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Batalla del Sesia o de Romagnano [29-30 abril 1524] - [Retirada de Abbiate Grasso]

cinco mil españoles eran cinco mil hombres darmas , y cinco mil caballos ligeros, y cinco mil arcabuceros, y cinco mil diablos que los importa 
Respuesta del almirante Bonnivet a Odet de Foix, vizconde de Lautrec, mariscal de Francia y general en Bicoca, según Juan de Oznaya


En otoño de 1523, tras la desastrosa campaña del año anterior terminada con la rota en Bicoca, los franceses penetraron de nuevo en Italia dispuestos a tomar el ducado de Milán bajo su control. El ejército real, encabezado por el almirante Bonnivet, evitó el enfrentamiento directo con los imperiales, manteniendo una estrategia de ocupación y desgaste [1].
Los imperiales, con el apoyo del duque de Milán, el marqués de Mantua y el de la Señoría de Venecia y el socorro del ejército liderado por Pescara y secundado por Alarcón que acudió desde el reino de Nápoles, procedieron en 1524 a acometer una serie de movimientos para derrotar a los invasores franceses que culminaron con la batalla de Sesia o de Romagnano [2].

El 13 de enero las tropas imperiales salen de Milán y toman por asalto Robecco, tomando cinco estandartes de caballería, diez banderas de infantería y tres mil cabalgaduras, entre acémilas y caballos de guerra, entre ellos, la montura del famoso caballero Bayardo, Pierre Terrail, señor de Bayart, que se hallaba al mando de la plaza.
Esta encamisada nocturna la acometió Pescara con tres mil españoles - con camisas de lino sobre las armas "porque se conociesen entre los enemigos de noche por la blancor del lino" - secundados por Juanin de Medici, con Carlos de Lannoy con el resto del ejército siguiéndoles a seis millas para asegurarles la retirada, en caso que esta fuera necesaria.

Arcabuceros españoles en la conquista de Túnez [1535. Cartón nº8 de la serie de Vermeyen, titulado "Batalla en los pozos de Túnez". La escopetería y arcabucería española jugó un papel fundamental en el acoso y derribo que padeció la caballería francesa y la infantería suiza en la campaña de 1524, si bien no fue hasta Pavía, en batalla campal, cuando se demostró todo su potencial.
A finales de febrero, los imperiales dejan Milán, y ponen su campo sobre Binasco. Ante este movimiento, los franceses se retiran de Biagrassa [o Abbiate Grasso] a primeros de marzo, dejando una guarnición de 1000 infantes y 100 caballos, y cruzan en dos puentes de barcas el Ticino, para recogerse en Vigevano.

Los imperiales, por no avanzar dejando el sur del pavesano en manos de guarniciones enemigas, toman Sartirana el 26 de marzo, guardada por el conde boloñés Hugo de Pepoli con 100 caballos ligeros y 500 infantes. Mientras, los aliados venecianos, comprometidos en la expulsión de los franceses de Italia, con su ejército a cargo del duque de Urbino toman por asalto Garlasco el 4 de enero, custodiada por entre 700 y 1000 infantes.

A primeros de abril, Vercelli, en el Piamonte, da obediencia al virrey, que la guarda con el marqués de Civita Sant'Angelo con su compañía de hombres de armas y dos compañías de infantería española. Con la toma de esta plaza, se limita la llegada de vituallas a los franceses desde tierras del duque de Saboya.

Socorro al francés

Hacia el 10 de abril el grueso del ejército francés deja Vigevano y marcha a Novara, teniendo a la espalda a los españoles, que procuran hacer todo el daño que pueden en su retaguardia.
Parte de este acoso lo ejecutan soldados a título particular, sin orden de sus oficiales. El Virrey Lannoy, prudente, manda echar bando general que ningún hombre se desmandase. Algunos se lamentarán de la orden, juzgando que a los enemigos "no se les hizo el daño que bien pudiera hacelles".

En este retirada al Piamonte, los franceses cuentan con tres socorros que han de llegar pronto: uno de 7-8000 esguízaros que descienden de Suiza por la Val d'Aosta conducidos por el señor de Chabannes, otro de 4-5000 grisones [3] que entraría en Italia por la Valchiavenna y la Valtellina, y otro de 400 lanzas francesas a cargo del duque de Longueville, que entraría en el Piamonte cruzando los Alpes desde Grenoble.
Con este socorro de lanzas franceses y peones suizos, podía el ejército rehacerse y afrontar a los imperiales y los grisones podían divertir a los venecianos en su tierra.En Milán habían quedado 4000 infantes y 100 caballos para guardia de la tierra en nombre del virrey, y en Lodi, por contra, estaba Federico da Bozzolo con 2000 infantes y caballería por el rey de Francia. El socorro de grisones debía juntarse con Federico para dividir al ejército veneciano-imperial.

Los venecianos tenían bien guarnicionado el Bresciano y Bergamasco, con más de tres mil infantes repartidos entre Crema, Bérgamo, Asola, Pontevico y Brescia, junto con cerca de 300 hombres de armas y 200 de caballería ligera. Así, el 9 de abril, teniendo cierta la marcha de los grisones por la ribera izquierda del Como, Babon di Naldo partió de Bérgamo con sus tropas a interceptarlos. Por su parte, Joanin de Medici, en aquel tiempo al servicio del duque de Milán, recibió la comisión de su señor de partir con 2000 infantes, 400 caballos ligeros y 150 hombres de armas - de sus Bandas Negras - para juntarse en Gera d'Adda con estas tropas y actuar contra los hombres de las Ligas Grises.

Renzo da Ceri, capitán al servicio de Francisco 1º, rey de Francia, acude con 200 caballos a escoltar a los grisones, alojándose con ellos en Caprino en Val di San Martin el 13 de abril. En Almenno [San Bartolome], los grisones se encuentran con Medici, y metiéndose en escuadrón, escaramuzan con él, tirándose "gran schiopetate". Tras entre encuentro, y estimando que el enemigo les tiene los pasos para entrar en Lombardía tomados, los infantes deciden regresar a su tierra, caminando por Val Bembrano sin perder más tiempo, tomando como rehén al señor Renzo, y saqueando en el camino tres villas, tomando pan y ropa por valor de 3000 ducados [4].

Retirados los grisones de Italia, quedaba el socorro de sus vecinos helvéticos que se ponía en marcha el 12 de abril. Los franceses se hallaban en Novara con 600 lanzas, 7000 suizos [de una leva anterior] y unos 2500 infantes de varias naciones, entre gascones, alemanes e italianos. El socorro de suizos se iba reuniendo en Ivrea, esperando la llegada de las 400 lanzas francesas, que a mediados de mes estaban aún en Grenoble con el cruce de los Alpes por hacer, para acudir juntos a Novara a ayudar a las tropas del rey de Francia.

Tropas suizas retratadas por Vrs Graf en 1515. 

A 21 de abril parte Medici para tomar Biagrassa con 4000 infantes a su cargo, entra en la ciudad el 24 tras haberla batido la artillería y pasa a cuchillo a la guarnición, sin que el Almirante haga el mínimo esfuerzo en socorrerla, a pesar de que en Novara podían escuchar los cañones disparando sus pelotas contra las defensas de la plaza  [5].

Finalmente, la noche del 25 de abril, Bonnivet decidió retirar al ejército de Novara, teniendo tomados los pasos imperiales y venecianos y padeciendo una gran escasez de vituallas [6], tomando el camino de Borgomanero a Fontaneto d'Agogna, localidad en la que entran soldados españoles, con el propósito de estorbar el paso al ejército francés.

Los españoles se ponen en marcha el 26, alojándose en Biandrate y Vicolungo, tomando el camino que consideran más lógico desde Ivrea, de donde debían venir los suizos al socorro del Almirante. La caballería ligera imperial y veneciana, en número de 800, corre el río Agogna en seguimiento de los enemigos.

Posteriormente, el marqués de Pescara toma el camino de Ghemme, mientras que el marqués del Vasto con dos mil infantes y trescientos hombres de armas marcha tras el campo francés por el camino de Fontaneto, con la finalidad de dar en la retaguardia de Bonnivet.

Los suizos nuevos, entre 4000 y 6000 de los 8000 acordados [7], se pusieron en marcha para juntarse con el campo francés en el cruce del Sesia, el río que marca la frontera entre el Piamonte y la Lombardía. El punto del cruce era cercano a la localidad de Romagnano, mientras que los esguízaros habían acudido a Gattinara, vecino de Romagnano a la otra parte del río.

El capitán Mercado [no sabemos si Juan o Pedro] con su compañía atacó la retaguardia de los franceses, socorrido por el maestre de campo Juan de Urbina a cargo de siete banderas de infantería y cierto número de caballos ligeros. En esta refriega, Urbina fue herido de un arcabuzazo en el muslo [8]. Fue tan trabada esta escaramuza, que casi dio pie a batalla campal, pero a los imperiales les faltó el socorro de los hombres de armas, y los franceses, que en un alto o collado habían dispuesto tres culebrinas, batieron a los españoles, y pudieron cubrir la retirada de su retaguardia.

Llegados a Ghemme - a dos millas de Romagnan - el 27 de abril a mediodía, tras recorrer más de 20 millas con artillería y carruajes, incluyendo 40 barcas para la fábrica de un puente, los franceses disparan su artillería, probablemente, como aviso de su llegada destinado a las tropas suizas que acudían en su socorro.

Cruce del Sesia

Bonnivet alojó el ejército en Romagnano, y mandó tender un puente de barcas [9], e invitó a los confederados a cruzar el río para unírsele, pero estos respondieron que únicamente acudían para ayudar a sus paisanos en la retirada, no para hacer frente a los imperiales entrando en Lombardía.
El Almirante ordenó entonces cruzar el río, primero la artillería, seguida por los bagajes, luego la caballería y por último la infantería, que comenzó a cruzar a media noche. Antes del cruce, ordenó quemar la villa de Romagnano [10].

A las dos horas de haber amanecido, Pescara, que estaba al tanto del cruce gracias a los corredores de los caballos ligeros que iban y venían tomando noticia de los movimientos del enemigo, procedió a marchar contra la retaguardia francesa, que aún se hallaba cruzando en este tiempo. Los que estaban pendientes para pasar, viendo venírseles encima al enemigo se echaron al agua, y el puente, saturado de gente y animales, se quebró, cayendo bestias y hombres al agua, donde muchos se ahogaron. Los imperiales hallaron un vado aguas abajo, y montando arcabuceros en las grupas de los caballos, cruzaron el Sesia juntos caballos e infantes.



Bonnivet ordena plantar varias piezas de artillería - dos culebrinas bastardas y dos falconetes - para cubrir la retirada, pero los imperiales se las toman. Entonces, el Almirante ordena recuperarlas, yendo el capitán Vandenesse con otros capitanes de hombres de armas, siendo rechazados por la escopetería y arcabucería española [11]. Aquí fue herido gravemente Vandenesse de un arcabuzazo bajo el hombro, y quedó herido asimismo Bonnivet de un tiro de arcabuz en el brazo, hallándose en defensa de la artillería. A partir de ese momento, el Almirante, incapacitado, fue puesto en una litera, y se concedió el gobierno y salvamento del ejército al caballero Bayart.

Caballería francesa en la toma de Génova [1507]. La gendarmería francesa se veía rendida frente a simples escopeteros y arcabuceros españoles.
En esta acción se distinguieron don Juan de Guevara, conde de Potencia, capitán de cincuenta hombres de armas, el capitán de infantería don Juan Cerbellón, y Paolo Luzasco, capitán de caballos ligeros del marqués de Mantua.

El campo francés que había cruzado el río, se juntó con los suizos nuevos y comenzó a caminar a Ivrea, dispuesto a huir de Italia y hallar refugio en tierras francesas. El capitán Bayardo, tomando parte de la caballería y cuatro o cinco banderas de suizos, se ocupó en proteger la retaguardia y recuperar dos piezas de artillería tomadas, pero el tiro de un arcabuz lo descabalgó quedando gravemente herido y preso de los españoles, muriendo poco después [12].

Se adelantó el marqués de Pescara con obra de 500 escopeteros y algunos caballos ligeros, y comenzaron descaramucear: é ya habían dejado dos piezas de artillería los enemigos; y visto que era gente tan poca los que los seguían volvieron una banda de suizos y alguna gente darmas en que venia el Almirallo y Bayart; de los cuales el Almirallo fué herido de una escopeta en el brazo y Bayart de un arcabuzo en los pechos y cayó luego del caballo, y estando arrimado á un árbol envió su trompeta al marqués de Pescara que se rendia á él, y siendo traido al marqués murió luego.
Carta de Lope de Soria á Carlos V, fechada en Génova 4 de mayo de 1524

Tras esto, prosiguió la marcha en persecución del campo francés, pero la retaguardia suiza se detuvo y arremetió contra los arcabuceros y caballería que le perseguían, recibiendo Pescara un alabardazo en los hombros, sostenido por la cota de malla que vestía.

Seguimiento de Alarcón

El ejército francés continuó su marcha a Ivrea para salir de Italia atravesando los Alpes vía Turín-Susa-Grenoble acompañados por los suizos viejos, dejando que los suizos nuevos marcharan a casa desde Ivrea por Val d'Aosta.

A Hernando de Alarcón se le encomendó su seguimiento, realizando un hecho de armas el día 5 de mayo, al tomar un puente guardado por un bastión en la orilla contraria, destacándose en el combate treinta arcabuceros españoles [13].

Con esta persecución pudieron recuperar 24 piezas de artillería del ejército francés - 18 gruesas y 6 menudas - dejadas en custodia de dos banderas de suizos en un castillo de la población aostana de Bard.

Recuperación de plazas fuertes

Tras esto, el ejército veneciano a cargo del duque de Urbino, no queriendo pasar de Lombardía, acudió a rendir Lodi, plaza que se hallaba a cargo de Federico da Bozzolo en nombre del rey de Francia con dos mil infantes, capitulando, y permiténdole Urbino dejar la plaza con su gente, armas, banderas, caballos y bagaje y marchar a Francia.

Igualmente, el marqués de Pescara impuso la capitulación el 22 de mayo a Bussy d'Amboise, lugarteniente de Francisco I en Alessandria, en similares condiciones que a su homólogo de Lodi, con la guarnición de la cual pudieron juntarse los soldados rendidos para marchar juntos a Francia con salvoconducto, consignando la plaza con la artillería, pólvora, balas y munición en manos de los imperiales, y dejando cuatro rehenes - dos franceses y dos italianos - para cumplimiento de lo capitulado.


Balance de la campaña italiana de 1524

En carta de 20 de mayo [14], el Emperador se vanagloriaba ante su embajador en la corte del rey de Inglaterra - monarca al cual el diplomático debía transmitirle los datos de los que alardeaba Carlos Quinto - [15]:

Se había obtenido la victoria más completa, sin pérdida de vidas en su ejército, y sin haber luchado una batalla. El ejército enemigo, por contra, había padecido gran daño en encuentros y asaltos de plazas y castillos, de manera que de 1500 hombres de armas solo 350 habían regresado a Francia, siendo casi todos los capitanes, tenientes, alféreces y otras personas de rango, muertos o hechos prisioneros. De los suizos decía que habían muerto 6000, y que del total de la infantería habían escapado apenas 4000. 

Expulsados los franceses de Italia, quisieron los imperiales meter la guerra en su reino, e iniciaron una campaña en Provenza, de la cual, el fallido asedio de Marsella fue su principal empresa. La siguiente campaña italiana, que hemos tratado en otro artículo, comienza con la retirada de Marsella y culmina con la batalla de Pavía, que puso fin a esta guerra iniciada en 1521.


NOTAS

[1] Los venecianos valoraban, que los franceses"se lassano intender non voler combetter, ma hanno determinato star li fortifichati et voler vincer l'impresa, se potrano, per stanchezza". El plan pues, de los franceses, era fortificarse y no combatir, o sea, obtener la derrota del enemigo por desgaste: tomando caminos y vituallas, y dejar pasar el tiempo.

[2] El hecho de armas tenido lugar en el cruce del río Sesia cerca de la localidad piamontesa de Romagnano Sesia, no fue considerado por los contemporáneos como una batalla - los franceses lo bautizaron como "retraite de Biagrassa" o "retraicte de Rebec" - pero así ha sido denominado en la bibliografiaa bélica moderna, y así titulo este artículo.
Adrien de Croy escribió al Emperador "et peult on bien compter ceste escarmouche pour bataille gaignee". Así pues, si el Emperador pudo contar la escaramuza como batalla ganada, nada nos impide darle ese título.

[3] Estos 5000 grisones cobrarían 15000 escudos por la leva - aunque parece ser que finalmente cobraron solo uno - más 300-400 escudos de oro a cada uno de sus capitanes [unos 10 o 12], y 4 y 1/2 "raynes" o florines del Rin al mes, meses de 28 días. Los capitanes querían dar como prima de enganche 1 escudo por escopetero, y 1 testón al que no lo fuera [1 testón, equivalía, más o menos a 1/4 de ducado, aunque varió según época y ley; en época de los Sforza, un testón milanés valía 20 sueldos].

El 30 de marzo debían hacer muestra en Dubino, en la boca de los dos valles, cerca del lago Como. Debían luego descender por el lago Como hasta Lecco y reunirse en Colle Brianza con 1000 suizos [800 escopeteros] de Bellinzona y Lugano, y marchar a Lodi para juntarse con Federico da Bozzolo, que les respaldaría con su caballería.

[4] El jefe de los grisones, Dietingen de Salin, procedió apenas una semana después del hecho de armas con Medici, a negociar con el duque de Milán la entrada a su servicio de sus infantes, negocio que no prosperó.

En las memorias de Pierre de Terrail, seigneur de Bayart, se puede leer un dicho en español de la época: "Muchos Grisones y pocos Baiardos", refiriéndose, quizá, al hecho de que el ejército francés tenía muchos mercenarios pero pocos leales servidores, como el caballero.

[5] De hecho, los soldados suizos alojados en Novara, sintiendo los cañones en Biagrassa, se sublevaron - parece ser que tomando la artillería - y demandaron dinero al Almirante, que los conformó prometiéndoles la paga en dos días, en cuanto llegara el socorro que había de venir.

[6] Los alojamientos se hallaban tan cerca, que los imperiales temían la artillería de Novara. No se puso la plaza bajo asedio, pero desde luego, se la cercó, en un cerco algo abierto, pero efectivo, tomando, por ejemplo, Briona- 9 millas al norte de Novara - con 200 infantes españoles y 200 caballos ligeros, o Desana, guardada por 50 lanzas, 100 caballos ligeros y unos 300 infantes, lugar del duque de Saboya vecino a Vercelli, por 500 infantes españoles y 500 lansquenetes imperiales, tomando el bagaje del Almirante Bonnivet y de muchos caballeros franceses, que lo guardaban en esta plaza.
Con estos movimientos, se impidió la llegada de vituallas a Novara, teniendo lugares seguros desde los cuales recorrer los caminos con los caballos ligeros para cortar los pasos.

[7] Muchos no eran suizos, sino "gente de aquellos confines", saboyardos y piamonteses.

[8] Según Cereceda, le pasó la pelota un muslo, según Vallés - que traduce a Jovio - "le fueron pasados los dos muslos con un arcabuzazo". Adrien de Croy escribiría al Emperador que el capitán "Jean Durbin" había sido herido de "un coup de haquebute au genoul".

[9] Raphael Gratiano escribía que el puente se hizo apresuradamente y con mucha precariedad: "con incredibile fatica fecero con  grandissima forza di corde, catene, carri el altri legnami un ponte, qual sta note passando con quela fretta che suol fare quelli che hanno paura, molti se ne sono anegati"

[10] Jovio narra que la quema de la villa se llevó a cabo para movilizar a las tropas suizas, que se mostraban remisas a cruzar el río: "poniendo tanta diligencia en darse priessa queno le obedeciendo los Suyceros medio adormidos hizo prestamente poner fuego en las casas, y por todo alzar llamas".

[11] Del potencial de la táctica española basada en las armas de fuego portátiles me he ocupado recientemente y por extenso en otra entrada: escopeteros y arcabuceros en Pavía [1525]. Hago un extracto de dicho artículo, pues es relativo a este encuentro, donde murió Vandenesse:

force hacquebutiers et hacquebouziers, qui portent pierres aussi grosses que une hacquebute à croc, dont ilz tirèrent plusieurs coups, et de l'ung fut frappé le gentil seigneur de Vendenesse, dont il mourut quelque temps après, qui fut ung gros dommage pour la France.
La très joyeuse, plaisante et récréative histoire du gentil seigneur de Bayart

Fuera un hacquebutier [arcabucero] o un hacquebouzier [escopetero] el que matara al señor de Vendenesse con gran daño para Francia, le quede claro al lector que tenemos dos armas de fuego portátiles de distinto calibre.

Los arcabuces [hacquebutes] que llevaban los arcabuceros [hacquebutiers] españoles, eran, según Bayart piezas gruesas como un arcabuz de horquilla, que necesitaría, como en el caso de los posteriores mosquetes, una pieza para poder sustentarlas y hacer el tiro, cómo las que llevan dos arcabuceros españoles de la cabalgata de entrada en Bolonia del Emperador Carlos V a su entrada en Bolonia.




[12] Tanto en la vida como en la muerte, los señores no eran tratados igual que el resto de mortales, así, el duque de Borbón mandó a su confesor que asistiera al caballero en sus últimos momentos, y los cirujanos del ejército intentaron curarles las heridas, mas fue en vano, pues "como la ferida estuviese en un costado, cerca de la teta, habiéndole entrado la pelota en las entrañas, no tuvo remedio alguno, que no muriese antes de ser pasadas las siete horas".
El cuerpo del caballero fue entregado a franceses en mayo para que pudiera ser enterrado en su tierra conforme a su voluntad.

[13] Este hecho lo recalco en la relación, al destacarlo Cereceda notablemente en su narración, pero no parece muy claro que tuviera especial trascendencia. Cereceda indica que el suceso tuvo lugar en Santia; hay una población denominada Santhia 15 millas al este de Ivrea. Ningún otro autor - ni siquiera los venecianos, que recopilaban informes como modernos corresponsales de guerra - recoge el episodio.

[14] A Barcelona llegó el 11 de mayo un bergantín con las nuevas de la victoria, lo cual nos da una idea de la rapidez del traslado de noticias en esta época. 
Según consta por carta del Abad de Nájera de 29 de mayo de 1524

[15] No es transcripción literal, como puede apreciarse por la redacción del texto.

Escopeteros y arcabuceros en la batalla de Pavía [1525]

Et si poi dir sia sta rotto et preso per schiopetieri et archibusieri, con astuzie spagnole.
Marino Sanuto, primeros de marzo de 1525

Quelli Suizzeri intrepidi sempre contra i cannoni, ora in questa pugna sieno da scoppietti, et da archibugi fuggiti cosi vilmente [...]
Matteo Giberto Datario al nuncio en Inglaterra. 1 de marzo de 1525



La batalla de Pavía tuvo una trascendencia político-militar considerable en el escenario europeo: la noticia del apresamiento del rey Francisco I y de buena parte de la nobleza de Francia corrió a la posta por toda Europa y las armas españolas ganaron fama eterna.

He resumido los acontecimientos, desde el fallido asedio de Marsella hasta la presa del rey Francisco en la entrada correspondiente. Aquí me ocuparé por extenso de la materia que da título a esta entrada, si bien, repetiré algunos datos mencionados anteriormente.



Precedentes

Bicoca [1522]


La batalla de Bicoca [27 de abril de 1522]  no tuvo demasiado eco entre los coetáneos [la "scaramuza di 27 dil passato"] siendo de mayor trascendencia la renuncia de una parte de los suizos a seguir combatiendo para el rey de Francia [marchando a su tierra] y el amotinamiento del resto "non voleano combater sino non havesseno el dinaro".

Tras la muerte de 2 o 3 mil de sus compañeros [alguna fuente indica "150 suizeri" y "200 altri fanti"] junto con parte de los 500/600 "schiopetieri" de la coronelía veneciana del "capo di fantarie" Babon di Naldo que tomaron la vanguardia aquel día precediendo al primer escuadrón suizo, los suizos supervivientes no parecían muy dispuestos a seguir arriesgando sus vidas en primera línea sin que les pagasen, o al menos, les dieran pan que comer.

Quizás porque se asumió que el foso tras el que escuadronaban los imperiales fue el principal impedimento al avance de los piqueros suizos y los escopeteros venecianos, no parece que se extrajera - por parte de franceses y suizos - ninguna lección de la batalla.  A pesar de haber probado la prolijidad de la escopetería española, los suizos continuaron confiando en sus picas, y los franceses, en su gendarmería.


Sesia [1524]


En la batalla de Sesia [29 o 30 de abril de 1524, según la fuente] o "Retraite de Biagrassa" [retirada de Biagrasso] hombres de armas franceses y unos 2 mil suizos se vieron atrapados en el cruce del río Siesa huyendo de Novara, perseguidos por 150 [o 300] caballos ligeros italianos de Juan de Medicis y "200 schiopetieri spagnoli" [algunos escopeteros españoles] que les daban acoso prosiguiendo el éxito de una encamisada al alba dirigida por el marqués de Pescara con "tres mil españoles escogidos" ejecutada en un campamento próximo.

El hecho es que murieran en el ataque principal en el campamento o en la huida desde Novara atrapados entre sus perseguidores y el río, buena parte de los muertos franceses [al menos, los muertos con nombre] lo fueron bien por bala de escopeta o bien de arcabuz, como el famoso "capitano Baiardo", el cual "mori passato da uno archibugio", según queda declarado en una carta del 12 de mayo de ese año compilada en el tomo I de la "Lettere di principe".

Y aquí conviene detenerse un momento, pues se distinguen heridas provocadas por una escopeta o un arcabuz.

De una carta de Lope de Soria á Carlos V, fechada en Génova 4 de mayo de 1524, vemos lo que sigue:
Se adelantó el marqués de Pescara con obra de 500 escopeteros y algunos caballos ligeros, y comenzaron descaramucear: é ya habían dejado dos piezas de artillería los enemigos; y visto que era gente tan poca los que los seguían volvieron una banda de suizos y alguna gente darmas en que venia el Almirallo y Bayart; de los cuales el Almirallo fué herido de una escopeta en el brazo y Bayart de un arcabuzo en los pechos y cayó luego del caballo, y estando arrimado á un árbol envió su trompeta al marqués de Pescara que se rendia á él, y siendo traido al marqués murió luego.

Según una obra publicada en 1527 [cuando más próxima sea la fuente a la fecha de los hechos, parece razonable otorgarle más confianza] los españoles les seguían de jornada en jornada, escaramuzando, hasta que hallándose en un camino:

force hacquebutiers et hacquebouziers, qui portent pierres aussi grosses que une hacquebute à croc, dont ilz tirèrent plusieurs coups, et de l'ung fut frappé le gentil seigneur de Vendenesse, dont il mourut quelque temps après, qui fut ung gros dommage pour la France.
La très joyeuse, plaisante et récréative histoire du gentil seigneur de Bayart

Fuera un hacquebutier o un hacquebouzier, escopetero o arcabucero, el que matara al señor de Vendenesse con gran daño para Francia, le quede claro al lector que tenemos dos armas de fuego portátiles de distinto calibre.

Los arcabuces [hacquebutes] que llevaban los arcabuceros [hacquebutiers] españoles, eran, según Bayart piezas gruesas, de un calibre equivalente a los arcabuces de horquilla, pues necesitaban un "croc", una horquilla, para poder dispararse.

En el detalla de la lámina de la cabalgata del Emperador Carlos V en su entrada en Bolonia - impresa en 1530 - se puede ver, entre los infantes españoles, a dos arcabuceros que llevan sendas horquillas para sustentar sus arcabuces. 


En 1524, pues, no era un arma desconocida, pero los arcabuces se habían venido usando más en el asedio y defensa de plazas que en el campo - así, en l'Adexe [Adigio] se almacenaban 500 "archibusi" ya en 1514 que se pretendían usar "per andar a la volta di Verona" - aunque evidentemente, en esos años se produciría una experimentación y una más que probable adecuación del arma, de manera que seguramente estos arcabuces para ser usados por infantes serían más ligeros que los arcabuces "de gancho" [arcabuz "a muro" o "de posta"] de los cuales se hace inventario en las plazas fuertes como piezas menores de artillería.


Asedio y socorro de Pavía [octubre 1524 - febrero 1525]


Durante las operaciones de asedio francés y socorro imperial, son numerosos los testimonios contemporáneos de hombres de armas de diversas naciones [franceses, italianos, españoles, borgoñones] del uso de escopetas y arcabuces:

El rey de Francia, ordenaba el 6 de octubre de 1524 al mariscal de Montmorency que enviara caballería ligera junto con "hacquebutiers" en persecución de las tropas imperiales que se retiraban de Marsella, dado que los gendarmes no podrían seguirlos por los caminos de montaña.

Charles de Lannoy, virrey de Nápoles, borgoñón, nos habla de los "haggebutiers" presos en Sant Angelo, y como "Jennyn" de Medici, el famoso caudillo florentino de las bandas negras que a mediados de año luchaba junto a los imperiales pero ahora lo hacía por Francia,  recibió un tiro de "hackbut".

En su correspondencia, el virrey Lannoy habla también de como los "collubreniers" imperiales hostigaban a los franceses dándoles continuas alarmas en su campo. Se holgaba Lannoy de que los "culveriniers" españoles conocían bien su trabajo y lo ejecutaban con ardor, infligiendo muchas bajas a los franceses arrinconados entre Pavía y el campo imperial: "noz colleuvriniers spagnols sunt de si bon roulloir".

Durante uno de los fallidos asaltos a Pavía, el capitán Marco Antonio da Cussano fue herido en un brazo "da uno schioppo" o "ferito di schopio", según quien lo escribiera. De la herida recibida también en un brazo por el mariscal La Palice se dudaba si se había producido "con uno schiopo, overo de uno arcobuso".

El pavés Mateo Beccaria escribía en diciembre como ningún enemigo osaba entrar en su ciudad, hallándose los muros bien fortificados y defendidos por soldados armados "cum schioppi et archibusi". A finales de diciembre, los sitiadores echan gabiones bajo los muros de Pavía, y se les da un "testone" al día a cada escopetero que quiera estar en dichos gabiones para tirar a los de Pavía.

A finales de enero, cuando los españoles atacan Sant Angelo en su camino al socorro de Pavía, se relata como "una parte e l'altra si tirorno de li archibusi et schioppi", y cuando los defensores se retiran en la roca de la villa, se escribe que "quelli dil castello si tiravano schiopetate et archibusate con quelli di fora". Porque efectivamente, el sr.Pirro Gonzaga disponía de 400 "fanti fra archibuxeri et schiopetieri" para la defensa de la plaza.

A primeros de febrero, una banda de caballos ligeros a servicio del rey fueron muertos "da schiopeti et archibusi".

Cuando el rey de Francia, harto de las bajas provocadas entre los suyos por la armas de fuego portátiles ordena que no se acometan más escaramuzas, lo hace persuadido "dalla infinita de schioppi" con que los defensores custodian la plaza.

El 17 de febrero, el conde d'Egmont "reçut un coup de coulevrine au visage" según carta enviada a la gobernador de los Países Bajos.

Del extracto de ejemplos anteriores de testigos presenciales - todos son testimonios de correspondencia cuasi inmediata, en ningún caso de crónicas que pudieron ser escritas con posterioridad -  extraemos varias conclusiones claras:

1) Primera y no por ello, menos evidente, había dos armas portátiles diferentes, la escopeta y el arcabuz, y asimismo, había dos soldados que usaban dichas armas, escopeteros y arcabuceros.

2) El arcabuz había dejado de ser un arma portátil destinada al asedio y defensa de plazas fuertes para convertirse en un arma para el uso en campo, en escaramuzas o - como veremos - batallas.

3) Se distinguía - o se intentaba distinguir - entre heridas producidas por una de las dos armas, lo cual sugiere que existía una diferencia de calibre [1] - y de potencia del arma - que pudiera provocar esa diversidad de heridas.

Batalla - no usa el autor el término escuadrón; los italianos en estos años 1520 usaban normalmente el de battaglione - con orden de picas y escopeteros intercalados, ordenados para caminar [arriba] y formada la batalla o escuadrón [abajo]. En el texto se puede leer; y si los del avang[uardi]a fuesen con arcabuzes cada uno con diez o quinze perdigones Estos tales arcabuzes deuen ser tamaños q un onbre los pued tirar y los perdigones seran de plomo pequeñitos. Cabe tener en cuenta, que los primeros arcabuceros debían usar horquilla, como sucedió con los mosquetes, si bien se aligeraron prontamente. Manuscrito 8555 de la BNE, titulado anacrónicamente al carecer de título Tratado de táctica y ordenanzas militares, sacado del libro De re militari, de Flavio Vegecio Renato. Se puede estimar que es de la década de 1520. 




La batalla de Pavía

El 24 de febrero de 1525, día de San Matías, cumpleaños del emperador Carlos Quinto, se libró la batalla de Pavía para levantar el asedio que el rey de Francia mantenía a la ciudad del ducado de Milán defendida bajo el liderazgo de Antonio de Leyva o Leiva.

Anexo a la ciudad, encontramos el Parco, una zona de jardines amurallados donde los nobles podían organizar una caza preparada, y donde en esos momentos se alojaba la mayor parte del campo francés. El bando imperial decide realizar un golpe de mano, y para ello se prepara una encamisada. Las blancas camisas se colocan sobre la ropa y las armas [armadura] para realizar una acción nocturna, de manera que los atacantes en la oscuridad se reconocen por esta prenda.
Lansquenetes del bando imperial e infantes españoles e italianos derrocan [a mano] el muro del parque para poder acceder a él la madrugada del 24.

Y ya tenemos el escenario para el combate.



Tropas francesas [o a sueldo del rey de Francia] / Caballería e infantería.


Por parte francesa, la gendarmería francesa [caballería "pesada" u hombres de armas] con grandes y veloces caballos que llevaban a los caballeros que usaban la lanza en ristre como arma para el choque, hachas o martillos de armas para la melee y la espada como opción secundaria para la melee o para luchar desmontados como último recurso.En esta época aún sería posible encontrar monturas con bardas [láminas de hierro que protegían el caballo] [2].


En Francia se había potenciando la caballería hasta su máximo esplendor [se consideraba que no tenía rival, y quizás tan sólo las bandes d'ordonnance de los Países Bajos le podían hacer sombra] pero sin embargo se había descuidado la infantería, recurriéndose normalmente a mercenarios suizos y alemanes.

Que fueran suizos y alemanes tenía su importancia, pues cada nación tenía su propia tradición militar. Así, los "pueblos tudescos" confiaban en esta época en el cuadro de picas, y amén de picas y alabardas, recurrían al uso de armas de fuego como arma secundaria, y minoritaria.

En febrero de 1522 se indicaba:
lanzinech alozorno tutti a Gorlago [...] El numero di dite gente sono da 5 en 6000 [...] solum 200 schiopetieri et il resto portano tutti piche et alabarde senza alcuna armadura incosso.

O sea, que de unos cinco mil lansquenetes, encontraríamos que la mayoría serían piqueros y alabarderos sin armadura acompañados de 200 escopeteros. Cuadro suficiente para oponerse a la caballería, o para luchar en igualdad de condiciones con otro cuadro de piqueros.

En el caso de la batalla de Pavía, Oznaya testimonia que el escuadrón de lansquenetes de las bandas negras que servían al rey de Francia tenía 4000 coseletes y 200 escopeteros.

Por el contrario, italianos y españoles habían inclinado sus afectos a las armas de fuego, y así podían verse reunidos cuadros de intantes italianos o españoles con 2000 o más escopeteros.

la qual vanguarda e guidata del Vicere et marchese di Pescara [...] con 500 archibusieri, schiopetaria un mondo, homini d'arme 600 o vero 700, totte la fantaria spagnola, la piu bella che si possa vedere, et altre sorti di fanti
8 de abril de 1524.

Aún así, los autores reconocían - o acabaron reconociendo - que fuera bella la infantería española, y utilísimo el disponer de un mundo de escopetería, era la combinación de ambas armas, pica y arma de fuego - como así iba a ser para los 150 años próximos - lo que otorgaba la ventaja, no pudiendo obviarse la magnífica piquería alemana, cuyos hombres, más altos que los del sur, usaban asimismo, picas más largas que las de los latinos, imprescindible para dar refugio frente a una carga de caballería.

Lucha entre soldados alemanes imperiales [derecha] contra soldados del rey de Francia [izquierda] en cuadro sobre la batalla de Pavía pintado hacia 1530, de la colección de Enrique VIII de Inglaterra. Se puede ver a los soldados con alabarda, montantes, espadas, puñales y arcabuces. No sólo con pica cerraba el infante cuando los cuadros estaban chocando uno contra otro. 


Lansquenetes había en ambos bandos: por parte del rey de Francia aquellos llamados de las bandas negras, y por parte del César, los del famoso von Frundsberg[e].

Suizos, en este momento, sólo a sueldo del rey de Francia.



Tropas imperiales. Infantería española

[Véase la tabla en el apéndice inserto al final del artículo]

De una relación de la infantería española en Italia en diciembre de 1525, tenemos que había 36 compañías con 7503 infantes en sus filas. De estos, 1090 tenían plaza de arcabucero, y 1515 de escopetero, resultando que las bocas de fuego suponían cerca de un 35% de las plazas de soldado, y que de estas, el 42% eran de arcabucería. El resto tendrían plaza de piqueros, sirviendo como coseletes o como picas secas, junto con algún alabardero y seguramente, más de un rodelero.

La compañía de arcabuceros de Quesada tenía un 83% de hombres armados con armas de fuego, y fue a la que Pescara encargó respaldar a la caballería imperial a cargo del virrey Lannoy cuando ésta fue al encuentro de la gendarmeria real francesa.

Compárense estas cifras con las ofrecidas para alemanes... Ciertamente, los testigos italianos podían afirmar que la "schiopetaria" de la vanguardia imperial era "un mondo".

El sueldo es una forma de valorar el trabajo que lleva a cabo el soldado: el infante percibía tres escudos al mes, el arcabucero sumaba a ese estipendio una ventaja de un escudo y tercio, y al escopetero se le otorgaba una ventaja de tres reales [lo cual no llegaba a un tercio de escudo].

Vemos pues, que se valoraba más el trabajo llevado a cabo por el arcabucero, y algo menos, por el escopetero.



Infantería española versus caballería francesa


Cuando la caballería imperial choca contra la caballería francesa, la compañía de arcabuceros de Quesada acude a socorrerla. Es en medio de la refriega cuando los arcabuceros y escopeteros se dedican a disparar sobre los gendarmes franceses, identificados con sus cruces y bandas blancas, así como por carecer de la camisa blanca impuesta para todas las tropas imperiales aquel día por Pescara, al tratarse la operación que derivó en batalla, en principio, de una encamisada nocturna.

No podemos inferir por tanto, que la arcabucería española derrotó por sí sola a la caballería francesa, pues como decimos, ésta se hallaba ocupada luchando con la caballería imperial, pero sin duda la intervención de la arcabucería fue definitiva para derrotar a la gendarmería, superior, sin lugar a dudas, en calidad y número a la imperial, compuesta por hombres de armas españoles, italianos y borgoñones [3].


Hombre de armas francés cayendo bajo el fuego
de arcabuceros imperiales.
Detalle del tapiz nº3 de la serie de Van Orley
De la Historia del marqués de Pescara de Pablo Jovio, extraigo un pasaje de la traducción hecha por Pedro Vallés:
de los apercebidos españoles, y derramados en torno era tirada a todas partes con golpes mortales una infinidad de pelotas de plomo, las quales no salian ya de escopetas, como poco antes se usaba, sino de piezas mas gruesas, que llaman arcabuzes: pasaban de una banda a otra, no solamente los hombres de armas, mas aun muchas veces dos soldados y dos cauallos juntos,

Ya hemos explicado como amén de los arcabuces, aún se usaban escopetas en esta época [en una proporción de 3:2 para el total de la infantería española] como podemos ver en el desglose de la compañía de arcabuceros de Quesada: 163 infantes, de los cuales, 63 escopeteros y 72 arcabuceros, pero en todo caso, la cita de Jovio es muy clarificadora respecto a la diferencia: de calibre y de potencia, pues las piezas eran más gruesas y "pasaban de una banda a otra" a hombres de armas.

Respecto a la potencia, es indudable que muchos hombres y caballos [4] cayeron atravesados por pelotas de plomo. A algunos les pasó la bala la coraza, y otros, sin embargo, se salvaron, como el rey de Francia que había "recebido algunos arcabuzazos en la coraça doblada, pero sostuvolos tan fuertemente [que] fue tenido por milagro".  El peto, sin duda, y el espaldar de la coraza del rey sería doblado: esto es, con dos piezas superpuestas, la doblada, especial, para resistir la potencia de las lanzadas, y en este caso, para salvar a la persona de Francisco de los disparos recibidos [5]. Impactos en zonas menos protegidas como muslos o brazos  [6] podían causar importantes heridas - como la recibida en un muslo por el señor de Lescun, de la cual murió en 9 días - y dejar, desde luego, inhabilitado al herido para el combate.


Arcabuceros imperiales dispara sobre la caballería francesa, con el marqués del Vasto o del Guasto - con su nombre sobre la cabeza - armado con una alabarda codirigiéndolos. Tapiz nº3 [forma parte de un conjunto con el número 2] de Van Orley sobre la batalla de Pavía. Ver detalle de la parte izquierda en la imagen anterior.

Francisco 1º atropellando a infantes suizos durante la batalla de Marignan [1515] retratado por Noël Bellemare hacia 1529-1530. No hubo en Pavía ocasión por parte de la gendarmería francesa de arrollar a la infantería española.










Infantería española versus infantería al servicio del rey de Francia

Los infantes españoles, caminan en escuadrón junto con los dos escuadrones de lansquenetes imperiales para afrontar el escuadrón de lansquenetes de las bandas negras [7] - traidores a su señor el Emperador - el cual tiene en vanguardia 4000 coseletes escogidos y 200 escopeteros que "no traían puntería".

Los escopeteros alemanes que según el relato de Cereceda "no traían puntería", y que según Oznaya "ponen fuego atada la mecha a un palillo" quedan ejemplificados en este detalle de la "Batella de Alesia" de Melchor Feselen [1533]: el arcabucero de gris dispara llevando la mecha sobre un "palillo" y aplicándola directamente sobre el fogón. Estas escopetas, todavía en uso en el primer tercio del XVI, carecían de llave, y por lo tanto, no podían ser disparadas llevándose la coz [hoy diríamos culata] del arcabuz al hombro y pulsando el gatillo o disparador. Estas escopetas tampoco tenían mira alguna dispuesta sobre el cañón, evidentemente. En la imagen se ven otros arcabuceros que sin "palillo", y con llava, sin embargo también tiran sin puntería.



Más claro aún resulta Juan de Oznaya;

Ya los arcabuceros que delante estaban se habían apercebido de encender cada uno tres ó cuatro cabos de mecha, y en las bocas cuatro ó cinco pelotas , por cargar mas presto. Pues hincadas las rodillas, y las mechas en las llaves de los arcabuces, y viéndolos levantar, se adelantaron hasta diez pasos sus escopeteros y arcabuceros, y disparan juntos hacia nosotros; pero como aun no eramos levantados, y ellos no tiran á puntería, sino con la una mano tienen la escopeta, y con la otra ponen fuego atada la mecha á un palillo, no mataron ni aun hirieron á ninguno; y en tirando volvieron á meterse en su escuadrón para tornar á cargar"


600 arcabuceros españoles destacados responden la primera ruciada de los escopeteros alemanes, y en "medio cuarto de hora" no se veía coselete en pie, pues todos habían caído, siendo el caso que "tal coselete se halló con cinco arcabuzazos en el peto, y otros con cuatro y otros con tres y con dos". Hubo arcabuceros que tiraron 8 y 10 tiros, y los que menos más de seis.


Lansquenetes ilustrados por Erhard Schoen. Entre los piqueros que caminan tras los alabarderos, podemos encontrar dos coseletes en los extremos de la fila bien pertrechados con sus armas defensivas.

Los arcabuces se recalentaban con los repetidos disparos, hasta quedar en muchas ocasiones inservibles [la carga de pólvora se podía prender accidentalmente con el calor, y el plomo se podía derretir dentro del cañón] y tal le sucedió al capitán Quesada que "con el gran escuecimiento que tenía su arcabuz" hubo de tomar "un ginotón o vero lanzón" para continuar combatiendo.

La potencia de fuego española, que va a ser clave en esta batalla y en el predominio de las armas españolas en los campos de Europa en el siglo XVI, queda constatada en estos pocos minutos. El escuadrón de las bandas negras ha quedado desecho.


Arcabucero español retratado en el cartón número 8  [titulado "Batalla en los pozos de Túnez"] de la serie de la Conquista de Túnez [1535]. Los cartones ejecutados por Jan Cornelisz Vermeyn, sirvieron de modelo para las manufacturas de tapices de Willem Pannemaker, obra que se ejecutó entre 1546 y 1554. No obstante, el mérito básico de la obra es de Vermeyen [o Vermey], que acudió a la empresa por encargo del Emperador a modo de corresponsal gráfico y ejecutó los patrones que sirvieron de modelo a los artesanos tapiceros.


No en vano escribió el 25 de febrero el virrey de Nápoles Charles de Lannoy a la gobernadora de los Países Bajos, Margarita de Austria, atribuyendo el haber ganado la batalla principalmente a los 2pietons" [infantes] españoles:
La batalle ette bien dispute de quote et d'autres et ont nos Gendarmes et Pietons fort bien fet leur devoir, et principalment les Espagnoz qui ont ette cause de la vitoire.

No cabe duda del papel jugado por la infantería española en esta batalla, y en especial, de los infantes armados de escopeta y arcabuz.

Respecto a la superior cantidad y calidad de las armas empleadas por la infantería española no cabe duda. Antaño mantuve algunas dudas respecto a las diferencias entre escopeta y arcabuz, ahora no me queda duda de que la diferencia estaba en el calibre [y potencia] del arma, y que escopetas y arcabuces podían ser de metal [latón] o de hierro, y disponer de llave o serpentina, o, más rudimentarias, carecer de mecanismo de ignición incorporado al arma, y precisar por tanto el infante de un rudimentario método para aplicar la mecha al fogón del arma, como hemos visto en el detalle del cuadro de Feselen.


Detalle del tapiz nº3 de la serie de la batalla de Pavía. Podemos ver en primer plano dos arcabuceros. El de la izquierda sostiene su arma con cañón de metal [latón, aleación de bronce] y el de la diestra con cañón de hierro. Se puede apreciar claramente en el caso de la izquierda como el cañón estaba compuesto de diferentes tramos - no se labraba a partir de una sola pieza. La llave que lleva la mecha a la cazoleta del arma es muy elemental, y su muelle, externo.




Notas


[1] Respecto a las diferencias de calibre, un testimonio, algo posterior, referido al ejército turco:
vide uno squadron' di 12 mile schiopetieri che sono li ianizari, quali haveano schioppi longi et di butada de ballote de archibusi, 
Exposition [...] da lo exercito dil Signor turco, realizada por el capitán Ringon al duque de Urbino, Agosto de 1532

Estos jenízaros escopeteros usaban "escopetas largas" que disparaban "bala de arcabuz".

Curiosamente, se seguirá usando la voz escopeta en lengua española para referirse a las armas de fuego usadas por turcos y berberiscos, cuando para las armas de europeos se usará únicamente la voz arcabuz a partir de la década de 1540.


[2] Por ejemplo, en 1543, se intenta imponer [quizá debería decir restablecer] en los Países Bajos el uso de bardas por parte de las bandes d'ordonnance, con resistencia por parte de los soldados, reclamando carretas para su transporte, pues una cosa era cargar el caballo el día de la batalla, y otra que el animal fuera todo el año caminando con tal peso, para lo cual se necesitaba un transporte, bien carros, bien "chevaux de corvée" [literalmente, "caballos de fatiga"].

El triunfo de Maximiliano [h.1515]


[3] De la caballería borgoñona, procedente de los Países Bajos, se indicó por diversos testimonios que eran "homeni de arme 160 armati a la borgognona" o bien "130 cavalli armadi in bianco a la borgognona". Otro testigo indica que por Crema habían pasado 120 hombres de armas y 200 "cavalli de borgognoni, tra li quali ne erano 120 ben armati". En una carta del obispo de Pola - bien documentada, incluida en el volumen 2 de las "Lettere di Principi" se habla de los "cavalli ligieri Borgognoni".
Parece que estos hombres de armas "a la borgoñona", no eran una imponente banda d'ordonnance de los Países Bajos, y habría diversas calidades en el equipamiento de los soldados, algunos serían hombres de armas y otros caballos ligeros, como las tropas comandadas por Etienne de Grospin.


[4] Hay varios casos de caballeros - como el propio rey - que derribada su montura quedaron atrapados bajo la misma. Derribada la montura, poco podían hacer, como el señor de la Palice, que intenta retirarse, pero "los años y el peso de las armas" facilitan al capitán Gastaldo que lo atrape y rinda, aunque un Basurto vizcaíno lo mata de un arcabuzazo a bocajarro contra la coraza.
Los caballeros disponían de monturas de refresco, pero a este reemplazo se acudía tras haber hecho una o dos cargas a lo sumo y, naturalmente, sobre el caballo aún vivo; los escuderos aguardaban a sus señores con sus segundos caballos. Desmontados, los hombres de armas fueron presa fácil para las ágiles escuadras de infantes, que lograron ese día gozar del "más precioso despojo y más nobles prisioneros".


[5] El marqués de Pescara fue herido de un arcabuzazo "por medio de los pechos que, pasándole el coselete y los vestidos, llegaba á la carne; y como la pelota estaba caliente hacíale pensar que entraba por el pecho en el cuerpo; y esto le traia algo fatigado".
La bala había roto el peto del coselete, pero parece que la protección frenó el disparo, pues no atravesó el pecho del marqués, según se refiere del proceso de retirada de la misma: "un gentil hombre suyo llamado Antonio de Vega, le quita presto los correónes del coselete, y metiendo la mano al pecho, halló la pelota junto á la carne hecha una tortilla; y pidiendo albricias al marqués, se la mostró".

Tal y como indicaba el De Re Militaris:
caso que los arneses sean en demasía débiles para resistir al artillería o las arcabuzos, no obstante esto ellos defienden la persona de los golpes de las picas, de halabardas, de espada, de saetas, de piedras, de las ballestas y de los arcos, y de toda otra ofensa que puede proceder de la mano de los enemigos, y algunas veces un arcavuz estara tan mal cargado o escalentado, o bien podra tirar de tan lejos que el arnes por poco bueno que sea salvara la vida del hombre.


[6] Como recogen las memorias de Florange: "Et fut blessez mons' d'Espoy, tant aulx cuysses que aulx bras, de cincque coup de hacquebutte".


[7] Las Bandas Negras se formaron durante las guerras de Frisia [o guerras de Gueldres] de principios de siglo. Charles d'Egmont, entonces duque de Gueldres, incapaz de entretener las tropas extranjeras, las licencia, y las Bandas Negras, que habían sido levadas por Jorge, duque de Sajonia, inician su camino como unidad con nombre y dirección propia, sirviendo a diversos señores - como a Luis XII en su conflicto con los suizos en 1515 por el dominio de Milán - o dedicándose, en épocas de problemas económicos al pillaje en los Países Bajos y zonas fronterizas con Alemania.
En 1517, diversos estados afectados organizarán un fuerte ejército para acabar con la ola de saqueos y las Bandas Negras quedarán prácticamente desechas.

En 1515, se aguardaba en Italia esta "famossissima banda tuta vestita de negro et drapi, et arme et le piche" y se esperaba fuera "belissima veder".

El uso del distintivo negro por parte de tropas "autonómas", que no tenían, o no reconocían vinculación de vasallaje con ningún príncipe o estado, no es un caso aislado: las mismas tropas de Juan de Medici eran conocidas igualmente como Bandas Negras, y considerados peores que turcos, por su comportamiento.


Apéndice

Compañías de infantería española en Italia a diciembre de 1525.






La paga del soldado [Batalla de Pavía, 1525]

¿Quánto grande era su poder de gente de guerra, soldados veteranos muy bien armados de quien él se avía servido, y de artillería y arcabuzería que todo lo podía muy bien pagar y sustentar por muchos días?
Historia de la guerra y presa de Africa, por Pedro de Salazar. 1552


[...] la nécessité là où nous, nous trouvions par faute d'argent, de sorte que estions contraint de combattre le roy de France en son fort, ou prendre appoiutement; car vostre armée ne se pouvoit plus sonstenir, et estions en danger de rompre, par faute d'argent
Carta del virrey de Nápoles, Charles de Lannoy, al Emperador, en el campo delante de Pavía, a 25 de febrero de 1525


Recientemente he descrito someramente la batalla de Pavía y apuntaba a los problemas económicos del ejército imperial como uno de los principales desafíos a afrontar por parte de su jefatura.

Las restricciones económicas fueron siempre uno de los factores limitadores de la actividad bélica de la monarquía habsbúrguica. Los problemas de la hacienda regia no sólo se limitaban a conseguir el dinero, sino también a ponerlo allí donde era necesario. Para poner el dinero en Lombardía, había dos mecanismos: el uso de letras de cambio - normalmente pagaderas por mercaderes genoveses, o bien por agentes en Roma - o el transporte en moneda labrada desde el reino de Nápoles [por vía terrestre o marítima] o desde Barcelona [por vía marítima]. Dicho transporte era habitualmente inseguro, y en tiempo de guerra, demasiado arriesgado, así que se recurría normalmente a las letras de cambio pagaderas por mercaderes, que en muchos casos, eran asimismo financieros - prestamistas - de la corona [1].

El caso es que, aún disponiendo del dinero en caja, o teniendo la posibilidad de acceder al crédito, que el pagador del ejército en Italia pudiera hacer efectivo el pago a los soldados era harto complicado... y, en todo caso, a finales de 1524 y primeros de 1525 no se disponía de dinero.

El 19 de octubre de 1524, Caracciolo informaba al Emperador de que se debía al ejército la suma de 80.000 ducados. El duque de Milán había aportado entonces 14.000 ducados con los que se pagó parcialmente a la infantería. El rey de Inglaterra, aliado de Carlos en la pugna con el francés, había aportado 100.000 ducados, pero estos se hallaban en mano de sus agentes en Roma y los mismos se negaban a realizar transferencia alguna hasta recibir órdenes explícitas, probablemente, aguardando el resultado de las acciones bélicas.

El Emperador con su guadia de alabarderos junto a la mesa del contador - o del veedor - durante la revista de tropas en Barcelona para la empresa de Túnez [1535], segundo tapiz de la serie de Vermeyen. El infante sentaba plaza en los libros del sueldo, pero debía recibir su paga, su soldada, para ser considerado soldado. 

Para enero, a pesar de las aportaciones personales de Charles de Lannoy - virrey de Nápoles - que aporta su plata valorada en 8000 ducados para pagar a la caballería ligera, la situación se ha complicado notablemente con la llegada de miles de nuevos soldados alemanes de refuerzo.

Con la llegada de dicho socorro de lansquenetes organizado por el infante don Fernando, hermano de Carlos. el coste del ejército imperial se dispara, superando los 130.000 ducados por mes [2].


Infantes españoles aportan dinero para sostener el ejército

El día 15, el marqués de Pescara, ante las protestas de los soldados, determina imprescindible convencer a las tropas para que combatan sin paga hasta el 10 de febrero, y tener la oportunidad de acudir a socorrer Pavía. En primer lugar, hablará a los españoles, luego a los italianos, y si estos dan su consentimiento, a los alemanes.

Los españoles aplauden la arenga del marqués, y responden que están preparados para hacer lo que se les requiere, prometiendo vender caballos, capas y aún sus camisas para obtener dinero para vituallas o incluso para pagar a los que se niegan a marchar sin paga.

Prudencio de Sandoval detalla lo sucedido, como los soldados ofreciéndose de salir en campaña no solo sin paga, pero aun, que de lo que tuviesen, venderian hasta la camisa pora comer, y darían para dar paga v socorro á los tudescos. El que tuviese ciento;ochenta-; y el que diez,seis. Y que por eso no quedase el salir en campaña. 
El marqués se holgó mucho de ver el buen ánimo y voluntad de sus soldados, y agradeciéndose mucho los mandó ir á sus posadas , y ordeno qué cada capitán recogiese los dineros que de su compañia contribuyesen los soldados tomandolo por cuenta y memoria, para que despues Angiliberto, escribano de raciones ó contador del ejercito, tuviese cuidado de hacerlos pagar. 
En este mismo dia los capitanes españoles llevaron al marqués los dineros, que suyos y de sus compañias pudieron haber y con estos y otros que dieron los caballeros, hubo para dar un escudo de socorro á cada tudesco, y aderezar algunas cosas necesarias para el artilleria y municiones, como son carros, ruedas, sogas, azadones y otras cosas de este jaez, que son muchas y grandes las que un ejército ha menester. 

Vemos pues, que los soldados españoles aportaron una cantidad. considerablemente alta en relación a su patrimonio, en forma de préstamo - asumo que sin intereses - para el sostenimiento del ejército, principalmente, para destinarlo a socorrer a los lansquenetes. Es difícil que la cantidad recaudada entre ellos fuera muy alta [desde luego, no más de los 7000 ducados que costó el socorro a los alemanes "viejos"] pero el esfuerzo y generosidad de esos infantes fue, sin duda, enorme.  

Después Pescara realiza su alocución a los infantes italianos, que igualmente dan una respuesta afirmativa al requerimiento del marqués de combatir sin pagas hasta el día 10. Españoles e italianos se dirigen a los alemanes, advirtiéndoles que "so pena de perpetua inimicicia" debían acudir a socorrer Pavía y no excusarse en la falta de pagas.

Los cuadros de piqueros alemanes, como estos lansquenetes imperiales en una representación de la misma batalla de Pavía - cuadro de hacia 1530, de la colección de Enrique VIII de Inglaterra - eran fundamentales en las guerras libradas por el emperador Carlos por su número, disponibilidad, facilidad de movilización y eficacia durante el combate, pero no eran tan disciplinados como los españoles para soportar las penurias de las largas campañas, y mucho menos, estaban predispuestos a padecer la falta de pagas. 


En todo caso, a pesar de las amenazas de los infantes españoles e italianos, Pescara, al día siguiente, habla a los 7000 alemanes que están en el campo, los cuales se conforman con que se les pague 1 escudo en el momento, y 1/2 escudo el día 26, y entonces seguirán en servicio hasta el día 10 de febrero. Los alemanes que han llegado con posterioridad a cargo de Jorge Frundsberg, se declaran contentos con la 1/2 paga que acaban de recibir.

Asimismo, Hernando de Alaracón habla con los hombres de armas, que prometen ir a Pavía a caballo o a pie, pero que dicen no poder hacer su servicio como hombres de armas sin recibir su paga. O sea, que los hombres de armas emplean una sutil forma de reclamar las pagas, advirtiendo que no combatirán sin ellas, sin mostrarse abiertamente descorteses. El hecho es que la mayoría de ellos ha jurado sobre la hostia sagrada no prestar servicio hasta que reciban buena parte de las pagas que se les adeudan. Finalmente, se avienen al recibir 10 ducados por cabeza y la promesa del pronto pago de otros tantos.

El virrey y el duque de Milán procuran reunir 30.000 ducados, y con este dinero se consigue mantener a hombres de armas e infantería alemana para que sirvan, al menos, hasta el 10 de febrero.

Con todo esto, se consigue poner el ejército en marcha para acudir al socorro de Pavía.


Término de pago

Llegado el día 10 de febrero, finaliza el plazo en el cual los soldados debían cobrar. Los alemanes vociferan en el campo "¡Guelte! ¡Guelte!" [¡Dinero! ¡Dinero!]  y acuden a la tienda de Girolamo Morone para hacer notorio su descontento. El marqués de Pescara les entrega 4000 ducados de sus fondos, y los soldados quedan momentáneamente satisfechos.
En este momento se deben 100.000 ducados a la infantería: 3 pagas a la infantería española, y 1 mes de sueldo a los alemanes, paga que cumplirá el 25 de febrero.

El día 21, debían llegar 100.000 ducados que el Emperador remitía, y asimismo, el dinero que debía llegar de Roma.

Exprimiendo los fondos de que se disponen, se distribuye 1/2 florín de oro a los soldados, y se indica que les intentará dar otro al día siguiente.

Finalmente, Pescara anima al Consejo a tomar la decisión de dar la orden de combatir: uno de los motivos claros es que si no combaten, el ejército se deshará por la falta de pagas.

De hecho, entre los capitanes franceses que daban consejo a su rey, el señor de la Palice dio el parecer de que debían descercar Pavía. Según la opinión del veterano militar, si se levantaba el asedio a la ciudad, los alemanes que se hallaban dentro defendiendo la plaza en nombre del Emperador demandarían la paga, y no se contentarían con razones ni promesas, sino con oro, y no habiendo oro con que pagarles, habría motín, y habiéndolo, se marcharían a casa tras recibir las pagas. Asimismo, los alemanes que habían venido al socorro habiendo "ya librado del cerco a sus parientes" se volverían a Alemania. Concluía su razonamiento el señor de la Palice - según Jovio - que "el impetú de los Tudescos enemigos frescos y terribles, no se devia romper por fuerza sino con una dilacion conveniente". Valía la pena, pues, según el consejero francés, descercar Pavía, pues los alemanes que la guardaban, no pudiendo dejar la plaza, no suponían un grave problema a nivel financiero no hallándose en posición de reclamar las pagas con fuerza.

No obstante este consejo, Francisco I de Francia mantuvo el cerco a Pavía, y llegado el día de San Matías, todos los soldados del emperador libraron la batalla hallando la victoria.

Al mismo tiempo llegaron los 100.000 ducados esperados para pagar la guarnición de Pavía y el resto del ejército.


El sostenimiento de la guarnición de Pavía

Pavía, cercada desde octubre, había sido sostenida por los defensores, que tuvieron una actuación en lo general muy digna, con numerosas salidas y acciones que podríamos calificar de heroicas, y sin embargo, las tropas alemanas, o al menos, algunos de sus líderes, estuvieron a punto de ejecutar la traición en más de una ocasión [3] o cuanto menos, amenazaron de entregar la plaza si no recibían la paga [4].

A pesar de la entrada de algún dinero - acción muy difícil en una ciudad cercada - y de recurrir a la escasa hacienda personal, Antonio de Leiva hubo de recurrir a las exacciones: recoger el oro y la plata de las Iglesias y apretar a los burgueses para que contribuyeran económicamente.
Se asume que así logró reunir Leiva 30.000 ducados, suma nada despreciable,  pudiendo labrar moneda [5] con la que pagar a la soldada, pero el hecho es que acabada la contienda, la deuda alcanzaba los 180.000 ducados.

Así pues, los soldados cercados también tuvieron una considerable paciencia, si bien su caso era considerablemente diferente a aquellos del campo imperial, que podían marchar a donde quisieran.

Financiación tras la victoria

Les Espàgneus ont souffert trois mois sans avoir paye, et en combattant out fait merveille:, et ont été chargés de gagner la bataille
Carta del virrey de Nápoles, Charles de Lannoy, al Emperador, en el campo delante de Pavía, a 25 de febrero de 1525

La victoria supuso que diversos príncipes italianos, que se habían comprometido previamente con el Emperador en diversos acuerdos, no tuvieran más oportunidades para demorar el pago de lo acordado: así Venecia, el Papa - que últimamente daba apoyo a Francia - el duque de Saboya, Siena, Florencia, Lucca y Génova, debían contribuir con cerca de un millón de ducados. Asimismo, el rey de Inglaterra ha de abonar su contribución, en función de la liga acordada.

El caso es que estos estados continuaron tras la victoria en Pavía demorándose en el pago, y así, se prorrogaron los problemas para hacer efectivos los pagos en el ejército. En todo caso, finalizado el conflicto con la prisión de Francisco I, la necesidad de mantener el ejército era considerablemente menor; para abril, por ejemplo, la mitad de los 6000 alemanes de Frundsberg habían dejado sus banderas y regresado al hogar, aún sin haber recibido los adeudos.

A finales de mayo de 1525, españoles y alemanes se alojan en Viela [hacia el Piamonte] en estado de amotinamiento, demandando su paga. Stephano Grimaldo, mercader genovés, acaba de abonar la mitad de una letra por valor parcial de 50.000 ducados, prometiendo la otra mitad a final de esa semana.

Se queja el Abad de Nájera al Emperador que la mitad del dinero destinado al ejército imperial se va en comisiones, intereses, cambios, etc, además del enorme coste de llevar el efectivo al campo. Quizá exageraba Nájera, pero por ejemplo, los 50.000 escudos remitidos por el rey de Inglaterra por letras en Venecia, se ven reducidos a 40.000 en efectivo.

Hernando de Ávalos, marqués de Pescara, retratado por Tobias Stimmer
En julio, Pescara y Leiva, a pesar de que las últimas letras de cambio fueron recibidas a mediados de junio, han juntado de su plata y joyas 15.000 coronas para sufragar los gastos del ejército.

La presencia de los soldados en el Piamonte consigue que el duque de Saboya se avenga a abonar una contribución al ejército, a cambio de que la infantería dejase el territorio. Nájera propone entonces enviarlas al marquesado de Saluzzo. Vivir sobre el terreno e imponer contribuciones a los locales, un modelo que vivirá su apogeo durante la guerra de los treinta años.



Los problemas económicos se mantendrán, aún a pesar de las reducciones en el número de soldados del ejército, y serán la norma general, como sucedió durante la campaña de 1527, si bien, en esta ocasión, la falta de un cabo de guerra del prestigio y de la ascendencia de Pescara [6], hizo que los soldados, carentes de un líder carismático que les condujera en la guerra del modo más eficiente, acabaran siendo calificados de "comunidad de amotinados".


Apéndice

Alocución del marqués de Pescara a los soldados, según la crónica de Cereceda
Es imposible de que fueran las palabras reproducidas a continuación, las realmente pronunciadas de modo literal por Pescara para conseguir de la infantería españoles su adhesión cuasi incondicional, pero entiendo que Cereceda recogió la esencia del discurso pronunciado por el marqués, y lo adornó literariamente para plasmarlo en su obra:

Señores y hermanos : Fasta agora no se os ha dado parte de nuestros secretos , porque no ha sido nescesidad que lo supiésedes ; agora que la hay,  os hago saber cómo el Rey de Francia nos ha enviado á decir le desembaracemos la Lombardía que la quiere para sí y después porná justicia; el reino de Nápoles será suyo ó de las majestades cesáreas. Mirad y señores , con cuánto trabajo lo hemos ganado é guardado fasta el dia de hoy ; no quiera Dios que por nosotros se falle perder un punto de la honra que habemos guardado é ganado. ¡Mirad con cuánto trabajo están cercados en Pavía nuestros hermanos y parientes y amigos ! Habemos dado orden de salir en campaña é no tenemos dineros para pagar una paga que se os debe , y once ó doce dias de otra. Vengóos á rogar que esperéis hasta de hoy en veinte dias , que vengan dineros del reino de Nápóles para pagaros; en este tiempo allegaremos nuestro campo á Pavía , para dalles socorro o vituallas , ó sacar la gente que está dentro. Nos pondremos tan cerca de la muralla , que será nuestra ó suya del Rey de Francia ; y para en esto , yo os prometo la fe de caballero , de ser el primero que muriere ó allegaré á la muralla de Pavía aunque tengo por muy cierto , según vuestra valor y de no ser el primero , ni aun el tercero que allegaré á la muralla. Por tanto y señores , dadme vuestra respuesta , porque tengo de dar relación á estos señores que vuestro ejército gobiernan. 


En la relación de Juan de Oznaya sobre la alocución de Pescara - mucho más extensa - y farragosa - que la de Cereceda - se incluye una petición expresa de dinero realizada por el marqués a la infantería española:

Y para mostrar mas vuestro valor, la misma fortuna ha rodeado de traernos en tiempo, que no solo no tengamos un real para pagaros, pero que tengamos los capitanes necesidad de pediros de los dineros que tenéis cada uno, para socorrer á los tudescos. Bien conozco ser esta la cosa mas nueva del mundo y la mas grave que jamás á gente de guerra que se pidió; pero confio lo haréis para que mas yo vea á qué se estiende vuestro valor, y por tanto os ruego con toda quietud me respondáis lo que en todo pensáis hacer. 

Du Bellay indica que el marqués también apeló a la posibilidad de obtener un suculento botín con la rota de los franceses, lo cual no es en absoluto descartable, si bien el cronista y soldado francés, no se hallaba en el campo imperial para dar testimonio del parlamento de Pescara.


Notas

[1] Se quejaba Pescara - según la relación de Juan de Oznaya - de que desde septiembre de 1524 "no nos pagan ni tenemos un real que comer, ni el emperador nuestro señor al presente puede socorrernos por ninguna via; pues tomados los caminos asi de España como de Napoles están tomados; que si no fuese volando, nadie podria pasar, ni acá lo podemos por manera ninguna remediar. Porque bien creeréis que no han faltado ni faltan diligencias: que yo os certifico que de mi parte he enviado á rogar á los venecianos, ya que no por otra via, á lo menos sobre mi estado de Pescara, ó comprado, ó vendido, ó empeñado, me diesen siquiera cient mill ducados".

El empeñar los feudos era una medida recurrente para sostener la guerra por parte de los jefes del ejército, que se jugaban su prestigio personal y familiar en tal empeño, pero que podían resultar muy mal parados al realizar tal contribución. En principio, el señor a quien servían - en este caso el Emperador - debía no solo reembolsar la cantidad para que su capitán pudiera desempeñar sus estados, sino recompensarle con alguna merced, que debía llegar, naturalmente, en cuanto tuviera ocasión.
Pescara, sin embargo, murió en noviembre de 1525, y no parece que fuera el caso de haber visto recompensado su esfuerzo. Le heredó su sobrino el marqués del Gasto, y según Jovio, "lo dexó cargado de muchas deudas", de modo que de "tantas victorias ninguna cosa le quedó, sino la gloria y loor".

[2] Dato obtenido en "Le connétable de Bourbon 1490-1527" André Lebey, 1904. p.271. Lebey no referencia el dato.
El ejército de Lombardía en diciembre de 1523 - más pequeño que el de 1525 - costaba 87.448 ducados al mes. En marzo de 1526, Lope de Hurtado escribía al Emperador que se debían 600.000 ducados y que "cada mes tiene V. M. cerca de sesenta mili ducados con alemanes y españoles sin la gente de armas y fortalezas y otras cosas ordinarias deste Estado y extraordinarias del exército".
O sea, que solo la infantería costaba sesenta mil ducados al mes una vez librada la batalla de Pavía.


[3] El coronel de las tropas alemanas en Pavía era el conde Eitel Friedrich von Zollern o Hohenzollern [el Festterfriz de la crónica de Cereceda].
Durante el asedio contactó con un coronel alemán que servía al rey de Francia y acordaron la entrega de la plaza. El plan era sencillo: cuando a los alemanes les correspondiera la guardia del puente, el conde pondría gente leal a su persona para custodiarlo, y por allí les darían entrada a los franceses que acudieran a tomar la plaza. Conocida la traición por un soldado alemán, lo comunica a Leiva ,que ordena doblar las guardias en los muros y acude al puente, donde explica al coronel que le deja como ayuda de su guardia alemana 200 arcabuceros españoles con el capitán Bracamonte, la mitad en el puente, y la otra mitad vecinos. Acuden los franceses a la hora convenida con la contraseña que habían acordado, pero viendo que no les dan la entrada, pues los alemanes tenían el obstáculo de los arcabuceros de Bracamonte para ejecutar su plan, se retiran. Al día siguiente, Leiva, simulando desconocimiento del plan del conde Zollern, le invita a comer.

Sandoval insinúa el envenenamiento del coronel alemán en dicha comida con no poca mordacidad:
"Socorrió Antonio de Leyva con aquellos dineros á los tudescos, y convidó á comer a su mesa al coronel de ellos de quien se tenia sospechas. Y aun habia información que traia trato secreto con el rey de Francia, por medio de dos hermanos vecinos de Pavía. para darle entrada en la ciudad; pero tales fueron los bocados que tragó él tudesco, que dentro de pocas horas purgó con ellos el alma, perdiendo la vida, que como traidor no merecía"

El conde murió el 15 de enero de 1525.
Según las memorias del señor de Florange, dos días después de la asistencia al banquete. El conde Juan Bautista Lodrón fue nombrado nuevo coronel de la infantería alemana en sustitución del fallecido.

[4] El caso se solventó con el envío de dos soldados españoles con el dinero. Según Oznaya, el alférez Diego de Cisneros y Francisco Romero pasaron al campo francés fingiéndose traidores y una vez allí, entraron en Pavía con el dinero cosido en un jubón; según de Bellay, el dinero lo introdujeron en un barril de vino, unos 3000 escudos, una cantidad muy pesada y voluminosa para llevar en un jubón.

[5] Con la leyenda "Caesariani Papiae obsessi 1524" según Cereceda, o  ·Caesariani militis Paviae obsessi·, según Sandoval.

 1524 CESariani Pa Pie OBsessi / 1524 CESareis Pa Pie OBsessi

Se imprimieron monedas de diversas leyes y pesos tanto de plata, como de oro, para pagar a los soldados, y en lugar de poner el nombre o la efigie de su señor, mandó labrarlos con el AL - Antonius Leyva:
1524 Antonius Leyva
[6] En un retrato ecuánime hecho por Piero da ca' da Pesaro, Proveditore General in Campo  del ejército veneciano durante la campaña de 1524 - con atribuciones similares a la del Comisario General en el ejército imperial -, se dice de Pescara que era "hombre de buen corazón, cauto, astuto, liberal, paciente en toda fatiga, español de querencia, aunque nacido en Italia, siempre habla español, aunque sepa italiano; es amado, es más, es adorado por la infantería hispana [...] el mejor hombre del campo cesáreo, práctico de los sitios y de los alojamientos".
Aunque el texto pueda parecer laudatorio en exceso, propio de cronistas aduladores, se trataba de un informe particular y secreto dirigido a la Señoria de Venecia, en el cual, el oficial veneciano reconocía como otros señores más importantes que Pescara - el duque de Borbón, o el virrey Lannoy - no sabían demasiado de la guerra.
En la misma relación reconoce las cualidades como soldados de Alarcón y Leiva, que según él, eran amados y estimados por todos.
Los soldados, sin duda, sabían distinguir a sus jefes nominales de sus líderes reales.