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Un presupuesto de ejército y armada para la abortada toma de Argel en 1566, de mano del duque de Alba


El Pignon : Il vero et natural sito della villa di Velez de Gomera et l'inespugnabile forte et Castello chiamato il Pignon, situato in Africa di Babaria, obra de Domenico Zenoi [1569]

Esta escena describe la operación de toma del Peñón durante el verano de 1564 por las tropas a cargo de Garcia de Toledo, capitán general de la mar. Se pueden ver galeras - maltesas, de España y Portugal - galeones portugueses, chalupas y esquifes desembarcando las tropas. Estos esquifes montaban dos mosquetes en las popas, aunque el grabador no tuviera noticia de ello, o no tuviera ni tiempo ni espacio para plasmar tanto detalle. Aparecen aquí algunos personajes principales, que veremos en este artículo, como el propio don García, pero también Chiapin Vitelli, coronel de italianos, y otros como Marco Antonio Colonna, o Marco Centurione. Vemos piezas de artillería protegidas tras cestones abriendo batería en las defensas del Peñón, un grupo de hombres tirando de un cañón a falta de mulas o bueyes, tiendas y pabellones, soldados de infantería de varias naciones - españoles, italianos y alemanes - y también los moros que lo defienden, así como caballería - tanto hombres de armas como arcabuceros a caballo, y un par de trompetas. En fin, un grabado, que, aunque de trazos sencillos, tiene una gran cantidad de detalles interesantes y que nos pueden dar una idea de como hubiera podido ser este desembarco en Argel de haberse producido. 
Por este documento, parece clara la razón de la armada y ejército que el duque de Alba presupuestara para su señor Felipe II: la amenaza turca en Hungría [1] empuja a responder en el Mediterráneo, o tal vez posibilita una vieja empresa: la toma de Argel.
Este documento está fechado a 26 de marzo de 1565 y no cabe duda que el asedio de Malta hizo posponer el proyecto, que se retomó a finales de 1565, pues tenemos noticias de los preparativos tanto por la correspondencia publicada de Felipe II con su embajador en la corte del Emperador, Mos. de Chantonay, como la correspondencia del embajador francés en la corte del monarca español, Mos. de Fourquevaux como la de don García de Toledo, capitán general de la mar.

Don García de Toledo durante la toma del Peñón de Velez de la Gomera [1564]. Detalle de la obra de Domenico Zenoi [1569]. 
En mayo de 1566, coincidiendo con la llegada de noticias de los tumultos en Flandes, se reúne el Consejo de Guerra cada día, pero el embajador francés refiere rumores de una armada que se apresta para tomar Argel:

je n'avois point entendu des appareîlz qui se drecent es havres principaulx de ce Royaume pour fere quelque  grande entreprinse par mer; et ne scavois sinon que le Roy Catholique avoit envoyé fere arresterles navires quiestoient en iceulx.  Or suis je adverly, Sire, que l'on faict fretter navires et drecer grosses provisions de biscuitz, chairs sallées et autres vivres et munitions d'artillerie à Barcelonne, Carthagene, Malque, Calliz et Seville. Aussi faict on en Biscaye, dizant publiquement que c'est pour passer en Barbarie et assallir Alger; car scavent que les gailères et galliotes dud. Alger sont allées trouver l'armée turquesque. Parquoy lad. ville est deffornie de gens et la pourra l'on forcer aizeement. A ces fins, feront venir d'Itallie quelques regimentz des Alemans qui y sont, et cinq ou six mil Espaignolz et autant d'Italliens. Parmy lequel nombre et ce qui se lèvera en ce Royaume,  ilz seront plus de trente mil hommes de pied; passeront aussi des chevaulx legiers de Lombardie et la gendarmerie des ordonnances d'Espaigne.Et veu que ced. Sr Roy sera chef dud. voiaige, il n'y aura sieur qui ne le suyve en bon equipaige d'armes et de chevaulx. De sorte que ce sera ung camp pour entreprendre non seulement contre led. Alger mais aussi contre toute la Morisme. 

Procuraba el embajador Fourquevaux informar a su señor del aparato de guerra que se organizaba en España: el arresto de naves de particulares - a los cuales, se les compensaba económicamente - el aprovisionamiento de vituallas, principalmente bizcocho - pan recocido - munición y artillería y el traslado de tropas procedentes de Italia, de las naciones que serán mencionadas en los dos documentos.
Fourquevaux aventuraba que al haber desamparado los corsarios argelinos su ciudad para unirse a la armada del Gran Señor, Felipe II pretendía encabezar la armada y ejército para, quizá, triunfar allí donde había fracaso su padre 25 años antes [Jornada de Argel, 1541].
Aunque al preguntarle al duque de Alba sobre los preparativos en una entrevista en el bosque de Segovia, éste negó que los rumores públicos tuvieran base, cabe creer que el prudente duque quiso despistar al embajador, máxime cuando los aprestos se cancelaban en junio de ese año de 1566 [2].

También se organizaban las levas en Alemania, no solo de tropas, sino de "horneros o panaderos", a los que, como veremos, el duque dedica buena parte de su presupuesto [3].

Como fuera que las noticias procedentes de las alteraciones en los Países Bajos desviaban la atención del monarca al Septentrión, la empresa argelina se abandonó.


Mémoire sur les troupes, les munitions, l'argent et les vivres nécessaires à une expédition contre Alger. Madrid, 26 mars 1565

Libro de cartas, paresceres y otras escripturas en diversas materias muy importantes.
Bibliothèque nationale de France. Département des manuscrits. Espagnol 161

He procurado respetar la grafía del texto original, aunque ha añadido algunas tildes, expandido algunas contracciones - quenta por qta, Nápoles por Naps, ducados por duºs, aloxamiento por aloxmto, Majestad por Md, mil por m, etc. - y usado algunos signos de puntuación, cuando lo he considerado necesario, para facilitar la comprensión del texto.
En algún caso, he adaptado a grafía moderna ciertas palabras, también con el ánimo de facilitar la comprensión. Procuro no reescribir ningún término referido al ámbito militar, pues conviene conocer la terminología de la época tal y como era usada, aunque, evidentemente, tan solo responda a una mera convención ortográfica que aún no se había uniformado, o al gusto del escribano. Así hallará el lector en el texto esquadrones, vallesteros, arcabuzeros y pieças de artilleria encaualgadas y la próxima vez que maneje un texto de la época ya estará familiarizado con la terminología de la época.
También he interpretado algunos garabatos [en algún caso leíbles como "dºs"], referidos siempre a moneda de cuenta, que he interpretado sistemáticamente por ducados.
El original se puede consultar en línea en el enlace precedente de la BNF, y el lector exhaustivo podrá comparar, y en su caso, enmendar cualquier error o mal interpretación en que haya incurrido.
Como viene siendo la norma en este blog, el texto original en tinta azul, los comentarios del autor en negro, texto complementario de fuentes originales en tinta morada.

Al documento de la BNF le faltan otros documentos y memoriales originales que lo acompañaban, donde se daba detalle de las vituallas, de la artillería, etc.

Ataque de los turcos a Piombino. Tropas alemanes montante en mano rechazan a los asaltantes turcos. Se confiaba en la infantería alemana para formar escuadrones de picas, y en los arcabuceros españoles para escaramuzar y trabar el combate. Detalle de Turce ad Plumbinum ... coacti turpiter receperunt. Plumbinum [Mediceae familiae rerum feliciter gestarum victoriae et triumphi. 1577]
Vistos por Su Majestad los avisos que ay del Turco y que todos confirman en que verná poderosamente por tierra a Ungría y que solamente armará hasta 100 Galeras por mar para guarda de sus tierras, desseando Su Majestad hazer servicio a Nuestro Señor Dios y beneficio a la Christiandad y a sus Reinos, Señoríos y Estados y para más conservación de la Paz y otros muchos beneficios generales y particulares que se podrían seguir hallándose armado y hechos tan grandes gastos por causa de la defensa de Malta y la Goleta, se ha resuelto y determinado dando lugar a ello la dicha armada del Turco de bolver las armas y emplearlas en esta empresa de Argel paresciendo con lo que está hecho y ordenado que es lo principal, assi en lo que toca a la gente como Vituallas, artillería, municiones, Galeras y Navíos de alto bordo añadiendo lo que abaxo se dirá y presuponiendo que no se cerrará ni se aventurará sino el flete de los Navíos que más serán menester para esta empresa y que con acrescentar la cantidad de dinero que en esta relación yrá declarado demás del questá proveido con ayuda de Dios se podrá acabar que aunque el tiempo está adelante todavía con la diligencia y cuidado que el señor don García de Toledo, capitán general de la Mar ha puesto y porná en lo que está a su cargo y con la orden que Su Majestad dará para lo que se ha de hazer en España y las islas de Cerdeña, Mallorca y Menorca, Málaga y Cartagena y Reyno de Galicia se podrá poner a punto. Y para que su Señoría entienda la traza que se haze y esté advertido como es razón, se dice lo siguiente:  


Algerii Saracenorum urbis fortissimae, in Numidia Africae provincia structae. Biblioteca Nacional de España. Obra de George Braun, 1575. La "ladronera de Argel", base de los corsarios súbditos de la Sublime Puerta que asolaban el Mediterráneo occidental, el Ispanyol bahriye, o "mar español", como lo denominaban los turcos, era el objetivo de este proyecto de armada. Sobre las defensas de Argel en esta época, se tenía un conocimiento preciso, dadas las numerosas informaciones que los cautivos, una vez liberados, hacían, así como las que realizaban los frailes trinitarios que acudían a ella para negociar los rescates.
Véase también el 'Discurso sobre la empresa de Argel' incluido a modo de apéndice. 

Están mandados levantar XII mil alemanes y proveído el dinero necessario para hazerles dos pagas en esta manera: III mil para Malta, III mil para la Goleta, III mil para el Reyno de Nápoles, III mil para Lombardía en lugar de la Infantería Spañola que se saca destas partes. Destos se tomarán los seis mil de Malta y la Goleta y de los de Nápoles dos mil, que serán 8 mil, porque estando armado su Majestad tan poderosamente paresce que bastarán que queden en aquel Reyno tan solamente mil para repartir en Nápoles y Gaeta porque aún viniessen algunas galeras del Turco a hazer daño en las costas, que otra cosas de sustancia no la podrían emprender sino armadas de lo que está dicho, aunque junte los corsarios, el Virrey se podrá ayudar y proveer de la gente más útil del Reyno para guarda y defensa de las marinas, que para contra tales enemigos será útil y fiel y estos II mil Alemanes se han de pagar a quenta del dinero que su Majestad tiene, aunque se había scripto al Virrey pagase allá todos los tres mil, pero sacándose estos dos mil no se puede hazer otra cosa sino pagarlos acá y assí quedará más aliviado lo de Nápoles,

Como vemos, se hacen unas reclutas de tropas alemanas que se han de repartir en primera instancia en diversos presidios - la Goleta, Malta - o estados - Nápoles, Lombardía - en parte para reforzarlos, en parte para sustituir a los españoles que se sacaran de ellos - los de Lombardía habían de servir en las galeras - pero de los cuales, en última instancia, han de salir buena parte - 8 de 12 mil - para embarcarse en la empresa de Argel. Como vemos, se habla de "pagarlos acá", eso es, pagarlos a cuenta del dinero de rentas españolas en lugar de cargarlo al reino de Nápoles. 
Esta gente había de estar repartida en las diferentes provincias hasta que se mandase embarcar. 


Todavía en estas fechas se confiaba en la recluta de tropas alemanas para las empresas mediterráneas de la monarquía. Aunque Felipe II, a diferencia de su padre, no tenía jurisdicción alguna en esas tierras, se confiaba en la relación familiar con los Habsburgo austriacos para organizar levas en sus territorios. Además, se contaba con una buena relación con los coroneles alemanes, los cuales, actuando a modo de empresarios a la par que líderes militares, se encargaban de todo lo concerniente a la concentración y transporte de tropas. En no pocos casos, estos coroneles procedían de linajes de militares al servicio de los Habsburgo.
Detalle de la portada de un libro de 1564, autor: Fronsberger, Leonhardt: Kriegs Ordnung Vnd Regiment, sampt derselbigen befehl, statt vnd Ampter, zu Ross vnd fuss

Y porque importara que vayan IXm alemanes para hazer enteramente tres esquadrones se habrán de levantar de nuevo otros dos mil para que llegados allá queden en el dicho número que con venir por tierra y la mar faltarán y se consumirán las dichas mil plazas. Los VI mil destos Alemanes estan proveidos de dos pagas que comenzarán a correr desde primero de Marzo. Será menester entretenerlos otros VI meses hasta volver a sus casas, que montará su paga cada mes con el sueldo de los coroneles y officiales y sobrepagas 30 mil escudos y en todos ellos 180 mil, 

El propio duque de Alba denunciaba en 1567, durante los preparativos de la marcha de los tercios desde Italia a Flandes, la escasez de piqueros que había en la infantería española:

"suplico á V. M. que en las primeras naos que partan de Vizcaya para Flandes, mande V. M. cuatro mil picas porque va esta infantería con tan pocas y tanta arcabucería , que por cierto tengo que no podríamos hacer escuadrón"
Se confiaba desde tiempo antiguo en la infantería alemana para escuadronar, pues, como aseguraba Antonio de Leyva en 1532 porque en la verdad, para alemanes es la pica y para español e italiano el arcabuz.

Batalla de Marciano [1554] por Giorgio Vasari. Detalle. Lansquenetes alemanes defienden la República de Siena frente al ejército florentino-imperial. 
Por contra, don García de Toledo, virrey de Sicilia y capitán general de la mar, consideraba que los alemanes no eran gente para servir en la mar:
Los dos mil tudescos de Malta yo los convertiría en otros tantos italianos, porque primero que lleguen a servir costará mucha cantidad de dinero, demás de ser mucho mas caros y fáciles á enfermar, y es gente, como lo vi en el Peñón, que por poco que se entretengan en la mar y padezcan en ella quedan deshechos por tercio y les cae una dolencia que se amorban á si y á las galeras
Carta de d.García de Toledo a Felipe II. 2 de Febrero de 1566

Podemos creer que don García hacía un juicio fundado, pues durante la toma del Peñón de Vélez de la Gomera, en 1564, operación que él había dirigido, formó tres escuadrones: el primero del tercio de Nápoles y parte de los españoles nuevos, el segundo, con los de Lombardía y Sicilia y bisoños, y el de retaguardia, formado con alemanes reforzados por 600 arcabuceros españoles, seguramente, por la costumbre alemana de servir con escasa arcabucería.

Arcabuceros alemanes. Grabado de Jost Amman hacia 1560
También en el socorro de Malta en 1565, don García había formado tres escuadrones y no dispuso de tropas alemanas para ello: 1º con los soldados del tercio de Nápoles, 2º, tercios de Lombardía y Córcega y 3º de italianos.


Los dos mil que de nuevo se han de levantar para que quede el número cumplido de los dichos nueve mil en siete pagas que habrán menester desde que dieren la muestra en adelante con el aufguelt montarán 70 mil escudos,

El Aufguelt era un emolumento - en España se llamaría socorro - que se otorgaba a los soldados para alistarlos y apercibirlos desde que salían de sus casas hasta que llegaban a la plaza de muestra: una dieta de desplazamiento que a la vez podía servir como prima de enganche.

Véase que en el punto anterior se declara que "será menester entretenerlos [...] hasta volver a sus casas". Era necesario darles media paga para despedirlos y licenciarlos, y muchas veces, por no disponer del dinero para despedirlos, se dilataba, acumulándose las pagas. Teniendo en cuenta la gran cantidad de plazas muertas que se pagaban y los costes de los oficiales - incluyendo las pensiones [5] otorgadas a los coroneles para tenerlos a disposición - algunos consideraban que eran tropas más caras que las españolas, pero el hecho es que Alemania era una tierra densamente poblada y era relativamente fácil hacer grandes reclutas. La infantería española vieja, por contra, se había de mantener todo el año, bien en los presidios de Italia, bien embarcados en galeras, y quizá por esa continuidad era más fácil mantenerlos con la promesa de las pagas venideras.

Para la caballería existía el equivalente anritghelt.

A los de Lombardía no se tocará porque aquello conviene que esté bien proveído, sacándose como se ha de sacar toda la Infantería española y estos su Majestad no tiene que pagarles más de lo que ha dado para levantarlos y traerlos, porque después entran en la consignación que tienen los españoles y queda desembaraçada porque a estos su Majestad los ha de mandar pagar a quenta de acá, 

Al tercio de Lombardía le tocaba embarcarse en las galeras para servir durante la campaña de verano de ese año. 

El Virrey de Nápoles ha scripto ultimamente que embiará al Señor don García XVIII compañías entrando en ellas una que está en la Goleta y dexando dos para lo de Nápoles y Gaeta y converná que toda esta gente sin que quede ninguna salga en las 20 compañías. Contando una con otra a 150 soldados habrá 3 mil, y estos se ha scripto y scrivirá al dicho Virrey que los provea por tres meses de vituallas y que sobre aquello los haga pagar a cumplimiento de seis meses y por esto no se saca aquí lo que montará,

De Lombardía se sacarán hasta mil y quinientos españoles sin haver de quedar ninguna vandera, quedando en su lugar los dos o tres mil Alemanes que se ha scripto al duque de Alburquerque que haga baxar, y su paga de seis meses montará 45mil ducados a razón de siete mil y quinientos cada mes con el sueldo de los Capitanes y officiales lo qual se ha de pagar del dinero de acá por estar necessitado lo de Milán,

Don Gabriel de la Cueva, duque de Alburquerque, era gobernador de Milán y capitán general de Lombardía y Piamonte. Para "hacer baxar" los alemanes, el duque había de pedir patentes y licencias al Emperador por medio del embajador que residía en su corte y en paralelo enviaba una patente al coronel escogido para que levantara la gente. Después, debía nombrar comisarios para que condujesen y alojasen los soldados. A veces estos comisarios solo ejercían su cargo en territorios de la corona, otras veces, también en tierras amigas.
En esta época había un Comisario ordinario residiendo en Ratisbona, Juan de Avendaño, al cual se le remitía comisión oficial o patente en lengua alemana para ejercer su misión. En ocasiones, a los soldados se les mandaba marchar a la "desfilada" o a la "deshilada", esto es, se juntaban un número de ellos, 15, 20, 35 o 40 y hacían el camino sin oficiales.

De Sicilia se podrán sacar otros mil españoles que se han de pagar necessariamente de acá y començarles a correr el sueldo a esta quenta desde que desembarcaren. Solamente les podrá proveer el dicho señor don García de aquel Reyno vituallas por dos meses y montará su sueldo por otros cinco a cumplimiento de siete a rrespeto de cinco mil ducados al mes 25 mil, 


El tercio de Cerdeña era en este documento el 3º de don Gonzalo de Bracamonte. Los escribanos, como se ve, usaban las abreviaturas que creían convenientes.

De Cerdeña en el tercio de don Gonzalo de Bracamonte haura hasta mil y ducientos spañoles para lo q les esta proveido del dinero para q sean pagados hasta en fin de Marzo será menester pagarlos de acá siete meses hasta que buelvan al aloxamiento q a razon de 4m ducados al mes montaran 34m, 


Los soldados viejos españoles, bregados en la toma del Peñón o en la defensa de Malta, engrandecerían su fama en tierras del norte. Batalla delante de Niemegen. 1574. Detalle. Infantes españoles avanzando. Grabado de Franz Hogenberg. Sucesos de la historia de Europa en el siglo XVI [BNE-BDH]


y porque va hecha corta la quenta, se puede tener por cierto que llegarán por lo menos a siete mil y quinientos los dichos soldados viejos españoles, con los quinientos o 600 que llevará don Álvaro de Bazán en las Galeras y 200 que han de yr en la nao del Artillería, 


Buenos vallesteros. Sí, ballesteros en 1566, muy útiles en Berbería. Don García de Toledo, en 1560, hallándose Álvaro de Sande cercado en el fuerte de los Gelves por el ejército turco-berberisco de Dragut, proponía una serie de fuerzas para el socorro que debía realizarse. Debían llevarse - según su parecer - 7.000 españoles, y 3.000 italianos de Florencia "y que sean todos arcabuzeros", pero añadía:
Y si don Juan truxesse en las galeras hasta mil ballesteros tendríales yo por gente muy conveniente para esta jornada.
Parecer de Don García de Toledo sobre el socorro a los Gelves 1560.

Será de nuevo menester levantar en estos Reynos otros dos mil, para que quando saltaren en tierra aya el numero cumplido de ocho mil y algo más. Para estos se nombraran sus capitanes y se ordenará que entre ellos vaya alguna parte de buenos vallesteros porque para esta jornada serán provechosos. Para estos bastarán cinco meses de paga a razón de quatro ducados cada uno que en cinco meses son 40m ducados,

Iten se han mandado levantar 4m Italianos a Cesaro de Napoles por que chicipini viteli sea escusado, que por seis meses montarán 96m ducados, con los sueldos y ventajas de los coroneles y officiales q sale a 16m ducados al mes y a 4 por soldado y esto se ha de proveer a quenta de su Md. 

Chapín o Chiapin Vitelli se distinguió posteriormente en la guerra de Flandes.

Demás de los dichos Italianos se scrive con este correo al dicho señor don García dándole comisión para que pueda levantar otros 3m porque sirvan para lo de Malta si su Sd revocare los 3m que ha offrescido saliendose el maestre, lo qual no es de creer haviendose hecho la provision de 12m infantes como lo havia embiado a pedir o para esta empresa de Argel para que vengan a quedar en el numero de 6m y estos ha de proveer el dicho don García, que si anden a Malta en lugar de los de Su Sd. se paguen de los 125m ducados con que ha servido aquel Reyno y si esto cessa haviendo de venir como es necessario a la jornada de Argel su Md los mandará pagar por seis meses que montaran 72m ducados,

El maestre aquí referido era el jefe de los caballeros de San Juan o Orden de Malta. Jean de la Valette. Justamente había subido al trono de san Pedro a primeros de 1566 un nuevo pontífice, Pío V, y como las políticas de la Santa Sede eran personalistas, cuasi dinásticas, se temía, no sin razón, que el nuevo papa renunciase a los compromisos adquiridos por su predecesor en la defensa de la cristiandad frente a la amenaza turca. También, claro, la empresa de Argel podía ser vista como una empresa personal del rey de España de la que el Papa no había de beneficiarse.

Toda la dicha infantería que se ha de levantar y juntar haze el numero de 26m y quinientos infantes de paga, pero hazerse quenta que se vendrán a resumir en 24m quando salten en tierra en esta manera: 10m Alemanes quedarán 9m mil, de 9m y quinientos españoles, quedarán VIIIm, de siete mil Italianos, 6m,

El duque distinguía en su propuesta los 'infantes de paga' de los que habían de saltar en tierra, contando que muchas eran las plazas muertas que se pagaban sin que hubiera soldado alguno real.

De las guardas de Castilla por venir más a propósito y no sacar la gente de armas del Reyno de Nápoles, se llevarán trescientos caballos. Será menester pagalles de contado y anticipado un año de sueldo que montará  hasta 30m ducados.


Cartón número 8 de la serie de la Jornada de Túnez [1535]. Jan Cornelisz Vermeyen. Batalla de los pozos de Túnez. Detalle: Emperador seguido por su estandarte y hombres de armas


llevarse han de España tres mil gastadores a razón de quatro ducados cada uno por cinco meses montarán 60m ducados.


Gastadores franceses de finales del XVII. Grabado del tomo 1º de Les travaux de Mars [1685]. 
Los gastadores hacían fortificaciones y obras de asedio, como esplanadas, trincheras, reparos para defender las baterías de cañones, cegaban fosos, recogían fajina, desbrozaban, labraban los cestones, etc. Movían las piezas de artillería, y se dedicaban a abrir, allanar o ensanchar los caminos para el paso del tren de artillería y ejército. Además asistían a los gentileshombres de la artillería y a los artilleros sirviendo las piezas, descargando la pólvora, etc. También podían dedicarse a fundir balas de arcabuces y mosquetes. En general, podían asistir a cualquier oficial en cualquier trabajo y por hallarse en primera línea de sitio sufrían numerosas bajas a manos de la artillería y arcabucería de los defensores.
En su ausencia, podían hacer dichos trabajos los soldados de infantería, pero en general, los señores soldados rechazaban todo trabajo manual que no fuera el propio oficio de las armas:
Ocuparà los Carpinteros, Maestros de muros,y Gastadores en lo que de esto es menester,y à su falta Soldados, que trabajan poco, que estan mucho; y no fe les puede mandar sino rogar con el premio del interes delante [...]
A falta de gastadores se acostumbra seruirse de Soldados, que trabaxan por dineros, como Alemanes,y Balones,y otros, y esto tanto para hazer trincheras como obras de la artilleria, y para hazer plataformas, y fuertes, cegar fosos, y quanto se offreze [...]
Cristóbal Lechuga [1611]

Evidentemente, cuando en juego estaban las propias vidas, los soldados hacían el oficio que tocara.
Además de gastadores, podía haber otros oficiales especialistas, como tallamontes, muradores, etc.

Ordenarse ha que baxen de Alemana hasta 200 horneros y panaderos y que aya quien los govierne y trayga a su cargo

Véase nota 3.

Llevarse han, assimesmo 30 o 40 Pieças de Artillería para dos baterías bien encaualgadas y a punto, y para esto serán menester 40m ducados

En 1566 llegan 100 piezas de artillería procedentes de Flandes al puerto de Málaga, de las cuales, se embarcan 40 para Mesina.

Giorgio Vasari. La captura de Porto Ercole. Detalle de la artillería de sitio de la época, dispuestas en batería protegidas por cestones. La artillería ha abierto brecha en el bastión y la infantería lo intenta tomar al asalto por fuerza de picas. 
Embiarse han a comprar a flandes dos mil quintales de pólvora de arcabuz que costarán a 12 mil ducados. Con el flete y otros gastos montarán 24m

Demás de esto se ha ordenado se lleven a Italia para lo de la Goleta y Malta quinientos quintales, que esto también servirá para la dicha empresa -

Iten, se presupone que en Italia se podrá juntar por lo menos de Nápoles, Sicilia y Génova otros quinientos que serán por todos III U y se hará gran diligencia para que en Málaga vayan labrando,

Parece que se traía pólvora de Flandes, si bien en Castilla se producía, así como en Nápoles, Génova y Lucca, aunque en Sicilia parece que resultará difícil de proveerse. García de Toledo, no obstante, consideraba que su demanda de 500 quintales de pólvora de arcabuz no podría ser atendida desde Castilla [2feb1566] y se resolvía a conseguirla en Génova para marzo. No sé discernir si no cree posible quedase satisfecha su petición por la cantidad o por la premura con que la quería, aunque queda claro que en Málaga se labraba pólvora. 

Para Picos, Açadas, palas y otras herramientas para gastadores y otros servicios del artillería de que a de ir muy cumplida monición q se han de hazer en estos Reynos, se hará acá hasta en cantidad de 8m ducados, teniendo respecto a q de Italia vendrá también alguna cantidad, 

Para tirar el artillería y municiones paresce q bastarán hasta 200 pares de mulas con sus colleras y tretas y otros adereços siendo corto el trecho que las han de llevar desde la mar donde se han de assentar las baterías. Para comp[r]arlas en estos Reynos o el sueldo que ganaren se ponen 20m duºs.

Para adereçar las colleras y encaualgar el artillería y para carros, fraguas, yerro, azero, plomo y clavazón, cordelería, mecha y otras cosas y menudencias necessarias que se llevaran de acá, se ponen a buena cuenta de una vez 20, duºs

Para el sueldo de los officiales, gentiles hombres y otros gastos y cosas extraordinarias q se offrecen y para el hospital a buena quenta se ponen al mes 6m ducados que por cinco meses montarán treinta mil entrando en esto los artilleros que se han de llevar que tienen sueldos ordinarios aca en España y será necessario acrescentarselo por esta Jornada,

Presuponese que el número de toda gente para q se ha de hazer provisión de vituallas será 40 mil bocas, porque yrá mucha gente principal y suelta y  yran mil y quinientas cavalgaduras y conforme a esto se haze la quenta advirtiendose que toda esta es sin la ordinaria de las Galeras,

Frente a los 26.500 infantes de paga - 24.000 de servicio -, los 3.000 gastadores y los 300 guardas de Castilla, vemos que se asume que el número de toda la gente será de 40.000, sin contar la ordinaria de galeras. Además de los soldados, se debía contar también con toda la gente que servía el artillería y oficios necesarios como toneleros, herradores, herreros, fundidores, etc. También los oficiales de la administración: como contadores, proveedores, comisarios, etc.
Con los ejércitos no solo iban soldados de infantería y caballería, artilleros y oficiales de la corona, carpinteros y gastadores, carreteros y mozos de cuadra, también marchaban infinidad de criados personales y especialmente en este tipo de armadas, los llamados aventureros, gente que servía sin sueldo ni entretenimiento con pretensión de destacarse y obtener alguna merced, por la recompensa del saqueo, por algún motivo ideológico - la lucha contra el infiel - o por simple afán de aventura.
Yendo, como se declara, "mucha gente principal" la nómina de criados se disparaba. Muchos nobles acudían a este tipo de empresas, dispuestos a ganar fama, y por motivos equiparables a los de los aventureros, aunque, a priori, con dinero para mantenerse ellos y sus criados, muchos de ellos "criados de pelea", pero la mayoría eran servidores de casa.

Según la relación [que] ha embiado el sr. Don García paresce que ha hecho hazer  y haze provisión de vizcocho, harina, vino, vinagre, azeyte, carne salada, pescado, queso, arroz, hava, garbanzos y otras legumbres en Nápoles, Génova, Sicilia, Cerdeña y España, repartido en cada parte según se contiene en su memorial para 15m bocas que han de yr a la Goleta que conforme a los prescios que lo tassan montan IIIm Vos y para 25m bocas que de aca se haze provisión en estos Reynos a cumplimiento de los dichos 40m serán menester al mesmo respecto poco más o menos según la differencia que hubiere de los prescios de una parte a otra 183m Duºs y se ha de screvir al dicho señor don García que se haga hazer las dichas vituallas y provisiones conforme al memorial que embio porque sobre aquesto se haze acá la quenta para el cumplimiento de las dichas 40m bocas,



Iten, assimesmo ha de hazer alla todas las municiones que vienen declaradas y comprendidas en la sobre dicha relacion por q assimesmo se harán acá las que faltaren hasta el cumplimiento de lo que será menester y se terná quenta particular con que alla se han de gastar en lo uno y en lo otro los 225m seis cientos y treinta y quatro ducados q vienen declarados en la dicha relación que montarán las dichas vituallas y municiones y fletes de navíos,

De esta relación, como advertimos al inicio del artículo, no hay copia.

Los dichos 183m ducados para las vituallas q aca se han de hazer se han de proveer y anticipar desde luego porque no se sufre otra cosa para que se hagan a tiempo y con todo brevedad y estos y los IIIm que montan las vituallas que el Sr don García haze hazer según su relación se han de dar a la gente de guerra en quenta de su sueldo o descontárselo al fin de la Jornada, y tanto menos costará el gasto desta empresa por yr cargado en la relación del dinero todo por entero advirtiendo que no se podra dexar de pedir de las vituallas alguna quantidad haviendose de embarcar y desembarcar tantas veces y por esto sera menester hazer alguna mas para que no aya falta aunque cree segun el tiempo porque se haze la provission que es a siete meses y a seis y a cinco, no vendrá a faltar especialmente que de Nápoles ha de embiar el Virrey proveidos los tres mil españoles y dos mil alemanes por dos o tres meses de Vituallas y el dicho sr. don García los mil soldados de Sicilia por otros tantos a costa de ambos Reynos y no del dinero q es a cuenta de su Md, y si sobrare algo de las dichas vituallas servirá para la provisión de las fronteras y galeras y las condiciones quedarán para estar de respecto de manera que lo que se aventura en lo que es menester para lo de Argel es muy poca gente que se cresce a lo que se forçossamente se ha de entretener por este verano y el flete de los navíos, que, en comparación del effetto que se podrá hazer es de tener en muy poco,

Aquí tenemos un razonamiento interesante basado en el riesgo económico de planificar y no ejecutar la empresa: esencialmente, asume que son los fletes lo que se puede perder. Los fletes, son los costes de todos esos navíos de particulares que se secuestraban, o sea, que a los armadores se les retenía el barco para ejecutar la empresa real y se les pagaba una compensación económica, que en general, no compensaba la perdida por dejar de transportar mercancías, y por eso "huyen de los lugares donde pueden ser detenidas".
Respecto a los soldados, se asume que se van a "entretener" pocos más de lo que sería ordinario para la campaña de verano.
Respecto a las vituallas, que van a cuenta del sueldo de la gente de guerra, no se consideraba un gasto.
Total, una inversión mínima.

Al final - junio de 1566 - se habían arrestando naos y escorchapines por un volumen de 15.000 toneladas, que hubo que pagar, y los "bizcochos, harinas, trigo y legumbres y todas las cosas que se pudieran conservar y no estuvieren sujetas a corrución ni disminución" se dio orden que se revendieran, se rompieran los contratos con los proveedores - compensándoles - o se remitieran a plazas de Berbería.

En las noventa galeras que embia por relacion del dicho sr don García que terná en orden y a punto este año se podrán embarcar y venir 20m infantes

Esto supone más de 220 infantes por galera.

Demás desto se tiene por cierto que el Serenísmo Rey de Portugal, ayudará con las que tiene y hasta el cumplimiento de 10 navíos por todo.

Eran carabelas - y algún galeón - que podían venir a sueldo de aquel rey o de Felipe II.

Faltarían para llevar y embarcar las dichas 40m bocas sobre que se haze la quenta 30m tonelas, porque en verano ha menester cada hombre una, por razon de la calor y de las muchas vituallas. Yran estas costaran cada mes segun el sueldo se acostumbra a dar en España 10 quentos [millones] 600 m, que en cinco meses montan 53 q[uent]os 255 m, [de maravedíes]

Cabe deducir que buena parte de este peso "por razón de la calor" debía ser de agua.

Destas dichas 30m tonelas se podran tomar 15m en Italia, en los mejores navios y mas a proposito que se hallaren para la embarcacion de la gente, vituallas y artillería y municiones q montaría el sueldo de ella segun la dicha quenta, 26qºs y medio que montan 70m seiscientos ducados

Iten las otras 15m para lo que será menester otro tanto dinero se han de tomar y arrestar acá y entre ellas todos los más barcos sevillanos scorchapines que ay en Sicilia y Cathaluña para que vayan en ellos las vituallas porque se puedan varar en tierra en la parte que pareciere más conveniente para fortificarse y habérseles la guardia porque será grande comodidad para todos effectos,

De estos escorchapines, Felipe II, en una carta de mayo de 1566, dice que se habían arrestado hasta 70 en Cataluña, insistía en que se usarían para transportar vituallas, municiones y otras cosas, y que se podían varar, pero, eso sí, necesitaban una escolta de galeras, partiendo desde Málaga y Cartagena.

De manera que montan estas dos partidas en los dichos cinco meses de sueldo 142m Dºs

Así que monta todo lo concernido en este memorial por razón del nuevo crescimiento de gente, moniciones y navíos que se haze un millón y ochenta y dos mil Dºs


El presupuesto del duque, más detallado que éste, suma 1.133.517 ducados, unos 50.000 ducados más.


Lo que se ha proveído a quenta desto,

Al embaxador Figueroa han remitido 306m Dºs por cambio. Destos ha de dar 50m a Malta, de manera que quedarían 256m. Estos se sacan aquí por q han de ser a quenta del dinero que su Md. tiene, 

Docientos que ha de proveer el Virrey de Nápoles como se le ha scripto,

ciento y veinte y cinco mil que ha atorgado Sicilia pero no se han de sacar sino ciento porque lo demás será para interesses,

Ochenta mil de las averías,

Monta lo que ay está proveido 
636m ducados

De los quales se han de abaxar 225m que don Garcia embia por quenta que montarán las vituallas y municiones que ha de haber para la Goleta porque en esta relación no va puesto sino lo que sobre aquello se ha de proveer acá, de manera que quedarán 411 Dºs

Assí que faltarían para cumplimiento al dicho Millon y ochenta y dos mil ducados, seiscientas sesenta y un mil ducados que se han de proveer de acá limpios sin interesses, 

ffecha en Madrid A 26 de Marzo mil y quinientos y sesenta y cinco, 








Notas
[1] El itinerario del ejército del sultán en 1566 fue resumido por Braudel [El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II]: por Estambul hacia Andrinópolis, Nich, Belgrado y luego Hungría.

[2] Fourquevaux, despacho de 5 de julio de 1566. El duque le respondió que Argel estaba muy bien defendida por 15.000 arcabuceros, de los cuales 6.000 eran españoles moriscos, muy buenos soldados, y que los preparativos eran en prevención de la llegada de la armada turca, tan solo para defender las costas españolas y no para empresa ofensiva.

El 4 de junio de 1566, el rey escribía a don García de Toledo informándole del cese de los preparativos.

[3] Instrucciones al embajador ante el Emperador, Mos. de Chantoné [Chantonnay], de 1 de abril de 1566 [CoDoIn, 101] para el acrecentamiento de otros 2000 hombres en 6 banderas del regimiento del conde Juan Baptista de Arco, de 2700 hombres, que hace en Alemania para marchar al estado de Milán y "para servirse dellas, como se viere ser necesario, para asegurar las costas de Berbería, por cuanto se tiene avisos que el Rey de Argel hace grande aparejo y provisión de guerra".

También, en la misma carta, la noticia de los panaderos:
escribo y envío á mandar á Juan de Avendaño, mi Comisario ordinario, que reside en Ratisbona, levante doscientos horneros ó panaderos y los lleve á Italia, y para ello se le envía la comisión necesaria, 

[4] A finales de verano de 1566, Margarita de Austria había ordenado apercibir 10.000 alemanes en 33 banderas, siendo jefes de 10 de ellas Jehan de Nassau y conde de Everstein, quedando otras 18 a cargo del coronel Gunpenbergh, y las restantes 5 comisionadas al capitán Waldesinger.

[5] Las pensiones se concedían por periodos de tres o seis años, generalmente, para el coronel y diez capitanes.

De 1564 tenemos noticia de varios coroneles pensionados:
Al coronel Lazarus de Swendi, 1200 florines de 20s al año [3 florines = 2 escudos, más o menos]

A Jehan - George de Gumpenberg, al conde Anibal de Alta-Emps, al coronel Lazarus de Swendih, al conde Felipe de Eberstain, al coronel Hylmar de Munchausen, para sus personas 1200 táleros de 28s al año y para diez capitanes a sus cargos, mil escudos a 37.5s la pieza. 3555 florines por coronel.


Al coronel Wolff Tieffsteter se le había concedido una pensión de mil escudos anuales por seis años, que no se le renovó cuando llegó a su fin el 11 de octubre de 1563.


Apéndice

DISCURSO 
SOBRE LA EMPRESA DE ARGEL 
POR PHELIPO II EN EL MES DE MAYO DE I572. 

En la forma y por dónde y cómo se a de combatir á Argel ay  diferentes opiniones, porque unos dicen que lo mejor seria por la parte de leuante, quando no se atrauesase el impedimento del castillo y auenturar á perder los dias que se podrían ocupar sobre él, y el estoruo que podria auer en passar tres rios que ay desde el cabo de Metafus, donde, en tal caso, se auria de desembarcar, y otros, que es la mayor parte, en cuyo parecer se concurre, por la de poniente, y desde el alcazaua á la puerta de la Balueta, porque si bien refieren que la muralla es muy alta y de nueue pies de ancho, y que demás destos, va engrosando hazia los cimientos, y que está fundada sobre peña, y que después de batida todo lo que della se puede descubrir, quedará alta la batería como seys pasos, todadía la tiene por más fácil, assí porque la venida y el camino desde el cabo de las Caxinas es mucho mejor que el cabo de Metafus á Argel, y más fácil el llegar el mismo dia á la tierra sin que el exército tenga necesidad de trinchearse, como por que la cauallería de los moros no puede por esta parte serles de ningún prouecho, y porque se podría enchir con mucha facilidad el fosso de mucha faxina y tierra que se terná en el propio aloxamiento, y por no tener ningún traues sino el del alcaçava, hasta un torreón de 40 pasos de hueco alrededor, de no mucha resistencia, y del hasta otro que hizo ya Arráez, y también por que por la parte de fuera de la dicha cortina de la puerta de Babaluete ay un gran barranco donde, á menos de 70 pasos de la muralla, se podrá aloxar todo el exército, cubierto de la tierra, con un arroyo de agua á las espaldas que de inuierno y verano lleva buena quantidad, allende de muchos pozos que assí mismo ternán por allí cerca, y la comodidad de poder traer el artillería á desembarcarla á tiro de arcabuz deste mismo alojamiento, como adelante se tratará y más largamente se podrá ver por el designio, y assí mismo por poder gozar de la comodidad de las dichas galeras, que se podrán entretener en el cabo de las Caxinas, como se dirá; aunque los que esto dizen no niegan que no seria bien çercalla también por la parte de levante, quando se pudiesse llenar tanta gente que con seguridad pudiesen abrazar lo uno y lo otro.

Para lo qual la armada de su mag. podrá partir de donde quiera que se hallare, tanto la destos reynos, como la que huuiere de venir de Italia, toda junta ó separada, como quisieren, sin sperar la una á la otra, y sin temer ningún peligro de enemigos, pues no los ay ni puede auer, sino fuesse las galeras que huuieren salido de la misma Argel ó del Surqüillo, que auiendo de nauegar las galeras, podrán hazer muy poco efecto y venirse á juntar en Mallorca, de donde podrá partir con tiempo hecho; y quando se viere á vista de Argel, hazer demostración de querer desembarcar en el cabo de Metafus, á donde de razón ha de acudir toda su fuerça, para después á la improvista tomar tierra en el dicho Cabo de las Caxinas, 12 millas italianas de la dicha Argel, en el qual, de la primera barcada, se podrán desembarcar hasta 15D hombres, y apoderarse de un sitio eminente que ay sobre el mismo Cabo, donde los turcos han hecho, de poco tiempo acá, vna atalaya en que caben hasta 3D hombres, y donde ay unos edificios viejos y plaza capaz para hazer un fuerte en que, con buena guardia, se podrá meter toda la victualla y municiones que se fueren desembarcando, como el que se hizo en Alcalá quando se fué al Peñón, y hallarse á tiro de ballesta toda la tierra que fuere menester, y un rio á una milla de allí hazia poniente, de que el exército, estendiéndose el alojamiento hazia allá, podrá beuer.

Después que se aya acabado el dicho fuerte y descansado la gente un dia ó dos, ó lo que pareciere, podrá caminar el exército, llenando solamente algunas pieças de campaña, y victualla cada soldado para iiij dias, demás de toda la que se pudiere llenar en los carros y mulas que se an de lleuar para tirar el artillería, y en otras bestias de carga y en ombros de los gastadores, y hazer el primer alojamiento en la mitad del camino, donde terna gran comodidad de pozos de agua, porque este dia, al principio de la jornada, se ha de pasar media milla de arenal y una subidilla que todauía será de algún embaraço, si bien todo el resto del camino, hasta muy cerca de Argel, es muy bueno.

El dia siguiente, dexando junto de Argel el camino real, y el castillo de la montaña á la mano derecha, tomando á la izquierda por unos barrancos donde la cauallería de los moros no podrá ser de ningún provecho, se podrá acercar á la tierra hazia la dicha puerta de Babaluete, y alojarse en el alojamiento ya dicho, apoderándose á un mismo tiempo de una montañuela que está entre él y el castillo de fuera, con que se verná á asegurar la campaña y hazer desde allí gran daño á la dicha Alcaçaua, como más particularmente lo muestra el dicho designio; y hecho esto, la misma noche se podrá dar principio á abrir el cazen del fosso que está pegado con el mismo barranco, para entrar en él y batir con mucha comodidad, porque aunque los turcos lo quisiesen defender, no podrán salir con ello, no teniendo la tierra baluartes ni traueses por aquella parte, como no tienen más de los que están dichos, y desta manera, mediante N.S., acabará la empresa dentro de muy pocos dias, porque como no tienen traueses ni plaça por de dentro, ni tierra con que poderse cubrir, no se podrán sustentar en ninguna manera, ni el castillo, después de tomada la tierra, se podrá defender, assí por ser tan pequeño como es, como porque faltándole el calor de la tierra de donde de dos á dos dias le van cercando de gente y victualla, se le acaba toda su sperança, quanto más que en ij dias se podria expugnar.

En este medio, desembarcado que se ayan todas las cosas necesarias, y puéstolas en el dicho fuerte, podrá partir la armada para Mallorca, dexando al redoso de unas isletas que están junto al mismo cabo, como á un tiro de piedra debaxo del fuerte que se huuiere de hazer, hasta x galeras en que desde acá se ha de embarcar toda la armada y los aparejos y municiones para ellas, las quales podrán estar allí seguras del temporal -y de baxeles de enemigos, llenando, buenos aparejos para ormejar, como también estuuieron algunos dias cinco carauelas y iij galeotas y dos galeras de turcos quando fueron á la jornada de Mazarquiuir, de donde
después podrán lleuar con gran facilidad la dicha armada en barcos, de noche, tirándolos á xorro hasta una playa que está cubierta de la tierra á un tiro de arcabuz del dicho alojamiento de nuestro exército, como assí mismo se podrá ver más claramente por el dicho disignio, y de la misma manera la victualla que huuiere quedado en el fuerte, excepto los dias que hiziere mal tiempo, que en tal caso se a de procurar de conduzilla con buena escolta en los carros y mulas que se lleuaren, como está dicho para la dicha armada; aunque dándolo Dios bueno 3 o 4 dias, como se a de sperar, se puede asegurar este inconveniente, trayendo durante él toda la victualla al exército, aunque no por esto se dexe de tener el fuerte hasta que se acabe la empresa, para entretener debaxo del dichas 10 galeras y servirse dellas según las ocasiones y necesidades que se podrían offrecer.
Y porque toda la dificultad consiste en el tiempo y en el desembarcar el exército y victualla, los más afirman que comunmente por el mes de Março suelen correr en aquella costa levantes, que es el propio tiempo que se podria desear para la yda y estada, y que llenando hombres pláticos de aquella playa, se podrá huir este inconuiniente de los secanos, tomando por un canal que está de un cabo dellos hazia la parte de Argel, por donde con mucha facilidad se puede llegar con barcas, y aun con galeotas, á desembarcar la gente en tierra.

Luego, como el exército esté sobre la tierra, se a de echar un vando, asegurando á los renegados las vidas y haziendas, con que bueluan al verdadero conocimiento de la fee, y ofreciendo á los que particularmente se auenturaren para hacer algún seruicio señalado, que su mag.d se lo gratificará y hará merced.

También será cosa muy acertada lleuar hasta 10D escudos de granas y otras suertes de paños para repartir entre los moros, y que el repartimiento dellos se encargue á la persona que pareciere.

Por lo qual todo parece que si desde luego se diese orden en lo de la victualla y gente alemana y española,, porque la italiana se hará en más breue tiempo embiando hombre propio para ello, y lo demás que en Italia se huuiere de hazer, todas las cosas estarán á punto y la armada en orden y todo junto en Mallorca para fin de Hebrero que viene, y antes que saliese Março, ó al principio de Abril de 1572, con ayuda de N. S., podria Su Mag.d salir con la empresa, para lo qual parece que seria necesario hazer prouision de la gente, municiones, nauíos, victuallas y otras cosas contenidas en otra razón que se ha hecho. 

Documentos escogidos del archivo de la casa de Alba.

El camino español por mar. La desmovilización de los tercios en Flandes tras la paz de Cateau-Cambrésis [1559-1561]

He tratado recientemente el envío de tropas a las fronteras de Flandes durante las guerras con Francisco I en 1522 - y la escolta del Emperador en 1520 - ahora me iré al otro extremo de este periodo de disputas con la corona francesa  con un artículo sobre la desmovilización de las tropas españolas en las fronteras de Flandes tras acordarse la paz con Francia en virtud del tratado de Cateau-Cambrésis, firmado el 3 de abril de 1559 entre Felipe II de España y Enrique II de Francia.

La intención de Felipe II era mantener tropas españolas en los Países Bajos, fiables por su lealtad al monarca así como por su efectividad en el combate, pero los Estados se opusieron a ello, argumentando el coste que suponía su mantenimiento, pero sobretodo, por el recelo que les causaba la permanencia de una guarnición, que, siguiendo el modelo de los tercios de Italia, convertía los Países Bajos en una provincia militar española, y los Estados, de esa manera, quedaban más sujetos políticamente a la corona [1].

Los argumentos que aportaban los Estados para exigir la repatriación de los tercios eran razonables y bien expuestos: las tropas causaban ultrajes, opresiones y pillajes a la población civil, y siendo extranjeros, eran más difíciles de castigar que las guarniciones compuestas por soldados naturales del país. Además, se veía un agravio en despedir a los infantes nativos, y mantener a sueldo a los extranjeros, sueldo que debía pagarse por las gentes del país, quedando, asimismo, reducido el dinero disponible para sufragar la caballería local, las bandes d'ordonnance  [2].

Felipe II insistía en la conveniencia de mantener 3000 españoles en las guarniciones de la frontera, disponibles para acudir a cualquier contingencia que se presentara en caso de necesidad, y que los problemas que las tropas podían llegar a causar, se solventarían en cuanto estos quedaban satisfechos al recibir su soldada puntualmente. Además, dichos soldados quedarían bajo la autoridad del príncipe de Orange y del conde de Egmont, lo que redundaría en beneficio de la disciplina de los infantes y de la seguridad de los naturales del país. Felipe II, asimismo, intentó ganar tiempo, y expuso que la permanencia de las tropas sería temporal, por espacio de unos meses [3].

5 de junio de 1568. Tropas españolas asisten a la decapitación de Philippe de Montmorency, conde de Horn, mientras el cádaver del conde de Egmont yace frente a él. Entre los militares se encontraba Julián Romero, maestre de campo del Tercio de Sicilia, que había servido a sus órdenes durante las guerras con Francia.
Felipe II marchó a España, y dejó en Flandes las tropas, pero los Estados se negaron a aportar los fondos para sufragar su mantenimiento, por lo cual, Felipe II acabó tomando la resolución de enviarlos a Italia, en un momento - tras el desastre de los Gelves - en el que la infantería española acababa de perder a varios miles de soldados [4]. Pero esta solución razonable a un conflicto latente, como veremos, sería resuelta tras varios meses de demora.


Bravos y magníficos soldados por salario razonable

En Flandes quedaban 17 banderas de infantería con 3.500 españoles, cuyos maestres de campo eran don Juan de Mendoza y Julián Romero [5].

Estando los soldados desocupados, y siendo muy valorado su servicio por todas las naciones, tanto franceses como ingleses quisieron reclutar algunos de ellos. Algunos infantes pasaron au service de prince ou potentat estrangier, mientras que otros abandonaban la "ingrata" Flandes marchando a España a la deshilada, en grupos de 6 u 8 soldados dejando sus banderas y el servicio en unas guarniciones en las que no recibían sueldo [6].

Los ingleses temían en abril de 1560, que viniendo los franceses a Escocia ayudados de 5000 o 6000 soldados españoles, sufrirían y la Reina sería derrotada, siendo el español  "a brave and a superbe soldate", según el consejero Nicholas Wotton, que los conocía bien, por haberse hallado como embajador en el campo del Emperador en anteriores ocasiones [7].

El rumor de la venida de dicho contingente tenía una base real, pues Felipe II había prometido la asistencia de tropas al rey de Francia para la empresa de Escocia, y daba instrucciones para que Madame de Parma "dexase a los franceses servirse de los navíos y españoles que hay en Flandes por salario razonable" [8].

Los conflictos religiosos en Francia hicieron que, finalmente, Francisco II desistiera de meterse en berenjenales en tierras extranjeras, mas durante un tiempo, sopesó Felipe II "acudir a lo de Escocia" para apoyar a los católicos escoceses frente a los protestantes y sus aliados ingleses, empleando en ello a las tropas españolas acantonadas en Flandes.

El paso de soldados españoles al servicio de príncipes extranjeros, en este caso, por lo que parece, no fue muy significativo, y si los dos tercios contaban con 3.500 hombres en 1559, eran unos 2.700 a su marcha en enero de 1561, y buena parte, sino la mayoría, simplemente marchó a España.

Retirada

Felipe II dio instrucciones a Margarita que preparase el envío de las tropas a España, y ella respondía en marzo que debía ocuparse de meter no menos de 3.200 infantes en 16 banderas a la guardia de las fronteras en su sustitución. Los estados, eso sí, debían ser los encargados de financiar la flota que les transportara, así como de pagarles los sueldos y pagar los sueldos de las tropas que les sustituirán en la defensa de las plazas fronterizas durante tres años [9.1].

Había dos buenos momentos en los cuales la infantería española aprovechaba para plantarse y reclamar con firmeza las pagas: tras combate, o a la hora de que se les ordenase un desplazamiento importante.

Egmont sabía bien que los soldados no se embarcarían sin haber recibido las pagas, y así apelaba a los estados de Flandes que no hubiera dilación en acordar el subsidio. Pero no dejándose llevar por las buenas palabras de los gobernadores se iniciaba un proceso de tira y afloja, negándose algunos estados incluso a sufragar la defensa de la frontera, estimando que dicho gasto debía ir a cargo del rey.

Felipe II enviaba por letras dinero para pagar tres meses de sueldo a los españoles, pero en marzo de 1560, Margarita le informaba que el Consejo había determinado no pagarles el sueldo, sino darles un socorro y retener el dinero para pagar los hospedajes [9.2].

En todo caso, Felipe II jugaba un doble juego, pues instruía a su hermana y a Granvela para que trabajara para que los españoles se quedarán en los Países Bajos [10]  estimando que los Estados se enzarzarían en debates y querellas antes de tomar una resolución, y que en el tiempo la situación podía cambiar, a pesar de los problemas económicos y las protestas que generaban su presencia allí [11]. Tanto el Rey como Egmont, sabían bien que los españoles no se avendrían a embarcarse sin haber sido pagados, al menos, no sin alterarse ni hacer desórdenes.

Felipe II tenía un motivo de peso para que los españoles no partieran, y es que desconfiaba no se les fuera de las manos a las autoridades locales el control en materia religiosa, y la protestante dejara de ser una religión marginal y fuertemente perseguida, para convertirse en una religión tolerada por unos gobiernos provinciales sin fuerzas o sin ganas para combatirla [12]. Las tropas españolas, por contra, ejecutarían las órdenes que les diesen el Rey y la Gobernadora.


En el alma siento ver partir la infantería española 

En tales términos, como he titulado este sección, se expresaba Granvela en carta al rey Felipe II... en carta de 17 de marzo de 1560. Porque la partida se produjo finalmente nueve meses más tarde de que el entonces obispo de Arras transmitiera sus lamentos a su señor.

En octubre de 1560, Granvelle se ufanaba de que no había "sido poco haverlos podido entretener quatorze meses so color de que los estados no otorgavan lo que seles pedía".

Las tropas se habían desplazado desde las guarniciones de las fronteras a los puertos de las costas de Holanda e islas de Zelanda donde debían embarcarse, teniendo algunas refriegas por los lugares que pasaron [13]. Habían sido sustituidos por dos mil infantes [14] - siendo necesarios mil más hasta el número de tres mil - y todavía en esta fecha, los Estados no habían realizado la contribución, no queriendo dar ni "un maravedí hasta que los vean hechos a la vela", ni siquiera para pagar las bandas de ordenanza, o sea, los hombres de armas o caballería pesada del país.

En octubre se habían embarcado los soldados con poca voluntad de marchar a España, pues consideraban que llegando allí serían despedidos, siendo su deseo expreso ser despedidos en Zelanda e ir "de buena gana a Italia a buscar sueldo", para poder seguir siendo soldados [15]. A los navíos [16] habían sido enviados comisarios para tomar muestra y dar pagas, hallándose por las pasadas muestras 2.700 soldados, aunque se dudaba fuera una cifra cierta. 

Transcurrían los meses de noviembre y diciembre aguardando que les viniera viento para poder marcharse, y Felipe II todavía escribía a su hermana para ver si podía demorar la estancia de los españoles en los Países Bajos.

La estancia en los navíos era muy incómoda. De hecho, las condiciones normalmente insalubres de las embarcaciones, con el hacinamiento, que se veían agravadas estando en el puerto, hicieron necesario que los oficiales, incluidos Mendoza y Romero, dieran ejemplo permaneciendo con sus compañías mientras llegaba la ocasión propicia, con viento del norte, y no de poniente, como hasta el momento tenían, para hacerse a la vela. 

La instrucción que daba el rey a 9 de diciembre era que fueran enviados hasta Laredo, donde desembarcarían, y caminando hasta Cataluña, debían embarcarse en galeras para marchar a Italia, pero indicaba Felipe II que si muchos soldados particulares deseaban marchar pronto, debía permitirse que se enviaran por tierra a Italia, pero que no se hiciera a la deshilada "fil a fil", o sea, en pequeños grupos, sino con oficiales y sin deshacer las banderas, y que por ese medio disminuiría el gasto en mantenimiento, pagas y transporte. 

Con esta instrucción se daba satisfacción a los soldados que querían seguir sirviendo al rey - así debía transmitírselo Margarita a los soldados - y el rey aprovechaba la experiencia de estos soldados que habían luchado contra Francia durante años. 

Y el 10 de enero a mediodía se producía, por fin, la anhelada por unos, y lamentada por otros, marcha de las tropas españolas, pasando de Calais a Dover y haciendo la "vuelta de Inglaterra" para después entrar en el "mar de España", previendo que la navegación durase 7 días. 

El viaje no debió ser bueno, pues los barcos se dispersaron, y unos llegaron a la Coruña [17], otros a Ribadeo y otros a diferentes puertos del cantábrico, pasando algunas naves por Portugal, desembarcando en Cádiz [ver nota 20 para más información sobre la travesía de Julián Romero]. 


La Goleta, Sicilia, Nápoles - El Tercio de Flandes en el naufragio de La Herradura


Julián Romero, maestre de campo del tercio
de Sicilia, y caballero de Santiago
El 7 de junio de 1561 se informaba de que las 17 galeras que Juan de Mendoza había llevado de España a Sicilia con los 2.500 españoles que estaban en Flandes, navegaron desde Ostia esa semana sin ver barco alguno de los que estaban haciendo tanto daño en ese mar [18],[19].

A este transporte de los 2.500 soldados en las galeras de España a cargo del capitán general Juan de Mendoza, hay que sumarle el transporte de las tres compañías a cargo de Julián Romero, que llevaba cargo de la suya, la de Antonio de Peralta, y la de otro capitán, del que no conocemos el nombre. Julián Romero será destinado a la Goleta, donde se hallará - al menos - entre finales de mayo de 1561 y enero de 1562 [20], destino habitual de los soldados del Tercio de Sicilia entre 1535 y 1574 [21].

Recordemos que eran un total de 17 banderas en los dos tercios, así que serían 2500 soldados llevados en las galeras de España a Sicilia, y las tres compañías dejadas como guarnición en La Goleta.

En 1562 se prepara en socorro de la plaza de Orán, y se organiza una armada a cargo de Juan de Mendoza. Se saca del presidio de la Goleta 1.283 soldados de la gente extraordinaria que había en él, tanto las cuatro compañías de Nápoles, como "las tres que vinieron de Flandes" [22] transportados a Nápoles por las galeras de Andrea Doria.

Se embarcaban 13 compañías con 1.836 hombres [1183 arcabuceros y 653 coseletes], unos 57 soldados por cada una de las 32 galeras, cuando la previsión era de 60 [23].

En principio, la gente extraordinaria de La Goleta debía embarcarse con Juan de Mendoza, pero a 26 de julio se hallaban embarcados únicamente los dichos 1836 soldados y la flota partía para Cerdeña, siendo Andrea Doria el encargado de recoger las compañías de La Goleta y dejarlas en Nápoles.

El viaje Cerdeña-Génova-Marsella-Barcelona-Valencia-Cartagena-Málaga se hace bien, pero una fuerte tormenta hará que Juan de Mendoza decida abandonar el abierto puerto de Málaga para buscar refugio en la bahía de La Herradura, donde un cambio del viento hará hundir 25 de las 28 galeras que se hallaban a su cargo.

Aquí hay dos referencias notables al desastre de La Herradura, en el cual murieron muchos valerosos capitanes, "y gran parte de los españoles del Tercio de Flandes":
vna nuona perdita, e gran diſgratia ch‘al Re Filippo in Mare, nel precedente meſe d'Ottobre era occórſa, nella Coſta di Malega,ſopra Herradura; doue per fortuna di Mare,quaſi tutte le Galere di Spagna,in numero di vent’orto,o tréra ſi ſraccaſsarono, e ſi ſommerſero. Efsendoſi annegato il Generale di eſse Don Giouanni de Mendozza, con molti valoroſi Capitani: e gran parte de gli Spagnuoli del Terzo di Fiandra.La qual diſgratia, fu ſtimata poco minore della Rotta delle Gerbe.
Dell'istoria della sacra religione et ill.ma militia di San Giovanni Gierosolimitano di Iacomo Bosio parte terza, f458

También Fernando Moyano, escribió un poema sobre el suceso, y el autor, superviviente de la catástrofe, se identificaba como "soldado de la infantería española del Tercio de Flandes".
Obra nuevamente hecha sobre el desastrado subcesso que a las galeras de España y de Levante subcedio Lunes diez y nueve de octubre de mil y quinietos y sesenta y dos años en el puerto de la herradura. [24]

Amén de estas dos referencias, existe la relación de Martín de Figueroa, testimonio del suceso, donde indica que "De los que se ahogaron todos los más eran soldados y gente principalmente porque venian en las galeras 13 banderas viejas de la gente de Flandes". [25]

Gente de Flandes, que, recordemos, se habían embarcado en Nápoles, donde parece que residían. Sin embargo, en ninguna carta aparecen mencionados como Tercio de Flandes, y no se nombra entre los embarcados a ningún maestre de campo.

Vemos pues, que de las 17 banderas que vinieron de Flandes a Italia en 1561 lideradas por Juan de Mendoza y Julián Romero, tres acabarían en La Goleta - y serían trasladadas al reino de Nápoles en 1562 - y otra pudiera ser la que se perdiera con el capitán Antonio de Peralta en San Juan de 1561 en las siete galeras apresadas por Dragut. Las otras trece pudieran ser las trece que se hundieron en La Herradura, pero no hay certeza que así fuera, pues bien podrían haberse embarcado compañías del tercio ordinario de Nápoles.

En tal caso, aquellos versos que cantaban: "España mi natura, Italia mi ventura y Flandes mi sepultura", quedan algo trastocados, yendo a morir los soldados que habían servido años en las fronteras de Flandes contra los franceses en las playas de España, tras haber pasado poco más de un año de servicio en Italia.


Que a donde el enemigo llama, es menester acudir

No ha sido nunca objetivo del que esto escribe analizar aquí las políticas de los soberanos de España, materia sin duda importante en el estudio de la historia militar, pero, como hemos podido ver, los soldados, amén del estricto papel militar, tenían un importante papel en clave política.

Su financiación era siempre un problema y la valoración que de ellos hacían los príncipes que los empleaban en sus guerras dinásticas, y los súbditos que los habían de costear y soportar en su tierra era muy diferente.

El Cardenal Granvela expone en una carta dirigida al rey en octubre de 1560 esas dos posiciones antagonistas, por un lado, la del monarca, resumida en la expresión que da título a la sección: "que a donde el enemigo llama, es menester acudir". Y por otro, nos ofrece la posición de los estados en relación a las guerras mantenidas, fundamentalmente contra la corona francesa: "que la guerra no era a causa d'estos estados, sino a razón de querer los reyes de España tener pie en Italia".

Los soldados podían servir tanto para mantener guerras con otros príncipes y naciones, para adquirir nuevas tierras o defender las heredadas, o podían servir para mantener sujetos a los súbditos, como mecanismo de presión política. En una época en que el gasto militar podía comerse el 80-90% del presupuesto del estado, el equilibrio entre el deseo de mantener unas tropas profesionales siempre a disposición y la capacidad de costearlas, era muy precario.

El descontento de 1559-1561 por la presencia de tropas extranjeras en guarnición, anticipaba, quizá, el sentir de muchos naturales de los Países Bajos cuando los españoles se convirtieron en tropas de ocupación en guerra viva unos años más tarde, pero sin duda el episodio de la retirada de los dos tercios pone en evidencia la fuerza que tenían los estados para hacer valer su posición frente a su señor.

El papel jugado por los señores soldados fue menor, pero lo hemos visto, tenían voluntad, sabían expresarla, y eran escuchados, aunque no siempre fueran atendidos.


Notas

[1] Cardenal Granvela al Rey, Bruselas, 10 de marzo de 1563. La valoración es muy posterior a los hechos narrados, pero el juicio es extrapolable:
Una cosa havia pensado que como se muestra universalmente aqui tan mala satisfaction de todos quantos hay de la nacion Española en estos Estados, lo qual parece que nasce dela sospecha que tienen de que se tenga fin de subgectar los à los Españoles , y reduzir los à la forma que estan las provincias de Italia que son debaxo dela Corona d'España, que no se que mal spiritu les baya puesto esto en la cabeça séria bien quitarles esta mala opinion y ruin voluntàd que à la nacion tienen.

Concluía Granvela que Felipe II debía demostrar a sus súbditos de los Países Bajos mayor aprecio, para que de esa manera, se sintieran reconocidos, y no como segundones, o hijos bastardos:
es bien hazer de manera que conoscan que los tiene por hijos, y no que piensen que solos los de Espana sean legitimos, que son las palabras deque aqui y en Italia se usa,

[2] Remontrance adressée au roi par les états généraux pour le renvoi des troupes étrangères y et pour que les affaires fussent administrées de l'avis des seigneurs du pays, en Collection de documens inédits concernant l'histoire de la Belgique, I, p.323-325. Respecto a las bandes d'ordonnance, p.330

La queja no sólo iba por el aspecto militar, sino por la parte gubernativa, al rodearse la gobernadora Margarita de consejeros españoles:
"Rodeada de espíritus españoles, a los que aquí se detesta a muerte... nada está aquí bien dicho, bien hecho o bien considerado a menos que lo diga y haga un español y en español" Valoración del embajador francés citada por Parker en "España y la rebelión de Flandes".

En el original de la letra vemos que la valoración está vinculada fuertemente al tira y afloja sobre la presencia de las tropas:
Par où vostre majesté jugera trop mieulx si le malcontentement de ce peuple est mal fondé, joint qu'on leur laisse, oultre cela, en frontières quelque nombre d'Espaignols, contre lesquels les Estats de par deçà ont infiniment combattu, et présenté par escrit quatre ou cinq requestes à ceste fin (en vain touttefois); car rien n'est bien dict, bien faict, ne bien pensé qui ne soit en hespaignol et d'un Espaignol

[3] Respuesta dada a los diputados de los Estados Generales, a 9 de agosto de 1559.

Respecto al gobierno de los Tercios o "tertios" por Orange y Egmont, véase la carta de Margarita a Guillermo de Nassau de 13 de septiembre de 1559:
Quant au repartissement des Espaignolz qui sont sous vostre charge et soubz M. d'Egmont, affin que chacun des tertios soit plus uny, il ha semblé le plus expédient de faire changement au billet de sa M., et que le tertio de M. d'Egmont debvroit estre en son gouvernement, et ès lieux plus voisins d'iceluy, et que les aultres qui sont soubz vostre gouvernement, se repartissent sur la frontière de Luxembourg et de Haynault

Las guarniciones de frontera principales eran Arras, Marienbourg, Philippeville y Thionville, plaza que guardaba el Ducado de Luxemburgo, a donde debían acudir los soldados españoles tras entregar a los franceses las plazas ganadas durante la guerra en las cuales se alojaban: San Quintín, Ham y Chatelet.

Julián Romero quedó como castellano de Damvillers, con su compañía y la del capitán Montalvo, que sin duda ha de ser el Hernán Núñez de Montalvo que estaba a cargo de 260 soldados del tercio de Navarrete en julio de 1557. El 17 de octubre de 1559, Romero había excusado la entrada de la "media compañía de Periche" en la plaza, "que los franceses dexaron tan arruynada". Un Periche de Cabrera estaba a cargo de 151 soldados del tercio de Cáceres en 1557.

[4] Muchos de ellos fueron apresados por los turcos y echados a galeras, y algunos de ellos, serían liberados años más tarde, tras pagar rescate, como fue el caso del capitán y futuro maestre de campo, Lope de Figueroa.
21 capitanes muertos del Tercio de Lombardía, 8 del de Nápoles y 14 del de Sicilia: datos recogidos de "La Antemuralla de la Monarquía. Los Tercios españoles en el Reino de Sicilia en el siglo XVI", de Carlos Belloso Martín.
Monchicourt da la cifra de 5000 muertos y 7000 cautivos, sin distinguir nación ni oficio - soldados o marineros. Con los restos de los infantes muertos se edificó la famosa "torre de los cráneos" o de las calaveras.

Parker escribe sobre este episodio: "Los veteranos perdidos ante Trípoli representaban toda una generación militar cuya sustitución llevaría años".

[5]  Antonio Carnero indica que son Pedro de Mendoza y Julián Romero los maestres de campo en los Países Bajos en su Historia de las gverras civiles qve ha avido en los Estados de Flandes des del año 1559. hasta el de 1609. y las cavsas de la rebelion de dichos estados, folio 6, impresa en 1625, pero doña Margarita les nombra don Joan/Jehan de Mendoça et Julien Romero en su correspondencia.

Sobre la vida y hechos del capitán Julián hay abundantes datos. Véase, como brillante resumen, Julián. Un héroe español en Flandes: entre el príncipe de Orange y el duque de Alba, artículo del profesor Raymond Fagel, en el que narra de forma breve el traslado de su tercio que aquí trato.

[6] [...] temía que no eran tantos los españoles como el Rey [de Francia] pensaba, porque ellos mismos sabían que cada día pasaban por aquí para España a seis y a ocho, y los quería avisar antes desto, porque hallando menor número no pensasen que se los encubrían por tener poca gana de acomodarlos. [v. Carta de Antoine Perrenot, obispo de Arras, primer consejero de Estado de los Países Bajos y futuro cardenal de Granvelle, a Felipe II, 30 de marzo de 1560. Archivo Documental Español. 1. Negociaciones con Francia 1559-1560]

El apunte es ciertamente curioso, máxime cuando hacía poco más de un año que franceses y españoles habían dejado de matarse, y de retenerse numerosos soldados y oficiales presos en galeras, destino común en el mediterráneo de los soldados vencidos y apresados en combate.

Se puede interpretar pues, que entre los de aquella generación, había no pocos hombres prácticos, cuyo comportamiento no venía determinado por las ideas nacionalistas propias del romanticismo decimonónico, sino más bien por el deseo de ver retribuido su esfuerzo y trabajo.

Respecto a la contratación por ingleses, véase la carta de Margarita a Felipe II, de 6 de enero de 1560:
Aussi, monseigneur, comme l'on est informé que aulcuns soldars espaignolz, de ceulx estans par deçà, se desrobent secrètement de leurs compaignies, et se laissent retenir au service d'Angleterre contre Escosse,

La gobernadora temía que dichos soldados que pasaban "au service d'Angleterre contre Escosse" fueran tomados por los franceses, o llegados a Gran Bretaña, quedarán allí infectados por las doctrinas heréticas, por lo que sugería que el rey despachará mandato para que:
sur paine de la vye, que nul soldart se avançast aller au service de prince ou potentat estrangier, qui que ce fût. Et cela pourroit servir pour par deçà et les aullres pays.

El edicto se envió y estaba publicado a mediados de marzo de 1560.

El embajador de Inglaterra protestó que "algunos de los españoles que están en Flandes toman sueldo de franceses para pasar en Escocia", a lo que el Cardenal Granvela, hombre avezado y de buena memoria respondía que "después del tratado de Crepi, el Rey Enrico de Inglaterra recogió vasallos de Vuestra Majestad a su sueldo y no sabía como se podría estorbar ahora a los franceses lo que se consintió entonces al Rey Enrico". [Archivo Documental Español, Negociaciones con Francia 1559-1560]

De este episodio que rememoraba Granvela, tras la Paz de Crépy establecida entre las corona francesa y española en 18 de septiembre de 1544, acabó siendo protagonista destacado el maestre de campo Julián Romero, que lideraba, como está dicho [ver nota 5] uno de los dos tercios presentes en los Países Bajos en 1559-1560.
Romero fue, entre otros muchos españoles, mercenario y caballero al servicio de Enrique VIII entre 1545 y 1551, y este episodio, sin duda, merece artículo particular.

[7]  Véase Calendar of State Papers related to Scotland and Mary, Queen of Scots, 1547-1563.

[8] Véase, carta de Perrenot a Felipe II, 30 de marzo de 1560. Archivo Documental Español. 1. Negociaciones con Francia  [1559-1560].

[9.1] Está publicada la proposición que el conde de Egmont hizo a los estados de Flandes al respecto. Cabe suponer que las propuestas a los demás estados serían en idénticos términos, aunque las cantidades a aportar proporcionales a su población y riqueza.

[9.2] Thomas Chaloner escribía a William Cecil en enero de que a los soldados no se les daba la paga, porque una vez entregada - incluyendo los atrasos - dejarían el servicio del rey y se pasarían a servir al rey de Francia, pues el rey de España los quería enviar a Orán en Berbería en empresa contra Argel el verano próximo, algo que los infantes no deseaban.

Había otro motivo de peso para que los soldados no quisieran partir a España, y es que muchos estaban casados en el país, y podrían ser inquietados por cuestiones de religión, según valoración hecha por Richard Payne. Lo que interpreto es que - según Payne - un español con esposa flamenca, sería sospechoso de haberse contaminado con doctrinas heréticas.
 [v. Relations politiques des Pays-Bas et de l'Angleterre, sous le règne de Philippe II, tomo 2]

Luego también había soldados que no podían retornar a España por causas diversas. La carta de recomendación de Julián Romero para uno que se quedaba en los Países Bajos no es demasiado clara, pues no expone los motivos. Dice así:
"por ciertas cosas que el no puede entrar en España se queda por aca y me ha rogado y suplicado que yo suplicase a VS que le diese una plaza de hombres de armas en su compañía y aunque yo sé que la hará de mal a VS de darsela por ser extranjero". Julián Romero le demandaba Orange le diera una plaza de soldado en la banda d'ordonnance que el príncipe tenía a cargo, y lo pedía como favor personal, asegurando que el soldado era "hidalgo y muy buen soldado y está muy bien en orden de armas y caballos". Carta de Romero a Orange de 24 de octubre de 1560

[10]  Carta de Felipe II a Granvelle, 7 de marzo de 1560:
y cierto muy â propôsito séria, hasta ver el fin destas cosas, que los Españoles se detubiesen, como lo apunto à my hermana en frances, aunque no se como se pudiesen pagar alla; lo veréys todo y veréis lo que se podrá y combendrá hazer, y pluguiesse à Dios quo yo pudiese hazer lo que deseo en benelicio de essos estados y por fortifîcallos , que entiendo cuanto combiene y que séria la mayor seguridad por la paz 

Carta de Granvelle al Rey, octubre de 1560:
Conferi con su Alt. sobre el negocio de la quedada aqui de los Espagnoles, y se han intendado todas las vias humanamente possibles, mas enfin no veo forma ny camino que, sin poner estos estados en manifiesto peligro de subita rebuelta, se pueda diferir la excecucion de su yda, si el tiempo lo consiente

[11] Carta de Granvela al rey, de 12 de mayo de 1560:
Los Españoles han quedado hasta agora sin ruido, para dar reputacion à las cosas destos estados, y sin que pueda haver justa causa de quexa en la dilacion de su partida, pues con haverles pedido el sueldo de la génte que se ha de poner en lugar dellos se espéra que se verná a dos fines buenos : el uno cargarse los estados deste entretenimiento, y el otro que esta dilacion de la partida que cumple al senicio de V. M. le baze sin que puedan dezir que falte por V. M. que no se cumpla lo que ellos han desseado ; mas el mal que hay es lo que Madama escrive, que passa adelante el sueldo de la gente y falta la consignacion , y si , despues de otorgada por los estados la ayuda, se huviesse de entretener à esta causa la gente, ó que por falta de la paga succediesse algun desorden, podria succéder algo de que se recibiesse infinito dano. 

[12] Carta del rey a Granvela, 7 deseptiembre de 1560:
ténia y tengo todavia gran contentamyento de lo que el otro dia m'escrivistes de haverse confésado y comulgado esta Pascua ay en Bruselas 6000 personas mas que las otras; y cierto por lo que siento la salida de ay de los Españoles es porque temo que salidos ellos los malos se han de desvergonçar mas en esto de la religion que lo hazen aun agora

Esto no solo lo sabía el rey de España, sino la reina de Inglaterra, favorecedora de los calvinistas:
si se acavasen ya de ir los Españoles que governavan en Flandes, a sus Indias o a su España a tostarse debajo de aquellos climas ardientes, ella [la Reina Isabel] sabe que en esos paises [Países Bajos] la religion floreceria porque habia en ellos hombres principales que eran de ella. 
Carta del obispo de Aquila al conde de Feria. Londres, 18 de noviembre de 1559

[13] Julián Romero, de camino a Namur desde Damvillers - en carta a Guillermo de Orange de 4 de octubre de 1560 - relaciona "desórdenes y desvergüenzas" de los soldados en Marienbourg y Philippeville, a donde acudirá "para remediar algo y hacerlos salir con diligencia". Romero se ufanaba que las dos compañías que habían dejado Damvillers - la suya y la del capitán Montalvo - iban muy pacíficas y aseguraba "que aunque las otras compañías sean ruines a estas dos yo las meto en Zelanda sin que haya desorden". Atribuía Romero los desórdenes de los soldados a la condescendencia de los capitanes ya que según él "hay algunos capitanes que tienen mucha miel para sus soldados y esta es la causa que muchas veces los soldados se desvergüenzan con sus capitanes".

Las fricciones con los locales también se producían cuando estos, por ejemplo, les negaban la entrada a sus poblaciones - como fue el caso de Villa Vorde, o Vilvoorde - a pesar de tener orden de la gobernadora para darles alojamiento, y un sistema que incluía comisarios locales por parte de los estados y furrieles de las compañías y furriel mayor del tercio por parte del ejército, para llevar a cabo el proceso con las mejores condiciones.
En Malinas, a los soldados les saquearon la mitad de la ropa, y no hubo orden de devolvérsela o pagársela, lo cual evidencia que no siempre eran los infantes los ofensores de los paisanos. Véase la carta de Julián Romero a Orange a 22 de octubre de 1560.

[14] Julián Romero narra los retrasos que se originaron en la sustitución de las dos compañías que guardaban Damvillers, siendo su persona el castellano de la plaza, con mucha más responsabilidad que la de un simple capitán de guarnición. Debía llevarse a cabo un descargo oficial: que la gobernadora extendiese un documento en que constase que a Romero se le relevaba de su puesto, y se le liberaba de toda responsabilidad. Además, debía venir su sustituto con la gente que había de entrar a custodiar la plaza, para entregarle las llaves. Como había urgencia en la marcha, las compañías de Romero y Montalvo iniciaron la marcha a pie, y Julián Romero quedó en Damvillers con 20 soldados a caballo hasta que vino a relevarle un capitán con 60 hombres, al cual entregó formalmente la plaza. Ver cartas de Julián Romero a Guillermo de Orange, de 26 y 28 de septiembre, y 4 de octubre.

[15] Carta de Granvela al Rey, 2 de noviembre de 1560:
Solo puedo dezir que las cosas estan de manera en este punto que si el viento no sirve, y que quieran los soldados salir de los navios (los quales, como nos dixo ayer don Juan de Mendoça, pierrden la vergùença á sus cabos , por la poca gana que tienen de yr a España, teniendo ellos partîculares cartas de allá de que en llegando los hayan de despedir) por evitar el mal que succederia de sus desordenes, pues dizen que quien los despidiesse aqui yrian de buena gana à Italia a buscar sueldo, donde vernian muy a proposîto, temo que sera Madama forçada,si V. M. no scrive brevemente otra cosa de despedirlos, pues será esto ménos mal, que no alborotarse esta provincia [de Zelanda].

Este deseo de marchar a Italia de los soldados lo tenía muy claro Julián Romero en Damvillers, según indica en la carta a Guillermo de Orange de 26 de septiembre, en que expresa la necesidad de retener al barrachel y a su teniente para mantener la disciplina en las dos compañías que allí están, que como se hallan lejos y en el camino de Italia, "yrianseme muchos soldados sino pusiese grande horden y por esta causa tengo mucho que azer del barrachel y de su teniente". Y es que Orange había demandado la presencia del teniente de barrachel para dar "quatro tratos de cuerda" a un soldado que tenían preso por ladrón en Douai. Romero le indicaba al príncipe que remitiesen al soldado a Zelanda, que allí "le dare los tratos de cuerda y tan buenos seran alli como en Duay".

[16] Al menos ocho barcos - urcas y navíos - estaban en Rencayning [¿?] y Armuyden [Arnemuiden], provincia de Zelanda, desde junio, lo que hay que tener en cuenta para el coste final del transporte, que sería, sin duda, elevado.

[17] La estancia de las tropas en Betanzos también generó conflictos con la población civil, como podemos ver por la nota del documento 43777 del Catálogo de la Colección Salazar y Castro:
1561.02.23. Betanzos
Relación del alboroto que hicieron unos soldados, alojados en la ciudad de Betanzos, redactado por Pedro de Ayala, sargento mayor de las gentes de guerra de Flandes.

Este sargento mayor Pedro de Ayala tuvo una disputa en octubre de 1559 por haber prendido un soldado de la compañía de Jordan de Valdés [capitán de 160 soldados en julio de 1557] en la cual Julián Romero falló a favor del capitán. Véase el caso como ejemplo del artículo Preeminencia del Sargento Mayor sobre el Capitán

[18] Carta fechada en Roma a 7 de junio de 1561, remitida a Shers. Calendar of state papers, foreign series, of the reign of Elizabeth, 1561-1562. 
The seventeen galleys which Giovanni Di Mendoza had brought from Spain by Sicily, with the 2,500 Spaniards, who were in Flanders, sailed from Ostia this week without seeing the vessels which were doing so much mischief in that sea.

Este Giovanni - Juan de Mendoza, homónimo del maestre de campo de Flandes, era Juan de Mendoza y Carrillo, comendador de Mérida, capitán general de las galeras de España, al menos, desde 1555. y marino desde, al menos, 1545. ver Braudel, "El Mediterráneo en la época de Felipe II". 

El 17 de abril de 1561, Julián Romero se hallaba en Málaga [ver nota 20] y a finales de mayo se hallaba en la Goleta con tres compañías, habiendo sido su travesía desde Flandes por el mar de Portugal hasta Cádiz.

[19] La Antemuralla de la Monarquía. Los Tercios españoles en el Reino de Sicilia en el siglo XVI, Carlos Belloso Martín, p171.

Carlos Belloso Martín nos proporciona datos del Tercio de Sicilia en esta época: 14 compañías y 2.339 soldados en 1559, 3 compañías y 475 soldados en 1560 - el año del desastre de los Gelves - y 2.402 soldados en 13 banderas en 1561.

Aunque el libro es una historia exhaustiva de la unidad, tras los Gelves hace un salto en la historia hasta el socorro de Malta, y aunque el dato del número de soldados de esos años está recogido en una tabla, no explica como se produjo el rehinchimiento, y tampoco podemos, por tanto, tener la seguridad de que parte de las compañías de los Tercios de Mendoza y Romero que habían estado en Flandes acabarán reforzando el Tercio de Sicilia, como había pensado en primera instancia. Desde luego, parece que parte de esas compañías - sino todas - estaban en Nápoles en 1562. 

[20] Véanse las fechas y localizaciones de las cartas de Julián Romero con Guillermo de Orange, en Briefwisseling van Willem van Oranje.
Véase también Los condicionantes de la política militar norteafricana de Felipe II: estrategias, logística, campañas y sostenimiento de las plazas. De Los Gelves a la paz con el turco, tesis de Juan Laborda Barceló.

Por carta fechada en Toledo, a donde Romero había acudido a besar las manos del rey, a 23 de febrero de 1561 - fechada erróneamente en el archivo de Orange a 1562 - conocemos algunos de los detalles de la travesía de dos de las naves,  con escala en Portugal, y llegada a Cádiz, holgándose SM de que aportasen allí dichas naves con las tres compañías que traía y no en la Coruña, porque "estuviera más a mano para socorrer a la necesidad que en Italia y todas las fronteras del turco hay, el cual dicen que viene este año más pujante que nunca".

Tras la visita al Rey, partía Romero por la posta a Málaga para embarcarse en dos o tres naves con las dichas tres compañías. Romero temía que la navegación se viera estorbada por una flota de Argel que venía operando en aquellas aguas. También informaba que el rey había mandado hacer 13 nuevas compañías para meterlas en Orán - pues se temía que el rey de Argel fuera a venir sobre la plaza - así como para ser enviadas a Sicilia.

El envío de dichas tropas a la Goleta estuvo vinculado a las noticias del apresto de una armada turca que había de marchar sobre la plaza - con traición de un artillero renegado de por medio - según las informaciones obtenidas por el gobernador Alonso de la Cueva, para lo cual también se mejora las obras de fortificación de la plaza:

SM me mandaba que con tres compañías de infantería de las que de allá trajimos, me fuese a meter en la Goleta para aguardar la venida del turco.
Carta de Julián Romero a Guillermo de Orange, fechada en Málaga, a 17 de abril de 1561 [transcripción con ortografía corregida]

Por complicaciones en el estado de su pierna, Romero, que había estado en Toledo previamente, es sustituido como jefe de las tres compañías por Antonio de Peralta, pero como se demora la salida de las embarcaciones a causa del tiempo, el capitán Julián puede recobrar su salud y recuperar el mando de la misión que el rey le había encomendado.

En junio se hallaban cuatro galeras en La Goleta [v.Calendar citado en nota 18, p.143], que probablemente sean las que transportasen las tres compañías a cargo de Romero.

En carta fechada en la Goleta a 26 de agosto, Romero informa a Orange de la muerte de Antonio de Peralta, que murió con las 7 galeras que se perdieron de Sicilia, que iban a cargo de "Guimaran, un caballero de San Juan" . Este Fray Don Bernardo de Guimeran o Guimerà, caballero catalán de la orden de Malta, fue, siendo embajador de la religión, quien presentó a Felipe II en 1559 el proyecto de recuperación de Trípoli, arrebatada a los caballeros en 1551. En 1561, tras haber combatido en los Gelves, era Capitán General de las galeras de Sicilia, y en este encuentro con la armada de Dragut halló la muerte [Véase Dell'istoria della sacra religione ed illust. militia di San Giovanni Gierosolimitano, por Giacomo Bosio, parte tercera].

Por la noticia anterior y por esta, queda claro que Antonio de Peralta era uno de los capitanes que había estado con Romero en Flandes, habiendo un capitán Antonio de Peralta a cargo de 199 soldados en el tercio del maestre de campo Alonso de Cáceres en julio de 1557.
Dicho año, en que se libró la batalla de San Quintín, Julián Romero era capitán de 170 soldados en el tercio de Alonso de Navarrete, y Juan de Mendoza, capitán de 195 soldados en el tercio de Alonso de Cáceres.

El capitán Peralta murió el 24 de junio de 1561, hallándose embarcado en una de las siete galeras que el rey Felipe tenía buscando tres fustas de moros que estaban en la isla de Filicudi. Cayeron bajo 9 navíos de Dragut Rays, perdiendo la batalla tras 3 horas de lucha. En las galeras iban a bordo el obispo de Catania, y un hijo de Ruy Gomez, siendo llevados presos a los Gelves. El obispo de Catania fue liberado pagando un rescate de 10.000 coronas, aportando la mitad su diócesis.

Romero, hombre de acción, solicitó a Felipe II el traslado a otro puesto en septiembre de ese año por haberse firmado las paces con el rey de Túnez.
En carta de 20 de enero de 1562, sabemos que Romero estaba aguardando la llegada de galeras para sacar a las tropas extraordinarias de la Goleta - que también habían venido de Nápoles - pero por otro lado, esperaba que el turco apareciese para poder combatirle, que no lo "habrían tan barato como lo de los Gelves".

La compañía de Julián Romero se hallará de guarnición en Siracusa en 1565, y el propio capitán Julián será maestre de campo del Tercio de Sicilia tras la muerte de Gaspar de Robles durante la defensa de la isla otorgada como feudo del reino de Sicilia a los caballeros hospitalarios, y será Julián Romero quien conduzca el Tercio de Sicilia con 10 compañías y 1620 hombres a Flandes en 1567.

La guarnición ordinaria de la Goleta, según refería el nuevo gobernador Alonso de Pimentel en 1565, era de 780 hombres, pero estas tres compañías que acudieron con Romero son un contingente de soldados extraordinarios, presentes en el presidio por causa de la noticia de la armada turca.

[21] Por ejemplo, en febrero de 1570, se dejaban seis compañías con 623 soldados de dicho tercio. Véase La antemuralla de la monarquía... Carlos Belloso Martín, p114.

[22] En esta parte final del artículo, usaré la documentación recogida por María del Carmen Calero Palacios, en su obra “Aportación documental en torno al naufragio de la Armada Española en La Herradura (Almuñécar)”.

Por una carta publicada por Calero Palacios, sabemos que en La Goleta se pasó muestra a las cuatro compañías de Nápoles y las tres que vinieron de Flandes, y se halló que el número de soldados era de 1.466 soldados.
p. 148. Relación del viaje que Don Juan de Mendoza hizo a la Goleta y citas referentes al recorrido

El virrey de Nápoles informaba a 6 de junio de 1562 en carta al rey Felipe II [p.149 de la obra mencionada] que si se sacaba de La Goleta toda la gente extraordinaria, faltarían 300 soldados para el cumplimiento de la fuerza ordinaria que solía haber en la plaza, y recomendaba que esos trescientos soldados que debían quedarse, "sería a proposito que quedesan de los de Flandes, porque a los d'este reyno les di la palabra de sacarlos quando alli fueron".

Finalmente, Juan Andrea Doria embarcó en La Goleta 8 compañías con 1.283 soldados y los llevó a Nápoles, donde quedaron sin embarcarse en las galeras de Mendoza
p.196. Relación del número de infantería española que tienen las compañías del Reino de Nápoles y la que embarcó en las galeras de D.Juan de Mendonza, octubre 1562

[23] p.186 Relación de la infantería embarcada en las galeras de D.Juan de Mendoza hasta el 26 de julio y p.196. Relación del número de infantería española que tienen las compañías del Reino de Nápoles y la que embarcó en las galeras de D.Juan de Mendonza, octubre 1562

En dichas relaciones aparecen dos nombres de capitanes coincidentes con capitanes que se hallaban en Francia en 1557, en el tercio de Alonso de Navarrete que luchó en San Quintín, y un tercer capitán con apellidos idénticos, en una época - véase el caso de la jornada de los Gelves de 1560 - en que era normal que los capitanes nombrasen alféreces a sus hermanos, siendo los alféreces quienes normalmente le sucederían en su compañía.

Estos capitanes de 1557 eran Juan Pérez Palomino, don Francisco Çapata y Jordan de Valdés. Y los que se embarcaban en Nápoles en 1562 eran los ya mencionados Zapata y Valdés [Juan o Jordan] y un Rodrigo Pérez Palomino. Con el capitán Jordán de Valdés mantuvo una disputa el sargento mayor Pedro de Ayala en 1559 [véase nota 17].

Estos apuntes, aunque puedan parecerle al lector algo reiterativos, y aún farragosos, son muy necesarios para poder confirmar la continuidad de las unidades en servicio, en este caso, las compañías encarnadas en las personas de sus capitanes.

Es necesario mantener cautela por la cuestión de la homonimia: en el caso mencionado de Los Gelves aparecen dos capitanes Lope de Figueroa.

[24] En la obra, Moyano menciona a dos capitanes, Rodrigo Pérez [Palomino] y [Antonio de] Texeda, que armados, impidieron en sus embarcaciones el abandono por parte de los galeotes que pretendían salvar la vida.

Sabemos que salvó la vida el capitán Martín de Eraso, pues él mismo escribe una carta sobre el suceso - publicada en el CoDoIn, 50 - y que él mismo menciona la muerte de Prestines y Aponte.

La lista de las trece compañías embarcadas es la siguiente [nombre de capitán, número de soldados según relación de Juan de Mendoza de 26 de julio de 1562 /( nº de soldados según relación de infantería del Reino de Nápoles, de octubre de 1562)]:

D. Francisco Çapata 125/ (143)
Sancho de Prestines 162/ (175)
Sancho de Cabrera 147/ (155)
Rodrigo Pérez Palomino 145/ (167)
Juan de Valdés 132/ (Jordán de Valdés 147)
Francisco de Silvestre 178/ (185)
Antonio de Texeda 184/ (188)
Hernando de Calabaçanes 154/ (174)
Diego de Aponte 201/ (197)
Martín de Eraso 177/ (200)
Luis de Barrientos 90
D. Juan de Figueroa 95
Trespuentes 37

Que son en todos mil ochoçientos y treynta y seis soldados, los mil çiento ochenta y tres arcabuzeros y los seisçientos y çincuenta y tres corsaleste

Aunque a mí la suma me resulta 1827 soldados, y no 1836.

De las compañías de Luis de Barrientos, D.Juan de Figueroa y Trespuentes, se puede deducir - confrontando las dos relaciones - que se embarcaron cierto número de soldados en las galeras, pero que las compañías, con sus capitanes, quedaron en Nápoles. La relación de octubre de la infantería que se halla en Nápoles indica:

Trespuentes 165
Luis de Barrientos 193
Juan de Figueroa 214

Dando las otras diez compañías como embarcadas en las galeras a cargo de Juan de Mendoza. Y la carta de Martín de Eraso habla "de la gente que vino sin capitán de Ñapóles".

[25] Relación de Martín de Figueroa de como naufragaron las galeras de don Juan de Mendoza en La Herradura, obra citada, p.200

Artículo publicado el 31 de agosto de 2015. Corregido y ampliado el 14 de septiembre de 2015

Apéndice - Apunte de Juan Luis Sánchez

El “tercio de Flandes” que citas era en realidad el que yo llamo SICILIA II (1537-1561), que ya había servido en Gueldres, Luxemburgo y Francia en 1543-44, e invernado en los Paises Bajos en 1544-45, antes de pasar a Hungría en 1545 (en realidad, estuvo en la presente Eslovaquia), de donde lo sacó el Emperador cuando se vio en apuros frente a los protestantes en Alemania. Allí permaneció hasta 1548, tras haber tomado parte en la victoria de Mühlberg, para retornar a finales de aquel mismo año a los Paises Bajos, concretamente a Cambrai, donde rehicieron las murallas de la plaza. Quizá no sobre apuntar aquí, porque es noticia inédita, los nombres de los capitanes que combatieron en Mühlberg, formados en 12 compañías: El maestre de Campo Alvaro de Sande, que mandaba la unidad desde 1538; Alonso de Navarrete, que sería MdC de la misma desde 1556 hasta su muerte en julio de 1560; Juan de Solís, futuro MdC del Tercio de Francia, creado en 1562; Pedrarias Sánchez, Alonso Portocarrero, Diego Garcia de Sande, Bernal Soler, Sancho de Mardones, futuro MdC del Tercio de Napoles (III), Antonio Moreno, que también llegaría a ser MdC., Jerónimo de Guijosa, que igualmente lo sería en la guerra de Siena, Francés de Alava y Felipe de Beaumont. Tampoco sobra apuntar, por la misma razón, que el famoso Cristóbal de Mondragón, uno de los que se arrojó al rio Elba para capturar las barcas, servía en este Tercio y no en el de Lombardía, como se ha venido diciendo, como acredita una relación de los heridos en la toma de St. Dizier (1544), en Francia. 
De Cambrai salió el tercio para tomar parte en el asedio de Metz (1552), regresando a Flandes para repeler la invasión francesa: acudió a las reconquistas de Therouane (1553) y Hesdin, así como a la batalla que se dio en torno a dicha plaza (1556), a la toma y batalla de San Quintin (1557) y a la de Gravelines, el año siguiente. Tras la paz de Cateau-Cambresis (1559) Felipe II quiso mantener a los dos tercios en aquellas latitudes, primero reduciendo sus efectivos, después refundiéndolos en uno solo, que quedó al mando de Navarrete, y donde los capitanes del Sicilia II eran mayoría; pero finalmente, debido a la presión de aquellos Estados, hubo de decretar su regreso a España (1560), pese a sus propios deseos y a la resistencia de la gobernadora Margarita de Austria, como reiteradamente podemos leer en la Correspondance de Marguerite d'Autriche, Duchesse de Parme avec Philippe II, vol. I. Entre los capitanes reformados del tercio de Cáceres en aquella ocasión, se hallaba Gaspar de Gurrea, hermano del gobernador de Aragón, Juan de Gurrea, señor de Argavieso, que el 9 de abril de 1561 solicitaba para aquel «una de las compañías vacantes, por haberlas dejado Jordán de Valdés y don Juan de Mendoza.» (BNM, ms. 784, fol. 249-v.). En realidad, Jordán de Valdés había abandonado los Países Bajos antes de la partida de sus compañeros con licencia de la gobernadora, dejando la compañía al mando de su alférez, que recuperó en Cataluña antes de embarcarse para Italia. En cuanto a la de Mendoza, no me consta que fuera proveída. En todo caso, Gaspar de Gurrea consiguió una compañía en el Tercio de Lombardía y volvería a servir en Flandes con las tropas del Duque de Alba en 1567.
Finalmente el tercio marchó a Zelanda en octubre de 1560 para embarcarse con destino a España (Laredo), desde donde debían marchar por Navarra, Aragón y Cataluña para una nueva embarcación en Barcelona con destino a Italia. Navarrete había muerto ya, y la unidad había quedado a cargo de los capitanes Julián Romero (NAV) y Juan de Mendoza (CAC) debido a su fraccionamiento en dos cuerpos para evitar conflictos con la población local. Los quince capitanes restantes eran: 1) Diego de Aponte (CAC, † La Herradura, 19.X.1562, que recibió la compañía que fue de Martín de Corcuera († ante St. Quentin, 25.VIII.1557);  2) Juan Periche de Cabrera (CAC, † (bat.) Heiligerlee, 23.V.1568);  3) Alvaro de Cepeda y Ayala (¿?), natural de Granada; 4) Martín de Eraso (¿?), navarro; 5) Juan de Figueroa (¿?; † La Goleta, 1574); 6) Antonio de Peralta (CAC., † 24.VI.1561); 7) Diego Pérez Arnalte (NAV), primer alcaide del Peñón de Vélez de la Gomera (1564); 8) Rodrigo Pérez Palomino (NAV), hermano de Juan († ante St. Quentin, 27.VIII.1557), a quien sucedió en la compañía. 9) Francisco Silvestre (NAV); 10) Antonio de Tejeda (¿?), gobernador de Piombino (1567) y alcaide de Melilla (1581); 11) Juan de Trespuentes (¿?); 12) Jordán de Valdés (NAV), caballero jacobeo, que murió en Flandes (1572), siendo veedor general de aquel ejército; 13), Francisco Zapata de León (NAV), hermano del señor de Baracalde y Viveros, que en 1567 era capitán de campaña (barrachel) del Tercio de Sicilia, que mandaba Julián Romero; y 14) Francisco de Valverde (NAV), cuya compañía había sido la primera en penetrar dentro de San Quintín. He numerado a las compañías para descubrir más fácilmente que nos falta uno. Debe tratarse del capitán Zayas, a quien la duquesa de Parma propuso al Rey como sucesor en la compañía del fallecido Navarrete y que, como ella misma refiere, no había servido en ninguno de ambos tercios, sino al suyo personal desde que ella llegó a los Países Bajos. Entre paréntesis he consignado el tercio de procedencia de cada capitán — CAC, Cáceres o NAV, Navarrete—, empleando una interrogación (¿?) cuando no he podido resolver tal filiación. La relación inicial, que contenía solamente los nombres de los capitanes embarcados (recordemos que Jordán de Valdés no lo hizo, aunque sí su compañía), procede del Archivo de Simancas, aunque lamentablemente no dispongo ya de la numeración y folio del legajo de donde la obtuve.
Trece de dichas compañías fueron incorporadas en el Tercio de Nápoles en junio de 1561. Así, las vemos ya inclusas en la relación de donde se hallaban desplegadas las 21 compañías de dicho tercio en agosto de 1561 (A.G.S., Estado, leg. 1051/134), publicada por Giulio Fenicia, en Il Regno di Napoli e la difesa del Mediterraneo nell'età di Filippo II (1556-1598): organizzazione e finanziamento. Napoli, Cacucci, 2003, pág. 36, nota 9. 
- 200 soldati a Manfredonia, compagn. di Hernando de Calabazanos. 
- 400 «         Barletta, « Hieronimo de Salinas e Martin de Eraso 
- 200 «         Trani, « Antonio de Texeda. 
- 200  «        Bisceglie, « Francisco Zapata; 
- 200  «        Monopoli, « Diego de Aponte
- 200  «        Brindisi,     « Juan Delgado (que pudo escapar de Djerba, 1561)
- 200  «        isola di Brindisi, «             Andres de Orejón (escapó de Djerba, 1561)
- 400  «        Otranto, « Alvaro de Cepeda y Francisco Silvestre;
- 200 «        Taranto « Francisco de Valverde;
- 600 «        Cotron   « Antonio Artacho (escapó de Djerba, 1561), Perafan de Ribera, y Beltran de  Mercado (escapó de Djerba, 1561)
- 200 «         Napoli « Juan de Trespuentes; 
- 200 «    Pozzuoli / Salerno, « Jordan de Valdes; 
- 200 «          Salerno, « Periche de Cabrera; 
- 200 «       Sorrento, « Rodrigo Perez (Palomino); 
- 400 «          Gaeta, « Luis de Barrientos e Juan de Figueroa; 
- 240 «    su galere di Napoli, Sancho de Prenestines

También procede de dicho libro, la relación de los 10 capitanes de dicho Tercio de Nápoles inicialmente señalados para embarcar sobre la escuadra de galeras de D. Juan de Mendoza. Eran los siguientes: (op. cit., pág. 37. Nota 12, extraída de AGS, Estado, leg. 1052/63).
Le compagnie imbarcate sulle galere comandate dal Mendoza erano quelle agli ordini dei capitani (tra parentesi il numero dei soldati) (1) Martin de Eraso (200), (2) Antonio de Texeda (188), (3) Hernando de Calabazanos (174), (4) Diego de Aponte (197), (5) Francisco Silvestre (185), (6) Francisco Zapata (143), (7) Sancho de Prenestines (175), (8) Rodrigo Perez [Palomino] (167), (9) Periche de Cabrera (155) y (10) Jordan de Valdes (147). 
Restavano nel regno di Napoli le compagnie di 11) Juan de Trespuentes (155), 12) Luis de Barrientos (195), 13) Juan de Figueroa (214), 14) Hieronimo de Salinas (208), 15) Juan Delgado (189), 16) Andres de Orejón (197), 17) Antonio Artacho (193), 18) Alvaro de Zepeda (178), 19) Fran.co Valverde (195), y 20) Perafan de Ribera (198).

De manera que las tres compañías que acabaron sustituyendo a las previstas de la guarnición extraordinaria de La Goleta procedían también del Tercio de Nápoles, aunque solo la de Juan de Figueroa había servido en el llamado «Tercio de Flandes» que, como hemos visto, emboscaba el ilustre nombre de «Tercio de Sicilia», que había pasado su primera revista en aquella isla, con solamente 5 compañías y 1.215 hombres el 3 de octubre de 1537. Claro que, entre las diez precedentes,  hallamos otras ocho más, que he remarcado en negrita. Por lo tanto, sobre aquellas experimentadas compañías había recaído mayoritariamente el esfuerzo del socorro que la tormenta les impidió realizar. ¿Por qué? Por paradójico que parezca, la razón se halla en otra transmutación de nombres. El Tercio viejo de Nápoles, que también había acudido a Alemania en auxilio del Emperador y que, tras tomar parte en la batalla de Mühlberg, cerró aquella campaña con el asalto de Constanza (6.VIII.1548), fue destinado después a Hungría, por lo que cambió su nombre por el de aquel reino, donde sería aniquilado entre 1554-56. Desde 1549, dos de sus antiguos capitanes, Sancho de Mardones y el aquí citado Luis de Barrientos, que regresaron a Nápoles, se aplicaron a la constitución de un nuevo tercio que recibió su bautismo de fuego en la toma de África (Mahdia), en Túnez (1550), una experiencia de combate que, aparte de algunas escarmuzas con piratas berberiscos, tanto en tierra como embarcados en las galeras del reino, no se repetiría hasta la toma de Djerba (1560), que acabaría en un tremendo desastre el año siguiente. Sin duda, la experiencia es un grado para todo, incluso para salvar la vida. De los 9 capitanes del «Tercio de Flandes» que se hallaron presentes en el desastre de la Herradura, solo Diego de Aponte perdió allí la suya.