«En el mes de junio [del] año susodicho [de 1484] fue el Rey D. Fernando sobre Alora con gran hueste [...] é con mucha artillería; é púsole cerco y tomóla en dentro de ocho días por la fuerza de las lombardas, que á los primeros tiros derribaron gran parte de la villa é fortaleza, é luego los moros se dieron a partido y los dejaron ir».
Historia de los Reyes Católicos D. Fernando y Doña Isabel por Andrés Bernáldez
«y esta artillería questa asentada contra el arraual aunque el muro [es] Recio y [tiene] buenas torres por estar en llano no tirará mucho q no vaya al suelo todo»
Carta del Comendador Mayor de Castilla a la reina Isabel durante el asedio de Ronda, 16 de mayo de 1485
«E ha plazido a Nuestro Señor, de quien todo vençimiento e buena obra proçede, que en quinze días que he estado sobrella la he fecho de tal manera apretar, faziéndole tirar tan apriesa de noche e de día con las lonbardas e artellería e engenios, e tomándole el arrabal, que por combate el miércoles pasado se tomó, seyendo como es tan fuerte como la çibdad, e quitándole por minas el agua, que con muy grande dificultad se pudo fazer; en tanto que viéndose los moros perdidos porr la mucha gente quel artellería les mató en el conbate e fueron feridos e muertos, e perdida la esperança de ningund socorro, acordaron lo que avían de fazer por discurso de tienpo fazerlo luego. E asy, oy domingo, día de pascua de Spiritu Santo, me han dado la çibdad e puesto sus personas a mi merçed».
Carta de Fernando el Católico, Ronda, 22 de mayo de 1485
![]() |
| Lombarda portuguesa protegida tras mantelete durante el cerco de Arcila en 1471. Los Reyes Católicos emplearon como sus vecinos portugueses este tipo de artillería para la conquista del reino de Granada en la persistente guerra de Granada de 1482 a 1492, ofreciendo unos resultados muy buenos para el ejército real. Al fondo se ven los muros y las torres de piedra de la plaza magrebí. |
Durante el asedio de Álora, mencionado en la cita que encabeza este texto, los tiros de lombarda derrocaron dos torres y el lienzo de muralla que unía ambas, y la cadencia de tiro fue tal que no permitió a los defensores reparar la muralla. En 1407 dicha fortaleza había mostrado ser inexpugnable ante el asedio castellano. Los muros del arrabal de la ciudad de Ronda cayeron en apenas una semana; iniciado el cerco el día 8 de mayo, el día 22 se rendía.
La artillería de asedio demostró su efectividad durante la guerra de Granada y posibilitó la temprana toma de muchas plazas, pues los castillos de muros de piedra nazaríes no ofrecían suficiente resistencia frente a los impactos de las pelotas o bolaños de piedra disparadas por las lombardas que empleaba el ejército real.
Por lo tanto, las lombardas de finales del XV tenían precisión y cadencia de tiro suficiente como para batir y tomar un castillo medieval en un plazo relativamente corto.
Pero aún siendo efectivas contra castillos medievales, estas piezas de artillería presentaban varios defectos:
La cadencia de tiro era bastante baja dado que las lombardas se componían de dos partes, el cañón, llamado «trompa» o «caña» y el servidor, en el cual se cargaba la pólvora. Para cargar la pieza tras el disparo, había que separar las dos partes que iban montadas sobre un «afuste» en el que estaban falcadas o calzadas con un «zoquete» de madera para que quedasen unidas. Para agilizar el proceso de recarga, las lombardas solían disponer de dos servidores, de manera que el segundo ya estuviera cargado y preparado para el segundo disparo.
Además, las lombardas, tradionalmente se solían montar sobre un «afuste» sencillo que se asentaba en una estructura de madera que no permitía apuntar con facilidad, porque la elevación de la pieza dependía de dicha estructura. La fijación de la lombarda en el afuste muchas veces se realizaba mediante cuerdas o cadenas que había que liberar en parte para cargar el servidor y volver a amarrar o encadenar para poder tornar a efectuar el disparo.
![]() |
| Esta lombarda alemana del Zeugbuch Kaiser Maximilians I de 1502 presenta, sin embargo, muñones, lo cual permitiría una elevación relativamente fácil de la pieza. Sin embargo, esto parece que no se implementó hasta finales del siglo XV, cuando ya habían irrumpido los cañones de fundición. |
La unión de servidor y caña era imperfecta, y las dos partes se componían de piezas longitudinales de hierro forjadas llamadas «duelas» que se unían mediante manguitos que a su vez se aseguraban con aros o «cércoles». Las piezas así construidas a modo de un barril con sus aros, tendían a reventar con bastante frecuencia por las numerosas juntas de la caña, bien por la unión entre servidor y caña, bien por la poca ductilidad del hierro forjado de que estaban hechas.
Para reforzar la pieza, se podía «enforrar», o sea colocar la lombarda en un molde, y verter en ella bronce quedando la lombarda de hierro como núcleo, pero eso hacía una pieza demasiado pesada e inoperativa para trasladarla en operaciones de asedio.
Este tipo de artillería, aún con todos sus defectos, era el que se empleaba en esta época en toda Europa, que tan buen resultado dio en la guerra de Granada, pero en 1494, el ejército de Carlos VIII de Francia irrumpió en Italia con un tren de artillería compuesto por lo que serían poco después llamados en la Europa meridional «cañones a la francesa».
![]() |
| Piezas de artillería según la Cronaca della Napoli aragonese de 1498 , f122r. La pieza de la izquierda está labrada al estilo del siglo XV; se pueden ver los distintos cércoles que revisten tanto caña como servidor. La de la derecha se trata de un cañón a la francesa. Fundido en una sola pieza, las posibilidades de que reventase eran mucho menores. |
Según Pablo Jovio, al pueblo italiano le causó «grande admiración y miedo mas de treynta y seys pieças dartilleria encaualgadas en sus carretones, las quales tirauan cauallos con increyble ligereza assi por lo llano como por lugares asperos».
El tren de artillería del rey de Francia disponía de cañones que disparaban pelotas de hierro de 50 libras, serpentinas que tiraban balas de hierro de 35 libras y culebrinas que tiraban pelotas de 22 libras y media a 32 libras, así como piezas de artillería menores que disparaba pelotas de plomo. Las piezas de artillería iban cargadas sobre carretas de dos ruedas, y las mayores eran tiradas por 10 o 12 caballos.
![]() |
| «Artegliaria» francesa según la Cronaca della Napoli aragonese de 1498, fol 109v. Tanto italianos como españoles de la época transportaban sus lombardas en carretas tiradas por bueyes. La conducción de la artillería real para el asedio de Setenil en 1484 supuso el empleo de 434 pares de bueyes. Cuarenta años después, el emperador Carlos V, rey de España y nieto de los Reyes Católicos, emplearía caballos alemanes para conducir su artillería durante las campañas de Italia. |
El obispo de Nocera realizó una sencilla descripción de la artillería de Carlos VIII haciendo equivalencias de las pelotas que disparaban con cabezas de hombres o naranjas, según su calibre:
«Seria la mayor de las pieças tan larga como ocho pies y de peso a seys mill libras de bronze y llamauan se cañones. Estos arrojauan vna pelota tan gruessa como la cabeça de vn hombre. Despues de los cañones eran mayores pieças las culebrinas las quales eran la mitad mas largas que los cañones pero de mas delgada caña y que arrojauan menor pelota. Tras estas venian luego los falconetes vnos mayores que otros pero de tal proporcion que con la menor pieça se tiraua vna pelota tamaña como vna naranja».
Pero otra cosa a destacar era su encabalgamiento y su tiro con caballos, mientras que italianos - y españoles - habían empleado tradicionalmente bueyes, cosa que permitía un rápido desplazamiento:
«Todas estas pieças iuan encaualgadas en dos gruessos exes y atadas con sus correas y quando era necessario disparar las, sopesauan las con sus asas y para apuntar bien el golpe assestauan las en mitad del exe. Las pieças pequeñas iuan sobre dos ruedas y las grandes sobre quatro, delas quales las dos traseras se podian quitar para aguijar o parar en el camino. Los maestros y carreteros del artilleria caminauan con tanta presteza donde querian q en los lugares llanos y de buen camino los cauallos aguijados con el açote o bozes de los carreteros igualauan la carrera de ligeros cauallos».
Estas piezas de artillería fundidas en bronce en una pieza y montadas sobre cureñas que desacansaban en ejes de ruedas, permitían una recarga rápida y una fácil elevación para apuntar al blanco. Además, reventaban con menos frecuencia y permitían tiros más potentes y precisos, y podían disparar pelotas de hierro.
![]() |
| Podemos ver en esta pieza de artillería del Zeugbuch Kaiser Maximilians I de 1502 una pieza de fundición encabalgada sobre su cureña y su eje de ruedas herradas, y una pieza sin encabalgar junto a una cureña. Los muñones situados al costado de la pieza asentarían en las rebajes de la cureña - las muñoneras - permitirían una fácil elevación de la pieza sobre el eje formado por los dos muñones. Nótese la diferencia con las lombardas encabalgadas rígidamente en el asedio de Arcila de 1471. |
Anteriormente se habían fabricado piezas de artillería labradas de una sola fundición en bronce, y no hechas con partes unidas por «cércoles», de la misma manera que se fundían campanas, pero en general, esas eran piezas de artillería menores que no tiraban más que pelotas de hasta 8 o 10 libras a lo sumo y aún las piezas menores solían disponer de servidor.
Los problemas en la fundición de piezas de artillería hechas de una sola fundición, o sea con cámara y cañón en un mismo cuerpo continuaron apareciendo hasta, por lo menos, el siglo XVII, como prueban diversos tratados donde se ocupan de ello.
| Molde para la fundición de un cañón - izquierda - ánima y cruceta para fijar el ánima - centro - y molde de la culata, derecha, según el Discurso del capitan Cristoual Lechuga, en que trata de la artilleria, y de todo lo necessario a ella, publicado en 1611. Todavía en esta época se fundían muchas piezas defectuosas; prueba de ello son las páginas dedicadas en su libro a este menester, siendo un error común la «desigualdad» al desplazarse el ánima durante el vertido del metal fundido, como se puede ver en la ilustración siguiente [B] del mismo libro. |
Las clásicas lombardas eran piezas de artillería «pedreras», si bien en 1497 ya se fundían pelotas de hierro para tirar con ellas. La piedra, normalmente caliza, ofrecía ventajas, dado que había piedras por doquier [1] y no hacía falta un gran taller para labrarlas; tan solo eran necesarios oficiales canteros para extraer la piedra, así como «picapedreros para facer piedras de las lombardas», picos de piedra para labrarlas y medidas de hierro para calibrarlas. Además, las piedras podían obtenerse cerca de la plaza que debía ser asediada, con lo que se evitaba el transporte de pelotería.
![]() |
| Pico de picapedrero y bolaños de piedra del Zeugbuch Kaiser Maximilians I de 1502, los proyéctiles típicos de las grandes piezas de artillería del siglo XV. |
Pero aunque la piedra tuviera ventajas logísticas frente a las pelotas de hierro colado, tenía desventajas: era mucho menos densa [2,4 Kg/litro] que el hierro colado [7,2 kg/litro] y por lo tanto, a igual diámetro, el bolaño de piedra era mucho menos pesado que la pelota de hierro. Además, la piedra era más frágil, por lo que su impacto contra las murallas, que también eran de piedra, era mucho menos efectivo que el de los proyectiles de hierro.
Aunque la expedición de Carlos VIII no fue ni mucho menos un paseo militar, la artillería que llevó facilitó la toma de varias plazas, anteriormente consideradas inexpugnables, y sobre todo, acortó los plazos de asedio.
Según Marino Sanuto, el tren de artillería del rey de Francia traía «otra generación o suerte de artillería, llamadas por ellos diversamente, que tiraban pelotas de hierro de considerable grandeza» [2]. Según el compilador veneciano «los franceses no usaban lombardas como las nuestras italianas, más son a modo de pasavolantes, que tiran pelotas gruesísimas de metal y de hierro, y de esto viene que rompen los muros donde tiran, y tan de lejos como hicieron en Nápoles en Castil dil Uovo, que casi a dos millas se lombardeaba» [3]. Aunque quizá se exageraba el alcance efectivo de dichas piezas - hacia la década de 1530 se intentaba plantar los cañones de asedio a una distancia de 300 a 400 pasos de la muralla a batir -
La experiencia italiana con este, “nuevo” tipo de artillería hizo que pronto comenzasen a fundirse por Italia «cañones a la francesa», siendo una de las primeras experiencias la del marqués de Mantua, que quebró y fundió sus lombardas para fundir cañones de nuevo cuño, aunque ya en noviembre de 1494 en Ferrara «maistro Zanin» presentó un modelo de pasavolante al «modo franzese».
También, claro, este tipo de artillería llegó a España. En 1499 ya se fundían en Málaga cañones de bronce [aleación de cobre al 91% y estaño al 9%], alguno con la denominación de «cañon serpentino francés», piezas que tiraban pelotas de 16 a 36 libras.
Se pueden ver claramente la rápida adopción por la menor cantidad de piezas denominadas «lombardas» en los inventarios de artillería real, y también se puede apreciar por el gradual declive del oficio de picapedrero durante la década de 1500, así como del auge en paralelo de la fundición de pelotas de hierro colado de gran tamaño en las funciones reales y del propio oficio de «maestro fundidor de hacer pelotas», fuera en Málaga o en Burgos.
Curiosamente, a las pelotas se les denominó también «piedras», y cuando pasaron a fundirse en hierro se las denominó por un tiempo «piedras de hierro», hasta que se abandonó definitivamente tal denominación.
Asimismo, a los artilleros se les continuó denominando «lombarderos» hasta finales de la década de 1520, a pesar de que para entonces las lombardas eran casi reliquias.
Las piedras tan solo quedaron reservadas como proyectirles para ciertas piezas, pues convenía su fragilidad para que al romperse tras el impacto los fragmentos de la misma se proyectaran como metralla.
Bibliografía
Notas
[1] No obstante, durante el asedio de Loja en 1486, los pedreros del ejército real recibieron el sueldo de mayo a junio en balde, «porque no fizieron en todo el dho t[iem]po ninguna cosa asy porque el artillería no era llegada como porque no se fallaban canteras».
«Havea zerca colpi 60 de artigliarie su carete, zoè spingardi, passavolanti,et altre generatione o vero sorta de artiglierie, variamente per loro chiamate, et butavano ballotte de ferro de assà grandezza»
La spedizione di Carlos VIII in Italia, p.473
«Et Franzesi , i quali non usano bombarde come le nostre italiane, ma sono a modo passavolanti, che buttano ballotte grossissime di metallo et ferro, et questo vien che sbusano li muri dove trazeno, et assà da longi, come faceva a Napoli a Castel dil Uovo, che quasi do mia lontano lo bombardava»
La spedizione di Carlos VIII in Italia, p.265
























