Espadas y dagas

Espada
Amén de, evidentemente, el arma que le daba nombre y sueldo, los piqueros, arcabuceros, mosqueteros y alabarderos portaban la sempiterna espada, generalmente hermanada con una daga.

Se esperaba que en batalla en campo abierto no hubiera el soldado de recurrir al arma blanca, a no ser para dar alcance al enemigo derrotado, pues se confiaba en que el combate quedara resuelto antes, pero era imprescindible disponer de una espada para cualquier lance que pudiera darse, pues no todo era luchar escuadrón contra escuadrón.


cerraron animosamente con los rebeldes, y por no se poder aprovechar los unos ni los otros de las armas de fuego por la mucha agua que llovia , lo hicieron de las picas y espadas, que es la antigua pólvora y escaramuza de los españoles. Alonso Vázquez

Los más muertos y heridos de ambas partes fue con las espadas, cosa que ha años que no se ha visto en ninguna guerra; porque, al cerrar los nuestros por los dos costados, les vinieron a apretar de manera y a juntarse tanto con ellos que, no pudiéndose aprovechar por la estrechura del sitio, con los muchos arboles y setos de las huertas, de los arcabuzes vinieron a las espadas, combatiendo con ellas gran rato. Bernardino de Mendoza


La espada no debía ser larga, a lo sumo de cuatro palmos de hoja, para facilitar la movilidad, muy distinta de las roperas, o espadas de duelo, que los matasietes usaban para dirimir sus lances. No había que ir “fingiendo haberle dado a un chulo una mohada con la lengua de un jifero” para obtener el respeto de los camaradas de milicia, antes al contrario, se juzgaba que quien portase uno de estos hierros, propios de tahures y rajabroqueles, era alguien contrario al espíritu del soldado.

Espada ropera, o estoque, de largos gavilanes - en los que apoyando los dedos se podía hacer fuerza - y guarnición de taza para la protección de la mano que la maneja, propia para el duelo, o para la vida civil, pero no para la milicia, pues su longitud suponía un estorbo al movimiento ágil.

La espada en infantería frecuentemente se llevaba en talabarte esto es, cogida al cinto por unas cinchas [tal como el del soldado atravesado de la imagen] antes que en tahalí, o bandolera cruzada, que estorbaría en muchas facciones.

Este arma tenía un gran simbolismo para el hombre de la época. Quien la portase tenía partes de caballero e hidalgo, aunque hubiera nacido hijo de porquero. Tanto era así, que cuando se rendía una plaza fuerte por pactos, existían condiciones de salida de la guarnición rendida, acerca de si llevar o no los arcabuces con las mechas encendidas, o no llevarlos en absoluto. Pero por restrictiva que fuera, no se le negaba a un hombre el derecho a salir portando su espada, por mucho que hubiera sido derrotado.

Que todos los soldados [...] puedan salir [...] que no sea con otras armas mas de espada y daga [...] si no fueren los capitanes, los cuales puedan sacar todas sus armas. Capitulación de la villa de Mons, 1572


1 palmo castellano = 1 cuarto de vara = 20.8 cm

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