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Jinete - Ginete

El jinete es un soldado de caballería que combate a la ligera, montado en una silla de estribos cortos y arzón bajo, que maneja una lanza de mano, endémico de España, originado durante la reconquista por influencia de la caballería mora.

Podemos apreciar en la siguiente imagen [retazo de la Batalla de las Higueruelas de la sala de batallas de El Escorial] las evidentes diferencias entre los hombres de armas [representados en la parte baja izquierda] y los jinetes [representados en la parte central]:

El hombre de armas viste arnés completo, de pies a cabeza, celada con la visera abatida, lleva una silla de estribos largos con las piernas totalmente estirada y una gruesa lanza de armas que apoya sobre el ristre.

El jinete se defiende con armas ligeras, el rostro descubierto, las piernas dobladas adaptadas a la silla morisca de estribos cortos y una lanza ligera de mano que maneja fácilmente con el brazo, mientras el izquierdo sujeta un escudo también de factura árabe, la adarga, con una sección que podríamos denominar con forma de manzana.


Veamos con más detalle al jinete:


Por la Ordenanza de 1503 [publicada por Quatrefages en "La revolución militar moderna"] vemos que el jinete ha de portar "coraza, capacete, babera, quijotes, faldas, guarnición de brazos entera, lanza, adarga, espada y puñal o daga". En todo caso, lo más probable es que el soldado portara habitualmente una camisa de malla de cota antes que una coraza con faldas y quijotes y de ahí la sempiterna necesidad de la adarga de cuero.

Cabalgar a la jineta era la manera tradicional de cabalgar y de luchar a caballo en España, y el jinete, el caballero que así montaba o el soldado que así combatía, pero la caballería pesada al estilo europeo se había incorporado a los ejércitos de los distintos reinos de España, y culminada la reconquista durante el reinado de los Reyes Católicos, el jinete era ya la segunda arma de caballería, pues ahora pasaba a ser Francia - y acompañando a su rey todas sus "lanzas" - el principal rival.

Los jinetes, no obstante, acompañaron al Gran Capitán en sus dos campañas italianas (1495-1497) y (1500-1504): en 1500 se embarcaban en Málaga tres capitanías de jinetes y otras tres de hombres de armas, mientras que la Armada de Cartagena había desembarcado únicamente 500 jinetes en Mesina cinco años antes.

Aunque aquellos "zanetari" o "cavalli zanetti" fueran bien recibidos, elogiados como "benissimo in hordine", nadie se hacía ilusiones respecto al papel que podrían jugar frente a la caballería pesada francesa, pero aún así en Seminara [jun1495] y a pesar de "lo que hay de ombres de armas a ginetes", el Gran Capitán certificaba a Sus Altezas "que todas las batallas de sus caballeros desbaratamos los ginetes, que fueron dellos muertos y presos más de veinte hombres darmas".  A pesar del exitoso choque, la batalla se perdió por no secundar el rey de Nápoles la acción de la caballería española.

En 1503, constituían las Guardias de Castilla 998 hombres de armas y 1843 ginetes [1].

El célebre historiador florentino Guicciardini, que se hallaba en misión diplomática en España, escribía en 1512 que los de aquella nación "no tienen buenos hombres de armas, pero emplean mucho la jineta" siendo ese soldado válido para "acosar, para inquietar la retaguardia de un campamento, para impedir cl paso de los viveres y para producir a los enemigos otros males semejantes, mas bien que para atacar de frente".


Modo de combatir

Martín de Eguiluz, en su Discurso y regla militar de 1592, describe como la jineta de España para campear es perfecta, que es presta como el pensamiento, y revuelve por do quiere, y pica por todas partes [...] y ninguna otra caballería les dañará si no los cogiesen encerrados; pero en campaña ella hace lo que quiere, porque si la demás caballería la sigue para alcanzarla, es como ir el mastín tras el galgo; y también si quiere esperar la carga de la caballería ligera, hiere mejor huyendo, porque tira de la lanza para atrás, y mata el caballo que le sigue [...]"

Era evidente que los jinetes tenían la ventaja de la agilidad, pero también podían ser acorralados, como relata d'Auton sobre una escaramuza que trabó Robert Stuart en las cercanías de la Barleta en 1503: soubdainement tournèrent bride, et adressèrent aux genetaires, qui ja avoyent l'embusche au doulx. La avoit hayes et fossez, et chemins emconbreulx, par quoy iceulx genetaires ne pouvoyent fuyr; si furent devant et derrière chargez si lourdement pour eulx, que au premier choc allèrent plus de xxv par terre. De haber dispuesto de una zona adecuada por donde huir, aquellos genetaires sin duda no hubieran sido atropellados, pero está claro que no "hirieron mejor huyendo" como indicara Eguiluz nueve décadas después.


Lanza Gineta.

"La más perfecta para la gineta ha de ser de hasta diez y ocho, ó diez y nueve palmos, no muy gruesa ni delgada, sino de buena forma y tamaño, más tiesa que blanda, de dos costras enteras, el hierro de buen talle y el cuento redondo y bien guarnecido" Suárez Peralta.

Tenemos pues una lanza de 3,6-3,8 metros, aún cuando en la representación de la batalla de Higueruela se antoja considerablemente menor.


La adarga

Recuperamos este extracto de la descripción de la milicia de Tenerife en 1568 que hiciera Eugenio de Salazar sobre la protección que ofrecía la adarga:
"el peso de la espada sobre el muslo, la adarga sobre el brazo izquierdo, la rienda en la mano zurda, la lanza en la derecha; ¿cuál diablo se ha de menear y revolver en la silla, ni jugar la lanza y adarga? Si la lanza del moro viene por detrás bimbrando el hierro como lengua de culebra, perdone la señora espalda del jinete, que la adarga ni sabe ni puede cubrir el cuarto trasero: pues si viene el golpe sobre el lado de la lanza, allí es el sudar y temblar y perlesía de todo el lado derecho, porque cualquiera de estas adargas es de mérito, y parece de encaje, como tablachina de húngaro, que no hay menearla de sobre el lado siniestro, porque así se lo manda el corazón, que esté delante de él y le ampare, y todo lo demás del cuerpo se valga por sí".

Salazar ironizaba, pero en todo caso, es evidente que - al menos a juicio del autor - dicho escudo de cuero no ofrecía una protección óptima que compensara el embarazo a la hora de moverse con ligereza a lomos del caballo.

Otro detalle de la obra pictórica referida, para que se pueda ver mejor la forma del escudo y la manera de llevarlo amarrado al brazo diestro, el mismo - no olvidemos - que ha de manejar la rienda.


De la "Guerra de Tremecén, 1543" vemos que la adarga, evidentemente, no detiene las balas de las escopetas moras: hirieron de un escopetazo al capitán Alonso Hernández de Montemayor , el cual se habia llegado á la retaguardia; y á d. Martin de Córdoua le dieron otro en el morrión, y á otros criados suyos les pasaron las adargas y gorjales; pero no hirieron á ninguno dellos de manera que peligrasen.


Decadencia de la jineta

El estradiote montado "a la bastarda" denominado más adelante caballo ligero, sustituyó progresivamente al jinete en las armas españolas, siendo una versión aligerada del pesado hombre de armas del siglo XV, si bien se asumía que el jinete era un soldado válido para la lucha contra el turco o las cabalgadas en Berbería.

En 1551, por la Ordenanza de las Guardas Viejas de Castilla, vemos que todos los soldados se equipan con lanzas de armas, y por lo tanto, son hombres de armas y no jinetes, cuando en 1538 aún había 655 plazas de lanzas ginetas por 961 de hombres de armas [2].

En la segunda mitad del siglo XVI resulta difícil hallar menciones del jinete fuera de guarniciones peninsulares o en Berbería. Así, en la Historia del maestre último que fue de Montesa [escrita por Diego Suárez, licenciado en 1604] vemos que en la guarnición de Orán había dos dos estandartes, de caballos ligeros á la gineta, de cota, lanza y adarga, con la tercia parte de cada compañía de arcabuceros.

Refiriéndose a los sucesos de Gibraltar en 1540, con la lucha contra la armada turca, escrito por Pedro Barrantes Maldonado y publicado en 1566, atribuía un extranjero el uso de la adarga a las pasadas guerras del reino de Granada y respondíale el autor:

Extranjero: Porque son ya muertos los que en aquel tiempo, peleando con lanza, adarga y corazas, conquistaron aquel reino, y como después acá no han quedado moros con quién pelear, y la gineta se ha trocado por estradiota, las lanzas por arcabuces, e las adargas por rodelas, parecióme que, si no eran los muertos que en aquel tiempo lo usaron, que no podíades ser de los vivos que ya no lo usan.

Autor. [...] En los usos de España no miréis; porque, Como el camaleón se torna de la color de
la cosa donde se llega, excepto la blanca y la colorada, ansí los españoles tomamos
todavía los usos de todas las otras naciones con quien comunicamos. E cuando se enhadan, teniendo ya por añejas las cosas nuevas, tornamos á tomar por nuevas las olvidadas; e ansí es agora en lo de la gineta, adargas y corazas. Cuanto más, que en esta Andalucía y costa de la mar nunca se han desusado estas armas.

El tiempo del jinete, efectivamente, había pasado, pero todavía había ocasiones y geografías propicias para el empleo de esta antigua escuela de armas.


Notas

[1] Historia orgánica de las armas de infantería y caballería españolas, Tomo 2. Conde de Clonard, p.516
[2] Idem, tomo 3, p.334

Corazas [En redacción]

La creación de la pistola de rueda en la década de 1520 posibilitó la aplicación de este arma de fuego [de escasa potencia pero fácil de manejar] en el arma de caballería. Parece ser su primera aplicación como arma de complemento para los soldados armados con lanza, pero - según fuentes contemporáneas de la época: Diego Núñez Alba - el nacimiento de la caballería cuya principal arma era la pistola - un par, tres y hasta cuatro - pudo tener lugar en el país de Gueldres a primeros de la década de 1540 [1], pero su desarrollo lo vemos mayormente en Alemania.

Durante un largo periodo denostado este tipo de soldado por considerarlo ineficiente, no formó parte de la orgánica española hasta finales del XVI, principios del XVII, aunque participando en los ejércitos del rey tropas de esa tipología con carácter mercenario, como los reiters [también conocidos como herreruelos] de nación alemana reclutados intermitentemente en Flandes ["contratos" de seis meses de duración: lo que había de durar la campaña a realizar en los meses de verano].

Durante el XVII, sin embargo, vemos un florecimiento de este arma también en los ejércitos habsbúrguicos.



Equipamiento

El arma principal del coraza, como decíamos, es un arma de fuego corta que se empleaba con una sola mano, inicialmente con llave de rueda y posteriormente con llave de chispa [aunque conviviendo ambos tipos durante varias décadas] que según la longitud de su cañón y calibre algunos autores parecían clasificar en pistolas y pistoletes, arcabucejos o arcabucillos de arzón, uniéndose el pedreñal como arma intermedia.
Lo cierto es que esta clasificación no es certera ni mucho menos, pero debemos quedarnos con la idea de que eran armas para ser empleadas con una sola mano, a diferencia de arcabuces, escopetas y carabinas que precisaban de ambas manos para ser usadas.

Quizás la diferencia la hallemos en el tipo de chuzo [culata de madera] con el cual se sostenía el arma. La pistola de caballería solía tener un cañón de entre dos y tres palmos [hay modelos más cortos para su uso pedestre] y un calibre de entre un cuarto de onza y media onza, existiendo modelos aún de mayores dimensiones. A nivel civil, la pistola y los arcabucillos eran armas prohibidas por las leyes de Castilla, siendo la longitud mínima de cañón para poder escapar a esa prohibición de cuatro palmos de vara castellana.
La armadura solía ser de tres cuartos [protección hasta las rodillas con quijotes para los muslos] cubriendo el resto de la pierna una bota de caballería de cuero. En la cabeza una celada con visera y barbote. Las manos podían llevar guantelete de acero o guantes de cuero, aunque se consideraba recomendable que la mano que asía las riendas estuviera protegida con guante de hierro, pues era objeto de las cuchilladas del enemigo para que así el contrario perdiera el control de su montura.
Con el paso del tiempo, el soldado de caballería - como el de infantería - fue prescindiendo de piezas de la armadura - por economía y eficacia, y para finales del XVII apenas mantenía peto y espaldar - a prueba de pistola como mínimo - habiendo incluso abandonado en muchos casos la celada, pero el aspecto de la ilustración precedente es bastante correcto para la primera mitad del XVII.
La celada podía llevar un penacho de plumas o no, pero los soldados siempren debían llevar un distintivo rojo que les identificaba como súbditos de la casa de Borgoña. Lo recomendable era una faja [más bien un trozo de tela atado a la cintura, ya que los extremos se dejaban sueltos] antes que una banda, pues esta, quedando suelta podía ser aferrada por el contrario para tirando de ella desestabilizar al soldado o incluso tirarlo de su montura. La celada no solía llevarse puesta, sino que se llevaba colgada del arzón trasero - lo que podía moler las hijadas del caballo - o colgando del brazo, sino se disponían de criados para que la portasen.
El soldado llevaba una espada, y solía llevar un martillo o un hacha de guerra, arma puede que más útil que la espada pues podía penetrar mejor en la armadura.

Tácticas de combate

Notas
[1] Núñez Alba escribía de oídas, así pues no podemos dar mas fiabilidad a su palabra que la que él mismo le dio: "unos los llaman [...] gueldreses, o por haber sido ellos los primeros, o por haberse visto en la jornada que pocos días ha el Emperador ganó contra el duque de ellos". Gueldres fue sometida a jurisdicción personal de Carlos V tras una guerra en 1543.

Compañías de lanzas [caballos ligeros]

Tiempo atrás dediqué un tiempo a dirimir los nombres dados a las compañías de lanzas, pues albergaba dudas al respecto de la tipología de soldado que se escondía tras tal variedad de nombres [lanzas, caballos ligeros, celadas] y temía confundirlos con la otra escuela de caballos ligeros [a la jineta] eminentemente hispánica, y muy influenciada por la caballería árabe [de lanza y adarga] que entiendo jugo su papel principalmente en la península, berbería e indias [y puede que en el sur de Italia frente a amenazas turcas] pero no se enfrentó a rivales europeos [salvo en la campaña de Portugal de 1580] no siendo estos "jinetes" rivales para caballería pesada [o aún ligera como lo que hemos de tratar en esta entrada] los cuales les hubieran arrollado en choque. Realizada ya esta aclaración, entremos a detallar las cualidades de las compañías de lanzas - caballos ligeros - celadas.


Naturaleza
En esencia, el caballo ligero era un versión "adelgazada" del pesado caballero medieval, que había perdido piezas de su armadura personal [protección de las piernas] al tiempo que la montura prescindía totalmente de ellas [bardas y testeras] dotándose asimismo de lanzas más cortas y ligeras [aunque de ristre igualmente] y caballos más pequeños.

La montura más pequeña y la menor protección de jinete y caballo tiene una relación directa: menor peso puede ser llevado por un animal de menor porte, pero asimismo, implica a esta caballería una serie de diferencias - no siempre déficits - contra sus hermanos mayores: hombres de armas o gente de armas [las Guardas de Castilla o los Continos de la familia Luna, por dar algunos ejemplo de caballería pesada peninsular].
Evidentemente, un caballo más pequeño implicaba no solo menor capacidad de carga [y menores defensas] sino menor potencia de choque, aunque se ganaba en movilidad, y sobretodo, en economía.
Durante la edad media, se había producido un proceso de "engorde" de la caballería, hasta que en el siglo XV el hombre de armas a lomos de su caballo en carrera se había convertido en una fortaleza en movimiento, un pequeño tanque que descargaba toda su violencia al choque contra el arversario. Esta ganancia de peso y potencia se había asentado en el uso de caballos criados para tal propósito, pero la exigencia de tales portentos [máxime cuando el hombre de armas debía disponer en todo caso de dobladura, una segunda montura de repuesto] aunque cubierta a base de pagar altos precios por estos animales seleccionados, había descartado al caballo medio de tal uso en la guerra.
Por contra, el desarrollo de las armas de fuego portátiles [ver entrada a propósito] aunado al empleo del escuadrón de picas, había supuesto que un "triste" peón tumbara [y matara] a tan preciadas monturas y distinguidos dueños, a un coste irrisorio, poniendo en entredicho por tanto la inversión que se realizaba en este arma del ejército. Así pues, el siglo XVI amanece con un aviso importante: la caballería había de jugar de aquí en adelante un papel secundario en la batalla, restingido a luchar contra su igual, y a limitar el movimiento de la infantería, pero no a chocar contra esta.
Asimismo, con el paso de la Edad Media a la Moderna, los ejércitos crecen en número, y aunque con su nuevo papel de segunda fila, resultan necesarios más caballos.
Todos estos factores posibilitan el "adelgazamiento" de la caballería pesada medieval, desarrollándose la caballería ligera [1] rivalizando y desplazando a la más potente, pero también más costosa caballería pesada medieval, cosa que se puede apreciar en el caso de Flandes [en la segunda mitad del siglo XVI] donde la caballería pesada que podemos encontrar en el ejército consiste en las "Bandas de Armas" del país, compuesta por la nobleza al modo medieval, pero en ningún caso se recluta otra caballería [armada con lanzas] que no sea ligera, marchando precisamente con Alba desde Milán en 1567, 10 compañías de caballos ligeros y 2 de arcabuceros a caballo. Los manuales de caballería consultados [de principios del XVII] ni siquiera hacen mención a hombres de armas, asumiendo la lanza como caballería ligera.


Protecciones
Por lo general, el armamento defensivo de un caballo ligero [nombre dado al soldado] consistía en una armadura tres cuartos [hasta las rodillas, siendo un pistoletazo en el muslo una herida mortal, como nos recuerda Basta] o en una media armadura [hasta la cintura, o hasta cubrir el bajo vientre]. Eguiluz [1590] nos refiere el empleo del peto volante, o sea, un peto superpuesto al ordinario, aumentando la tan importante protección del torso.


Una armadura de tres cuartos, sin guantes.

La protección de la cabeza se realizaba siempre con una celada con visera y barbote. Las altas botas de caballería podían llegar hasta cubrir parte del muslo [sustituyendo el grueso cuero el cujote metálico] o por el contrario quedar sobre la rodilla. Las manos podían ser protegidas por guanteletes o simples guantes de cuero.


Armamento

El arma principal del caballo ligero era la lanza, de idéntica hechura que la lanza de armas, pero más ligera y corta, la cual se llevaba en una cuja [bolsón de cuero asido a la parte derecha de la silla] y se empleaba en ristre [soporte metálico fijado al peto para sujección de la lanza].


El alma de este lanza era hueca, y a diferencia de otras armas de asta, tenía una moharra mínima [hierro que une la punta al asta abrazándola] permitiendo que la punta se perdiera en el choque, sin el excesivo compromiso mecánico del asta que le hubiera supuesto una moharra más larga. La hoquedad del asta buscaba su aligeramiento, proporcionándole mayor resistencia su mayor sección, frente a otra tipología de lanzas de cuerpo macizo pero más esbeltas, alcanzando el equilibrio entre peso, maniobrabilidad y resistencia óptima, aunque era frecuente que esta se rompiera en el choque.


El soldado llevaba bien una pistola [también llamada en la época pistolete] o arcabucejo de arzón [para ser manejado en todo caso con una sola mano] en una pistolera el arzón de la silla o un par de estas. Podía llevar igualmente un martillo o un hacha de guerra, y siempre llevaba - como todos los soldados de la época, de infantería y caballería - una espada.


Podemos ver a este caballo ligero montando: lleva su lanza, su espada, y del arzón delantero pende una pistola enfundada.

La silla de montar era una silla de armas, de arzón alto [para fijar al jinete a su montura y ayudar a transmitir la fuerza de la carrera a la lanza] borrenas [para proteger los muslos, aunque algunas prescindieran de estas] y bridas largas. A diferencia del hombre de armas, no se esperaba que el caballo ligero dispusiera de dobladura, aunque algún autor lo recomendaba.


La montura había de ser tal que permitiera una carga al galope. Aún siendo caballos de menor porte que los de los hombres de armas [como queda dicho] eran superiores en tamaño, potencia y velocidad a los corazas y los arcabuceros a caballo.

Efectividad versus reconocimiento

En su "Teórica y práctica de Guerra" [1595] hacía Bernardino de Mendoza [que había sido capitán de una compañía de lanzas] la súplica a Su Majestad "que de ninguna manera permita que sus milicias de a caballo dejen las lanzas [...] la mejor arma para la gente de a caballo". Argumentaban los detractores de la lanza [que cederá paso al caballo coraza armado con pistolas] que esta era arma de gran embarazo, y que las pistolas podían ofender a mayor distancia. Sus apologetas, entre los que encontramos a Mendoza alegaban como principal virtud de la lanza [majenada por hombres de armas o caballos ligeros] la potencia generada por el choque, censurando la pistola por ser arma que podía únicamente ofender a pocos pasos.

Pocos años después, dos militares al servicio de España [Luis Melzo y Jorge Basta] escriben sendos tratados sobre el arma de caballería, aprovechando el interludio ocioso de la tregua de los doce años, siendo poco elogiosos con las lanzas, aunque incluyéndolas como arma ordinaria de la caballería.

El caso es que frente a los primeras décadas del XVI, donde podemos encontrar que la mayoría de compañías de caballos son de hombres de armas y caballos ligeros [aumentando el porcentaje de los segundos a costa de los primeros] progresivamente las compañías de arcabuceros a caballo, y sobretodo [a finales del XVI] las compañías de corazas, arrebatan el puesto a las lanzas, quedando a partir del segundo tercio del XVII relegadas a efectos de guardas de capitanes generales.

Los defectos de las lanzas eran los siguientes: la potencia de choque que era su virtud requería el uso de caballos de mayor envergadura y calidad, y por tanto, de mayor coste; el uso de la lanza requería de entrenamiento y coordinación para poder permitir asestar golpes certeros al contrario: la preparación de los soldados requería tiempo y dinero; el coste del armamento, pues una lanza era más cara que un par de pistolas, y las lanzas se rompían al choque frecuentemente.

Todos estos factores apuntan a que las corazas [como caballería que podemos entender hacía la competencia al caballo ligero por su lucha a la carga y en melee] siendo más baratas y más fáciles de reclutar [el uso de la pistola no requería un entrenamiento exhaustivo, ni mucho menos] le ganaran la mano a las lanzas, como pieza principal de la caballería.


Combate


Como queda entendido, los caballos ligeros debían combatir al choque, dando las cargas al galope, y llevando la lanza contra sus adversarios, recomendando algunos autores elegir el pecho o el costado del caballo, según la ocasión, por la simple razón de que el blanco era de mayor tamaño, y que al fin al cabo, rota su montura, queda el soldado de caballería desmontado e indefenso para ser atropellado, aunque pueda echar mano de la pistola.

Con la irrupción de las armas de fuego, se recomienda realizar una combinación de escuadrones: primero marcharan arcabuceros a caballo que disparando unos cuarenta o cincuenta pasos a distancia del escuadrón enemigo, ayudarán a desmandarlo, girando la formación sobre su mano derecha y dando paso a las corazas [que harán lo propio con sus pistolas] para posteriormente los caballos ligeros, teniendo el escuadrón enemigo desordenado, daran su carga al galope sobre este, actuando con sus lanzas.

La carrera debía tomarse a no más de sesenta o setenta pasos, pues las distintas calidades de las monturas, harían que unos caballos se adelantaran, no realizando el choque en formación cerrada como conviene, dando el consejo algunos autores de cabalgar rodilla con rodilla, pegados al compañero. Los escuadrones para la carga serán de unos 25 hombres.

Las compañías de lanzas sirven con estandarte, el cual sirve como insignia de la unidad, al tiempo que como hito que los hombres han de seguir para reunirse tras ejecutar la carga. El alférez - que tiene como misión portar el estandarte - cabalga al lado del capitán, mientras que el teniente tiene como misión marchar en retaguardia para "recoger a los rezagados".


Cometidos ordinarios

A diferencia de los arcabuceros a caballo, las compañías de lanzas están exentas de guardias, escoltas y otras acciones menores, para permitir el descanso de sus monturas, y porque carecen de la polivalencia de aquellos.


[1] Todo esto no supone que anteriormente no existiese algo parecido a la caballería ligera. En toda época siempre hemos encontrado unidades "peor" equipadas, y no sería extraño que aún en el siglo XV hallaramos jinetes con el equipamiento y las aptitudes propias de la caballería ligera, pero interpreto más como tipo residual que como soldado deseado.

Arcabucero a caballo

En los ejércitos de los Reyes Católicos existían los ballesteros a caballo y posteriormente los escopeteros a caballo, así que dotar a soldados de a caballo con las nuevas armas de tiro durante el segundo cuarto del XVI no supuso una excesiva innovación técnica respecto a los usos pasados.
Del arcabucero a caballo se esperaba combatiera tanto a pie como a caballo, a diferencia del dragón - de aparición en las armas españolas cien años posterior - cuya montura únicamente la posibilitaba el desplazamiento hasta el punto de combate. Era pues, un soldado de caballería, que combatiría a lomos de su animal con arcabuz, espada y eventualmente pistola, pero que no debía hacer ascos a poner pie en tierra y luchar como infante cuando las circunstancias así lo requiriesen.


En la ilustración precedente, una más que idealizada representación de un enfrentamiento entre un caballo coraza [coracero] y un arcabucero a caballo, como pie de portada de un tratado militar de 1611: "Reglas militares para el govierno e servicio particular de la cavalleria" de Ludovico Melzo, caballero itialiano al servicio de su rey en los Países Bajos.


Equipamiento: armamento y montura 

El arcabucero a caballo llevaba inicialmente peto y espaldar para proteger el tronco, y celada [o morrión] para la cabeza, perdiendo las piezas de protección de espalda y torso con el paso del tiempo, aunque se recomendaba al capitán y teniente que portasen petos y espaldares a prueba de arcabuces. De la necesidad virtud, y por ello, en caso de compañías sueltas que custodiasen puestos fronterizos - o que no combatieran en cuerpos de ejército, sino hubieran de mantenerse por sí - se tenía a bien que de 100 hombres, 40 fueran igualmente armados a prueba, actuando de esa manera como tropa de choque, papel reservado inicialmente para las corazas, pues de otra manera, no hubieran podido frenar el ataque de hombres fuertemente armados.

Martin de Eguiluz, todavía en 1590, recomendaba el arcabuz de mecha frente al de rueda, por ser más fiable el tiro, y por considerar que principalmente, el soldado combatía a pie, pero sin duda, la llave de rueda - así como más tarde la llave de chispa - facilitó - por no decir que posibilitó - el combate a caballo y el disparo al trote o al paso - nunca al galope-.
 

400 Spanigsche Reuter zu feuss. 400 arcabuceros a caballo combaten a pie a los estudiantes de Aalst. Septiembre de 1576. Grabado de Franz Hogenberg. Biblioteca Nacional de España.

El arcabucero debía llevar una serie de 10 o 15 cargas [lo que hoy denominamos cartuchos] en una bolsa de cuero, realizadas con pólvora y bala liadas en un papel - Eguiluz refiere hoja de lata - para facilitar la carga. Desconozco exactamente de cuando es esta invención, pero desde luego, no se aplicó regularmente en infantería hasta finales del XVII.

Debía llevar una casaca de faldas largas, de manera que pudiera resguardar el arma y los frascos de la lluvia. De ordinario, los soldados marchaban con un sombrero en la cabeza, y se reservaba la celada - por comodidad o galantería - para las situaciones que lo requirieran. Con el paso del tiempo, la celada llegó a obviarse, mas para protección del cráneo se desarrolló una pieza metálica a modo de cuenco que cubría la parte superior de la cabeza y que quedaba oculta bajo el sombrero... pero de las representaciones pictóricas de la época, no podemos dilucidar si el soldado a caballo con sombrero portaba bajo este tal protección o no.


Arcabuceros a caballo españoles - Der Hispanigsche Reutter - persiguiendo a las tropas de los estados hasta las murallas de Amberes 2 de marzo de 1579. Portaban el típico morrión español de la época, sin cresta. Uno de los soldados lleva estandarte, contradiciendo por tanto lo expuesto en los manuales del siglo XVII, que indicaban que la compañía de arcabuceros no lo llevaría. 


Arcabuceros a caballo del rey de Navarra - izquierda - combaten con tropa de caballería del duque de Parma - derecha. 6 de febrero de 1592.


Arcabucero a caballo enfrentándose, del manual de Walhausen. El de la izquierda con sombrero, el de la derecha con celada con cresta frontal, que porta una pistola o arcabucejo en el arzón delantero [1616]



Arcabucero a caballo con celada con carrilleras como armadura de cabeza y vestido con casaca [1625]


El arcabuz de caballería podía ser algo más corto que el empleado por la infantería, facilitando por tanto su uso montado. Con el tiempo, surgiría la "carabina" [nombre con el que se bautizaría también al soldado así equipado] un arma con cañón de entre tres y cuatro palmos, y calibre algo menor al del arcabuz [aunque se refieren carabinas de onza y cuarto de pelota] pero para entonces, el arcabucero a caballo armado con armas más rotundas, había derivado al dragón.
No sería infrecuente que los arcabuceros a caballo llevasen una o dos pistolas de arzón, pero no constituía este arma parte de la dotación del soldado.

Las ilustraciones de Waldhausen nos muestran diversos movimientos para la práctica del soldado. En el equipamiento podemos ver una de las muchas formas para sujetar el arma a la bandolera. Generalmente se portaba así, excepto cuando se consideraba el peligro inminente - o en situaciones de "parada" militar - cuando se llevaba en la mano, reposando la culata sobre el muslo.


Hasta el surgimiento del dragón - al que los españoles de la época no dieron consideración de caballería, sino que lo situaron [incluso administrativamente] en cuerpo separado, entre infantería y caballería - el arcabucero a caballo era quien llevaba las peores monturas posibles, tras las lanzas y las corazas por ese orden.



La compañía


El número ordinario era de unos cien hombres, pero a medida que pasa el tiempo - como sucede también en infantería - rara vez vemos las compañías cumplidas, soliendo ser de 40 o 50 hombres.
La primera plana está compuesta por el capitán [y su paje] un teniente, dos trompetas, un furriel, un mariscal y un capellán. Tienes cuatro cabos de escuadra [para 100 hombres] y con plazas de soldado cuentan con un sillero, un armero y un barbero.
No tienen alférez, pues no tienen necesidad de quien lleve su estandarte al carecer de este.
En la jerarquía del ejército, un capitán [y asimismo su teniente] de arcabuceros a caballo tenía menor rango que su equivalente de lanzas y corazas.

El pie [teórico] de una compañía de arcabuceros a caballo española o italiana en Flandes para mediados del XVII era:

La paga del capitán y paje                                                             225 florines
La del teniente y su paje                                                                120
La del capellán                                                                                30
La de dos trompetas, furriel y herrador, a 24 florines cada uno     96
La paga de 91 soldados a 24 florines                                          2184

Tenía un coste mensual de 2655 florines, lo que equivalía a 1062 escudos de 10 reales.



Cometidos ordinarios

Al arcabucero a caballo, por su ligereza, se le encomendaban labores ordinarias en el ejército tales como escoltas, guardias, batida de estradas [vigilancia de caminos] toma de lenguas [contacto con informadores locales] exploración, comunicaciones, etc.



Arcabuceros a caballo en un manual de la época [Melzo,1611] representados en una labor típica: prestando escolta a los forrajeros, que precisamente recogen el forraje necesario para los animales, una necesidad que moviliza mucho personal, e impone o bien una fragmentación de las tropas del arma de caballería de un ejército, o su movimiento continuo, para no agotar los pastos.



En combate

El arcabucero a caballo era el soldado de caballería menos preparado para el choque, y tanto su montura - de inferior calidad y menor porte, por lo tanto, de menor potencia - como sus armas defensivas no le permitían - salvo frente a tropas igualmente equipadas - exponerse en un encuentro cuerpo a cuerpo: "no pueden cerrar a cuchilladas con lanzas y corazas".
Frente a otras tropas de caballería, no obstante, encabezaban el escuadrón atacante. Su labor consistía en dirigirse frontalmente o de costado al enemigo, marchando a "buen paso" [entiendo que al paso, pero sin llegar al trote] para hacer fuego a una distancia de cuarenta o cincuenta pasos - cuanto más cerca mayor efecto, pero menor espacio para la maniobra de retirada - por hileras, girando sobre su mano derecha. Eran seguidas de tropas de corazas o de lanzas - según la época y ocasión - que quedaban encargadas de realizar el choque - corazas solas - o disparos para la dispersión - corazas seguidas de lanzas.
Las compañías para dar esta carga con la que se esperaba se desordenasen los oponentes para facilitar así el choque de quienes le seguían, se ordenaban en tropas de tres o cuatro hileras, a seis soldados por hilera. La primera tropa mandada por el teniente, la segunda por el capitán, y el resto, por cabos, cerrando la formación un cabo u oficial reformado, para mayor disciplina del conjunto, y evitar las ausencias a media cabalgada.
Las tropas de corazas que les seguían no debían llevar estrictamente la misma línea, sino marchar en paralelo a las primeras, para evitar los atropellos en caso de que la primera maniobra resultara inadecuada.
En orden de batalla, la caballería se situaba en alas estando la infantería en los puestos centrales. Dentro de las alas de caballería, se reservaban los puestos menos expuestos a la arcabucería para que estuviera protegida frente a un eventual choque, aunque se dispusieran las distintas tropas de manera que esta pudiera salir primero a dar la carga, tal y como queda dicho.

Herreruelo

Definición - etimología

Según el tomo I del Diccionario de Etimologías de la Lengua Castellana de 1837, de donde la Real Diccionario de la Lengua Española toma una de las tres entradas de esta voz, es el herreruelo: "Soldado de la antigua caballería alemana, cuyas armas defensivas reducidas a peto, espaldar y una celada con tres crestas que no les cubría el rostro, todas ellas eran de color negro; las ofensivas eran arcabuces de pedernal muy pequeños, venablos y martillos de punta agudas a manera de hachas de armas, que se llevaban pendientes de los arzones de las sillas". Esta cita fue extraída dicha definición por el redactor del Diccionario, del Diálogo de la Vida del Soldado Diego Nuñez de Alba, que sirvió en Alemania en las tropas que el Duque de Alba dirigió en nombre del emperador Carlos V en su lucha contra el Duque de Sajonia y otros príncipes protestantes, coaligados en la Liga de Esmalcalda, y se puede fechar entonces el uso de dicha palabra hacia 1546 o 1547, justificando el uso de dicho término para referirse a esa moderna tipología de caballería ("que con nueva usanza pelean") bien por los martillos con los que pelean (derivando de la voz herrero) o por el color negro de sus armaduras.

Uso de la voz "herreruelo" para referirse a los "reiters" alemanes.
La leva de caballería alemana a la que se refiere el autor - Bernardino de Mendoza - es del año de 1567, cuando las tropas de Alba entraron en Flandes. El texto es de 1592. La cita, la siguiente:

cavalleria alemana de herreruelos, que en su lengua se llaman svverteruyters, que quiere decir caballos negros, traen petos y espaldares y celadas negros algunos dellos, y dos pistoletes colgados al arçon de la silla con que pelean, que son arcabuces pequeños.


Más ejemplos del uso indistinto de las voces "herreruelos" y "raytres" en Sucesos de Flandes y Francia... por Alonso Vázquez:

1. Raytres ó herreruelos , son soldados de á caballo que pelean con pistolas y hachas de armas que traen en los arzones

2. Alexandro tuvo nueva que se iban á juntar con él [Milord Robert, conde de Licestre, General de la reina de Inglaterra] un gran número de herreruelos que por orden de Isabel, reina de Inglaterra, se levantaban en aquellos países (...) se resolvió, con parecer de los que se lo habian aconsejado, de ir á romper estas compañías de herreruelos ó de raytres (...)

3. (...) y como en este medio los Estados rebeldes hacían una gran leva de gente para engrosar su ejército, y que le iban de Alemania muchas tropas de herreruelos, que forzosamente habían de pasar por muy cerca de Línghen

4. (...) era más cierto deshacerse volviéndose los soldados á aquellos Estados, particularmente los valones , como lo hablan comenzado á hacer, y no menos los herreruelos é infantería alemana, que con la inclemencia del tiempo y los malos alojamientos y la falta del dinero se deshacían, lo mismo la caballería de las bandas, salvo la ligera y la infantería española que habían resistido con más asistencia los trabajos en estas ocasiones, y no menos la infantería vieja italiana. .
Análisis de las dichas citas:

1. En primer lugar, la definición que da Alonso Vázquez de los "raytres" o herreruelos es bastante pobre, pero  usa ambos términos indistintamente para referirse a un mismo tipo de caballería, que podemos discutir cuál es.

2 y 3. La referencia de una leva de herreruelos para servir a los rebeldes efectuada en Alemania - aquellos países - indica que estos herreruelos eran alemanes. Parece que en esta época no había otra escuela de este tipo de caballería que la germana.

4. Distingue los herreruelos, del resto de la caballería: la de las bandas - bandas de ordenanza, la caballería pesada de Flandes - y la ligera.


Orígenes

Los arcabuces de perdernal muy pequeños a los que se refiere el texto no son otra cosa que pistolas. En la década de 1520 las primeras pistolas de rueda permiten que la caballería incorpore las armas de fuego, que hasta aquel momento, activadas por una mecha encendida - llave de mecha - hacía poco práctico, sino imposible, su uso a lomos de un caballo en movimiento. El desarrollo de un nuevo mecanismo de ingnición de la pólvora, la llave de pedernal, unas dos décadas más tarde, supuso asimismo un abaratamiento en la producción de dichas armas. Durante el primer tercio del siglo XVI, la caballería pesada - jinetes equipados con armadura completa a lomos de grandes caballos, cuya maniobra consistía en una carga lanza en ristre - se ve superada por la combinación en la infantería de cuadros formados por arcabuces y picas, que ofrecen protección frente a una carga - erizo de picas - al tiempo que pueden ofender a distancia con el uso de armas de fuego.
La caballería pesada de tipo medieval, se ve relegada al no ser ya decisiva en las batallas. Dado su enorme coste - crianza de enormes caballos específicos para el combate, confección de la armadura, auxiliares necesarios para ayudar al caballero, necesidad de varias monturas - se ve necesario desarrollar un nuevo tipo de caballería, y dado el impacto que tienen las armas de fuego, y aprovechando la creación de la pistola, se dota a unidades de nueva creación de este tipo de arma.

Armamento
Armas
Porta este tipo de caballería armas de fuego, así como armas blancas. La dotación habitual consistía en un par de pistolas que se llevaban en sendas fundas a cada lado del arzón de la silla de montar, cerca de la base del cuello de la montura. A veces podía llevar una tercera o cuarta pistola introducida en una de las altas botas de cuerto que portaban.
Llevaban asimismo una espada - al igual que todos los soldados de la época - y podían llevar en numerosas ocasiones hachas, o más comúnmente martillos, similares a las piquetas que usan los montañeros, aunque de mayor tamaño, con una punta afilada que permitía penetrar la armadura del contrario.

Armadura
Las protecciones de esta caballería evolucionaron de la armadura completa de finales de la edad media, disminuyendo el nivel de protección a lo largo de los siglos XVI y XVII, al tiempo que la potencia y el alcance de las armas de fuego aumentaban, haciendo ineficiente (coste relativo) la protección ofrecida. El nivel de protección, obviamente, también variaba en función del poder adquisitivo del soldado o del señor a que sirviera, y también existían variaciones regionales. Las primeras protecciones en desaparecer son las de las piernas, que son sustituidas por altas botas de montar de cuero grueso, aunque las musleras frontales de lamas móviles se mantienen en muchos casos hasta entrado el siglo XVII. Posteriormente se irían eliminando los brazaletes, codales, hombreras y guantes - aunque se suele mantener el correspondiente al que sostiene las riendas, por ser este blanco de las ofensas del contrario. Al final quedaría el herreruelo equipado comúnmente con un peto y espaldar y un casco - bien con el rostro desprotegido, bien con una visera abatible que lo cubría. Hacia finales del siglo XVII, se asumía que aún las piezas restantes de la armadura que se continuaban llevando - en muchas ocasiones se había eliminado también el espaldar - tan sólo ofrecían protección contra las espadas del enemigo, y en rara ocasión, contra las armas de fuego. La armadura se solía enengrecer con algún tipo de carbón, o colocándola sobre el fuego y dejando que se formara una capa de hollín que protegiera el metal de la corrosión.

Tácticas de Combate
Caracola
La caracola es una técnica basada en el desplazamiento de una formación de caballería organizada en filas y columnas contra el enemigo pistola en mano. Al llegar a una distancia que permitiera el disparo - variando entre los siglos XVI y XVII la efectividad de la pistola entre 10 y 20 metros - la primera fila efectuaba el disparo y viraba para dejar paso a la siguiente fila, que hacía lo propio y marchaba en seguimiento de la primera hasta que todas las filas habían completado la maniobra, se reagrupaban y la volvían a realizar, para posteriormente reagruparse y recargar sus armas. Dado que el alcance de las armas de fuego largas era entre dos y cinco veces superior al de las pistolas, no era una táctica efectiva contra formaciones cerradas de infantería, pero se mantuvo durante décadas.

Carga
Se asume que los suecos en la década de 1620 en su lucha contra los polacos, recuperaron para occidente la carga de la caballería, que se hacía espada - o martillo - en mano contra la caballería contraria, reservándose las pistolas para la melé resultante, en la cual podía emplearse a menor distancia, desde una posición más estable, y por lo tanto, ser más efectivo. También hay referencias de esta táctica - se asume que más depurada - por parte de los ingleses en la guerra civil. Igualmente se tiene noticia de lo contrario: efectuar la aproximación al contrario pistola en mano, disparar a distancia y extraer la espada para cargar, pero los movimientos necesarios para ello complicaban notablemente la maniobra.

Pistola y espada en mano
Aunque la referencia habitual que nos ha quedado, es la de una maniobra - bien la caracola, bien la carga - con una mano ocupada en las riendas, y la otra sosteniendo o la pistola o la espada, hay referencias del uso de ambas armas en mano:
Pueden hacer los pistoletes a las primeras cargas, llevando el uno en la mano derecha y la espada desnuda, colgada de la guarnición del pulgar la mano izquierda que gobierna la rienda, para aprovecharse de ella disparando el primer pistolete y puesto en la funda, si no es bien tirar el otro, que es en la forma que los de este parecer quieren que pelee la caballería y vaya armada a prueba, con lo cual afirman que vienen a mezclarse seguramente con el enemigo y hacerle mayor daño llevando en la mano las espadas. Teórica y Práctica de Guerra, Bernardino de Mendoza. 1594

[una tropa] llevada por un capitán puesto en la frente, y por un lugarteniente puesto en la cola, a pequeño paso, o poco trote, con la pistola y la espada en la mano, cerrando con la otra tropa de los enemigos (…) Cargos y preceptos militares... Lelio Brancaccio. 1639


La última que he encontrado, en una de las jocosas cartas de Eugenio de Salazar, en esta, en que analiza la calidad de la milicia de la isla de Tenerife de la que era gobernador [1568]:

"sepan ordenarse de manera que cuando convenga, su escuadrón se cierra y abra, y saquen sus mangas de arcabucería, que aunque no tengamos los herreruelos de Alemaña, ni los tercios de Nápoles y Sicilia, no nos ofenderán"

Y ante este punto de las propuestas de uno los capitanes de la guerra nueva, los regidores comentaron, pues no sabían que era un herreruelo, y lo confundían con un tipo de herrero alemán:

"¿para que queríamos acá los herreruelos de Alimaña? que aún un herrero que tenemos nos sobra"


Otras denominaciones
Se asume que coracero - cuirassier en francés - puede ser un sinónimo adecuado para herreruelo, aunque en la literatura militar española contemporánea, se solía emplear el término "caballo coraza" referido a coraceros de naciones distintas a la alemana, por ejempo: "caballos corazas borgoñones". En Alemania, principal zona de reclutamiento al servicio de España, se les conocía como "swartzreiters" o jinetes negros, precisamente por la oscuridad de su armadura.

Referencias en textos de escritores contemporáneos
Relaciones de hechos de armas contemporáneas
1546-1547. Diego Nuñez de Alba
1592, aunque referido al periodo 1566-1577: Bernardino de Mendoza
1614, referido al periodo comprendido entre 1577-1592: Alonso Vázquez
1595, referido al periodo comprendido entre 1582-1595: Francisco Verdugo
1621: Francisco de Ibarra

Manuales teóricos de guerra
"Teórica y práctica de guerra", Bernardino de Mendoza. 1594
"Cargos y preceptos militares...", Lelio Brancaccio. 1639

También se pueden hallar referencias - algunas de tipo administrativo de carácter militar tales como levas, pagas, efectividad - en la correspondencia de varios militares de la época, como Alejandro Farnesio