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Heridas de guerra en el siglo XVI. Soldados portugueses heridos durante la defensa de Diu frente al asedio indio-otomano de 1546


En el subcontiente indio se produjo una extensión de la llamada «revolución militar moderna», protagonizada por portugueses, turcos e indios. Durante el segundo asedio de Diu [20 de abril - 10 de noviembre de 1546], la guarnición portuguesa de esta plaza del Gujarat fue asediada por un ejército conjunto gujaratí-otomano. Tanto otomanos, como gujaratíes, y evidentemente, portugueses, combatían, hasta cierto punto, a la «europea»: o sea, empleaban armas de fuego portátiles y artillería. Es este un capítulo interesante de la historia militar de la temprana Edad Moderna que conviene revisar.

Durante el asedio se produjeron certeros tiros de artillería, aunque los proyectiles eran en su mayoría de piedra, y según relataban "su pólvora era tan excelente que cualquier tiro de metal - piezas de artillería menores - pasaba una pipa - especie de tonel - llena de tierra de banda a banda".  Los cronistas que recogieron el asedio sin duda exageraban al decir que la «espingardaria» o escopetería enemiga era tan certera, que por cualquiera agujero del tamaño de dos tostones - una moneda - acertaban. Pero el caso es que turcos y gujaratíes dominaban el empleo de artillería y armas de fuego portátil.  

Es por todo ello que una nómina de heridos portugueses durante el cerco donde se detallan las heridas sufridas nos puede servir para seguir con esta serie de artículos sobre heridas de guerra en el siglo XVI, del que hemos tratado en líneas generales, y seguiremos tratando en casos particulares como este. 

Las heridas de guerra de la época nos resultan muy interesantes: por un lado, nos hablan del armamento empleado, tanto ofensivo como defensivo, así como de las técnicas y tácticas de combate empleadas. Por otro, nos dan unos apuntes de sanidad militar y de calidad de vida de los soldados implicados en dichos combates. 

Además, a partir de un listado que recoja un buen número de casos se pueden extraer ciertas conclusiones que los casos particulares, por separado, no podrían proporcionar.



Armamento empleado por los atacantes

Artillería 
  • Artillería gruesa que tiraba fundamentalmente pelotas de piedra, pero también pelotas de hierro colado
  • Artillería menuda

Fuegos artificiales arrojados a mano [«artificios de fogo»]
  • «panellas de polvora»: Alcancías de pólvora
  • «panellas de fogo»: Alcancías de fuegos artificiales (de resina, pez o alquitrán)

Minas explosivas

Armas de tiro
  • «espingardas» o escopetas que disparan pelotas de plomo
  • Flechas disparadas por arcos
  • Dardos
  • Piedras

Armas blancas
  • Lanzas
  • Terciados o alfanjes

Los fuegos articiales se usaron con fruición por ambos bandos; cuando don Joaô de Castro socorrió la plaza y desbarató a los capitanes del rey de «Cambaya» o «Soltão
Mamundo de Guzarat», les tomó 8000 alcancías de pólvora vacías grandes y pequeñas y 450 llenas. Los defensores portugueses refirieron que las «paneladas nunca cessavão de voar». Un capitán portugués, escaseando las alcancías, improvisó unas empleando dos tejas unidas con paños embreados por los costados y cabezas, con sus mechas y rellenas de pólvora. 

Las piedras parece que se tiraban tanto a mano como con hondas y ganchos de hierro. Los portugueses refieren que recibían infinitas pedradas. Dom Alvoro de Crasto recibió una pedrada por encima del capacete que se lo aplastó, provocándole un gran chichón en la cabeza, que, eso sí, no le dejó fuera de combate. Dichas pedradas llegaban a abollar los coseletes y los capacetes, llegando a producirse heridas en el cráneo; imaginemos por un momento que el infante hubiera carecido de armadura de cabeza, como pasaba en muchos casos. Las pedradas de esta suerte, recibidas en un torso sin armar, podían llegar a quebrar las costillas, y cuanto menos, a magullarlas. 

as pedradas que os jmigos tyravão [...] amollão os cosoletes pelos espigões e os capacetes fazê amolar na cabeça e arrebentar pelos lugares majs fortes e fazê feridas ate ho casco, mas se dão em parte desarmada, aleijão e quebrantão e fazem triste guerra, por que como custa pouco, não descansão nem falecem.


También podían dejar fuera de combate, momentáneamente aturdidos, a los combatientes. Manoel de Souza de Sepulveda recibió un canto en la cabeza y otro en el rostro, del cual lo «desatinaron, más tornando en sí, torno a entrar en la batalla». 

Al sacerdote de la plaza en un asalto le dieron una pedrada en el crucifijo que llevaba, de la cual le quebraron el brazo de su persona, y un brazo de la cruz.


Los «mouros» también protagonizaron varios asaltos con armas blancas, combatiendo básicamente con alfanjes o terciados. Hay una descripción del armamento que llevaban durante uno de los asaltos fallidos:

«la que gente que para aquella empresa venia parecía ser ecogida entre los mejores de todo su ejército, porque los muertos traían coseletes y corazas y terciados y adargas muy guarnecidas de plata, y eran hombres de gentil apariencia y disposición»

ha gente que para aquela jmpressa vinha parecia ser escolheita por milhor antre todo seu exercito porque hos mortos traziam cosoletes e couraças e terçados e adagas muy goarnecidas de prata e erão homens de gentys apparencias e desposisões; 


El día 22 de agosto, los sitiadores protagonizaron un asalto. Al estar lloviendo, no pudieron aprovecharse ni asaltantes ni defensores de armas de fuego, o fuegos artificiales, así que se peleó a lanzadas y cuchilladas, mientras que los asaltantes empleaban flechas tiradas con sus arcos. Aclarándose el día por la tarde, los portugueses emplearon espingardas y alcancías de pólvora, cosa que les permitió rechazar a los enemigos. 




Armamento defensivo empleado por los portugueses



Armas de cuerpo

Armaduras de cabeza
  • Capacetes, celadas o morriones
  • Cervilleras

Escudos



Coseletes portugueses, con tambor y pífano, liderados por un montantero. Tapices de las empresas de Joao de Castro, gobernador de Goa, tejidos h.1554-1560 [KHM, Wien]. Los coseletes aquí retratados llevan diversas armaduras de cabeza y cuerpo, aunque en algún caso [segundo por la izquierda] la celada o morrión es sustituida por un sombrero. Los coseletes protegen el torso, pero carecen de escarcelas que guarden los muslos. Ninguno de estos coseletes lleva brazales o manoplas, quedando los brazos desprotegidos, salvo la zona del hombro y la axila, que quedan cubiertos por un guardabrazo de launas, o un gocete de malla, como se puede ver en el segundo soldado por la izquierda, y el segundo por la derecha. Las celadas, como solía pasar, eran de diversas «suertes»: unas tenían guardanucas y viseras, otras carrilleras, pero en general dejan nuca, oreja y carrillos desprotegidos. 


El gobernador de Goa, Joaô de Castro, armado de punta en blanco, aunque con morrión y sin guanteletes. Pocos hombres irían armados de pies a cuello como dom Joaô, que lleva brazales, quijotes, grevas y escarpes de hierro, con las piernas y los brazos totalmente protegidos. Al contrario, veremos que las heridas en las extremidades son las más comunes. 



La nónima de heridos

La nómina de heridos presenta una lista de 97 hombres que recibieron, al menos, una herida de importancia, o que sufrieron quemaduras. En general, la mayoría presenta múltiples heridas.

Las más comunes son:
  • Quemaduras
  • Disparos de espingarda
  • Flechazos
Heridas sufridas tras voladura de mina, como la del baluarte de San Joaô
  • La mayoría son quemaduras
  • Otros aparecen clasificadas como herido tras haber volado
  • En algún caso se espicifica que se quebró las piernas al caer, o quedó maltratado de las piernas tras volar





Veamos, por ejemplo, el caso de Antonio Botelho:
Antonio Botelho quejmado nas pernas e hûa espimgardada na cabeça e hûa frechada é huû braço.

Antonio Botelho recibió heridas típicas de la guerra en la Europa continental occidental, pero también de las que se tenían en enfrentamientos con naciones como los turcos o indios, donde el empleo de arqueros era algo habitual:

  • Resultó quemado en las piernas
  • Herido de un tiro de espingarda/escopeta en la cabeza
  • Y de un flechazo en el brazo

Amén de esta nómina, aparecen algunos que recibieron mercedes, como Antonio de Brito, que resultó quemado en el cerco de Diu, y quedó ciego de un ojo por quemaduras de pólvora.



Heridos de arma blanca

Tan solo aparecen dos listados heridos por «cutiladas» o cuchilladas, la típica voz que se empleaba para los cortes producidos por armas cortantes como espadas o alfanjes cuando herían de filo. En caso de herir de punta, se empleaba el término «estocada».

Soldado gujaratí con alfanje y rodela. Detalle de uno de los tapices de la serie mencionada.


En la crónica, las «cutilladas» aparecen acompañadas de «lançadas»; sin embargo, en la nómina de heridos no se refiere ninguna de estas últimas heridas producidas por armas de asta. 

Evidentemente, para poder llegar a dar un cuchillada con un terciado o alfanje, había que llegar a combatir a las manos. Aunque los sitiadores protagonizaron varios asaltos, en general fueron repelidos con fuego de espingarda y alcancías de fuego, y fueron menores los combates cuerpo a cuerpo. Aún así, el 28 de julio, los portugueses rechazaron un asalto con lanzadas y cuchilladas y alcancías grandes de pólvora que hacían gran «chamusco en los enemigos». En dicho asalto, murieron tres portugueses, y fueron heridos y quemados más de treinta.

Amén de la nómina, aparecen varios hombres que padecieron heridas diversas. Jorge de Meneses quedó «todo atasajado de cuchilladas y con una espingardada en la cadera muy ruin», por lo cual fue enviado a curarse a Goa, y es quizá por ello que no aparece en la nómina de heridos.

Otros quedaron muy maltratados y murieron al momento. En el último combate que se dio, en el socorro del 10 de noviembre liderado por el gobernador Joaô de Castro, a Cosme de Paiva le cortaron la pierna por el muslo de un golpe, golpe que hizo saltar un pedazo de carne. A Vasco Fernandez no le valió el sayo de malla, pues un golpe por la espalda le cortó el sayo y el cuerpo. A otro hombre le cortaron media cabeza de un golpe. Evidentemente, las armas pesadas tajadores como los alfanjes manejadas con fuerza y destreza podían infligir heridas terribles. 



Heridos por disparos de artillería

Fernaô Llopes y Vasco Preto quedaron lisiado de sendas «bombardadas» que recibieron en una pierna. Gonçalo Fernandez fue herido por otra «bombardada» en la cabeza, de lo cual quedó «mal tratado». Bertolameu Coelho recibió otra «bombardada» en una pierna, Bras Jorge en un brazo.  

André Lopez fue herido en el rostro por una pelota de cañón

Las bombardas y cañones empleadas por los atacantes disparaban tanto balas de hierro - normalmente, hierro colado - como balas de piedra. 

Los atacantes tenían un basilisco que disparaba 66 libras de pelota cuyo viento - o sea, el aire que desplazaba la pelota tras ser disparada - ya provocaba daños. Los portugueses tenían varias piezas cuyas bocas eran de palmo a dos palmos y medio, y un cuarto de cañón que disparaba una pelota de 8 palmos de perímetro, lo que da, más o menos, esos dos palmos y medio de boca. 

Cabe creer que esos portugueses anteriormente listados serían heridos por piezas de artillería menor, o fragmentos de las pelotas de piedra que se rompían al impactar. En todo caso, no se nos ocurre defensa alguna contra dichas armas, más de allá de estar convenientemente parapetados tras un muro o una almena. 



Quemaduras 

Los 48 quemados - algunos, con varias partes del cuerpo afectadas - lo son en piernas [16] y pies [3] así como en manos [28], que reciben la mayoría de quemaduras. También el rostro [12 ocasiones] y el pescuezo [7] aparecen mencionados. 

Solo en un caso aparece el torso quemado, el de Gregoryo de Vascogomçellos:

Gregoryo de Vascogomçellos quejmado no pescoso e ê hûa jlharga e ferydo na cabeça e hûa espjmgardada per hûu braço de que he maltratado. 

Gregoryo de Vascogomçellos sufrió las heridas siguientes:
  • Fue quemado en el pescuezo o cuello y en un costado, lo cual nos indica del empleo de algún tipo de fuego artificial, fuera de resina, alquitrán o pólvora por parte de los atacantes. Además, podemos inferir que ni el cuello ni el torso se hallaban protegidos, como veremos. 
  • Fue herido en la cabeza; no sabemos la arma que lo produjo ni el alcance de las heridas.
  • Un tiro de espingarda [los portugueses tardarían décadas en usar la voz arcabuz] le causó daños importantes en el brazo. 
Además, Jorge Pereira quedó «todo asado», indicando el breve apunte que las quemaduras fueron generalizadas. 


Antonio Pesoa, Antonio Moniz, Jeronimo Butaca, Garcia Roiz de Tavora, Dom Alfonso de Môroyo, Ruj Daraujo, Manoell Daraujo y Gonçalo Fernandez, sufrieron quemaduras en manos y rostro.

Luis de Sousa fue dos veces quemado en piernas y rostro. Antonio Pacheco recibió idénticas heridas, pero solo una vez.

Antonio Gil, quzá de modo más signiticativo, recibió quemaduras en rostro, manos y piernas. 

Las quemaduras parecían - con la excepción de Vascogomçellos - evitar el torso. Quizá las personas que eran totalmente abrasadas morían, y no hay relación de ellas, pero también es harto probable que las armas defensivas como coseletes y corazas, cuyo metal es ignífugo, protegieran de las quemaduras en una época y un cerco, en el que hemos visto que las alcancías de resinas o de pólvora eran muy usadas por uno y otro bando. 


Aquí vemos a otro grupo de soldados portugueses en otro tapiz de la misma serie de triunfos de Joaô de Castro. En este caso, estos soldados armados con armas de asta corta - presumiblemente, las lanzas que tanto aparecen en la crónica de Nunes - llevan los torsos protegidos con corazas - lo que en la literatura actual se denomina brigantina - la típica arma defensiva de peón de finales del siglo XV y principios del XVI en la península ibérica, que seguían usando los jinetes españoles y los soldados embarcados en galeras. En un cuerpo de cuero, se roblonaban o remachaban internamente unas láminas metálicas horizontales; son las cabezas de los remaches lo que destacan en el cuerpo de cuero. Estos soldados llevan tipos parecidos de celadas o morriones, algunos, con una corona de rama ceñida, símbolo de su triunfal campaña. El primer soldado por la derecha lleva una armadura de cabeza algo más arcaica para esta época. 



Flechazos

Además de escudos de diversas suertes, estos soldados gujaratíes portaban arcos largos. Detalle de un tapiz de la serie de empresas de Joaô de Castro.



Las 14 flechadas se reciben en cabeza [1], rostro [1], boca [1], pierna o muslo [6], brazo [5], barriga [1], cadera [1] y costado [1]. Como vemos, la mayoría de heridas se producen en extremidades, piernas, muslos y brazos, partes poco o nada defendidas. Solo en un caso se refiere la cabeza, y en ese caso, el herido es un «padre de misa», que no llevaría armadura de cabeza, claro. Las flechas que dieron por el rostro y boca no pueden ser protegidas por las armaduras de cabeza típicas de esta época que dejan el rostros a descubierto. El torso - barriga, cadera y costado - sí que puede ser protegido, tanto por un peto, como por un coselete, como por las corazas; así que es probable que se tratase de soldados que no los llevasen. En todo caso, parece acertado pensar que las heridas mayoritariamente se recibieron en partes desprotegidas del cuerpo, como son piernas y brazos, amén del rostro.



Disparos de espingardas 
Mem Lopez quejmado e ferydo nûa jlharga e hûa espimgardada por huû joelho de que he mall tratado.
Mem Lopez recibió varias heridas:
  • Resultó quemado.
  • Resultó herido en un costado.
  • Un disparo de espingarda / escopeta le pasó la rodilla, herida por la cual quedó en mal estado.


De las 24 heridas producida por disparos de espingarda, la mitad se recogen en la parte superior:  cabeza [7], boca [2], ojo [1] rostro [1] y cuello [1]. Esto podía deberse a que es la cabeza lo que suele asomar de un muro a la hora de efectuar el disparo, o simplemente, a la hora de otear y vigilar las acciones del enemigo, y por lo tanto, se hallaba con más frecuencia a tiro del enemigo. 

Las extremidades, sobre todo, las inferiores, reciben casi todo el resto de heridas: muslo [4], pierna [1], rodilla [1], brazo [4].

Amén de una herida en un lugar no identificado, tan solo un Francisco de Moraes recibió un disparo en el pecho: «hûa espimgardada pelos pejtos». 

Esta distribución, que, como en el caso de los flechazos, parece esquivar el torso, tiene dos posibles explicaciones no necesariamente contradictorias:

1) Las heridas de bala en el torso o abdomen suelen afectar a algún órgano; son difíciles de tratar y las complicaciones suelen ser inmediatas deviniendo en muchos casos en la muerte temprana.

2) El uso de armas de cuerpo como el coselete, el peto, o aún la coraza, podría disminuir la cantidad y gravedad de heridas de armas de fuego, máxime cuando estas parece dispararse casi todas desde posiciones de cerco, alejadas de la plaza, y por lo tanto, susceptibles de haber perdido potencia al hallar su blanco en los muros y baluartes de la plaza fuerte. A esto último se le debe oponer más que una tesis, una certeza, el defensor por excelencia de una plaza fuerte durante un asedio es un arcabucero; el coselete, en todo caso, estaba para defender los muros de asaltos, por lo tanto, y dado que los arcabuceros no solían emplear armas defensivas de cuerpo, quizá la anomalía estadística se deba a lo expresado en el punto número 1. Esto también explicaría la gran cantidad de heridos en cabeza, rostro y cuello, heridas que en otras tierras y ejército se solventaron con el empleo de celadas y morriones.  


Buena parte de los soldados portugueses eran «espingardeiros» o arcabuceros, como los de este tapiz de la misma serie. Aunque algunos podrían llevar algún «capaçete» o morrión, como el último de esta escena, buena parte iban al combate sin armaduras de cabeza, con gorras a la moda portuguesa, algo más ceñidas y recogidas que las españolas. Se recomendaba que el arcabucero llevara, amén de sus «calças e jubaô», un coleto o cuero, como el que lleva el tercero por la izquierda, entre cuyas faldas destaca la típica prominente bragueta de la época. Como curiosidad, llevan frasquillos de pólvora colgando del pescuezo - «cornjnhos de cevar dos pescoços».  



Vale la pena recoger el juicio del cronista, Leonardo Nunes, al respecto de la poca defensa que ofrecían las armas defensivas frente a las espingardas:

«[el] acometimiento de los enemigo causó que con la multitud no se pudiesen todos cubri, por la cual razón, de las torres y del cubelo fueron muchos los muertos, porque aunque estuviesen muy bien armados, para bombardadas y espingardadas, no aprovechan armas [defensivas]»

acommetimento dos ymigos causou que com ha multidão não se podessé todos cobrir, pela quoal rezão, das torres e do cubelo forão muytos deles mortos, porque, posto que viesse armados muyto bem, pera bombardadas e espingardadas, não aproveitão armas. 


En todo caso, este juicio no invalida lo anterior; el episodio que narra el cronista es el de un asalto a la batería, y se combatía cerradamente. La defensa que apuntamos pueden ofrecer las armas defensivas frente a la espingardería o escopetería enemiga es a distancia de defensa ordinaria de una plaza fuerte. O sea, generalmente, a tiro de artillería, a cerca de 300 pasos, distancia a la cual, la pelota de una escopeta ya ha perdido parte de su energía cinética.


En el mismo tapiz, vemos varios coseletes - el primero, sin armadura de cabeza - y un piquero que defiende el torso con un típico gorjal de malla a la tudesca. Aunque las modas portuguesa y española diferían en detalles, las tipologías de armamento defensivo y ofensivo eran bastante equiparables. El tercer coselete, que porta un morrión con carrilleras dorado - símbolo de que se trata de un oficial, caballero o soldado aventajado - se protege el inicio de los muslos con unas faldas de malla, solución más ligera que la de las escarcelas, que además protege el pubis y la entrepierna. 





Voladuras de minas

Las minas, claro, no eran un «arma» comúnmente usada, pero dada su potencia, podían causar estragos importantes, afectando una sola detonación a decenas de defensores.

Cuando los atacantes volaron la mina del baluarte de Rama, el cronista Leonardo Nunes recogió como aquellos que estaban en medio del baluarte, volaron tan alto con la fuerza de la pólvora que cayeron dentro de la fortaleza, mezclados en la voladura con las piedras que les acabaron enterrando. Otros cuerpos cayeron hechos pedazos sobre los enemigos, los cuales, les tomaron las cabezas como trofeo. Murieron en dicha voladura más de cincuenta hombres, muchos de ellos «fidalgos e cavaleyros mujto honrrados», y lograron escapar veintitrés con vida con heridas de diversa gravedad, de los cuales, tres murieron después. 

Por contra, «los hombres que estaban con las lanzas sobre los escombros fueron lanzados en la cava (foso) en los costados y en el campo, los cuales, como no cayeron de muy alto, unos con los brazos quebrados, otros con las piernas torcidas, y otros pisados, con los ojos y el rostros descalabrados, unos por la puerta, y otros por el baluarte, se recogieron dentro de la plaza». 

Luis de Mello y Antonio Roiz se hallaban con dos o tres soldados en el baluarte del mar, volaron con sus lanzas y rodelas en las manos; en el vuelo «cayeronles las espadas y los cuernecillos de cebar de los cuelos, y los capacetes de las cabezas y los zapatos de los pies». Aún así, sobrevivieron, y maltratados se refugiaron en la fortaleza, donde Mello moriría de enfermedad durante el cerco.

De Antonio Dazevedo sabemos que «voló y cayó por la banda de los moros y hubo una herida en la cabeza y muchos moretones por el cuerpo de que está mal tratado»

«avoou e cayo pera a bamda dos mouros e ouve huã feryda na cabeça e mujtas pisaduras pelo corpo de que he mal tratado». 


Alv.º Paez «cuando reventó el baluarte quedó enterrado todo debajo de piedras, de que hubo muchas magulladuras, e anda mal dispuesto». 

«quamdo arebêtou o baluarte ficou écravado todo debaixo de pedras de que ouve mujtas pisaduras e he ajmda mal despostoFernaô Llopes aleijado dãa bôbardada dúa perna. ».  



Las minas que volaban los lienzos y baluartes de la fortaleza afectaban a los soldados que las defendían, lanzándolos por los aires. Si la explosión no los mataba, las quemaduras, contusiones y huesos rotos tras la caída eran algo habitual.  


« »

Jorge Nunez de Lyaô «voló y se quebró un brazo y tuvo muchas contusiones en el cuerpo y en en rostro de lo cual ha quedado lisiado». 

Johaô Mjz Fr. «voló y tuvo muchas contusiones en el rostro y quemadas las manos, y un brazo quebrado de lo cual está maltratado». 

Alvaro Páez quedó enterrado debajo de muchas piedras con la voladura del baluarte, de lo cual recibió muchas contusiones y andaba mal dispuesto. Varios quedaron «maltratados» o lisiados de las piernas, como Antonio Mor, «aleijado dâbas as pernas». 


Aparte de la relación de heridos, bastante breve, como solía pasar, los que sirvieron en esas jornadas hicieron relación de méritos y servicios, y cuando fueron heridos, relataron su suerte como un mérito de guerra en servicio de su rey. Diego Ortiz de Tavora escribía en 1549 que fue «fui muito queimado com polvora e ferido». 



Relatos de muertes notables

«e assy foy morto Baltazar Jorge, juiz da alfandega, de hum só golpe de traçado, que lhe deu hum mouro por cima de hum hombro, com que lhe cortou huma saya de malha e o braço com toda a espadoa». 

Este Baltazar Jorge, a pesar de llevar un sayo o camisa de malla, recibió un golpe con arma cortante sobre el hombro que le cortó la camisa y el brazo con parte de la espalda. Esta arma, que el escritor llama aquí «traçado», en otras aparece como «terçado» o terciado, que no sería otra cosa que un alfanje, como podemos ver en los tapices de las empresas de Joao de Castro:

Buena parte de las tropas gujaratíes tendría, como este caballero y este infante, armas tradicionales, de asta - como los dardos que ambos llevan - o de mano, como el alfanje o terciado que lleva el caballero pendiente del cinto. No obstante, para llegar al cuerpo a cuerpo, antes había que realizar un asedio en el que únicamente las armas de tiro tenían capacidad de ofender. Durante un asalto, 40 caballeros «moros» subieron a un baluarte; armados de terciados, los portugueses los rechazaron lanzándoles alcancías de pólvora que les abrasaban vivos. 

Coju-Sofar, el napolitano renegado que se hallaba a cargo del contingente turco, cuando estaba oteando la fortaleza el 24 de junio por la tarde, día de San Juan, recibió un tiro perdido de bombarda portuguesa que le llevó la mano y la mitad de la cabeza, de lo cual, claro, murió.



Muertos de enfermedad

os omês com o trabalho e com o vegiar de dia aa calma e de noite ao sereno adoeçem cada dia e convaleçem muyto mall. 
 los hombres, con el trabajo y con vigilar de día al sol y de noche al sereno, adolecen cada día y padecen mucho mal

Nesta fortalleza ha mujtos doemtes e asy ferydos
como queymados e os majs doemtes saô de feveres e
camaras; 
  
  En este fortaleza hay muchos dolientes, así como heridos y quemados, y los más dolientes son de fiebre y de cámaras




A finales de julio, Nunes narraba que habían muerto ya 150 defensores durante el cerco «a ferro e de doença», o sea, «a hierro» - durante el combate - y por dolencias o enfermedad; otros cincuenta hombres se hallaban dolientes. A mediados de agosto, la nómina era de 250 muertos. 

A primeros de octubre, Mascarenhas informaba que había más de 200 dolientes en dos hospitales, y otros 170 fuera de ellos. Al final del cerco eran 550 los muertos, la mayoría a hierro, pero también muchos habían fallecido por enfermedades.  

En algunos casos se trataba de heridos que estaban recuperándose. En muchos otros, eran dolientes de hospital, o sea, personas que habían enfermado y se hallaban dolientes «de grandes febres». El día 5 de septiembre, Vasco da Cunha refería que eran 1300 hombres en Dio, de los que había 300 dolientes, la mayoría, de fiebres. 

Se habló de las dolencias causadas de «maus comeres e trabalhos». El cerco provocó una escasez y carestía de alimentos. A los tres meses de comenzado ya no había carne sino de gatos, y la gente se alimentaba con arroz, grano y lentejas, complementadas con dátiles, pasas y almendras que fueron llegados en naves que socorrían la plaza. Cuanto menos, los aportes de fruta desecada prevenían de enfermedades como el escorbuto, algo que se podía producir durante un cerco, como les sucedió a los franceses cercados en el castillo de Milán entre 1522 y 1523.

Además de la mala alimentación, se consideraban los «trabajos» sufridos durante el cerco la causa o agravantes de las dolencias: el agotamiento físico del combate y de las obras para reforzar las murallas con el continuo acarreo de piedras y de tierra, agravado por hallarse en muchas ocasiones durmiendo al raso bajo la lluvia, o insolados bajo el sol tropical veraniego, por tener que estar en lugares expuestos para realizar las vigilancias. En muchos casos, también los hombres debían descansar al raso, dado que parte de los edificios habían sido derrocados para construir caballeros [«cubellos»], contramuros y reparos interiores para disponer de una segunda línea de defensa interior. Todo ello estaba causando estragos y debilitaba a los hombres que eran presa de enfermedades tropicales comunes, fiebres e intestinales. 

Nunes también habla del agotamiento nervioso provocado por los continuos asaltos o rebatos con infinitas pedradas, que desinquietaban el juicio: «desenquietado ho juizo».  El cronista refiere que no hallaban otra consolación ni placer que desplegar las banderas el día del combate, porque les daba dios gloriosa victoria. Es probable que esto fuera más allá de la retórica heroica, y que, efectivamente, la adrenalina generada durante el combate les hiciera olvidar momentáneamente todos los males, tanto los físicos, como los emocionales, cosa que indica Idan Sherer en su trabajo sobre los soldados españoles durante las guerras de Italia. 

A los dolientes se les trataba en hospital, y como era típico en la época, se les daba caldo de gallina, remedio que se consideraba valía para muchos males, pero la duración del cerco hizo escasear, encarecer, y a última hora - mediados de octubre - agotar este recurso. A primeros de septiembre, el gobernador de la India, Joaô de Castro, envió a Dio un socorro en que viajaba Symão Alvares boticario con medicinas y cosas de botica para curar los dolientes, pero a 5 de octubre, el gobernador Mascarenhas reclamaba que se enviaran más remedios, pues Alvarez no había venido muy bien provisto. A finales de septiembre, fray Paulo de Santarê, franciscano encargado en el hospital, reclamaba el envío de algunos maestros para curar enfermos, alegando que uno o dos solos - se refería, probablemente a Symaô Alvarez y Joaô Garces, boticarios -  no podían acudir a todos. 

Los apuntes anteriores nos indican que había una cierta atención sanitaria, aunque insuficiente en medios humanos y materiales. En los hospitales, sino recibía un tratamiento médico óptimo, al menos, el enfermo podía reposar y ser consolado por enfermeros y parientes.  


Para saber más





Apéndice. Las heridas de las mujeres portuguesas durante el asedio de Diu en 1546 por las tropas del rey de Cambaya o sultán de Gujarat.





Tampoco hay por qué pasar con silencio la excelente virtud y el hermoso espíritu de las virtuosas mujeres casadas y de todas las otras mujeres solteras e de cualquier estado que sea, que en este año en el cerco se hallaron [...] porque nunca tal se vio en ningún tiempo, las cuales durante todo el cerco con sus familias trabajaron en acarrear piedra y tierra, y servir en los combates sin miedo alguno, ya que con ánimos y corazones varoniles repartían alcancías de pólvora a los soldados que con ellas peleaban. 
E acontecía que las flechaban algunas veces por las piernas y otras por los brazos, y por todo el cuerpo, de que morían algunas y otras quebraban las flechas y las sacaban fuera de sí, y vendadas las heridas con un paño, tornaban a sus trabajos. 
Y había algunas dellas que se detenían en sus maridos muertos y en sus hijos heridos, y otras personas de su afinidad y parentesco, cuyos males tenían razón de sentir, más andaban tan prontas en servicio de Dios y del Rey Nuestro Señor, que hasta que no era acabada la pelea no trataban con ellas, ni hasta después de haberlas enterrado las lloraban [...] 
Y acabada la batalla, ayudaban a los soldados con cosas para esforzarlos, cada una con lo que mejor podía, y dabánles de comer con las manos, con mucha buen agua fría [...] 
Y creo que esta su piedad parecía verdadera religión de gentes que votaron castidad y humildad y paciencia y amor fraternal [...]

Entre esas mujeres se mostraron por principales en este servicio Isabel Madeira, mujer del maestre Johã, muy moza y hermosa, y Gracia Roiz, mujer de Ruy Freire y Caterina Lopez, mujer de Antonio Gil, factor que era desta fortaleza e Isabel Diaz, mujer de Gaspar Roiz, factor del capitán, las cuales, amén de sus trabajos, sus asuntos eran verdaderamente espirituales, y sus haciendas eran gastadas en servicio de Dios y del Rey Nuestro Señor, y otras que no por no nombrarlas pierden su mérito. 

Leonardo Nunes, Do acontecido en Dio, sendo capitam desta fortaleza Dom Joham
Mascarenhas e governador da India Dom Joham De Castro ho anno de 1547.




Heridas de guerra en el siglo XVI. Las evidencias forenses de la fosa común del asedio de Alkmaar en 1573

 Alckmaer es una villeta pequeña con fosso de agua hondo y muy ancho.

Y aunque al principio de esta guerra era villa abierta, los rebeldes la fortificaron de manera, ayudándose de la disposición del sitio y gran fosso, que la hizieron plaça para poderse defender, en que avía ochocientos soldados, sin los vezinos que tomaron las armas.

Comentarios de lo sucedido en las guerras de los Payses Baxos (1567-1577) por Bernardino de Mendoza [1592]


Tropas españolas al asalto de Alckmaer [Alckmaar]. Hay una gran cantidad de infantes armados con espada y rodela, pero también con picas, y, naturalmente, arcabuces. Por este puente passaron trabajosamente nuestros soldados a la batería, cuya subida era difícil por tenerla los rebeldes reparada de parte de dentro con un terrapleno, casi de altura de una pica, de donde la defendían sin poder venir a las manos con ellos, ayudándose de las cosas que en el otro assalto y soldados que avían tenido en él, con el averse retirado los tercios de San Felipe y Santiago. En esta manera se combatió más  de dos horas, intentando de nuestra parte escalar el terrapleno, que defendieron gallardamente los rebeldes, sin poder entrar en la villa. Que fue ocasión de retirarse nuestra gente, perdiendo más de cuatrocientos soldados entre muertos y heridos


En 2010 unas excavaciones en la ciudad holandesa de Alkmaar dieron con dos fosas comunes que fueron identificadas como enterramientos realizados durante el asedio de la plaza por el ejército de Flandes tenido lugar entre el 21 de agosto y el 8 de octubre de 1573.

Los muertos estaban enterrados dentro del recinto amurallado, siendo allí depositados sin muchas ceremonias, con algo de prisa, pero con respeto, por los defensores de la plaza.

De las dos fosas, una se identificó como de víctimas civiles, contándose en ella mujeres y un niño, en la que se hallarían también hombres que habían participado como defensores.

El estudio no indica la causa de la muerte de estas mujeres y del niño, centrándose en otros individuos con heridas más evidentes, pero apunta que en ambas fosas se encontraron numerosas balas de plomo, no asociadas a cadáveres concretos. 

Las mujeres en esta época participaban en la defensa, sobre todo, acudiendo como gastadores a reparar los muros transportando tierra, pero en el caso de Alckmaar, participaron activamente arrojando piedras y otros objetos contra los asaltantes:

Que fue ocasión que la batalla con que venía el capitán don Manuel Cabeça de Vaca no pudiesse passar al assalto, que defendían los rebeldes no sólo con las armas y mucho brío, pero las mugeres y vezinos del lugar estavan en ellos arrojando piedras, ruedas con puntas de hierro, pez, aceite caliente, plomo derretido y resina, jugando de ordinario su arcabuzería en descubierto sobre nuestros soldados

Comentarios de lo sucedido en las guerras de los Payses Baxos (1567-1577) por Bernardino de Mendoza [1592]


Detalle de los dos asaltos simultáneos que se hicieron contra la plaza, por las brechas abiertas por las dos baterías. [Beleg van Alkmaar, 1573, anonymous, 1573, Rijksmuseum]. Uno de los asaltos lo acometieron tropas de los tercios viejos, y el otro, fue realizado por los llamados tercios de San Felipe y Santiago, que habían llegado nuevamente desde Italia. 


La otra fosa, la "fosa militar" estaba integrada por una mayoría de hombres jóvenes, algunos con experiencia militar.


¿Pero cómo se puede deducir la experiencia militar de un cadáver?


Buena parte de los restos óseos presentaban evidencias de traumas sufridos ante mortem, y estas heridas habían sido producidas por objetos contundentes o afilados; o sea, habían sido heridos por armas años, o, cuanto menos, meses antes de 1573 y habían curado sus heridas para acabar siendo muertos en el asedio.

Antes de morir, el 16.7% de los soldados de la "fosa militar" habían sufrido roturas de costillas, lo que evidenciaba una dura vida militar.

Uno de los heridos, había recibido un golpe contundente en la cabeza, quizá con un martillo de guerra, o incluso un alabardazo parado a duras penas por un morrión chafado. 

Otro herido, presentaba un brazo que había sido astillado por una bala disparada por arma de fuego, y aunque se había recuperado, los huesos presentaban bastante deformación.

Otro de los muertos, un hombre de entre 25 y 35 años - el dueño de la calavera de la fotografía adjunta - presentaba una herida en el cráneo – flecha roja – provocada por un objeto cortante, lo más probable, una espada que había hecho saltar una lasca de hueso de su cocorota. 

Dicha herida había sanado en vida. El soldado había sobrevivido para otra batalla. La última.

La segunda herida, la que le causó la muerte – flecha blanca - que le había quitado parte de la tapa de los sesos, había sido provocada por el disparo de un arma de fuego que le metió una bala de unos 31 gramos por el hueso frontal, rompiendo el parietal derecho, pero quedando alojada dentro del cráneo, por lo que pudo ser claramente asociada a su muerte, a diferencia de otras balas de plomo que se hallaron en las dos fosas.


El soldado, de entre 25 y 35 años de edad, presentaba dos heridas. Una - flecha roja - sanada en vida, provocada por el corte de una espada. La otra, provocada por una bala de arcabuz de 31 gramos que le provocó una herida de entrada por el hueso frontal de unos 17x24 mm, y una salida por el parietal de 23 x 25mm. Fotografía [Laboratory for Human Osteoarchaeology, Leiden University]



Teniendo en cuenta que el arcabuz español de una onza castellana de pelota tiraba una bala de plomo de 28,75 gramos, es probable que un arcabuz fabricado en Guipuzcoa acabase con la vida del soldado holandés que defendía Alkmaar en 1573.


Infantería española preparada para reforzar el asalto a la plaza. Se pueden ver los sargentos con sus alabardas, los alféreces, o quizá abanderados, portando las banderas de la compañía, un tambor, numerosos arcabuceros, dos infantes armados con rodelas, y al fondo, un cuadro de picas. Exceptuando el tambor, todos llevan armaduras de cabeza, morriones.


Otro cráneo tenia alojada una pequeña bala de apenas 12,6 gramos, no llegando a 1/2 onza castellana, lo que convertía al arma que lo disparó en un arcabuz pequeño, incluso una escopeta o carabina de caballería de algo más de tres ochavas [3/8] de onza.


A partir de pruebas balísticas y forenses con reproducciones sintéticas de cráneos y masas encefálicas de gelatina forense, se calculó que las balas llegaron a impactar contra los dos cráneos a una velocidad inferior a unos 110m/s y, dada la deformación de las balas, se concluyó que el plomo usado debió ser de una dureza inferior al actual. 

Asimismo, no se pudo descartar que los muertos llevasen protección en la cabeza – protección que no les salvó la vida – dadas las heridas observadas, con poca fracturación en la herida de entrada y gran tamaño y regularidad en las de salida, así como la gran deformación sufrida por las balas encontradas, que mostraban grandes labios.


Bala de arcabuz de 31 gramos [1 onza castellana = 28.75gr] recogida del cráneo del soldado hallado en la fosa de Alkmaar. Dicha pelota, presenta un gran labio fruto de una deformación importante que podría corresponder a haber pasado una plancha metálica, aunque el estudio no ha podido ser determinante. Fotografía [Laboratory for Human Osteoarchaeology, Leiden University]

Cabe tener en cuenta que un proyectil lanzado a 60m/s es suficiente para fracturar un cráneo [1] pero las heridas, como asevera el estudio, lo más probable es que se produjeran a esa velocidad de 110m/s.


La mayoría de los soldados fueran arcabuceros, coseletes o picas secas llevaban protegida la cabeza con morriones, aunque solía haber una parte que no llevaba armadura alguna. 

Por otra parte, las tropas de milicias, o ciudadanos que acudían a la defensa, es menos probable que portasen alguna armadura de cabeza. 


Estos arcabuceros de la milicia de Amberes retratados por Abraham Bruyn en 1580, decidieron proteger sus cascos con galanos sombreros. 


Estos arcabuceros de milicias, por contra, aparecen casi todos con morriones a la moda española. Milicias de los gremios de Amberes y Bruselas realizan salvas disparando al canal. Antoni Van Leest [1578] Rijksmuseum. 

De haber estado los defensores sin los típicos morriones estimo - dada la velocidad de 110 m/s deducida en el estudio - que las balas habrían sido disparadas a unos 230 metros de distancia [2], pero habiendo tenido las cabezas protegidas por armaduras, los tiradores deberían haber estado a menos de 30 metros, produciendo entonces el impacto a esa distancia la energía necesaria para atravesar una plancha de acero de 3mm [3] situación que se daría en alguno de los asaltos, donde los defensores holandeses se encontrarían a los españoles de frente, como queda recogido por Bernardino de Mendoza:

Y muchos soldados de los nuestros, por no estar la batería para poder subir, los rebeldes los arcabuzeavan al hallarse amontonados al pie de ella y sobre el puente, sin serles possible venir a las picas.

Comentarios...

Asalto de Alkmaar en 1573 por las tropas españolas de don Fadrique de Toledo.

De los cuatro muertos con heridas de bala en la cabeza – dos casos más además de los ya descritos – tenemos dos con penetración por parietal [derecho e izquierdo] uno por frontal, y otro por occipital, indicando claramente que se hallaban en distintas posiciones respecto al tirador, lo cual indica que no fueron en ningún caso ejecutados, y que no necesariamente les estaban haciendo frente.


En conclusión:

1) Los soldados podían recibir heridas contundentes importantes, incluso ser golpeados con fuerza en la cabeza, o sufrir heridas con armas de fuego, y aún así, sobrevivir, y proseguir con su vida militar, para acabar muertos en otra jornada. Estas heridas evidenciarían dos cosas: una, que muchos hombres no se replanteaban mudar oficio a pesar de haberse hallado a dos dedos de la muerte, y la otra, que a pesar de que la asistencia sanitaria de la época dejaba mucho que desear, quizá porque el cuerpo humano es bastante resistente, o quizá porque había mucha gente en el oficio de las armas, había bastante gente que se reponía de heridas importantes.


2) Las heridas producidas por armas de fuego van a ser, porcentualmente, las más importantes en esta época, sobre todo en la defensa y asedio de plazas fuertes, donde los asaltos eran lances escasos, y donde la artillería, en general, centraba sus disparos en abrir brecha en las murallas, por lo que las armas de fuego manuales, como arcabuces y mosquetes, van a jugar un papel fundamental, y van a ser las causantes de una mayoría de bajas.


3) La protección de una armadura, que, en principio, era bastante buena contra armas blancas, podía servir para proteger frente a disparos de armas de fuego realizados a más de 100 metros, pero a corta distancia, una plancha de acero de 2-3 mm podía ser fácilmente perforada por un arcabuz de calibre medio. Aún así, lanzarse al asalto a pecho descubierto era algo muy arriesgado, pues había que recorrer la distancia entre el propio campo y las murallas bajo fuego enemigo, y además, enfrentarse al lanzamiento de piedras y el uso de armas blancas en caso de llegarse al cuerpo a cuerpo al coronar, o traspasar las murallas.


4) Las mujeres también podían participar en la defensa de las plazas fuertes y morir como combatientes, o, al menos, como gastadoras, y no solo ser objetos pasivos en la guerra, como prueban esa mujer y esa joven que fueron halladas en una fosa junto a otros siete cadáveres. Aunque quizá no sea conveniente hacer una estadística con números pequeños, las mujeres representaban el 22% de los muertos allí hallados.



Véase también:

La efectividad de las armas de fuego portátiles y la protección de las armaduras frente a pistolas, arcabuces y mosquetes en el siglo XVI

Heridas de guerra en el siglo XVI. Combates por mar y tierra de los tercios españoles.


Bibliografía: 

  • The Alkmaar mass graves: A multidisciplinary approach to war victims and gunshot trauma, por Rachel Schats, Lisette M. Kootker, Rob Hermsen, Gareth R. Davies, Menno L. P. Hoogland. editado en The Routledge Handbook of the Bioarchaeology of Human Conflict [2014]
  • Comentarios de lo sucedido en las guerras de los Payses Baxos (1567-1577) por Bernardino de Mendoza [1592]


Fotografías:

Laboratory for Human Osteoarchaeology, Leiden University.

 

Mi agradecimiento a Lisette M. Kootker por haberme proporcionado una copia de dicho estudio, que aquí he querido divulgar sucintamente para el gran público de lengua española.


Notas:

[1] "Con proyectiles o esquirlas que se desplazan a baja velocidad (por debajo de 60 m por segundo) y que alcanzan a penetrar la piel, el impacto sobre el cráneo es suficiente para fracturarlo, sea con o sin desplazamiento de esquirlas óseas".

LUQUE SUAREZ, JORGE ENRIQUE. HERIDAS PENETRANTES POR ARMAS DE FUEGO EN EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL: SEGUNDA PARTE: FISIOPATOLOGÍA DE LAS LESIONES, CASOS CLÍNICOS Y MANEJO. rev.fac.med [online]. 2007, vol.15, n.2 [cited 2022-10-18], pp.306-312. Available from: <http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-52562007000200020&lng=en&nrm=iso>. ISSN 0121-5256.


[2] Estimación realizada a partir de datos recogidos en http://ejercitodeflandes.blogspot.com/2021/12/la-efectividad-de-las-armas-de-fuego.html



[3] Idem



Heridas de guerra en el siglo XVI. Combates por mar y tierra de los tercios españoles.

Veíanse unos muertos de arcabuzazos, otros de escopetazos, otros de flechas, otros de alabardazos, otros de lançadas, otros de golpes de espada y de alfanje, otros magulladas las cabeças y los sesos salidos de las piedras que avían rescibido, y las calles de la ciudad en sangre vañadas.  
Veíanse cabeças, braços, piernas y pies que el artillería de los cuerpos avía desviado, y muchos de los christianos heridos, a quien las ánimas se les salían dando dolorosos sospiros que pidiendo lumbre y quién los ayudasse a bien morir, espiraban.
Historia de la guerra y presa de Africa. Pedro de Salazar [1552]


Detalle de la Victoria de Fleurus [1622] de Vicente Carduccio. El soldado armado con la daga es atravesado por la espada del contrario mientras intenta apuñalar el rostro o el cuello del que está en tierra.

En primer lugar, hay que dejar claro lo limitado de las fuentes que manejo. Aunque se hacían listas de heridos y muertos después de cada acción significativa, casi ninguna ha sido publicada y siguen siendo material de archivo. En todo caso, tampoco parece que hubiera mayor detalle que el de clasificar al soldado en herido,mal herido o muerto:

Extracto de la relación de los muertos y heridos del tercio de Luis Pérez de Vargas. Compañía del capitán Jerónimo de Urrea. 20 de julio de 1544. 
En la correspondencia, si se hacía relación de las personas heridas y de las muertas se podía dar la causa si era conocida, pero en muchos caso se omitía, o simplemente se realizaba un pronóstico sobre su posible evolución:

Despues de lo sobredicho, Señor, último de Mayo fué herido en la cara, de un arcabuz, el Príncipe de Orange andando á visitar las trincheas y minas y reparos que se hacían en torno del castillo; y aunque no sé sabe lo cierto, se tiene esperanza que la herida no será peligrosa, porque pasó algo á soslayo y salió la pelota por detrás de la oreja
Carta de Francisco de Salazar, Roma, 19 de mayo de 1527 [2]

En las crónicas, también, pero en general, solo se hacía referencia a personas principales. Los soldados anónimos solo eran mencionados en circunstancias especiales: si realizaban algún hecho heroico, si su muerte o herida era extraordinaria, o si caían cerca de algún señor, sirviendo como ejemplo de la valentía, no del muerto, sino del señor que podía haber corrido igual suerte combatiendo a su lado..

Hay narraciones de hechos, como la que reproduzco a continuación, de 1586, fruto de la pluma de Alonso Vázquez, que son pruebas de la resistencia del cuerpo humano, de la crueldad de la guerra y de lo limitado de la medicina de la época:

De los soldados enfermos que mató el Esquenque el dia que salió de Berquerin á batir las estradas, le dieron á un español veinte y siete heridas mortales y entre ellas un arcabuzazo que le pasó el cuerpo, y teniéndole por muerto, le desnudaron y dejaron en cueros entre los demás, y estaba arrimado á una zanja y en el agua hasta la mitad de las piernas. Dos dias después que el ejército llegó á poner sitio á Berquerin fueron dos soldados valones á buscar paja y horcones 
para formar su barraca, y llegaron cerca de donde estaba aquel soldado herido, el cual, como oyó ruido de gente, dio voces y llegaron á ellas los dos valones , y viendo que las daba un hombre en cueros, el cuerpo en el lodo y los pies en el agua, tan seco y ensangrentado, con tantas heridas que ya las bocas dellas estaban muy hinchadas, corruptas y llenas de gusanos, se admiraron cómo podia hablar un hombre tan desemejado. Preguntáronle de qué nación era; respondió que español, del tercio de D. Francisco de Bobadilla y soldado de la compañía de Juan Ruiz de Villaoslada. Los soldados valones, movidos de piedad, hicieron una angarilla con unos palos atados con las cuerdas de sus arcabuces y le pusieron en ella, y sobre los hombros con inmenso trabajo le llevaron al cuartel de su compañía. Conociéronle sus camaradas; llamaron el médico y cirujanos: dijeron que no era posible vivir aquel hombre, ni sus heridas podian ser curadas, por estar corruptas y llenas de gusanos, la carne toda azul y podrida, que sin duda milagrosamente vivia y que no podian entender otra cosa. Confesáronle y recibió los Sacramentos y al cabo de dos dias murió como un santo. Diez estuvo en el agua y lodo, y en carnes vivas, sin comer bocado, de la manera que se ha escrito. Averiguóse que era buen cristiano y muy devoto de Nuestra Señora, y que de las pagas que había recibido en Anamur, cuando llegó de España, y de otros dineros que lícitamente y con su trabajo podia adquirir se lo enviaba á una madre pobre y á una hermana doncella que tenia en España, tan necesitadas que no podian alimentarse. Déjase bien entender que todo esto fué suficiente para que este soldado no muriese sin confesión y se salvase 

Los soldados aunque muchas veces se salvaban de heridas muy graves, padecían amputaciones o perdidas de ojos y otras partes del cuerpo quedando gravemente lisiados y desfigurados, como el alcaide Herrera durante el asedio de Milán:

salí con la dicha gente por una calle adelante tras ellos y les ganamos hasta la plaça, donde fue herido el alcaide Herrera de un arcabuz, derrocadas todas las 
quixadas baxas con la barba, que aunque Dios loado está sano, queda muy feo
Carta del marqués del Vasto, Milán, 28 de agosto de 1526

La probabilidad de resultar herido durante la guerra, más, si uno culminaba una dilatada carrera militar, era bastante alta.
En la jornada de Lepanto, a pesar que fue una victoria para las armadas cristianas, hubo 7.656 bajas entre muertos y heridos, cuando había 20.231 hombres de pelea, entre soldados españoles, italianos y alemanes, así como aventureros y caballeros particulares, sin contar a los marineros y tripulaciones de las galeras y demás navíos.
Luis Pizaño, que antes que artillero fue soldado, recibió al menos seis heridas durante su carrera. En 1524, durante el sitio de Marsella, siendo sargento en la compañía del capitán Ribera, le dieron un arcabuzazo que le entró por una parte de la boca en la quijada baja, y derribándole las muelas de aquella parte de la boca, fué á salir la pelota junto á lo bajo de la oreja. En 1527, durante el saco de Roma, le pasaron ambas piernas de un escopetazo. En 1534, en Andrusa, recibió un tiro de escopeta en un muslo. En 1537, durante el asedio de Chivasso, fue herido en el cuello, vecino de la oreja, de un tiro de arcabuz [...] cosa muy peligrosa por pasalle todo el cuello. Tuvo muchas oportunidades de morir en combate en servicio de su señor, pero murió en 1550 de una enfermedad que súpito le quitó el habla.

Las heridas nos hablan también del armamento que utilizaban y de como combatían los soldados en esta época y hay apartados de este artículo que se enfocan más en las armas que en las heridas por estas producidas.

Las heridas se pueden clasificar en:

1. Heridas de arma blanca
     1.1 Herida por lanza [caballería]
     1.2 Herida por espada o estoque
     1.3 Herida por maza, martillo de armas [caballería]
     1.4 Herida por puñal
     1.5 Herida por pica
     1.6 Herida por alabarda
     1.7 Herida por otras armas de asta [partesana, jineta, corcesca...]
     1.8 Herida por mandoble
     1.9 Herida por alfange, cimitarra y otras armas turquescas
2. Heridas por armas arrojadizas
     2.1 Flechas de arco
     2.2 Saetas u otros proyectiles disparados por ballestas
     2.3 Dardos, jabalinas, gorguces y otras armas de asta arrojadizas
3. Heridas por armas de fuego portátiles
     3.1 Herida de escopeta
     3.2 Herida de arcabuz
     3.3 Herida de mosquete
     3.4 Herida de pistola

4. Heridas por piezas de artillería
      Aquí habría que distinguir entre calibres de piezas, tipos de piezas y tipo de munición.
5. Otras causas de heridas
     5.1 Fuego
     5.2 Artefactos explosivos
     5.3 Pedradas
     5.4 Extraordinarias

El capítulo de otros era más común en asedios de plazas fuertes, sobretodo durante los asaltos, pero también podían darse episodios de explosiones accidentales en que morían muchos soldados o artilleros.

Los soldados, naturalmente, podían morir, resultar heridos o quedar gravemente debilitados o enfermos debido a otras causas: sed, hambre, agotamiento, enfermedades contagiosas, ahogamiento - tanto en naufragio en la mar como en el cruce de un río - atropellados por la caballería, etc


1. Heridas por arma blanca

1.1. Heridas por lanzada

En general, si hablamos de luchas en Europa, la herida por lanzada era producida por el arma de un soldado de caballería, aunque moros, alárabes y turcos usaban lanzas siendo infantes. Así, el capitán de infantería Gregorio Ruiz murió a los pocos días de recibir una lanzada durante el asedio de Los Gelves en 1561.

En caballería, habría que distinguir entre lanza de armas, usada con ristre por los hombres de armas, y lanza de mano usada por los jinetes.

Dos cuerpos de hombres de armas chocando al galope. Cabe imaginar el efecto de una lanzada contra el pecho, cuando las lanzas llegaban a romperse. Se pueden ver un par quebrándose en primera fila.  

La gravedad de las heridas dependía de la potencia y certitud del impacto, así como de las defensas, pero era evidente que una lanzada certera podía ser mortal. El caído se decía que había sido "muerto de encuentro":

Hombre de armas cae de su caballo tras encuentro. Se puede ver la lanza de armas rota contra el arzón de la silla. Der Weiss Kunig [1514-1516]. folio 222. Detalle. Biblioteca Nacional de España.

E yendo así, uno de los enemigos le cortó de una cuchillada las riendas del caballo, por descuido de no llevar cadenas de hierro, como dije, en ellas; y como el caballo se sintió suelto, mete á su señor por el tropel de los enemigos, aunque él siempre con su maza de hierro hiriendo a unas partes y á otras, hasta que fué á dar á la parte donde el rey de Francia andaba, el cual con una gruesa lanza que en la mano traia, le encontró de suerte, que como el marqués á la lijera ó estradiota fuese armado, le derribó muerto en tierra.
Muerte del marqués de Civita Sant Angel. Relación de la batalla de Pavía de Juan de Oznaya

Dos caballeros del Turnierbuch de Hans Burgkmair de 1540. Uno con la vista cerrada, otro con la visera alzada. Incluso durante los torneos podían producirse heridas importantes, como el realizado en Binche en 1549 en honor del príncipe Felipe: En este primer arco dieron vn encuentro al conde Manffelt cauallero Alemán que le abollaron la vista de la celada que ayna lo mataran, hizole la misma celada vna buena cuchillada pero ya esta fuera de peligro, a don Juan de Sayauedra hijo del conde del Castellar le dieron otro encuentro en la mano que se la quebraron.

Había muchas ocasiones en que los caballeros y hombres de armas marchaban con la visera o vista del yelmo o almete levantada, por respirar mejor, por el calor, o porque querían tener una mejor visión, o a veces por descuido, y seguían combatiendo de esta manera, dejando el rostro y la desprotegido:
En esta escaramuza fué ferido en la cara de un escuentro de lanza musiur de Orton, flamenco, gentil hombre del Emperador, por llevar alzada la visera, de la cual ferida murió el sábado siguiente. 
Escaramuza frente a Chieri, 23 de mayo de 1537 [Cereceda, 2]

Vemos en este detalle del tapiz nº4 de la Conquista de Túnez un escuadrón de hombres de armas cargado. En la primera hilera están casi todos los hombres con la visera bajada, enristrando ya las lanzas, en la última, ninguno. Quizá algunos aprovechaban hasta el último momento de respirar en libertad y hasta emprendían la carga con la visera levantada, y en el trayecto o no tenían tiempo de bajarla o se descuidaban.



De hecho, el propio marqués de Civita Sant Angelo, primer ejemplo de este apartado, fue hallado el día después de la batalla de Pavía entre los muertos, con muchas heridas ligeras y una tremenda cuchillada en la cara causada por una lanza. Parece ser que olvidó bajar su visera mientras cabalgaba, descuido que se sumó a la falta de precaución en lo que respecta las riendas de su montura, según queda referido en carta de Charles de Lannoy al Emperador de 25 de febrero.

Los hombres de armas eran fortalezas andantes, y sin embargo, podían recibir heridas, por imposibles que parecieran:

Caballeros combatiendo a pie en torneo con alabardas, armados como hombres de armas

combatieron lunes a tres del presente a caballo de hombres darmas, armados solamente por delante los cuerpos con cada tres estoques puestos vno en la mano, otro en la cinta y otro en el arzón dé la silla, y venidos a las manos a los segundos golpes, el Fabricio, que tenia muy más alto y poderoso caballo, dio al Conde por la visera vna pequeña herida entre la nariz y el ojo; después le dio otra herida muy desgraciada en la barriga, por entre las launas dencima del escarcelon dé las platas, cosa que parece imposible. El Conde dio a Fabricio dos heridas muy pequeñas y sin fuerza, que ya no la tenía: una en un brazo y otra en las espaldas
Carta del Abad de Nájera, Milán, a 22 de agosto de 1523


El yelmo tenía un pequeño resorte para mantener la visera levantada, y una vez bajada, la posibilidad de quedar herido porque un arma pasara por la ranura que permitía la visión, era mínima, pero claro, había combatientes hábiles y también, mala suerte: Andando ansí trabados, el capitán Valdelomar se encontró con el Conde Claudio Rengon y le mete la espada por la visera del yelmo y le da una ferida por el rostro, de la cual el Conde se quedó bien señalado Sucesos de 1528, Cereceda, t1. Detalle del tapiz 'Revista de tropas en Barcelona, 1535'.


Los infantes, por contra, rara vez tenían la cara cubierta, pues usaban celadas borgoñotas, morriones, capacetes o casquetes que protegían los cascos - el cráneo - pero no el rostro:
Vespassiano llegó a la orilla del fosso,y en descubriendose fue herido de vn arcabuzazo en la cara que le quitó vn poco del labio alto y la ternilla de la nariz
De la guerra de campaña de Roma, y del Reyno de Napoles, en el pontificado de Paulo IIII. Año de M.D.LVI. y LVII

La infantería, además de recibir lanzadas de los soldados montados a caballo también podía ser atropellada por estos, siempre que no ofreciera un cuadro de picas bien formado para su defensa.


1.2 Heridas por espada

La espada era un arma que todo soldado llevaba consigo, pero en realidad era un arma secundaria en combate, pues el arma principal del infante era el arcabuz [o mosquete] o la pica [u otra arma de asta] y para el soldado de caballería, lo era la lanza, la pistola o el arcabuz.

Aún así, no era infrecuente que se usase la espada en algún momento de la batalla. En combate naval, asaltos u otras ocasiones, este arma era imprescindible, mucho mejor si era acompañada de una rodela embrazada en la zurda.

Detalle del tapiz "Combate en las trincheras de Hulst". Oficial combatiendo con espada y rodela. 
La espada podía herir de punta - como un estoque - o de filo - como una cimitarra.

y á D. Luis hirieron de una estocada por la boca, derrocándole dos dientes y cortándole un poco en la lengua, de lo cual en breve sanó. 
Expedición del Maestre de Campo Bernardo de Aldana à Hungría en 1548

En las relaciones de hechos de armas, en muchos casos, se habla del ataque con espada como "acuchillar" y de las heridas producidas por las espadas como "cuchilladas":

Y aquel día, diziendo en el camino un sargento a un soldado aventajado que se apartasse del escuadrón o le siguiesse, le respondió el soldado, no conociendo que era sargento, si bien le veía con alabarda, no quererlo hazer, metiendo la mano a la espada para acuchillarle
Bernardino de Mendoza, Comentarios

el Gran maestre, su Capitán general, fué derribado, y alzada la vista fué herido de una gran cuchillada que le derribó casi la media cara de las narices abajo; 
Relación de la jornada de Rávena


1.3 Heridas por martillo de armas, mazas, hachas.

Las mazas eran armas usadas por los soldados de caballería, destinadas a producir daños por aplastamiento - contusión así como desgarros a otros soldados de caballería, y normalmente se empleaban a lomos del caballo:

Mazas del Inventario iluminado. 

El hacha, que solía tener un extremo en forma de media luna, y el contrario a modo de pico, tanto podía provocar un aplastamiento, como un corte, en función de la fuerza del golpe producido y de las defensas del contrario como una herida por penetración aguda.

El martillo solía tener dos extremos, uno contundente, para realizar un golpe de martillo, y otro extremo, aguzado, para poder penetrar el peto u otras piezas de la armadura del oponente. Se solían llevar colgados del arzón de la silla de montar y se empleaban en la melé, tras haber chocado las lanzas o disparado sus armas de fuego.

Ejemplo de martillo, con un extremo aguzado sin llegar a ser un pico. Detalle de la lámina sexta del  Mediceae familiae rerum feliciter gestarum victoriae et triumphi. 1577

y Juanin de Médicis, sobrino del Papa, que se habia pasado en servicio del rey de Francia, se encontró con Juanote de la Rosa, soldado español, valerosos caballeros, los cuales dos después de haber roto las lanzas, vienen á los brazos é caen en tierra; é Juanote de la Rosa, aunque muy mal herido en la cabeza del pico de la hacha darmas, fué el primero que se levantó y tomó el caballo de Juanin de Médicis,
Escaramuza de caballería, 1522. Cereceda, 1

Tipos de martillos de guerra, algunos con picos extremadamente aguzados
Martillos, mazas y hachas eran un arma secundaria del hombre de armas, que combatía primordialmente con lanza, pero rota esta, se recurría a aquellas, o a los estoques que se llevaban colgado del arzón de la silla:
A esta hora que se iba ya haziendo tarde, como se hubiese escaramuzado gran rato, los vnos tenian ya todas sus lanzas rotas, y a los otros se les auian escalentado los arcabuces. Y en vnas partes con las espadas y estoques y en otras con los martillos y hachas se combatia. Donde cada vno tenia bien lugar de mostrar el valor de su persona. 
Diálogos de la vida del soldado. Diego Núñez Alba [1552]


1.4 Heridas por puñal

Hasta los simples mochileros llevaban un puñal, para llegado el caso, apuñalar o degollar a los soldados heridos o que huían atropelladamente tras una derrota.

Una vez el oponente se hallaba en el suelo, indefenso, tal vez era más efectivo el puñal que la espada, como se puede ver a la izquierda de este grabado representando una escena de 1577. [Grabado de Franz Hogenberg] 

El puñal permitía buscar las hendiduras de los arneses para penetrar con mayor facilidad.



El puñal, como arma corta que era, también era muy útil en lugares angostos, como por ejemplo, la lucha en minas, como narra Coloma:
También se peleaba en otras partes debajo de tierra con sahumerios de insufrible olor y, en descuidándose, andaban unos y otros a pistoletazos y puñaladas.

También para realizar ataques a corta distancia, como el que padeció el duque de Milán en agosto de 1523:
aviendo hecho apartar la gente por el poluo que hazía, llegando a vna trabiesa que salia al camino ; se llegó a él, en muy buen cauallo turco, vn traidor que se dize Bonifacio Vizconde y le dio con vna dagueta vna puñalada en la espalda ezquierda que sube a soslayo hazia el hombro. El Duque, temiendo no hubiese más adelante qualque celada [emboscada], se volvió a Monza, donde fue medicado y se halló que no avia veneno y que la herida era más cuchillada que puñalada, y tan poca cosa quel Duque anda leuantado y muy bueno. 


1.5 Heridas por pica

La pica fue "la reina de las armas" en el siglo XVI. Entre dos tercios y un tercio de los infantes llevaban este arma, por lo que las heridas por ella provocadas eran relativamente frecuentes, aunque no era imposible que se librase alguna batalla sin que se produjera un choque entre dos cuadros de piqueros, pues la arcabucería [y la mosquetería, a partir de la década de 1560] hacían toda la labor.

Los coseletes protegían el torso, el cuello, los brazos y la cabeza, y aún solían llevar escarcelas para proteger los muslos, por lo que quedaban únicamente las pantorrillas para ser heridas con facilidad. Pero hay que tener en cuenta que había muchos soldados que no llevaban tantas armas defensivas, y que aún llevándolas, con un buen "bote de pica" se podía llegar a herir partes descubiertas del enemigo - cara, brazos, cuello, mano - penetrar por las juntas de la armadura o incluso atravesar alguna protección:

Del tercero esquadron era Coronel Gutierre Quexada, señor de Villagarcía; cayóle frontero con esquadron de Gascones y començando a moverse los unos contra los otros, un Coronel Alemán que traian, salio fuera de las ordenes, quanto medio tiro de piedra con 'vanportas' de malla y su pica enarbolada; era crescido de cuerpo, y feroz, y bien dispuesto. Guitierre Quexada salio luego contra él adelante sus hileras otro tanto trecho quanto el otro; venía con una pica y un coselete. Llegados cerca el uno del otro, calan sus picas y se tiran dos botes. Gutierre Quexada 'barahurtó' con su pica la del alemán, y antes que la pudiere tornar a calar la 'recudió' con otro bote de pica y le dio por el pescuezo tan gran golpe de pica que le echó una braza de pica por el cocote [cogote]. La herida fue mortal, pero hizola muy mayor al sacar de la pica, que le desgovernó, y desmenuzó las venas y niervos de la garganta, y tirando recio contra sí, le hizo dar de manos en el suelo degollado de todo punto.
[Relación sobre las tropas francesas en Logroño y Pamplona. 1521]

Vencido el alemán en combate singular frente a Pamplona, el escuadrón enemigo se abalanzó sobre Quijada viendo su coronel degollado, y aunque sus tropas lo creyeron muerto 'pasado de muchos picaços', lo cierto es que 'valióle un muy buen coselete que llevaua, el qual le desguarneçieron y despedeçaron casi todo' y Quijada sobrevivió para ver la victoria.

En el ejemplo anterior vemos que Quijada salvó la vida gracias al buen coselete que llevaba, pero a veces un bote de pica podía atravesar una pieza de la armadura:
á los primeros botes , el coronel de los esguízaros dio un bote de pica á el coronel de los alemanes en un muslo, le pasó las armas y le hirió en el muslo; 
Tratado de las campañas... Cereceda. Batalla de la Bicoca, 1522

Soldados alemanes. Códice de trajes, 1547. El coselete - segundo por la izquierda va armado con casi todas las piezas, llevando mangas de malla para proteger los brazos.
Juan Tomás Espina, napolitano también, capitán, quedó muy malherido de un picazo que le pasó desde abajo del ojo izquierdo al colodrillo
Guerras de los Estados Baxos, Carlos Coloma

Se asumía que un hombre de armas con arnés completo - hasta zapatos de hierro - podía penetrar un cuadro de picas sin ser herido, como sucedió, por ejemplo, durante la batalla de Rávena, pero la mayoría de infantes iba mal o escasamente armados.

Hombres de armas combatiendo a pie. Batalla de Orsha, detalle. 

Aquí podemos ver a un lansquenete ensartando con su pica por la espalda a un oponente caído. Der Weiss Kunig [1514-1516] folio 90. Detalle.


La punta de la pica era un hierro de tamaño considerable, y podía producir heridas fenomenales:
Como el capitán Bernabé Pizaño cerrase con los diez de á caballo que delante venian y llegasen otros de á caballo, á la hora el capitán Palavicino, milanés, le pasó por un costado y le da un golpe de pica por encima de la islilla siniestra, cuanto tres dedos, y le sale junto de la quijada diestra, pasándole el hierro junto de la garganta. Como este capitán francés viese ansí mal herido al capitán Bernabé Pizaño, tira de la pica por lo derribar del caballo; mas el capitán Bernabé Pizaño, como hombre de tanto esfuerzo y fuerzas, echa mano del hierro de la pica, que todo era pasado fuera de la garganta, y rompe el asta de la pica con la una barra de hierro y se deja el hierro en la herida por no se desangrar. A la verdad fué venturoso por no habelle degollado el hierro por ser tan largo, como era de pasado un gran medio palmo, y de ancho dos dedos, por habello yo medido. 
Cereceda, III. 4 de junio de 1544


1.6 Heridas por alabarda

La alabarda hería como hacha al ser descargada, provocando una hendidura - un corte ancho - o podía herir por punta como una lanza, o como pico por la parte trasera de la moharra, penetrando incluso en un cráneo.

Der Weiss Kunig. Detalle alabarderos y piqueros en combate cerrado
Vemos que el marqués de Pescara, durante la batalla del Sessia [finales de abril de 1524], armado solo con una cota de malla, resistió el golpe descargado contra él por un suizo, que "alzando la alabarda contra la cabeza casi mato al Pescara , que valerosamente combatía , pero la cota de que usaba en las escaramuzas para armarse solamente la garganta y las espaldas, sin la cual jamas dormía , fácilmente sostuvo un golpe de tanta furia en los hombros".


1.7 Heridas por otras armas de asta. Jinetas, Corcescas, Partesanas, Jinetones, Chuzos, etc

De las armas de asta que no eran ni pica ni alabarda, dado el tipo de moharras, no se esperaba otra cosa que penetrar al enemigo con ella, a modo de lanza o pica hiriendo de punta y no de filo. No eran armas tan versátiles como la alabarda a pesar de las orejas o medias lunas.

Partesanas. Georgio Vasari, Batalla de Barbagiani, cerca de Pisa. Detalle

El maestre de campo Juan de Urbina, por ejemplo, fue herido en el vientre en febrero de 1527:
Juan de Urbina hubo los días pasados en una escaramuza, en que acaso se halló desarmado, una cuchillada en la cara y un golpe de partesana que le rompió una parte de la barriga, de que milagrosamente Dios le ha sanado... 

1.8. Heridas por espadón o montante

El montante era una espada de grandes dimensiones pensada para descargar a dos manos. Naturalmente, podía ser también usada como arma penetrante, pero la mayoría de heridas serían cortes o contusiones.

Lansquente descargando su montante o espadón durante la batalla de Pavía, detalle de escena de cuadro de la colección real de Enrique VIII de Inglaterra

1.9 Heridas por alfange, cimitarra y otras armas turquescas

Esencialmente, eran armas de corte, aunque podían herir también de punta.

Batalla en los pozos de Túnez, Detalle derecha. Cartón nº8 de la serie de Vermeyen sobre la conquista de Túnez en 1535.
Los turcos usaban también armas de asta, como la lanza, que era empleada individualmente, y no como la pica, que preferentemente se empleaba en una formación cerrada como el escuadrón. Frente a ella, parece que eran suficientes las armas defensivas:

Tenia el capitán Aldana en torno de si muerto á Don Antonio de Encinillas, que era muy gentil cavallero, y otros muchos soldados muy valerosos, y él tenia un mosquetazo por un lomo que por un través le avian dado, y sin esto algunas heridas de lanza por los brazos que con la priesa no se avia podido poner los brazaletes, 
Hechos del maestre de campo Bernardo Villeta de Aldana


Se pueden ver a los jinetes de la imagen superior llevando las cabezas de los derrotados en las puntas de las lanzas, y en la esquina inferior izquierda un turco tomando la cabeza de un vencido, cuyo cuerpo está a los pies del caballo. A los pies del turco, el gorro emplumado típico de los caballeros húngaros durante el XVI. Der Weiss Kunig, folio 82. Combate entre turcos y húngaros. 

Gustaban mucho de decapitar a los vencidos, vivos o muertos, y reunir las cabezas como prueba de su ardor guerrero. Los turcos, evidentemente, usaban escopetas y arcabuces.

2.1 Heridas por flechas

La mayoría de ejércitos europeos, a excepción del inglés, van a renunciar al uso de arcos en pro, primero de la ballesta, luego del arcabuz. Aún así, árabes, moros y turcos lo continuarán usando.

Arqueros ingleses según el códice de trajes de 1547.
La herida por flecha podía producir serias complicaciones al quedar la punta inserta en la carne del herido y derivar en infecciones.

Instrumento para extraer hierros de flecha, por Ambroise Paré, cirujano de Paris [1545]


Agustín Barbarrigo murió en Lepanto, ya que fué herido en un ojo de una flecha que le atravesó casi la cabeza de que murió al siguiente dia.

Se puede ver como la mayoría de cristianos combate con armas de fuego, mientras los musulmanes lo hacen con arco. Batalla de Lepanto. La estampa reproduce una de la pinturas al fresco que Giorgio Vasari pintó para la Sala Regia del Vaticano entre 1572 y 1573; grabado de Giovanni Battista de Cavaleri. Biblioteca Nacional de España
En principio el arco era un arma menos potente que la ballesta o el arcabuz, pero aún así se hallaron en Lepanto soldado atravesado peto y espaldar con una, o sea, que una flecha había pasado las dos protecciones del torso, la delantera y la trasera.

Der Weiss Kunig. Tomo 4, folio 181. Detalle. Arqueros contra caballería. Grabados de Hans Burgkmair y Leonhard Beck [1514-1516]

A Antonio de Paredes, combatiendo en Lepanto, la protección de malla parece que le protegió frenando la completa entrada de una segunda flecha después de haber sido herido por la primera en la pierna, pero una tercera flecha le pasó la garganta:
atravesándole una flecha toda la pierna y pasándole otra un gorjal de malla y un jaco y las lunetas de las mangas con un jubón muy estofado hasta entrar lodo el hierro por el lado siniestro, saltó en la galera enemiga y peleando fué el primero que pasó adelante del árbol, pero llegando una flecha de otra galera le atravesó la garganta y cayó mal herido. 


2.2 Heridas por saeta de ballesta

La ballesta era un arma más potente que el arco y con mayor capacidad de penetración. Había diferentes tipos de astiles y de puntas o casquillos, pero en general, el hasta de la saeta era más fuerte que el hasta de la flecha, y no se partía tan a menudo como aquella cuando se quería extraer de la carne del herido y la punta, o el casquillo de la saeta, también estaba mejor engarzada al hasta mediante un enmangue tubular.

Practica y teorica de cirugia en romance y en latin. Se tenía bastante conocimiento teórico y práctico sobre las heridas y su curación. En este caso, tenemos un extracto sobre la extracción de proyectiles tanto en carne como en hueso. El autor, Dionisio Daza Chacón, puso en práctica sus conocimientos de cirugía durante las campañas de Carlos V en 1543 y 1544 y acabó siendo cirujano de Felipe II. Refiere Daza que tras la campaña de 1544 se hizo cargo de quinientos heridos y salvó unos trescientos. 
Extracción de casquillo de saeta en Alemania, a principios del siglo XVI. Se recomendaba la extracción en la misma posición en que se había recibido la herida. Hans von Gerdorff:Feldbuch der Wundartzney [1528]

Un cuadrillo podía atravesar un peto que no fuera fuerte o a prueba. Estando el conde de Aguilar a la defensa del puente de Santa María en Burgos, en 1521, unos ballesteros de la comunidad que estaban de la otra parte le tiraron una saetada y acertaronle en una alabarda que tenia en la mano por cerca de la cuchilla y paso la saeta y diole en el pescuezo sobre un gorjal que tenia que si no diera en dicha alabarda le matara


Variedad de puntas de flecha / casquillos de saeta con enmangues tubulares, por Ambroise Paré, cirujano de Paris [1545]
Saetas comunes, jaras, viras, virotes, viratones, pasadores, cuadrillos con diferentes secciones - piramidales, triangulares, cuadradas - longitudes y pesos, producirían diferentes tipos de heridas. 

Aunque uno estuviera bien protegido por sus armas, siempre había ranuras y resquicios por las cuales el proyectil podía penetrar con fatales consecuencias: 
En esta defensa murió el conde Golisiano, señor italiano, de una saeta que le dio por la vista del yelmo.
Cereceda, 1. Batalla de Bicoca [1522]

Pinzas para extraer punta y saeta, por Ambroise Paré, cirujano de Paris [1545]

2.3 Dardos, jabalinas, gorguces, venablos y otras armas de asta arrojadizas

A priori, cualquier arma de hasta corta podía ser arrojada, pero había armas de asta que estaban específicamente diseñadas para ser arrojadas contra el oponente. Aunque en tierra parece que dejaron de usarse casi por completo en los primeros años del XVI, en el mar continuaron usándose con normalidad, así las galeras y naos estaban pertrechadas siempre con varias docenas de dardos y gorguces.

Batalla de Lepanto. Giorgio Vasari. Soldado italiano con una rodela embrazada a punto de lanzar un arma de asta contra la galera turca enemiga.

y saltando de una galera de Nápoles en otra contraria Augustin de Hinojosa que iba en la compañía de D. Fernando Enriques con sola espada y rodela con que mató tres turcos, fué de otro atravesado por los costados con un gorguz que le arrojó desde un remiche.
Relación de la guerra de Chipre y batalla de Lepanto


Batalla de Lepanto, detalle. Giorgio Vasari. Podemos ver a dos soldados turcos desde su galera prestos a arrojar sus armas de hasta arrojadizas.  



3. Heridas por armas de fuego portátil

En esta escaramuza fué herido de un tiro de arcabuz musiur de Bayardo [y quedó en prisión de los españoles] Ansí le fué traído el confesor de el Duque de Borbon y todos los más excilentes cirurzícos del ejército; los cuales, después de ser confesado, le curan la ferida con gran diligencia: mas como la ferida estuviese en un costado, cerca de la teta, habiéndole entrado la pelota en las entrañas, no tuvo remedio alguno, que no muriese antes de ser pasadas las siete horas. 
Muerte del caballero Bayart tras la batalla del Sessia [1524], según Cereceda, 1

Aunque he dividido el capítulo en tres apartados en función de las armas que causaban la herida - escopeta, arcabuz, mosquete - pues los contemporáneos eran capaces de distinguir unas u otras bien por las heridas que provocaban, bien porque la bala era extraída y podían apreciar su tamaño, aquí las agrupo, pues no tiene demasiado sentido tratarlas por separado siendo de una misma naturaleza.

Aunque evidentemente, hay que recordarlo: a diferentes calibres y diferentes potencias, diferentes heridas. Así, una escopeta de media onza de bala de 1520 no provocaría la misma herida que un mosquete de dos onzas de bala de 1570:

por ser más de ciento y cincuenta soldados los muertos y heridos passados de setecientos (como he escrito), de que peligraron pocos, por respeto de no ser arcabuzes de gran munición los que tenían los sitiados y con el tirar a menudo, en tanto que duró el assaltar y traer las puentes, que fue harto tiempo, con esto se escalentarían los arcabuzes, por lo cual no fueron grandes las heridas de sus balas.
Sitio de Alkmaar, 1573. Comentarios de Bernardino de Mendoza.

También había armas, como los arcabuces o mosquetes de garabato, o de banco,  que se empleaban fundamentalmente durante los asedios, de mayor calibre que sus homólogas de infantería.

En esta época, el uso de armas de fuego manuales se va a llevar la vida de muchos soldados y caballeros. Las heridas producidas eran de tal gravedad, que hubo muchos médicos que consideraron que debían ser venenosas, bien por la naturaleza de la pólvora, bien por la del plomo, aunque diversos médicos de mediados de siglo descartaron tal posibilidad. No hacía falta que las balas pasaran los pechos, las sienes o los riñones para acabar siendo mortales; una herida de bala en una extremidad podía fácilmente infectarse y las complicaciones derivadas finiquitar la vida del herido:

Fue herido el Conde de Hoochstrate de un arcabuzazo en el pie, de la cual herida vino a morir antes que bolviesse a Alemania;
Comentarios de... 1567 a 1577. Bernardino de Mendoza.

Dionisio Daza Chacón, autor de Practica y teorica de cirugia en romance y en latin asegura que aprendió a tratar las heridas de arcabuz durante el asedio de Saint Dizier por el ejército imperial [1544] de la mano de Bartholomeo  Maggio, que publicó una obra especializada en la materia, De vulnerum sclopetorum, et bombardarum curatione tractatus, en 1552. El cirujano italiano, que cobraba por cada servicio - no estaba en nómina del Emperador - era muy demandado, pues tenía un gran éxito de sanaciones.

De dicho asedio de Saint Dizier ha quedado una breve nómina de oficiales heridos gracias a las relaciones de Pedro de Gante, secretario del duque de Nájera:

El maestro de Campo don Alvaro de Santde y el capitan Monsalve, quemadas cara, manos y piernas hasta los huesos. 
E1 maestro de Campo Luis Pérez de Vargas, de un arcabuzazo en el muslo. 
E1 sargento mayor Espin, herido de un arcabuzazo qué le pasó las dos piernas. 
E1 capitán don Alonso de Carvajal, de un arcabuzazo en la frente, que viene a dar en el ojo. Es de los nuevos. [Murió más tarde]
E1 capitán don Guillen, herido de un arcabuzazo en el gaznate. 
El capitán Pagan , de un arcabuzazo en las nalgas, que viene á dar en el testículo. 
El capitán Gamboa, de un arcabuzazo junto al hueso de la anca , que va a dar en la ijada. 
E1 alférez Diego Ortiz, de dos arcabuzazos en los muslos. 
El capitán Bernal Soler, de un arcabuzazo en una nalga. 
El capitán Socárrate, herido de un mosquetazo en un muslo; el qual está á la muerte. [Murió más tarde]
E1 capitán Nicolao Seco, herido de un mosquetazo en la quixada izquierda , que le sale detras de la oreja. 
Está á la muerte. 
Phelipe de Aguilar, alférez de don Alonso Caravajal , herido de un arcabuzazo en un brazo. 
Soldados españoles hasta 600 heridos y quemados. 
De pedradas han sido muchos los heridos , que no entran en esta quenta porque andan en pié, aunque mal dispuestos. 

La nómina de heridos son el resultado de un asalto.
Como vemos, la mayoría son heridas de arcabuz seguidas por heridas de mosquete y quemaduras. Era normal que fueran heridos por armas de fuego manuales, pues eran más precisas que la artillería, se disparaban más - eran más fáciles de recargar y consumían menos pólvora y peso de balas - y herían, a diferencia de las armas blancas, a distancia.

Avanzada la relación, se nos avisa que hubo muchos heridos de pedradas, pero que todos andaban en pie. 
Veremos más adelante que las pedradas podían ser mortales.

Vemos que en la nómina de heridas, la mayoría se localiza en extremidades, cabeza o cuello. Esto puede ser debido a que el torso solía estar mejor protegido por petos acerados y rodelas, o simplemente, a que una herida en el torso que afectase a cualquier órgano solía ser mortal y en esta nómina no hay detalle de las causas de las muertes, solo el nombre anotado de los fallecidos sin que se especifique la causa.

Vendado de una herida de bala en la pierna. Trattato delle ferite degli Arcobugi, et Artigliarie. Bartholomeo Maggio. 1ºed latina de 1552

No obstante, nos encontramos con diversas ocasiones en que una buena protección, no siempre de planchas de acero, proporcionaba al portador la oportunidad de sobrevivir:

Y peleando de lanzas y espadas y andando trabados, dieron un arcabuzazo en el arzón trasero o la silla del caballo al capitán don Francés de Alava, que se le pasaron en una asentadera y le hirieron mal, y de otro un brazo al conde de Santaflor, y hirieron al caballo del Comendador Mayor en el cuello, y mataron el caballo al Marqués de Terranova, y a Juan López de Bibero, alcaide de la Coruña, le dieron un arcabuzazo encima de una ropa de martas, y otras ropas estofadas que no pudo pasar, y se le asentó la pelota encima del ombligo, y si llevara coselete muriera, porque la pelota del arcabuz lo pasaba
Historia de la guerra de Alemania, Pedro de Salazar 1548

Vemos en esta cita un ejemplo curioso: una "ropa de martas" - de piel de marta - junto a unas ropas estofadas detiene una bala de arcabuz, que si hubiera sido disparada sobre un coselete, hubiera pasado la plancha de hierro que formaba el peto, según el juicio del autor, o más probablemente, de quienes le explicaron la historia.

Algunos tratadistas militares, como Girolamo Garimberto en 1557, escribían contra la protección de malla, pues frente a un tiro de arcabuz que la pasara, la herida era mortal, pues los trozos de malla rota quedaban incrustados en la carne y eran imposibles de extraer. Hay un ejemplo de un noble que llevaba una cadena y unos trozos de la misma se le quedaron incrustados bajo la bala.

Al conde Guillerm,o coronel alemán al servicio de Carlos V, durante el  asedio de Saint Dizier fue herido de un arcabuzazo en el cuello, y se temía por su vida porque un trozo de  malla del gorjal junto a un trozo del gorgal de plancha, se le habían incrustado en la herida:
et appresso ferito d'una archibusata il conte Guglielmo da Furstemburgh nel collo, la qual ferita non seria riputata d'importantia, se la ballotta non havesse nel colpo smagliato il gorgiarino nella ferita la maglia di esso insieme con un pezzo di collana.

A veces, las armas a prueba detenían las balas, pero aún parando el tiro, el impacto podía ser mortal. En la jornada de Lepanto, por ejemplo, recibió el Marqués de Santa Cruz dos arcabuzazos, de los cuales le defendió la rodela á prueba que traia. Sin embargo, D. Bernardino de Cárdenas murió sin herida de un arcabuzazo que le dieron sobre un peto fuerte, del cual aunque no le pasó el peto, cayó y no se levantó mas. Seguramente, debido a heridas internas.

El peto u otra pieza del coselete o del arnés podía recibir un impacto de bala y detenerla, pero esto no implicaba que no pudieran producirse daños, como el ejemplo de don Bernardino de Cárdenas, u otros que encontramos en las crónicas:

Al conde Federico le mataron su cavallo y le dieron un arcabuzazo en el braçal, que se le avolló dentro de la carne, cosa de poco momento, y á un capitán italiano hizieron mal en una pierna. 
Commentario del coronel Francisco Verdugo de la guerra de Frisa en XIII años que fue governador y capitán general de aquel estado [3]


[El marqués de Pescara] traia un arcabuzazo por medio de los pechos que, pasándole el coselete y los vestidos, llegaba á la carne; y como la pelota estaba caliente hacíale pensar que entraba por el pecho en el cuerpo [...] le apean del caballo, y un gentil hombre suyo llamado Antonio de Vega, le quita presto los correónes del coselete, y metiendo la mano al pecho, halló la pelota junto á la carne hecha una tortilla; y pidiendo albricias al marqués, se la mostró. Y como él se vio libre, de presto se hizo tornar á armar, y tomando otro caballo [etc...]
Batalla de Pavía, 1525. Relación de Juan de Oznaya [1544]

Para comparar con la nómina de heridos del asalto a Saint Dizier en 1544, daremos algunos ejemplos extraídos de la crónica de Salazar de muertos y heridos durante la toma de África [Mahdia]  en 1550:
  • Al capitán Balcazar, yendo a reconocer el foso, le pasaron los lomos de un escopetazo del que murió a los pocos días. Dos soldados que iban con él murieron también de los escopetazos recibidos, y el caporal de don Alonso quedó cojo.
  • Sanctiago, alférez de Balcazar mal herido de un flechazo
  • Palomares, alférez de Hernán Lobo, muerto de un escopetazo, lanzadas y pedradas
  • El soldado que mató a Mahemet de dos cuchilladas en la cabeza, muerto de dos escopetazos
  • Hernán Lobo, maestre de campo de Milán, herido de dos escopetazos en sendos muslos, murió de las heridas unos días después.
  • Hernán Molín, muerto de un escopetazo por los pechos
  • Lope de Ulloa, caballero, muerto de dieciséis heridas. Se puede suponer que de arma blanca.
  • Un forzado de las galeras de Sicilia que trabajaba en las trincheras, muerto por una azagaya, arma arrojadiza similar al dardo. 
  • Un marinero siciliano, herido por un flechazo en la pierna
  • El capitán don Alonso Pimentel, herido de un arcabuz en la gola
  • El alférez de la bandera de la Religión, muerto de un escopetazo por los pechos
  • Muertos catorce soldados y herido en una pierna don Alonso por el tiro de una lombarda.
  • Don Hernando de Toledo, maestre de campo del tercio de Nápoles, herido en el brazo que portaba la rodela por impacto de una pedrada, sigue avanzando y cómo los turchos y moros tan delantero y atrevido le vieron, le salieron a rescebir tirándole botes de lanças y algunas arrojadizas, y diéronle dos lançadas en el muslo izquierdo de que de la una le hirieron, y assí le dieron dos escopetazos en el peto del coselete, aunque dellos no le pudieron herir por ser muy rezio y fuerte; mas aunque destos dos golpes se libró no fue de tanta ventura que la vida pudiesse salvar, porque de otro que en el muslo derecho le dieron le rompieron los huesos, y muy mal herido le  hizieron arrodillar; Moriría de las heridas varios días más tarde.
  • Herido el alférez del capitán Moreruela por un lombardazo en los muslos, fue muerto por otro por medio del cuerpo, con que le acabaron de hacer piezas
  • El alférez del capitán Amador, muerto de escopetazos
  • Jacques, alférez, muerto de un escopetazo en la cabeza
  • Muerto el capitán Melchor Zumárraga de un escopetaço por cima la celada que se la passaron y de una parte a otra las sienes
  • Muertos quince soldados por las pedradas derribadas por mujeres que están en un torreón.
  • Sedeño, alférez de don Álvaro de la Vega, muerto de arcabuzazos y lanzadas
  • Al alcaide de la Goleta, Luis Pérez de Vargas, murió, pues le dieron por los pechos un escopetazo que la pelota dél le salió por los riñones. 
  • Juan Jordán, herido de una lanzada en el brazo tras caer del caballo, fue llevado al campo donde en su tienda fue curado de la lançada muy triste
  • Herido el soldado Anthón López de algunos arcabuzazos en el costado y en otras partes del cuerpo 
  • El capitán don Tristán de Urrea, herido de cuchilladas y pedradas en la cabeça y pierna
  • Pantoja, alférez del capitán Briceño, muerto por el juego de lombardas cargadas con hierros, dados y piedras, y/o una una ruciada de escopetería.
  • Un soldado, herido de una partesana en el hombro
  • Muy mal heridos dos soldados en tierra de dos rezios escopetazos
  • Una pelota de culebrina mató tres soldados coseletes de la compañía de don Juan
  • Dos de a caballo lancearon a un soldado e hirieron a dos
Vemos que la mayoría de muertos y heridos, como en el caso de Saint Dizier, lo es por arma de fuego - herida de escopeta o herida de arcabuz - por pieza de artillería, por lanzadas, flechazos o pedradas. La piedra va a ser un arma elemental en la defensa de plazas fuertes, pero el arma de fuego era mortífera. 

Durante esta campaña se contó con un hospital de campaña en una gran tienda,  con çirujanos, médicos y boticarios, y toda buena provisión de medicinas, y a los enfermos y heridos, cuando hubo oportunidad, se les trasladó a los hospitales de Trapani [Sicilia] para su mejor curación. Al final de la campaña, se llevaron cuatrocientos heridos en una nao a Nápoles. 

Aún así, el trato era diferente según la graduación, pues mientras a los soldados los mandaron recoger y llebar al ospital y poner cura remediable a su salud, a los maestros de campo don Hernando y Hernán Lobo y al capitán Moreruela los llevaron a casas donde con gran cuidado por cirujanos y médicos fueron curados. El trato que recibieron, por tanto, fue individualizado y sin duda, mejor.

De todas maneras, los soldados tampoco eran abandonados a su suerte. Miguel de Cervantes Saavedra, anónimo soldado aventajado antes de ser célebre escritor, recibió un arcabuzazo en la batalla de Lepanto de la que le quedó estropeada la mano ezquierda.  Recibió 25 escudos de ayuda de costa para acabar de curar de las heridas que recibió en la batalla. 

También tras la muerte, el trato era diferente. Luis Pérez de Vargas, antiguo maestre de campo y alcaide de la Goleta de Túnez, a diferencia de los soldados comunes que fueron sepultados por evictar el mal olor, [4] fue embalsamado para poder enterrar su cuerpo en lugar sagrado en la misma plaza de la que fue gobernador.  

Volviendo a las heridas por bala de plomo, era mucho mejor que la bala pasase el cuerpo, que no quedase alojada en él, pero si pasaban una artería - como le sucedió al duque de Borbón durante el asalto a Roma en 1527 al serle rota la femoral [Véase el primer apendice] - la muerte llegaba en cuestión de minutos :
estando el capitán Charles d' Esparza con el Maese de campo á la puerta de una casa del burgo, les fué tirado un tiro de arcabuz del muro y dio al capitán Charles en el muslo diestro, vecino á la ingle, y atravesándole el muslo fué la pelota hacia la rodilla, é como no pasase la pelota fué cosa peligrosa de curar, de lo cual murió á los veinticinco de Diciembre y un martes, noche. 
Muerte del capitán Charles d'Esparza, 1537. Cereceda, 2

quedó pasado de un arcabuzazo Francisco de la Fuente, alférez de don Ambrosio Landriano, aunque curó de la herida y hoy es gobernador de Tortona y comisario general de la caballería en Lombardía. 
Guerras de los Estados Baxos... Coloma

La extracción siempre era peligrosa, y si no se podía sacar la pelota por la herida, se abría por el lado contrario, pero aún con todo, la bala podía quedar clavada:
Sucedió á este tiempo que á Luis Quijada por hacer lo que á todos convenia, y por meterse demasiado dando esfuerzo á la gente, que le hirieron de un arcabuzazo por el hombro izquierdo, de que está peligroso harto, y hoy por sacarle la bala le dieron cinco cuchilladas por la parte donde entró, y otra abertura le hicieron á la que corresponde, y con todo aunque se la hallaron no pudo sacarse, que no es de pequeño inconveniente. 
Carta de don Juan de Austria a Felipe II, 19 de febrero de 1570

Por una descripción que hace el cirujano Daza de esta misma herida, sabemos que don Luis llevaba peto y espaldar pero que la pelota fue a dar sobre las cintas que unían las dos piezas. Como los cirujanos que asistían a la campaña de don Juan de Austria contra los moriscos alpujarreños "no habían curado ni visto curar herida de arcabuz" creyeron que debían a toda costa extraer la pelota, y siendo la juntura grande de "tantos nervios, cuerdas y ligamentos" lo tuvieron realmente difícil.

Evidentemente, tras esta carnicería infructuosa, Luis Quijada acabó muriendo a los pocos días "de siete aberturas que se habían hecho para sacar la pelota venía a morir más que del arcabuzazo". Dionisio Daza recomendaba que era mejor dejar la bala dentro que hacer una carnicería sacándolas, y que era mejor extraerlas con los dedos que con los instrumentos diseñados para ello:
si queréis que os diga una verdad con juramento, que de infinitos heridos que he curado, muchos mas sanaron de los que les dejé las balas en el cuerpo, que no á los que se las saqué; y así si las podia sacar con facilidad , las sacaba , y si no, las dejaba; porque de dejarlas , nunca tuve mal suceso, y de sacarlas , muchos 

También recomendaba el cirujano no cauterizar las heridas, ni aplicando cauterio - hierros al rojo - ni con aceite hirviendo.

Pinzas, según la obra de Bartholomeo Maggio. 1ª Ed, latina de 1552. Luis Collado las denomina "tenazas dentadas". 
A Alejandro Farnesio, le dieron un disparo en el brazo, y por sacarle la bala le "habían abierto el brazo en tres partes":
vino una bala enemiga y le dio á Alexandro en el brazo derecho y lo pasó por entre las dos canillas, y fué menester sacársela abriéndosele por la otra parte. Esta herida fué desde el codo hasta la muñeca, y á no ir la bala cansada, sin duda le hiciera todo el brazo pedazos , porque después hubo pareceres que era de mosquete. Atribuyóse á más que buena suerte, pues no le ofendió nervio ni cuerda alguna, habiendo tantas por aquella parte, ni le sobrevino ningún accidente; 
Alejandro Farnesio, herido en 1592, Relación de Alonso Vázquez

Era mejor que la bala pasase el cuerpo, decíamos, siempre y cuando no pasase un órgano vital, claro:
[quedando en la batería muertos] el alférez Pablo Blas de un arcabuzazo, pasada la cabeza desde bajo del ojo al colodrillo 
[Coloma]

En todo caso, no son pocos los casos en que un arcabuzazo o mosquetazo pasó las dos piernas, o los dos muslos, por lo que se puede asumir que a priori el arma tenía potencial para realizar "heridas limpias", aunque también podía hacer enormes destrozos:

Viendo D. Diego Sarmiento, que al presente se falló en una de las batallas, la mucha defensa de los dela tierra, animando la gente en la batalla, como buen caballero, arremete á la muralla, donde al arremeter le firieron con un mosquete, pasándole los muslos, de lo cual murió de á pocos dias
Asalto de Volterra, durante la guerra contra Florencia, 1530. Cereceda, 1

La herida podía provocar la gangrena, y la amputación no siempre salvaba la vida del paciente:

Cirugía de Daza. Recomendaba la amputación del miembro gangrenado, antes de que la gangrena se extendiera. El autor, como dijimos, cirujano de guerra, amputó muchos miembros por heridas hechas con piezas de artillería, según indica. 

[El duque de Alba] envió un caballo para que en él se retirase el capitán Álvaro de Acosta porque supo que estaba herido, mas no fue a tiempo, porque fue la herida tal, de un arcabuzazo que le dieron en un muslo [...] que perdió todos los sentidos y [unos soldados] le llevaron en una tabla colgando los brazos y las piernas como muerto, y no pasó de tres o cuatro días que, corrompiéndosele el hueso despedazado y aserradosele la pierna, murió de pasmo 
De la guerra de campaña de Roma... 1556 y 1557

Serrado de pierna. Feldbuch der Wundartzney, Strassburg, 1528. Hans von Gerdoff

Este capitán, aunque no se salvó, fue evacuado urgentemente del campo de batalla. De la jornada de las Azores [1583] conocemos que se dio orden de que los heridos debían ser trasladados por un solo soldado hasta la playa:
Que ningún soldado se retire estando peleando, diziendo que le falta algo, a pena de galera,y que al herido,que lo retire vno solo hasta el agua , y que los marineros lo recojan y que el soldado buelua a pelear.

Soldados españoles evacuan herido. Tapiz número 4 de la serie la Conquista de Túnez en 1535. Diseño de Jan Cornelisz Vermeyen. Evidentemente, no siempre podía retirar uno solo a un compañero herido, y a veces hacían falta cuatro personas, como los de la imagen


En esta jornada de las Azores vemos que había un sistema de asistencia sanitaria, que por precario que fuera, procuraba cuidados al soldado herido en la batalla. También se trató a enfermos del enemigo:
don Juán de Benauides Bazan administrador, embio personas que recogiesen los enfermos que auian quedado heridos y maltratados de las escaramuzas, y algunos enfermeros con esclauos de las galeras que los traxeron: vnos venian como muertos, tendidos en tablas, y otros estropeados de las piernas ó brazos se quexauan fuertemente . y otros abrasados los rostros con barriles de poluora ó frascos, quemados por poca aduertencia de visoños, yuan desconocidos, inflamadosy horribles, que con el buen recaudo del hospital, y con la vigilancia y cuydado de los médicos de la armada [...] y los demás cirujanos, casi todos alcanzaban sanidad,y murieron muy pocos.
Comentario en breue compendio de disciplina militar en que se escriue la jornada de las islas de los Açores. Cristóbal Mosquera de Figueroa

Los soldados también podían proporcionarse a sí mismos unos primeros auxilios. Así, don Luis Pimentel, alférez del capitán Carrera por herirle en un braço se retiró a la trinchea, atando la herida con una ligagamba. Aplicado el torniquete improvisado, Pimentel continuó luchando junto a sus hombres.

A veces, los primeros auxilios eran bastante drásticos:
[Federico Vetusta, natural de Lodi, capitán de los artilleros del Rey] arrojando algunos fuegos artificíales quiso su desastrada suerte que vna olla de fuego artificial con su vala de metal como ellas suelen fer, queriéndola tirar a los enemigos se le reventase en la mano izquierda y se la hiziese pedazos, el qual viendose tan mal tratado y lastimado, y temiendo que le sucediese dello mas mal, le llego a vn remero forzado christiano y le dio vn cuchillo muy grande qual acostumbran traher los artilleros rogándole que le cortase aquella mano, lo que como el forzado no solamente no lo osase hazer, pero aun se desmayase de verlo tal, y oir lo que dezia, el mismo con mucho animo afirmando la mano sobre la cruxia se lá corto. 
Don Francisco de Benavides, cuatralvo de las galeras de España


A medida que avanzó el siglo, fueron más los heridos por mosquetazo - el mosquete pasa a ser arma común de la infantería a partir de 1567 - y por pistoletazo - arma que empieza a generalizarse a partir de la década de 1540:

cayeron muertos de mosquetazos don Juan de Londoño y Isidro Pardo, y tras ellos atravesado con otro de un ojo al colodrillo Antonio Sarmiento, aunque vivió después.

El conde Juan Jacobo, herido de dos pistoletazos, después de haber peleado valerosamente se escapó.
Guerras de los Estados Baxos... de 1588 a 1599. Carlos Coloma

En última instancia, el arcabuz o el mosquete podían ser usados como armas contundentes, descargando con el mocho de la caja potentes golpes, aunque menos hirientes que las de un arma como la alabarda, con capaz de realizar hendiduras en carne y hueso. Combate en las trincheras de Hulst. Detalle. Y llegando un soldado diciendo que era menester primero  matar los prisioneros, y que él comenzaría por este herido dio á D. José un mochazo que lo reparó con el brazo derecho, de que estuvo bien malo algunos días, y á no habelle detenido un Capitán, le acabara de matar, Relación de la campaña de 1635
También se usaba - como en la artillería naval las balas encadenadas - las pelotas de alambre,  unas balas separadas en dos mitades por una hoja de metal en el momento de la fundición y unidas por un trozo de alambre de un palmo más o menos, que al salir del arcabuz se apartan, y con el hilo de hierro que llevan en medio cortan cuanto por delante topan.
Según el inca Garcilaso de la Vega, que fue capitán durante la rebelión de los morisco en las Alpujarras:
Yo alcancé en mi tierra algunas dellas, y en España las he visto y las he hecho, y allá conocí un caballero que se decía Alonso de Loaya, natural de Trujillo, que salió de aquella batalla herido de una pelota destas, que lo cortó la quijada baja con todos los dientes bajos y parte de las muelas

Lo de perder la quijada, por lo visto, era harto común, o cuanto menos, memorable.

También se usaban arcabuces y mosquetes de garabato, de muro, de posta o de banco, que siendo armas portátiles, no eran armas propiamente de infantería, pues se empleaban para el ataque y defensa de plazas fuertes, pues precisaban de un apoyo para ser disparadas.
Por ejemplo, el marqués de Saluzzo murió el 26 de marzo de 1537 por un tiro de arcabuz que le entró por la espalda diestra y se le fue a alojar hacia la teta siniestra, y al extraérsele la bala se vio que era de un arcabuz de banco.
A Sancho de Leiva, en 1588, la bala un mosquete de posta tirada desde las murallas del fuerte de la Cabeza "le dio en los riñones, que le pasó y le deshizo todos los lomos".

Después, con las armas de fuego había la posibilidad de padecer diversos accidentes que era imposible de padecer con armas blancas:
1) Que el cañón del arcabuz o mosquete reventase, por exceso de carga de pólvora, o, más comúnmente, por defecto de fábrica.

2) Que el soldado, sobretodo el bisoño, usando pólvora y una mecha encendida, prendiera fuego accidentalmente a los frascos y se abrasara. Veáse el ejemplo de la jornada de las Açores.

3) Por lo que hoy llamamos "fuego amigo", sobretodo durante asaltos pero también en casos de salvas en desfiles y otras ocasiones, como ejercicios militares. Por ejemplo, en el asalto de Saint Dizier [15 de julio de 1544] unos soldados alemanes, según narra Busto, 'poco diestros y experimentados en aquella manera de pelea', dispararon bajos sus arcabuces por defenderse de los contrarios dando 'a los suyos por las espaldas'. 

El sábado primero deste vinieron aquí diez banderas de españoles de los que estaban en Nápoles, y pasando por delante de la casa del Cardenal Coluna, donde estaba el Visorrey , hicieron la salva con los arcabuces y escopetas, y Agostin  Foileta estaba a una ventana á verlos pasar, y fué su desdicha que le acertó una pelota de un arcabuz ó escopeta. en el brazo derecho, de que murió al tercer dia. 
Carta del secretario Pérez al Emperador, Roma, 11 de junio de 1527

Llegando el Emperador acerca de Salsas, passando por do estaba la gente, soltaron los soldados sus arcabuzes, y dio una pelota a un hombre de armas 
de la guarda que iba a diez ó doze passos atrás de Su Mag. y passóle el brazo y el rostro del cauallo. Algunos sospecharon haber sido traycion ; mas por mucha diligencia que en la pesquisa se puso, no se pudo descubrir. 
Relación de la jornada que el Emperador hizo a la ciudad de Niza en 1538




4. Heridos por piezas de artillería

Las balas - normalmente de bronce, hierro forjado [mejores para batir], hierro colado, plomo o piedra - podían herir directamente, llevándose una hilera de un escuadrón en el campo de batalla, o indirectamente, al ser disparadas contra defensas durante los asedios, derribando los muros y enterrando a los defensores. También se usaban piezas menores en la defensa y ataque de plazas fuertes empleadas contra la infantería, contra los gastadores - zapadores - que trabajaban en las trincheras, o contra los artilleros enemigos como las cerbatanas o pasavolantes, cargados con pólvora fina y bala de plomo de seis o siete libras.

Mataron más de ochenta españoles sin otros muchos heridos, y á D. Pedro de Tassis, Veedor general, con bala de artillería , y de otro cañonazo al Maestre de campo Pedro de Paz, que le llevó la cabeza estando entre dos cestones cuando se plantaba el artillería. 
1584. Alonso Vázquez

Los cestones y parapetos no siempre protegían a los artilleros que batían una plaza fuerte. Detalle de una lámina de El perfeto capitan, instruido en la disciplina militar, y nueua ciencia de la artillería [1590]. Diego de Alava y Viamont


del primer cañonazo le mataron á D. Ramón dos soldados de los cuatro que tenia, y á un criado suyo que llevaba la rodela, é hirieron otro soldado ; y de los segundos tiros dieron en el arca ó caja que habian terraplenado con los saquillos de tierra y en unos maderos que habian atravesado para estar más fuertes, y le dieron al capitán D. Ramón Cerdan tan grande golpe que le derribaron en tierra , y sobre él cayeron los saquillos y otros materiales. Atormentáronle de manera que le molieron el cuerpo y le hicieron reventar la sangre por los oidos, ojos y boca
1587. Alonso Vázquez

Luchando en la mar, se añadía al peligro de la propia pelota la cantidad de maderamen y objetos que podían ser proyectados por el impacto de la bala:
Don Hugo, que ya estaba encendido en el fervor de la batalla, no pudo sino esperar la victoriosa muerte, la cual le vino de muchas feridas, que fué una un esmeril que le rompió un muslo, y de las astillas de la madera que saltaban de las pelotas que daban en la madera de la galera. Mas como persona de tanto esfuerzo, estando animando los suyos junto del fogón, viene una pelota de los enemigos y corta la driza ó maroma y face caer la enseña, la cual le face pedazos un brazo y le muele todo el cuerpo. 
Muerte de don Hugo de Moncada, 1528. Cereceda, 1

Detalle de la batalla de Lepanto. Anónimo. Ya era difícil estar a cubierto del enemigo combatiendo en galera, como para que se le añadiese el fuego de artillería haciendo saltar las naves en pedazos.



La primera pelota que de la armada de los turcos dio en la nave capitana, entró por el escotillón ó ventana por donde tiraba la culebrina reforzada y rompió un grueso madero de los que llevaba la nave en el costado y una parte de la caja ó cureña de la mesma culebrina y tres rayos de una rueda. Esta pelota cortó por medio de las caderas al artillero mayor, y las astillas del leño que rompió mataron á un soldado y firieron otros seis. Esta mesma pelota corta una viga de las que sustentan el puente que está entre los dos castillos. 
1533. Combate con los turcos. Cereceda, 2

Pero también durante los asedios las balas disparadas por el artillería quebraban elementos que proyectados, actuaban como metralla:
e tiró una pieza y con la pelota dió en una viga grande que estaba hincada derecha en el reparo nuevo que se había hecho, y arrebató un pedazo de aquella viga y dió con él al dicho D . Pedro y le partió la cabeza por medio y murieron en este combate cuarenta y dos soldados, los más de ellos heridos en la cabeza, y fueron heridos de escopeta sesenta y cuatro ó sesenta y cinco
Defensa de Bugía, año de 1555

La artillería de campaña la formaban falconetes, sacres, culebrinas y medias culebrinas, que también podían usarse en asedios. Eran piezas de disparo largo y preciso. En asedios las piezas menores se usaban más contra los defensores, que para quebrar las defensas. La artillería de batir o de batería la formaban los cañones y medios cañones, aunque también una culebrina podía emplearse para derrocar los muros de una plaza fuerte.

Por ejemplo, en 1547 Carlos V campeaba por Alemania con 4 culebrinas, 17 medias culebrinas, 7 sacres, 16 falconetes y 2 medios falconetes, sin contar con los cañones y medios cañones imprescindibles para los asedios.

La artillería - tanto de batir, como de campaña - no era demasiado precisa, pero podía condicionar un campo de batalla, como sucedió en el campo frente a Ingolstadt en 1546, donde los coaligados dispararon contra los imperiales más de 2000 tiros en tres días, matando solo a unos 400 hombres, pero obligando al ejército de Carlos V a atrincherarse y a "vivir bajo tierra". El tiro de campo era más sencillo que el de batir, porque o se tiraba recto o de arriba a abajo, y no había que hacer precisos cálculos de distancias, ángulos, y trayectorias. Pero aún así, aunque mucha veces se disparaba mucho y se acertaba poco, al menos, se limitaban los movimientos del enemigo:

De nuestra parte, se dispararon algunas pieças de artillería contra este escuadrón de herreruelos, entendiéndose después averse hecho sin orden del Duque, ni del que tenía cargo de ella, y dando una bala en medio del escuadrón, que mató dos o tres cavallos del enemigo.
Comentarios... Bernardino de Mendoza

También se hacían tiros de precisión, sobretodo desde plazas fuertes, contra enemigos que acudían a reconocer las defensas del contrario o las propias obras de avance:
Marco Antonio Colona, hermano del Próspero Colona, y Camilo Tribulzi, milanes, principales caballeros en el campo de Lautrec, se allegan cerca de los bestiones, é estando detras de uno, reconociendo la fortaleza que por allí tenían los españoles, fueron vistos de los bestiones de Milán, y un artillero les tira un tiro de cañón, la cual pelota y piedras del palomera, los mata a todos dos
1522. Cereceda, 1


Estragos de la artillería. Expugnación de Audenarda. 1582. Segunda década de las guerras de Flandes. Famiano Strada. Según Alonso Vázquez, como Alejandro Farnesio fuese á comer á las trincheas, y mandó poner los manteles encima de tres cajas de atambor, y sobre ellas se sirvió la vianda, y pidió que comiesen con él Monsieur de la Mota , el marqués de Rubes, el conde de Arambergue, el conde de Hedin y Monsieur de Montani, y á lo mejor de la comida vino de la villa una bala de artillería y llevó la cabeza á un caballero, hijo de Monsieur de Siques, que estaba en pié, y toda la cara de un español , que se llamaba Alonso de Valencia , hermano del doctor Salinas , Auditor general del ejército católico , y las narices, boca y barba del Preboste de la guardia. Fué suceso extraño ver una bala, en un pensamiento, matar tres hombres, y derramó en la mesa platos y comidas, cantidad de sangre, sesos, cascos, dientes y quijadas. 

deseando monsieur de Rona reconocerlos [las trincheras de los tres puestos por donde se abrían a desembocar en el foso de los rebellines] para dar las órdenes de los asaltos sin confusión [...] queriendo sentarse a comer en una barraquilla que tenía don Luis a la entrada de las trincheras, como quien las tenía a su cargo, llegó una bala de un cañón que le arrebató la cabeza de los hombros, salpicando con los sesos a los nombrados, y en particular a un hijo suyo que le seguía, de edad de diez y seis años
2 de agosto de 1596. Asedio de Hulst. Guerras... Carlos Coloma

Las balas de hierro podían ir botando o rodando por el campo de batalla barriendo al enemigo, si bien un terreno blando podía amortiguar los impactos y desacelerar la pelota e incluso, dependiendo de la trayectoria de la bala, dejarla enterrada.
[Los turcos de la Goleta tiraban su artillería contra el campo] mas por la gracia de Dios no hicieron daño alguno en los pabellones que allí habia, y en los primeros dias no hacian daño en el ejército con su artillería, según eran tantas y tan grandes las pelotas que tiraban y caían entre nosotros, que las veíamos ir rodando como si anduviéramos beleando, y las tomábamos, y en muchas dellas se hallaban señaladas las flores de lis, que son armas francesas 
Jornada de Túnez [1535] según Cereceda, 2

También podían llegar a rebotar las balas disparadas por piezas gruesas - de batir - tras impactar contra los muros de una plaza, como sucedió en 1557:
También tiró Julián desde el burgo una bala á la muralla de la tierra y dio á soslayo: resurtió de allí y entró en nuestras trincheras, y mató cinco españoles, y á otro llevó toda la carne de un muslo y mató un engeniero y dos gastadores , que fué harta lástima por ser nuestra la bala que se tiró. 
Relación del sitio y asalto de San Quintín

Los proyectiles de piedra caliza, por contra, podían fragmentarse, actuando los pedazos como metralla. Las balas, a su vez, podían romper piedras, cuyos fragmentos, proyectados como metralla, podían provocar heridas de mayor o menor gravedad:

hoy a cinco dias el Castillo tiró vn cañón y dio en vn vestyon [bastión] donde estaban el Próspero Colona y el Marqués de Pescara y mató tres caballos y dos hombres ; del golpe que dyó la pelota en tyerra saltaron cyertas pedrezuelas que hyryeron al Marqués del Gasto que se halló ally, en las pyernas ; hyzyeronle más de XX aguiernelos, son pequeñas herydas avnque entre ellas ay vna que es algo, mas no cosa de peligro ny que por esso dexe de cabalgar de aquy a X dias. 
Milán, 12 de marzo de 1522

créese que si no quedara aquel día herido de una piedra, a quien despedazó un cañonazo, que -fuera de sacarle un ojo- le tuvo algunos días caso sentido y con alguna lesión en el celebro, que no sólo defendiera aquel asalto, sino otros muchos
Herido el conde Herman. Coloma, Guerras de los Estados Baxos...

También las piezas podían cargarse con metralla: dados de hierro, clavos, pedazos de cadenas, balas de arcabuz, cualquier objeto podía ser escupido, causando daños tremendos:
llevavan fuera de las balas de hierro colado hechas sacos o cachuchos [cartuchos] en que avía más de trezientas balas de arcabuz en cada uno para hazer más daño,
Comentarios... Mendoza

También se usaban "cartuchos" de piedras que actuaban como metralla:

La lanterna y el tonelete eran dos tipos de "cartucho" que se disparaban con cañón o pedrero, y se rellenaban con guijarros gordos como el puño o dados de hierro, copos de guijarros y ramas de cadena. La escofia era una malla de hilo de hierro destemplado que se rellenaba con piedras, pero se disparaba con mortero. 
Asimismo, se usaban balas de cadena - balas divididas en dos mitades unidas por una cadena, que al dispararse se extendía el conjunto y formaba una segadora. - y balas enramadas:

Estas balas enramadas tenían un núcleo [A] formado por una pelota hueca de acero, latón o barro cocido, sobre el que se colocaban "rosarios" de balas de plomo de arcabuz. El núcleo de la bala [A] se rellenaba de pólvora y se recubría de estopa empapada en una mixtura inflamable. Sobre la capa de estopa se colocaba una tela de angeo empapada de la misma mixtura. Del eje o "cuello" se colocaban los "rosarios" de balas enramadas, quedando el conjunto de la bala [B] . Era un antiguo proyectil de fragmentación. Luis Collado, Platica manual de artillería [1592]. En la 1ª edición en italiano en Venecia [1586] no aparecía esta invención.

Luis Collado explica que don Juan de Austria se gastó más de 40.000 escudos en comprar balas armadas, balas enramadas y otros fuegos de artificio para la jornada de Lepanto, y que hicieron gran efecto contra los turcos.

Asimismo, las piezas de artillería podían reventar y matar a los artilleros que las servían y a todo quisque que estuviera cercano a ellas, pero no necesariamente:
Seis piezas de las nuestras se reventaron aquel día; una de ellas mató a cinco soldados españoles e hirió a dos
Commentario de la guerra de Alemaña, hecha de Carolo V. en el an. 1546 y 1547

Y si no había más accidentes, era porque Dios no quería:
se comenzó la batería, y como se habían tirado las dos primeras pelotas, los artilleros ven cómo el cañón se había abierto por tres partes, y temiéndose que reventase, porque á la verdad era la una abertura de un largo palmo, y las otras dos no muy menores que ésta. Así, lo hacen ver al Maese de campo, y viendo el Maese de campo cómo el cañón estaba de aquel modo, mandó á su atambor que fuese á los de la villa á que se rindiesen , mas los de la villa no quieren dar respuesta alguna. Así , manda el Maese de campo que los artilleros tirasen á las murallas hasta que el cañón fuese hecho pedazos. Y se tiró, no cargando el cañón más de media carga de la que solia tirar. Como otras dos pelotas diesen en el muro cayó un pedazo de muralla. 
Asedio de la villa de Pallaron, 1539. Cereceda, 2



5.1 Fuego

El fuego era un arma usada en la guerra desde antiguo. Cuando se asediaba una ciudad, una de las formas de ataque era lanzas objetos incendiarios con el objetivo de prender los tejados - muchos hechos de paja - y provocar un fuego que, sino arrasase la ciudad, si diera al enemigo mucho trabajo. A veces, los soldados provocaban fuegos en plazas que ya se habían rendido, por venganza, o piromanía, como sucedió en Duren en 1543.

Alejandro Farnesio, en 1580, dio orden de que las tropas asaltasen Gante por la brecha abierta en la muralla y que luego, con buena orden, les siguieran los mochileros del ejército con fuegos encendidos; y como los soldados entrasen matando y rompiendo cuantos topasen, fuesen ellos poniendo fuego á las casas para asegurarles las espaldas

En campaña, no eran pocas las ocasiones que una tropa ocupaba alguna casa y el enemigo podía recurrir al fuego para rendir a los ocupantes o acabar con sus vidas.

También cuando se hacía algún golpe de mano contra los campamentos enemigos, una encamisada, por ejemplo, era habitual prender fuego a las tiendas y pabellones que se asaltaban.

Instrumentos de fuego artificial
hecho en la cerca tan bastante que pudiesen entrar por  él , disparando su arcabuzería contra los enemigos , se esforzaron á subir en un torreón que la artillería habia comentado á derribar, y aleando banderas házian desde allí daño á los de dentro, en los quales no por eso se vio desmayo ni flaqueza , antes con nuevas fuerzas házian áspera resistencia, assí con mosquetes, arcabuzes y picas, como con fuegos artificiales que de dentro tiraban á los que arriba se hauian mostrado, y por encima del muro caian sobre los soldados que estaban arrimados a él; de que no recibían poco daño , porque á muchos dellos les cayan aquellos fuegos sobre los ojos; y era lástima ver quán abrasados quedauan. 
Asalto de Duren, jueves 23 de agosto de 1543. Relaciones de Pedro de Gante

Había varias suertes de fuegos artificiales pensados para abrasar a los oponentes, que se usaban fundamentalmente en la defensa de plazas fuerte frente a asaltos, y en el combate en alta mar. Las ollas [Nota 1], de barro o de otros materiales frangibles, se rellenaban con materiales inflamables, y tenían asas para atar cuerdas con las que se lanzaban. Las alcancías se lanzaban a mano. En ambos casos había que tener precaución de no quemarse con ellas antes de arrojarlas al enemigo - véase el caso de Federico Vetusta anteriormente mencionado -.

Las ollas y alcancías, como estas de la Platica manual de artillería de Luis Collado, se podían rellenar con alcanfor y aceite de linaza. También se usaban otros materiales inflamables como el alquitrán, la trementina, la pez, el petroleo, resinas y barnices y en última instancia "aceite de comer". Estas ollas y alcancías, garantizaba Collado, se podían arrojar en los asaltos, o en los navios de los enemigos, que haran maravillosos efectos.
Piñatas, con una suerte de hondas hechas de red para lanzarlas. De la Pirotechnia [1540] por Biringucci, Vannoccio, 1480-1539. 
Las mixturas inflamables también podían arrojarse de modo tradicional, murallas abajo, pero por comodidad, presteza y facilidad, se crearon ollas y alcancías de fuego. También se podían lanzar con artillería, pero el tipo de ollas y la forma en que se armaban era diferente.

Se usaban también otra suerte de fuegos artificiales llamadas bombas o trompas de fuego, que eran una especie de grandes bengalas para quemar al contrario:

Trompas según el tratado De la Pirotechnia [1540]. Para hacernos una idea de las dimensiones, en el tubo donde se alojaba la mixtura inflamable, había de caber, según Collado, una naranja no muy gruesa, y tenía tres palmos de largo. El conjunto no estallaba, sino que proyectaba una llama, un anticuado lanzallamas. 

Las trompas se ataban a la punta de picas - abajo - y también podían atarse a puntas de lanzas de armas, como las de la imagen, y escupir la llama a los rostros y cuerpos de los contrarios. 
Llegados al punto del asalto, mujeres y muchachos también acudían a la defensa, y servían piedras y fuego a los defensores y también los arrojaban a los enemigos ellos mismos.



5.2 Explosiones


5.2.1 Explosiones accidentales

Los artilleros usaban coletos o jubones de pieles de cabra o búfalo para prevenir el fuego, pero a veces, a parte de reventar los cañones, podían explotar los barriles de pólvora que manejaban. De todas maneras, con el oficio bien aprendido y mucha experiencias, se podían minimizar riesgos. Los neofitos en el uso de la pólvora, por contra, había veces que cometían graves imprudencias:

Toma de la plaza de Hulst [1596]. Detalle de torreón volando por los aires. 
ansí , algunos de estos bisóños , vieron unos barriles de pólvora, que estaban en un torreón, y con la codicia de tomar de la pólvora, y llevando las cuerdas de los arcabuces encendidas, dieron fuego á una poca pólvora, que estaba derramada por tierra, é de allí fué la furia del fuego á los barriles, y encendida toda la pólvora, derribó dos bóvedas del torreón, do estaban, é fué el daño tan grande que fizo el fuego y lo que cayó de la torre, que murieron y se abrasaron pasados de docientos 
Toma de Pavía, 10 de octubre de 1529. Cereceda, 1


5.2.2 Artefactos explosivos. Granadas

En principio, el nombre de granada se reservaba - según Instrucción de 1538 - a una pelota incendiaria-explosiva más que a un arma explosiva de fragmentación como podemos ver en las granadas del siglo XVII.
Según la cartilla de 1538 se hacía una mezcla de pólvora, salitre, azufre, vidrio molido y aceite o resina. Después se hacia una pelota cubierta de cañamón circundado de hilo, y finalmente se embreaba el conjunto.

Avanzado el siglo, las granadas eran balas armadas, más parecidas a las del XVII, pero fabricadas, según Collado [1592] de materiales frangibles como barro, estaño, latón o bronce, pero no de hierro. Las balas armadas de bronce - tres partes de cobre y una de estaño - de medio dedo de espesor, hacían grandes daños al estallar.

Las granadas del siglo XVI se prendían con una mecha, y las de finales del XVII se cebaban con una pipa rellena de un mixto.

Granada de El perfecto bombardero y práctico artificial (1691) de Sebastián Fernández Medrano. Se puede ver la pipa (V) rellena de un mixto de pólvora y califonia o resina. La bola hueca era normalmente de hierro vaciado, con una pared de un espesor de 1/9 de diámetro. El peso de la granada, una vez cargada con 3 o 4 onzas de "pólvora granada", era de entre 2 y 3 libras, siendo el común de 2.5 libras y el volumen como un puño, por lo que la mayor parte del peso era del hierro de la carcasa. Esta carcasa de hierro era la que, reventando, heriría a los soldados actuando como metralla. La pipa tenía una longitud de 5/9 partes de diámetro quedando fuera una parte. 
Luis Collado, en su Platica manual de artillería, decía que las granadas o balas armadas, podían ser devueltas o repelidas con una horquilla de hierro, pues los aceites de la mixtura hacían que no explotasen inmediatamente, dando tiempo a los enemigos a manipularlas:

El conde de Solm con cerca de tres mil infantes con que se hallaba hacía perpetuamente tirar a las trincheras y arrojar granadas de fuego, algunas con tal artificio, que reventaban tres y cuatro veces, con daño de los circunstantes, para cuyo remedio tenía don Luis soldados escogidos que, en viéndolas caer, con notable peligro y no menor provecho las cubrían de tierra con palas que para aquel efeto tenían en las manos.
Asedio de Hulst, 1596. Guerras de los Estados Baxos... Coloma

Si el enemigo no tenía tiempo para devolverlas, podían ver el effecto terrible que sus pedaços hazen,y la gran bateria.

Pero en el XVI, también se usaban las llamadas  "balas enramadas" - como vimos en el apartado de heridas por artillería - que podían ser lanzadas a mano, dejando el artificial [artificiero] un "asidero" de hilo de hierro de palmo y medio con el que asir el arma y arrojarla. Estas balas enramadas provocarían daños por proyección de metralla y alguna quemadura.


5.2.3 Minas

Las minas se empleaban para derrocar murallas, pero amén de demoler muros, mataban a los defensores que se hallasen encima de ellas o en las inmediaciones. Los defensores, por su parte, podían hacer contraminas que dieran con la mina del enemigo, y volar, a su vez, esa obra.

Durante el asedio de Maastricht [1579] los rebeldes volaron una contramina justo debajo de la mina que habían hecho los españoles, haciendo "mil pedazos cuantos había dentro", excepto al capitán Alonso Álvarez que estaba a la boca de la mina muy apartado de los demás, que "salió con dos costillas hechas pedazos y muy maltratado".

Mina, según la obra de De la Pirotechnia [1540] de Biringucci, Vannoccio.
Las minas se usaban desde la edad antigua. En aquella época, no obstante, el agujero se excavaba con ánimo de socavar los cimientos de un lienzo de muro o torreón. A partir del siglo XV, con el uso extendido de la pólvora, se comenzaron a hacer las minas tal y como se hacían en el siglo XVI, con una cámara repleta de barriles de pólvora y sellada con maderamen a la que se le daba fuego. En la imagen, una mina de mediados del siglo XV, según Mariano Taccola, en su De re militari et machinis bellicis, de 1453
También los propios defensores podían labrar minas bajo el lienzo de la muralla que estaba siendo batido por la artillería enemiga, allí donde era previsible que los atacantes hicieran el asalto, para volarla cuando estuvieran subiendo la escarpada.

Dependiendo de la violencia de la explosión, uno podía morir o resultar herido directamente, o indirectamente, por proyección de escombros o quedar sepultado al venirse abajo la obra que se pretendía volar.

El "navío infernal" que voló el puente de Farnesio que cerraba el Escalda durante el asedio de Amberes era una nave de 800 toneladas. Además de pólvora, iba cargado con piedras grandes, fagina embreada y troncos de árboles, trozos de cadenas, clavos, yunques, balas grandes de hierro colado, dados de hierros y otra metralla. Mató más de 800 soldados españoles. Muchos hombres volaron por los aires, otros, no dejaron rastro, quedando sus cuerpos sin aparecer, otros quedaron despedazados y quemados, otros aparecieron quemados sin brazos ni piernas, a otros no se les halló herida alguna - parece que no se conocían los efectos de las ondas expansivas ni la calidad de las lesiones internas. Muchos fueron herido por la metralla y las piedras y madera proyectada. 



5.3 Pedradas

[...] se arremetió con escalas a tomar un fuerte que si nos haziamos señores del quitabamos a los enemigos que no pudisesen defender las vaterías por tomallos a las espaldas [...] El daño que en los nuestros se recibió fue de 30 o 35 hombres muertos y 100 heridos, los 40 de arcabuzes y los otros de pedradas
Copia de una carta de García Álvarez de Toledo a Gómez Suárez de Figueroa, embajador en Génova, con noticias acerca de la marcha de la guerra y la empresa contra Siena. 17-3-1553 AGS, EST, 1338, 252

Las piedras se usaron durante todo el siglo como arma defensiva para protegerse de los asaltos a las plazas fuertes, y como eran importantes, se sacaban de donde fuera menester, desempedrando las calles e incluso sacándolas de cementerios e iglesias:

una bala de una pieza de artillería dio en unas piedras que iban cargadas en un carro que llevaban veinticinco soldados rebeldes á la batería para tirar á los españoles, y porque habían desempedrado para este efecto todo el cementerio de la Iglesia mayor , permitió Dios que la bala levantase todas las pizarras y matasen á tres soldados que guiaban el carro , y a los veintidós hirieron de muerte , porque les rompieron todos los brazos, piernas y cabezas, para que se entienda el respeto que se ha de tener á los templos y cosas sagradas. 
Vázquez, Asedio de Maastricht, 1579

Der Weiss Kunig [1514-1516]. Asalto y defensa de una plaza. Nótese los defensores entre los dos torreones de la derecha, uno a punto de arrojar una piedra con dos manos, el de su derecha un barril. 


Si alguien aprecia que comparadas con la sofisticación de la artillería, fuegos artificiales, minas y otros ingenios para destruir, las piedras eran  armas muy elementales, no se equivocará, pero lo que cuenta es que eran efectivas y además, su coste y mantenimiento era muy bajo. Las piedras produjeron muchas bajas, entre heridos y muertos, como por ejemplo, la del maestre de campo y poeta García Laso de la Vega, que murió durante la campaña de 1536 en Provenza:

Subiendo Garcilaso de la Vega y el capitán Maldonado, los que en la torre estaban dejan caer una gran gruesa piedra y da en la escala y la rompe, y así cayó el maese de campo y capitán, y fué muy mal descalabrado el maese de campo en la cabeza, de lo cual murió á pocos dias. 
Cereceda, 2

Las pedradas podían provocar desde contusiones leves hasta fracturas y heridas que podían llegar a ser mortales, pero no parece que causasen una gran mortandad. Vimos en la nómina del asalto a Saint Dizier [1544] que de pedradas han sido muchos los heridos , que no entran en esta quenta porque andan en pié, aunque mal dispuestos. 

Detalle del retablo de la capilla mozárabe de la catedral de Toledo, describiendo la Toma de Oran en 1509, obra de Juan de Borgoña [1514]

No obstante la simpleza del arma, las piedras tenían su ciencia: así, se usaban piedras grandes a peso que se dejaban ir batería abajo - por la brecha abierta en los muros - y otras más pequeñas, "piedras de mano" que se podían tirar a puntería, o arrojar con más o menos tiento.

En las naos también se usaban piedras, de hecho, para las naos que navegaban a Indias, se indicaba en 1531 que se debían llevar 300 o 400 piedras de 1 a 1.5 libras para ser lanzadas a mano, desde las estancias, y otras - de 4 o 5 libras de peso, para ser dejadas caer desde la gavia:
A de llevar en una bota viexa trescientos o quatrocientos guixarros pelados redondos, de peso de libra o libra e media cada uno, para repartirlos el dia de necesidad por las estancias de la nao, para que todos se puedan aprovechar dellos e otros cien guixarros desde quatro fasta cinco libras cada uno de peso para llevar en la gavia. 

[el capitán debe mandar] hacer la pavesadura y mandar subir de abajo mucha piedra, y teniendo las lanzas aparejadas y ensebadas dende la mitad para adelante, y luego escoger cuatro hombres sueltos que suban a la gavia mayor, y dos otros que suban a la del trinquete, y mandar subir a las gavias muchas piedras y dos o tres haces de dardos. 
Espejo de Navegantes. De la guerra o batalla que se da en la mar.
Alonso de Chaves. 1537

Las piedras se continuaron usando, incluso en el siglo XVII podemos hallar ejemplo de ello:
Al tiempo de abordarles los nuestros, fueron recibidos de los enemigos con tan gran diluvio de piedras, que á no ir tan prevenidos de azeradas rodelas, quedaran sepultados en la fiera tempestad
Relación de los encuentros del capitán Francisco Torzes Valentón, 1679


Defensa de asalto con escala con piedra de mano y piedra de dos manos. De re militari [edición de 1553]


Aunque en la mayor parte de Europa se perdió la tradición de la honda, en el norte de África los españoles se encontraron con buenos y numerosos honderos que les hicieron no poco daño.
Y tocando los atambores y gaitas, parescieron luego diez y siete vanderas de las colores y medias lunas del estandarte con los turchos y moros de pie, unos con escopetas y celadas, otros con archos y flechas, y otros con lanças y hondas para tirar piedras, y delante, en vanguardia dellos, dozientos turchos con partesanas, alfanges y tablachinas.
Historia de la guerra y presa de Africa. Pedro de Salazar [1552]

Había ocasiones en que era difícil de entender como alguien podía sobrevivir durante un asalto, como le sucedió a Francisco de la Tolsa, caballero italiano sobrino del Papa en el asalto de Ostia ordenado por el duque de Alba en 1556:
y subió en lo mas alto de la batería: y estando cubierta la cabeza con la rodela, y empuñada la espada ya para entrar, fue herido de vn arcabuzazo en la muñeca derecha, que le despedazó el hueso,y rompió vna vena,y quedó manco de aquella mano; y en el mismo tiempo le dieron muchas pedradas y fue medio enterrado entre las piedras que hizo caer el cañonazo, que se tiró en lo roto de la batería para hazerlo mayor: y así, con poco sentido,y medio muerto, se retiró, con otros quatro arcabuzazos en el escudo y vno en el cossalete
De la guerra de campaña de Roma... 1556 y 1557



5.4. Heridas por elementos extraordinarios

5.4.1. Abrojos 

Los abrojos eran tetraedros con aguzadas puntas que se disponían en el suelo, semienterrados, o disimulados con paja o con otro tipo de cubierta, de manera que el soldado que por aquel terreno pasase corría el riesgo de pisarlos y quedar con el pie atravesado. La herida dejaría al infante inmovilizado.

Estas "cáscaras de acero" se diseminaban en el camino hacia la plaza fuerte y también se podían recoger hecho el efecto, o pasado el asedio. Heronis mechanici liber de machinis bellicis, necnon liber de geodaesia [1572]


Juntamente sembraron sobre el dique a la parte donde podía venir nuestra gente gran cantidad de abrojos de hierro, lo cual hizieron antes que amaneciesse y el fortificarse
Comentarios... de Bernardino de Mendoza

Abrojos, según el Buch von den probierten Künsten Südwestdeutschland, 1535
También se usaban otros ingenios con puntas aguzadas para cubrir un acceso
[El gobernador ordenó que] labrassen muchos tablones para las minas con travas, y otros en forma de rastrillos, sembrados todos de puntas de hierro, distante la una de la otra de un dedo, para tender sobre la batería.
Comentarios... Bernardino de Mendoza


5.4.2. Cal viva molida para cegar a los soldados 

La cal no solo provocaba la ceguera temporal del atacante, podía provocar graves ulceraciones en el tejido conjuntivo e incluso la perforación del ojo.


5.4.3. Colmenas

Otra "arma" usada en la defensa de plazas fuertes, cuando se tiraba contra los atacantes todo lo que se podía tirar. Evidentemente, las abejas provocaban picaduras. Como herida puede que no fuera grave, pero si a un grupo de soldados le caía una colmena encima y les picaban un par de docenas de abejas, podían quedar, sino fuera de combate, al menos distraídos.


5.4.4. Ejes y carros espigados

Juntamente hizo tres o cuatro vigas gruessas redondas, de largo de cincuenta pies, en forma de exes de carro con sus ruedas al cabo, y el cuerpo y distancia de las vigas y de las ruedas lleno de puntas y espigones grandes de hierro. Máchina que tenía dos cuerdas para poderla echar al tiempo del assalto la batería abaxo al encuentro de los que arremetiessen y poderla recobrar, siendo necessario, con las cuerdas.
Comentarios... de Bernardino de Mendoza

A estos ejes espigados, del De Re Militaria [ed.1553] les faltan las ruedas en los extremos, pero sirven para hacernos una idea de lo descrito por Mendoza. 


[los rebeldes ] por las baterías abajo echaban carros con los ejes llenos de púas de hierro muy largas y agudas para embarazar los españoles que no subiesen, y los que topaban se enclavaban en ellas y sin remedio perdian las vidas; 
Alonso Vázquez, CoDoIn 72


Se dejaba caer lo que rodase, ejes, carros, toneles, balas, como se puede ver en el Heronis mechanici liber de machinis bellicis, necnon liber de geodaesia de 1572


De Re Militari. Tipo de carro espigado. 


5.4.5. Agua hirviendo

Se usaba, como en la Edad Media, agua hirviendo para ofender a los asaltantes, y creo, que a diferencia de siglos anteriores, no se usaba aceite hirviendo porque los aceites inflamables se gastaban en crear mixturas con las que crear fuegos artificiales, como ollas, alcancías, guirnaldas o piñatas, técnica que se había depurado en el XVI.


5.4.6 Humo

El humo se usaba en la guerra de minas y contraminas: se prendía madera verde y con un fuelle se infiltraba en la contramina que daba a la mina del atacante, donde los soldados padecían sus efectos: problemas de respiración y falta de visión.



Apéndices



Muerte del duque de Borbón


El duque de Borbón murió durante el asalto a Roma en 1527. El futuro escultor Benvenuto Cellini asegura en sus memorias ser el autor del disparo de arcabuz que le quitó la vida, hallándose junto a Alessandro del Bene y Cechino della Casa a la defensa de los muros de la ciudad santa.

El escultor dice que los tres dispararon sus arcabuces, pero que él disparó, entre la niebla, a una figura destacada del grupo de batalla, no distinguiendo si iba a pie o a caballo. Después, apreciando el revuelo que se armó al ser caída esa figura, comprendieron que debía ser persona importante, y más tarde, ligaron la noticia de la muerte del duque con el acierto del disparo. 

Fuera cierta o no lo anécdota referida por el artista italiano, la herida de Borbón fue mortal de necesidad. Como sucedía cuando moría alguien de importancia, la información fue referida por varios testimonios:

El Duque de Borbon, determinado de morir ó vencer, se llegó á combatir y subir por las scalas, y quiso su desgracia y la de todos que le dio un arcabuz por la ingle y dentro de un cuarto de hora dió su ánima á Dios, 
Carta del Abad de Nájera, comisario general del ejército de Italia, al Emperador, dada en Roma a 27 de mayo de 1527

Parece que el disparo afectó a la femoral, cosa que confirmaría la rapidez con que murió el duque apuntada por el abad:
in superiori femoris seu inguinaria parte, según Cave
- sclopeto a suis emisso in femur ad inguen ictus cecidit, según Belcarius

E cosi venendoil mattino del lune, che fu il sesto del mese, si diede l'assalto, e per caso avverso fu ferito da un archibuso nel basso del ventre, vicino alla coscia diritta, monsignor di Borbone: della quale ferita restó incontinente morto. 
Carta de Juan Bartolomé de Gattinara, regente del reino de Nápoles al Emperador. Roma, 8 de junio de 1527

Después hubo otros testimonios que atribuyeron la muerte a un golpe de artillería, de esmeril y que le volaron los intestinos, pero hay que dar más credibilidad a las cartas de Nájera y Gattinara, como más próximas e interesadas en comunicar la verdad a su señor.



Heridas de don Gaspar de Ezpeleta. Declaración del cirujano Macias


Lo más parecido a una autopsia que he hallado, es una declaración a modo de périto de un barbero y cirujano militar - de las guardias viejas de Castilla - sobre las heridas de un caballero de Santiago atacado con arma blanca.

Don Gaspar de Ezpeleta fue herido en Valladolid el 27 de junio de 1605 y murió el 29 del mismo a causa de las heridas recibidas, siendo acusado Miguel de Cervantes.

E luego su merced del dicho señor Alcalde mandó parecer ante si a Sebastian Macias, ciruxano y barbero de las guardas viejas e de a caballo de Su Magestad, de edad de mas de treinta años, e preguntado, dixo: que él ha tomado la sangre y curado a don Gaspar de Ezpeleta de dos heridas que tiene, la una en el vientre en la parte izquierda encima de la bedixa, y la otra herida en el muslo derecho, y de ambas tiene rompido cuero y carne, y la herida del vientre tiene roto el peritoneo y por ella le ha salido parte del redaño, y ambas a dos por ser tan grandes son penetrantes, las quales dichas dos heridas parece haber sido hechas ambas a dos con cosa punzante como es espada, daga o cuchillo, e tal parece por ellas, y el dicho don Gaspar está muy de peligro; y esto es la verdad para el juramento que se hecho tiene, y lo firmó - Sebastián Macias




Notas

[1] Para la expedición de Argel [1541] se llevaron 99 bombas de fuego artificial, 197 botafuegos, 378 alcancías de barro y 308 pelotas de fuego artificial.

[2] Otra versión de la herida, más detallada. La bala le entró por debajo del ojo, le paso la cabeza y la lengua, y de la lengua salió fuera por debajo de la oreja:

Il signore prencipe d'Oranges díeci giorni passati andando a visitare la... del Castello, fu ferito da un archibuso, il quale entrando poi sotto l'occhio, gli passó la testa e lo palato, e da lo palato usci fuori sotto l'orecchia. Per altro si tiene buona speranza che guarirá. 
Carta de Juan Bartolomé de Gattinara, regente del reino de Nápoles al Emperador. Roma, 8 de junio de 1527

El príncipe pagó 8 escudos a 2 cirujanos por su tratamiento.

[3] La versión de Coloma es calcada - o copiada - a la de Verdugo
Al conde Federico mataron su caballo y dieron un arcabuzazo en un brazal que no hizo más que abollársele y herirle levemente.
Guerras de los Estados Baxos... Coloma

[4] Se puede pensar que las epidemias causadas por la existencia de cadáveres en descomposición sería otra seria amenaza para la salud de los ejércitos.

Hoy se han empezado á enterrar los muertos que estaban por las calles de la villa, que ya olian muy mal. Hasta agora no se han enterrado por poner mayor espanto á los que los vieren : ansí por las calles ya estaban los cuerpos acieles, y sin poderse sufrir el mal olor. Los que murieron en el asalto por el foso se están en él sin enterrar, y muchos franceses están muertos en el foso que se descolgaron por las murallas, y los ingleses los mataron. 
En 31 de agosto aun se están muchos cuerpos sin enterrar, y hay dentro en la tierra muchos caballos muertos, que aún no los sacan [...] 
Relación del sitio y asalto de San Quintín



Véase también

Muy didáctica, a la par que amena, la serie de artículos publicados con la etiqueta "heridas de guerra" en el Blog Castra in Lusitania. La colección de huesos con heridas cortantes, contundentes y penetrantes, así como las explicaciones realizadas por el autor, ayudan a entender la capacidad ofensiva de las armas blancas, que aquí brevemente he apuntado.