Como escribió Francisco de Valdés: “tras lo perfecto andamos, que lo imperfecto a cada paso se halla”.
Desde luego la extracción de las citas que siguen es parcial, producto de una ojeada sobre libros que leí antaño, y alguna cosa se me habrá sin duda escapado.
Martín de Eguiluz, Discurso y Regla Militar:
[El cabo de escuadra] ha de procurar tener su escuadra bien ordenada, y mostrarles a tirar con el arcabuz, y con la pica hacer que la jueguen, y tenerla cumplida de soldados.
[El sargento] obligado es enseñar a los soldados de su compañía, a ponerse bien cada uno sus armas con que sirven, como el Sargento Mayor en todo el tercio.
Los capitanes de ordinario, con cuidado deben enseñar, lo que han de hacer sus soldados, así a tirar, y regir un arcabuz, como mandar una pica, y escaramuzar, y hacer su escuadrón de su compañía, que aprendan el ejercicio de las armas, que es importante cosa.
[El sargento mayor] en todas las cosas que ocurren en ejercicio de las guardias, cuidados, y descuidos de ellas, hacer armar, y enseñar a los soldados […] debe adiestrarlos, y fatigarse en esto muy mucho; pues es el maestro que les ha de enseñar y guiar, y esto está a su cargo, y le conviene mucho para hallarlos disciplinados, y acostumbrados […] y hacer con ellos todo género de escuadrones -…- y en hacerles escaramuzar de diversas maneras, y hacer que aprendan a jugar de pica […] ha de mostrarles a los soldados, a cada uno con sus armas, cómo han de estar en la centinela, y cómo la han de hacer, y cómo han de tenerlas, y tomarlas en las manos para su guardia, y seguridad, y estar alerta.
[Tambor Mayor] que sea maestro para enseñar a todos los tambores del Tercio.
Desde luego, el sargento mayor para Eguiluz y otros autores, era el esqueleto del Tercio: organiza las marchas y los alojamientos, los puestos de guardia, rondas y centinela y el escuadrón a la hora de combatir, y además, parece recoger en su persona la obligación de adiestrar a los hombres.
Bernardino de Mendoza, Teórica y práctica de guerra
En este libro no he hallado ninguna referencia al adiestramiento de los soldados.
Sancho de Londoño, “…Disciplina militar…”
[…] que los tambores sepan tocar todo lo necesario, como recoger, caminar, dar arma, batería, llamar, responder, adelantar, volver las caras, parar, echar bandos…
Son necesarísimos los Atambores Generales, pues es claro, que no los habiendo en paz, se olvidaría el arte como se olvidarían otras cosas menos difíciles
Marcos de Isaba, Cuerpo enfermo de la milicia española.
El capitán […] para que sus soldados entiendan la disciplina, ha de hacer un alférez y sargentos muy prácticos en el arte cursados y sus cabos de escuadra diligentes y experimentados y con estos ha de dar comienzo en el oficio […]
El soldado viniendo a la guerra no se puede admitir en ella de menos edad que veinte años: los primeros cinco aprenda a tratar sus armas, hacer sus guardias, respetar sus oficiales, obedecer las órdenes, conservar los bandos: de veinte años de edad hasta veinticinco ya lo hemos hecho soldado.
De 8 en 8 días saldrá el dicho capitán de ordinario con su compañía en plaza o campaña y la pondrá en escuadrón o batalla, haciendo tocar los atambores en diferentes sones, para que el soldado entienda que es lo que ha de hacer y puesta en orden su compañía, mandarles a marchar con pasos concertados, guardando la orden, calar las picas, volver las caras con mucha presteza y concierto, y que alguna gente fuera de orden los acometan por todas partes y el dicho capitán, muy vigilante sobre ellos, mostrándoles donde han de cerrar, donde se han de retirar, como han de cargar y donde han de hacer frente para que salgan maestros, sin que a voces y golpes del sargento y oficiales lo hagan.
[Reparto de levas entre la gente vieja]
Recibida y entregada esta infantería, el maestro de campo y sargento mayor repartirán y darán a cada capitán de los viejos tantos que lleguen a tener el número de 250, de manera que no de haber ni entretener banda de gente nueva de por sí, sino mezclarlos y meterlos entre los soldados viejos, porque de la plática, ejercicio, y costumbres y maneras de éstos serán luego los bisoños prácticos, diestros y obedientes, lo cual si están de por sí, no lo serán en mucho tiempo.
Francisco de Valdés, Espejo y disciplina militar, que trata sobre el oficio de Sargento Mayor.
[los escuadrones] debe procurar poner en práctica antes que la necesidad lo constriña a ello, pues caminando el Tercio, así al salir del alojamiento, como al llegar a él, puede ejercitar su gente, y ver con la experiencia y la práctica lo que la teoría le enseña.
[…] decir también como se debe excluir la confusión que muchas veces acontece, y particularmente entre los españoles, sobre el querer cada uno ponerse en la primera hilera de la vanguardia, y así ha acontecido muchas veces, pasarse mucho tiempo que ni el Sargento Mayor ni los Capitanes juntos han podido formar el escuadrón;
[Tocando alarma en la plaza de armas]
En necesidad urgente sólo se debe atender, ante todas cosas, a la presteza de formar escuadrón, conviene que el Sargento Mayor […] haga formar aquel cuerpo de gente confusa y desordenada.
RESUMIENDO
No sé si con lo anterior aclaro, o genero más confusión. De todas maneras, el lastre de la cita es precisamente la parcialidad de las mismas. Quizás leyendo más detenidamente el conjunto de las obras se entendiera otra cosa.
Respecto al adiestramiento, el colofón de la cita de Isaba me parece perfecta: los soldados se adiestran, se hacen pláticos con mayor rápidez al lado de los veteranos. En el caso de Flandes, finalmente fue norma que tan sólo hubieran tres Tercios, y que los que llegaran fueran diluidos entre los existentes - fueran veteranos o bisoños.
Eguiluz es quien más detalla las responsabilidades personales, las atribuciones de cada cual en el adiestramiento de la gente. En una compañía recién levada, en la que el cabo de escuadra es un recién llegado al mundo de la milicia, ¿cómo ha de enseñar a sus compañeros? ¿Dónde se adquiere la escuela necesaria?
Por esto me refería al "adiestramiento a patadas": no había nada que estableciera exactamente qué debía conocer un soldado, y como debía aprenderlo. La necesidad, el sentido común, el buen oficio de la oficialidad - cuando esto era posible - las circunstancias, determinarían la manera en que un soldado recibiera una formación básica, pero está claro que no habia "sistema", aunque sí hubiera "escuela". No digo ni por un momento que no hubiera adquisición de conocimientos, sino que esto no estaba regulado de forma alguna.
El soldado que hacía oficio de tambor, cuando se le encomendaba esa plaza, en una compañía nueva, hasta que no se reuniera el Tercio, no podía "encontrar" a su maestro, que parece ser era el TamborMayor, que le enseñaría los distintos sones de instrucción. Quizás el capitán o el sargento le podía, que sé yo, tararear. Pero y en el caso de esos capitanes por cartas que ni siquiera habían sido soldados, ¿qué podían enseñarle a sus hombres?
Francisco de Valdés habla de Tercios que no tienen oportunidad de hacer escuadrón de manera ordinaria, y de aprovechar cuando se marcha, para formar escuadrón. Efectivamente, todos los tratadistas repiten la idea que en los alojamientos, al salir y al llegar, se formará escuadrón en la Plaza de Armas, y que la marcha se organizará por compañías y por especialidades [piqueros y arcabuceros]. Era un entrenamiento, sí, pero solamente si había necesidad de marchar se llevaba a cabo.
¿Cómo formar un escuadrón del Tercio de Nápoles [en Italia] si de ordinario la unidad estaba repartida en distintas villas del reino? Los reclutas que formaron el Tercio de Flandes en 1568, ¿cómo habían de combatir al llegar a Flandes si ni siquiera se reunieron como unidad hasta llegar a Amberes, embarcados en grupos, en distintos puertos y fechas en España? Pues no lo hicieron de inmediato, sino que fueron alojados en Amberes, y allí cabe suponer que recibieron instrucción de alguna manera. ¿Pero y si la necesidad hubiera sido perentoria, y no se hubiera podido prescindir de las tropas? Quizás se hubiera recurrido al consabido proceso de reforma de unidades: mezclar soldados nuevos con viejos, como recomiendan muchos autores de tratados, y aún narradores de sucesos particulares.
Y sin embargo
Llegaban a hacerse maniobras, pero parecía que se ejecutaban cuando se tenía ocasión, o sea, cuando se reunían la cantidad de tropas necesaria para ello, y con motivo de alguna expedición, y evidentemente, siempre en tiempo de paz o mejor dicho - pues apenas hubo lugar para ella - cuando las hostilidades no eran inmediatas:
Todo el tiempo que estuvimos en Palermo no se entendió sino en ponernos en orden para la jornada , y casi cada dia salia ahora un tercio, ahora otro, á hacer sus escuadrones con muy grande orden , y salian los arcabuceros contra el escuadrón de picas , guarnecido por la mayor parte de sus mangas de mosqueteros , y hacian una muy hermosa especie de batalla. Hallábase ordinariamente Su Alteza en estos escuadrones , y todos los maeses de campo y coroneles.
"Relación de los sucesos de la Armada de la Santa Liga..." de Miguel Serviá
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