Soldados disfrazados con vestidos de labriegos o en hábito de enemigos. Estratagemas de guerra en el siglo XVI


Los soldados vestidos como soldados


Soldatz spaignolz: Soldados españoles en 1572. Anciens costumes coloriés  Italie, Espagne, Ecosse, Allemagne et Hollande, Pays orientaux et les Indes, Biblioteca Nacional de Francia. Dibujos del siglo XVI, coloreado probablemente en el siglo XIX.



En una época en que no había uniformes, los soldados se vestían con ropas propias de la soldadesca, distintas a las de los villanos y rústicos:
y en los soldados particularmente en la guerra les parece mejor las plumas, galas y el vestido de color que no el negro y de paño, 
Los sucesos de Flandes y Francia del tiempo de Alejandro Farnese por el capitán Alonso Vázquez


Aunque a finales del XVI, copiando modas cortesanas, muchos van a optar por vestirse de negro "como ciudadanos y boticarios" - de ahí, que un tercio en Flandes acabara siendo conocido como el de los sacristanes - el soldado vestía normalmente ropas de colores vistosos, que además de servir para lucirse, les identificaban como tales:

porque el soldado ha de andar vestido de colores, y aquellos muy claros, que sean conocidos los honrados y armados hombres criados del Rey entre ciudadanos, y que sean muy descubiertos de lexos, para que se sepa cada vno lo que es
Milicia, discurso y regla militar, por Martín de Eguiluz [1595]


En muchas ocasiones, bien a infantería bisoña, para que tuvieran apariencia de soldados y fueran vistos a su llegada como lucida gente y bien en orden, o bien a infantería vieja, para que se aderezasen, se les entregaban tejidos para confección de ropa, o ropa ya cosida, a cuenta de sus sueldos. A veces, esto se hacía porque era más barato suministrar tejidos que dinero en moneda sonante. 

En 1539, a la infantería residente en La Goleta, se les envían paños de Toledo; amarillos, colorados, azules, nevados y morados. Ese mismo año, también para fortalezas de África, se compran paños de Toledo amarillos, blancos, rosados y colorados, pero también paños de Londres nevados y morados, azules y blancos y frisas de Andalucía, blancas, verdes y moradas, así como paño pardillo de Zaragoza.
 

Podemos ver a través de las calzas acuchilladas el forro azul. Las calzas parecen algo gastadas, como si se les hubiera ido parte del tinte colorado. Arcabucero español disparando arrodillado. Tapiz nº4 de la serie La conquista de Túnez en 1535. Dibujos de Vermeyen; hilado de Pannemaker. 


Para los 4.440 soldados que habían de marchar a Flandes - y escoltar al príncipe Felipe en su viaje a Inglaterra - el duque de Alba ordenaba que se proveyeran calzas y jubones, puesto "que van, los más, en camisa". En octubre de 1554, en la villas de Berges y Hesdin, se les había de entregar a los soldados de parte de las 20 compañías embarcados en La Coruña 2.142 pares de calzas y 2.138 jubones, estando las calzas labradas con paño amarillo, encarnado y blanco, llevando 500 de ellas tafetán. 

Los jubones, confeccionados con paño, podían ir forrados de otro color, y las prendas - calzas y jubones - acuchillarse para que se viera el forro.

Aunque el tiempo, la carestía y los atrasos en las pagas, hicieran que muchos soldados acabaran yendo con ropas remendadas y aún descalzos - o se embarcarán en España de esa guisa - la preferencia por la ropa galana y colorida era lo normal, e incluso algunos soldados realizaban gastos excesivos por quererse los unos aventajar de los otros, en el hábito y trajes, más que en el servicio y obras. 




Como fuera, queda declarado que tenemos a unos soldados en el siglo XVI, vestidos con su ropa ordinaria, que, en palabras de Eguiluz, podían ser "muy bien descubiertos de lexos".



Soldados vestidos como ciudadanos, aldeanos, religiosos y mujeres


Españoles de mediados del XVI. Izquierda: burgueses o villanos. Centro: rústicos, labriegos, aldeanos o campesinos. Derecha: soldados, arcabucero y coselete. Además de las armas ofensivas y defensivas propias del oficio militar, la vestimenta - el hábito - distinguía a los soldados de quienes no lo eran. Además, los soldados debían llevar cosidas en la ropa cruces o portar sobre las armas defensivas bandas - rojas, en el caso de los españoles, blancas, en el caso de los franceses, anaranjadas, en el caso de los rebeldes flamencos, verdes las de Saboya, etc - para ser reconocidos como servidores de su rey. Aún sin cruces, fajas o bandas, los soldados tenían su propio estilo claramente reconocible y diferenciado de otras clases sociales. Códice de trajes de 1547. Biblioteca Nacional de España


Una forma de entrar en una plaza, bien para tomarla por sorpresa, bien para meter un refuerzo en ella estando cercada, era que un grupo de soldados vestidos como villanos o labriegos, pasase en ella. Amén de los ataques por sorpresa, también se podía, simplemente, llegar de esa guisa para conseguir información o comunicarse con los del interior.


En 1597, el sargento Francisco del Arco, soldado valeroso, noble y harto prático en la lengua francesa, el teniente Bautista Doñano, milanés, el capitán Donan, del regimiento irlandés de Stanley, y el capitán Lacroy, borgoñón, así como un sargento valón, dos soldados borgoñones y seis valones, llegaron por la mañana en hábito de villanos, a la deshilada, como si no se conocieran, a una de las puertas de la plaza fuerte de Amiens.

Algunos de ellos conducían un carro que les había de servir para bloquear el rastrillo de la puerta y que esta quedase abierta, caso que lo quisieran echar abajo los del cuerpo de guardia. Otros, que llevaban sacos de manzanas o nueces, fingiendo que iban al mercado, armados de pistolas, que llevaban ocultas bajo los sayos, mataron algunos de la guardia, y después valiéndose de las armas que auia en el cuerpo de guardia se hizieron señores de la puerta, dando lugar a que 1800 o 1850 infantes y 450 caballos a cargo de Hernán Tello, gobernador de Doullens, entrasen y ganasen la plaza [2]. 


Toma de la villa de Amiens, 11 de marzo de 1597. Se puede apreciar la estratagema de colocar un carro para impedir que el rastrillo de la puerta fuera bajado. Grabado de Franz Hogenberg. Este ardid, evidentemente, no solo lo emplearon las tropas de Felipe II: Con la misma yndustria [llegar en habito de villanos] pocos dias despues tomaron el castillo de Turnhaut porque entraron con vn carro de cerueja que deteniendose en el puente leuadiço ympidieron que no le pudiesen leuantar tan presto y salieron de vna casa rota que estaua alli cerca la demas gente, que estaua escondida, y le ganaron. Historia de las guerras civiles que ha habido en los estados de Flandes por Antonio de Carnero



Los disfraces que emplearon en esta ocasión, imitaban a aldeanos de la región de Amiens, y además, los encargados de realizar la arriscada facción se "maquillaron" de manera que parecieran pobre gente: 

Es la gente de las aldeas de Picardía pobrísima y andan vestidos de sayal blanco o de lienzo, y esto tan roto, que muchas veces muestran por diversas partes las carnes; con lo cual, y con haber buscado artificiosamente los vestidos más viles, tiznándose las caras y manos, no había quien hiciese caso dellos para darles del pie.
Las guerras de los Estados Baxos, Carlos Coloma


En la imagen cuatro soldados españoles y cinco rústicos de Alemania y los Países Bajos. Omnium pene Europae, Asiae, Aphricae, atque Americae gentium habitus. de Abraham de Bruyn [1581]



Poco después de tomada esta plaza, queriéndola recuperar los franceses, cuatro capitanes de esta nación, haciéndose pasar por peregrinos - uno de ellos, según Antonio de Carnero, contador del ejército de Flandes, en hábito de fraile agustino - con ocasión de religión y traer unos angélicos de la Abadía de San Fermin, entraron en Amiens para encabezar una conjura con los pobladores con la que romper las guardias españolas. 

¿Se tonsuraría el capitán francés para colarse en Amiens? Amiens bien vale una tonsura, pudiera pensar el oficial.



El capitán Herman Reiter, rebelde en Flandes, el 11 de enero de 1571, junto a tres compañeros, llegaron al castillo de Ravenstain, en el ducado de Cleves. Vestidos en hábito de frailes franciscanos, dijeron que querían saludar al castellano. Llevados ante él, sacaron unos pistoletes que llevaban bajo los hábitos, y le pusieron al castellano la pistola a los pechos, amenazándole para que entregase la plaza. El castellano se negó, y fue muerto, pero los falsos frailes lograron meter a cuarenta hombres dentro de la plaza y la ganaron. 


Amén del disfraz de religioso, bajo cuyo hábito se podían esconder armas, también bajo faldas disfrazados de mujer, podía uno intentar tomar una plaza por sorpresa:

Aviendo el enemigo tomado antes el fuerte de la otra parte del rio, que tanta sangre avia costado el sustentarle, inviando soldados mancebos en habito de mugeres, los quales con los armas que llevavan escondidas debajo de las faldas le ganaron, plantó treinta y tres piezas de artilleria y con cada una tiró tres tiros, con los quales el governador le rindió la tierra 

Toma de Zutphen por los rebeldes, 30 de mayo de 1591
Commentario de la guerra de Frisa en XIII años que fue governador y capitan general de aquel exercito, por el coronel Francisco Verdugo

Suponemos que los soldados mancebos no llevarían barba...



Soldados en hábito de enemigos


Soldado, o artillero - pues se halla intentando desplazar una pieza de artillería atascada en el camino - portando una cruz cosida a la espalda del jubón. 



Un alabardero - o coselete armado con alabarda - y un soldado armado con rodela, donde están pintadas las armas imperiales - águila bicéfala negra - y varios soldados más, todos con sus bandas de tela roja o colorada, sobre las armas. Toma de Casole por Giorgio Vasari [h.1563]



Otra forma de llevar la banda, era sobre el sombrero o la armadura de cabeza, fuera morrión o celada. Pero los sombreros no fueron muy comunes hasta la segunda mitad del XVI - antes se usaban mayormente gorras - y no todos los morriones o celadas, por su diseño, facilitarían el anudar una faja de tela. Detalle de varias pinturas de Giorgio Vasari. El primero por la izquierda se trata de Gian Giacomo de Medici, marqués de Marignan, y capitán general del ejército florentino-imperial. 



La Sorpresa de Calais, detalle. Comparación junto a dos retratos de príncipes: un joven rey Felipe II pintado por Antonio Moro en 1557, y el archiduque Alberto - a cuyas gestas se dedicaría el tapiz de la izquierda - pintado por Fran Pourbus el joven hacia 1559. 




Ídem, que toda la gente de guerra de pie y caballo del ejército de S.Md. los que van en este jornada a le servir de cualquier calidad, grado o condición que sean, si fueren armadas cuando caminaren lleven cada uno su banda colorada sobre las armas, y no llevando coselete, lleven las cruces coloradas cosidas en los vestidos, de manera que todos las traigan públicas y no de suerte que se las puedan cubrir y quitar, so pena que el que se hallare de otra manera sea habido y tenido por enemigo y castigado por tal.



Y en este medio vn soldado cauallo ligero Albanes de la compania de Iorge Basta vso de vna etratagema para reconocer mejor la bateria, y fue que puniendose vna banda blanca, hizo muestra de que por medio del campo Catolico pasaua y con vna gran carrera de su cauallo se fue a la muralla, y para mejor fingir le tiraron del campo algunos arcabuçaços
Historia de las guerras civiles que ha habido en los estados de Flandes (1559-1609) por Antonio de Carnero

Trompeta francés con su cruz blanca cosida a la espalda. Asalto del fuerte de Monastero, por Giorgio Vasari. 



Estando cercada Pavía por el ejército de Francisco I, y teniendo Antonio de Leyva necesidad de dinero con que pagar a las tropas - más que nada, a las alemanas - decidió el marqués de Pescara enviar a Cisneros, alférez del capitán Rodrigo de Ripalda, junto a un compañero. Llevaban sendos jubones de igual hechura - misma tela, mismo corte - que unos que habían entregado a dos labriegos que habían de ir al campo francés a vender vituallas. Estos jubones, que albergaban 3000 escudos, los entraron los labriegos debajo de unas garnachas. Cisneros y Romero, que llegaron a los sitiadores con sus cruces blancas cosidas sobre los jubones, color del rey de Francia, ofrecieron sus servicios al capitán Guevara, que servía, junto a varios cientos de españoles, a Francisco I. Allí ganaron su confianza, y se estuvieron varios días sirviéndole, hasta que pudieron colarse en Pavía para entregar el dinero a Leiva, tomados los jubones de los dos labriegos, no sin gran peligro.

     
El capitán de caballos Arrio, enviado por el marqués de Pescara a hablar con Antonio de Leyva, también uso la estratagema de las insignias: se puso una banda blanca, y se hizo pasar por un soldado de las bandas - que aún no eran negras - de Joanin de Medici. 


En 1546, queriendo el duque de Alba tener noticia cierta del campo del Landgrave de Hesse en Donauwörth, envió al maestre de campo Álvaro de Sande y al capitán de artillería Luis Pizaño que se disfrazasen como alemanes y se metieran en el campamento enemigo a reconocerlo. Sande ordenó a dos capitanes de su tercio, Villandrando y Francés de Álava, y a un soldado llamado Sancho de Londoño, que les acompañasen. Y disfrazados "remedando el traje tudesco lo mejor que pudieron en las ropas, chapeos y retorcer de las baruas" y guiados por un alemán, "que sabia la lengua y tierra" se metieron en el campo de Felipe de Hesse. Se pasearon por allí con mucho sosiego, y los alemanes "unos los hablauan, otros les quitauan las gorras, y como ellos no sabian la lengua no osauan hablar porque no los conociesen, y en señal de cortesia baxauan las cabeças". Esto hicieron por espacio de cinco horas. Después tornaron al campo imperial para informar al duque. 

Estos soldados alemanes, además de su ropa, con otra hechura que la del español, mucho más holgada - véase imagen tapiz nº4 al inicio - llevan las típicas espadas que usaban los de esta nación en la primera mitad del XVI, y además, las llevan en posición horizontal, mientras que los españoles las llevaban hacia la diagonal respecto la cintura de la que pendían.  Cartón nº4 de la serie La conquista de Túnez en 1535. Dibujos de Vermeyen; Kunsthistorisches Museum Wien



Que un el capitán general de un ejército como el imperial, que estaba sobrada de tropas y caballeros alemanes sirviendo en él, envió como espías a unos españoles que no hablaban alemán, da para pensar acerca de la poca o nula confianza que se tenía de los alemanes.

Estando Carlos V en campaña en Alemania, aguardaba la llegada de Maximialien d'Egmont, conde de Buren, con refuerzos de los Países Bajos. Estando el territorio ocupado entre ellos, el coronel Cesare Magi o Cesare di Napoli se ofreció a ir al campo del conde para comunicar negocios de importancia. No solo se vistió con hábito de tudesco, si no que se cortó la barba a la tudesca, para que la barba fuera acorde con el hábito, y así no despertar recelos que pudieran llevar a algunos a interceptar a un italiano por tierras alemanas.

¿Cómo era la barba a la tudesca a mediados del XVI? Vaya usted a saber. Quizá puntiaguda y bicorne, como las de Mauricio de Sajonia o la de Alberto Alcibiades de Brandemburgo, que servían al emperador Carlos con 1000 y 2500 caballos respectivamente. O quizá redondeada, como la de Juan Federico de Sajonia, que fue preso en Mühlberg, O quizá cuadrada como la de Ernesto de Brunswick, que también fue preso en la célebre batalla junto al río Elba


En mayo de 1572, Sancho Dávila, vestido como un valón [1], se puso al frente de las tropas de esta nación que llevaba a cargo, las cuales tomaron la vanguardia, dejando atrás los españoles, y esto hizo "porque los de Medelburgue no se alterasen con ver españoles". 


Alabarderos tudescos de la guardia de Luis de Requesens. Nótense las largas y holgadas calzas o calzones acuchilladas de los alemanes, comparada con las de Requesens, bastante por encima de la rodilla, el cual, por si queda dudas de que nación es, lleva una cruz de Santiago cosida a la capa. Grabado de Franz Hogenberg. Don Luis de Requesens, comendador mayor de Castilla de la orden de Santiago, llega a Bruselas desde Milán para sustituir al duque de Alba en el gobierno de los Países Bajos, finales de 1573



Aunque las distintas modas nacionales obligaban, si quería uno hacerse pasar por soldado de otra nación, asumir el estilo de vestidos de aquellos a los que se quería suplantar, muchas veces no era muy necesario ajustar tanto el disfraz: bastaba muchas veces tomar la divisa del enemigo y ponerla sobre la ropa: una cruz cosida en el jubón, una banda, una faja o un pañuelo atado al brazo, cambiando únicamente el color de la insignia. 

Después de las haber reconoscido, mandó á los sargentos mayores que no dejasen arremeter á los soldados á dar la batalla, como ya estaban todos á punto de querella dar, sin llevar puestos ramos verdes en las cabezas para ser conoscidos los unos de los otros, porque las cruces y bandas rojas se las podían poner y quitar los de dentro. 
Tratado de las campañas y otros acontecimientos de los ejércitos del emperador Carlos V


Batalla de Marciano, 2 de agosto de 1554. A la izquierda, soldados del bando franco-sienés, con bandas blancas; a la derecha, soldados del bando florentino-imperial con bandas coloradas. Giorgio Vasari. 


En las encamisadas, los soldados llevaban camisas blancas sobre la ropa o el coselete, para reconocerse en mitad de la noche con sus compañeros. Había algunos soldados que se ponían camisas negras para, aprovechando la noche, colarse en el campo enemigo sin ser vistos.



Disfrazados y, por lo tanto, espías


Los soldados que usaban el ardid de disfrazarse como soldados de otra nación, lo podían pagar con la vida si eran capturados, considerados como espías:

los que déstos quedaban en prisión, como los hallasen vestidos a la española o con bandas rojas, no eran castigados ni tenidos por espías, sino por soldados de valor y como tales se rescataban por su paga ordinaria o se trocaban por otros; mas los que fingidamente pasaban en hábito francés inrremisiblemente lo pagaban con la vida.
Las guerras de los Estados Baxos, Carlos Coloma


Igual les sucedía a los que eran tomados con hábitos de villanos o campesinos:

se descubrieron más encartados; dentro de dos dias todos aquellos que eran vecinos de Amiens fueron ahorcados en el mercado grande de la ciudad, y estuvieron allí algunos dias, con sus rétulos, que decian «por traidores».  Hiciérase lo mismo dé los capitanes [franceses], si el Rey de Francia, sabiendo en él peligro en que estaban, no enviara á decir á Hernán Tello no los ahorcase, que le ahorcarla muchos prisioneros que tenía en su campo, á quien, con más justo título podia ajusticiar, pues con hábito disfrazado querían entrar en la ciudad pasando por su campo
Cerco de Amiens, Comentarios de las cosas sucedidas en los Paises Baxos de Flandes desde el año de 1594 hasta el de 1598, por Diego de Villalobos



Soldados húngaro, suizo, alemán y francés en 1564.  Recueil de la diversité des habits, por François Desprez


Notas



[2] Hay varios relatos, los de Villalobos y Coloma - obras mencionadas en el artículo - así como uno del propio Francisco del Arco, el resumen del cual, que se remitió al archiduque Alberto, omite el nombre de otros oficiales, excepto el del capitán Donan, irlandés:

[Hernán Tello] dio, orden que fuesen con el [Francisco del Arco] hasta 15 soldados Valones y entre ellos algunos officiales platicos de los que estauan de guarnicion en Durlan, todos vestidos de Villano, y devaxo con sus pistolas, que para esto les ayudo mucho el traje que usan en aquella provincia los labradores, y para executar mejor su Intento y ympedir  que no les estoruase la entrada el rastrillo, lleuaron  un carro cargado de paja con el qual yuan quatro hombres de los 15, siendo uno dellos el capitán Donan del Regimiento de Estanley 
Testimonio del sargento Francisco del Arco sobre la toma por sorpresa de Amiens, el 11 de marzo de 1597

3 comentarios :

Raymond Fagel dijo...

Muy buena colección de ejemplos! De Ruyter conquistó el castillo de Loevestein en 1570 también utilizando disfraces. Saludos, Raymond Fagel

Carlos Valenzuela dijo...

Muchas gracias profesor Fagel por su comentario.

Lo buscaré, a ver de que iban disfrazados. ¿Recuerda dónde lo leyó?


Un saludo, Carlos

Anónimo dijo...

Si no recuerdo mal iban disfrazados de curas.