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Ballesta / Ballestero

La ballesta fue el principal arma de tiro durante la alta edad media siendo progresivamente reemplazada por las bocas de fuego [espingardas, escopetas y arcabuces] a partir de 1460, para quedar prácticamente desterrada en la década de 1530, aunque sobreviviría como arma militar en algunos casos particulares hasta avanzado el siglo XVI.

El uso de la ballesta, en el paso del siglo XI al XII, había supuesto que de la cota de malla, se pasara a la armadura de plancha. Con el tiempo, la potencia de las armas se incrementó al tiempo que aumentaban las protecciones de peones y caballeros.

En la crónica de Alfonso X el Sabio, de Fernán Sánchez de Valladolid [1221-1284] se narraba:

Tenían los moros tan recias ballestas, que de bien lejos hacían mortales tiros; i muchas veces fuerons vistos hacer tales tiros, que passavan al caballero armado de las mas fuertes armas de claro, i a donde iva a parar el quadrillo, entrava todo debajo de tierra

En La Crónica de D.Álvaro de Luna [escrita en la década de 1460] aparece la siguiente cita, sobre el uso de ballestas fuertes que atravesaban un arnés [al igual que la culebrina, arma de fuego portátil]:
Los quales desque aquello vieron , é que avia dentro ballestas fuertes, é culebrinas en la possada del Maestre , con que  les passaban los arneses , é que los fascian grave é mortal daño,  retraxeronse á las possadas que estaban enfrente de la possada  del Maestre , é entornaron las puertas de aquellas, por se quitar del peligro de los mortalestiros , que contra ellos se fascian. 

Al tiempo que se incrementaba la potencia del arco, se dificultaba el armado [llevar la cuerda tensándola hasta la nuez] disminuyendo la cadencia de tiro. El arqueado se posibilitaba mediante el uso de ganchos amarrados a la cintura del ballestero, tornos [armatostes, garrachas o garruchas] de polea y manivela o gafas [ganchos que pivotaban sobre la cureña o tablero] sujetando la ballesta con el pie [o pies] fijado en la estribera:






Y los que no tovieren contia para tener ballestas de polea que tenga cada uno una ballesta de pie
Copilacio[n] delos establecimientos dela orden dela caualleria de Sa[n]tiago [1503]

[...] y los otros cien peones ballesteros andan con ballestas recias de cuatro libras cada una y con poleas de cuatro ruedas y cada uno con su peto y caxquete y espada y puñal y su carcax con veinte y cuatro tiros acerados
Cédula de 16 de junio de 1503



[...] y llevaban las ballestas tan fuertes que no se podían armar sino con cuatro poleas
Historia del rey Don Fernando el Católico. De las empresas, y ligas de Italia. Libro Tercero, Zurita


Sistema de cuatro poleas para el armado de ballestas. Las poleas facilitaban el trabajo para vencer la resistencia del acero a ser arqueado. Si esto debía llevarse colgado de un cinturón, no es de extrañar que el arcabuz acabara imponiéndose, y tampoco es de extrañar que armatoste -   Aparato con que se armaban antiguamente las ballestas - sea también "objeto grande y de poca utilidad. 
Llevadas al extremo, esta ballesta - que debía ser para asedio y defensa de plazas fuertes, no para el uso de peones o infantes - debía armarse con un sistema de palanca montado sobre un caballete. Todas las imágenes son del libro de herramientas de Martin Löffelholz (1505)


También, en el caso de la caballería, se usó el cranequín, que permitía una mayor cadencia de tiro, y que evitaba el uso de la estribera, y por lo tanto, poder armar la ballesta a lomos del caballo.

Armado con cranequín. Como se puede apreciar, la ballesta de la imagen no tiene estribera, necesaria para introducir el pie y fijar la pieza antes de comenzar a tensar la cuerda. El eje del cranequín se fijaba a la cureña de la ballesta, y con los ganchos sujetos a la cuerda, se usaba la manivela para desplazar el conjunto por el eje dentado hasta la posición de disparo. No debía ser un sistema muy rápido, pero excusaba al soldado desmontarse del caballo.


De las "ballestas de palo, de tiempo de moros", llegamos al tránsito del siglo XV al XVI con arcos o vergas de acero, incrementando notablemente la potencia.

Tres docenas de ballestas recias de á tres libras, de acero, con sus gafas é mechas dobladas,  é todas de un tamaño de nuez. é las gafas de una que puedan armarse á todas , é sus cuerdas dobladas é avancuerdas, é falta munición de saeta que por lo menos con cada ballesta vaya una gruesa de saetas , en cada gruesa doce docenas é cepillos é anguijúélas para facer mas, é mill ovillos de hilo de Ballecas para cuerdas.

MEMORIAL dado por Gonzalo Fernandez de Oviedo de la artílleria y pertrechos que te necesitaban para el castillo de Santo Domingo [h.1515] 


Ballestas del inventario iluminado. En la relación de Valladolid [1545], puede leerse que el Emperador tenía en su armería "tres ballestas de las de Flandes con sus craniquís para armallas" y "siete ballestas con sus cureñas, las tres sin gafas, hechas en España". El craniquí es la pieza que acompaña la ballesta marcada con un VII - eje dentado y manivela. Las gafas han de ser las piezas que acompañan a las dos ballestas inferiores. Vemos que hay una diferencia importante entre unas y otras piezas: las dos de arriba tienen estriberas. Las dos inferiores pueden que sean para la caza de animales.   


También había ballestas de diferentes tamaños, siendo del mismo tipo, así, podemos encontrar ballestas de ocho libras [de a ocho] o ballestas de seis libras [de a seis] - en el inventario de la Armada de Vizcaya [1492-1493] - o ballestas de cuatro y de tres libras - véanse ejemplos mencionados con anterioridad.

Su sustitución por armas de fuego. El arcabuz versus la ballesta

La ballesta convivió al final de su época con las armas de fuego, como ella misma había convivido durante un largo periodo con el arco.

Convivió con la espingarda [desde 1460], la escopeta [desde 1510], pero apenas si sobrevivió la irrupción del arcabuz en la década de 1520. Para una cronología de estas armas, veáse la entrada correspondiente.

Cadencia de tiro, portabilidad, potencia de fuego y fiabilidad serían los factores técnicos intrínsecos del arma determinantes en el éxito y supervivencia, más allá de otros factores económicos [costes de producción, necesidad por crecimiento de los ejércitos] o sociales [modas o tendencias, valores culturales, apuesta por un modelo determinado, valoración de experiencias pasadas y recientes tanto propias como ajenas, etc].

En el compendio De Re Militari [ed. española traducida por Diego Gracián autorizada en 1563 y publicada en 1567]  se indica:
Entre las otras armas menos vsadas son el arco y la ballesta, que son armas que pueden hazer grandissimo daño enlos hombres defnudos,o mal armados, mayormente en tiempo de lluuia que los arcabuzeros pierden su sazon: y sino fuesfe porque los flecheros y los ballesteros no pueden traer consigo tanta municion para sus arcos y ballestas, como hazen los arcabuzeros, yo los hallaria y guales en valor,anfi por su presteza en el tirar que es muy mas presto, como por ser mas seguros y certeros de sus tiros, los quales por marauilla son en vano.
 Ya que esto sea assi que los arcabuzeros tiren demas lexos, no obstante todo effo,el flechero y el ballestero mataran tambien vn hombre fin armas de. 100. o de. 200. passes lexos, como el mejor arcabuzero, y algunas vezes el arnes sino es delos mas fuertes no lo podra resistir: alomenos el remedio seria que los tales tirassen delo mas cerca que ellos pudiessen,y fi esto fe haze fe hallaran mas hombres heridos y muertos con saeta doblado que con arcabuzes

En este mismo libro, en una defensa del uso de la armadura [arnés] comenta el autor:
caso que los arneses sean en demasía débiles para resistir al artillería o las arcabuzos, no obstante esto ellos defienden la persona de los golpes de las picas, de halabardas, de espada, de saetas, de piedras, de las ballestas y de los arcos, y de toda otra ofensa que puede proceder de la mano de los enemigos, y algunas veces un arcavuz estara tan mal cargado o escalentado, o bien podra tirar de tan lejos que el arnes por poco bueno que sea salvara la vida del hombre.

Merced a los dos párrafos anteriores podemos reflexionar en torno a los cuatro puntos antes referidos:

Potencia.

El arcabuz era un arma más potente que la ballesta. Atraviesa un arnés y el disparo alcanza mayor distancia. No hay que extenderse mucho, pero de otras entradas de este blog vemos que se desarrollan armas defensivas [especialmente petos, morriones, celadas y rodelas] a prueba de arcabuces.



Alcance

El "tiro de ballesta" se usaba como unidad de medida informal. Así, en la Historia General y Natural de las Indias, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo usa la expresión: "dentro de la mar, tres tiros de ballesta o un cuarto de legua". Una legua castellana es de 4190 metros. Un tiro de ballesta, entonces, sería 349 metros, la doceaba parte de una legua.

Portabilidad

Los ballesteros llevaban menos munición que sus homólogos con armas de fuego. Esto es apreciable en varios documentos donde se instruye al respecto:

Ordenanza de 5 de octubre de 1495
el que hobiere de tener espingarda, tenga también cincuenta pelotas y tres libras de pólvora, e a quien se mandare que tenga ballesta, que haya de tener con ella dos decenas de pasadores.

Entiendo que la diferencia estaría más en el volumen que en el peso.

Por otro lado, el arcabucero no debía llevar un pesado torno [la voz "armatoste" en lengua española ha quedado en su uso contemporáneo de "objeto grande y de poca utilidad"].

La ballesta ofrecía una ventaja asimismo en el municionamiento, puesto que fabricar una saeta, un dardo, un virote, un cuadrillo, un pasador u otro proyectil, siempre era más sencillo que producir pólvora. Esto no podía ser razón suficiente para ser competitiva en un ejército europeo de grandes o medias dimensiones, pero no así en alguna plaza con riesgo de ser aislada [como alguna de la costa de Berbería] o en las primeras décadas de la conquista de América donde las expediciones de "adelantados" podían separar a las huestes por meses de sus centros de aprovisionamiento.


Fiabilidad

El autor de De Re Militari indica que el ballestero hacía casi siempre blanco "seguros y certeros de sus tiros, los quales por maravilla son en vano", mientras que "donde se tiran 10.000 arcabuzazos, no se matara algunas veces un solo hombre, a causa que los mas arcabuceros se contentan solamente en hacer ruido, y así disparan al aire sus arcabuces".

La idealización de la ballesta, y el descrédito del soldado arcabucero, parecen visiones en blanco y negro, pero probablemente habría parte de verdad en esta visión dicotómica.

Asumiendo que con la ballesta se pudiera hacer mejor puntería [siempre en su rango de menor alcance] a esta ventaja le quedaría sumado el hecho de que 1) no le afectaba la lluvia [ni el viento, por cierto, pues hasta la década de 1540 los arcabuces carecerían de cubrecazoleta que protegiera el polvorín] 2) una vez cargado no fallaba el tiro [en el arcabuz el polvorín podía o no prender, o prender y no comunicarse a la carga alojada en el cañón] y 3) evidentemente, las ballestas no se "escalentaban".
Si bien alguna cuerda o verga, de madera o de hierro, podía quebrarse con la fatiga del material, el percance podía quedar resuelto con una lesión leve del ballestero y no con un reventón en las narices del arcabucero de trágicas y casi seguro mortales consecuencias.

Otro aspecto no baladí, sería el del entrenamiento. La práctica con el uso de la ballesta - en una época en que la munición se detraía de la soldada del infante - sería más barata, puesto que el proyéctil era recuperable, que no en el caso del arcabuz, donde pólvora y bala tendrían un sólo uso [quizás el plomo pudiera recuperarse extrayéndolo del blanco y fundiéndolo de nuevo]:

Hay nescesidad de dar cada mes á los arcabuzeros media libra de pólvora con que se fagan abiles e a los ballesteros apremialles a que cada uno tenga de respeto una docena de pasadores bien acóndycionados con la dicha ballesta.

Respuesta a la carta de 4 de septiembre de 1531 sobre la noticia de una armada corsaria francesa que ha de marchar contra la Habana y Nombre de Dios.
Se puede ver en diversas ordenanzas donde se impone que en fiestas "después de comer" espingarderos y ballesteros, salgan a practicar "porque los dichos espingarderos e ballesteros ejerciten e sepan mejor tirar".

[el señor Condestable] mandó que fiziesen terreros en ciertos lugares pegado á los muros de partes de fuera de la dicha ciudad [Jaén], y todos los domingos y fiestas mandó que jugasen á la ballesta con cuadrillos [...] y los ballesteros ya tan abituados estaban en el juego de la ballesta , que no solamente los domingos y fiestas mas otros dias de su trabajo , que habian un poco de espacio, luego eran puestos en los terreros al juego, de cuya causa se fizieron maestros y buenos ballesteros , y todos los otros juegos [dados y naipes] habian del todo olvidado.

Relación de los fechos del mui magnífico e mas virtuoso señor, el señor don Miguel Lucas, mui digno Condestable de Castilla

Este punto lo podemos relacionar con el anterior, en el capítulo del municionamiento.

Cadencia de tiro

El autor asevera que en el tirar "es muy mas presto" el ballestero que el arcabucero. En todo caso, las "recias ballestas" de finales del XV, primeros del XVI no eran fáciles de armar.  El armatoste, polea, garracha o torno, se debía montar para armar la ballesta y desmontar para hacer el tiro y lo mismo la gafa. Puede que la ventaja no fuera tanta.







Un ballestero entre escopeteros y otros soldados en la toma de Orán [1509] pintados por Juan de Borgoña en 1514.

A menor fiabilidad y cadencia de tiro, se le oponían pues una mayor potencia ["pasaban de una banda a otra los hombres de armas", referiría Paulo Giovio] y la posibilidad de llevar mayor cantidad de munición.

Parece pues, que estos últimos factores serían los determinantes para que el arma de fuego acabara desterrando la ballesta. Desde luego, dada la larga convivencia de la espingarda [más de 50 años] y en cambio, su "rápida" sustitución por el arcabuz [una década de convivencia] por más que el proceso de sustitución fuera más complejo y largo y tal vez no debiera segmentarlo para analizarlo, cabe asumir que la irrupción del arcabuz de llave de mecha, que con pocas variaciones llegaría a finales del siglo XVII, supuso el golpe de gracia para la ballesta en lo que a la guerra en tierras europeas se refiere:

Dicen que él Conde Pedro Navarro viene en la vanguardia con cuatro mil  gascones ballesteros, de quien temerán poco los cuatro mil quinientos arcabuceros i escopeteros que hay españoles en este Campo, sin los que hay entre los alemanes, y sin duda pasan de una suerte y de otra de trece mil quinientos españoles y alemanes, dexado aparté los infantes ítálianos, que son cerca ; de cuatro mil.
Carta del secretario Pérez al Emperador. Roma a 21 de enero de 1528

Aunque del fragmento de la carta se puede entender que la superioridad del campo imperial es numérica en términos absolutos, desde luego se aprecia una valoración cualitativa: cuatro mil gascones ballesteros frente a cuatro mil quinientos arcabuceros y escopeteros españoles, los cuales poco habían de temer de los ballesteros. La ballesta se continuó usando durante un tiempo. En tiempos de las comunidades de Castilla [1520-1] fue normal encontrar este arma y soldado:

asimismo dan por quenta que dieron a un capitán e a sesenta e quatro alabarderos e a quarenta y dos vallesteros e a veyntitres escopeteros y a otros dos capitanes e a dos cabos de esquadra que Sancho martinez de leyva tomo para traerlos consigo en su acompañamiento durante el tienpo de las dichas alteraciones de media paga setenta e un mill y nuevecientos y setenta y ocho mrs

Vease la proporción entre ballesteros y escopeteros: 2 a 1. Ninguna mención del arcabuz, y ningún piquero en la tropa.

Pudiera pensarse que fueran armas viejas, pero a 21 de febrero de 1521 se emite edicto contra el contrabando de armas procedente de una zona armera por excelencia:

Noticioso el Condestable de Castilla de que muchas personas traían del Condado de Vizcaya y de la provincia de Guipúzcoa y de otras partes muchos coseletes, arneses, escopetas y ballestas, lanzas darmas é ginetas y rodelas y pelotas de hierro y pólvora y otras armas para venderlo en las ciudades, villas y lugares rebeldes al Real servicio

A 4 de septiembre de 1531, se requería orden para dotar los navíos que hacían ruta a las Indias, y poderse proteger de una armada de corsarios franceses que se pertrecheban en Bretaña, indicando que en aquellos navíos con dotación de 50 hombres [según tonelaje] 10 serían arcabuceros y 10 ballesteros. Asimismo para fortificar y defender los puertos de Indias, convendría que Su Magestad hiciese merced
a cada uno de los dichos pueblos de ayudarles con que puedan tener un armero que lympie los dichos coseletes e un ballestero que sepa facer las ballestas, e que sepa facer las curueñas dellas porque las vergas se podrán llevar de acá; e que se lentienda asi mesmo de adiestrar las llaves e curneñas de los arcabuces.

A 14 de agosto de 1535, Carlos V, se da orden para armar las naos de la carrera de Indias, dotando de mismo número de arcabuces y ballestas, según tonelaje.

Aunque no se puede descartar el uso de la ballesta en el sistema de los Tercios que nacería con la ordenanza de Génova de 1536, desde luego el ballestero había quedado relegado a un papel muy secundario, restringido a geografías determinadas o usos muy puntuales.

Se ha indicado que en la jornada de Argel [1541] se echó de menos un cuerpo de ballesteros, que hubieran venido muy bien, no pudiendo sacar provecho de los arcabuces por el agua y el viento, aunque en la instrucción de Diego de Vera se indicó que la armada llevaría 800 ballestas "de una gafa, peso y nuez" de Vizcaya  [2] y 200 de Córdoba, con dos docenas de pasadores cada una, puede que fueran armas de respeto, armas que el jefe de la artillería, como responsable de los pertrechos tenía a su cargo para repartir según las ocasiones, y no armas con que equipar de ordinario a los soldados:

Porque los arcabuceros que sin duda hizieran gran daño en ellos, y en los quales parecia que consistía la esperança de la victoria, no podian tirar por el agua, y los peones Moros vsando de vallestas de braços de hierro (que ya entre nosotros no se vsan) tirauán xaras y harpones, que a los coseletes matauan
Historia general de todas las cosas succedidas en el mundo en estos 50 años de nuestro tiempo. Libro XL. Capítulo XXVI. Paolo Giovio

Como curiosidad en el ejemplo dado, las jaras que lanzaban las ballestas parece que podían matar a un coselete, cuyas armas defensivas prevenían contra heridas de otras armas blancas usadas por los "alárabes", como lanzas, cimatarras y azagayas.

En 1543, el conde de Alcaudete informaba al Emperador sobre la jornada de Mostagan o Tremecen, en la que envió a la vanguardia de la batalla dos compañías de "gente suelta" a cargo de don Mendo de Benavides, su sobrino, y don Juan de Villanueva, y que "en llegando estas compañias, hicieron les [á los Moros] mucho daño con las ballestas y arcabuzes, y retiraronse [los Moros]". También había entre las tropas españolas ballesteros a caballo.

En 1551, había en la fortaleza de Melilla 100 arcabuceros y 19 ballesteros, y todos tenían de sueldo 5.700 maravedíes.

Don García de Toledo, en 1560, hallándose Álvaro de Sande cercado en el fuerte de los Gelves por el ejército turco-berberisco de Dragut, proponía una serie de fuerzas para el socorro que debía realizarse. Debían llevarse - según su parecer - 7.000 españoles, y 3.000 italianos de Florencia "y que sean todos arcabuzeros", pero añadía:
Y si don Juan truxesse en las galeras hasta mil ballesteros tendriales yo por gente muy conveniente para esta jornada.
Parecer de Don García de Toledo sobre el socorro a los Gelves 1560. [1]

El socorro, como sabemos, no se llevó a cabo y la plaza se perdió, en el conocido como desastre de los Gelves, y los hombres que habían sobrevivido al asedio fueron hechos cautivos, pero aún así, el caso es que en fecha tan tardía como 1560, todavía se tenía confianza en el empleo de ballesteros.

De hecho, en 1566, el duque de Alba proponía para tomar Argel que se reclutasen en España - estos Reynos - 2000 hombres más, de los cuales, buena parte fueran ballesteros:



Notas

[1] Véase la carta transcrita en el apéndice documental de Los condicionantes de la política militar norteafricana de Felipe II: estrategias, logística, campañas y sostenimiento de las plazas. De Los Gelves a la paz con el turco, tesis de Juan Laborda Barceló.

[2] Las armas de Vizcaya se encargaron a Pedro del Peso: cuatrocientas ballestas de una gofa [gafa] y batalla con cuatro cuerdas, carcax y doce docenas de passadores para cada una.

Lo apuntado en la relación de Diego de Vera, dos docenas de pasadores para cada ballesta, se antoja insuficiente, tal vez sea errata o error de transcripción.

Rodela / Rodelero

Apeose y pusose a parte dela vandera dlos alemanes con unas coraças vestidos / y una rodalla abraçada / y una espada en la mano y assi arremetio a los enemigos 



Las rodelas Señor son de mucho seruicio para quando se hazen las salidas a las enemigas trincheas para yrse cubriendo con ellas y amparando la arcabuzeria y asi mismo quando se da el asalto son muy buenas con vnas buenas y tajantes espadas en las manos para deffender y sustentar el puesto y rreprimir a los contrarios de modo que no suban por la bateria ni puesto que ellas cubrieren. Tratado dela artilleria y uso della / platicado por el capitan diego ufano en las Guerras de flandes [1613], Imagen: Combate en las trincheras de Hulst [1596]. Pelea cerrada con espada y rodela



De acuerdo con el parecer de Gonzalo Fernández de Oviedo, en España no se usaban, ni se conocían, las rodelas, cuando este pasó a Italia en 1498 [1], pero pocos años después eran, como asegura, muy comunes. Así pudo el Gran Capitán en diciembre de 1504 abraçar, o embrazar, una 'rodalla' cuando combatió a los franceses en la batalla del Garellano. Para certificar su entusiasta adopción que dio lugar a tanta popularidad, contamos, por ejemplo, con una lista de la milicia de Mallorca de 1517, donde 1667 hombres disponían de 493 rodelas.

Hernán Cortés inició su campaña en México con "setecientos y tantos peones de espadas y rodela" [2], y los sublevados durante las Comunidades proyectaron una ordenanza, siguiendo el modelo de los Reyes Católicos, en la cual la única arma defensiva común para las tres categorías de infantes armados era la rodela.

La rodela, como decíamos, la conocieron los españoles en Italia, y de aquella procedencia se consideraban las mejores piezas, aunque en las armerías de Vizcaya los armeros vascos las producían ya en 1512 [3].

En todo caso, no parece que hubiera muchas ocasiones donde los hombres armados con espada y rodela ofrecieran una victoria a su rey, si exceptuamos los casos clásicos de Barletta [1503] y Rávena [1512]
La rodela, como podremos comprobar en los tratados militares de la época, va a ser un arma defensiva considerada imprescindible para los asaltos y los reconocimientos en los asedios, pero no en el campo de batalla, salvo en las Indias.


El rodelero en el campo de batalla. 

El parecer y testimonio de Diego de Salazar.


En 1536 - año de la Ordenanza de Génova que da lugar al sistema de los Tercios - se publicaba el Tratado de Re Militari donde en su libro segundo Diego de Salazar defendía el uso de rodeleros en el escuadrón de picas y arcabuceros [4].

El autor asumía que la manera de combatir de los pueblos Tudescos - "mayormente de los çuiços" - imitadas por los ejércitos españoles con éxito "de cuarenta años a esta parte" se había acabado imponiendo, pues la formación de picas era inexcusable ante la caballería, pero defendía que el uso del escudo era imprescindible si se quería luchar a espada, y que ésta era más útil que la pica luchando "en lo estrecho" en un combate entre dos escuadrones de infantería, cuando estos dos escuadrones llegaban al punto de jugar las picas.

Estos rodeleros - así como los piqueros - deberían ir fuertemente armados, casi como hombres de armas descabalgados [aunque podían prescindir de la defensa de las piernas] asumiendo que la ventaja que perdían en la ligereza de movimientos la ganaban en el poder acercarse a luchar a distancia de la hoja de la espada, pues una vez pasadas "las primeras puntas de las picas" no era dificultad vencer al piquero "que pocos hay que tengan armadas las piernas, ni brazos ni ninguno la cabeza" [la falta de protección de la cabeza indicada por el la atribuye a que el morrión no protegía el rostro ni la garganta; proponía para solventar estos déficits el uso de una celada y una gola o gorgal].

Ofrecía don Diego ejemplos de la Barletta [1503] y Rávena [1512] donde a golpe de espada se habían roto escuadrones del enemigo.

Ofrezco un extracto de la relación contemporánea de esta última batalla por confirmar con otro testimonio el recuerdo de Salazar:

Relación de los sucesos de las armas de España en Italia en los años de 1511 y 1512, con la jornada de Rávena. CoDoIn, t.79
Entonces, como un escuadrón de los enemigos ésto viese, juntó de hasta ocho mil gascones y tudescos arremeten: ansimesmo los nuestros se van á ellos, y afrontando el un escuadrón con el otro, tal gana llevaban de acercarse los unos á los otros y de tal manera se juntaron, que las picas suyas con las de los nuestros se tocaban y ni los unos las podían rodear para herir á los otros, ni los otros á los otros y viendo ésto un Coronel llamado Artieda y otro llamado Joanes de Arriaga, toman una pica, el uno por el hierro y el otro por el cuento, y métense entre medias, y debajo de las unas picas de los nuestros y de las de los enemigos, alzan las picas hacia arriba, y ellos metidos dejan la pica, y con espadas y rodelas viérades el segar y derribar de los enemigos como peones en buen pan.
[...]
pues, ¿qué diremos de toda la otra y muy esforzada infantería, sino que tan buen recaudo se dio, que del primer escuadrón que digimos de gascones y tudescos, de ocho mil, al primer encuentro no dejaron de ellos vivos mil y quinientos? Y de tal manera después los siguieron, que roto aquel escuadrón, el otro segundo escuadrón de los franceses se comenzó á retraer, y los nuestros siguiéndoles les ganaron su artillería; y como los franceses fuesen puestos en huida y los nuestros tras ellos.

A pesar de lo exitoso del suceso, parece ser que abrirse paso en el erizo de picas no era fácil.

De acuerdo con los testimonios de Hernán Cortés [1521] y Vargas Machuca [1599], los rodeleros tenían problemas para luchar solos - sin el apoyo de caballería y ballesteros o escopeteros - y frente a oponentes armados con lanzas [5].

Aún así, es evidente que una vez penetrado el escuadrón, los soldados que lo formaban no pudieron ofrecer defensa alguna, luchando a título individual.

Proponía Diego de Salazar un escuadrón de seis mil infantes, con tres mil piqueros, dos mil rodeleros [armados con rodela y dardo, a modo de los antiguos romanos] y mil arcabuceros, aunque luego sugiera el uso de ballesteros.

Ya que para Pavía [1525] el 35% de los soldados eran bocas de fuego [entre escopeteros y arcabuceros] los mil arcabuceros [17% de los soldados] que propone Salazar se antojan muy pocos tiradores.
Sustituir la confianza depositada en la moderna arcabucería recuperando una antigua forma de combatir - que sin duda había dado éxitos puntuales - parece ser fruto de la nostalgia, aunque don Diego razona por extenso el uso de estos rodeleros.

Este ejercicio teórico, sumado a los ejemplos aportados, demuestra que el rodelero podía tener un papel, como lo tuvo el alabardero o el montantero, pero quedó en un plano secundario respecto al piquero [fuera pica seca o coselete] y al arcabucero [al que se le sumaría en la década de 1560 el mosquetero].


Rodelero protegiéndose del ataque de un arma enastada, según la ilustración de la edición de 1550 de "Opera nova de Achilee Marozzo Bolognese, mastro generale de larte de larmi".



Rodela con arma enastada arrojadiza o de mano. Partesanas o jinetas. 


Guardia española de Carlos V en Túnez [1535]. Cartón nº11 "Ejército acampado en Rada", de la serie la conquista de Túnez por Jan Cornelisz Vermeyen. 




Y entrados en campo , luego se arrojaron sendas partesanas ligeras , que son para aquello, de las quales ninguno quedó ofendido, y quedaron con otras cada sendas partesanas, más gruesas; y como sabía bien jugar el corzo de su partesana, cubríase de la rodela, y en descubriéndose el Villalba, el corzo le daba una herida en la cara
[...]
Y a la tercera avenida el Villalva le arrojó al corzo la segunda partesana, y el contrario la recibió con la rodela [...] Pero el Villalva, así como sacó de la mano la partesana e la tiró, al momento tenía la espada en la mano [...] y le dio una estocada que lo pasó de un lado a otro
Duelos del coronel Villalva en Italia, en "Batallas y Quincuagenas" de Gonzalo Fernández de Oviedo



Las otras dos [ordenes falsas] se an de poner en la Retag[uardi]a por la orden q van puestas las del avang[uardi]a y salir por los Costados a los enemigos Como las del auanguarda enpero estos deurian lleuar otras armas y seria bien que fuesen ginetas y Rodelas para q echandolas por los Costados a los enemigos Con las espadas y Rodelas los pudiesen ofender estos tales conviene q sean onbres Rezios y sueltos : y como los unos y los otros salgan a pelear la batalla supito ce[r]rara hasta quedar las ordones en su lugar
[...]
A todas estas maneras de ordenes falsas llaman los alemanes ynfantes Perdidos porq van fuera de la batalla Acometer los Contrarios
De como se ordenan las ordenes falsas en la batalla y en quantas partes se pueden poner y con que armas deuen yr. 
Tratado de ordenanzas militares, MSS 8555 BNE [h.1520]





Cincuenta partesanas y rodelas /    /  Cincuenta partesanas e otras tantas rodelas, que sean buenas e pintadas con las armas reales o divisas de Su Majestad
MEMORIAL dado por Gonzalo Fernandez de Oviedo de la artílleria y pertrechos que te necesitaban para el castillo de Santo Domingo [sin fechar]



Se puede ver por estos tres extractos – la crónica de un duelo de finales del siglo XV, un tratado militar de principios de la década de 1520, y un memorial detallando las armas necesarias para el castillo de Santo Domingo en La Española – que la rodela se podía asociar a un arma enastada, bien un arma arrojadiza o ligera, o bien una más pesada para combatir a mano.

Aunque el guardia español que está detrás de la mesa de los oficiales del sueldo, lleva una rodela embrazada en el brazo derecho y el brazo izquierdo sin armas, su compañero, detrás, lleva un jinetón o quizá un lanzón, en todo caso, un arma pesada no diseñada para ser arrojada. Revista de las tropas en Barcelona para la jornada de Túnez en 1535. Cartón, izquierda, de Jan Cornelisz Vermeyen, y tapiz, derecha, de Willem de Pannemaker basado en los dibujos de Vermeyen. 



El caso del tratado, conviene comentarlo: el anónimo autor del manuscrito explicaba como formar una batalla [escuadrón] con órdenes [hileras] falsas. Estas hileras eran incompletas, como se puede ver por el esquema adjunto, y debían salir del escuadrón para avanzar hacia el enemigo. Las primeras órdenes falsas, las de la vanguardia, irían armadas con picas, mientras que las segundas, de retaguardia, irían con jinetas y rodelas. Una vez arrojada la jineta contra los piqueros de los costados del escuadrón enemigo, tomarían la espada, y defendidos con rodelas, atacarían a los piqueros enemigos, mientras que el escuadrón se cerraría para cubrir el hueco dejado por su salida "hasta quedar las ordones en su lugar". 

Batalla o escuadrón con órdenes falsas. Tratado sin fechar, que estimo escrito hacia 1520, tanto por el vocabulario y terminología empleada, como por el contenido. Las O simbolizan piqueros, las E escopeteros, guarneciendo los costados del escuadrón. Las cuatro banderas están dibujadas en el centro. Las órdenes falsas de vanguardia y retaguardia son esos cuatro grupos de infantes unidos por una línea.  


El autor menciona que a estos infantes que salen del escuadrón a ofender a los contrarios, los alemanes les denominan "infantes perdidos", pero de ello no se puede deducir en ningún caso que los alemanes usaban peones armados con rodelas, únicamente que estas órdenes falsas de ynfantes perdidos eran invento germano. 


Aparte de estas evidencias documentales, hay algunas representaciones pictóricas de hombres armados con rodelas y armas de asta, a finales del XV y primera mitad del XVI.

Grabado de 1506 representando la batalla de Fornovo en 1495. Nótense las rodelas y jinetones que llevan estos soldados. Ciertamente, los soldados parecen gnomos, y no se puede tomar como representativo en cuanto a dimensiones de las armas, pero denota el uso combinado de armas de asta y rodelas desde finales del siglo XV.


Esta partesana, tampoco parece un arma propia para ser arrojada. Giorgio Vasari, "Batalla de Barbagianni, cerca de Pisa".  




Armas con las que ha de servir un capitán. Parecer de Martín de Eguiluz [1595]


Las armas con que ha de seruir y ha de usar vn Capitan de compañia de picas, son vn buen coselete, cón todas sus piezas,y su rodela azerada galana, y vna cumplida pica de veyntisiete palmos, a lo menos con su galana manga, o funda como le quisieren llamar. Una gineta pequeña, de polido hierro y aunque no tenga punta no importa, guarnecida con sus flecos galanos. Vna rodela,y celada fuerte, y peto tambien es bueno, pero es mucho peso, y yo para mi nunca le pondria, porque siendo la rodela buena, cubre todo el cuerpo de vn hombre si se sabe amañar, por que quando va a reconocer foso, trincheas, o bateria,o otras cosas lleua delante en los pechos, y le cubre : y quando se retira la echa a las epaldas,y le cubre, de modo, que el peto es superfluo peso y fastidio,y pues la rodela defiende del arcabuz basta, que si es mosquete todos dos rodela y peto fracasa y pasa. Y el capitan de compañía de arcabuzeros, sirue tambien con las armas fuertes, y con la rodela azerada.

Vemos pues que la rodela, según Eguiluz escusaba al portador del uso de un peto fuerte, que no ofrecía protección frente al mosquete [1595] que se colocaba en la espalda a la hora de retirarse, y que la usaban los capitanes, tanto de las compañías de picas como de arcabuceros. Según el propio autor, todos los soldados debían saber usar pica, alabarda, arcabuz, espada, daga y rodela, así como montar a caballo y nadar.

Cuando se acudía a reconocer las defensas de los contrarios, se debía usar acompañada de una celada fuerte:
y le es necesario al que fuere a reconocer a donde le han de tirar, que se sepa cubrir muy bien con su rodela fuerte que lleuare, que con celada fuerte, basta que lleue rodela, y no peto, que es superfluo peso.



Rodela a la espalda

Formas de llevar la rodela en bandolera. La cincha permitía al coselete de la segunda imagen usar la rodela sin embrazarla, pero lo que importa es que la rodela se podía llevar como arma secundaria. De Nassavsche Wapen-Handelinge van Schilt, Spies, Rappier end Targe, de 1618



Y no tendria por negocio de poco prouecho el traer vna rodela atrás para valerse della en las ocasiones que la pica no pudiere aprouechar, como es quando se pelea con flecheros y ballesteros, y en otros semejantes casos
El perfeto capitan, instruido en la disciplina militar, y nueua ciencia de la artilleria. Por don Diego de Alaba y Viamont [1590]


Recomendaba el autor que los piqueros llevasen una rodela en la espalda para usarla en ocasiones donde el escuadrón era de poco servicio. Además, esta rodela podía proteger la espalda, evitando llevar un espaldar. 

La rodela podía ser llevada a las espaldas, como muestra la imagen de la salida de Lieja de la guarnición escocesa de los Estados, en enero de 1577, donde varios arcabuceros la llevan, para usarla una vez llegados a las manos y siendo de poca, o ninguna utilidad el arcabuz. Grabado de Franz Hogenberg.


La rodela en los asaltos, reconocimientos y otros lances


Tuviese un papel más o menos importante en el campo de batalla donde primaba el uso de formaciones cerradas, en ocasiones tales como asaltos y golpes de mano se continuó usando.

Sancho de Ávila dixo que cómo era possible que entre tales soldados no huviesse alguno tan honrado que se arrojasse dentro del fuerte, pidiendo su rodela él para hacello; y, oyéndolo un mosquetero español, llamado Toledo, pidió una rodela, dexando su mosquete, la cual embrazó, saltando al momento de la muralla en medio de los enemigos, a quien siguieron todos los demás soldados, después del averse peleado en el assalto casi seis horas, al cabo de las cuales ganaron el fuerte, passando al filo de la espada cuantos avía en él, si bien fue con daño de nuestra gente, muriendo en la facción cien soldados, sin los heridos, que no fueron pocos.
Comentarios... de don Bernardino de Mendoza

Así, en mayo de 1652, soldados catalanes defensores de Montjuïc atacan el fuerte de San Farriol defendido a cargo del maestre de campo Juan de Castillo dando el asalto con escalas "con espada y rodela, y con mucho valor".

En 1567, Diego Gracián en su De Re Militari, aseveraba que de la rodela poco caso se hace "sino es en algun asalto, o toma de ciudad: con todo eso, pocos la traen, sino son los capitanes".

La rodela jugaba un papel importante en los asaltos, pues bien colocada protegía el torso, destacándose por varios autores el papel defensivo que tenía contra las pedradas lanzadas desde las murallas. En este punto de verse cara a cara se usaba cualquier tipo de arma, y un acopio de piedras podía ser harto más efectivo que un lento mosquete o arcabuz con tiempos de recarga que se antojarían infinitos viendo al enemigo trepar la escala.

Efectivamente, asaltando la ciudad de África en 1550, don Hernando de Toledo, maestre de campo del tercio de Sicilia, fue con coselete, espada y rodela, si bien "le dieron con una tan gran piedra en la rodela que le atormentó muy mal el braço, y se la derrivaron sin que más la pudiesse cobrar". Murió en el asalto, no de pedradas, si no de diversas heridas, entre ellas, un escopetazo en los muslos.

Si una pedrada parece poco, podemos referir la muerte del también maestre de campo - y poeta - Garcilaso de la Vega en Provenza en 1536, o la del sargento mayor Lope de Fresno en Túnez en 1535. Hay que tener en cuenta que en galeras estaba tipificado el uso de piedras de mano - de peso de 1 a 1.5 libras [460 - 690 gramos] y piedras de dos manos - de 4 a 5 libras - 1.84 a 2.30 kgs-. Es muy probable, viendo las imágenes, que las piedras de dos manos en una fortaleza fueran aún más grandes - no había límite de lastre, como en una galera - y que, arrojadas desde lo alto de un torreón fueran difíciles de defender aún con armas fuertes.

Defensa de asalto con escala empleando piedra de mano y piedra de dos manos. De re militari [edición de 1553]. Por si quedan dudas sobre la efectividad de las pedradas, véase mi artículo Heridas de guerra en el siglo XVI. Combates por mar y tierra de los tercios españoles.


En una salida que el 2 de junio de 1560 hacen los defensores de Los Gelves contra los sitiadores turcos, sabemos que el capitán Galarza portaba rodela, pues recibió dos impactos de bala en ella:
Este Capitán Galarza era un buen soldado, y sacó dos arcabuzazos en la rodela, y dende á pocos días le mataron en el caballero de San Juan de un arcabuzazo.
Relación de la jornada que hicieron á Trípol de Berbería las armadas católicas, años 1560 y 61

En este detalle del fresco central de la Toma de Orán por el Cardenal Cisneros de la capilla mozárabe de Toledo pintado por Juan de Borogña en 1514, se puede ver como los rodeleros están al frente de los asaltantes, respaldados por escopeteros y algún piqueros y ballestero, y un empavesado

Y para una salida que los defensores de Bugía pretendía realizar en 1555 para clavarle los cañones al enemigo turco, los 20 enclavadores, aparte del martillo y los clavos para hacer su efecto, debían  llevar solamente sus espadas y rodelas y armaduras de cabeza y otras armas defensivas


Paje de rodela

El capitán debía tener una rodela, y para llevarla era común que se hiciera servir de un paje de rodela, que podía ser el paje de jineta o un criado del oficial, que asimismo podría portar un morrión fuerte para el uso de su amo.


De la ilustración precedente, puede inferirse que el "soldado bajito" que acompaña al personaje masculino principal de la escena, era un muchacho que ejercería de paje de rodela. Ni siquiera lleva espada, sino tan sólo, lo que puede creerse sea un puñal prendido al cinto en su diestra.

Hacer de paje era una manera de iniciarse en la carrera militar a temprana edad, y dada la posición de la persona a la que se servía, algo mejor que la del ejercicio de mochilero, como hizo el capitán Alonso de Contreras con catorce años de edad, el año de 1597:

Llegué á Palermo y luego me recibió por paje de rodela el capitán Felipe de Menargas, catalán; servíle con voluntad, y él me quería bien.

El paje de rodela debía acompañar a su amo al combate, a no ser que éste ya se hubiera embrazado la rodela para dar un asalto, por ejemplo:

y saliendo D. José solo con una manga de arcabucería suelta á recibir al enemigo, le rompieron la pica de un mosquetazo, con que tomó la rodela que tenia su paje de gineta, Francisco Palomino, el cual quedó tan maltratado, que murió dello después en Bruselas, y con ella y su espada se defendió, de modo que le dejaron en el suelo entre muchos cuerpos 
Relación de la campaña de 1635


Don Luis de Velasco con el archiduque Alberto. Asalto y toma del campo atrincherado de Hulst. Detalle. Paje de jineta y rodela. Patrimonio Nacional


Según Bernardino Barroso [1622] el capitán entraba en la guardia con su pica terciada al hombro, precedido del paje de rodela, con ella, y la jineta.  


La rodela fuerte o a prueba

A medida que hicieron su aparición las armas de fuego, fue necesario el desarrollo de protecciones capaces de detener la pelota lanzada con potencia, primero para defenderse del arcabuz, y posteriormente, del mosquete.

Dado que el perímetro de las plazas fuertes era defendido con esta última arma, en los trabajos de reconocimiento de las defensas - así como en los trabajos de aproximación por trinchera o en las minas si se topaba con una contramina - se recomendaba el uso de una rodela fuerte, o rodela a prueba de mosquetes.

También en los asaltos o escaladas se recomendaba el uso de una rodela fuerte, a prueba de arcabuz:
D. Alvaro iba armado de un peto fuerte y una celada, con una rodela acerada, á prueba de arcabuz, y una espada desnuda en la mano
Salida en defensa del fuerte de Los Gelves en la cual Álvaro de Sande fue prendido, en Relación de la jornada que hicieron á Trípol de Berbería las armadas católicas, años 1560 y 61

  Un "Hispanigscher coronell" dedicándose a la no muy noble tarea de atravesar el abdomen de una burguesa de Maastricht, eso sí, debidamente protegido con una rodela embrazada en la zurda.


Cristóbal Lechuga [1611], recomendaba que un ejército de unos 24.000 infantes, debía llevar 600 rodelas fuertes de respeto, junto a 1000 morriones, petos y golas a prueba, lo cual supone una rodela cada 40 hombres.  

Las rodelas, evidentemente, no protegían del disparo de piezas de artillería menor:
y como D. Lope tuviese muchos heridos y muertos en la proa que estaba á su cargo , le fué á socorrer D. Bernardino de Cárdenas, y al pasar le dieron con un esmeril sobre la rodela que lo derribó atormentado y murió dello en el dia siguiente.
Relación de la guerra de Chipre y batalla de Lepanto

Y aún podían ser atravesadas de escopetas y arcabuces:
y allí le dieron un arcabuzazo, que le pasó la rodela acerada que llevaba por junto á la embrazadura, y le quebró un dedo de la mano izquierda, y pasó la bala á la tetilla derecha, donde paró. Fué tan grande el golpe, que el caballo cayó y echó por cima de la cabeza á don Diego Fajardo medio aturdido; y apeándose don Jerónimo de Guzman y el escudero, le alzaron del suelo. Era don Diego Fajardo esforzado caballero , afable y muy amigo de soldados , y viéndose herido de tan mala manera , pidió su rodela para ver si estaba pasada, y cuando vio el agujero que había hecho la bala, entendió que le habían muerto
Rebelión y castigo de los moriscos de Granada, Luis del Mármol Carvajal

Evidentemente, como sucedía con el resto de armas, las rodelas de los oficiales - o de aquellos soldados, particulares y aventureros que podían permitírselo - eran grabadas, decoradas más o menos espléndidamente, con broquel dorado, orlas y los adornos que se considerasen oportunos para denotar la posición social del propietario.

Espléndida rodela grabada y dorada portada por un paje, con su señor a caballo en el tapiz La revista de tropas en Barcelona, 1535. Diseño de Jan Cornelisz Vermeyen, hilado de Pannemaker. Tapices de Patrimonio Nacional. 


Venia Alberto con un peto a prueva,
Morrión, gola i espaldar, armado
Espapa i daga, i una gruessa i nueva

Pica, de un fresno altissimo tostado,
un paje la rodela fuerte lleva,
En cuyo campo de oro está gravado
un Vnicornio que con lalta frente
Mueve las aguas de una dulce fuente.

El Monserrate segundo, Cristóbal de Virués, 1601.

Las rodelas del catálogo de la real armería [1898] tienen un diámetro de entre 0.54 y 0.62m. Podían ser lisas o de "ombligo en punta", como la que porta este infante inglés de una ilustración de Theodor de Bry del Americae Pars ¿Sexta? :


En el catálogo de la Real Armería de 1849 se dan pesos de varias rodelas: desde 6 libras [castellanas, de 460gr] unos 2.76Kg, a 2 arrobas [1 arroba castellana = 25 libras] unos 23Kgs de una rodela a prueba de mosquete.

Aparecen otras rodelas a prueba de mosquete catalogadas: de 38 libras [17.48kg], 2 arrobas menos media libra [22.77kgs] y otras sin clasificar, de 9 libras [4,14kg], 10 libras, a 1 arroba [11,5kg].

A gusto del usuario y según necesidad.

En todo caso, se antoja posible que caminando, reconociendo las obras de aproximación al foso de las trincheras del asedio, una persona pudiera sostener 23kgs un rato más o menos largo, pero correr con este peso, resulta difícil, sumándolo a otras piezas de las protecciones, como estos infantes que corrían Bergen op Zoom. 
En todo caso, parece que una rodela a prueba estándar pesaría de 8 a 15 kgs.



Bernardino de Mendoza [1577] da varios ejemplos de su uso en minas, trincheras y asaltos.
Coloma, nos señala como Valentín de Pardieu, monsieur de la Motta murió en un reconocimiento, a pesar de llevar armas fuertes:
 
Atendiendo, pues, a esto la Mota, con extraordinaria diligencia yendo aquella misma noche a reconocer el puesto donde había de plantar la artillería, le alcanzó un mozquetazo por encima del ojo derecho que le salió al colodrillo, de que cayó luego muerto. Afírmase que en su vida con haber hecho aquello infinitas veces le habían visto pedir armas fuertes sino aquella noche, que en el reduto que se levantó aquella tarde para comenzar a abrir trincheras pidió sus armas al capitán don Jerónimo de Silva y, con todo eso, le dieron por entre la falda del morrión y la rodela.



La rodela en el mar

La rodela se empleaba comúnmente en naos y galeras. En 1535 se estableció que las naos de 100 toneles debían contar con una docena de rodelas a bordo, la de 150 toneles, 18 rodelas, y las de 200 toneles, dos docenas de estas armas defensivas.


En 1619, Pedro Girón, tercer duque de Osuna, embarcaba en las 19 galeras del reino de Nápoles 425 arcabuces, 170 mosquetes, 475 picas, 120 chuzos, 425 medias picas, 144 rodelas, 204 bombas de fuego, 58 ladrillos de fuego, 19 cajas de alcancías, 565 barriles de pólvora, 90 quintales plomo en balas, y 75 de cuerda, y estas armas se mandaron embarcar de respecto para en caso que se llegase á pelear se desherrasen en cada galera cien hombres entre buenas boyas y forzados, pues en tales ocasiones es de grandísima ayuda la desta gente, como lo fué en el buen subceso que se tuvo en la batalla naval, y fuera desto llevan sus armas los aventajados y entretenidos de las galeras y toda la infantería. 

Efectivamente, se desherraba a los forzados cristianos para combatir en un aprieto armándolos con espadas, rodelas y chuzos que han de pelear por su vida y su libertad, con muchos ejemplos de lo que esta gente ha hecho en semejantes ocasiones. 

Para asaltar una nave enemiga, se recomendaba el uso de espadones o espada, defendiéndose con coselete y rodela:
Asimismo, si los nuestros saltaren en su nao, los primeros deben de llevar montantes, que es mejor arma en tal caso, y los de coselete, con espada y rodela. 
Espejo de Navegantes. De la guerra o batalla que se da en la mar. Alonso de Chaves. 1537



La rodela en las "ordenanzas" de los comuneros

En el tomo 1 de la CoDoIn, hallamos un interesante documento relativo a la panoplia, que según los alzados contra el rey, debían portar los hombres susceptibles de ser reclutados. 
Sigue el modelo de las ordenanzas promulgadas durante el reinado de los Reyes Católicos estableciendo diferentes equipamientos en función de las rentas o estado de los súbditos, pero para los tres estados vemos que la espada, el puñal y la rodela son usados siempre, aunque a los vecinos de menor estado, de menor hacienda, se les daba la posibilidad de llevar un pavés:


Capítulos de lo que ordenaban de pedir los de la Junta
Lo otro á condición que todos puedan traer las armas que quisieren ofensivas é defensivas , é que ninguna justicia gelas pueda tomar ni vedar que no las trayan, é que todos sean obligados á tener armas en esta manera: 

que cada un vecino de los del menor estado sea obligado á tener una espada, é un puñal, é un casquete, é una lanza é un pavés ó una rodela: entiéndase ser del menor estado el que no tiene cinquenta mil maravedís de hacienda. 

E los del mediano estado que sean obligados á tener cada uno una espada , é un puñal , é un casquete, é una pica é un coselete ó unas corazas é una rodela : entiéndese ser del mediano estado el que tuviere mas de cinquenta mil maravedís de hacienda é no pasare de doscientos mil. 

Y los del mayor estado que sean obligados á tener cada uno dos espadas é dos puñales par asir á un mozo, é una pica, é una alabarda, é una rodela é un coselete entero con su celada y gorjal é falda : entiéndese ser del mayor estado el que tuviere de hacienda mas de doscientos mil maravedís : é por questo se guarde mejor , que los alcaldes é regidores de cada un logar hagan hacer cada un año el día de Santiago alarde á todos los vecinos , é que cada un vecino salga á la alarde con sus armas , é quel que no las sacare todas, que pague de pena si fuere del menor estado trescientos maravedís, é si del mediano seiscientos, é si del mayor mil maravedís, é questa pena gela esecuten luego é no gela puedan perdonar é sea para á los muros del logar, é que demás desto los alcaldes é regidores les compren las armas que les faltaren é gelas den é gelas hagan. 

Hay que tener en cuenta que en este capítulo no se mencionan armas de tiro como ballestas o escopetas, ni mucho menos arcabuces, y por contra se mencionan armas en desuso como la coraza o el pavés, lo cual indica que más que una innovación, es una puesta negro sobre blanco del armamento usado por los españoles de la época que no servían en el ejército.

Por la 'Memoria histórica del levantamiento de los comuneros Mallorquines en 1520 ' conocemos el estado de la milicia de Mallorca en 1517: los diferentes gremios que constituían las compañías aportaban 1667 hombres, que disponían de 493 rodelas. En las listas aparecen mencionadas armas otras armas defensivas como paveses, coseletes, corazas y petos, así como ofensivas: espadas, lanzas, ballestas y espingardas.  Ninguna pica, ni ninguna escopeta, cuando eran armas comunes de la infantería de ordenanza.



Notas

[1] Ay otra manera de arma defensiva o escudo que son Rodelas, e estas asimismo entre los antiguos se usaron a pie e a caballo, e algunas de ellas combadas, e en el medio salida una punta, e otras más llanas sin la dicha punta en medio, pero tumbadas, e son muy buena arma e muy usada en Italia e aún al presente en España e otras partes, pero yo me acuerdo que el año que yo pasé a Italia jamás las había visto en España, e después acá se han usado mucho, e usan en estas partes, e en muchas antigüedades, parecen esculpidas, e pintadas e con diversas insignias en ellas.
Libro del blasón 
Libro primero que trata del blasón: de todas las armas e diferencias dellas, e de los escudos e diferencias que en ellos ay, e de la orden que se debe guardar en las dichas armas, para que sean ciertas, no falsas, e de las colores e metales que ay en armería, e de las reglas e circunstancias e este efecto convinientes e necessarias

La obra se trata, a pesar de este detalle, no de una obra de armería, sino de heráldica.


[2] Cartas y relaciones de Hernán Cortés al emperador Carlos V:
E acabados los bergantines y puestos en esta zanja, á 28 de abril del dicho año [1521] fice alarde de toda la gente , y hallé ochenta y seis de caballo , y ciento y diez y ocho ballesteros y escopeteros , y setecientos y tantos peones de espadas y rodela, y tres tiros gruesos de hierro , y quince tiros pequeños de bronce , y diez quintales de pólvora. 

También Pedro de Alvarado, en 1534 escribía al Emperador como se había embarcado con quatrocientos e cinquenta españoles, los doscíentos y sesenta de cavallo y los ciento ballesteros y escopeteros, y el resto de espada y rrodela,

El resto, eran 90 rodeleros, muchos menos que en la expedición de Cortés.


[3] Real Cédula a los oficiales de la casa de contratación de Sevilla. 23 de febrero de 1512.
e entretanto, de ymbiar corseletes estañados lixeros, porque petos non aprovecharían nada para defenderse de las flechas; e debéis de procurar que vayan espingardas de fatura, como os la piden; e ansi mesmo questén proveídas la Isla Españdola e Sant Xoan e el pueblo de la Antigua, de maestros de facer ballestas, pues que vedes el ynconviniente que ay de non poderse aprovechar dellas; e también Me paresce que serán muy provechosas armas, rrodelas, e podréislas facer traer de Napoles que son las mexores del Mundo; e destas se cree que se venderían en las Indias munchas; e entretanto que proveéis de Napoles de las dichas rrodelas, ansí en Sevilla e en Cadiz, Creo que fallareis algunas dellas para ymbiar estas; e los corseletes deben de yr luego a Sant Xoan e a la Tierra Firme todos los que podieredes ymbiar fasta un número rrazonable, qual a vosotros paresciéredes, porque como vedes, en la una parte e en la otra, ay mas nescesidad al presente de armas que xamas abréis; plasciendo a Nuestro Señor, las rrodelas se pueden proveer de las de Vizcaya que por ay las fallaréis. 


[4] El De Re Militari es una copia adaptada del libro de la guerra de Maquiavelo. Diego de Salazar no solo traduce al florentino, sino que amplia la información que este escuetamente ofrece al lector sobre los episodios de guerra relativos a los hechos de armas protagonizados por los españoles.


[5] Cartas y relaciones de Hernán Cortés al emperador Carlos V:
Yo envió á la isla Española cuatro navios para que luego vuelvan cargados de caballos y gente para nuestro socorro; é asimismo envió á comprar otros cuatro para que desde la dicha isla Española y ciudad de Santo Domingo traigan caballos y armas y ballestas y pólvora, porque esto es los que en estas partes es mas necesaria ; porque peones rodeleros aprovechan muy poco solos, por ser tanta cantidad de gente y tener tan fuertes y grandes ciudades y fortalezas

Por un testimonio en el juicio de residencia que se le hizo a Cortés, conocemos un poco más de dicho alarde: 
quellos habían estado al dicho alarde, e abia noventa de a caballo, e ochenta escopeteros, e ciento e veinte ballesteros, e otros cientos e tantos peones de espadas e rrodelas e lanzas; 

Hernán Cortés dio unos ordenanzas para los vecinos y moradores de la Nueva España en Tenochtitlán, a 20 de marzo de 1524:
Mando que qualquier vezino e morador de las dichas Cibdades e Villas que agora ay e obiere, tenga en su casa una lanza e una espada o un puñal, e una rodela e un casquete o celada, e armas defensivas, hora sean de las de Spaña, hora de las que se usan en la Tierra; e que con estas armas sea obligado a parescer en los alardes

Milicia y descripción de las Indias. Vargas Machuca [1599]
Y si el enemigo fuere de lanza, los rodeleros sean lanceros, para mejor entretener, porque la rodela es inferior á la lanza del contrario