Infantes a caballo

Aunque las tropas de los Tercios fuesen infantería que combatían y se desplazaban a pie, quien pudiera permitírselo - normalmente, como mínimo los oficiales - disponía de un caballo para desplazarse durante las marchas. 

Únicamente el sargento mayor - así como sus dos ayudantes [en primera instancia sólo tuvo uno] - podían, y debían, acudir a la batalla a caballo, para poder repartir las órdenes al escuadrón. 


Mozos desembarcando un caballo de una nao a un batel, durante la jornada de Túnez en 1535. Cartón nº3 "Desembarco en La Goleta", de la serie de cartones realizados por Jan Cornelisz Vermeyen entre 1546 y 1547 [Kunsthistorisches Museum Wien]



Aún así, era frecuente que en los Tercios hubiera caballos: 

[El duque de Alba] envío hasta cuatrocientos arcabuceros españoles a caballo en los caballos que se hallaron en la infantería 

Extracto acerca de las guerras de la Liga de Esmalcalda en "Diálogos de la vida del soldado Diego Núñez de Alba". 


En Lombardía, año de 1559, el gobernador duque de Sessa, dio una instrucción, indicando que se debía tener 8 caballos cada 100 infantes, pero indicaba que en ese número debían estar incluidos los de los oficiales.

Cabe tener en cuenta, en todo caso, que era una instrucción para estar de guarnición en presidios, y no para ir en campaña:


[h]a se de tener ocho cauallos en cada cien ynfantes y a este rrespeto se a de dar para cada cavallo una arroba de feno y dos libras de paja y es de advertir que en cada compañia que vbiere docientos ynfantes o mas o menos se les ha de dar la rracion para los dichos cauallos a la rrata y que en este numero van comprehendidos los cauallos de los capitanes, alferezes, sargentos, y los otros oficiales, de manera que en una compañia de docientos ynfantes no se les de rracion para mas de diez y seis ca[ua]llos con tal que ninguno pueda ir a forraje so pena de perder las vestias y de ser los moços açotados y que el oficial o soldados que le enviaro[n] pierda la paga de un mes cada vez que contraviniere esta orden

Orden para los presidios de Lombardía sobre alojamiento, servicios, servidores de los soldados, caballos. Milán, 15 de septiembre de 1559



Martín de Eguiluz avisaba contra los capitanes que acudían con su caballo a la batalla, y recomendaba que marchando fuesen los menos a caballo. 

El mismo autor recomendaba, no obstante, que hubiera 15 caballos arcabuceros por compañía, habiendo en un Tercio por tanto, 180 caballos, que serían buenos para realizar reconocimientos, entre otros menesteres. 

Evidentemente, los caballos eran imprescindibles para el menester antes apuntado, pero también para transmitir órdenes e informaciones entre trozos del Ejército, ya fuera durante la batalla, o más comúnmente, durante la marcha. 

Lo cierto es que el ejército o trozo, debía dividirse de ordinario para desplazarse, y entre la vanguardia y la retaguardía podían existir varios kilómetros de diferencia. 

A niveles menores, de un solo Tercio, o varias compañías que estuvieran alojadas en determinado lugar, también eran muy necesarios los caballos para mantener la comunicación entre los distintos alojamientos, o una vez en marcha, para realizar reconocimientos de pasos. 

Estos caballos eran imprescindibles, y sin embargo, podían ser un problema si se tenían en gran número. 

Francisco Valdés daba instrucciones acerca de este punto: los infantes - teniendo como ejemplo a sus capitanes - debían caminar media milla o una completa al salir o entrar del alojamiento, pudiendo marchar a caballo en este intervalo. 

Los caballos serían llevados a parte, para después ser montados, ocupando los soldados que los montan un espacio detrás de su arma [arcabucería o piquería] mientras que sus mozos reservarían su lugar en el orden de la marcha, de manera que si fuera necesario formar escuadrón para luchar, se recuperase el orden de manera más efectiva, desmontando los soldados y acudiendo al puesto "reservado" por sus mozos. 



Cuando la infantería del ejército de Flandes se embarcó en 1588 para la jornada de Inglaterra, vendieron sus caballos, pues no podían embarcarlos, al contrario que - naturalmente - las tropas de caballería: 

 "teniendo por cierta la embarcación , se habian deshecho en este medio de la mayor parte de su bagaje, y vendido sus rocines ó razas , que ellos suelen llamar caballos pequeños y de poco servicio, útiles para la infantería , que no poco ricos quedaron los labradores de los países de Brujas, Ypre y Fornambaque, porque los soldados los vendian á menos precio que harta falta les hicieron después". 

Guerras de Flandes y Francia en tiempo de Alejandro Farnese, por Alonso Vázquez


Así pues, habrían perdido esta asistencia por el embarque, o habrían de haberse coordinado de manera más estrecha con la caballería ordinaria del Ejército para asegurarse de las tareas apuntadas de reconocimiento y comunicaciones. 

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