En la Ordenanza de 1632 se recogió como norma escrita lo que venía siendo costumbre: la precedencia en todas las acciones de guerra en los Ejércitos de su majestad sería para las tropas españolas.
Artículo 78. Orden en lo tocante a las vanguardias.
“Y, cuanto quiera que, en lo tocante a las vanguardias, se ha observado (como cosa tan justa y debida) el darlas a la nación española sin que en esto se pueda haber puesto género alguno de dificultad, he resuelto declararlo expresamente por orden. Y, en virtud de la presente, es mi voluntad y mando que en todas las ocasiones sin excepción alguna se le haya de dar y se le dé la vanguardia, sin que contra esto se admita cosa en contrario. Y para mayor declaración ordeno y mando lo siguiente […]”
Mas lo siguiente, antes que copiarlo literalmente, prefiero resumirlo, pues son dos páginas y media, y soy mal copista.
En presidio o guarnición:
Corresponde a la nación española la puerta de más cuidado [o sea, la principal o la de mayor riesgo de sufrir un asalto] el cuerpo de guardia principal, y la ronda y contrarronda de toda la muralla, mientras que las naciones sólo tendrían para guardar un trozo de muralla, sin que se pudieran salir de este, quedando de esa manera bajo la supervisión de los españoles.
El cuerpo de guardia en la casa del capitán general, siendo éste de la nación que fuese, sería compuesto por una compañía española con su bandera, no pudiendo gozar de ese privilegio el resto de cargos [maestres de campo generales, gobernadores…] para los cuales tendrían una escuadra a cargo de un sargento y sin bandera.
En obras de sitio:
La trinchera principal, corresponde a los españoles, y si no hubiera tropas suficientes – como era habitual – puesto que la asistencia a los trabajos de aproche se organiza en turnos por compañía, el primer turno corresponderá a los españoles.
Igualmente, corresponderá a los españoles el primer puesto en la defensa ante las salidas de los de la villa sitiada.
Durante la marcha:
Corresponde a los españoles la vanguardia el primer día de marcha, después – siguiendo la norma de que quien hubiera gozado el primer día de la vanguardia hubiera de pasar a la retaguardia – les corresponderá la retaguardia, turnándose. En caso de ser atacados, los españoles debían mejorar sus puestos – si fuera posible – para gozar de la vanguardia en la defensa.
En combate:
Corresponde a los españoles el cuerno derecho del orden de batalla. En caso de formarse un escuadrón de varias naciones, corresponde el lado derecho, pues este es el primero en caminar, una vez se deshace el escuadrón. En caso de retirada, corresponde a los españoles la retaguardia, que en este caso, es vanguardia, pues siempre es vanguardia el puesto más próximo al enemigo.
Artículo 77. Orden que se ha de tener sobre los que han de mandar y obedecer en los ejércitos
“(…) en todos casos y ocasiones el cargo superior gobierne al inferior sin distinción ni diferencia de naciones. Y en igualdad de cargos prefiera al español (…)”.
Esto último era importante, pues se habían visto casos de desobediencia graves, en que capitanes españoles desobedecían a coroneles valones, y aún entre maestres de campo generales. Aquí se sentenciaba que la obediencia era jerárquica, y no nacional, aunque se mantuviera la preferencia por el español, en igualdad jerárquica.
Se dio orden que estas instrucciones se hicieran llegar a los virreyes, gobernadores, capitanes generales… de los distintos estados, para su publicación y aplicación. En Milán, cuanto menos, la oficialidad del Tercio de Napolitanos del Marqués de Torrecusa, incluyendo el propio maestre de campo, su sargento mayor Pignatelli, y todos los capitanes excepto dos, protestaron hasta el punto de hacer dejación de los cargos, pero tras aclararles el Cardenal Infante que el que se dispusiera que les correspondía un trozo de muralla y no la totalidad, no significaba que no pudieran tener cuerpo de guardia ni puertas que guardar, y que no estarían vagando por las calles, y que en caso de ganar un puesto, tampoco significaba que lo hubieran de ceder a los españoles, se conformaron, y solicitando perdón, retomaron sus cargos.
Como escribía el Cardenal Infante a su hermano el rey: “ en las vanguardias van llanos, que es lo principal”. Al parecer no había oposición en la precedencia española en los ejércitos del rey a niveles generales, salvo pequeñas puntualizaciones en casos concretos.
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