al encuentro del enemigo. Durante este tiempo, se mantuvo la apariencia de que nada habían de temer los protestantes, mientras los correos debían llegar a Bruselas, Milán, Nápoles, Roma, Viena, Génova, Alemania y España para poner en marcha toda la maquinaria bélica y económica.
Aquí tenemos una primera fuente de demora. Los correos, aunque existiera un buen sistema de postas, no podían recorrer por tierra más de 160 kms al día. Así, sería imposible hacer el trayecto Ratisbona - Bruselas en menos de 5 jornadas, mientras que el Ratisbona - Génova - Barcelona - Madrid tardaba semanas, entre las postas y el embarque en galera [3b].
Despúes, tenemos que la mayoría de unidades militares, habían de ser levadas para la guerra, pues la mayor parte de un ejército estaba formado por unidades temporales que duraban lo que durase la campaña o la guerra.
Tenemos en 1546 algunas excepciones, unas pocas unidades veteranas en activo: las bandas de ordenanza de los Países Bajos, los hombres de armas del reino de Nápoles, algunas compañías de caballería ligera en Italia, los 2000 lansquenetes a cargo de Aliprando Madruzzo, guardia personal del Emperador, y los tercios españoles, tanto los dos que estaban de guarnición en Italia - tercio de Nápoles y tercio de Lombardía - como el tercio de Álvaro de Sande que se hallaba en "Hungría" contra el turco.
Dentro de las unidades que habían de ser levadas, tendríamos dos tipos: las que eran de nuevo cuño, y las que ya habían servido en otras jornadas. Normalmente, lo mejor era contar con coroneles de infantería - alemanes, flamencos, italianos - que tuvieran sus capitanes a punto para lanzarse a levar tropas en territorios donde ellos mismos habían hecho reclutas en campañas anteriores, y retomar contactos con antiguos compañeros de armas, siendo así posible contar con un grupo de veteranos a los que se sumarían nuevos reclutas. Esto, amén de mejorar la calidad de las compañías y los regimientos, acortaba los periodos de reclutamiento. Las compañías de caballería alemana solían usar un sistema de "cabos de guerra", de manera que cada uno de estos cabos aportaba un cierto número de caballos, entorno a la docena, lo que también facilitaba la recluta.
Las compañías se levantaban en diversos lugares y luego debían acudir a un emplazamiento - normalmente asignado por el contratante, otras veces, acordado entre ambas partes - donde se les tomaba muestra. A partir de este momento, habían entrado en servicio y se consideraba totalmente operativos. De ahí, normalmente, debían aún partir a dónde se formaba el campo del ejército. Todo este proceso, desde que los capitanes tenían orden de levantar las compañías, hasta que se juntaba la coronelía en la plaza de muestras, no podía durar menos de un mes y normalmente se alargaba por espacio de seis o siete semanas.
De las levas de cinco coronelías de alemanes altos que se hicieron para este ejército, sabemos que los capitanes recibieron la orden de salir a reclutar entre el 12 y el 13 de junio y que el duque de Alba partió de Regensburg a tomar la muestra de 8000 alemanes el 20 de julio. Un plazo de cinco semanas para las unidades que más rápido se organizaron.
Aún juntadas las tropas, debían desplazarse hasta el territorio en que debían servir. Los alemanes, aunque estuvieran en el país en que habían de combatir, no estaban tan cerca como pudiera parecer, pues no eran libres de caminar por donde querían, ya que los enemigos les estorbaban los pasos. Schaumburg levantó su coronelía en tierras católicas de la Selva Negra, y según Ávila y Zúñiga, aunque habían venido dando rodeos "no dejaron de pasar muchos pasos peleando con los enemigos, que por todas aquellas partes tenían gente para poderlo hacer".
Además de las hostilidades, podían hallar que príncipes y ciudades neutrales les negaban el paso por su territorio, o les impedían alojarse y avituallarse, tanto por no enemistarse con los coaligados, como simplemente, por excusar los inconvenientes del tránsito de esta soldadesca, siempre con la espada y el puñal al cinto, prestas a alborotarse y causar daños y muertes.
Luego tenemos las tropas que estaban lejos de Alemania. El tercio de Nápoles, por ejemplo, se tuvo que embarcar en dos puertos: 2000 soldados en Barletta y el resto, 1500 [4a] con el maestre de campo Alonso Vivas en "Besta" [Vieste].
El 13 de julio se juntó toda la armada en Vieste - 13 galeras de la guardia "de Nápoles" [4b] y 28 bajeles - y al día siguiente se dieron a la mar, atravesando el Adriático para desembarcar en Trieste, puerto del Imperio [4c].
Por el camino, la armada tuvo que hacer escala en Zara - tierra de venecianos en las costas de Dalmacia - y acabó desembarcando en Fiume, tierra del rey de Romanos, tras trece días de navegación, el 25 de julio, día de Santiago. Aquí el tercio reposó tres días y después caminó a Liubliana [5] y luego a Salzburgo.
El tercio del reino llegó al campo imperial en Ratisbona el 18 de julio, poco después que el de Lombardía.
Ávila y Züñiga resume el trayecto: los de Napoles se habían embarcado en la Pulla, y venian á desembarcar en tierra del rey de romanos, que es junto á la de venecianos, en una villa que se llama Fíume, en la Dalmacia, y de allí, por Carintia y Estiria, habían de venir á Salesburg, y de ahí á Baviera.
Asumiendo que se embarcaron el 14 de julio [4d], y comenzaron a caminar el 29 desde Fiume, hicieron casi 700 kms en menos de tres semanas [6] lo que supone que fuera el tercio español que hizo su trayecto más deprisa.
Para este transporte hubo que reunir las embarcaciones, y amén de juntar las necesarias para realizar los transportes, debían quedar en los distintos territorios algunas naves para guardar los mares frente a las amenazas de piratas berberiscos.
Cada movimiento, fuera de hombres o barcos, había de quedar cubierto, y Andrea Doria - que disponía de 15 galeras, y cinco las había enviado con Requesens - se quejaba el 19 de junio que si se le hubiera avisado antes de ese traslado de 2000 infantes, hubiera tenido preparadas las embarcaciones, pero en aquel momento se hallaban casi todas - las reales y las del marino genovés -repartidas en diversos lugares: en Córcega las 10 galeras de Sicilia a cargo de Berenguer de Requesens para hacer frente a los corsarios, 10 de Antonio Doria y 7 galeras de Nápoles a cargo de García de Toledo en persecución de Dragut Arraez y 12 a cargo de Gianettin Doria haciendo frente a las fustas de los corsarios de Argel.
El traslado del tercio de Lombardía se tuvo que coordinar con la corte española, pues el entonces príncipe Felipe tuvo que hacer levas en España y enviar los bisoños a Italia para sustituir a estas guarniciones viejas en Lombardía y el Piamonte. Para ello, el Emperador había ordenado - en carta de 24 de abril - que le levaran 2000 hombres para ser enviados al Piamonte en las galeras de España comandadas por Bernardino de Mendoza. Además, había que disponer de otras galeras suplementarias, por si la recluta excedía los 2000 hombres. Si estas no pudieran usarse, se emplearían escorchapines.
El 7 de junio informaba el joven gobernador de España que las cinco compañías reclutadas en Aragón y Valencia se embarcarían en Tortosa, y que las dos banderas hechas en Villena y Murcia lo harían en Cartagena , siguiendo las recomendaciones del capitán general de las galeras de España.
También había que proveer las galeras. Se esperaba tener 2000 quintales de bizcocho para el 8 o el 10 de junio, y que las compañías - cuyos capitanes informaban que se hallaban completas - pasasen muestra el 20 o el 25, recibiendo entonces la primera paga, pudiendo embarcarse todos a final de mes. Se reclutaron siete compañías con dos mil bisoños para sustituir a once banderas integradas por más de tres mil veteranos.
Como los sustitutos tardaban en llegar, Gonzaga, gobernador del Milanesado, dio orden que marchasen 7 compañías en primera instancia, mientras las otras 4 compañías del tercio viejo debían esperar para partir hasta que llegasen las nuevas compañías desde España, pues no podían dejar desamparados los presidios "pues sería poner en manifiesto peligro las tierras del Piamonte". Las 5 compañías embarcadas en Tortosa llegaron a cargo de las galeras de Gianettín Doria la noche del 15 de julio, desembarcando en Savona [4e] y las 2 embarcadas en Cartagena con las galeras de Bernardino de Mendoza desembarcaron el domingo 25 de julio [4f].
Las primeras compañías del tercio de Lombardía enviadas estaban ya en Trento el 26, donde se juntaron con las tropas italianas de Octavio Farnesio. Esto último prueba que los retrasos eran acumulativos: si las naves estaban ocupadas persiguiendo corsarios, no podían estar a tiempo para embarcar a los soldados, si los sustitutos de España no llegaban a tiempo, los soldados viejos no podían partir, etc.
El tercio de Nápoles no parece que fuera sustituido por tropas bisoñas de España, sino que quedó reducido a unos pocos efectivos, insuficientes para los retos que a los que habrá que hacer frente, como se verá [4g].
El envío del tercio de Lombardía también estuvo condicionado por los soldados viejos, que se negaban a marchar a Alemania si no se les pagaban los atrasos que se les debían. Los soldados llegaron a amotinarse en Vimercate, y Ferrante Gonzaga, que en junio había comenzado a ejercer sus funciones como gobernador del ducado de Milán en sustitución del fallecido marqués del Vasto, tuvo que empeñar plata y joyas y pedir prestado para pagarles y hacerles marchar, pues algunos estaban tan pobres "que si no les pagaban no tenían con que ir".
Sabemos que Gonzaga escribió a Juan de Vega, embajador en Roma, para que el Papa aportase 30.000 coronas [7] con que pagar dicha infantería, pero estando empeñado el Papa en sus propios gastos para formar su pequeño ejército de apoyo, negó conceder tal suma. También el 6 de junio reclamó don Ferrante al príncipe de Asturias una carta de pago o letra de cambio, informándole de la intención de empeñar sus bienes para poder acometer el pago a los soldados, mientras que no arribara el dinero por letras de cambio enviadas desde Nápoles a Génova por el virrey Pedro de Toledo.
De Nápoles llegó una letra por 69.266 y 2/3 ducados, de los que 30.000 escudos se reservaban para enviar a Carlos V en Ratisbona. Francisco Duarte también pedía 4650 escudos para pagar las compañías de caballos ligeros y Gómez Suárez de Figueroa asentaba otra letra con banqueros genoveses por importe de 100.000 escudos "en oro y no en moneda" cobrando los factores genoveses en España 114.000 ducados.
La guerra no solo suponía un desafío logístico, también era un reto financiero y la corona tendía a abarcar más de lo que podía apretar.
El 12 de julio los infantes viejos del tercio de Lombardía partieron a Alemania por la vía de Trento, pasando por Brescia y embarcándose en Peschiera para atravesar el lago Garda, llegando a unirse al campo imperial, que hacía el camino de Ratisbona a Ingolstadt [8] la mañana del 15 de agosto.
Poco más de un mes para recorrer más de 700 kms que había de Alessandria a Neufahrn donde el campo imperial se alojó aquel día.
De las unidades de infantería no alemanas, la que partió antes y antes arribó fue el tercio de Hungría a cargo de Álvaro de Sande, que saliendo de Nitra [Nitria] en Moravia [Eslovaquia], y publicando que regresaban a Italia, llegó a Viena el 29 de junio. A los soldados del tercio de Sande se les debían seis pagas, y antes de ponerlos en marcha el Emperador envió dinero al maestre de campo para que se les pagasen tres meses e instrucción para que "dixese a la gente de guerra se contentasen con ellas hasta que se les pagasen las otras" y marchase con gran diligencia, pues no tenía en Ratisbona gente de guerra. Los soldados parece que no hicieron presión para cobrar el resto y acudieron disciplinadamente, a un destino más atractivo que Hungría.
El 14 de julio los infantes del tercio habiendo venido por el camino de Passau estaban vecinos a Landshut, donde se alojaron en los arrabales, listos para que el duque de Alba pasara a tomarles muestra [20 de julio] habiendo caminando desde la capital del ducado austriaco unos 400 kms en dos semanas. 300 de ellos habían sido enviados a Kufstein por orden de Fernando I, hermano del Emperador, para custodia de sus hijos pequeños Magdalena, Eleanora, Margarita y Carlos y otros 400 arcabuceros montados a caballo a cargo del capitán Villandrando fueron destinados a Innsbruck.
El 2 de agosto de 1545, a pesar de los problemas que causaban y de la falta de dinero con que pagarles - incluía también a las tropas de Lombardía - el Emperador había escrito al príncipe Felipe que no pensaba arriesgarse a despedirlos, pues después tendría más problemas para levantarlos de nuevo.
Como vemos, muchos eran los condicionantes para movilizar a las tropas, y aún en los traslados de unidades veteranas, a las que podemos suponer prestas para marchar, podían surgir problemas, como el retraso en la llegada de sus sustitutos, los preparativos de una armada de transporte o la satisfacción de pagas debidas a los pobres soldados.
Las tropas italianas a cargo de Octavio Farnesio comenzaron a marchar de Bolonia el 11 de julio, y llegaron a Ratisbona el 10 de agosto, recorriendo casi 700 kms en un mes. Al parecer, parte de los soldados italianos - unos 1000 - abandonaron sus coseletes por el camino, pues las jornadas eran de 30 y 35 millas, y no podían con el peso.
Las tropas procedentes de los Países Bajos, a cargo del conde de Buren, fueron las que más tardaron en llegar: más de tres meses.
La instrucción del Emperador al conde en la que le ordena prepararse para la guerra está fechada en Regensburg / Ratisbona el 9 de junio, y el 26 de junio enviaba Buren a los capitanes a levar las tropas.
Había reunido 24 banderas de infantería y quedaron señaladas Thoren y Elten, en el ducado de Cleves como plazas de muestras para los infantes, muestra que se pasó el 20 de julio, y Roermond [Roremunda] en Limburgo, para reseñar la caballería, previendo seguir el camino a Düren - tomada por los imperiales en 1543.
Las 24 banderas de infantería partieron de Roermond el 25 de julio. En las instrucciones del Emperador se le sugería el camino idóneo para llegar hasta el cruce del Rhin, siempre siguiendo el río sin cruzarlo: Düren - Andernach - Hunsrück - Maguncia - Espira [9] y Buren lo había aceptado por ser seguro. No parece que lo variara a pesar de la noticia de que el landgrave había de cruzar el Mosela para estorbarle el paso.
De Roermond fueron a Düren pasando por Aquisgrán - de donde tomó 12 piezas de artillería y partió el 27 de julio, día de San Pantaleón - para luego ir a Odenhausen/Ochtendung, a tres leguas de Coblenza. Aquí, el 16 de agosto, después de haber caminado 220 kms en tres semanas, el conde se excusó por carta en que solo había hecho dos o tres leguas por día ya que el tiempo había sido lluvioso, el territorio era "montañoso" y se había quedado sin dinero con que pagar las tropas, con lo que no podía tener autoridad sobre ellas, pero que esperaba pasar de ahí en adelante a hacer cuatro o cinco leguas cada jornada. Además de la meteorología contraria y la orografía adversa, los enemigos le ocupaban los pasos: Reiffenberg tenía 14 o 15 banderas de infantería en Castel [Mainz - Kastel] frente a Maguncia, y Buren pensó en cruzar el Rhin más al sur, en Worms o Espira, aunque era en Maguncia donde debía juntarse con la caballería del marqués de Brandemburgo, el duque de Brunswick, y los caballeros del maestre de Prusia.
No todo eran inconvenientes: el obispo-elector de Tréveris le ofreció el uso del puente de Coblenza para cruzar el Rhin, aunque Buren siguió su camino por la rivera izquierda del Rhin.
Como en Maguncia había 16 banderas de infantería y 300 o 400 caballos del enemigo, en Binghen hizo cruzar 10 banderas de infantería para tomar Walluf y asegurarse una cabeza de puente en la orilla derecha, y él prosiguió el camino llegando frente a dicha plaza el 21 de agosto. Menos de una semana para recorrer unos 120 kms.
Mientras, el campo imperial partía de Ratisbona a Ingolstadt, con 20.000 alemanes, 9.000 españoles, 11.000 italianos del Papa, 4.000 hombres de armas y 1.500 caballos ligeros.
Allí, Buren se demoró en cruzar el Rhin tres días, pues la mayor parte de las naves de Maguncia que se usaban para atrevesarlo habían sido hundidas por los protestantes que se retiraron a Frankfurt, donde se juntaron con 14 banderas de infantería y 800 caballos a cargo de Christophe d'Oldenbourg dispuestas a estorbarle el paso del Main. El 25 de agosto culmina el cruce del río, de más de 500 metros de anchura. Los protestantes habían destruido todas las barcazas que se empleaban en el cruce del Rin entre Maguncia y Worms.
Ruta seguida por las tropas de los Países Bajos en 1546 con trazo blanco sobre un mapa con las divisiones territoriales del Imperio en 1648. Aunque las fronteras no fueran idénticas a las de 1547, nos podemos hacer una idea de lo dividido que estaba Alemania. Se puede ver perfectamente el Rin que pasa por Koblenz [Coblenza] y Mainz [Maguncia]. Los territorios del Landgrave de Hessen - Kassel marcados en marrón ocupan parte de este territorio. En rojo, ciudades libres, como Aachen [Aquisgrán] o Frankfort, por las que pasó Buren o Nuremberg, que les proporcionó víveres durante sus últimas etapas. En violeta, territorios de la iglesia, como el arzobispado de Trier [Tréveris] cuyo príncipe ofreció paso libre por Coblenza, o los obispados de Würzburg y Bamberg que contribuyeron económicamente. Ratisbona/Regensburg era una ciudad libre enclavada en el ducado de Baviera, donde estaba Ingolstadt, punto final de la marcha de Buren desde los Países Bajos. En verde, Kur-pfalz, las tierras del elector palatino, confederado de Esmalcalda; el conde Federico, que se declaró luterano en abril de 1546, tuvo una participación muy discreta en el conflicto, pero pudo estorbar el paso en el territorio de su jurisdicción. De hecho, el Emperador en sus instrucciones propuso que las tropas flamencas y borgoñonas caminaran entre Mainz y Espira por la maren izquierda del Rin, atravesando por tanto las tierras palatinas, cruzando el río en la ciudad libre. El duque de Württemberg - con su ducado en amarillo - también era hostil a los imperiales. |
De Walluf prosiguió su camino hasta Höchst, donde se demoró por temor de los 10 o 12 mil infantes que había en Frankfort a los cuales envió un mensaje por medio de un trompeta. Mientras, el marqués Alberto y el maestre de Prusia habían cruzado el Rin con su caballería en Maguncia.
El 29 de agosto, el Emperador le felicitaba por el cruce del Rhin, pero le animaba a avanzar con rapidez, pues ya el enemigo estaba vecino a media legua del campo imperial frente a Ingolstadt. El 31 de agosto, caminando sus jornadas hasta la negra noche, llegaba a Kahl am Main. Aquí confesó al Emperador que no había ejecutado la orden de limitar el número de carretas que llevaban los hombres de armas de los Países Bajos, declarando el estorbo que habían supuesto durante la marcha. Los enemigos se quedaron en Frankfort sin animarse a estorbarle el paso.
10 días para hacer 100 kms, el trayecto de Walluf a Khal, con todos los inconvenientes enumerados.
Después, la marcha se aceleró, llegaron a Miltenberg el 3 de septiembre - donde Buren volvió a quejarse del terrno montañoso - después se pasó a Neunkirchen, Tauberbischofsheim, Aub, Fürth, Deining y finalmente, el 15 de septiembre, llegaron a Ingolstadt. 15 días para hacer 350 kms, más de 20 kms por día.
Tardaron un total de siete semanas para recorrer 800 kms.
A Buren se le había encomendado, que amén de conducir la infantería y caballería trajera varias piezas de artillería de Flandes: dos medios cañones, dos culebrinas cortas, dos sacres largos y seis falconetes. Llevar un tren de artillería sin duda ralentizaba las marchas, y no se puede equiparar la marcha de este cuerpo de ejército a la velocidad de la infantería que caminaba sola, como el tercio de Hungría, por ejemplo.
En la campaña de 1543, la artillería imperial [14 piezas gruesas] se llevó por caminos desde Innsbruck hasta Espira, y allí se embarcó en barcazas recorriendo el Rhin, hasta Bonn. Se tardó en desembarcarla cinco días, pero hay que tener en cuenta que en aquella ocasión se navegaba aguas abajo, y que hasta el ducado de Cleves - Julich no había enemigos que pudieran intentar tomarla.
Durante esta campaña de 1546, la artillería procedente del arsenal de Viena se embarcó - junto con las balas, pólvora, carros, ruedas y municiones - en el Danubio y se transportó en barcazas hasta Ratisbona. Este transporte se hizo sin escolta - o con muy poca - y se criticó tal imprudencia, aunque la oportunidad de tomarla o estorbar su paso no fue aprovechada.
Buren no solo traía hombres, caballos y artillería, también traía letras de cambio de Flandes para sostener el ejército. El conde refiere en sus cartas reiteradas quejas sobre los pasos de montaña, por ejemplo, en la etapa Miltenberg - Neunkirchen, donde los trescientos metros de desnivel pudieron suponer un reto para el tren de artillería, pero parece que su retraso se debió a la suma de una serie de condicionantes que hicieron que su paso fuera más lento de lo deseado.
Título de maestre de campo general
V. Mgd. ha menester desde luego mirar y proveerse de un buen maestro de canpo general, y por lo que yo entiendo y debo al servicio de V. Mgd., ningún sujeto hallo en esta ocasión mas a propósito para que V. Mgd. del cuidado de este cargo, como en el señor Pirro Colona, siendo de autoridad, practica y mucho
ánimo y bien visto de todos.
Ya lo apuntamos en la introducción. Castaldo fue la persona escogida para ejercer el cargo de maestre de campo general, persona que gobernaba la infantería bajo el duque de Alba, capitán general de todo el ejército y, naturalmente, bajo el supremo mando del propio Emperador [10].
Vemos en la recomendación, que el veterano condotiero apunta, entre otras cosas, que el cargo lo ha de tener persona de autoridad, práctica, ánimo y bien visto de todos. A veces se escogían personas por cuestión de título, jóvenes de casa noble en sus veinte años, que por mucho ánimo que tuvieran, no podían tener oficio para gobernar adecuadamente a soldados veteranos.
Reflexión general
La potencia de V. Mgd. es tan grande y los enemigos con quien ha de guerrear tantos que sin parecer se gobernara por cualquiera de estas consideraciones. hiciera otra relación de mucho mayor número de todas las cosas que van en esta, pero porque yo regulo las fuerzas de V. Mgd. más por su ánimo y soldadesca que
por su poder y grandeza, tengo por lo mas seguro fundar el buen suceso de esta jornada en el valor del capitán y calidad de la gente que no en el peso de ella y poder de V. Mgd. y este exercito es gobernable de todas maneras y expedido para todo lo que se puede comprender con la gente que V. Mgd. ha de contratar. y tengo por mas acertado que si la guerra dura, V. Mgd. la vería cebando y alimentando como podrá de Ytalia, España y Flandes, que no que de un golpe se embarace así y a la tierra que pisare, de manera que ella y V. Mgd. no sepan como rodearse ni hallen donde caber. con todo eso lo remito, como es razóon, y me sujeto a mejor parecer y principalmente al de V. Mgd., que por valor y fortuna merece hoy en el mundo el nonbre de V.M. mejor que el que le puso a los emperadores.
Más allá de los elogios que le dedica a su señor, cuestión de protocolo, Castaldo, en un alambicado estilo, apunta a que el ejército no ha de ser demasiado grande, para que "halle donde caber" y que si la guerra prosiguiera, desde Italia, España y los Países Bajos podría seguir aportando hombres y dinero, si el Emperador los necesitase.
Carlos era Emperador del Sacro Imperio Germánico, pero de él solo podía obtener los soldados que pudiera pagar, y los escasos recursos de las tierras patrimoniales de los Habsburgo, además de los de sus aliados católicos. El monarca se sostenía principalmente sobre esos tres territorios que menciona Castaldo: los dos de la herencia española, España e Italia, y la parte de la herencia borgoñona, los Países Bajos.
Apunte sobre la edición del texto
El documento fue publicado en Quellen und Forschungen aus italienischen Archiven und Bibliotheken, volumen 4, y lo ofrezco íntegro, con unas ligeras modificaciones ortográficas sobre el original que facilitan la comprensión: por ejemplo, he cambiado ia e io por ya y yo, aian por hayan, debria por deberia, hombres por onvres, quando por cuando, giente por gente, ç por c, x por j, etc.
No he modificado ningún nombre propio, ni ningún nombre de objeto relacionado con el mundo bélico como arcabuçeria, cavallos, cavo, bagages, etc.
El texto original en color azul, las adiciones y comentarios en negro. Cuando ha convenido, he integrado las notas a pie de página de la edición alemana en el texto, entre corchetes.
Los apartados generales de "Cavalleria" y "Artilleria" están en el original y aquí en el blog, con tinta azul. Aunque la primera parte la dedica fundamentalmente a la infantería, Castaldo no tuvo la necesidad de encabezar dicho apartado.
Los títulos de los diferentes subapartados los he añadido yo, también con el ánimo de facilitar la lectura, en negrita.
Los apartados generales de "Cavalleria" y "Artilleria" están en el original y aquí en el blog, con tinta azul. Aunque la primera parte la dedica fundamentalmente a la infantería, Castaldo no tuvo la necesidad de encabezar dicho apartado.
Los títulos de los diferentes subapartados los he añadido yo, también con el ánimo de facilitar la lectura, en negrita.
Notas
[1a] Los soldados alemanes cobraban en "raynes", como lo llamaban venecianos, llamado "Gulden rhein" o "rhein" a secas, lo que en español se denominaba "florín del Rhin", acuñado por los cuatro electores del Rhin [Maguncia, Tréveris. Colonia y Palatinado.
La pica seca alemana ganaba 4 florines al mes, el arcabucero 5 y el piquero armado con malla y los coseletes percibían entre 6 y 8 florines de sueldo.
[1b] En mayo comenzaba a correr el rumor en Roma de que habría guerra, pues junto a los legados de Octavio Farnesio, encargados de las levas, se había propagado la noticia. Juan de Vega, embajador del Emperador en la ciudad pontificia, negaba los hechos a todo aquel que acudía a preguntarle, pero el 19, personas allegada a Paulo III confirmaban los preparativos.
[1c] Se solían contar las horas, no como hoy, con horas fijas, sino en relación con la salida y puesta del sol, así, las tres de la noche serían, no las 03:00 como hoy, sino tres horas desde la puesta del sol. En estas fechas, entre las 12 y la 1 de hoy día.
Las guardias se dividían en cuartos, así, cada noche, entre la puesta y la salida del sol se hacían cuatro turnos, que serían más largos en invierno y más cortos en verano.
[1d] La compañía de caballos de Álvaro de Sande, gobernada por su teniente Diego de Carvajal la levantó don Álvaro de entre los soldados de infantería de su tercio, 95 infantes que pasaron a ser soldados de caballería ligera.
En el camino desde Nitria a Ratisbona, esta compañía de caballos ligeros sirvió para ir descubriendo el camino a la infantería.
[2a] A primeros de 1547 se planteó exportar el modelo de guarniciones italianas a Alemania, y traer entre 6000 y 8000 soldados españoles de Italia para guardar aquellas provincias. Se tenía como objetivo presidiar Augusta y Ulma para que no volvieran a alzarse en su contra.
Es evidente la confianza de Carlos V en las tropas españolas, pero llegado el año de 1548, trasladó la mayoría de ellas a Italia: he ordenado que la gente española que está acá se pase al Estado de Milán, porque esté allí de respecto, y será a propósito para si algunos quisiesen hacer movimiento, y señaladamente franceses; y siendo allí, se terná siempre en la mano para todo lo que se pudiese ofrecer en Italia, y aun para tener a los dichos franceses, que no muevan algo de nuevo después ni de pronto en otra parte.
Instrucciones de Carlos V al príncipe Felipe. Augusta a 18 de enero de 1548
[2b] Salazar afirma que desde Viena se enviaron 30 piezas de artillería y 22.000 picas en barcas por el Danubio. Mocenigo en su relación indica que el obispo de Passau - que está en la orilla del Danubio - aportó 20.000 picas. Tal vez fueran las mismas.
[3a] La capitulación para la liga onfensiva contra los protestantes hecha entre el Papa y el Emperador, se firmó el 6 de junio en Regensburg, y se ratificó el 26 en Roma.
[3b] Respecto a las distancias recorridas, podemos ver varios ejemplos:
El día 28 de agosto en Ingostadt, se tenía noticia del cruce del Rin por las tropas de Buren el día 26. El conde había escrito su carta el 26 de agosto en su campo cerca de Maguncia. Por lo tanto, el correo hizo más de 330 kms en menos de dos jornadas.
En el cruce de cartas entre Buren y Carlos V, vemos que el 29 de junio el Emperador desde Ratisbona le notificaba la recepción de su carta del 19, en la que Buren le había indicado que había recibido las suyas del 9 y 11. Así, el cruce de correspondencia entre Regesnburg y Deventer - 730 kms - podía alargarse por espacio de dos semanas.
Un caballo pura sangre puede alcanzar velocidades de 65 km/h, durante poco más de un minuto. Un caballo medio podría recorrer 40 km por jornada, yendo al trote, en poco más de tres horas, en terreno llano.
Al paso, 6-7 km/h, puede caminar 9 o 10 horas
Al trote, 12-13 km/h, un caballo puede caminar 2 o 3 horas
A medio galope, 24-25 km/h, puede caminar poco más de hora y media.
Si el jinete podía cambiar de montura cada 20 kms, podría realizar 160 kms e incluso hasta 200 kms por día. Que esto se pudiera hacer atravesando tantas tierras de enemigos, resulta extraordinario.
Se asumía que las distancias recorridas en verano eran un 15-20% mayores que en invierno, debido un poco al estado de los caminos y sobretodo, a las horas de sol disponibles.
Un correo ordinario podía hacer de 10 a 30 leguas por jornada. 1 legua común = 20.000 pies = 5.573 metros. O sea de 55 a 167 kms diarios. Evidentemente, a los portadores de noticias urgentes se les exigía el máximo, pero tampoco dependía de los correos, sino del buen sistema de postas y de la posibilidad de tener caminos libres y seguros para circular por ellos.
Estos correos "a toda diligencia" podían ganar de cuatro a ocho ducados por jornada, lo que no ganaba un arcabucero español en un mes, y se asumía que en tiempos de guerra debía haber en servicio el doble de correos que servían ordinariamente.
[3c] Aguilera fue capitán de la guardia del entonces príncipe Felipe durante su viaje por Europa en 1548-1549.
Vinieron de Alemania, de la gente española que en ella estaba en guarnición para la guarda del Príncipe, dos compañías de cada cien arcabuceros de caballo españoles con sus Capitanes Hernando de Aguilera y Alonso de Vargas, a los cuales todos se dió de vestir de librea.
El Felicissimo viaje del Muy Alto y Muy Poderoso Principe Don Phelippe ... Joan Cristòfor Calvet d'Estrella [1552]
[4a] Tenemos la reseña de 21 de septiembre donde constan 3260 soldados, pero mantenemos esta cifra de dos mil y mil quinientos, porque al menos nos da una idea de la proporción de estos dos embarques.
En la biografía del virrey de Nápoles, Pedro de Toledo, se mencionan como puertos de embarque Barletta y Manfredonia.
[4b] Así las denomina Andrea Doria. Parte serían propiedad del genovés, pues las comandaba Antonio Doria, y parte, de las galeras de Nápoles, de propiedad real.
[4c] En principio iban a desembarcar en Ravenna y de allí, caminando a Bolonia, unirse a la masa del ejército del Papa. Solo el trayecto entre el puerto de Ravenna y la ciudad boloñesa les hubiera tomado cuatro jornadas.
La correspondencia de Gómez Suárez de Figueroa y Andrea Doria de la Negociación de Génova del Consejo de Estado del Archivo General de Simancas de la cual procede parte de esta información está totalmente digitalizada en PARES - 20.958 documentos para el periodo 1494 a 1700 -.
[4d] El 13 se juntó la armada, y se embarcaron al día siguiente, según Salazar, que también da la cifra de 13 jornadas embarcados, con lo que, según su cuenta, hubieran llegado el 26.
Antonio Doria escribió que arribaron a Fiume el 25 tras trece días navegando; es una carta y no una crónica, por lo que hemos de dar por buena esta segunda fecha.
[4e] Desembarcaron 1500 soldados, y a ellos acudió don Gutierre de Cetina con 1500 escudos para darles un socorro mientras caminaban a los presidios. Gianetin, una vez desembarcadas las tropas, marchó con sus galeras a la vuelta de Nápoles y Sicilia, el 19 de julio. También había que patrullar por las costas de Córcega y Cerdeña, así como las islas de España y la costa de Cataluña. No daban abasto.
[4f] De Cartagena venía Bernardino de Mendoza con 15 galeras, con las dos compañías rezagadas que habían hecho el camino desde Málaga. Eran unos 500 hombres. Traía Mendoza 2.100.000 maravedíes [6000 escudos] para las pagas de los dos mil infantes que habían venido de España y la cuenta de las armas y los bastimentos que se les había dado, para descontárselas del sueldo.
Mendoza tuvo que partir de inmediato con sus galeras en persecución de 18 fustas de Dragut.
El hecho de que viniera con 15 galeras para transportar dos compañías, parece relacionado con la gran actividad corsaria de ese año, en la que no sería muy conveniente enviar dos o tres galeras para transportar a los 500 hombres reclutados en Villena y Murcia. Por ejemplo, 580 hombres fueron a Génova desde España en una sola nave, me imagino que una carraca o similar, en 1547.
[4g] Según Carlo d'Amico, la ausencia de esas tropas facilitó la revuelta en el reino contra la imposición de la inquisición en 1547. Véase Charles Quint, Pedro de Tolède et les émeutes napolitaines de 1547
Para sofocar dicha revuelta se enviaron galeras con soldados españoles.
Por carta de Andrea Doria de 25 de junio de 1547, sabemos que, mientras se aguardaba la llegada de tropas desde España, al menos, se previó llevar dos compañías de infantería española mandadas por Gonzaga - una procedente de Siena, y otra de "Montvio" - y una tercera con 200 infantes que tenía Doria embarcados en las galeras.
Parece que la rebelión se sofocó rápidamente, pero, al menos una parte de la infantería reclutada en España - dos mil infantes - se envió a Italia. Así, llegaron a Génova los capitanes Juan de Arze y Carlos de Tapia con 580 españoles en una nave, que sustituyeron a 400 españoles del Piamonte que habían marchado a la guardia de Siena. Dichas compañías fueron reformadas, y los capitanes se marcharon a la corte, pidiendo Figueroa que se les hiciese merced.
Salazar dice que se reclutaron 2000 soldados en el reino de Toledo y Villena, y que se embarcaron en Cartagena para sustituir los tercios de Lombardía y Nápoles. Quizá 1500 hombres del reino de Toledo pasasen realmente a Nápoles directamente sin escala en Génova y que de ellos no quedase constancia en la correspondencia de la embajada imperial en esta ciudad.
[6] Se hicieron varios cálculos, así ,se contó que el tercio de Álvaro de Sande tuvo que caminar 180 millas desde Viena a Ratisbona. La milla castellana, equivale a 1852 metros. El trayecto actual entre estas dos ciudades por autovía es de 396.5 kms, o 214 millas. Quizá se tratase de algún tipo de millas italianas, porque era común que los soldados que llevaban allí tiempo estuvieran más familiarizados con unidades de medida locales, que con las que se usaban en España. Estas distancias debían conocerse - o estimarse - por los correos que iban y venían desde la corte imperial, que debían conocer bien las etapas, donde cambiar de caballos y refrescarse.
Del tercio de Nápoles se calculó que si hubiera ido por tierra, hubiera tenido que recorrer 720 millas, pero que por la brevedad que se precisaba, y para que los soldados llegaran descansados y pudieran servir bien al Emperador, se les embarcó. Del reino de Nápoles se pueden tomar varias distancias, si tomamos desde la capital, son 1240,8 kms por autovía, 670 millas castellanas. Aún así, de Fiume a Ratisbona por Liubliana y Salzburgo, camino que tuvieron que andar, hay unos 670 kms.
Gómez Suárez de Figueroa calcuaba en cincuenta leguas la distancia a recorrer por el tercio de Nápoles desde Trieste a Ratisbona.
Del tercio de Lombardía, se calculó que tuvo que recorrer por el camino de Trento 330 millas. De Milán a Ratisbona por Trento hay 680 kms, 367 millas.
Sobre la precisión en el cálculo de distancias, Carlos de Gante, respecto a la marcha del Emperador en la campaña de 1543, calculó que habían recorrido 70 leguas castellanas o 390 kms [1 legua común = 20000 pies = 5572,7 metros] entre Innsbruck y Espira. Introduciendo todas las poblaciones a donde llegaron en cada jornada en Google Maps, resulta un total de 406 kms caminados; el error no es demasiado importante. Gante era secretario, pero sin duda también un hombre curioso que preguntaría a quien entendiera en la materia.
[7] La corona española era de 46 y 1/2 sueldos, y la francesa de 45 sueldos.
Parece, por las cuentas de Juan de Vega, que la corona era equiparable al ducado, pues Vega se refiere indistintamente a dos letras de cambio pagaderas en Trento y Venecia, de 100.000 ducados o coronas cada una.
Con 30000 ducados se podrían pagar tres meses de pagas sencillas [3 ducados] a los 3290 hombres del tercio.
[8] Las jornadas del Emperador, cuyas estancias fueron estudiadas en detalle por Manuel de Foronda y Aguilera, no son equiparables a las del campo imperial, aunque sirven para hacernos una idea de donde se hallaba.
Las estancias de agosto de 1546:
1-2-agosto-en Ratisbona. -Domingo 1 y lunes 2. -Noticioso S. M. de que el Landgrave de Hesse y el Duque Juan estaban en el campo con un gran ejército y muchas ciudades del Imperio, confederadas con ellos, y a pesar de que S. M. no tenía todavía preparado su ejército, decidió salir a campaña y partir.
3-agosto-en Ratisbona y Neufahrn. -Martes. -Enterado S. M. de que el Duque Juan y el Landgrave de Hesse venian sobre Reynsbourg, salió a su encuentro, y, el primer día, pernoctó en Nieufort.
Cuando el campo imperial partió de Ratisbona a Landshut, quedó García de Sarmiento, capitán del tercio de Hungría, con 200 españoles y Aliprando Madruzzo con 4000 alemanes.
4-14-agosto-cercanías de Landshut. -Del miércoles 4 al sábado 14. -S. M. posó en Lansset, ciudad del Duque de Baviera.
14. -Llegó el Duque de Castro con los peones y caballería ligera italianos, y S.M. le dio el Toison para que fue nombrado en el Capitulo de Utrecht.
15-agosto-en Neufahrn. -Domingo. -S. M. vino a pernoctar a Nieufort.
16-agosto-en Schierling. -Lunes. -S. M. en Schiedelinghe.
17-20-agosto-a la vista de Ratisbona. -Del martes 17 al viernes 20. -S. M. a la vista de Reynsbourg.
21-agosto-en Langwaid. -Sábado. -S. M. vino a pernoctar en Langhevuit.
22-agosto-en Abensberg. -Domingo. -S. M. en Abersberg
23-agosto-en Neustadt?-Lunes. -S. M. a la vista de Nieustadt.
24-25-agosto-paso del Danubio y en el campamento. -Martes 24 y miércoles 25.S. M. paso el Dano y permaneció en el campamento.
25. -Llegaron el Cardenal de Farnesio y el Príncipe de Sulmona.
26-31-agosto-a la vista de Ingolstadt. -Del jueves 26 al martes 31. -S. M. cerca de Inghesltadt.
31. -S M. rechazó al Duque Juan de Sajonia y al Landgrave de Hesse, que se acercaron hasta las trincheras del Campo Imperial.
[9] El Emperador había hecho el camino a los Países Bajos en numerosas ocasiones, tanto en tiempo de paz, como conduciendo un ejército.
[10] En 1547, tras la batalla de Mühlberg, se planteó que el propio Emperador sería el capitán general, y que el duque Octavio quedaría a cargo de los italianos, el duque de Alba, de los españoles, y el conde de Fustemberg, de los alemanes. Vemos aquí un cambio de planteamiento, organizando el ejército no por armas, sino por naciones.
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